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Pink Cocktail por LovingTales

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Notas del capitulo:

Hola hola mis soles!

Sí que ha pasado un bueeeeen tiempo, realmente unos cuantos meses y vaya que meses. Lo más triste de todo es que a veces digamos que el 70% del cap lo tengo listo dentro del mes siguiente a la ultima actualización, pero ese 30% es el que me toma 3, 4 o hasta 5 meses :( soy una verguenza para esta plataforma. 

En fin, ya ni siquiera me disculpo porque de seguro para algunas de ustedes ya es costumbre xD y bueno no quiero ser la tipa aburrida (ya saben) 

Sé que muuuuchas piensan que no volveré o que morí o que se yo que otra razón pero no me iré a ninguna parte hasta terminar este fic (no puedo dejar más cosas inconclusas en mi vida)

Bueno a pesar de todo les cuento que ahora estoy viviendo en otra ciudad y me siento feliz y con animos de seguir en esto! a veces los cambios dificiles son para mejor y de todo corazón quiero seguir en esto. 

Espero mis soles que estén muy bien, que el año anterior haya sido bueno y si no lo fue que más !Este sí que lo será! 

no pude desearles un feliz año nuevo y creo que ya es algo tarde, pero si que les deseo el mejor de los éxitos en todos sus proyectos y sean felices <3 no se amarguen la existencia y sonrían :)

Les agradezco de antemano a quienes aun me leen y tienen paciencia y enserio son lo mejor 

Nos volveremos a leer!

Disfruten las 55 páginas de word xDDD 

enserio se me va la mano

Un abrazo a todxs!!!

En el capítulo anterior....


 


Molesto se puso de pie y tomó su bata. Definitivamente no podía resfriarse, tenía mucho trabajo por hacer y clientes a los cuales llamar por lo que caminó a la cocina en búsqueda de alguna hierba o una limonada que le refrescase y ayudase con el malestar, pero para su mala fortuna la nevera se encontraba vacía.


-¿Y los limones?… recuerdo haber traído al menos unos dos kilos-


-¿Marco? ¿Qué buscas ahí tan temprano?-


-Son las 10 querido y busco limones para una limonada-


-¿Estás resfriado?-


-Dale las gracias a Luffy que dejó su toalla mojada justo en mi lado de la cama-


-Ay no querido… lo siento mucho, iré a la ciudad por unos limones y algo para que te recuperes-


-¿Pero no entiendo qué ocurrió con los limones que compramos?-


-Bueno es que… resulta que anoche cuando nos entramos Luffy tenía mucha hambre así que le preparé una ensalada de atún y él se quedó comiendo y yo me fui a la cama-


-¿Me estás diciendo que se comió los dos kilos de limones?-


-Es que se comió 5 latas de atún, dos lomos de salmón y el pan que quedaba- explicó el pecoso mientras comenzaba a lavar la ruma de loza que Luffy había dejado-


-¿Es joda o qué?- preguntó Marco atónito- Esa era la comida para toda una semana ¿y me dices que ese niño se lo comió todo en una merienda? –


-Tshhh baja la voz o lo vas a despertar… si sabes que Luffy adora comer, no te enfades con él, si quieres podemos ir de compras y traigo más salmón para todos- dijo Ace mientras sonreía-


-Tsk, no me mires así, sabes que no puedo con esa sonrisa-


-Es mi habilidad para convencerte- lentamente le besó en los labios-


-No es justo… ¿tú sabías que él vendría?-


-No, enserio no me imaginaba que podría llegar… lo lamento, sé que piensas que se arruinaron nuestras pequeñas vacaciones y supongo que tienes razón, pero no podemos echarlo, es mi familia-


Marco suspiró.


-Está bien, te entiendo, pero quizás sea buena idea regresar a casa-


-No, no, no por favor quedémonos unos días más. Yo iré por comida, me lo llevo un rato y cuando regresemos nos vamos a surfear. Además yo cocinaré tú no tienes que preocuparte de nada  más que descansar-


-¿Cómo es eso de que irán a surfear? ¿Acaso no ves la tormenta que se avecina?-


-Sí pero tranquilo solo será un ratito-


-Bueno eso ya lo decides tú, pero asegúrate de traer comida para 20 personas por favor-


-Sí, ¡no te preocupes!-


-Vaya suerte la mía- pensó al observar el viento rugir furioso, golpeando sin piedad los arboles cercanos a la bahía-


 


 


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Capítulo 29: Zoro (parte II)


 


A pesar de que Ace había logrado encontrar unas tabletas de limón efervescentes que de alguna manera le aliviaron  el malestar lo cierto era que aquel efecto estaba comenzando a desaparecer. Nuevamente el cansancio invadió su cuerpo  y aquella molesta sensación en la nariz comenzó a hacer de aquel viaje una tortura.


Cada ciertos minutos debía tomar un pañuelo y sonarse mientras conducía. La lluvia no había cesado en todo el santo día por lo que aburrido ya de esperar en casa decidió el mismo ir por unas medicinas y de paso abastecer la despensa de aquella incómoda casa como si hubiera un tropel de soldados.


-Tsk… me pregunto cuántos berries se gasta al día este niño en comer… de seguro es más de lo que yo y Ace gastamos en la semana- pensó mientras dirigía su espléndido coche a la desviación del camino que llevaba a la ciudad-


Antes de hacer todos sus trámites se preocupó de ir personalmente a los tribunales a dejar aquella carpeta con el caso de Sanji. Aunque el tipo fuera un perfecto imbécil, trabajo era trabajo y él no hacía distinción en ello por lo que estacionándose rápidamente y lo más cerca posible de la entrada para no resultar empapado, bajó y entró al enorme y magnífico edificio.


-¿Marco? ¿Qué demonios estás haciendo aquí? Te creía en tu luna de miel…- exclamó uno de sus colegas al verle-


-Hola Thatch… eran unas pequeñas vacaciones, pero se fueron al demonio, ya sabes cuando aparecen parientes imprevistos- exclamó el rubio al verle-


-Ya veo… y encima te resfriaste, vaya suerte, bueno me imagino que sigues trabajando en casa-


-Imaginas bien… ¿puedo dejarle esto al juez?-


-¿Al viejo? ¡Pues claro! Si quieres yo mismo se lo paso-


-¿Enserio?-


-Sí, ahora está en una reunión con unos payasos del gobierno así que tiene para unas horas ahí encerrado-


- Bueno si no es molestia aceptaré tu amabilidad-


-Sí y de paso ve a la farmacia y compra un antigripal por el amor de dios-


-Dalo por hecho, saluda al viejo de mi parte-


-En tu nombre, saludos a Ace y a tus visitas-


 


Marco rio y rápidamente regresó al coche.


-Veamos ahora solo me faltan mis remedios y la comida-


 


Al menos el supermercado al cual pensaba ir tenía disponible una farmacia en su interior por lo que matando dos pájaros de un tiro se dirigió a toda velocidad hacia la avenida Mariejoa.


Luego de comprar unas cuantas medicinas y de paso tomarlas ahí mismo, Marco entró en búsqueda de algunas provisiones. A decir verdad el solo pensaba en la comodidad de su casa pero bueno lo que Ace quería para él era ley absoluta y no porque el pecoso fuese un abusivo sino más bien porque le encantaba verlo feliz, aunque para su mala fortuna aquella felicidad se traducía en estar en aquella vieja y fría casa de playa.


-Uhmmm me pregunto qué puedo llevar… tampoco quiero ser tacaño pero no pretendo gastar un dineral en comida…- pensaba mientras cogía un carrito de compras y comenzaba el recorrido-


Justo en ese instante su móvil comenzó a sonar.


-Hola amor estoy en el supermercado en estos momentos, ¿todo bien por allá?-


-Hola querido- se escuchó la voz de Ace- sí, estamos bien, queríamos encargarte algunas cosas-


-Bueno pues es ahora el momento-


-A Luffy le han entrado ganas de  hacer una barbacoa así que si pudieras traer unos cuantos kilos de carne y salchichas… ah y un poco de pescado también por favor-


-Está bien no hay problema, pero una consulta ¿Tenemos parrilla?-


Hubo un silencio en la línea.


-No, no tenemos-


-¿Entonces?-


-Esto… ¿Podrías…?-


-Está bien, buscaré una no te preocupes. ¿Hay algo más que desees comer? ¿Alguna cosa en específico?-


-Unas cuantas patatas fritas podría ser… hey Luffy espera…-


Un ruido se escuchó.


-¡Hola Marco! Tráenos unos snacks de frituras, galletas saladas, quiero unos cuantos pies y cheesecake para el postre, tú sabes, además de que no hay ni un solo lugar donde comprar comida por aquí cerca- exclamó Luffy tras haberle arrebatado el móvil al pecoso- Ah y busca por favor una bolsa gigante de nachos, allá los venden en la sección de frituras también-


-Dame eso… Querido lo siento jajaja este Luffy, bueno pero si encuentras algunas de esas cosas también por favor-


-Muy bien- respondió el rubio armándose de paciencia- Bien cualquier otro encargo envíame un mensaje, estaré atento al móvil. Te amo, nos vemos-


-Gracias querido, te amo más, que tengas buen viaje-


-¡Yo también te amo Marco!- se oyó la voz de Luffy del otro lado-


-Santo cielo… primero buscaré esa parrilla- murmuró al tiempo que guardaba el móvil en el bolsillo de sus jeans-


 


Por suerte aquel supermercado tenía todo lo que ambos chicos le habían encargado, desde el carbón hasta la parrilla, lo único que no lograba encontrar por ninguna parte eran los malditos nachos.


-Vamos a ver… llevo 10 kg de carne, 5 de salchichas, 10 latas de atún, 2 kilos de salmón, muchos vegetales, mucho pan… me pregunto si realmente ese niño se comerá todo esto, creo que Ace exagera… 3 cheesecake y 4 tartas, por Dios, esto me parece un derroche- se lamentó, imaginándose que la mitad de aquella comida terminaría en la basura- Creo que llevaré aún más cosas, no quiero volver a venir-


Nuevamente su móvil comenzó a sonar, aunque esta vez se trataba de mensajes del pelinegro.


“Mark em acord que tbn kiero Pop Corn, berems películas a la no$he y si es que encuentras pixas cknglads también. Y se em olbidab el sereal del desayuno y la leche y el jugo, por favor… no ol olvds”


Luffy


 


-Creo que mis ojos van a sangrar… Santa paciencia- pensó al tratar de descifrar aquel cruel asesinato a la ortografía- Supongo que tendré que buscar el pop corn para la no$he- rio y tomando el carrito que ya pesaba bastante, se alejó por los larguísimos pasillos de aquel supermercado-


 


Mientras tanto en la agencia Zoro se encontraba rodeado de maquilladoras y estilistas yendo de un lado a otro. No obstante quien dirigía a todos era Caesar Clown, sentado desde un lujoso sofá junto a Doffy, dando órdenes a destajo.


 


-¡Oye tú! Mueve ese trasero y busca las paletas de contorno de Smile, solo Smile, no quiero que usen otra marca de maquillaje en este trabajo ¡¿Me oyeron?!-


-Sí señor- respondieron sus asistentes aún más apurados que antes-


-Eres un tirano- exclamó Doffy quien observaba aquella escena mientras daba pequeños sorbos a su quinto café-


-Es como aprenden, este rubro al igual que el tuyo se trata de estar alerta a todo y apresurar las manos… esos modelos no se maquillan solos y créeme que cuando lo hacen terminan como Cavendish en noche de brujas Jajajajaja- rio mientras bebía una copa de jugo de mango-


-Según mis cálculos estamos bien en el tiempo, además son solo 5 fotografías, apenas dos días de trabajo y gracias al cielo este grupo paga rápidamente-


-¿Estamos en quiebra?-


-Ya quisieras… no, por suerte tenemos buenas utilidades al menos por este año pero el futuro del otro año es incierto y por eso estoy jugando con las cartas precisas. Aunque no me creas esta campaña de verano estuvo maravillosamente exitosa pero los costos fueron demasiado altos y solo nos salvamos de una crisis gracias a las modelos femeninas-


-Gracias a Robin también- añadió el estilista-


-Sí, estoy en deuda con ella, espero poder enviarla pronto a Redhawk a hacer una colaboración-


-¿Estás seguro?-


-Sí, Robin no nos dejará, ella ama esta ciudad más que al mismo dinero, además sabe que puede hacer carrera desde aquí y pienso que es lo más inteligente. Ya sabes, las grandes ciudades están llenas de víboras-


-¿Y qué harás con los próximos clientes?-


-Tengo a 5 clientes esperando a Vinsmoke y les di un plazo de  1 mes de espera. Ellos accedieron  y ya quedan 10 días para que se cumpla ese mes. Si Sanji no soluciona su problema con el fisco yo mismo tendré que arrastrarlo de regreso al trabajo-


-¿Y entonces porque demonios le diste un mes? Podría haber seguido trabajando-


-Sí lo sé, pero ya sabes que a Sanji hay que manejarlo con cuidado, se descontrola muy fácilmente por lo que haber estado trabajando con él con toda esa presión en sus espaldas no me pareció muy buena idea. Y hasta donde me comentó Ace muy pronto todo aquel lío quedará en el pasado-


-Esperemos que así sea, es un idiota pero no puedes darte el lujo de perderlo-


-No puedo darme el lujo de perder a nadie- exclamó sin dejar de preocuparse por lo que ocurriría con Law-


 


Finalmente y luego de alrededor de una hora de preparación Zoro estuvo listo para comenzar con su trabajo.


-Muy bien Zoro ¡apresurémonos, el bus nos espera!-


-¿Qué bus?-


-¿Acaso olvidas que las fotos las haremos en el centro botánico de Reverse Mountain?- inquirió Doffy mientras le escoltaba a través de los pasillos-


-Ah sí, sí, disculpe, tengo la cabeza en las nubes-


-Está bien, no te preocupes, solo vamos y da lo mejor de ti-


-¿Usted también vendrá?-


-¡Pues claro! Adoro estas sesiones al aire libre- dijo al tiempo que le dirigía una sonrisa tranquilizadora al moreno-


-Me alivia saberlo-


-No te iba a dejar solo con desconocidos, además también viene con nosotros Bartolomeo, nos está esperando allá-


-Gracias- se limitó a responder-


 


Con una mezcla de sentimientos Zoro subió al bus y se sentó justo al lado de la ventana. Sí, realmente había olvidado todos los detalles de aquel trabajo, su mente tan solo había atinado a despertarle aquella mañana y el resto había funcionado de forma automática. Lo único que rompió su esquema matutino fue abrir los ojos y encontrarse con la mirada del rubio viéndole fijamente. Ni siquiera fue consciente de la expresión que puso, solo reaccionó con un “hola” seguido de haberse levantado y caminado hasta el baño, sin siquiera esperar la respuesta del cejillas.


-Soy un idiota- pensó mientras observaba la agencia perderse de vista rápidamente entre los edificios de la ciudad-


 


Y es que además del hecho de haber sorprendido a Sanji observándole se sumaba ese viaje a la montaña donde aquella vez se perdieron. Era como si donde fuese, todo le recordara a aquel idiota, inclusive hasta el mismo Doffy  pues si lo miraba detenidamente tenía el cabello de un color bastante similar y hasta sus ojos celestes le recordaban en cierta forma al cejillas. Se dio una bofetada mental al sorprenderse a sí mismo observando al jefe con tanta atención. Definitivamente estaba mal, debía concentrarse en su trabajo, hacer las malditas fotos que fueran necesarias, ganarse los berries y ya. No había porque torturarse en el proceso, así que esforzándose en observar todo lo que había a su alrededor tomó una revista con la intención de ojearla, después de todo le restaban unas dos horas de viaje pero que sorpresa se llevó al encontrar en la primera hoja una publicidad de Sanji junto a un perfume.


-Esa es la fragancia de la que te hablé, de los mismos inversionistas para los cuales vamos a trabajar ahora-


-¿Esta es la línea costosa?-


-Yo diría ridículamente costosa- bromeó Doffy mientras observaba detenidamente a Zoro, quien lucía una piel irresistiblemente dorada-


 


Observó con detenimiento. En aquella imagen solo se apreciaba el torso de Sanji  vistiendo una guayabera a medio cerrar celeste con motivos florales, dejando al descubierto una parte de su piel que  lucía perfectamente bronceada. En el fondo se veía una playa de arenas blanquecinas y un día espectacularmente soleado pero lo que realmente le hizo estremecer fueron aquellos ojos, esos malditos ojos que posaban con un aire provocador, los mismos que en la mañana le observaban brillantes y llenos de curiosidad.


-Ni te imaginas el lío que tuvimos para hacer esa foto-


-¿Fue hace mucho tiempo?- preguntó intentando no demostrar demasiado interés aunque luchando con su mente por dar vuelta la maldita página de una vez-


-El año pasado, viajamos a otra ciudad, fueron unas 9 horas en el bus, más la noche que debimos quedarnos en un hotel y en la mañana un desayuno de 3 horas junto al cliente y luego cuando fuimos a la playa apenas Bartolomeo hizo la primera toma los directores artísticos de aquella marca quedaron tan encantados que solo demoramos media hora en hacer todas las fotos- le relató al tiempo que le ofrecía una botella de agua- Fue un tremendo esfuerzo el viaje pero al menos lo demás resultó fácil-


-¿Y cómo quieren que funcione ahora?-


-Bueno según tengo entendido es una fragancia muy veraniega por lo que necesitamos un espacio rodeado de plantas un tanto exóticas, la idea es simular una especie de jungla, y a ti en medio-


-Vaya elección,  espero en Reverse Mountain no esté lloviendo tanto- dijo mientras observaba las negras nubes cubrir la ciudad-


-Llueva o no querido Zoro, apenas te mojarás los zapatos. Bartolomeo ya ha montado todo un escenario selvático dentro de ese recinto. Ni notarás el frío- indicó y esta vez el mismo le arrebató la revista y dio vuelta la página, devolviéndosela con una amplia sonrisa que Zoro no supo cómo interpretar-


 


 


A eso de las 4 de la tarde Sanji se levantó de la cama en búsqueda del cargador de su móvil. Había estado todo el día acostado, dormitando, intentando leer y a la vez sacar de su mente todo aquel embrollo en el cual el mismo se había metido. Lo peor había sido su reacción al despertar aquella mañana, jamás se lo perdonaría. Apenas abrió los ojos vio a Zoro durmiendo en el sofá. Tenía los labios entrecerrados y húmedos, probablemente había estado babeando durante toda la noche, sin embargo en vez de asquearse y darse media vuelta para ahorrarse aquella escena, permaneció observándole como si en esa imagen encontrase alguna especie de deleite. Estudió su rostro, aunque le costara admitirlo aquellas facciones tan marcadas eran las más atractivas que había visto en un hombre, y es que realmente nunca había conocido a alguien que se pareciese a ese idiota marimo y lo que más le causaba curiosidad era su piel. Lucía tan increíblemente tersa y de ese misterioso color canela.


No recordaba cuanto tiempo había permanecido así pero sí que se recordaba que cuando notó que Zoro comenzaba a despertar no fue capaz de quitarle los ojos de encima, siendo sorprendido por éste y recibiendo un “Hola” como respuesta.


-Soy un tonto, no puedo creer que ese idiota me viera… quizás qué demonios pensó de mí- se quejó mentalmente-


Justo en ese instante un sonido en su móvil le avisó de un nuevo mensaje.


-¿Uhm? Que extraño- pensó mientras se acercaba al aparato para verificar de qué diablos se trataba- Es un mensaje de Marco… vamos a ver que dice… estimado señor Vinsmoke blablabla estafa, Vergo Haki… nada que no supiera… en la semana una cita con el juez. Bueno al menos parece ser que va quedando menos de todo este embrollo, al fin podré largarme de esta pocilga, aunque me pregunto cuanto tiempo demoraran en devolverme mi piso y mis cosas, si es que me las devuelven-


Lentamente caminó hasta la cocina y bebió un enorme vaso de agua.


-Quizás deba comprar muebles nuevos y equipar todo mi armario desde cero… -


 


Parado justo en medio de la sala se mantuvo ahí  un momento mientras observaba todo a su alrededor, realmente  cuando llegó había odiado aquella casa, si es que podía llamarse casa a ese espacio, apenas habían muebles y estos para empeorarlo se encontraban tan gastados que en cualquier momento amenazaban con desarmarse. Lo más incómodo de todo era el agua fría y aunque tuvo la suerte de tener mayoritariamente días calurosos desde que había llegado ahora comenzaba a pesarle el tener que levantarse congelado y abrir la llave de la ducha para congelarse aún más. Ciertamente no entendía como ese tonto marimo podía vivir así durante todo el año.


Si intentaba ir hacia atrás en el tiempo se daba cuenta de lo mucho que aquella experiencia tan repentina le había hecho comprender algunas cosas de las cuales antes ni siquiera tenía idea. Para empezar el mismo hecho del agua fría le hizo percatarse que no todas las personas tenían la fortuna de poder cubrir algunas necesidades tan básicas como el agua caliente, pero él usando su jacuzzi todos los días jamás se lo cuestionó hasta que le tocó vivirlo. Suspiró, por más que le costará admitirlo en esa casa había aprendido unas cuantas lecciones que en cierta manera sentía que le habían cambiado. Eso no significaba que ya no le importara recuperar sus lujos ni nada por el estilo pero quizás sí estaba más consciente de lo  injusto y desigual que era el mundo.


Suspiró y recordó entonces todas aquellas amistades con las que solía socializar y reflexionó que realmente no sabía nada de esa gente, salvo cuales eran sus posesiones materiales, donde vivían y qué diseñadores vestían, pero ninguno de esos bastardos se preocupó siquiera de echarle una mano con su problema fiscal. Apretó los puños al recordar lo estúpido que había sido codeándose con grupos de altaneros y arrogantes y fingiendo interesarse en todas sus banalidades solo por aparentar. Y lo peor de todo era que quien le había estafado había sido de ese mismo grupo.


-Maldito Vergo- murmuró mientras observaba a su alrededor la humilde morada de Zoro- Supongo que aquí no estoy del todo mal… es decir quizás no hay agua caliente ni televisión pero al menos no hay un grupo de buitres queriendo sacar provecho de mi-


 


Sin saber muy bien qué hacer y comenzando a sentirse un tanto impaciente por la llegada de Zoro tomó un trapo y sacudió el polvo que había sobre la mesa de una forma tan delicada y distraída que para cuando volvió en sí se dio cuenta de lo que acababa de sentir. ¿Acaso lo extrañaba? Eso no podía ser, él era Sanji Vinsmoke, él no extrañaba a nadie, pues eso significaba confiar en otra persona y ya estaba harto de todos esos idiotas fingiendo y aparentando solo para encajar, pero con el estúpido marimo aquella regla que el mismo se había impuesto hacía un tiempo no parecía funcionar, era como si todas sus normas y creencias sobre cómo comportarse y sobrevivir en sociedad se fueran a la mierda. Y es que ese era el problema, ese tonto asistente suyo era todo lo contrario a su concepto de sociedad, era un rebelde, un maleducado, un ignorante, era… era la persona más sincera que había conocido en su vida.


Se detuvo a pensar en esto. Realmente Zoro jamás había buscado adularlo, ni siquiera se molestaba en prestarle atención, era tan diferente a la demás gente ególatra, mentirosa, interesada y superficial, era tan diferente a Sanji Vinsmoke. No obstante al mismo tiempo era quien más se preocupaba por él, más que todos esos idiotas que alguna vez le declararon su amor o amistad, y aunque quizás sus modos no eran los que él esperaba en alguien estaba seguro que todo lo que hacía por él lo hacía de verdad.


¿Será posible qué…? No, debo estar delirando. Se dijo a sí mismo mientras a su mente venía el recuerdo de Violet en la boda preguntándole por el marimo y su respuesta tan ligera y entonces midió el peso de sus palabras.


-Él no es un simple asistente… él es, él es, supongo que él es mi único amigo de verdad y yo soy un tonto- confesó para sí mismo-


 


Pero ahora una nueva duda había surgido en su mente. Si eran amigos ¿por qué demonios Zoro le había besado? ¿Realmente se habría tratado de una tontería, algo de borrachos? ¿O qué más podía significar aquello?


Bastante confundido meditó en lo ocurrido, repasando una y otra vez la escena, avergonzándose de sí mismo por ser incapaz de superarlo pero a la vez concentrándose en descubrir la verdad de todo aquel asunto. Si su memoria no le fallaba él nunca había estado en una situación como aquella, nunca había sentido su pulso acelerarse frenéticamente ante la cercanía de otra persona, ni siquiera siendo adolescente y eso era una de las tantas cosas que le hacían cuestionarse absolutamente todo. Otro detalle que no lograba comprender era por qué razón el no pudo hacer nada al sentir los labios de Zoro sobre los suyos,  ni siquiera fue capaz de moverse, era como si se hubiese quedado paralizado y con el corazón desbordándole el pecho. Pero lejos lo peor de todo aquello era la mirada que ese idiota le dirigió ¿Qué mierda significaban esos ojos viéndole fijamente, tan brillantes, tan expectantes, tan dudosos? Tragó saliva.  Si continuaba así un día de esos terminaría desquiciándose.


 


Suspiró y decidió que ya era momento de dejar el tema y preparar algo para cenar. Según sus cálculos el estúpido marimo debía llegar a eso de las 8, por lo que aún tenía tiempo de hacer una preparación un poco más elaborada. ¿Tal vez algún budín de verduras? O ¿un gratinado de patatas y lomo con especias al horno? O quizás ¿Un risotto de hongos?


-Me pregunto qué preferirá comer Zoro…-


Estaba a punto de tomar una cacerola cuando cayó en la cuenta que lo único que estaba haciendo era seguir pensando en el marimo. Molesto consigo mismo dudó en si cocinar algo pero finalmente y usando como excusa el hecho de que él mismo también debía cenar optó por preparar un delicioso budín.


Para cuando terminó ya eran cerca de las 8 por lo que asomándose disimuladamente, se sentó a esperar que Zoro llegase de una buena vez, sin embargo los minutos comenzaron a transcurrir y a eso de las 10 el rubio se dio por vencido.


-Supongo que llegará tarde hoy- pensó y tomó una rebanada del budín para posteriormente dejarla en un plato sobre la mesa-


Sin querer admitir su pesar tomó otro plato y sacando una buena porción decidió ir a comer al jardín. Estaba húmedo, pero las nubes cargadas de lluvia finalmente se habían disipado dejando al descubierto un hermoso cielo estrellado que solo era posible de observar desde los sitios menos iluminados de la ciudad y entre uno de ellos se encontraba la terminal gray, y específicamente el mejor lugar debía de ser aquel jardín, pues la vecina de junto se había marchado dejando su casa abandonada y los vecinos del otro lado tal parecía ser que trabajaban por las noches pues jamás Sanji había visto una luz encendida.


Tomando un viejo banco de madera, y tras haberse asegurado que estuviera seco, se sentó a comer. Estaba delicioso aunque la comida sí que sabía mejor cuando se estaba acompañado. Miró a su alrededor distinguiendo lejanas luces de las casas del sector, el árbol de duraznos aún se mecía producto de una suave brisa que ahora recorría traviesa los jardines, sin embargo lo que más le inquietó fue el silencio. Todo estaba tan calmado, tan sereno. Inclusive en su antiguo edificio podía escuchar más ruidos pero ahí la calma parecía haberse apoderado de los suburbios.


-Me pregunto si en algún otro punto del cielo habrá otro bastardo preguntándose lo mismo que yo- reflexionó al elevar su vista y ver las numerosas y brillantes estrellas centellear tímidas en el espectáculo de la noche- Soy un idiota…- susurró, dejando a un lado el plato vacío y sacando de su cajetilla un cigarrillo- Prometo que es el último de hoy…-


 


Lentamente aspiró el humo mentolado cuestionándose cuánto tiempo más estaría en esa situación ante la ley. Una cosa estaba clara, apenas le pagaran enseguida le daría sus honorarios al abogado para no tener que lidiar con eso después, pero hacía un tiempo había comenzado a dudar de si debía regresar al mismo piso donde vivía antes. Es decir no era como que no le gustara su antigua casa, adoraba todo ese espacio y sus cosas, no obstante si intentaba sincerarse lo cierto era que no tenía muchos ánimos de volver, no quería llegar y estar solo pues en cierta forma se estaba acostumbrando a la compañía del marimo.


Para cuando Zoro llegó ya eran pasadas las 2 de la madrugada. Sin querer hacer mucho ruido apenas abrió la puerta se quitó los zapatos y caminó en dirección a la cocina. Todas las luces se encontraban apagadas a excepción de una pequeña lámpara sobre la mesa, fue en ese instante cuando el peliverde se percató que había un plato con comida para él. No pudo evitar sonreír y dirigir una mirada al colchón donde distinguió a Sanji durmiendo. A pesar de lo exhausto que se encontraba y de que realmente no tenía mucho apetito hizo un esfuerzo y se sentó a comer la cena que el cejillas de seguro había preparado para él.


Apenas dio el primer bocado cerró sus ojos. Estaba delicioso, y eso que ni siquiera se había tomado la molestia de calentar el platillo. En apenas un santiamén terminó y antes de levantarse de la mesa dirigió una mirada de reojo al colchón, encontrándose con los ojos del rubio fijos en él. Sin querer voltearse tan rápidamente se levantó y caminó al lavaplatos para dejar todo limpio.


-Estaba delicioso…- se atrevió a decir, interrumpiendo el silencio de la noche-


Sin esperar ninguna respuesta entró al baño a cepillarse los dientes y a cambiarse de ropa, y para cuando salió el rubio le observaba expectante.


-Hola- exclamó al verle. Tenía la boca cubierta con las mantas, dejando al descubierto solo la mitad de su rostro-


-Hola, lo siento si te desperté-


-Está bien, es tu casa después de todo-


-Sí…-


 


Hubo unos segundos de silencio en los que ambos se observaron fijamente.


-Escucha yo… yo lo siento por llegar tan tarde, estaba haciendo un trabajo en reverse mountain y nos llevó todo el día-


-No hay nada que explicar, es parte del trabajo ¿sabías?- respondió en un tono de voz que Zoro no supo cómo interpretar-


-Eh… sí, tú lo debes saber mejor que nadie-


El rubio se limitó a desviar la vista en dirección a la cocina.


-Por cierto ese budín estaba delicioso… gracias-


-De nada, supongo que es lo mínimo que puedo hacer, ya sabes llevo mucho tiempo en tu casa y apenas te ayudo-


 


Zoro no entendía muy bien hacia donde quería llegar el rubio con todo eso. ¿Acaso estaba siendo sarcástico? O ¿Estaba molesto por que venía llegando a esas horas? O ¿Podría ser que acaso estuviera enojado por el beso? Sintió sus piernas flaquear, no obstante se mantuvo impasible, como siempre.


-No tienes por qué ayudarme, además tampoco hay mucho que hacer. Ya sabes es un espacio pequeño-


-Sí… es solo que estoy un poco aburrido de todo esto-


La expresión que puso Sanji no hizo más que preocuparle. Nunca le había visto aquel semblante de tristeza y sin saber muy bien qué hacer solo atinó a sentarse a los pies del rubio.


-Oi, oi… puedes contarme cómo te sientes ¿te quieres ir? Si no te sientes cómodo podemos ver la forma de conseguir otro lugar mientras esperas que esté listo tu caso en la corte-


El sonrojo que invadió sus mejillas solo pasó desapercibido por las mantas que cubrían su rostro, sin embargo el brillo en sus ojos le fue imposible de evitar. Sintió su garganta secarse y  las palabras salir con dificultad en una voz patética. Se sintió el ser más estúpido del mundo por mostrarse tan abiertamente ante el peliverde.


-No es eso, es solo que estoy todo el día aquí encerrado, a veces me cansa eso, quiero decir me aburre estar siempre en un mismo lugar, no me gusta estar… esto me refiero a que a veces es bueno salir y yo…-


-¿No te gusta estar solo?- le interrumpió fijando su mirada gris en él-


-Tsk… ¡no lo digas tan así! ¡Suena como si fuera un imbécil!-


-No pienso que eso sea ser imbécil, supongo que a nadie le gusta estar solo- exclamó mientras apoyaba su rostro en una de sus rodillas- Aunque no me creas yo entiendo perfectamente cómo te sientes, pero no entiendo por qué ninguno de tus antiguos amigos ha hecho acto de presencia en todo este tiempo-


Sanji dio un respingo. Sin saber muy bien cómo responder a aquella pregunta se quedó callado por unos segundos.


-Tsk… creo que está demás decirte que solo es un tropel de imbéciles buscadores de posición social, cuando tenía todas mis cosas en orden llovían las invitaciones y apenas se enteraron de mi bancarrota desaparecieron. Probablemente cuando mis asuntos se arreglen volverán a aparecer-


-Me imagino que esos problemas son bastante frecuentes en esas altas esferas sociales-


-Son todos unos idiotas-


-¿Y qué hay de Viola?-


Sanji frunció el ceño


-¡¿Hasta cuándo seguirás mencionándola?!- exclamó molesto-                        


-Jajajajaja es broma, es broma- rio Zoro-


-¡Eres un imbécil!- dijo y tomando una de sus tantas almohadas la lanzó directamente hacia el moreno-


-Jajajajajajaja, lo siento es que me causa mucha gracia. Solo quería divertirte un poco-confesó, sin saber muy bien como esas palabras se escaparon de su boca con tanta facilidad- Sin embargo si te interesa pasar tiempo con un pobre diablo como tu asistente, te comento que mañana termino ese trabajo, y el resto de la semana podemos ir a pasear, ¿Qué te parece?-


Sus ojos se abrieron sorprendidos.


-Sí… es decir, es lo que estaba esperando. ¡Cumple con tu trabajo marimo!-


Zoro largó a reír.


-¿No te cansas nunca de esa mierda del asistente verdad?- dijo mientras se ponía de pie y se acomodaba en el sofá-


 


 


 


 


 


********


Las luces de la ciudad lucían tan hermosas y brillantes desde la ventana de aquella lujosa habitación, que maldecía al recordar cuando salía a divertirse en los viejos tiempos pues en esos momentos ya ni siquiera para eso tenía ánimos. Suspiró y sacó un habano de una preciosa cajita de madera revestida de oro, encendiéndolo a los segundos y dejándose llevar por el fuerte sabor que recorría su boca. Realmente no sabía cómo lo hacía, no entendía como él era capaz de continuar con su vida y hacer como si nada nunca hubiese pasado, como si él jamás hubiese existido.


-Supongo que es porque sinceramente nunca le importé- pensó, dejándose caer en la enorme cama que yacía tras de sí-


Observó el cielo de la recamara, perdiéndose en los complejos patrones griegos que lo adornaban. Y ahí rodeado de cuanto lujo pudiese existir, se sintió miserable.


-Ni te imaginas cuanto te extraño Doffy, nunca lo podrás imaginar maldito idiota- murmuró perdiendo su vista esta vez en el espeso humo que acababa de exhalar-


Luego de tortuosas semanas lo cierto era que Crocodile se sentía cada vez peor. Ya ni siquiera iba a las reuniones de socios, enviando a un representante para que lo cubriera. Estaba aburridísimo del casino, de las juntas, de la administración del hotel, de no tener ganas de absolutamente nada y lo que más le hacía hervir la sangre era saber que Doflamingo seguía haciendo su vida normal como siempre, o al menos eso era lo que sabía en base a rumores y sí, debía admitir que alguno que otro espía contratado.


Estaba al tanto que el rubio seguía involucrándose con Trafalgar Law y bueno tras reflexionar días enteros  había terminado por entender en cierta forma su manera de actuar, es decir Law  podía darle todo lo que él no había sido capaz y las razones no eran más que preferir llenar sus millonarias cuentas bancarias y expandir el estúpido imperio de casinos por el cual su padre tanto luchó. Pero ya era demasiado tarde, había perdido lo que más amaba en el mundo por unos cuantos millones de berries que estaban pudriéndose en las bóvedas de algún banco en un país distante.


Unos suaves golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.


-Adelante- exclamó al tiempo que se incorporaba, intentando disimular su pesar-


-Permiso señor, lamento interrumpirlo-


-No hay problema Daz, ¿Qué ocurre?-


El joven moreno se impresionó. La verdad nunca había visto a su jefe en ese estado. Crocodile vestía una remera gris y un pantalón de chándal del mismo color y su cabello se encontraba un tanto desordenado. Sin querer demostrar su impresión se limitó a exclamar:


-Nos acaba de llegar el sobre de su abogado con los papeles que solicitó-


-Muy bien, déjalos encima de ese escritorio. ¿Algo más?-


-¿Desea cenar algo señor? ¿o beber algo?-


-No, la verdad ya me comí una bolsa de frituras- señaló el papelero lleno de envoltorios- Sé que piensas que parezco una quinceañera- dijo mientras se ponía de pie y estiraba sus brazos- Pero me importa una mierda, estoy harto de todo esto sabes, de la etiqueta, de esos vejetes de mierda y de sus gustos pervertidos, del casino… no sé por qué te estoy diciendo todas estas cosas, supongo que al final siempre se necesita a alguien con quien conversar-


-No se preocupe señor, puede confiar en mí-


-Lo sé, lo sé… es difícil no sentirme un imbécil,  bueno es difícil porque supongo que lo soy- nuevamente aspiro con profundidad el habano-


-¿No hay alguna forma de que pueda arreglar las cosas?-


-No lo creo Daz, no olvides que fui a golpear a ese bastardo. Dudo mucho que Doffy quiera dirigirme la palabra-


-Han pasado varias semanas desde aquel incidente, quizás los ánimos ahora son distintos. Creo humildemente mi señor que debería intentarlo-


Crocodile pareció reflexionar por unos momentos.


-No lo sé, quizás lo mejor realmente sea terminar con esto de una vez-


-Pero señor ¿lo dice enserio? ¿Aún después de la decisión que había tomado?-


-Sí, aunque nos divorciemos venderé todo igual. Ya de verdad no quiero seguir lidiando con esos estúpidos viejos-


-Comprendo… bueno no sé qué más decirle -


- No te preocupes en decir nada, tan solo necesitaba desahogarme por un momento. Gracias-


-Cuando guste-


-Bien, puedes irte a descansar. Mañana toma el trabajo con calma y preocúpate de divertirte-


-Muy bien, que tenga buenas noches. Nos vemos-


-Buenas noches Daz-


El fornido hombre cerró la puerta con suavidad.


 


Lentamente caminó hasta hacerse con los papeles enviados por su abogado. Sabía todo lo que aquel sobre contenía y era solo cuestión de firmarlos para anular legalmente aquel vínculo. Sintió deseos de mandar todo a la mismísima mierda y correr a los brazos de aquel bastardo rubio, pero no podía dejarse pisotear más y menos después de tantos años de estúpidas infidelidades.


Rápidamente tomó su móvil y marcó el número de Doffy. Sabía que había una alta probabilidad de que le contestara, a pesar de lo tarde que era, pues desde aquel incidente en que golpeó a ese mocoso de mierda no le había vuelto a hablar y mucho menos a llamar. Mientras marcaba sintió su pulso acelerarse.


-Hola…-


Apenas escuchó su voz un nudo  se apoderó de su  estómago.


-Hola, lamento llamar a estas horas-


-Son casi las tres de la mañana, la verdad estaba despierto pero me preocupé. ¿Qué sucede Crocodile?-


-Sí, créeme que ya ni del tiempo me preocupo. Solo quería avisarte que los papeles han llegado hoy, apenas hace un rato los he recibido-


Hubo silencio en la línea.


-Comprendo. ¿Cuándo quieres que vaya a firmarlos?-


-La verdad cuando puedas, aún estoy en la ciudad-


-¿Te parece mañana por la mañana?-


No pudo evitar sobresaltarse al oír aquello. Aquella respuesta tan rápida se sintió como una puñalada. Realmente había comenzado a dudar de absolutamente todo.


-Sí… sí, yo estoy en el hotel. Solo debes preguntar por mí en la recepción, bueno tú sabes cómo llegar hasta acá-


-Muy bien, entonces nos vemos mañana-


-Nos vemos, buenas noches-


-Buenas noches-


Suspiró. Se oía cansado pero bastante seguro con su decisión, muy por el contrario a él, quien en esos momentos solo pensaba en quemar aquella drástica medida impresa en unos cuantos papeles.


 


A la mañana siguiente despertó a duras penas tras escuchar la alarma. Ni siquiera había logrado conciliar el sueño, durmiéndose a eso de las 7 para posteriormente despertar a las 9. Caminó al baño, realmente lucía en un estado deplorable pero sin darle más vueltas al asunto se metió a la ducha y se preparó mentalmente para su reunión con Doflamingo.


Por su parte el rubio ya se encontraba de camino hacia el Baroque, y aunque un sentimiento amargo había comenzado a apoderarse de él, se esforzó por mantenerse impasible.


Apenas llegó aparcó su coche en el subterráneo del casino y sin ninguna prisa tomó el elevador. Si recordaba bien la habitación de Crocodile estaba en la torre 2 en el último piso, por lo que armándose de paciencia comenzó el largo recorrido.


-Bienvenido, el señor Crocodile lo espera- dijo amablemente uno de los recepcionistas-


-Gracias-


Cada vez con menos ánimo avanzaba rumbo a los magníficos y elegantes ascensores que aquel hotel poseía, recordando a cada paso todo lo que en ese lugar había vivido junto a Crocodile.


En el momento en que salió del elevador un recuerdo llegó a su mente. En él se hallaban escondidos en una de las tantas habitaciones de ese piso, preparando un plan para que al pelinegro le dejasen tomar una supuesta clase de negocios en otro país a la cual asistiría para posteriormente vacacionar con Doffy.


-Entonces le debes decir a tú papá que irás a la clase ese día y a esa hora mientras yo busco un hotel en la ciudad más cercana-


-¿Crees que confíe en mí?-


-Tiene que confiar en ti, es tu padre, no tiene por qué saber que le estás mintiendo-


-Está bien, yo confío en que funcione. Si lo dices tú puedo estar seguro que funcionará- le dijo un adolescente Crocodile-


 


 


-Tsk… sólo soy un bastardo infiel y mentiroso… lo he sido desde siempre-  pensó, al recordar las palabras con las que convencía a Crocodile de hacer siempre su voluntad-


 


Se detuvo en seco al encontrarse justo frente a la habitación. Tomando un poco de aire golpeó dos veces con suavidad.  En apenas unos segundos la puerta se abrió, dejando al descubierto a un Crocodile que Doffy no recordaba que existía.


-Hola, pasa por favor- le indicó haciendo un gesto-


-Hola, sí muchas gracias-


Una vez dentro le observó con atención. Su peinado lucía desordenado y con el cabello un tanto más largo, vestía una remera blanca y un pantalón de chándal negro y lo que más le sorprendió es que iba descalzo.


-¿Cómo te encuentras? – Inquirió el pelinegro al tiempo que le observaba detenidamente, repasando su figura cada cierto rato-


-Bueno dentro de todo supongo que no tan mal, un poco agotado, ya sabes todo el trabajo con el que tengo que lidiar en la agencia-


-Sí, puedo imaginarlo, eso parece nunca cambiar. ¿Quieres algo para beber? ¿Un café?-


-¿Olvidas que nunca he podido rechazar uno de los cafés que aquí preparan?-


-Solo trato de ser amable, después de todo lo que he hecho es un gesto mínimo- exclamó y tomó el teléfono para ordenar dos desayunos a la habitación-


-¿Y tú cómo estás?-


-No del todo mal- mintió- Solo esperando el momento para largarme de esta maldita ciudad-


-¿Ah con que te marchas? ¿Se puede saber dónde vas?- preguntó al tiempo que se quitaba el abrigo y se sentaba en el borde de la cama-


-Me iré a otra ciudad. Invertiré en un pequeño hotel con vista al mar y ahí pretendo pasar mis últimos días… supongo que solo-


-¿Enserio pretendes hacer eso? ¿No te parece una jugada muy pobre para un magnate como tú?-


-Bueno pues es que resulta que dejaré de ser un “magnate”, en unos días pretendo vender todas mis acciones del baroque e irme lejos de una puta vez-


 


Doffy abrió los ojos sorprendido.


-¡¿Qué harás qué?!-


-Lo que acabas de escuchar-


-Pero… pero… ¿Te das cuenta de lo que haces?-


-¿De querer vivir mi vida tranquilamente? ¿Cuál es el problema en ello?-


 


Doffy se incorporó acercándose a él y plantándose justo en frente. Su semblante había cambiado por completo.


 


-Que esperaste a divorciarnos para tomar esa maldita decisión, ¿Acaso olvidas todos los años que te rogaba que hicieras eso? ¿Olvidas las horas que me la pasaba tratando de convencerte de que los dos, tú y to, viviéramos tranquilos sin este casino de mierda a tus espaldas? ¿Lo olvidaste acaso Crocodile?-


Tragó saliva. No se esperaba aquella reacción por parte del rubio, por lo que sin saber muy bien cómo responder se limitó a observarle fijamente.


-¿No dirás nada?  Debí imaginarlo… -


-No te precipites en tus conclusiones, debo admitir que esta decisión la había tomado mucho antes de enterarme que tenías una relación con Trafalgar Law-


Doflamingo frunció el ceño.


-Pero descuida, no voy a sacarte nada en cara, realmente no deseo eso, lo cierto es que puedo comprender el porqué de tus acciones y reconozco que el mayor culpable de todos esos deslices fui yo mismo. Sé que me comporté todos estos años  igual que el idiota avaro de mi padre y ahora estoy pagando esas decisiones-


-¿Qué quieres decir?-


-Quiero decir que por muchos años preferí el dinero por encima de ti y al mismo tiempo de mí también y cuando quise hacer las cosas bien ya era demasiado tarde y tú ya no me pertenecías. Aunque siendo honesto no me arrepiento de haber ido a golpear a ese mocoso-


 


Doffy suspiró. Justo en ese instante llegó una muchacha con el servicio a la habitación.


 


-En fin, no quiero hacerme más problemas- dijo mientras daba un mordisco a un sándwich de queso- Así que luego de vender todo esto me largaré y te dejaré libre para que vivas con Law- 


El rubio se sintió descolocado. Era tan extraño ver a Crocodile hablándole de esa forma tan ligera, como si fuese su mejor amigo de toda la vida, el único que le conocía al derecho y al revés, el único que sabía sus puntos débiles y su pasado, el único que verdaderamente había estado ahí desde siempre.


-Las cosas no son como crees. En verdad no puedo negar que tuve algo con Law y que me comporté como un cobarde, tanto para contigo como para con él y bueno eso se traduce en que él no me tomará enserio nunca más, probablemente se marche, espero que no a tu misma ciudad- exclamó mientras se hacía con la pequeña taza de café- Y eso también significó que tú tampoco lo harás, y además tú también te marchas. Lo merezco por mentirles a los dos y supongo que  el rumbo que las cosas han tomado no hace más que reafirmar este pensamiento... a todo esto que buen café-


Si para Doffy la situación de por sí ya era extraña, para Crocodile aquella mascara de indiferencia que se había obligado a usar para no delatar sus verdaderos sentimientos, comenzaba a dejar ciertas aberturas. Luchando por controlar su deseo de lanzarse a los brazos del rubio se mantuvo impasible mientras le escuchaba, suprimiendo con una respiración calmada a su corazón que ya parecía querer escapársele del pecho.


 


-Tsk… vaya final que nos tocó-


-Sí… lo siento, me hubiera gustado que las cosas fuesen de otra manera-


-Sí… hubiera sido bueno para ambos-


En ese instante ambos se miraron fijamente. Doffy pudo notar algunas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, su semblante estaba cansado y ojeroso, probablemente el bastardo no había dormido bien hacía semanas y hasta dudaba de si había salido de aquella habitación en todo ese tiempo.  Sintió tristeza, pero no era algo pasajero, esto realmente le pesó en todo su ser. Con Crocodile la cosa no fue diferente, se percató también de los ojos cansados del rubio y de cómo estaba comenzando a envejecer, sin embargo esos ojos que tanto adoraba seguían igual que siempre, igual de fríos, igual de distantes y al mismo tiempo igual de provocadores. Estúpido idiota Doflamingo y estúpido él mismo por haber perdido tanto tiempo de su vida dedicándose a los putos negocios.


 


-Bueno ¿dónde están los papeles? Supongo que quieres que los firme de una vez y me largue-


-En ese escritorio- dijo mientras indicaba la esquina de la habitación, sin siquiera tener ánimos de levantarse-


 


-Ahhh y hasta tenías la pluma preparada- rio mientras se hacía con los folios y comenzaba a leerlos- Me parece bien…-


-¿Qué cosa?-


-Que hayas comenzado a ver por ti y quieras vender este casino de mierda-


-Sí, aunque supongo que me tomé mucho tiempo en darme cuenta ¿no crees?-


-Puede ser, pero más vale tarde que nunca. ¿Este es el primer documento que deberé firmar?-


-Sí, después tendremos que ir a una reunión con los abogados  y ahí quedará todo listo. Lo siento pero no hay otra manera-


-Está bien, no hay problema. Aunque avísame con tiempo por favor-


-Descuida-


Rápidamente el rubio firmó aquellos documentos.


-Ahí tienes, ¿hay algo más por firmar?-


-No por ahora, te estaré avisando cuando sea la reunión-


-Entendido… bueno supongo que ya debo marcharme. A las 2 tengo una reunión con un grupo de inversionistas para Robin, ya sabes, los clásicos buitres. Veremos que podemos sacar de todo esto-


-Ve a darlo todo…- respondió mientras se ponía de pie y caminaba hasta la puerta, abriéndola para despacharle-


-Cuídate ¿quieres? Y hazte el favor a ti mismo de salir de esta habitación-


-Lo tendré en cuenta, adiós-


-Adiós Crocodile- se despidió, y dirigiéndole una última mirada caminó por el amplio pasillo en dirección al ascensor-


Cerró la puerta con suavidad y sin querer darle más vueltas al asunto encendió su portátil y comenzó a redactar unos cuantos correos para sus abogados después de todo y por más doloroso que fuera, mientras antes acabara toda aquella situación más rápido podría marcharse.


 


*****


En ese mismo instante Sanji apenas abrió los ojos se sorprendió al ver la habitación completamente invadida por el sol. Un tanto adormilado aún se incorporó y observando por la ventana vio un hermoso cielo azul sin una sola nube cubriéndolo. Bastante animado decidió darse una ducha y salir al patio a tomar algo de aire fresco.


De seguro el marimo debía de estar en la agencia, pues era día jueves y según recordaba entraba a las 8.


-Esa Nami y sus estúpidos horarios- pensó al recordar que realmente a las 8 no había mucho por hacer-


Apenas puso un pie fuera su piel se erizó. Hacía tanto frío y él descalzo, apenas vistiendo una camiseta y un delgado pantalón de chándal. Presuroso entró en la casa y habiendo tomado un sweater decidió regresar a fumar su clásico cigarrillo matutino. Un hábito nada saludable pero vamos, que más podía hacer. Buscando ávido el encendedor y la cajetilla en su bolsillo se percató que no estaba por ninguna parte, sorprendiéndose al darse cuenta que aquel sweater era del marimo y eso explicaba por qué no encontraba ni sus cigarrillos ni el puto encendedor. Cabreado decidió regresar en búsqueda de sus cosas pero justo en ese instante un pensamiento cruzó por su mente y sin siquiera detenerse a analizarlo hundió su nariz en la tela, impregnándose inmediatamente del aroma de Zoro.


Cerró sus ojos por un momento, recordando nuevamente aquel beso que parecía haberlo trastornado.


Intentando contener las ganas de seguir con aquella locura se precipitó dentro, quitándose el sweater, completamente nervioso y con el corazón latiendo a mil. ¡¿Qué diablos le estaba pasando?!  ¡¿Por qué mierda había hecho eso?! ¿Acaso estaba perdiendo la cordura y todo por un simple beso? No. Eso no podía ser, había besado miles de veces antes y a tantas bellísimas mujeres que no entendía como aquello parecía estar escapándosele de las manos. Pero quizás la situación no era tan simple como él quería pensar y solo se estaba negando a aceptar el hecho de que aquello significaba algo que jamás había sentido. Tragó saliva al darse por enterado que nunca había sentido su cuerpo reaccionar de aquella manera, era como si un constante vacío se hubiese apoderado de su estómago, volviéndolo débil ante cada mirada que el otro tonto le dirigía.


-Santo cielo… ¿qué se supone que debería hacer?- se cuestionó sin despegarle la vista al puto sweater-


Justo en ese instante una idea comenzó a surgir dentro suyo ¿y si realmente le había gustado aquel beso? Se detuvo un momento a analizar esta posibilidad y por más que buscaba mil y diez mil explicaciones lo cierto era que llegó a una maldita conclusión y esta era sinceramente que a alguien que no le gustaba una situación como aquella no se la pasaba el día recordándola y recordándola sin parar, es más, intentaba olvidarla, pero en su caso era todo lo contrario, era como si una parte suya insistiera en querer volver a repasar esa imagen una y otra vez hasta el cansancio.


Suspiró, debía dejar de ser tan imbécil por una vez en su vida y admitir que le había gustado… ¿había dicho gustado? ¿Realmente era tan así? Es decir si le hubiera gustado habría querido volver a sentir aquello, repetir esa situación,  pero ese no era su caso… ¿o sí?


Ya bastante avergonzado de sí mismo por toda esa mierda se alejó caminando rápidamente hasta el colchón, olvidando por completo los cigarrillos e intentando pensar en cosas más importantes, pero tras fracasar al tomar una revista y esforzarse por leer concentradamente se percató que en esos momentos aquella situación era su prioridad… su puta prioridad pues porque no había segundo en que no dejara de pensar en Zoro, y si pensó que al menos estaría solo la mayor parte del día para intentar calmarse, casi cayó de espaldas al escuchar la puerta de entrada y ver a un decaído Zoro entrar con una bolsa de compras.


 


-Hola cejillas- exclamó este al verle-


-Marimo ¿Qué estás haciendo aquí?- le saludó intentando disimular su nerviosismo-


-Hoy salí un poco más temprano, Nami me mandó a casa porque al parecer me he resfriado-


En efecto, el peliverde lucía un semblante bastante decaído y su nariz se encontraba ligeramente enrojecida.


-Así te noto… me imagino que compraste algo de medicina, no te atreverías a contagiarme-


-Sí, compré unas cosas pero creo que necesito descansar, me duele un tanto la cabeza-


-Eso te pasa por salir en remera por las mañanas, no olvides que el verano ya se terminó- le reprendió aunque evitando todo contacto visual-


-Lo sé… si no te molesta me sentaré un momento a descansar los ojos-


-Tsk… está bien está bien-


 


Siguiendo atentamente sus pasos le observó avanzar hasta desplomarse en el sofá.


-Vaya suerte la mía…-


-Más vale que no me contagies… no sabes lo mucho que detesto estar resfriado-repitió, esta vez ganándose una mirada de fastidio de parte del peliverde-


-¿Tú crees que yo lo disfruto? Es una mierda- reclamó y enrollándose en una delgadísima manta intentó abrigarse-


-Creo que esa manta no te servirá, ten, usa la mía- dijo al tiempo que se la lanzaba en dirección al sofá-


-Gracias-respondió e intentando acomodarse lo mejor posible se estiró en el sofá-


-Me imagino que no tienes hambre… ¿o sí?-inquirió el rubio poniéndose de pie con la intención de cocinar algo para ambos-


-Bueno como dicen por ahí enfermo que come no muere-bromeó- así que si quieres preparar alguno de tus deliciosos platillos no estaría nada de mal-


-Eres un aprovechado-


Rápidamente se puso manos a la obra y en apenas unos 40 minutos cocinó una deliciosa sopa de verduras acompañada de una porción de crutones hechos de pan añejo. Bastante conforme con su economía tras haber reutilizado el pan destinado a la basura sirvió sopa para ambos en dos grandes tazones.


 


-Hey marimo ¡Oye despierta! La comida está lista- exclamó, sin embargo parecía ser que Zoro dormía profundamente- ¡Oye despierta! Si no te apresuras la sopa se enfría- esta vez le zarandeó con suavidad-


-¿No pudieras traerlo aquí? Me da mucha pereza levantarme-


-¿Y acaso crees que soy tu niñera? Tsk… está bien, pero más te vale no derramar nada porque no pienso limpiar tus desastres-


-¡Vaya esto luce y huele fantástico! ¿Qué es?- exclamó un tanto más animado-


-Son algunas verduras que rescaté del congelador… ya no queda mucha comida-


-Tienes razón, lo siento. He olvidado por completo que debíamos ir de compras-


 


Sanji se sonrojó con aquel comentario.


 


-¿Y cómo estuvo  el trabajo en reverse mountain?-


-Bien, no nos perdimos- Sanji le miró molesto- Y lo mejor es que Doffy me pagó enseguida-


-¿Ah sí? ¿Y cuánto te pagó?-


-2-


-¿2 millones?-


-Sí-


-¡Ja! Y me tienes cocinando pan duro, pudiste invitarme a comer algo- reclamó Sanji mientras se terminaba la sopa. No recordaba estar tan hambriento-


-Pero ¿qué quieres que haga si no he tenido tiempo para comprar-


-Y encima ahora te enfermaste-


-Mañana estaré como nuevo-


-Más vale porque pienso que deberías invitarme a comer algo, la tacañería no es un vicio saludable marimo-


-Jajajaja eres un idiota- respondió y con mucha dificultad se puso de pie y caminó en dirección al fregadero- Doffy me dijo que te avise que mañana irá al banco a dejar tus cheques-


-Ya era hora, casi un mes de retraso. Ese idiota cree que como aire-


- ¿Nunca habían demorado tanto en pagarte?-


-Siempre demoran mucho, pero como me pagan más que a todos mi línea de crédito me da para vivir lo suficientemente bien-


-Ehhh vaya lío ese del banco, en fin, ya mañana tendrás tus millones-


-¿Y me podré largar?- dijo Sanji mientras lavaba su tazón-


-Yo no he dicho eso-


El peliverde le observó confundido.


-Pensé que querías que me fuera, ya sabes-


-Estás equivocado, pero si tú quieres marcharte está bien. Además en cierta forma me siento culpable por las incomodidades de esta casa- admitió y nuevamente se recostó sobre el sofá-


 


Sanji pareció meditar por un momento.


-Ya a estas alturas no creo que sea algo de lo que debas preocuparte-


Un tanto extrañado ante el comentario le observó con curiosidad.


-Supongo que tienes razón, aunque nunca es tarde para el agua caliente-


 


Luego de que ambos comieran Zoro volvió a dormirse y esta vez no despertó en toda la tarde. Sanji por su parte permaneció el día entero leyendo un libro, que para su sorpresa estaba bastante interesante mientras observaba cada tanto al idiota del marimo. Su respiración era tranquila aun a pesar de encontrarse bastante debilitado.


-Debí prepararle una limonada- se reprochó mentalmente al recordar que eso siempre ayudaba a palear el resfrío-


El resto del día se dedicó a resolver un crucigrama que le tenía hasta los cojones y finalmente, a eso de la medianoche, logró solucionarlo. Para cuando se metió en la cama lo primero que hizo fue darse la vuelta para evitar quedarse mirando como un idiota al marimo mientras dormía, no obstante su plan no duró por muchos minutos pues apenas le sintió toser se volteó preocupado.


-Maldita sea…- se reprochó mentalmente- Supongo que será una noche bastante larga-


 


Y tan equivocado definitivamente no estaba. Apenas logró conciliar el sueño, preocupándose cada cierto rato que el peliverde estuviera bien. No era como si le importara mucho, realmente no quería contagiarse, o vale quizás si le importaba y no quería admitirlo pero el asunto es que ahí se encontraba él, viendo como ese tonto dormía profundamente.


 


A la mañana siguiente un extraño sonido le despertó. Tal parecía ser que los idiotas que vivían en el piso de arriba acababan de llegar de una fiesta y a duras penas pues de seguro se encontraban tan ebrios que tropezaron con todo lo que había en su camino.


 


-Qué demonios…- se quejó al abrir los ojos y darse cuenta que ya estaba amaneciendo- Y apenas me había dormido- suspiró y extendiendo sus brazos sobre la cama volteó para observar a Zoro- Vaya cretino, ni siquiera sintió el escándalo de esos descerebrados-


Dio un último vistazo al sofá y sin darse cuenta volvió a dormirse para despertar a eso de las 10 y encontrarse al peliverde observándole atentamente.


 


-Ahhh despertaste, buenos días-


-Buenos días…- respondió mientras se sentaba y ordenaba las mantas-


-¿Cómo te sientes hoy? ¿Ya te recuperaste?- inquirió sin despegarle los ojos de encima-


-No lo sé… es muy temprano aún para estar seguro-


-Ya veo… al menos durante la noche no tosiste-


No pudo evitar sobresaltarse al oír aquello.


-¿Acaso me estuviste espiando mientras dormía?-


-Ni lo sueñes- mintió y poniéndose de pie caminó en dirección  a la cocina en busca de lo que parecía ser un vaso- Ehm… esto… hice una limonada… quizás te pueda ayudar un poco, ya sabes para aliviar tu garganta-


-Gracias- respondió mientras bebía con avidez- Está buena, al menos alcancé a hacer las fotos antes de resfriarme… no quisiera imaginarme a Doffy molesto-


-Sí, la verdad no es nada agradable-


-Aunque no creo que te supere- bromeó-


-¡¿Qué dices?!-


-Eres un ogro, admítelo-


-¡Ven aquí y repite eso! Ah… cierto, olvidaba que estás resfriado por idiota-


-Qué esté resfriado no significa que no me pueda mover… cuida tu lengua cejillas o podrías salir perjudicado-


-¿Me estás amenazando? ¿Tú? Por favor no me hagas reír, mejor levántate de una buena vez, estoy aburrido y quiero ir a la playa-


-Pues coge la bicicleta y pedalea, no es muy lejos-


-Puede ser que estés enfermo pero no olvides que eres mi asistente-


-¿Hasta  cuándo seguirás con la mierda del asistente? A mí no me pagan a ti no te pagan, ya deja esa farsa-


-Bueno pues con todo lo que te he enseñado deberías darte por pagado-


-Si mal te recuerdo me has hecho una sola maldita clase-


-Jajajaja… debería ser suficiente-


-Ni tú te lo crees…-


 Sanji se limitó a sonreír y Zoro por su parte sin poder evitarlo desvió su vista nervioso.


-Bueno si no fuera por mí no te habrían solicitado para  ese trabajo así que más vale que te levantes y me acompañes a la playa. Bastará con que te cubras el cuello con una bufanda-


-Creo que omitiré comentarios… está bien, supongo que me hará bien tomar algo de aire fresco- exclamó aun sabiendo que era una pésima idea-


Al menos Sanji fue bastante considerado pues en vez de hacerle caminar hacia la bahía optó por tomar el autobús, ahorrándose al menos una media hora.


-Vaya viento que corre- dijo apenas se bajaron y comenzaron a caminar hacia el muelle-


-Sí, pero al menos está soleado y mira, está lleno de gente-


-No olvides que es viernes y la playa se repleta de vendedores de caramelos de otoño-


-¿Caramelos de otoño?- inquirió Sanji levantando una ceja-


-Es un decir, ya sabes estamos en otoño-


-Es bastante idiota pero no me extraña viniendo de ti-


Zoro rio divertido.


-Bueno entonces no te convidaré cuando compre-


-Créeme que no quisiera probar… lo que si me gustaría comer es una tarta de manzana-


-Pensé que los supermodelos como tú no podían comer dulces-


-¿Estás loco? ¿Acaso no has visto comer a Ace o a Cavendish? En una cena de navidad del año pasado Ace arrasó con la carne y Cavendish con el vino y los licores así que el hecho de que yo coma una tarta de manzana es insignificante-


-Ya veo, ¿Qué te parece si vamos a comer unas tartas de manzana entonces?-


-Si insistes te acompañaré-


-No he insistido pero acompáñame- se burló Zoro mientras daba media vuelta y regresaban hacia la entrada del muelle-


-¿Y dónde se supone que puedes comprar eso aquí?-


-Espérame y regreso-


-¿Qué? ¿Dónde demonios vas?-


-Espera te dije-


Rápidamente Zoro se perdió entre la gente para regresar al cabo de unos minutos con una pequeña cajita plástica.


-¿Dónde rayos fuiste?-


-Pues a comprar las tartas-


-¿Qué dices? ¿Y dónde?-


-Por ahí, ten aquí está la tuya-


-¿Cómo es eso de por ahí?-


-Ya deja de hacer preguntas y vamos a comer-


-Espera ¿cómo sé que esto tiene una buena procedencia y que no lo sacaste de la basura?-


 


Zoro se largó a reír.


-¿Me estás jodiendo o qué?-


-No te burles… está bien, comeré, pero no me quiero quedar de pie en medio de toda esta gente, busquemos al menos un sitio donde sentarnos-


 


A pesar de que realmente a esas horas el muelle estaba bastante concurrido, la playa por el contrario se encontraba desierta. Quizás por el oleaje un tanto agitado que había aquel día o tal vez simplemente por el hecho de que bajar a sentarse en la arena era congelarse. No obstante tras caminar unos metros ambos se sentaron justo bajo un árbol al comienzo de un pequeño bosquecillo.


-Al menos aquí no llegará tanto viento-


-Es que solo a ti se te puede ocurrir venir a la playa con este frío-


-Deja de criticarme ¿quieres? Solo quería salir un rato de tu casa-


-Es cierto, llevas encerrado como un mes, apenas has salido un par de veces-


-¿Y acaso quieres que salga a mendigar?-


-Yo no te he dicho que salgas tampoco-


-Tsk… y bien ¿Me darás esa tarta?-


-Pensé que no querías-


-Nunca dije que no quería, solo preguntaba si era higiénica-


-Por supuesto que no lo es, la compré en la calle, pero si quieres te la comes- dijo al tiempo que le extendía su porción-


-No tengo de otra, ahora que soy pobre supongo que no puedo regodiarme-


 Zoro le observó divertido. El rubio había dado un pequeño mordisco a aquella tarta y lo cierto era que se veía deliciosa. La manzana caramelizada lucía brillante y espolvoreada con canela y qué decir de la masa.


-¿Ahora que eres pobre?- preguntó con la boca llena-


-Bueno si, ya sabes, vivo en la terminal gray, no tengo dinero, vivo de tu caridad y me alimentas. Uhm… no está tan mala- exclamó al comprobar que efectivamente aquel postre realmente estaba delicioso-


-¿Y entonces qué? ¿No podrás recuperar tu piso?-


 


Sanji se sorprendió al oír aquella pregunta. Realmente se le había olvidado aquel tema, incluso sabiendo que al día siguiente tenía una reunión judicial que probablemente solucionaría todo su problema fiscal.


-No, es decir no lo sé con exactitud pero bueno para eso le estoy pagando al abogado- mintió sin saber por qué-


-Uhmm pensé que a estas alturas él ya tendría algo que decirte, ya sabes, tener alguna pista de lo sucedido-


-Sí, no lo sé. Ya sabes a veces todas estas mierdas judiciales toman mucho tiempo- exclamó evadiendo la mirada de Zoro, desviándola en dirección al mar-


Un tanto intrigado el peliverde permaneció en silencio por unos segundos. Después de todo era bastante extraño que un profesional de tan alto nivel como supuestamente lo era Marco no tuviera ninguna novedad en todas aquellas semanas, pero bueno eso al fin y al cabo no era de su incumbencia, por lo que optó por no decir nada.


-Realmente no estaba mala, a pesar de ser una tarta callejera-


-Y eso que no has probado las que venden de fresas-


-No sé si podría arriesgarme- rio al tiempo que se hacía con un cigarrillo-


-¿No te cansas de fumar?-


-No, a  veces ni me doy cuenta que estoy fumando- respondió dejando escapar el humo de su boca-


-No me extraña viniendo de ti-


-Suena como si me estuvieras reprochando ¿Acaso te crees mi madre marimo?-


-No… para nada y ahora que lo mencionas…-


-¿Ahora que menciono qué?-


 


Zoro se encogió de hombros.


-Nada, pues nada. Me equivoqué-


-Mentiroso, anda dilo, ya dijiste-


-¿Para qué quieres que te diga si te vas a molestar?-


-¿Ah? ¿Y cómo sabes que me voy a enojar si aún no me dices qué es?-


-Tsk, está bien, solo te iba a preguntar de dónde vienes tú-


-¿Ah? ¿A qué te refieres?-


-Ya sabes, donde naciste, quienes son tus padres, etc.-


-¿Y acaso te importa?-


-Oi, Oi ¡Está bien! ¡Para que me haces decirte!, cálmate-


-¿De qué demonios hablas? Ni siquiera he levantado mi voz, pero bueno supongo que es válido que tengas el derecho de saber quién rayos vive en tu casa-


 


El peliverde rio divertido.


-¡No te burles!- le reprochó y dando el ultimo mordisco a la tarta limpió sus manos con una servilleta- Bien no me queda de otra que contarte,  para empezar no soy originario de estas tierras-


-¿Cómo es eso?- le interrumpió-


-¡Que no nací aquí!-


-Ah ¿Dónde naciste entonces?-


-En un lejano país del norte, allí mis padres heredaron una inmensa propiedad en las afueras de una ciudad, rodeada por praderas y bosques fue en ese lugar donde crecí-hizo una pausa y le observó, parecía que ese tonto le escuchaba atentamente-


-Entonces tu familia tenía dinero me imagino- dijo mientras sacaba otra porción de tarta y le daba un mordisco-


-Sí, mis padres tenían mucho dinero, muchísimo a decir verdad, pero como suele pasar los excesos y lujos además de las malas decisiones financieras nos hicieron quedar en la ruina justo en el momento en que mamá enfermó- Olvidando por completo sus modales extendió su mano y arrebató un trozo de la tarta que el peliverde tenía en las manos- Al parecer mi padre tenía muchísimas amantes las cuales solían ir a demandarle dinero y cosas así, y cuando mamá se hartó de toda aquella situación comenzó a maltratarla frente a mí y mis hermanos-


-Eso es terrible… no me imaginé que tuvieras hermanos, ¿Cuántos son?-


-Sí, somos 3 idiotas y mi bellísima hermana. Cuando todo esto sucedió mis dos hermanos mayores se marcharon de casa mientras que mi hermana fue enviada a un internado lo suficientemente lejos como para no volver a ver a su familia nunca más-


-¿Y qué pasó contigo?-


-Fui el único que decidió quedarse a hacerle compañía a mamá hasta que el cretino de mi padre nos abandonó, no sin antes vender la propiedad y dejarnos prácticamente en la calle. Para ese intertanto quedamos sin nada y gracias a una tía pudimos tener un lugar donde vivir. Afortunadamente aquella mujer era bastante generosa y se preocupó de cuidar a mamá hasta el último día. Aun así yo sentía que debía aportar y todos los días después de la escuela me iba a trabajar a una pequeña panadería. Con el dinero que ganaba le compraba algunas medicinas y vestidos y cosas que compraría un niño y el resto lo ahorraba pues sabía que algún día tendría que largarme de ese lugar-


-¿En esa panadería aprendiste a cocinar?-


-¡No me interrumpas! Aun no llego a esa parte-


-Lo siento, continúa. ¿Qué sucedió después?-


En ese instante un fuerte viento comenzó a azotar la playa, llegando incluso hasta el escondrijo donde ambos se encontraban. El cabello de Sanji se alborotaba travieso, cubriéndole el rostro mientras hablaba.


-Ahhhh maldición, viento de los mil demonios, tendremos que regresar al muelle o mañana no podrás levantarte-


Rápidamente se pusieron de pie y regresaron caminando lentamente hasta el muelle de donde habían venido.


-Como decía, sabía que más temprano que tarde tendría que largarme. Y bueno llegó el día en que mi madre murió. Luego de eso sucedió que al poco tiempo la tía también falleció y no tardaron en aparecer los hijos reclamando la herencia así que me largué lo más rápido que pude-


-¿Y entonces quedaste en la calle sin más?-


 -No, tuve la suerte de que sin esperar nada de mi tía, recibí unos cuantos berries que ella se había encargado de dejarme para cuando ese momento llegase, y sin pensarlo más me marché del país. De mi padre nunca más supe nada y bueno de mis hermanos apenas he tenido noticias. La única que me escribe siempre es Reiju y bueno ella está muy bien- suspiró mientras encendía otro cigarrillo-


-Ya veo… y apenas eras un crío- exclamó, un tanto sorprendido ante lo que el rubio le contaba-


-Cuando me establecí en aquel lugar apenas tenía 17 años e intentando asegurarme de alguna forma mi futuro, decidí tomar un pequeño curso de sommelier y gracias a eso entré a trabajar a un lujoso restaurante del cual me despidieron al poco tiempo por intentar salir con la hija del dueño. Luego llegué a otro lugar, aún más lujoso y ahí de vez en cuando me divertía viendo como cocinaban los chef más prestigiosos del país-


-Ahh… entonces ahí aprendiste a cocinar-


-Sí, o sea nadie me enseñó, solo me dedicaba a observar- admitió- Además fue en ese lugar donde conocí a Doffy y bueno el me invitó a trabajar con el-


-¿Entonces conociste a Doffy en un restaurante mientras le servías una botella de vino?-


-¡Oye no lo digas tan a la ligera! Ser sommelier también requiere aptitudes, no cualquiera puede serlo ¿Entiendes?, pero sí, así nos conocimos y por eso estoy aquí-


-Vaya, entonces también has pasado momentos difíciles. No pensé que me fueras a contar todo eso- respondió un tanto sorprendido al tiempo que escondía sus manos en los bolsillos de su cazadora-


-Me importa una mierda si te aburriste, tú me preguntaste después de todo-


-No he dicho que me aburriera, solo me sorprendió que confesaras una parte de tu pasado-


Sanji le quedó mirando un tanto intrigado. Sus mejillas y nariz se encontraban enrojecidas producto del frío viento marino, no obstante un brillo de curiosidad se asomaba en sus bellos ojos.


-No te des tanta importancia marimo, es una historia nada más-


-No me la doy, pero imagino que muy pocos la han oído ¿o estoy equivocado?- arqueó una ceja-


-Tsk… ¿Acaso quieres que ande divulgando mi pasado a todos esos imbéciles que se hacían llamar mis amigos?-


-Bueno eso se suele hacer con los amigos, por algo lo son. Quiero decir se supone que uno debe confiar en ellos-


-Supones mal, toda esa sarta de imbéciles lo único que buscan es sacarte provecho. No vale la pena ni contarles lo que hiciste ayer. Por alguna extraña razón cuando tienes mucho dinero, lo suficiente como para vivir bien, les causa mucha envidia el que tiene un poco más. Es extraño, es algo que no termino de comprender pero que sucede mucho allí en esos círculos-


-¿Y si sabías todo eso por qué te seguías acercando a esos grupos?-


-Pues porque es lo único que puedo hacer, ya sabes socialmente es aceptado que te juntes con los de tu clase-


-Eso es estúpido- dijo mientras fruncía el ceño-


-Quizás en las clases bajas lo sea, pero créeme que en las altas  esferas sociales es una ley que muy pocos se atreven a romper y esos que lo hacen automáticamente salen del circulo-


-¿No te parece que eso es ridículo?-


-Supongo que sí, pero vamos ¿Qué más puedo hacer? nadie quiere juntarse con gente inferior socialmente-


-Pero no puedes juzgar a todos solo por eso-


-Se  puede hacer y se hace, solo que es algo difícil de comprender para quien no conoce ese mundo-


Zoro suspiró, realmente aquel tema le parecía algo tan complejo y ridículo.


-Sí, debe ser cierto. Aunque personalmente no me dan ganas ni de poner un pie cerca de esa clase de personas-


-Tú puedes hacerlo, eres libre de esas presiones sociales-


-¿Ah? ¿Qué dices? Suena como si tú estuvieras esclavizado a esa clase alta-


-No, pero ya me conocen y solo por eso me pueden juzgar-


-No lo sé cejillas, todo eso que me dices me parece muy descabellado, aunque supongo que en cierta forma te entiendo-


-¿Qué quieres decir?-


-Que entiendo que cedas a esa presión social y no quieras perder el estatus. Entonces podríamos decir que ¿Eso explica por qué te acercaste a Viola en la boda en vez de quedarte con un pobre diablo como tu asistente?- inquirió y esta vez prefirió no mirar sus ojos- Sabía que no debía decir aquello, pero una parte suya seguía sentida con lo sucedido aquella vez y por más que trataba de olvidarlo se le hacía imposible- Quiero decir… ¿Eso es lo que se debe hacer por ejemplo?-


Lanzó aquella última pregunta como intentando disfrazar la verdadera razón de su cuestionamiento. Pero para Sanji fue algo que le estremeció y una enorme angustia se apoderó de él ¿Acaso el marimo estaba dolido? Se dio una bofetada mental por ser tan idiota. Por supuesto que lo estaba, después de todo el mismo le había hecho a un lado por acompañar a aquella mujer y encima le había tratado como a un sirviente y encima lo justificaba con argumentos que no tenían ningún sentido.


-No es eso, o sea tsk… no es tan así- Sin querer admitirlo se sentía avergonzado… ¿pero de qué? Y más importante aún ¿Por qué?-


-Está bien, solo era un ejemplo, no te lo quiero echar en cara ni nada de eso- se justificó tratando de desviar el tema-


-Escucha, yo… yo no quería que Violet me siguiera y si tú estabas conmigo te hubiera comenzado a molestar a ti también, ya sabes la clase de persona que es… prácticamente insoportable-


-Tranquilo cejillas- rio Zoro un tanto nervioso- deja de darme excusas, en verdad eso ya pasó y entiendo el contexto, estaban todos tus amigos y conocidos millonarios y no podían verte rodeado de payasos y…-


-¿Quieres dejarme hablar?- exclamó alzando su voz y en un tono lo suficientemente serio como para que Zoro quedase perplejo-


 


Ambos quedaron justo en medio de la playa. El viento había comenzado a rugir fuertemente, agitando las olas y las bufandas con las que ambos protegían sus cuellos del frío.  Aunque sabía lo sonrojado que se debía ver no pudo evitar mirarle  fijamente a los ojos. Al escuchar aquellas palabras un sentimiento de culpa le embargó, y sin saber muy bien si decir algo  o no  eligió por una vez dejarse llevar por lo que sentía.


-Escucha respecto a ese tema yo quería decirte que… quería decirte que me comporté como un cretino en la boda, y lo siento mucho- Tragó saliva- No debí hacerte a un lado, ni dejarte solo por irme con Violet, después de todo tú has sido la única persona que realmente me ha ayudado en  este lío y yo, yo… bueno ya sabes, yo soy un idiota. Perdóname Zoro, para mí jamás serás un pobre diablo- dijo y sin pensarlo extendió su mano, apoyándola en el hombro del peliverde mientras le observaba atentamente-


 


No supo si en ese momento su corazón dejó de latir o simplemente su alma escapó de su cuerpo ante aquella enorme sorpresa. ¿Acaso había escuchado bien? ¿O era todo parte de su imaginación? El peso de la mano del rubio encima de su hombro le trajo de regreso a la realidad. Tragó saliva y aunque en sus adentros sentía que todo era un caos, por fuera lucía tan impasible como siempre. Sanji lentamente retiró su mano sin perderlo de vista completamente  expectante. De alguna forma milagrosa logró articular las palabras y respondió:


-Es… está bien, yo para eso estoy, para ayudarte cuando lo necesites-


El rubio se limitó a asentir.


-Bueno volvamos rápidamente al muelle antes de que nos lleve la marea-


A cada paso que daba Sanji sentía que algo malo había dicho pues Zoro permanecía callado y con el ceño fruncido. Al parecer la había liado.


-No debí decir aquello, ahora debe pensar que soy un pobre y patético idiota sentimental-


 


Para cuando se encontraban en la entrada de la playa el lugar se había transformado en un desierto. Probablemente aquel viento tan frío había terminado por espantar a todos y aunque era un lugar muy bonito, a decir verdad en esos momentos ninguno de los dos estaba pendiente de lo que les rodeaba.


-¿Qué hacemos ahora?- preguntó Sanji rompiendo el silencio y disimulando el caos que reinaba en su cabeza-


-¿Ah?-


-¿Quieres ir a casa?-


-No, no. Vamos a cenar algo. Te lo debo después de todo-


-¿Me lo debes?- extrañado, se acomodó la cazadora-


-Sí, ya sabes. La ley anti tacaño que me decías anoche-


 


Sin poder evitarlo ladeó la vista divertido.


-Era una broma, tampoco quería hacerte sentir obligado a que tienes que invitarme-


-No me siento así- exclamó mientras sacaba algo de su mochila- Toma-


De forma un tanto brusca le extendió un paquete.


-¿Para qué es esto?, está muy pesado-


-Tsk… pues para ti, no veo a otro idiota por acá cerca-


 


Por primera vez Sanji notó un leve sonrojo en su asistente, por lo que bajando la vista hacia lo que parecía ser un presente para él, procedió a abrirlo con cuidado. Casi cae de espaldas de la sorpresa.


-¡¿Es una broma?! Esta es… esta es… ¡mi antigua cámara! O una muy parecida a la que perdí por tu culpa en Reverse Mountain- añadió sin dejar de sonreír-


-Sí, al parecer es una similar-


-Vaya, no me esperaba esto. Muchas gracias, creo que con este regalo puedo hacer vista gorda de todo lo malo que me has hecho- bromeó y sin esperar ni un segundo procedió a encenderla y equiparla con las baterías para posteriormente revisar las funciones-


Zoro por su parte le observaba con atención. Hacía muchos días que había comprado la cámara pero por alguna razón no se atrevía a entregársela. Es más, aquel detalle que para algunas personas pudiera parecer simplón para él le significaba avergonzarse de una manera que hasta esos momentos le era completamente desconocida, y es que ya al primer día de haberla comprado y teniendo toda la intención de dársela cuando llegase a casa apenas puso un pie dentro y sintiéndose como un idiota prefirió esperar el momento oportuno. Y bueno finalmente y ya sin querer tardar más el asunto se la entregó. No de la forma que había practicado mentalmente (algo más amable) pero vamos, ya estaba en sus manos. Se sorprendió al ver al rubio enfocándole y sacando dios sabe cuántas fotografías mientras el recordaba todo aquel lío.


-Oi ¿qué crees que haces?-


-Jajajajaja pues solo quería capturar esa mirada tan distraída que tenías- rio al tiempo que enfocaba, esta vez, a la playa-


-Tsk, muy bien… ¿Y entonces?-


-¿Entonces qué?-


-¿Me aceptarás la invitación a cenar?- insistió con ese tono tan desinteresado pero que escondía una enorme ansiedad-


-Está bien, siempre y cuando no sea a esas hamburguesas grasosas cerca de casa-


-Demonios… arruinaste mi única opción-


-¿Ah? ¿Qué dices?-


-Jajajajaja es broma, no seas idiota-


-Más te vale-


 


Luego de unos minutos en los que el rubio iba y venía sacando fotos de todo a su alrededor, caminaron por la costanera en dirección a una zona de restaurantes y bares muy bonitos y con comida bastante aceptable.


-No puedo creer que tenga esta cámara nuevamente, enserio muchas gracias-


Intentando no arquear su ceja, como siempre solía hacer, se esforzó en mantenerse sereno aunque con bastantes dudas acechando su mente.


-Ehhh, esto, se me había olvidado decirte que mañana tengo una cita con el juez y Marco. Veremos el tema de mi caso y  ver cuánto tiempo más queda para solucionarlo-


-¿Enserio? Eso suena bien… ¿A qué hora debes ir?-


-A las 9 en la corte. El abogado me pasará a recoger-


-Mejor aún. ¿Y cuánto tiempo más crees que demoren?-


-Bueno, eso no depende de mí, ya sabes cómo son todos estos asuntos legales-


-Sí, es cierto. Sólo espero que todo resulte bien para ti cejillas- exclamó mientras entraban a un pequeño local de pastas y pizza-


 


Para cuando llegaron a casa ya era casi medianoche por lo que tras haberse cepillado los dientes ambos se tumbaron con la intención de dormir. Increíblemente aquel frío viento marino parecía no haber afectado a Zoro.


 


-Que cansancio- dijo el peliverde mientras dejaba escapar un bostezo- Al menos la pizza estaba buena-


-Sí, estaba bastante pasable, aunque los ingredientes de la masa eran de mala calidad-


-Eso solo Dios lo sabe- bromeó y acomodándose en el sofá cerró sus ojos-


-Seguramente…-


Hubo un minuto de silencio en el que ninguno de los dos emitió palabra.


-Suerte mañana cejillas, espero que puedas solucionar todo… buenas noches-


-Gracias… buenas noches- respondió y apenas cerró sus ojos comenzó el caos en su mente-


 


Al menos había sido un buen día, tenía su amada cámara de regreso y aunque sonara extraño sentía que las cosas con aquel idiota en cierta forma habían comenzado a cambiar, y eso no era del todo malo. Suspiró muy despacio y entonces la preocupación lo embargó. Realmente no tenía muchos ánimos de ir a la cita con aquel viejo y Marco porque de seguro eso significaría el fin de aquel lío fiscal y el comienzo de un nuevo traslado. Aunque fuera su antiguo piso y lo extrañara a decir verdad le daba mucha pereza el pensar en tener que comprar muebles nuevos y hasta ropa de cama, aquello debía ser una especie de castigo. No obstante lo que honestamente más le acongojaba era dejar aquella pequeña casita de la terminal gray. Le había tomado todo el día admitir para sí mismo que no quería marcharse, ¡no se quería ir! Y eso era algo tan estúpidamente inusual.


¿Sería que el miedo a volver a la antigua, aburrida y solitaria rutina le estaba provocando ese rechazo? O ¿Realmente había alguna otra razón?


Nuevamente suspiró, aunque esta vez no tan despacio como antes. Quizás en el fondo sí que se había acostumbrado a vivir con el marimo y a pesar de que había días enteros en los que se aburría, cuando aquel idiota llegaba todo eso parecía desaparecer.


 


-Soy un imbécil- pensó mientras abría despacio sus ojos y observaba al peliverde durmiendo tranquilamente-


Vamos, de qué mierda iba todo aquello. ¿Por qué ahora que las cosas parecía que al fin se resolverían él se sentía tan angustiado? Era una verdadera ridiculez pues ya iba siendo tiempo de que todo volviera a la normalidad, debía regresar a la agencia y seguir trabajando como todo el mundo no obstante y por más extraño que pareciera el  estar en ese lugar junto al peliverde era como permanecer en una burbuja de tiempo, alejada del estrés cotidiano, de los idiotas que tanto le molestaban, de ese patético círculo de amistades que tanto se había esforzado en conservar y que tantos malos ratos le habían causado. No, definitivamente no quería volver a eso. Vale  lo de volver a la agencia era prácticamente inminente, y estaba dispuesto a hacerlo pero el alejarse de Zoro le hacía angustiarse de una manera insospechada.


Sí, por más tiempo que le hubiera costado admitir le gustaba estar con él, disfrutaba cada detalle por más mínimo que fuera. Nunca había salido a caminar con un amigo por la playa, ni siquiera se había sentado a hablarle a nadie de su pasado y mucho menos comer cosas de la calle, desde que llegó a aquel lugar todo era nuevo para él y ya no podía seguir negando que le gustaba.


Nuevamente dejó escapar un suspiro y esta vez casi da un salto al escuchar a Zoro.


-¿Con que no puedes dormir eh?-


Aquella voz que dejaba escapar se oía tan somnolienta y profunda que sintió un escalofrío recorrer su espalda.


-Más o menos- exclamó, esforzándose en no sonar patético-


-¿Estás nervioso por tu cita de mañana?-


-Puede ser…- mintió-


En ese momento observó al peliverde voltearse y fijar su mirada en él.


-Tsk… desearía poder decirte algo pero en verdad no se me ocurre nada-


-No seas idiota, no hay nada que decir, ya se me pasará… es sólo que ha transcurrido harto tiempo y todo aquel embrollo me pone un tanto ansioso-


-Puedo imaginarlo… escucha cejillas puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras- su voz esta vez sonó temblorosa-


Sanji se sobresaltó.


-¿Por… por qué dices eso?-


-Solo para que lo tengas en cuenta… ya sabes, no hay ningún apuro en que debas irte-


Sin atreverse a verle a los ojos se volteó y observó el cielo de la habitación.


-Gracias…-


-Ahora intenta dormir y relajarte, todo saldrá bien- dijo intentando tranquilizarle pero con un extraño sentimiento abrumándole  por completo-


 


*********


Apenas pusieron un pie en aquel inmenso edificio Sanji sintió su estómago apretarse producto de los nervios. Dentro el hall de acceso se encontraba atestado de gente, el ir y venir de los abogados junto con sus clientes era realmente caótico. Apenas vistiendo una sudadera negra y jeans muy ajustados el rubio lucía irreconocible, sin olvidar aquella gorra oscura que con su sombra cubría la mitad de su rostro.


-Muy bien señor Vinsmoke, ¿cómo se encuentra?- inquirió Marco mientras le indicaba que le siguiera por una puerta-


-Expectante supongo, ya quiero que todo esto se acabe de una buena vez-


-Espero que hoy sea nuestro día de suerte-


 


Al cabo de una media hora una secretaria les indicó que el juez les estaba esperando.


-Déjeme todo a mí y limítese a responder solo cuando su señoría le pregunte, ¿Está claro?-


Sin muchos ánimos asintió y se limitó a seguir al rubio, quien extrañado al no recibir una respuesta histérica le guio por un amplio pasillo.


 


De haber sabido que la maldita reunión iba a durar 4 horas se habría molestado en desayunar. Gracias al cielo había café pues de lo contrario hubiera terminado quedándose dormido. En todo aquel rato apenas emitió palabra mientras Marco y otro abogado negociaban lo que parecía ser la condena del estafador, o sea de Vergo. A pesar de que se trataba de un caso en el cual el acusado era culpable, la corte debía hacer vista gorda a muchas cosas pues al pertenecer a una de las familias más ricas y poderosas del país debían irse con cuidado.


-No me interesa si mi cliente estafó a este mocoso o a medio país, lo único que estoy pidiendo es que se le condene con una multa y compensación económica al crío- refunfuñaba el abogado de Vergo, cada vez más irritado-


-¿Acaso te das cuenta lo que dices? ¿Qué clase de profesional eres tú?-


-Uno mil veces mejor pagado que tú- le respondió de forma prepotente-


Sanji ladeó la vista cabreado.


-No sé qué pretendes diciendo todo esto frente a su señoría, pero sea cual sea la determinación que se tome, créeme que a Haki le costará bien caro-


-No hay nada en este mundo que el señor Vergo Haki no pueda pagar, así que te recomiendo vayas buscando donde retirarte pues si te atreves a levantar más acusaciones serás tú quien lo pague-


-Silencio los dos- sentenció el juez- ¿Acaso estás amenazando?-


-Por supuesto que no su señoría, más bien advirtiendo-


-Tsk… es igual, ¿Por qué razón no está el acusado aquí presente? Esta reunión es algo extraordinario y ni siquiera yo debería de estar presente-


-Pues sinceramente mi señor tenía cosas más importantes que hacer-


 


El silencio en la sala no se hizo esperar.


-Creo que te estás aprovechando de la irregularidad de esta instancia, pero eso ya no importa. La única razón por la que acepto esto es para ahorrarnos los malos ratos de ese lobby de buitres. Hemos negociado la sentencia del señor Vergo Haki y mi resolución ha sido otorgarle  la libertad condicional bajo fianza-


-¿Es una broma?-pensó Sanji dirigiendo una mirada reprobatoria a Marco-


-Muchas gracias señor, en cuanto a las indemnizaciones el señor Haki ofrece pagar la suma de $300.000.000 de berries a la suprema corte como multa por usurpación de la propiedad privada e intento de apropiación. Finalmente al señor Vinsmoke le ofrece una indemnización de $58.000.000 de berries- 


El abogado defensor sonreía de oreja a oreja.


-¡Me parece justo su señoría! ¡Es el acuerdo que ambos estábamos esperando!-


Marco frunció el ceño.


-El piso, la casa de playa y el tiempo del señor Vinsmoke valen mucho más que 58 millones su señoría-intervino Marco, quien se encontraba notoriamente molesto-


-Ya escuchaste al juez-


-Así es, sin embargo esto es una negociación y por mi parte rechazo la oferta de tu cliente-


-¿Y qué esperas? ¿Qué te haga rico? ¿Todo por un mal entendido?- replicó el hombre mientras agitaba un montón de papeles-


-Su señoría, en vista a la cantidad de antecedentes presentes en este caso puedo asegurarle, y bien usted sabe, que no hay nada como un mal entendido, muy por el contrario una estafa en toda su magnitud, y tanto es así que el señor Vinsmoke se vio en situación de calle y quiebra, todo por la violación a la propiedad privada que don Vergo Haki realizó   con la ayuda de una manga de corruptos de bienes nacionales-


-Conozco los antecedentes Marco, pero desconozco sus  intenciones. ¿Qué es lo que usted y su cliente solicitan ahora?-


-Lo que demandamos son 1000 horas de trabajo comunitario de parte del señor Vergo Haki para la organización Punk Hazard, la restitución de las escrituras a nombre de Sanji Vinsmoke, el pago inmediato de los impuestos al fisco que ocasionaron todo este embrollo y finalmente la suma de $367.000.000 como indemnización por el daño causado-


-Me parece justo. ¿Qué dice su cliente?-


El otro abogado meditó por un momento.


-¿Me permitiría hacer una llamada?-


-Muy bien, tiene 5 minutos-


Marco frunció el ceño.


-No se preocupe señor Vinsmoke, todo saldrá como planeamos- le susurró mientras esperaban el regreso de aquel insoportable abogado-


 


-Muy bien su señoría, mi cliente ha decidido aceptar las peticiones del lado afectado y se compromete a venir a firmar su fianza mañana mismo-exclamó mientras se sentaba y sonreía altanero-


-Tsk… perfecto-


-Me parece excelente, entonces procedan con el papeleo. Cuando estén listos me avisan para firmar-


-Gracias su señoría- exclamó mientras Marco sacaba un portafolio lleno de papeles- Señor Vinsmoke, esta parte es un poco tediosa si gusta puede salir un rato y cuando todo esté listo le llamaré para que venga a firmar-


-Muy bien, ¿eso  sería hoy o mañana?-


-Eso depende de cuánto demoremos aquí, si son más de las 5 probablemente sería para mañana-


-Comprendo. Bueno entonces supongo que quedo atento a tu llamada-


-Por supuesto, yo le avisaré-


 


Una vez dicho esto Sanji se precipitó a la salida. Tenía demasiada hambre y  su cabeza daba vueltas y vueltas con tanta información, pero al menos habían ganado y a pesar de que Vergo no iría preso al menos aquella mala jugada le había salido bastante cara-


Deambuló un rato por los inmensos pasillos hasta que divisó lo que parecía ser una cafetería. Sin pensar mucho en el tipo de alimentos que allí pudieran vender apresuró el paso. El estómago le rugía y si no comía nada probablemente terminaría desmayándose.


-Veamos que puedo comer... hot dogs, hamburguesas, waffles, helado…  como sospechaba pura mierda. Bien supongo que no hay de otra-


Rindiéndose y optando por lo más rápido pidió un hotdog no sin dejar de vigilar atentamente como lo preparaban detrás del mostrador. Gracias al cielo en aquel lugar habían algunas mesas y sillas donde sentarse por lo que una vez la comida en sus manos se dirigió a la mesa más apartada que encontró cuya vista daba al antejardín del edificio. Apenas dio el primer mordisco se alivió al comprobar que no estaba del todo mal.


-Quien diría que iba a terminar comiendo un hotdog en la cafetería de la suprema corte, sin casa ni coche- pensó mientras observaba el ir y venir de los autos por la transitada avenida-


El día antes despejado había comenzado a nublarse y al parecer un fuerte viento recorría presuroso ahora las concurridas calles. Sanji observó los arboles agitarse con fuerza.


Luego de beber un café se puso de pie y nuevamente recorrió los pasillos de ese gigantesco lugar hasta que sintió su móvil sonar.


 


-Señor Vinsmoke, ¿sigue aquí en la corte?-


-Hola, sí, esperaba que llamaras-


-Muy bien, he resuelto todo para que pueda firmar los papeles ahora, no obstante para el tema de su indemnización mañana nuevamente tendrá que venir y firmar otros folios. ¿Le parece bien?-


-No hay de otra supongo, voy enseguida-


Una vez colgó la llamada terminó de comer con lentitud y sin mucho ánimo hasta que finalmente se puso de pie y luego de haber botado las servilletas en el traste de la basura se dirigió donde Marco no sin dejar de cuestionarse absolutamente todo.


Ya estaba, finalmente aquel estúpido embrollo se acercaba a su fin y mejor aún, se iría a casa con 300 millones de berries, su piso y coche de regreso y todos los impuestos pagados. ¡Que más podía pedir! Era rico, joven y afortunado no obstante y lamentablemente aquellas buenas nuevas no hacían más que torturarle. Realmente el problema principal radicaba en que no quería marcharse de la terminal gray , o sea vale quizás sí de la terminal pero no del lado de Zoro. Odiaba admitirlo pero necesitaba al idiota ese cerca suyo y no sabía qué mierda hacer para que las cosas siguiesen así como estaban.  


-Tal vez si lo convenzo de que venga conmigo…- pensó al tiempo que abría una pesada puerta-


Transcurridas unas dos horas finalmente todo hubo acabado. Ambas partes firmaron los acuerdos pertinentes y apenas terminaron Sanji corrió al autobús, dejando a Marco más que sorprendido.


Lo cierto era que quería llegar de una vez por todas a la casa del marimo y proponerle lo que él había estado pensando durante toda la tarde. Vale quizás si era un tanto invasivo obligarle a venir con él pero que más daba después de todo era su asistente y debía obedecerle.


-Sueno como un tirano- se reprochó a sí mismo al descubrirse a sí mismo enojado, pensando en una respuesta negativa por parte de Zoro- No puedo obligarle a nada, creo que lo mejor será que me olvide de este asunto-


Bastante cabizbajo permaneció desanimado durante todo hasta que se encontró justo frente a la puerta. Respiró profundo y golpeó despacio.


 


-¡Hola cejillas! Que tarde vienes llegando, ven entra rápido que está oscureciendo-


-Hola, sí, demoré un rato en la corte-


-¿Un rato? A mí me pareció que pasaste todo el día allá-


 


Sanji avanzó hasta la cocina, dejando su cazadora encima de la mesa y desplomándose en una silla.


           


- ¿Cómo estuvo tu día?-  preguntó con algo de timidez-


- Al parecer bien-


-¿Lograron negociar algún acuerdo?-


-Todavía nada- mintió y evadiendo la mirada del peliverde bebió ávido un vaso de agua-


Zoro le observó extrañado pero sin querer causarle más preocupaciones al rubio se limitó a sentarse a su lado.


-Tranquilo, estas cosas judiciales toman su tiempo, no tienes que desanimarte- exclamó y puso su mano en el hombro del rubio- Ya verás como todo se soluciona y cuando menos lo esperes tendrás tus cosas de regreso-


Sanji tan solo asintió e intentando cambiar de tema exclamó:


-¿Comiste algo?-


-Pues no, la verdad llegue hace poco-


-Haré algo de comer-


-¿Estás seguro? Luces cansado, ¿No prefieres que pida una pizza o algo similar?-


-¿Otra vez pizza?-


-No, no tiene que ser necesariamente pizza ¿qué te parece si hoy tu escoges lo que quieras comer? No importa cuanto salga- dijo mientras se ponía de pie y cogía su móvil-


-Es… esto… bueno, podría ser comida Thai. ¿La has probado?- un tanto sonrojado desvió su vista al sofá-


-No, pero de seguro estará  deliciosa-


 


Sin dejar de sentirse un tanto angustiado indicó el número del restaurante al peliverde quien inmediatamente ordenó dos raciones de Pad Thai.


Al cabo de unos 30 minutos ambos se encontraban comiendo.


 


-¿Y cómo estuvo tu día en la agencia?-


-Sólo fui un rato, debía ir a firmar un contrato para una nueva colección de Nigiri-


-Ya veo… ¿y no viste a nadie?- preguntó intentando desviar su mente de sus complicados pensamientos-


-Sí bueno ya sabes, Nami, Robin, Doffy y tomé un café con Cavendish-


-¿No le puso whisky?- bromeó causando una sonrisa en Zoro-


-Era un café irlandés así que supongo que intenta salirse con la suya- rio mientras saboreaba los fideos-


-Ese idiota… y bien ¿Te gustó la comida?-


-Sí, está bastante deliciosa. Aunque definitivamente me quedó con la tuya- sentenció, fijando su mirada en la del rubio-


-Pe… pensaba que preferías la del Baratie- respondió, esforzándose por no lucir como un idiota avergonzado-


-¿Ocurrió algo? Te noto extraño-


 


Sin querer relatarle la verdad a Zoro rápidamente pensó en algo que lo distrajera. Lo cierto es que no quería entrar en detalles, no quería contarle que acababa de recuperar su piso y que era más rico que nunca ni mucho menos decirle que se quería ir, pues realmente y luego de pasar todo el santo día pensando en aquello ahora podía afirmar con toda certeza que no quería alejarse del estúpido marimo.


-No me pasa nada, quizás es por la frustración de no haber podido… podido acabar con todo esto hoy. Ya sabes, soy impaciente- mintió y esta vez se atrevió a verle a los ojos-


La mirada de su asistente reflejaba cierta preocupación. Sabía que al fin y al cabo éste no se molestaba tanto como él en ocultar sus sentimientos y eso realmente le hacía estremecer.


-Entiendo, yo me sentiría igual. Pero… ¿puedo preguntar que te dijeron?-


Sanji se sobresaltó.


-Ehhh… si, me dijeron que debía volver mañana a firmar-


-¿A firmar qué?-


-Esto… un… un primer…- en ese instante se puso de pie y caminó hasta el lavaplatos-


-¿Un acuerdo?- le interrumpió, un tanto confundido-


-Sí, algo así. No entiendo mucho de esos líos legales- esta vez se concentró en lavar los platos-


-Comprendo. Cejillas hay algo que necesitas saber-


 


Sanji volteó su vista hacia la mesa y observó como Zoro se ponía de pie y avanzaba hasta plantarse justo enfrente.


-No estás solo en esto. No pienses que yo quiero que te marches, a mi realmente no me molesta que estés acá, solo me da un poco de tristeza que no tengas agua caliente-


Sin poder decir nada se mantuvo en silencio unos segundos. Era como si a cada palabra del peliverde su propia voz se fuera ahogando hasta quedar reducida a suspiros. Se limitó a asentir y disimulando aquella condición con su supuesto mal día volvió a concentrarse en la loza hasta que finalmente exclamó:


-Gracias-


 


Pasado un rato en el cual nadie habló Sanji regresó a la mesa y se concentró en la sopa de letras de un periódico de hacía 3 días. Bastante sumergido en su tarea no se dio por enterado que el peliverde no le quitaba la vista de encima prácticamente desde que se sentó. Realmente le encantaba verlo  sumergido en sus propios pensamientos, lucía tan tranquilo, tan diferente a esa copia fantástica que le gustaba vestir para presentarse al mundo, era como si en aquellas 4 paredes Sanji fuese otra persona. Nuevamente el recuerdo de aquel besó se apoderó de su mente, torturándole y haciéndole sentir pequeño e indefenso ante la presencia del rubio no obstante sentía la incontrolable necesidad de acercarse, quería sentir su aroma, observar su cabello e imaginar su textura al tacto. Se reprochó a sí mismo al descubrirse pensando aquellas cosas y sin darse cuenta se puso de pie y se sentó justo frente a él.


-Ya deja esos pasatiempos de anciano. Vamos a jugar cartas-


-¿Disculpa? Estoy ocupado-


-Es mi turno de pedirte algo- dijo al tiempo que le arrebataba el periódico-


-¡Oye! ¿Qué crees que haces?-


-Juguemos cartas-


-¡No quiero! Tú eres mi asistente no puedes pedirme nada-


-Tsk ¿No te cansas de eso?-


-¡Dámelo!-


-Entonces  tendrás que atraparme- exclamó y sin previo aviso se precipitó a la ventana saltando en dirección al patio, huyendo con el condenado papel-


-¡Eres un! ¡aghhhh! Idiota ven aquí-


 


Sin siquiera detenerse a meditarlo Sanji se abalanzó a la ventana siguiéndole a toda prisa mientras lo observaba trepar el árbol.


-¿ERES IDIOTA O QUÉ?- le gritó al verle llegar en apenas un santiamén a la copa-


-Quizás… pero tú eres más idiota al seguirme- le respondió mientras le observaba desde arriba-


Elevó su vista, ennegrecidas nubes se apresuraban en dirección a la ciudad y el viento había comenzado a agitarse con fuerza. No recordaba haber escuchado que anunciaran lluvia pero las señales eran más que obvias por lo que bajando con cuidado se deslizó hasta el suelo.


-¿Y bien? ¿Me darás mi maldito periódico?-


-¿Acaso eres un viejo? ¿No sabías que las sopas de letras son para ancianitos?-


-¡Ya cállate! Dame eso-


-No- rio y nuevamente echó a correr en dirección a la casa-


Apenas se percató de lo que hacía  apresuró el paso y abalanzándose sobre su espalda logró tumbarlo.


-Jajajajajajjaa- reía el peliverde a carcajadas mientras con  una mano escondía el papel y con la otra alejaba al rubio-


-¡Eres un imbécil! ¡Te das cuenta que pareces un crío ahí revolcándote en el césped!-


-Jajajajaja no soy el único que está en el  césped-


-Tsk… ya dámelo-


 


Finalmente Zoro se puso de pie quedando el rubio sentado en el suelo. Apenas le vio no pudo contener una carcajada.


-JAJAJAJAJAJAJA ¡mírate! Pareces cualquier cosa- rio cuando se dio cuenta que la antes remera blanca del peliverde ahora se encontraba estampada de letras del periódico, al parecer la tinta de impresión no era la mejor- Jajajajajaja eres un idiota-


-Jajajajaja qué demonios, supongo que me lo merezco- rio y esta vez le extendió el periódico- Toma-


-No, está bien. Supongo que tienes razón, las sopas de letras son para ancianos, las cartas son algo juvenil-


Zoro sonrió.


 


Una vez adentro y cuando ambos ya habían comenzado a jugar Sanji se detenía de vez en cuando para burlarse de la nueva remera.


-“Avisos clasificados” se vende… ¿terreno? ¿Qué crees que dice ahí?-


-¿Hasta qué hora te vas a burlar de mí?-


-Jajajaja es inevitable, fuiste muy idiota- exclamó y nuevamente comenzó a reírse-


Le era imposible no sonreír a él también. De alguna forma ahora sus días los destinaba a intentar distraer a ese tonto cejillas de todo lo desagradable que había pasado. Sin embargo debía admitir que lo que más le encantaba era verlo reír, pero no de esa forma altanera en la que solía hacerlo sino de aquella manera tan natural.


Maldijo para sí mismo al darse cuenta que si bien antes de besarlo le gustaba, ahora y pasados unos pocos días se estaba dando cuenta que realmente gustar era una palabra muy pequeña.


 


Por su parte Sanji se encontraba feliz. En apenas un rato había olvidado por completo el caos de ideas que había en su cabeza y todo por ese tonto asistente suyo. No sabía cómo lo hacía, pero a veces bastaban unas pocas palabras para que se olvidase por completo de lo desagradable del mundo. Le observó unos instantes y suspiró.


 


-¿Y bien? ¿Vas a tomar otra carta o ya estás jodido?- le reprochó al darse cuenta que se estaba tomando mucho tiempo-


-No me presiones cejillas, me distraes con tus gritos-


-¡Pero si ni siquiera estoy gritando!-


Zoro sonreía divertido.


-¡Eres un!-


 


Justo en ese instante el sonido de la puerta los distrajo.


-¿Golpearon?- inquirió un tanto extrañado-


-Creo que sí. Espera, yo voy. Quédate aquí-


-¿Eh? ¿Por qué?-


Zoro se puso de pie y caminó en dirección a la puerta no sin antes asomarse por la ventana. Apenas abrió un grito se escuchó.


-¡ZORO! ¡TANTO TIEMPO! ¡QUE SUERTE QUE ESTABAS EN CASA! Y YO QUE PENSABA QUE NO HABÍA NADIE-


-¿Luffy? ¡No puedo creerlo! ¡Has regresado!-


Ambos se abrazaron entusiasmados mientras Sanji observaba mudo aquella escena.

Notas finales:

Que oportuno es siempre este Luffy!


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