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Efervescencia. por Naeh

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Notas del fanfic:

Un Xiuhan corto y rápido a la vez donde se puede evidenciar lo que provocan las malas deciciones.

Notas del capitulo:

Hola~ ¿cómo están? aquí he vuelto con otro Xiuhan <3

Bueno, espero que les guste!

Recordaba la primera vez que lo vio en el café de la ciudad, había acabado allí después de trotar media hora por perder el autobus, llegar tarde a su trabajo y que lo despidieran de su empleo. 

Una situación no muy alegre.

Cuando se encontró allí pidió un café simple, un periódico y una dona. Con lo costosa que era la vida no se podía permitir ser un desempleado.

El joven se había acercado a él con una sonrisa devolviéndole unos documentos olvidados que habían caído de su bolso justo antes de entrar al local. Luego de eso, no había lugar donde no se encontrara con Luhan. El extranjero rápidamente se hizo muy amigo de él, a decir verdad, era su único amigo.

El tiempo pasaba y cada vez eran más cercanos, el chino le sonreía siempre que podía y eso, aunque quería negarlo, lo hacía sentir demasiado bien para ser algo normal. Poco a poco, Minseok se daba cuenta que la persona que siempre estaba a su lado, la que le consiguió trabajo y con la que podía contar siempre que quisiese era más que un simple amigo.

El dolor angustioso en su garganta se intensificaba poco a poco apretando sus manos mientras miraba al frente.

Bastaron unos meses para que ambos se enteraran que eran correspondidos, el noviazgo fue lo mejor. Ambos, amaban recorrer el cuerpo del otro con suaves caricias, gentiles susurros y gemidos ahogados. La felicidad era tan plena en ellos que dudaban si lo que estaban viviendo era real o sólo una mera fantasía cruel.

Apretó más fuerte sus manos mientras sentía su cuerpo humedecerse.

Con dos años de relación formal decidieron casarse, sus amigos emocionados se encargaron de todos los preparativos dejando a la pareja disfrutar sus acaramelados encuentros.

La boda fue perfecta, las familias de ambos les habían dado la bendición, la vida de Minseok y Luhan no podía ser más perfecta. Claro, hasta que la situación cambió.

Mientras Minseok trabajaba en la cafetería, Luhan llegaba con abundantes sumas de dinero todas las semanas, al principio no sospechaba, pero las diferencias de sueldo lo alarmaron a tal punto de comenzar con las discusiones. Minseok no podía negar que estaban viviendo como reyes sin preocupaciones, pero el problema era que Luhan jamás mencionaba cuál era su empleo, mucho menos dejaba a su esposo acompañarlo. Si no fuera porque Kim Minseok confiaba plenamente en su pareja pensaría que tal vez había caído en los bajos mundos que no quería mencionar por el sólo horror de que fuera cierto.

Sin darse cuenta sus caminos se separaban sin poder evitarlo, habían veces en las que Luhan no volvía a casa, o tenía una expresión demasiado neutra como para recibirlo con los brazos abiertos, como acostumbraba el otro.

Una lágrima llena de dolor recorrió su mejilla mientras gritaba, pero nada pasaba, si un sonido podía salir de su boca. La poca visibilidad lo desesperaba más. 

Ah, Luhan. ¿Por qué hiciste eso? La suya era la vida soñada de cualquier pareja, tenían dinero, un amplio hogar,conversaciones eternas y mucho amor. Ah, Luhan. ¿Por qué hiciste eso? El chino lo amaba tanto que no se daba cuenta en qué cosas se estaba metiendo hasta que no pudo salir. Tocó fondo, como el corazón de Minseok.

Ambos cuerpos sumergidos intentaron luchar, era en vano.

El chino intentó mantener el secreto, en su corazón y mente siempre estaba en primer lugar su pareja aún cuando no era capaz de mirarlo a la cara cuando estaba frente a él. Él, que fue un simple extranjero que no conocía a nadie y estaba prácticamente solo pudo encontrar a su persona especial, pudo amarla, atesorarla, estar junto a ella pero... ¿qué estaba haciendo?

Aunque las drogas eran un negocio muy accesible donde se generaba mucho dinero, supo desde el comienzo que llegarían problemas en algún punto. Recordaba verse a sí mismo hablar con un joven que lucía amable, mencionaba sutilmente que ganaba mucho dinero sin siquiera haber estudiado. Desde el inicio, eso sonaba como una mala idea.

Sin decirle nada a Minseok, el chino cada vez se veía más veces con el joven, hablaban sobre muchas cosas pero el negocio era el tema fuerte. Luhan sabía que se metía en algo grande cuando vendió las primeras dosis. Y el dinero rápido y fácil comenzó a llenar sus bolsillos.

Apretó fuertemente el volante sin querer abrir los ojos, no se atrevía a mirarlo... no ahora.

Luhan estaba ganando mucho, pero estaba a punto de perderlo todo. Sabía que debía salir de allí, estaba poniendo en peligro su vida y la de la persona que más amaba. Si algo le pasaba a Minseok jamás en la vida se lo perdonaría. 

Cuando llegaba a casa discutían casi inmediatamente, el mayor le pedía explicaciones, quería saber dónde estaba, quería saber cómo estaba, y esa necesidad de información le revolvía la mente a Luhan, quien sólo quería callarlo de cualquier forma e irse. La presión del contrabando más la de su pareja le estaba estrujando los sesos. Su blanca vida cada vez se oscurecía más, opaca, deteriorada. Todo por su culpa, todo por su maldita culpa. 

- Minseok - pensó - ¿todavía me amas?

No sabía si lo que hacía estaba bien, dudaba de todo. Prefería dormir en una plaza que atreverse a mirar a la cara al otro. Luhan estaba perdiendo la cabeza y nadie más que él mismo se percataba de eso.

Cuando quiso renunciar a todo sin que se diera cuenta ya había acabado. En su casa la mitad del armario estaba vacío. En su casa, sólo de él, se encontraba solo. ¿Qué había hecho? 

Con su puño intentó quebrar el vidrio, lamentablemente sus fuerzas ya no eran las mismas.

Cuando el mayor se vio a sí mismo en su antiguo departamento se dio cuenta que para él todo había terminado. Sus incesantes lágrimas bañaban su rostro sonrojado,no hacía nada más que taparse la cara con ambas manos y llorar.

¿Cuánto tiempo habían durado? un año de casados para acabar cada uno más distanciados de lo que alguna vez se imaginaron, con la incapacidad de poder hablar decentemente sin terminar gritándose ¿era su culpa? tal vez insistió demasiado,  tal vez no fue lo suficientemente atento. Lo sabía.

O tal vez se esperanzó en algo que jamás fue.

De esa manera, Minseok estuvo todas las noches cuestionándose antes y después de su partida. Por dos semanas no supo nada de Luhan.

Ambos pateaban incesantes, no sabían si era por el destino o sus débiles cuerpos, pero la acción no funcionaba.

Solo en su casa sin tener idea de cómo se encontraba el otro, Luhan siguió con el negocio para sobrevivir. Quiso dejarlo cuando se encontró a sí mismo abandonado, pero apenas el grupo líder se enteró se encargaron de dejarle en claro mediante la fuerza bruta que la persona que ingresaba a ese mundo, jamás saldría. 

Las amenazas eran pan de cada día, sólo salía cuando había luz solar. En algunas ocasiones caminaba sin darse cuenta hasta el famoso café de la ciudad esperando poder ver ese rostro conocido, pero nada, sus horarios diferían, jamás podían verse, era un hecho que los llenaba de incertidumbre a ambos.

Aunque estaban separados, sus mentes, almas y corazones permanecían unidos. Sus vidas continuaron de esa manera por un horrible mes completo.

Cuando Luhan volvió a verlo, tuvo el mismo sentimiento de cuando lo vio por primera vez. Un flechazo fuertemente doloroso en el pecho. 

El mayor estaba sentado en un parque comiendo algo, sus redondos ojos tenían algunas ojeras visibles, supo quien era el culpable. Cuando se levantó con su bolso, unos documentos cayeron de él sin dejar al otro percatarse sobre eso. No sabía si era una mala broma del destino, pero él jamás desaprovecharía una oportunidad.

- Disculpa, se te cayó esto.

Cuando ambos se miraron, indiscutiblemente supieron en sus conciencias que jamás habían dejado de amarse. El dolor punzante en el pecho de Minseok fue tan alto por la sorpresa que sólo pudo susurrar el nombre del otro antes de recibir su abrazo, ese abrazo que le devolvió las ganas de vivir. Pero no eran jóvenes, menos niños. Y ambos bien sabían que si no podían arreglar sus problemas, la relación volvería a romperse y esta vez no habría vuelta atrás.

Ese mismo día Luhan le dijo a Minseok que era un narcotraficante.

Dolor, opresión y desesperación eran las palabras que los describen a la perfección.

Decir que no le dolió saber la verdad sería una mentira asquerosa, pero agradecía a Dios que no era algo mucho más bajo, no lo hubiera aguantado. 

Ambos accedieron a volver a intentarlo, a los días el mayor había vuelto a su casa y habían vuelto a besarle después de meses. Ese mismo día, Luhan decidió abandonar ese grupo y marcharse con Minseok a un lugar donde pudieran vivir libres. 

Las cosas no eran tan fáciles.

Cuando Luhan volvió a su casa una tarde después de hallar un hogar en otra ciudad, encontró su interior totalmente destruido. Los muebles estaban despedazados y corridos en diferentes direcciones, las ventanas rotas y con algunas manchas de sangre que no sabía de dónde provenían. No se habían llevado nada, excepto una cosa. Minseok.

No supo en qué momento, pero cuando llegó al lugar donde sabía que se encontraban, se encontró cara a cara con aquel joven que conoció la primera vez. La bestia que lo metió en todo ese enredo. El hombre se encontraba a espaldas del mar, era una vista hermosa si no se tomaba en cuenta el contexto de la situación. El cuerpo semi consciente de su enamorado yacía a su lado, tenía manos y piernas atadas, su rostro estaba sangrando. Fue una imagen tan chocante que ni siquiera divisó cuánta gente había en contra suya.

Minseok... vive...

Lo golpearon tantas veces, en tantas partes distintas y a la vez que realmente no sabía de qué manera permanecía consciente, se lo atribuía a los incesantes gritos que lo mantenían despierto, sabía que debía resistir, por él, por sí mismo, por un futuro juntos sin complicaciones.

Porque ambos ya habían sufrido lo suficiente, ¿no?

Tirado en el suelo, vio como Minseok corría a su lado al ser desatado, lo abrazaba, lloraba, gritaba de manera desgarradora el porqué de la situación, ni él mismo podía responder coherentemente.

Cuando escuchó un disparo y vio como un cuerpo caía al suelo sabía que esa era su oportunidad. 

No supo quién fue ni por qué lo hizo, sólo supo que gracias a esa persona había podido levantarse y correr con la ayuda del mayor.  La pareja corrió escuchando los disparos a sus espaldas, con la panico de recibir alguno y no poder continuar. Luhan se sentía como la mierda más horrible en ese momento. Minseok, su Minseok corría por su vida por su culpa.

El auto arrancó e intentaron escapar, Minseok gritaba desesperado al ver como los seguían mientras disparaban, Luhan intentaba calmarlo, no sabía de dónde había adquirido esas ganas cuando él mismo temía por su vida. El auto avanzaba a velocidades descomunales mientras era casi alcanzado, si lo hacían estaban muertos. La persecución desesperada prosiguió hasta llegar a unas curvas cerradas, Luhan podía pasarlas. Pero los que venían detrás no.

De los cinco autos que los perseguían dos chocaron de manera caótica, los secos sonidos de metal aplastado les llenaban los oídos de agonía, la presión del momento era máxima, y sólo cuando siguieron avanzando y notaron como un camión venía enfrente de ellos en dirección contraria en la única pista que había supieron que, realmente, habían sufrido lo suficiente como para permitir que todo continuara.

El choque fue tan endemoniadamente fuerte que provocó la explosión de uno de los autos, ambos pudieron escucharlo perfectamente mientras caían.

Y caían, y caían, porque ya no podían esperar más.

Mientras observaba cómo el camión avanzaba sin misericordia o intentar frenar, Luhan supo de inmediato que si él moría, no sería de esa manera.

Si él moría, sería por sus propias manos.

En ese momento y sin la valentía suficiente como para tomar su mano giró el volante con brusquedad, rompiendo la barrera de seguridad, cayendo por aquel precipicio que daba directamente al mar. 

Ah, cayeron tan lentamente, sólo tenían la intención de mirarse a la cara segundos antes de impactarse contra el frío mar que abría su boca devorándolos a ambos.  El agua salada penetró de inmediato. El dolor angustioso en su garganta se intensificaba poco a poco apretando sus manos mientras miraba al frente, sentía su cuerpo humedecerse y temió lo peor, observando cómo a gritos agónicos Minseok intentaba liberarse de aquel estúpido cinturón de seguridad que únicamente los ataba a la perdición. La escena lo desgarraba, una lágrima llena de dolor recorrió su mejilla mientras gritaba, pero nada pasaba, ni un sonido podía salir de su boca. La poca visibilidad lo desesperaba más. 

Luhan lo sabía, porque mientras caían pudo recordar toda su vida junto a él en segundos, al igual que Minseok.

La presión del agua atacaba sus pulmones, la falta de oxígeno era cada vez más obvia y la tensión al saber que si soltaban algo de aire o si volvían a gritar sería inútil, porque el pesado vehículo descendía sin restricciones, empujandolos a ambos en aquel trágico desenlace. Las burbujas de aire se elevaban tan burlonamente hacia la superficie que los ponía enfermos... enfermos... sus cuerpos estaban comenzando a fallar.

Pero ellos no iban a dejarse llevar. Ambos cuerpos sumergidos intentaron luchar, al entender la situación Luhan se sacudió intentando tener mayor movilidad, con su puño intentó quebrar el vidrio, lamentablemente sus fuerzas ya no eran las mismas. Ambos pateaban incesantes, no sabían si era por el destino o sus débiles cuerpos, pero la acción no funcionaba. Ya no tenían la suficiente fuerza como para siquiera intentar sacarse el cinturón, sus piernas estaban comenzando a entumecerse y sus mentes, borrosas, comenzaban a apagarse... el oxígeno era tan malditamente necesario para el ser humano.

Ya no les quedaba nada más que a ellos mismos, quienes luego de segundos, finalmente volvieron a verse a la cara, aquellos rostros llenos de rasguños, moretones, sangre seca que comenzaba a limpiarse. Aquellos rostros arrepentidos de sus malas decisiones, aquellos rostros arrepentidos de no haberse podido amar por más tiempo, sin poder hacer ya nada más.

Sin poder decirle al otro cuánto lo amaba.

Dolor, opresión y desesperación eran las palabras que los describen a la perfección.

Minseok jamás fue bueno para nadar, jamás pudo resistir mucho tiempo bajo el agua, jamás pudo participar en todos esos juegos y deportes extremos por lo anterior, y como él bien sabía sus límites, supo de inmediato en el momento en que sintió aquel ardor asficciante en sus pulmones que no tendría alguna otra oportunidad como esa nunca más, en toda su vida.

Abrió la boca con intención de dejar salir palabras, palabras que nunca lograron ser escuchadas, palabras que subieron a la superficie encarceladas en aquellas burbujas. Palabras tan simples y agónicas que le quitaron todo el aire que le quedaba, todo el maldito tiempo que restaba de su vida se iba en aquellas burbujas que ascendían sin mirar aquellos dos cuerpos que, tomándose de sus rostros, se besaron por última vez.

Porque los finales felices no siempre existían, pero por lo menos, todos esos "te amo" que salieron de ambos pares de labios no fueron dichos en vano, anunciandole visualmente a los pueblerinos que se amontonaban al borde del precipicio que una melodramática pareja caía hasta el fondo, volviéndose uno finalmente, permaneciendo juntos hasta la eternidad.

 

Notas finales:

Los finales felices no siempre existen, ni en las fanfics... buu:c

Espero que les haya gustado, o aunque sea no se arrepintieran de terminar de leerlo(? xddd

Si quieren me dejan sus lindas opiniones en un review, se los agradecería <3

AutoSpam: pasen a leer mi fic "El karma del libro blanco"~ también es Xiuhan y no es tan trágica como esta ¬w¬

Y bueno, creo que eso es todo:c

Nos leemos en alguna otra ocasión!~


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