Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un buen matrimonio por enildark

[Reviews - 352]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de KHR  no me pertenecen uvu eso quisiera yo~ pero son de la grandiosa Amano Akira~

La pareja principal del fic es 10051 pero hay varias parejas mas ;D

Notas del capitulo:

OH YEAH!!

>u< si señoras y señores estoy de vueltaaa!! Despues de...  como ocho meses de ausensia omg X,DUU

Pero es un gusto estar por aqui de nuevo!

Y como prometi traigo aqui el fic nuevo esta vez con la pareja 10051 como principal >u<!

Este fic va a ser muuuy diferente a los otros, por que ademas de ser el mas largo que he escrito hasta ahora, tambien llevara varias parejas secundarias, que a diferencia en otros fics, estaran mejor desarrolladas - y no solo se tratara de apariciones al azar- Habra muchas sorpresas y tambien muchas quejas (?) XD igualmente.
Queria subir este fic en enero - en mi cumpleaños como lo hice con los anteriores - Pero por cuestiones de tiempo y por lo inmenso del fic se demoro un mes mas y decidi subirlo este dia del amor - aca en mexico aun lo es - XD y bueno aqui el fic, es un inicio muy intenso espero que lo disfruten, lamento si sienten algo OC a los personajes, me acostumbro a manejar esta pareja DX ya que no la he manejado ni en roleos con mi partner jaja pero la verdad queria hacerlo desde cuando por que hay pocos fics sobre esta pareja y los que hay algunos no me gustan o no tienen trasendencia, asi que aqui mi granito de arena x3

 

Sin mas que decir aqui el inicio de este fic ;3

 

A darle!

 

(Aqui el cap del fic >u< lo pongo al inicio por que en serio no da nada de Spoiler XD  Que lo disfruten!


Happily ever after by Enildark on DeviantArt)

Las  campanas de la iglesia resonaron en el cielo, anunciando un gran acontecimiento, una boda estaba celebrándose. Pero aquella no era una boda cualquiera, era una muy especial, una que le quitaba el sueño al ojo publico de Japón.

Dentro del gran recinto que se había elegido específicamente, no había nada que desentonara en tan perfecto escenario, todo lucia como una boda debía lucir, el interior bien iluminado por los vitrales de colores que le daban alegría a los muros blancos, los pisos estaban tapizados con una alfombra roja perfecta. Tantos colores lograban el equilibrio perfecto con las gardenias blancas, las flores elegidas para  adornar el edificio.

Desde el pasillo, las bancas y los muros, todos estaban inundados de ellas, en una perfecta decoración. También había velas y pétalos cayendo suavemente desde el techo, creando el ambiente mágico y perfecto.

Después y no menos importantes, estaban los invitados quienes yacían expectantes en sus lugares y bastaba verlos para entender cuan exclusiva era aquella ceremonia. Hombres y mujeres vestían sus más costosas y elegantes galas, y claro también había niños, aunque a diferencia de los adultos lucían un tanto inquietos e incómodos por llevar ropas con las cuales no podían  correr y jugar, a menos claro que desearan recibir algún regaño.

La prensa no podía faltar, los flashes de las cámaras lanzaban sus disparos a diestra y siniestra sin pasar ningún detalle de largo, algunas personas posaban arrogantes ante ellos, otros simplemente les ignoran ya que esperaban ansiosos que aquella ceremonia diera inicio.

Cada detalle era perfecto incluso el más mínimo y aun así había susurros molestos en el eco de aquellos muros. Y no es que alguno de los invitados criticara la perfecta decoración, es mas la decoración paso a segundo plano en cuanto los ojos de los presentes se posaron sobre el elegante hombre de cabello blanco que esperaba ante el altar.

Este vestía unos pantalones de color blanco, acompañados por una camisa negra con delgadas líneas blancas, los puños y el cuello eran blancos también, contrastando con el negro, el conjunto llevaba un chaleco blanco, corbata color vino y para finalizar un sombrero negro con una línea blanca y gardenias como decoración. Las vestimentas elegidas por el hombre que dentro de poco uniría su vida con la de la persona que amaba. Yacía ante el altar con los ojos cerrados a la par de una alegre sonrisa en sus labios, que mas que alegre parecía burlona, pues el sabia que todos los presentes estaban muriéndose de curiosidad. Curiosidad por  terminar con una duda que los carcomía.

La realidad es que todos daban por cancelada aquella ceremonia desde hacia semanas atrás, los rumores estaban al cien por ciento comprobados para justificar sus dudas y era por ello que aun en ese momento ansiaban que la ceremonia diera inicio.

Entonces como si alguien respondiera a sus suplicas, delicados violines empezaron a tocar la elegante marcha nupcial. Dramáticamente todos giraron sus miradas hacia la entrada, abriendo los ojos lo más posible para no perderse nada.

Las blancas puertas decoradas con gardenias se abrieron y conteniendo el aliento, todos admiraron al joven que entro a la iglesia mientras los rayos del atardecer iluminaban su figura.

Su cabello era rojo, encendido ante la luz que le iluminaba, su piel era pálida y poseía unos hermosos e intensos ojos verdes que yacían ocultos tras sus anteojos. Vestía un pulcro traje blanco, decorado con detalles plateados y bordados dorados, había un fino velo sobre su cabello, con pequeños diamantes a lo largo, regalando destellos mágicos como chispas. Caminando al compás de la marcha nupcial, las miradas le siguieron con asombro a lo largo del corredor, ante aquello el pelirrojo se puso notablemente nervioso y aun más cuando su mirada se fijo sobre el hombre que en breve seria su esposo.

El pelirrojo se sentía caminar entre nubes, hacia un sueño hecho realidad, sin embargo los presentes no daban crédito a lo que veían, simple y sencillamente por que este no era la persona a quien esperaban.

Aquello pasaba lentamente ante sus ojos, aun atónitos a lo que veían, incluso por unos segundos pensaron que era una broma de peculiar mal gusto, pero lo que termino por confirmarles que en efecto aquello era en serio, fue cuando el peliblanco extendió su mano hacia el pelirrojo, quien al llegar ante el no dudo en tomar su mano, ignorando todo lo ajeno que pasaba detrás de ellos.

-¿Nervioso? – pregunto el peliblanco mientras sonreía ampliamente.

-Si, mucho…- respondió el pelirrojo en un susurro, apretando un poco su la mano de su prometido. Ante aquello el peliblanco abrió los ojos, mirándole directamente.

-Ya estas aquí, eso es lo importante, Irie ~ – Respondió en un juguetón tono de voz mirando sus ojos intensamente.

Ante sus palabras el pelirrojo asintió, y juntos miraron hacia el ministro que oficiaría la boda, dándole la señal, era el momento de empezar.

-Amigos y familiares… Estamos reunidos en este día para presenciar el matrimonio entre el señor Byakuran Gesso y el joven Irie Shoichi…

A la par que el ministró daba inicio a la ceremonia, molestos susurros y murmullos hicieron eco entre sus palabras, todos estaban atónitos ante lo que presenciaban, pues a pesar de que esperaban algo fuera de lugar, jamás esperaron que fuese a tal extremo.

Pero ningún susurro o mirada molesta podía detener ese momento, pues tanto Byakuran como Irie, estaban absortos en aquel momento, sobre todo el pelirrojo, quien mientras admiraba al hombre que tanto había soñado, sentía de igual modo que los nervios llegaban al grado que su estomago empezó a dolerle, como solía pasar siempre que se ponía extremadamente nervioso.

Aquella sensación empezó a devorar su interior, como un cosquilleo inquieto. Por alguna razón algo en lo profundo de su ser le advertía sobre la decisión que estaba a punto de tomar, obligándolo a recordar como es que había llegado hasta ese preciso momento…

 

-------------------------------------------Flash Back------------------------------------------------

 

Antes de la elegante ceremonia, antes de siquiera tener la idea del matrimonio en mente, Irie Shoichi era un chico en la flor de su juventud que recién acababa de cumplir los veinte años.

Estaba en la edad en la que la mayoría de los jóvenes optan por las diversiones y locuras. Solo que él no era como la mayoría de los jóvenes, pues tenia otras prioridades.

Hijo de padres divorciados, con su madre viviendo lejos y con un padre de paradero desconocido Shoichi creció fuera de un ambiente familiar dedicándose solamente a sus estudios.

Si bien por esa razón su rostro estuvo la mayor parte del tiempo metido entre las paginas de los libros, también era un completo soñador, y todos sus sueños y metas se vieron posibles el día que se graduó como ingeniero en robótica, el mas joven de la universidad de Tokio.

En una ciudad donde el talento y la inteligencia siempre eran buscados, fue cuestión de tiempo para que los conocimientos de Shoichi fueran requeridos, en medio de un ambiente competitivo muchas ofertas de trabajo llegaron, desde pequeñas y grandes empresas, pero ninguna fue rival para una carta, una que hacia una directa invitación a formar parte de una de las corporaciones de tecnología y robótica mas importantes de Japón. La corporación Gesso.

Irie ni siquiera tuvo que tomarse su tiempo en decidir, acepto al instante que reconoció quien firmaba la carta, él bien conocido Byakuran Gesso, el presidente de dicha corporación a quien Irie siempre había admirado, y no solo lo admiraba como una figura a seguir, se podía decir que Byakuran era el tipo de hombre que le robaba el aliento, el único cuya imagen le hacia perder la cordura para convertirse en un fan enamorado.

Así obtuvo el trabajo de sus sueños y con gran emoción llego el día de ir a la corporación.

Aquella mañana se despertó desde muy temprano y mientras se preparaba para ir a trabajar tenia en su mente todo tipo de expectativas, imaginando que estando en un lugar rodeado por gente culta y estudiada seria feliz, incluso teniendo como principal anhelo conocer a Byakuran, su amor platónico en persona.

-Bien, llego el día... – se dijo así mismo tras terminarse de vestir, admirándose en el espejo, analizando si realmente sus atuendos eran los adecuados para laborar en un lugar tan importante- A-Ahh…- se encogió un poco sintiendo un dolor repentino. Un terrible dolor de estomago que amenazaba su tranquilidad- A-ahora no… Ahh malditos nervios- maldijo, mirando de reojo el reloj – ¡Ah, será mejor que me vaya!

Corrió fuera de su habitación y luego fue hasta la sala donde tenia sus cosas, vivía en un edificio de departamentos cerca del centro de la ciudad, todos sus gastos habían corrido por cuenta de su madre desde que vivía en Japón, pero luego de graduarse esta le dejo en claro que ya no iba a darle ni un centavo mas, así que Irie se enfrento a la realidad. Ahora estaba solo y solo el iba a ser responsable de si mismo.

-Aquí vamos… - susurro para luego suspirar y con todo lo necesario, abrió la puerta y abandono el departamento, encaminándose a su destino.

Pese a no vivir en un lugar de categoría, su hogar quedaba cerca del centro y aquello le daba la ventaja de llegar a la corporación Gesso en menos de una hora. Conociendo bien el camino y armonizando su caminata con la música resonaba en sus oídos se puso en marcha.

Se veía tranquilo por que en efecto no quería ponerse nervioso, no quería que el estomago le doliera a un punto insoportable, aquello no le convenía. Atravesó cada calle y siguió el camino, respeto las señales y choco con un par de personas, giro una esquina y entonces se detuvo tras dar algunos pasos, pues frente a el yacía el edificio que buscaba.

-Aquí es…- susurro admirando el edificio, de arriba hacia abajo donde la entrada estaba abierta, abierta para recibirlo.

Trago en seco, pero negó rápido, no iba a ponerse nervioso, no iba a hacerlo. Rápidamente cruzo la calle y sin pensar nada mas se adentro al edificio.

Ahí admiro la recepción, donde una linda chica atendía los teléfonos. Irie estuvo a dos pasos de acercarse a preguntar a donde tenía que ir, cuando escucho a alguien llamarle.

-¿Irie Shoichi? – nombro una voz masculina.

-¡Ah!...- grito ahogadamente, pero al mismo ritmo se giro para ver a quien le había llamado – si soy… yo – sonrió nervioso viendo al dueño de aquella voz, se trataba de un hombre de cabello negro y corto, su aspecto era serio llegando incluso a ser un tanto aterrador- M-mucho gusto – saludo, aunque estático, sin mover los brazos siquiera para extender su saludo. Lo cual fue acertado ya que el pelinegro tampoco se veía con intención de extender su mano para aquel gesto.

-Venga conmigo, el Señor Gesso lo espera – informo sin perder tiempo, dándose la vuelta para simplemente caminar.

Irie se quedo un tanto estupefacto, pero cuando el pelinegro se alejo demasiado reacciono y tan rápido como sus piernas le permitían le alcanzo.

Así tratando de seguir los pasos de su peculiar guía, Irie admiro como pudo el camino, noto que las personas que se encontraban cerca le miraban y también murmuraciones ante sus miradas llenas de curiosidad, luego estaban a los que realmente no les importaban nada, excepto trabajar.

Un rato caminando y después subieron al ascensor y sobraba decir que no hubo ningún tipo de conversación, de hecho Irie se había sentido un tanto incomodo, mas en cuanto la puerta del ascensor se abrió decidió olvidarlo, pues aquella incomodidad fue remplazada por un cosquilleo de emoción, al divisar el lugar donde estaba.

-Por aquí…- se limito a decir el pelinegro, a la par que Irie le seguía.

Irie podía sentir como su corazón parecía haberse ido a su cabeza, pues lo escuchaba latir perfectamente. Noto que la dirección que tomaban iba directamente a una de tantas puertas así que rápidamente supuso que ahí era donde él estaba.

Justo al estar delante de la puerta, a nada de que él pelinegro tomara la perilla de la puerta, esta se abrió y entonces Irie sintió como su estomago se estrujaba de golpe.

-Jaja… Ah, Genkishi ya estas aquí y yo que ya iba a la recepción – hablo cierto peliblanco, mientras mantenía una sonrisa en sus labios.

-Pensé que seria mas adecuado que le recibiera aquí – exclamo el pelinegro haciéndose a un lado, para que el susodicho tuviera mejor vista del pelirrojo – El es…

-Shh… se quien es – hablo Byakuran al momento que abría sus ojos, dejando que Irie se deleitara con aquel color lila sobre su persona.- Es un gusto conocerte, Irie Shoichi ~ - se sonrió juguetonamente a la par que extendía su mano hacia el pelirrojo – Soy Byakuran Gesso y es un gusto para mi tenerte aquí.

En ese momento todo en Irie colapso, incluso los nervios parecieron correr a esconderse ante la presencia de tan distinguido caballero, sus sueños, sus fantasías, nada era comparado a ese momento, la dulce realidad.

Con algo de timidez tomo la mano de Byakuran, mientras suspiraba sin poder evitarlo ante el contacto de sus manos.

-El gusto… es completamente mío… ah digo, mío- correspondió al saludo con una gran sonrisa a lo cual Byakuran rió con suavidad.

-Que simpático Jaja– exclamo saludándolo enérgicamente.

-Aun esta seguro de esto, ¿Byakuran-san? – interrogo otra voz masculina, llamando la atención de los presentes, menos de Byakuran quien se mantuvo en su misma posición.

-Claro que si Kikyo, claro que si – afirmo con suavidad, pero sin rodeos. Al momento tras de el salio un peliverde de cabello largo, cuyo semblante saco a Irie de su burbuja, pues la mirada que este le daba rápidamente le hizo sentir inferior- Irie es perfecto para ser mi asistente personal ~

-¿Q-que? – Balbuceo Irie con sorpresa al escuchar aquellas palabras- ¿Y-yo su asistente? Pero yo pensé que…

-¿A caso no puede con el trabajo? – intrigo Kikyo con una sonrisa ladina, ante los balbuceos de Irie.

-El podrá – afirmo Byakuran, enviando un silencioso mensaje a Kikyo, cuya expresión cambio a una seria. – ¿No es así Irie?

-C-claro – asintió aunque aun balbuceando pues aun no lograba procesar la información- Lo haré.

-Eso es lo que quería escuchar – sonrió Byakuran mientras volvía a estrechar su mano con la de Irie, en un alegre y hasta infantil saludo – Bienvenido Irie Shoichi ~

-Gracias… estoy feliz de estar aquí.- correspondió al saludo Irie, con una amplia sonrisa.

Desde ese momento en el que su mano toco la del otro su visión del futuro se volvió maravillosa pues admirarlo desde lejos era una cosa, pero estar cerca de este por varias horas la mayor parte de los días era sublime. Así fue como Irie inicio su vida laboral, en la corporación Gesso a lado de Byakuran.

Pero con lo que Irie no contaba era que el trabajo como asistente de Byakuran era aun mas demandante de lo que esperaba, por varias razones.

Una de estas era que debía andar de un lado a otro revisando aquellos pendientes que Byakuran no tenia tiempo de atender, lo cual limitaba su cercanía con Byakuran a minutos, muy rara vez al menos una hora. Aun así cada minuto a lado del peliblanco era un gran descubrimiento y lo valía, pues la personalidad de este era animada, demasiado.

También estaba el hecho de que no le agradaba a algunas personas en la empresa, pero principalmente a Kikyo, el abogado de la corporación, quien notablemente se molestaba cada vez que el estaba cerca. Y finalmente pero no menos importante, las constantes bromas pesadas de los trabajadores del área de robótica.

Su edad era la que atraía todo tipo de reacciones, desde críticas a burlas que Irie no entendía. Pronto se sintió como si hubiera vuelto a la escuela, rodeado de un ambiente incomodo y de personas irritantes.

Aun así, su trabajo era su deber y Byakuran necesitaba de él así que seguía adelante, si bien las burlas llegaban a ser molestas, eso no evitaba que el adorara su trabajo ya que aprendía mas de lo que ya sabia cada día que pasaba. Esa pasión por su trabajo pronto atrajo la atención de uno de los empleados de robótica, Spanner, él jefe de de aquella área, un hombre de aspecto calmado y serio que se dedicaba exclusivamente a su trabajo y rara vez prestaba atención sobre las personas que lo rodeaban.

Razón por la cual todos tomaron con sorpresa el que este se acercara a Irie, al grado de verlo como amigo, incluso al punto de encargarse de ponerle fin a las burlas y bromas de mal gusto que giraban en torno al pelirrojo, algo en lo que anteriormente jamás intervenía el de cabellos rubios.

Fue de aquel modo que el ambiente de trabajo de Irie mejoro y pese a que no se llevaba bien con todo el mundo, el trabajar con Byakuran y el apoyo y amistad de Spanner era suficiente.

Todo fue bien por un par de meses, hasta que un día cualquiera al llegar al trabajo se encontró con Byakuran saliendo de la oficina.

-Buenos días Byakuran-san – saludo Irie con una suave sonrisa en los labios.

-Ah Irie ya llegaste, que bien justo a tiempo – exclamo el peliblanco sonriente, acercándose al pelirrojo – Acompáñame, tenemos que salir a encargarnos de algunas cosas.

-Ah claro… aunque aun no terminaba de revisar los prototipos para el…

-No te preocupes, Spanner se encargara de eso, anda vamos – Apreciso el peliblanco.

-E-entendido Byakuran-san – exclamo Irie y ante su respuesta afirmativa ambos caminaron directo hacia el ascensor.

Una vez dentro, Byakuran fue quien pico el botón para que les llevara al primer piso y después de que la puerta se cerró los dos permanecieron en silencio. Y mientras los números cambiaban conforme al piso que pasaban, Irie giro suavemente su rostro para mirar al mayor que yacía a lado de él.

Aunque trabajaba cerca de este, aunque ya conocía a la perfección cada rasgo y expresión facial, no podía dejar de contemplarlo, tal vez era por que jamás creyó que estaría tan cerca de este, lo suficientemente cerca para deleitarse con el aroma del costoso perfume de este o sentirse observado por aquellos profundos ojos color violeta, como en aquel momento que Byakuran se giro a verle, descubriendo que le miraba fijamente.

-¿Pasa algo Irie? – pregunto el peliblanco sacando a Irie de su mente.

-A-ah… no, bueno…- mascullo tosiendo un poco, para retomar la compostura- Me preguntaba, sobre que cosas se refería. – acompleto, felicitándose mentalmente por lograr formular una excusa.

-Es una sorpresa Irie, no seas curioso – se sonrió Byakuran mientras cerraba los ojos - ¿Qué no sabes que la curiosidad mato al gato?

-Jaja… Lo siento – Exclamo en una risa incrédula, casi sintiendo por un momento que aquellas palabras sonaban amenazadoras.

-Esta bien~ - exclamo Byakuran al momento que el ascensor se abría – Andando.

Tras esto ambos salieron del ascensor y sin perder tiempo se encaminaron fuera del edificio, tomando dirección hacia el estacionamiento, deteniéndose donde yacía el auto del peliblanco.

-Bien, sube Irie – invito este mientras abría la puerta del copiloto. A Irie le tomo un poco de tiempo procesar aquello, pero asintió y subió, acomodándose en el asiento, luego Byakuran abordo.

Así el auto arranco dando inicio la travesía de ambos, el viaje estuvo rodeado de una platica de negocios, ya que era de lo que iban a ocuparse, aun así Irie no cabía de la emoción, pues el estar en el auto de Byakuran era otro nivel de fantasías que alguna vez llego a tener.

Viajando en una nube literalmente, Irie y Byakuran iniciaron su recorrido, teniendo programadas ya cada una de sus paradas.

Uno tras otro atendieron cada compromiso, principalmente Irie noto que a Byakuran le apresuraba cerrar cada negocio ese día, pues por lo que tenia entendido, rara vez Byakuran asistía en persona a atender aquellos asuntos, por lo general era Genkishi quien se encargaba de todo.

A pesar de que se sintió intrigado, no podía negar que disfrutaba de la compañía de Byakuran lejos de la corporación, donde Kikyo no estuviera mirándole tan fijamente provocándole inquietudes.

Perdiendo incluso la noción del tiempo, cerca del atardecer, ambos terminaron su travesía de negocios, y ahora yacían descansando dentro del auto del peliblanco revisando los detalles.

-Ya quedo todo en orden Byakuran-san – exclamo Irie desde su lugar mientras cerraba la carpeta que sostenía entre sus manos.

-Ahhh menos mal – suspiro el peliblanco mientras llevaba a su boca un malvavisco, el cual disfruto notablemente –Buen trabajo Irie.

-Ah gracias…- se sonrió nerviosamente este, sintiendo incluso que su cara se calentaba un poco- Me alegra verlo tan relajado.

-Si, necesitaba terminar todos estos asuntos hoy mismo – respondió el peliblanco mientras continuaba devorando sus golosinas- Bueno Irie, solo queda un compromiso mas, ¿Listo?

-Ah, ¿uno mas?...- susurro un tanto confuso, ya que no tenían ninguna cita mas programada- Supongo.

-Tranquilo, no es nada complicado – se limito a decir Byakuran mientras llevaba otro malvavisco a la boca, a la par que encendía nuevamente el auto.

Intrigado por el destino al que iban, Irie se mantuvo en silencio, de hecho ambos se quedaron en silencio, sobretodo por que no fue mucho lo que recorrieron de camino, antes de detenerse ante una gran reja.

Fue entonces que la vista de Irie se movió hacia el frente, sobre todo cuando la reja se abrió y tras recorrer el camino que yacía en medio de un hermoso jardín, Byakuran detuvo el auto a la entrada de una gran mansión.

El pelirrojo contemplo aquello notablemente impresionado, pues no solo se trataba de la casa, si no también de las distinguidas personas que entraban, ante lo cual Irie se sintió un tanto cohibido.

-Listo, aquí es – exclamo Byakuran al momento que abría la puerta para bajarse del auto.

-¿A-aquí? – soltó incrédulo Irie, mientras su puerta era abierta por uno de los jóvenes que atendía el ballet parking- Vaya… que pena – susurro este sin tener mas remedio, bajo del auto y tan rápido como pudo se aproximo a Byakuran con la profunda sensación de que no debía estar ahí- Byakuran-san… No creo que tenga la ropa adecuada para este tipo de lugar…

-Jajaja que gracioso Irie – rió suavemente el peliblanco mientras se acomodaba el saco – Tu solo relájate, anda vamos para eso te traje – incito mientras pasaba su brazo por los hombros del menor, jalándole consigo para entrar al lugar.

Ante aquel gesto Irie no pudo protestar mas, estar en los brazos de Byakuran le hizo suspirar, aunque seguía sintiéndose incomodo, sobretodo por que al entrar al lugar las personas le miraron fijamente, como si no encajara, vaya hasta los sirvientes le veían con desdén.

Mas Irie noto que a Byakuran no parecía importarle aquellas miradas, así que decidió ignorarlas logrando así percibir lo que sucedía a su alrededor, había muchas voces pero principalmente había música, conforme mas se adentraban dentro de aquella mansión mas fuerte era la música, hasta que se detuvieron en la entrada al lugar de donde provenía la música y las voces.

-Bueno, aquí es, yo entrare primero y después tu – le indico al de anteojos mientras le soltaba suavemente, dejando una extraña y fría sensación en su piel - no te desapartes mucho ¿Eh?

-Claro Byakuran-san, no lo perderé de vista – Sonrió Irie, aunque aun sintiendo escalofríos en su espalda.

-Perfecto – exclamo él peliblanco complacido – bien, aquí vamos – se dijo mas para si mismo y entonces entro al lugar.

Irie le vio perderse dentro de las luces brillantes que iluminaban el lugar y tomándose un par de minutos vacilando, suspiro y entro de igual modo a paso firme.

Bien pudo huir pues, en cuanto entro la gente le miro con cierta confusión, mas Irie no les puso atención pues sus orbes verdes se centraron en admirar aquel lugar, se trataba de un gran salón, de exquisito diseño, había ventanas grandes que dejaban ver el exterior el paisaje de la noche. Había flores decorando el lugar, al igual que música y comida. Haciendo un perfecto equilibrio con toda aquella gente de ropa tan fina.

Irie admiro maravillado cada detalle, pues aquellas cosas solo se veían en revistas o a través de una pantalla, pero en ese momento el estaba ahí.

Por un momento su mente le gritaba que todos sus sueños se hacían realidad y que cada uno de sus sacrificios se justificaban en ese preciso momento, pero entonces la música paro y la burbuja se reventó. Entonces su atención se fue directamente al centro de la pista, donde contemplo a Byakuran a lado de una distinguida pareja.

-¿Byakuran-san?...- susurro Irie ladeando el rostro ante la escena, guardando silencio cuando el hombre a lado de Byakuran toco suavemente su copa con una pequeña cuchara.

-Atención por favor- exclamo el caballero con voz fuerte y clara, mientras todos los presentes ponían sus ojos sobre estos- Primero que nada, quiero agradecer a todos su presencia, nos alegra mucho tenerlos aquí, para presenciar este momento… Uno que pensé no llegaría – agrego con una expresión un tanto incrédula, algo que causo una suave risa en los presentes a excepción de Irie, que seguía sin entender- Pero finalmente, en una semana nuestro hijo, Mukuro, se graduara de su escuela de leyes- exclamo con orgullo mientras algunas palmas resonaron, de manera educada y calida. Después pararon y los presentes miraron confusos a su alrededor, a la par que algunos murmuros se escucharon- ¿Mukuro?...- llamo el mayor mientras fruncía suavemente el ceño.

-Aquí estoy padre…- se escucho una juvenil voz desde la entrada.

En ese momento todos se giraron hacia donde aquella voz resonaba, incluso Irie, encontrándose frente a frente con el dueño de aquella voz, se trataba de un joven de cabello azulado y largo, atado en una coleta, su ropa refinada y sus orbes azules hicieron que Irie se sintiera algo intimidado, sobretodo cuando su mirada y la de aquel joven se toparon frente a frente, mirándose detenidamente por algunos segundos.

-Ah… ¿Dónde estabas? ¡Apresúrate!- ordeno el mayor, rompiendo aquel momento.

-Ah… Con su permiso – pidió educadamente el peliazul, ante lo cual Irie se hizo aun lado, aunque mas por inercia pues su estomago empezó a causarle dolor, estaba nervioso.

En cámara lenta, Irie se giro al mismo tiempo que el peliazul llegaba a donde le esperaban, parándose a un costado de Byakuran y mirando hacia el frente.

-Bueno, ¿En que estaba? – cuestiono el mayor mirando a su esposa.

-El anuncio, cielo – le susurro la mujer.

-Ah, si – exclamo y tosió suavemente para aclarar su voz- Como decía, esta decisión se había tomado desde hacia algunos años, pero decidimos esperar a que Mukuro se graduara para comunicarles la noticia y aunque aun falta una semana, creo que es el momento – se sonrió haciendo una pausa y prosiguió- Tenemos el honor de anunciarles el compromiso formal de matrimonio entre nuestro hijo Mukuro y el señor Byakuran Gesso.

Las exclamaciones de felicitación y los aplausos se dispararon como fuegos artificiales inundando el gran salón, pero para Shoichi el tiempo pareció congelarse al tratar de procesar lo que acababa de escuchar.

Varios falsazos inundaron el salón, como destellos de estrellas fugaces, incluso la prensa estaba ahí, ni siquiera Irie se dio cuenta cuando estos llegaron, pero después de todo la prensa era así, nunca sabias por donde llegaban.

Pronto las personas en el salón se acercaron a la “feliz pareja” llenándolos de felicitaciones hipócritas y preguntas curiosas.

Irie no se movía, y simplemente escuchaba lo que el padre de aquel joven y hasta el mismo Byakuran decían.

-¿Y cuando será la boda? – se escucho aquella pregunta en el aire.

-En dos meses~ - respondió claramente y sin titubeos la voz de Byakuran.

En ese momento Irie sintió algo extraño en su pecho, sintió deseos de salir corriendo, pero sus piernas no se movieron, y simplemente se quedo ahí contemplando a aquella pareja y lo bien que Byakuran se veía a lado de aquel distinguido joven.

El resto de la velada fue algo que la mente de Irie no se preocupo en recordar, ni siquiera el como había regresado a casa en un taxi, ya que Byakuran estaba demasiado ocupado respondiendo preguntas para la prensa, que seguramente tendrían la noticia bombardeando su mente al amanecer.

Por primera vez en mucho, mucho tiempo, ni siquiera el llegar a casa y recostarse fue suficiente para que Irie olvidara lo que había visto esa noche. No quería escuchar a su mente, pero esta no dejaba de repetirse varias preguntas y respuestas.

A veces su mente le decía que él ya sabia que tarde o temprano el peliblanco se casaría, que las fantasías no duraban por siempre. Pero había otra parte en su cerebro que le decía que la fantasía y la realidad no estaban obligadas a estar juntas y que podía seguir fantaseando cuanto quisiera.

Tantos pensamientos terminaron agotándolo y sin darse cuenta se quedo dormido, aunque su descanso fue intranquilo, pues la realidad y la fantasía siempre habían causado guerras constantes en su cerebro y sus emociones.

Fantasía o no, la verdad era que el amor platónico que sentía por Byakuran se había intensificado desde que trabajaba junto a este. Realmente no lo conocía, pero simplemente su corazón palpitaba rápidamente cuando este abría sus ojos y le dedicaba una de sus profundas miradas.

En una encrucijada de emociones Irie despertó al siguiente día, ese día no iría a trabajar ya que era fin de semana, así que se dedico a descansar que buena falta le hacia. Desconectándose por completo del mundo por aquellos días.

El peor fin de semana que Irie pudo tener, y el inicio de su semana iba a ser peor, por que en el trabajo todo seria mas complicado por que estaría a lado de Byakuran y no podría descansar sobre el tema, por que era un hecho que seria algo que se mencionaría todo el tiempo.

Pero para su suerte y en un acto de un poco de compasión del destino cuando llego a la oficina Byakuran no estaba. Y pronto Genkishi, el vicepresidente, le dio la noticia de que Byakuran no asistiría a trabajar en varios días, resumiendo la razón a “asuntos personales”

Irie acepto aquello y agradeció que Genkishi fuera tan reservado. Otra cosa que noto en los días siguientes fue que Kikyo lucia serio, pero no en el sentido negativo, si no que este parecía triste, hasta al punto de la frustración a tal grado que no tenia tiempo de atormentarlo, como era costumbre del peliverde cada vez que se lo topaba.

Un par de semanas pasaron y no había rastros aun de Byakuran, pero bastaba escuchar la televisión o leer las revistas para darse una pista de la razón. Todo en la corporación iba a la perfección así que nadie se molestaba en preguntar.

-Listo…- hablo Spanner al momento que terminaba de hacer el último ajuste- Ya esta, la supercomputadora para esos europeos.

-Si, todo en orden – dictamino Irie alejando la vista de la pantalla, admirando el trabajo terminado- Justo a tiempo – agrego y al instante se puso de pie.

-Hum…- mascullo Spanner metiendo su paleta a su boca, mirando analizante el aparato- ¿Crees que Byakuran regrese a tiempo para entregar esto?... Kikyo me dijo que él quería presentarlo personalmente.

-Bueno, si ese es su deseo seguramente lo hará – respondió Irie mientras se recargaba en uno de los pilares de la habitación, con la mirada perdida en algún lugar.

-Todos actúan extraño aquí desde que él se ausento,  principalmente Kikyo y tu – exclamo Spanner acercándose a este, posando una de sus manos sobre el hombro de este- ¿Ocurre algo?

-… No, ¿Por qué lo preguntas? – cuestiono en un tono de voz suave, como tratando de no darle importancia a lo que seguía torturándolo en su mente.

-Shoichi… desde hace días que actúas así… - comento Spanner estando mas que al tanto de la forma en la que este se comportaba, como si algo lo oprimiera y no lo dejara hablar o sonreír.

-No es nada – insistió Shoichi girando su cabeza para ver al rubio, y aunque sus ojos yacían ocultos tras los cristales de sus gafas, Spanner noto que había cansancio en estos- Me tengo que ir, Genkishi querrá revisar esto.

-Shoichi…- Mascullo inconforme con aquella respuesta - Puedes contármelo.

-Ahh…- suspiro Irie, ya en su limite, ciertamente aunque Spanner no era muy conversador, era muy observador- Solo, el asunto del compromiso de Byakuran-san me tomo por sorpresa es todo.

-Ah, eso – susurro Spanner relajándose – Bueno no eres el único, pero no es la gran cosa.

-Lo se, solo es algo tonto – se sonrió Irie, tratando de verle el lado divertido a las estupideces que rondaban su mente- Aunque veo que no tengo alucinaciones, tu también has notado raro a Kikyo.

-Ah si, aunque de él no me sorprende – exclamo él rubio, mientras sacaba su paleta de la boca- No le hace gracia que Byakuran se case.

-¿E-enserio? – Pregunto él pelirrojo con sorpresa - ¿Por qué?

-Por lo que he escuchado Byakuran pretende quitarle a Kikyo el puesto de abogado de la empresa para dárselo a su futuro esposo – comento Spanner memorizando aquello- Eran solo rumores, pero por su actitud empiezo a creer que es así.

-Si, de hecho, explica muchas cosas…- Susurro Irie pensativo, pero a la vez dándose cuenta de lo incomodo que le seria trabajar viendo a Byakuran todo el tiempo a lado de su prometido, sobretodo con sus volubles emociones.

-Si, aunque de Kikyo lo entiendo… ¿Pero de ti? – Cuestiono Spanner con notable interés por aquella respuesta.

-Ah… bueno – exclamo un tanto sorprendido por la pregunta, pensando en una respuesta que no le pusiera en evidencia.

-Creo que has tenido días muy ocupados, ¿Debe ser por eso verdad? – hablo Spanner ante el silencio del pelirrojo.

-Si, no he dormido bien en estos días – Respondió, aunque nada mas que la verdad. No había dormido bien, lo de Byakuran se había metido en su mente como una enfermedad.

-¿Te gustaría ir a tomar un café?- Invito Spanner, tomando por sorpresa al pelirrojo.

-¿De verdad? – pregunto Irie mirándole con una suave sonrisa.

-Si, ya termine esto. Además se de un lugar nuevo donde hay música en vivo todas las noches – agrego, sabiendo a la perfección cuanto amaba Irie la música.

-Suena emocionante, quiero ir – sentencio con seguridad- Solo llevare los papeles del computador a la oficina de Genkishi para que vaya programando el envió.

-Bien, te espero en la recepción– sonrió suavemente Spanner, como pocas veces lo hacia, algo que lo hacia mas especial.

-¡Claro, no tardo! – respondió con una amplia sonrisa, una que hacia días no había podido dibujar en sus labios.

Tras aquello el pelirrojo salio del lugar y se apresuro a ir a las oficinas en la parte superior de la corporación, para dejar en el escritorio de Genkishi la información.

Después de dejar todo en orden Irie tomo todas sus cosas y tomando dirección a la recepción se encontró con Spanner, saliendo así juntos del edificio.

Caminaron algunas calles charlando sobre otros asuntos, y mientras caminaban Irie se desconecto del resto del mundo, el hablar con Spanner le hacia siempre olvidarse de todos y simplemente concentrarse en ponerle atención al rubio, los temas que tocaban siempre eran interesantes y sobre todo la compañía y la sabiduría que el mayor poseía le hacían sentirse de lo mas cómodo.

Tras algunos minutos arribaron al café y dentro disfruto no solo de la adictiva cafeína, también dejo que la música de aquella noche inspirara su mente para olvidarse de fantasías estupidas.

A tal grado que cuando Irie llego a casa y se fue a dormir, pudo hacerlo con tranquilidad, su mente ya había analizado las cosas y finalmente como en todo libro de cuento de hadas, su fantasía ya había llegado a su fin, ahora tenía un brillante futuro y debía tener por lo tanto, nuevas metas.

Los siguientes días fueron igual, con la diferencia de que Irie ya no se perturbaba por el asunto de la boda de Byakuran, aun pese a que este ya llevaba ausente casi un mes. No se cuestiono aquello, de por si las bodas llevaban mucho tiempo. Al final del día, lo único que pasaba por su mente era el salir con Spanner a relajarse un rato a aquel rustico café. Realmente él pelirrojo sentía que lo había logrado, que su mente se había curado y que ahora estaba listo para enfrentar cualquier realidad, después de todo, todo en esta vida tiene arreglo… ¿Cierto?

El tiempo nunca se detenía y pronto la fecha límite de dos meses se redujo a unas cuantas semanas.

Otro día e Irie arribaba a la corporación con tranquilidad, iba sumido en su mundo a causa de que escuchaba música, pero entonces un suave empujón lo devolvió a la realidad.

-Lo siento…- se disculpo levantando la mirada, encontrándose cara a cara con cierto peliverde, y por alguna razón el solo verlo le provoco un escalofrió – “Esta… ¿Sonriendo?” – pensó él pelirrojo, extrañado, ya que Kikyo hacia semanas que ya ni pestañeaba.

-Buenos días, Shoichi.- Saludo Kikyo, aunque en un tono de voz que le helaría la sangre a cualquiera. Luego simplemente subió las escaleras que le llevaron a la puerta para entrar al edificio.

Irie miro shockeado a este, sin responder y tan rápido como sus piernas le dieron se adentro al edificio. En el momento que sus pies tocaron el piso de la recepción, noto y sintió que algo no andaba bien. Todo estaba en su lugar, pero su piel, incluso lo sentía en sus huesos, el ambiente era distinto.

Mas no quiso apresurarse a ser paranoico, lentamente se adentro más y más al edificio y en su camino miraba que algo se había apagado. Desde la entrada, incluso desde el elevador podía ver como todos los empleados, sus compañeros, lucían tensos.

Había grupos en determinados lugares rumoreando y contándose cosas en voz baja, algunos se reían, pero no eran risas alegres o juguetonas, eran risas maliciosas y burlonas, desagradables, aun más desagradables de las que él recordaba tras haber sido por un tiempo victima de sus compañeros.

Todo era irreconocible para el, incluso llego a pensar que se había equivocado de edificio. Entre sorpresas en cada uno de sus pasos arribo a su área de trabajo, encontrándose con su escritorio lleno de documentos, principalmente de dispositivos que iban a ser enviados al extranjero.

Irie rápidamente se encamino a la oficina de Genkishi, deseoso de una muy detallada explicación.

-Genkishi, ¿puedo entrar? – cuestiono después de tocar la puerta.

-Adelante- respondió tan calmo como siempre el pelinegro. Después Irie cruzo la puerta, y este le miro profundamente – que necesitas Irie, deberías estar arreglando esos envíos…

-Lo se pero, ¿por que no se habían enviado antes? hace semanas que yo entregue la información con las especificaciones.

-Es un asunto que no te incumbe…- se limito a responder Genkishi, mientras volvía su mirada hacia el computador- Solo lee las nuevas especificaciones y envíalos de una vez, de otro modo nos meteremos en mas problemas, ya hay muchos clientes molestos.

-¿¡P-pero no entiendo!? – cuestiono estupefacto Irie, el estaba al tanto de todo, muchos de aquellos diseños hacia días que había vencido su fecha limite de entrega, como era que Genkishi estaba tan tranquilo ante esa situación, cuando la corporación jamás se había retrasado en el pasado.

-Baja tu tono de voz Irie – hablo Genkishi con seriedad- Ninguno de nosotros tiene la culpa de este desastre, así que puedes estar tranquilo, pero si no lo resolvemos entonces todos estaremos en problemas, ¿lo entiendes? Ahora vete a terminar eso… hoy mismo debe quedar todo cubierto, así que yo que tu me apresuraría.

Ante aquellas palabras Irie supo que no serviría de nada insistir, y lleno de confusión abandono la oficina, y corriendo volvió a su escritorio poniéndose a trabajar tan rápido como podía. Escribir aquellas especificaciones de nuevo y contactar al servicio de envió le llevaría horas, además de que aun debería pasar por cada área a entregar las especificaciones hasta que le confirmaran, aquello iba a ser un infierno y tan rápido como esa palabra surcaba su mente no podía evitar recordar la expresión que había en el rostro de Kikyo, no es que creyera que este fuese el culpable pero, era como si este ya supiera desde mucho antes que habría un gran desastre y ahora le alegrara el caos en la corporación.

Y así inicio el día de Irie, y a la velocidad que sus manos le daban trabajo por horas, frente al computador y haciendo tantas llamadas como podía, al final del día corría por cada área dejando las especificaciones de cada prototipo, para que estos se fueran a la primera hora de la mañana, tras recorrer cada lugar sus manos quedaron ocupadas por una sola hoja.

-Eh… pero, esto de que es – cuestiono pues el contaba con que ya había quedado todo en orden, al leer el nombre del artefacto al que pertenecía palideció -Aun… ¿Sigue aquí?...- mascullo en un hilo de voz, para al instante salir corriendo.

Llego hasta el ascensor, y con el estrés dibujado en su rostro bajo de este cuando apenas si la puerta ya se había abierto, entonces se precipito ante la entrada a su destino y con la respiración agitada admiro con completo asombro que el computador en el que Spanner había trabajado arduamente y que se suponía debía haberse enviado días atrás a Europa, aun seguía ahí.

-¿Shoichi?...- exclamo una voz a la distancia, y tras un par de segundos el rostro de Spanner se asomo desde la parte trasera del lugar- Shoichi, ¿Qué haces aquí? – cuestiono, saliendo de donde estaba mientras cargaba en una de sus manos una gran caja de herramientas.

- P-pero por que el computador sigue aquí… Se supone que ya debería estar en Europa. – cuestiono rápidamente él pelirrojo, tratando de controlar su respiración.

-Si, pero no se que demonios paso, y por alguna razón nadie vino por el computador – Informo mientras ponía la gran caja de herramientas sobre la mesa.

-Así que tampoco te dijeron el por que – susurro Irie con la respiración un poco mas calmada.

-Lo único que se, es que Byakuran debía confirmar y autorizar este envió, ya que es el mas importante… pero debo suponer que no lo hizo.

-No, eso no es posible, Byakuran-san jamás descuidaría un trabajo tan importante – contradijo Irie rápidamente las palabras del rubio.

-Irie… - mascullo Spanner, apunto de decir algo, cuando de improviso Genkishi entro al lugar, acompañado de algunos hombres.

-¿Ya esta lista Spanner?- pregunto directamente, sin importarle si había interrumpido la charla de estos.

-Si, ya esta Genkishi, se la pueden llevar – asintió Spanner, haciéndose a un lado.

-Bien, adelante caballeros – indico Genkishi a estos que entraran – tengan mucho cuidado, ¿Irie tienes las especificaciones? – se giro a ver al pelirrojo.

-Ah… si aquí están – entrego el papel, que rápidamente Genkishi tomo y tras revisarlo se lo entrego a uno de los hombres.

- Aquí esta la especificación, debe estar hoy mismo en el aeropuerto lo antes posible, para que se envié mañana a primera hora.

-Si señor- acato el hombre y entonces mirando la hoja indico a sus compañeros como debían sacar aquella gran maquinaria.

-Entonces, ¿Byakuran presentara el computador? – pregunto a Spanner.

-No, yo iré en su lugar…- Respondió Spanner con un tono de voz un tanto inconforme.

-Pero creí que Byakuran-san quería entregarla personalmente – exclamo Irie un tanto intrigado ante la respuesta del rubio.

-Spanner es el mas adecuado para llevar el computador y presentarlo – interrumpió Genkishi – Ni yo, ni Kikyo podemos dejar la corporación descuidada… y Byakuran-san esta muy ocupado ahora…

-Entiendo…- se limito a responder Irie, aunque aun mas intrigado. La actitud de Genkishi pero principalmente de Spanner eran extrañas, notaba que él rubio estaba inconforme cuando él recordaba que este alguna vez le contó que llegar a presentar uno de sus trabajos personalmente le haría muy feliz. Más en ese momento parecía enfadado.

- Ya esta listo – hablo Spanner llamando la atención de ambos.

-Entendido Spanner… - respondió Genkishi– ellos llevaran el computador para prepararlo para que no sufra daños así que debes apresurarte y asegurarte de que suba a ese avión ya que no se moverá del aeropuerto hasta entonces, así que te sugiero que te retires ahora a preparar tus maletas -  finalizo mientras miraba fijamente a este.

-Claro, solo veré que lo suban y me retirare.

-Bien, entonces los espero haya abajo – Respondió Genkishi, y sin mas abandono la habitación, luego después de que salio los hombres que iban a llevarse el computador, empezaron a sacar este, cada uno llevando la respectiva parte, cada una igual de importante y frágil.

Uno tras otro, bajo el ojo vigilante de Spanner, se llevaron consigo cada pieza hasta terminar.

-Bueno… - mascullo Spanner, mirando al pelirrojo – Me voy Irie, debo ver que no haya complicaciones.

-De acuerdo… Supongo que te veré en algunos días – comento Irie, sabiendo que aquel viaje iba a ser un poco largo.

–Ciertamente…- Respondió Spanner, mirando fijamente al pelirrojo -me hubiera gustado que me acompañaras.

-¿Yo? – cuestiono Shoichi curioso.

-Si, me habrías ayudado mucho, sabes de este computador tanto como yo– Recordó, mientras sacaba la paleta de su boca.

-Ah, bueno si, pero soy malo hablando frente a multitudes… - susurro el pelirrojo sudando una gota ante la idea de estar ante la mirada de tantas personas – Se que tu lo harás muy bien Spanner- Finalizo posando su mano sobre el hombro del rubio, en señal de apoyo.

Ante las palabras de Irie, pero sobre todo al sentir la mano de este sobre su hombro, Spanner se quedo en silencio, como analizando algo que rondaba en su mente desde hacia un tiempo.

Esas palabras seguían dentro de el, clamaban por salir de su boca, para que de una vez por todas Irie las supiera.

En un movimiento que sorprendió al mismo Irie, Spanner tomo la mano que yacía sobre su hombro y le sujeto con firmeza a la par que miraba a un confundido pelirrojo a los ojos.

-¿Spanner?...- susurro Shoichi sintiéndose extraño. La mirada del rubio era muy intensa, tanto que sin saber por que sintió calor en sus mejillas.

-Irie…- mascullo Spanner apretando suavemente la mano de este, como si hubiera impotencia naciendo en el. Tenia esas palabras atoradas, trataba de decirlas pero no podía, se maldijo internamente – Cuando regrese de Europa, hay algo que quiero decirte…

-¿Y por que no me lo dices ahora?...- Cuestiono Irie mirándolo a los ojos.

-Por que…

-¡Spanner necesitamos algo de ayuda!- grito uno de los hombres desde la distancia.

-Si, si, ahora voy – suspiro profundamente Spanner, soltando la mano del pelirrojo – Me voy Irie. Te veo en unos días. – se limito a decir, dándole la espalda para dirigirse a la salida.

-C-claro…- mascullo el pelirrojo un tanto desconcertado, de alguna forma aquel momento se había sentido muy distinto a cualquier que hubiera tenido al trabajar con Spanner. Apresurándose a la puerta miro a este alejarse- Buen viaje ¡nos vemos! – lo despidió desde donde estaba, ante su despedida Spanner solo hizo un ademán y finalmente se alejo hasta que se perdió de vista.

Después de aquello Irie se quedo unos minutos de pie mirando a la nada, por alguna razón aquella charla con Spanner había sido muy diferente a cualquiera que llegaron a tener antes, y no era por lo que habían hablado, si no el como se había sentido en esa corta charla.

El pelirrojo bien podía quedarse toda la noche ahí pensando, pero tras verse rodeado de tanta oscuridad se dio cuenta de que estaba completamente solo.

-C-creo que debo irme también…- susurro un tanto incrédulo, no es que creyera en fantasmas, pero temía que algún compañero le jugara una mala pasada y un susto así no lo resistiría.

Con cautela se encamino hacia la salida, divisando en su camino que ya no había absolutamente nadie, ya todos se habían ido, bueno excepto el vigilante, pero ya no había ningún otro trabajador, ni siquiera Genkishi y de Kikyo ni hablar, este incluso se había ido mucho antes que el resto. Al parecer tenía algo aun más importante que hacer.

Luego de tomar sus cosas y tan rápido como sus pies podían, Irie salio de la corporación, una vez fuera se despidió del vigilante, tomando camino a casa. Por suerte las calles estaban iluminadas y aun había una que otra persona, después de todo el centro siempre estaba algo concurrido.

Ya en el centro caminaba mas tranquilo, sabia que solo era cuestión de minutos para llegar a casa. Solo quería llegar y recostarse, estaba agotado y se sentía extraño, pues aun estaba atónito por las palabras de Spanner, aquel “tengo algo que decirte” no paraba de darle vueltas.

-Y ahora la nota del día – hablo una voz femenina de improviso, a la distancia. Venia desde una tienda de electrodomésticos, cuya vitrina exhibía varios televisores que sintonizaban el mismo canal. Irie iba en su mundo, sumido en su música entonces en un movimiento por inercia de su cabeza giro hacia la tienda y rápidamente se detuvo al divisar en la pantalla de las noticias de ultima hora la imagen de alguien bien conocido para él, se retiro los audífonos y escucho atentamente- Los rumores empezaron hace días, pero hoy parece haberse confirmado que el compromiso entre el empresario Byakuran Gesso y el heredero de la familia Rokudo…

-¿Eh?...- Irie puso toda su atención en aquellas palabras, pero entonces los televisores se apagaron estrepitosamente al compás de las luces de la tienda, esta ya había cerrado – Creo que ya estoy alucinando por el cansancio…- se justifico rápidamente, volviendo su atención a la calle, algunos segundos después su celular empezó a vibrar y teniendo la posibilidad de que se tratara de Spanner respondió rápidamente- Ah… ¡Spanner!

-I-Irie…Necesito q-que vengas por mi Jaja – hablo apenas audible una voz masculina.

-¿Qué?...- mascullo Irie intrigado, luego miro en la pantalla al dueño del numero, cambiando su expresión a una incrédula – ¿¡B-Byakuran-san!?

-Si… el mismo. Necesito que vengas por mí, ahora…

-Ah… Claro. ¿Dónde se encuentra? – cuestiono rápidamente.

-Humm… cerca de la avenida principal, por donde esta la estación del tren – indico el mayor, aunque en el tono de su voz se notaba que tenia dificultad para ubicarse.

-Ah, ya se donde es… esta a unos minutos de donde estoy, espere ahí, no se mueva – pidió Irie mientras empezaba a caminar.

-De acuerdo…

Al finalizar la llamada el pelirrojo apresuro el paso, sin duda aquel día iba a ser el mas agitado en toda su vida, aun mas que cualquiera del de sus días de universidad. Bastaba con decir que estaba demasiado cansado, como para pensar en por que Byakuran quería que fuera por él.

En todo el camino no pensó en eso ni en nada, y tras aproximadamente veinte minutos, arribo a el lugar que Byakuran le había indicado. Al instante un escalofrió recorrió a Irie, la soledad de la calle le daba mala espina y no alcanzaba a ver el auto del peliblanco.

Recorriendo lentamente la avenida, con pasos dudosos se cuestiono su decisión de ir, bien pudo negarse o excusar que estaba en casa, los escalofríos pronto empezaron a recorrer su piel acompañado de un sudor frió.

-¿Byakuran-san?...- llamo en voz alta, escuchando el eco de su voz en la oscuridad- A-ah… C-creo que no esta…- balbuceo y rápidamente se giro, chocando de golpe con alguien - ¡Ahhh! – grito exaltado.

-C-calma Irie… ¡Soy yo!

-Byakuran-san…- miro de inmediato al susodicho y su expresión cambio a una sorprendida – ¿¡Byakuran-san!? – grito estupefacto al ver mejor al mayor. Jamás en su vida espero llegar a ver a este como en aquel momento, la camisa y corbata estaban desalineada, su cabello estaba desordenado y además había un fuerte olor a alcohol alrededor de el.

Al pelirrojo le tomo varios segundos procesar aquella imagen, solo que tuvo que reaccionar cuando noto que Byakuran se tambaleaba demasiado hacia el suelo, así que rápido corrió a sostenerlo.

-A-Agh… B-Byakuran-san, A-apoyase un poco…- pidió tratando de sostener con algo de dificultad al otro.

-Ehhh... ¿Insinúas que estoy gordo Sho-chan? – cuestiono el peliblanco en un tono de voz algo infantil.

-¿¡S-Sho-chan!? – Se sobresalto Irie ruborizándose de golpe, pues Byakuran jamás había tenido tantas familiaridades con el- A-ah… V-vamos a su casa… ¿T-trajo su auto?

-No~… no recuerdo donde lo deje Jaja – rió bobamente mientras se apoyaba un poco en el pelirrojo, tratando de mantenerse en pie.

-Ahh… pero como puede andar así en la calle… aunque con el auto seria peor – analizo rápidamente- Necesitamos un taxi.

-¡No será necesario!- exclamo Byakuran – Tengo un departamento a algunas cuadras de aquí… creo – analizo con una cómica expresión en su rostro.

-¿Aun?… Quiero decir… Si, se donde esta, vamos – musito Irie empezando a andar, con algo de dificultad.

-¿Ehhh?... Sho-chan a que te refieres con ese “¿Aun?” – pregunto con una sonrisa entretenida.

-Por nada ¡vamos rápido! Las calles no son seguras – insistió Irie tratando de no tocar mas el tema, no quería lucir como un acosador, pero en algunos detalles estaba más que al tanto de la vida del peliblanco.

-Jajaja Así que Sho-chan tiene secretos~ - se sonrió Byakuran completamente divertido, mientras a duras penas era llevado por Irie.

Definitivamente aquella situación era una que Irie jamás se imagino, tal vez si no estuviera tan cansado se sentiría en las nubes, la cuestión era que Byakuran no era tan liviano como las nubes, si es que aquello tenia sentido. Después de cinco cuadras caminando en medio de la noche, Irie y Byakuran finalmente arribaron al complejo de departamentos, por suerte en las cuadras finales él peliblanco había recuperado un poco más de movilidad, así que cuando Irie le subió al ascensor no tuvo demasiada dificultad.

Para cuando el ascensor se abrió, no hubo necesidad de buscar el número de departamento, ya que todo ese piso le pertenecía al peliblanco.

-Aquí es…- suspiro Irie, con suaves gotas de sudor bajando por su frente y algo asoleado – ¿Tiene la llave?

-Ah, si claro…- exclamo el peliblanco, mientras se apoyaba un poco en el muro para rebuscar en sus bolsillos, torpemente saco su cartera y tras tirar algunos papeles y demás saco una tarjeta – aquí esta.

-¿E-esos papeles son importantes? – pregunto incrédulo Irie.

-Ah, creo que si, puedes recogerlos por favor Sho-chan, mientras abro.

-Bueno, pero tenga cuidado – pidió soltándolo, viendo que este no se cayera y siguiera apoyado del muro.

Cuando vio que él mayor se sostenía, se inclino y entonces rápidamente recogió aquellos papeles, había un par de tarjetas de crédito, algunas notas y ticket, pero una de esas notas llamo su atención, sobre todo por que tenia el logotipo de una distinguida joyería de Tokio.

-Esto es…- mascullo para si mismo, después percibió el fuerte golpe de algo al caer, al girar se encontró con Byakuran de cara al suelo - ¡B-Byakuran-san! – chillo, parándose rápidamente para ayudar a este a levantarse.

-Estoy bien ¡Estoy bien! – exclamo el peliblanco una vez que Irie le ayudo a sostenerse. De nuevo en pie, cerro la puerta y encendió la luz, admiro el lugar por un momento – Bueno… ahora no me acuerdo mucho… pero este debe ser- analizo sobandose la nariz a la par que trataba de mantenerse de pie.

- Bien, vamos al baño, necesita uno urgentemente – analizo Irie al verlo desaliñado y sucio, además tal vez ayudaría con su borrachera.

-Yo puedo ir solo… creo que tengo fiebre– recalco lo ultimo mirando al pelirrojo.

-¿F-fiebre? – pregunto preocupado Shoichi acercándose al otro, posando sus manos sobre las mejillas de este, percibiendo que en efecto su piel estaba caliente- Ah… D-debe entrar rápido al agua- cerro la puerta y tomo a este del brazo, jalándole apresurado dentro del departamento- ¿Dónde esta el baño?

-J-Jajaja No tan rápido que me mareo~ - rió bobamente el peliblanco, mientas era jalado por el de anteojos- ¡Mejor aquí! – exclamo sorpresivamente, cambiando posiciones siendo el quien jalo al pelirrojo consigo.

Irie se sorprendió al notar la fuerza que el peliblanco había empleado para sujetarlo, junto al olor a alcohol  que se impregno fuertemente en su nariz y el calor que venia de la piel de Byakuran por alguna extraña razón le hicieron tensarse.

- B-Byakuran-san E-espere… ¡Ahh!- grito ahogadamente cuando Byakuran abrió una de las puertas de golpe y con fuerza le arrojo dentro de aquella oscuridad.

El pelirrojo apretó la mirada esperando sentir la dureza del piso, pero en lugar de eso su delgado cuerpo reboto sobre las suaves sabanas de lo que rápidamente reconoció como una cama.

-¿L-la habitación?… Ah…- mascullo abriendo los ojos notando que sus gafas se habían caído- M-mis gafas… -rápidamente con sus manos empezó a buscarlas sobre las sabanas pero entonces sintió el peso de alguien mas sobre la cama y justo cuando se giro para levantarse se encontró cara a cara con Byakuran.

Un grito de sorpresa murió en su garganta, él peliblanco yacía sobre el, usando su cuerpo como bloqueo para retenerlo, pero para Irie bastaba con ver aquellos ojos color lila. Por alguna razón en ese momento había un aire distinto, algo intimidante al punto de provocar que su cuerpo se paralizara. Y antes de que su respiración volviera para que formulara alguna pregunta, sus labios fueron interrumpidos estrepitosamente.

Los labios de Byakuran se posaron ansiosamente sobre los suyos. A Irie le tomo tiempo reaccionar, pues sintió que estaba alucinando, realmente debía estar alucinando, pues ser besado por aquellos labios era algo imposible, ya que Byakuran no tenia por que besarle. Pero pronto las manos de Byakuran aferrándose con una fuerza casi salvaje a su cadera le hicieron saber que estaba en la realidad, sobre todo cuando su boca fue violada por la lengua del peliblanco, inyectando sobre la suya el dulce sabor de los malvaviscos y el alcohol.

Por solo un momento, Irie saboreo aquellos embriagantes sabores, pero cuando las manos de Byakuran se deslizaron bajo su camisa se sobresalto y bruscamente saco su rostro.

-¡Ahh!... ¡B-Byakuran-san D-deténgase!- jadeo empujando al otro, esperando que se retirara, pero para su sorpresa él peliblanco no tenia intención de moverse ni un centímetro.

-No Irie~… - susurro con un tono casi infantil de voz- Quédate conmigo, solo un poco… - mascullo recostando su cabeza sobre el pecho del pelirrojo- O a caso… ¿Tu también me vas a abandonar?...

- ¿A-abandonarlo? – Susurro mirándolo, aquella pregunta le tomo por sorpresa- ¿P-por que dice algo como eso?

- Por que me siento solo…- exclamo aunque con una sonrisa en sus labios – Siempre me he sentido solo…- susurro sobre el pecho del pelirrojo

-Pero… Byakuran-san, usted no esta solo… en la corporación todos lo admiran y mucha gente lo…

-Aduladorees~ - exclamo interrumpiendo al pelirrojo- Solo se trata de eso Irie…

-Y-yo… - mascullo Irie, quedándose pensativo ante las palabras del peliblanco. Nunca había visto al mayor en ese estado, por lo general siempre andaba sonriendo de un lado a otro, todo en su vida era perfecto y sin embargo en ese momento descubría que este no se sentía como aparentaba todo el tiempo- Yo de verdad lo admiro Byakuran-san, desde siempre… y lo quiero…- susurro aquello apenas audible.

-¿Ehh? – levanto el rostro Byakuran, mirando de manera graciosa y sorprendida a lo que Irie reacciono poniéndose completamente rojo.

-A-Ahh Q-quiero decir que lo quiero como a un Ahh…- balbuceo Irie buscando la forma de arreglar aquello, no se había dado cuenta de sus palabras hasta que Byakuran le vio de aquella forma, y por más que lo analizo no podía arreglar lo que ya había dicho. Con vergüenza cubrió su rostro con ambas manos, maldiciéndose internamente.

Hubo un silencio incomodo por largo rato, una eternidad para Irie, deseaba desaparecer. Sobretodo cuando sintió como aun en silencio Byakuran se incorporaba de sobre él. Ante aquello Irie alejo un poco las manos de su rostro para ver lo que pasaba, y admiro como el peliblanco se sentaba a orilla de la cama provocando un extraño nerviosismo que rápidamente lleno la mente de Irie de paranoicos pensamientos, entre los cuales estaba el llegar a ser despreciado por Byakuran y en un punto extremista, perder su empleo.

De por si la mente de Byakuran era un enigma y al no soportar el silencio Irie se incorporo de la cama, mirando a este que le daba la espalda, quería decir algo, incluso tocarlo, pero sentía que cualquier cosa que hiciera podría hundirlo mas.

Finalmente su deseo por desaparecer fue mas fuerte y tan rápido como pudo se levanto de la cama, ni siquiera se iba a tomar la molestia de buscar sus gafas, solo quería irse de ahí, aunque fuera a tropezones.

Cuando sus pies tocaron el piso deseo correr tan rápidamente como sus piernas pudieran, se impulso dispuesto a seguir la luz que había enfrente, esa que provenía del marco de la puerta, pero entonces fue jalado de regreso y la fuerza que había empleado en correr se volvió en su contra y le hizo caer estrepitosamente a los brazos de Byakuran, quien en el ultimo momento le había atraído hacia el.

-¿A-Ahh…? – Irie se miro confuso ante la acción, y sentado sobre el regazo y entre los brazos del mayor se encontró con su mirada, sus ojos transmitían una sensación extraña, una calidez que jamás había visto antes – B-Byakuran-san…por favor…

-¿Es verdad lo que dijiste? – pregunto, pero con seriedad y a la vez suavidad, algo que realmente puso aun mas nervioso a Irie, que entendía perfectamente sobre que preguntaba.

- S-si… P-pero- balbuceo Irie, haciendo un intento mas  por arreglar las cosas, pero su cerebro no le daba forma, mucho menos cuando al mirar a Byakuran, noto una sonrisa ante su respuesta- ¿Byakuran…?

Susurro y entonces sin decir nada, Byakuran se recostó sobre la cama, atrayéndolo con el, abrazándolo contra su pecho. Irie sintió como sus mejillas se encendieron y su corazón latió agitadamente, sintiendo que estaba en un hermoso sueño…

-Entonces quédate conmigo Irie… - susurro Byakuran, apretando suavemente al menor en su abrazo, no queriendo que este se escapara- No me dejes nunca…

-Byakuran-san…- susurro Irie con sorpresa, pero a la vez sintiendo aquel calido abrazo.

El alcohol seguía en el aire, estaba claro que Byakuran seguía bajo los efectos de este y tal vez aquella era la razón por la que este se comportaba así de melancólico. Sin embargo lo real era que él peliblanco necesitaba que alguien se quedara a su lado no solo para hacerle compañía, si no también para cuidarlo. Y sintiéndose incapaz de alejarse de sus brazos, Irie correspondió con timidez al abrazo, escondiendo su rostro en el pecho de este.

Había tantas palabras en su mente, algo que decir para volver más especial aquello, pero Irie estaba al tanto de que todo eso estaba siendo posible gracias al alcohol. Era una fantasía, pero era una que Irie estaba viviendo, la estaba sintiendo al estar en los brazos de Byakuran, pero como cualquier otro de sus sueños sabia que iba a terminar al amanecer.

Noqueado por el alcohol Byakuran sucumbió ante el sueño y como Irie prometió, se quedo junto a este. Si bien necesitaba descansar y dormir, el pelirrojo se negó a hacerlo, pues toda la noche admiro a Byakuran, guardando muy bien aquella imagen, acariciando su rostro y disfrutando de su calor, incluso tomándose la libertad de besar su rostro cada vez que este parecía estar teniendo una pesadilla, en ese momento sintió que podría estar siempre así con este entre sus brazos, cuidándolo, haciéndolo verdaderamente feliz, sobre todo ahora que comprendía que la sonrisa que Byakuran mostraba todo el tiempo no siempre era real. Entonces pensó lo difícil que era para este vivir ese tipo de vida, donde no había nadie sincero a su alrededor y todos esperaban que este fuera la imagen viviente de la perfección.

En ese momento se dio cuenta de que no conocía del todo a este, que había aun mucho que no conocía de Byakuran pese a que prácticamente estaba al tanto de todo en su vida. Pero a diferencia de antes, cuando solo lo veía en fotografías o en la televisión, en ese momento lo tenia cerca de el, los dos en la misma cama y entonces pensó en cuan afortunado seria si tuviera la oportunidad de ser el quien se casara con alguien como Byakuran.

Pero con tristeza sabia que le faltaba mucho para estar a su nivel, algo aun más alto que sus sentimientos soñadores.

Con el sabor agridulce en sus labios la noche se fue silenciosa y como una maldición el amanecer llego, los rayos del sol le avisaron a Irie que era el momento de irse. Con cuidado se libero de los brazos de Byakuran, dejando hábilmente una almohada en su lugar. Y sin hacer ruido se levanto de la cama, dándole una ultima mirada al durmiente peliblanco.

-Su prometido tiene tanta suerte…- susurro con una sonrisa, para luego darle la espalda y en silencio salir de ahí.

Un vació taladro su estomago, provocándole dolor, pero no un dolor como el que le daba cuando se ponía nervioso, era un dolor mas profundo, mas emocional.

Dejando todo atrás, salio del departamento tan rápido como pudo y una vez que subió al ascensor, se despidió de aquel sueño con un suspiro, mientras las puertas se cerraban ante el.

Al salir del complejo abordo el primer taxi que tuvo a su alcance y  sin mirar atrás volvió a su hogar, por suerte era fin de semana, así que podía ir directamente a descansar no le importaba el bullicio de la recién despierta ciudad ni mucho menos preocuparse por la ausencia de sus gafas, pues aunque lo daba por terminado, las imágenes de aquella maravillosa noche seguían en su mente, esa sensación de sentirse especial, sentirse útil en un momento de la vida de Byakuran y esperaba que al dormirse pudiera sentirla un poco mas.

El fin de semana transcurrió, de manera típica y extraña, con sorpresas y tristezas y en un parpadeo como tiende a pasar siempre, de nuevo era lunes.

Ese día Irie se despertó con la cabeza llena de escenarios posibles, escenarios como resultado de lo que había pasado el viernes con Byakuran.

En su mente todos los escenarios iniciaban bien, pero al final terminaban mal. Pues por donde lo viera, lo que había pasado seria un problema cuando quisiera ver al peliblanco a los ojos.

-Lo mejor seria que ya no lo recordara… pero – mascullo tocando el tabique de su nariz, haciéndose un recordatorio de que sus gafas se habían quedado en la habitación de Byakuran y que seguramente a este no le costaría trabajo deducir que eran suyas – Ahh… ¡Esto es horrible! – chillo con una aura de incredulidad, parando antes de cruzar la banqueta. Y al mirar a ambos lados antes de cruzar sus ojos se encontraron con la vitrina de la tienda de electrodomésticos de la noche anterior, donde se exhibían varios televisores.

El pelirrojo frunció suavemente el ceño al recordar que todos esos detalles estaban conectados a lo que le había llevado a terminar en aquella situación con Byakuran. Entonces sintió el suave empujón de la gente, ya había luz verde,  y mientras se alejaba alcanzo a escuchar a la distancia algo que le hizo detenerse entre la multitud para mirar a donde provenía aquella noticia.

-… Como recuerdan, el viernes se esparció el rumor de que la pareja conformada por el exitoso empresario Byakuran Gesso y el heredero de la familia Rokudo, habían llevado su compromiso a su fin- Hablo la mujer a través de aquellas pantallas- Según una fuente anónima, el joven Rokudo Mukuro, se habría escapado del país, huyendo del compromiso…

-¿Q-que?... – mascullo Irie, conteniendo el aliento al escuchar aquello, entonces se giro para ver hacia el lugar de donde provenía aquella voz, mirando atentamente

-Sin embargo dicho rumor a sido desmentido el día de hoy por el mismo Byakuran Gesso, quien nos ha asegurado que los preparativos para la boda siguen en pie, que como todos recuerdan dicha ceremonia se llevara a cabo en un par de semanas.

-Ah… - exclamo Irie, volviendo a respirar, aquella noticia había podido sorprenderle y no iba a negar que le dio una extraña sensación de esperanza, pero como solía pensar todo el tiempo, era algo demasiado bueno para ser cierto o bien que ese tipo de situaciones no se daban en la realidad. Y mientras se debatía aquello, no se dio cuenta de que la luz verde había cambiado, y aun en medio de la calle, el sonido ensordecedor de un claxon le hizo saltar de susto- Ahhh!

-¡fuera del camino Idiota! – gruño un hombre de aspecto impaciente, tocando insistentemente el claxon.

-Ah… ¡L-lo siento! – se disculpo rápidamente y a tropezones termino de cruzar la calle.

A toda prisa, emprendió el camino a la corporación, dudoso y a la vez teniendo en mente la responsabilidad que representaba su trabajo. Para cuando levanto la mirada ya estaba frente al edificio y como todos los días entro firme, tratando de verse lo mas relajado posible.

Parecía que tenía la situación bajo control, pero entonces al entrar al edificio noto un cambio en el ambiente. Todos iban de un lado a otro hablando  y discutiendo entre si, incluso la bella recepcionista no se daba abasto para contestar las insistentes llamadas telefónicas. Lo curioso y además incomodo fue que cuando todos notaron su presencia, le miraron fijamente con un sentimiento parecido a la compasión, como si trataran de advertirle algo en silencio.

-Irie Shoichi – llamo una voz masculina, una voz bien conocida por el pelirrojo.

-¡B-buenos días Genkishi…! – saludo estrepitosamente, como un acto reflejo para suprimir el grito que había estado a nada de salir de su garganta.

-Byakuran lleva rato preguntando por ti, te necesita ahora en la oficina…

Al escuchar aquello a Irie se le fue la sangre a los pies, pues no solo Byakuran estaba de regreso, si no que además estaba esperándolo a el, precisamente a él. Irie trago en seco, y bajo las miradas curiosas y susurros de sus compañeros asintió con la cabeza.

Genkishi que no necesitaba palabras, camino con este al ascensor, cuando estuvieron frente este, el pelinegro pico el botón y tras unos segundos se abrió la puerta.

Ambos se quedaron de pie ante este, esperando a que el otro subiera, pero ninguno se movió.

-Adelante. – Indico Genkishi, casi en un tono de orden. Irie salio de su trance y subió al ascensor, él pelinegro entro después. Mas no se acomodo dentro, simplemente pico el botón que llevaba al piso final de la corporación y después se salio.

- A-ah… ¿G-Genkishi que esta…?

-Byakuran índico que fueras solo… - se limito a responder y al finalizar las puertas del ascensor se cerraron entre ellos.

Si Irie estaba nervioso al llegar ahora estaba mas que aterrado, no es que le tuviera miedo a Byakuran precisamente, pero le temía a lo que este pensara de él, después de todo él peliblanco era un hombre comprometido a prácticamente días de ser un hombre casado. Irie sentía que la cabeza le iba a estallar, pero lo que era una realidad lógica era que Byakuran no querría que nada amenazara su boda y  convenientemente él pelirrojo no solo lo había consolado si no que sabia que detrás de esa fachada de hombre exitoso se ocultaba uno solitario.

Cuando el timbre del elevador anuncio que habían llegado a su destino, Irie deseo tener a Spanner cerca para pedirle algún consejo. Desgraciadamente este aun no volvía de Europa y en ese momento las horas de diferencia hacían que fuese inoportuna la idea de hacer una llamada.

Arrastrando los pies, salio del elevador y con nerviosismo se percato de que no había nadie, ni siquiera las secretarias, ni Kikyo ni mucho menos Genkishi, estaba solo con cierto peliblanco esperando paciente en su oficina.

-Ah… que pase lo que tenga a pasar – se resigno el de orbes verdes y tras tallarse los ojos y ponerse lo mas presentable posible, se aproximo a la puerta y con timidez llamo.

-Adelante Irie – respondió la bien conocida voz del peliblanco.

Irie sintió escalofríos, era un hecho que este le esperaba a él para hablar a solas. Con las piernas temblándole abrió la puerta de la oficina y dio un profundo suspiro para finalmente entrar, aunque apenas si un poco, quedándose cerca de la puerta.

Ahí vio al mayor detrás de su escritorio, con su típica sonrisa y sus ojos cerrados, yacía sentado jugando con algo que rodaba en su mano de arriba para abajo y de un lado a otro.

-Anda entra, y cierra la puerta – recalco bien aquello. Estático Irie acato la petición y con algo de duda cerro la puerta tras de si, mas no se movió del lugar donde estaba.

-¿Hay algún problema? – pregunto Irie sin poder evitarlo, al mismo tiempo que trataba de ocultar el nerviosismo en su voz.

-¿Problema?... No, no hay ningún problema Irie – respondió Byakuran sin dejar de sonreír- Bueno, creo que si hay uno – agrego rápidamente mientras metía la mano dentro de su saco para luego sacarla, sosteniendo en esta unas gafas que Irie rápidamente reconoció, palideciendo – ¿Estas son tuyas cierto?

Irie se quedo mudo, pese a que realmente daba por hecho que sus gafas seria lo que le delataría. Así que desde ese momento se resigno a todas las ideas negativas que surcaban su mente.

-Si… son mías – respondió en un tono serio y a la vez suave, como cuando un niño acepta que ha hecho algo malo y espera a escuchar su castigo.

-Ya veo – exclamo Byakuran abriendo sus ojos, mirando fijamente al pelirrojo sin borrar su sonrisa- En cierto modo lo supuse cuando las encontré en mi cama, pero quería estar seguro, por que sabes tengo algunos recuerdos, pero por que no me ayudas a refrescar mi memoria?

-Ahh C-claro – respondió Irie mirando al piso pensativo, ciertamente no era capaz de mirar al peliblanco a los ojos, sentía que si lo hacia no podría ocultar su vergüenza- Bueno… Yo volvía a casa, cuando recibí una llamada de usted pidiéndome que fuera a recogerlo. Luego de que me dijo donde estaba fui a buscarlo… y le encontré bueno, un poco pasado de copas – susurro aquello pensativo sobre si hacia bien en recordarle eso al peliblanco, mas este se mostró tranquilo y atento. Al ver que no había problema continuo- Pensaba tomar un taxi para llevarlo a su casa, pero usted me comento sobre su departamento, que estaba mas cerca. Así que le lleve hasta ahí y usted abrió el lugar, yo le lleve adentro, lo recosté en su cama y fue todo- Finalizo, eludiendo los demás detalles, creyendo que no eran necesarios.

-Entonces… ¿Como llegaron tus gafas a mi cama Irie? – pregunto con notable interés y con una sonrisa que hacia pensar al pelirrojo que Byakuran estaba al tanto de todo y que solamente estaba poniéndolo a prueba, lo cual le hizo tragar en seco.

-Bueno… fue algo que paso muy rápido y no se si deba decirlo – Soltó con toda sinceridad, deseando no tocar el tema. No quería decirle lo mismo que aquella noche ahora que estaba en sus cinco sentidos, principalmente por que no sabía que reacción provocaría.

-Jaja esta bien Irie no tienes por que decirlo si no quieres, pero realmente me interesa saber una cosa y dependiendo de lo que respondas te tendré una propuesta- Dijo en tono aparentemente relajado, aunque Irie no sabia como sentirse en ese momento, era extraño.

-Pregunte Byakuran-san – susurro mirando a este por un momento, expectante a lo que tramaba el peliblanco.

-¿No mentiste cuando dijiste que me quieres? – soltó aquella pregunta sin rodeos, mantenía su sonrisa, pero dejo claro en su voz que aquella respuesta le interesaba mucho.

Irie por su parte se ruborizo de golpe, tratando de procesar que de verdad aquello estaba pasando. Simplemente podía mentir, pero no había nada con que justificar sus palabras y decir que era una broma era algo que sonaba demasiado insensible, huir era casi lo mismo. En ese momento recordó todas sus fantasías, el único lugar donde se imaginaba así mismo como alguien con la suficiente confianza y valor para enfrentar sus miedos y sentimientos. Y ahora era el momento de empezar a enfrentarlos tal como era…

Suspiro profundamente y mirando a Byakuran desde su lugar apretó los puños con determinación, peleando contra su lengua que se acalambraba para hablar y tras vacilar un poco lo dejo salir.

-No – respondió con firmeza y sin titubear – No mentí Byakuran-san, podría ser raro y tal vez hasta algo que escuche seguido… Pero lo quiero y si lo que usted me dijo esa noche es algo que siente en estos momentos… quiero que sepa que cuenta conmigo desinteresadamente, no esta solo…- le hizo saber mirándolo con firmeza, ya no podía echarse para atrás de todos modos pese a que sus piernas tenían la tentación de correr para llevarlo lejos y esconderle bajo alguna roca.

Pero lo que mas le importaba era la reacción de Byakuran a sus palabras y al verle noto que este se veía satisfecho, hasta se podría decir complacido con su respuesta.

-Es lo que quería escuchar – susurro él peliblanco, incorporándose de su asiento y a paso lento rodeo su escritorio para ir directamente hacia Irie quien se sobresalto y por inercia retrocedió hasta chocar contra la puerta de la oficina, quedándose estático en ese lugar cuando Byakuran le evito abrir la puerta al poner su mano sobre esta al mismo tiempo que lo acorralaba.

-B-Byakuran-san… - jadeo el pelirrojo encogiéndose ante aquella intimidante sensación, la mirada del peliblanco lo dominaba por completo.

-Relájate… Y escucha mi propuesta…- susurro mirando fijamente aquellas temerosas orbes verdes- Y si de verdad puedo contar contigo, entonces aceptaras esto.- señalo al momento que extendía su mano libre hacia el pelirrojo, mostrando una cajita de terciopelo rojo hacia este.

Irie admiro aquella cajita completamente desencajado, quedándose completamente en blanco, sentía que en cualquier momento sus piernas le harían caer o que sonaría el reloj y entonces el despertaría.

Pero el único ruido que escucho fue el de la cajita al abrirse ante el y admiro atónito lo que esta contenía, aquello que negó con todas sus fuerzas, pero que ahora brillaba ante sus ojos.

-Entonces ¿aceptas? – pregunto Byakuran sin borrar la sonrisa de sus labios. Mas aun al ver la expresión confundida y sorprendida de Irie.

-Pero… - mascullo recordando rápidamente que el ya tenia un prometido de tiempo atrás y una ceremonia en puerta, aquello era imposible – que paso con su…

-Temo que los rumores son ciertos…- se limito a responder Byakuran, sabiendo que aquello seria lo primero en la mente del pelirrojo-Pero habrá una ceremonia… claro si tu aceptas.

-Pero… nosotros – mascullo Irie con una expresión insegura, apretando los labios para ahogar a su impulsivo y enamorado interior- apenas nos conocemos.

-Ehhh… por lo que note tú ya sabes varias cosas de mí. Y el tiempo es algo que tenemos de sobra… – sonrió Byakuran juguetón, ante lo cual Irie se puso mas rojo de lo que ya estaba – Se que es precipitado, pero no pude dejar de pensar en lo que paso y como me sentí cuando tu dijiste esas palabras y fue lo que me llevo a tomar esta decisión. Y se que es la correcta, eres la persona ideal para mi.

-Byakuran…- mascullo Irie completamente rendido, aquellas palabras derrumbaron el muro de dudas y negativas con el que se estaba protegiendo, sonaban realmente sinceras, debían serlo, después de todo Byakuran era un hombre de negocios muy serio, jamás jugaría con algo tan importante, o al menos así lo creía Irie.

-¿Aceptas casarte conmigo?...

 

------------------------------------------End Flash Back-------------------------------------------

Su respuesta se reflejaba bien en ese momento, ahí ante el altar.

-Bien, Ahora los anillos – pidió el ministro, y tras un rato esperando alguna señal de quien iba a entregar las argollas empezaron a escucharse murmullos – ¿Los anillos? – repitió el ministro ante lo cual Byakuran busco en el bolsillo de su pantalón, sacando una caja de color negro extendiéndosela a este.

-Aquí estan~ - entrego relajado, ante lo cual los murmullos parecieron aumentar.

- Muy bien…- exclamo el ministro, sin deseos de intrigar el por que era Byakuran quien tenia los anillos- Entonces continuemos. Byakuran Gesso…- Hablo con voz calma pero firme inundando el lugar que yacía cargado de una sensación de tensión difícil de ignorar. – Aceptas al joven Irie Shoichi como tu legítimo esposo. Para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza todos los días de tu vida, ¿Hasta que la muerte los separe? – pregunto mirando al peliblanco en cuestión.

-Claro que acepto – respondió Byakuran sin titubeos, manteniendo la amplia sonrisa sobre sus labios mientras tomaba la mano izquierda de Irie, colocando una sortija de oro en su dedo anular sobre el anillo de compromiso que le había dado aquella mañana en la que estrepitosamente le había pedido matrimonio. Una exquisita joya muy peculiar, un anillo donde un dragón dorado y uno plateado se entrelazaban sosteniendo un gran diamante.

Y ante la respuesta afirmativa una brisa fría recorrió el lugar, invadiendo a cada uno de los presentes para que de una vez guardaran silencio. Entonces el silencio llego como un impulso muerto y un mal presentimiento. Unos cuantos segundos, lo que dura un par de suspiros y tras la calma el ministro poso sus ojos sobre el pelirrojo, quien le miro con cierta timidez, como si aun no creyera que estaba en ese lugar y en ese momento, a lado de Byakuran.

-Irie Shoichi, aceptas al señor Byakuran Gesso como tu legítimo esposo. Para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza todos los días de tu vida, ¿Hasta que la muerte los separe? – pregunto sin retirar su mirada sobre el pelirrojo menor.

Irie miro al ministro y luego la cajita donde el anillo esperaba por el. Tembloroso tomo la costosa argolla y con delicadeza se giro hacia el peliblanco  mirándolo a los ojos mientras este extendía su mano hacia el. Y así ignorando completamente lo que pasaba a su alrededor acerco la argolla y suavemente la coloco en el dedo anular de Byakuran sintiendo la increíble necesidad de sonreír tan ampliamente como podía, pues en ese momento se dio cuenta de que era oficial, Byakuran era su esposo, era suyo y nada mas.

-Acepto – respondió Irie tras poner el anillo, notando la sonrisa complacida en los labios de Byakuran.

Y como si ambos pensaran lo mismo por un segundo, entrelazaron sus manos entre si, luciendo con orgullo sus anillos de matrimonio sin dejar de verse mutuamente.

-Dicho esto y por el poder que se me a concedido, los declaro Marido y esposo. –Sentencio con una sonrisa- Señor Gesso, puede besar a su esposo- le indico jovial al peliblanco.

Las palabras resonaron fuertemente en el lugar, como un relámpago en medio de la tormenta, impactando sobre todos los presentes, que finalmente se daban cuenta de que aquello era real, era oficial.

Y para cerrar con broche de oro, mientras se miraban a los ojos, Byakuran cargo sorpresivamente al pelirrojo, quien se aferro rápidamente a sus hombros. Irie pudo protestar o morirse de pena, pero estaba realmente feliz, ya no estaba soñando, estaba viviendo aquello. Y admirando y tocando aquel rostro con sus manos.

-Ahora eres mío – susurro Byakuran a escasos centímetros de los labios del pelirrojo en un tono de voz sensual y a la vez juguetona, algo que causo escalofríos en él, sucumbiendo finalmente ante la unión de sus labios con los de Byakuran.

Aquel beso fue captado por los flashes de las cámaras y por los presentes, por varios segundos hubo silencio, pero finalmente hubo alguien que aplaudió y poco a poco mas se unieron al aplauso hasta que la gran mayoría celebraba y felicitaba a los recién casados.

Y en aquel perfecto recinto, un nuevo matrimonio se formaba, no importaba lo precipitado y accidentado de la decisión, no importaba lo que la gente murmuraba, no importaba el odio o la envidia y tampoco importaban las mentiras.

Y con un cuadro que generalmente anuncia el final de una perfecta historia de amor verdadero, el matrimonio de Byakuran e Irie fue el inicio…

 

De un infierno.

 

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------Continuara---------------------------------

Notas finales:

Y bueno ahi estubo el fic que les parecio? X3

Jajaja si un inicio muy intenso :p Les juro que no queria que fuera tan largo pero solo asi era una forma prudente de hacer la introduccion a la historia.

Y si asi es el primer cap :v imaginen los que se vienen jaja aun quedan muchas sorpresas y claro las demas parejas cofcofcofo! En este fic quise varias un poco de mis habituales historias por que he notado que todas mis historian tienen algunos cliches que se repiten... en este fic quiero cambiar eso DX espero lograrlo... y si no pues igual espero les agrade la historia >3<!

Una bienvenida y espero que el fic sea de su agrado x3! y perdonen si hay alguna falta de ortografia DX

Actualizare dentro de 15 dias x3 asi sera en lo que aventajo mas cap - esta vez espero lograrlo - y espero no retrasarme XD asi que hasta entonces!

Cuidense y nos vemos en los prox!

 

Arrivederci~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).