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Quiéreme como se debe por Jeadore

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Notas del fanfic:

Empecé esta colección para demostrarle mi cariño hacia mis biases por San Valentín, pero ¿qué es puntualidad?

Si quieren, ¡puede pedir uno! Pueden enviarlos por twitter (@Jeadore_A) o ask.fm (@). Las únicas condiciones es que deben ser de exo o vixx y  tenga que ver con mis biases (kai, chen, tao/n, ravi).

En caso de haber advertencias, las advertiré en las notas de capítulo.

Espero que les guste~

Notas del capitulo:

Prompt: "Kyungsoo es un rancio sin corazón y Jongin quiere cambiar eso porque sabe que en el fondo es tierno." (pedido por tinysoo♥)

Ojos bien abiertos, casi saltones, y labios apretados. Los rayos de sol sen filtra entre las ramas pobladas del árbol, a la sombra del cual está la mesa donde ahora se reúnen cada martes y jueves, y no sólo echa haces de luz sobre los apuntes desperdigados, también lo hacen en las pupilas negras. En conjunto, la expresión de Kyungsoo es, de hecho, bastante graciosa. Pero no es en absoluto la que buscaba.

—Jongin, ¿qué es esto? –pregunta. Escudriña el vaso que transpira y que crea un círculo de agua, peligrosamente cerca de sus apuntes de anatomía.

—Licuado de ¿mango y frutilla? –contesta Jongin, dubitativo. Toda la seguridad que había logrado juntar al salir del café de su hermana, se desplomó con sólo tener la mirada escrutadora de su compañero sobre él—. Está empezando a hacer calor, y más con el estrés de los finales cerca, y como llevas tanto tiempo estudiando, pensé que te vendría bien refrescarte —se explica con rapidez, trastabillando en las últimas palabras.

Baekhyun, sentado al lado de Kyungsoo y con los libros bien cerrados, sólo alza una ceja con perspicacia y se dedica a sorber ruidosamente su propio licuado. De alguna manera, eso le altera más que alguno de sus comentarios.

Mientras tanto, la reacción de quién le interesa no es más que parpadear durante unos segundos antes de agradecerle en un murmullo firme.

—¿Lo compraste en el café de tu familia? ¿Kamong? —cuestiona y baja el bolígrafo.

Jongin asiente. Comprar no es el verbo que él utilizaría, pero cuando uno hace una buena acción, no se fija en tecnicismos. El otro chico no necesita respuesta en realidad; el logotipo del vaso ya se lo comunica. Y es raro que Kyungsoo haga una pregunta innecesaria, ni siquiera por cortesía, pero él está tan nervioso que no cae en la cuenta.

—Oh.

Los minutos pasan, Baekhyun ha dejado de sorber pero no de observar.

Kyungsoo aún no toca el vaso. Y el agua está empezando a empapar el borde de las hojas.

—Hyung, ¿no te gusta?

—Ah, no. Está bien. –Reacciona finalmente y se estira para tomar el vaso. Sorbe un poco y hace una mueca que intenta controlar, mientras masculla un—: Demasiado dulce.

Una carcajada explota y es tan melódica con rastros de picardía que sólo puede pertenecer a Baekhyun.

—¿Qué  te dije, Jongin? Kyungsoo es un agrio amargo.  

Kyungsoo frunce el ceño. Parece dudar entre apuntarle con el vaso de licuado o un libro de anatomía.

—No soy agrio. Ni amargo.

—Sí, claro.

*

 

—Baek acaba de enviarte un mensaje —anuncia Sehun como si él no hubiese escuchado el ruido y le roba el celular. No se molesta en absoluto; sería una lucha inútil y tiene que acabar su ensayo sobre la expansión de la literatura juvenil para el lunes—. La próxima, espresso doble. Puro. ¿Qué? ¿De qué habla?

Jongin levanta la vista desde su computadora, su nariz fruncida en disgusto.

—¿Café? Ugh, eso es veneno.

Sehun no le contesta, su boca quizás demasiado ocupada con papas fritas. Apenas puede pensar en cómo habrá engrasado la pantalla de su teléfono cuando oye otro ruido. Otro mensaje.

—Le has dado un licuado a Kyungsoo –dice Sehun, casi inexpresivo. Jongin ya lo conoce lo suficiente para saber que no es así, que su voz está cargada de algo que no es capaz de determinar, diversión o molestia—. ¿Dónde está mi bubble tea? —pide como si la bolsa de papas fritas no estuviera ya media vacía.

Jongin deja caer su cabeza sobre el teclado y gruñe algo similar a un vete.

—¿Y ahora le quieres dar un café? –cuestiona. Sin levantar la cabeza ni dejar de mirar cómo en la pantalla se escribe una sucesión de incoherencias, puede imaginarlo entrecerrando los ojos—. Sabes que los que toman café son más propensos a cometer un crimen, ¿verdad? Y Kyungsoo… Kyungsoo probablemente querrá comerte, sazonado con pimienta y paprika.

—Deja de mirar Hannibal —farfulla—. Además, él estudia medicina.

—¿Y cómo crees que sabrá cortar tu corazón? ¿O tus intestinos? Con una ensalada de lechuga y berenjena. Hígado de Jongin al escabeche —agrega mientras hace una mueca al imaginarlo —. Qué delicia. —Y se echa a reír a carcajadas de foca ahogada, mientras él intenta empujarlo lejos, fuera de su cama, de su vista, de su dormitorio.

Sólo logra esparcir papas sobre su cubrecama.

—Vete.

—¿Pero por qué te importa? ¿Por qué…? Oooooh, te gustaría que él estudie anatomía. Tu anatomía. —Y vuelve a reírse como foca ahogada, con palmadas incluidas.

Jongin bufa y se levanta de la silla, o asesinará a su amigo. Huye de su propia habitación.

 

*

 

Al final, Jongin sí le lleva un vaso humeante, demasiado caliente en las últimas semanas de primavera. Espresso doble, sin azúcar ni edulcorante. Asqueroso.

Kyunsoo se lo agradece, apenas levantando la mirada de su libro de química.

 

*

 

El jueves siguiente le lleva un café negro.

Mismo resultado.

 

*

 

Otro día le regala un latte aromatizado con canela y una galleta de chispas. Una mala elección del momento, porque están todos reunidos en las mesas, quejándose del calor, de la imposibilidad de ingresar a las bibliotecas tras el barullo que Jongdae y Baekhyun montaron, y del estudio. Por lo tanto, está bajo la mirada expectante de todos.

Jongin vacila, pero deja el vaso sobre la mesa.

Kyungsoo se lo agradece nuevamente, un poco distraído. Demora un minuto en beber el primer trago y tres segundos en hacer una mueca.

—¿Qué es?

—Latte. Con canela.

—Ah.

Seco, desinteresado. Regresa su atención al libro y a las notas en lápiz en los márgenes. Lejos de Jongin y de todos en la mesa. Oye un par de suspiros, de pena.

—Hyung, ¿por qué estudias? —pregunta de repente, obligando a que Kyunsoo lo mire ligeramente extrañado.

—Tengo examen la semana próxima sobre el sistema linfático.

—No, no. Me refería a tu carrera, medicina.

La expresión de confusión de Kyungsoo se acentúa.

—Es una buena carrera, con salida laboral asegurada.

—¿Salida laboral? —repite y le parece oír a Baekhyun y Jongdae cuchichear a lo lejos. O quizás es  su propio cerebro que cae en la cuenta de que lógico; decepcionante, pero una razón racional—. También la tiene abogacía.

—Sí, supongo que sí.

La galleta se la come Jongdae; la moja en el latte y la ahoga ahí dentro.

 

*

 

—Te lo dije, quiere comerte —señala Sehun y luego suelta un quejido, cuando alguien le golpea.

—Kyungsoo no quiere comerte —contradice Baekhyun y le envuelve los hombros con un brazo—. No le gusta su carne con tanta fibra —añade mientras le aprieta los bíceps.

Jongin quiere echarlo, sacárselo de encima, pero se abstiene. Suena a que tiene algo para decirle, aunque sea para conmiserarse de él. Y, al menos, puede contentarse con que Baekhyun está en puntas de pie.

—¿Y cómo lo sabes? —cuestiona Sehun.

—Yo lo sé todo —asegura, dejando ir un poco los hombros de Jongin—. Mi misión en la vida es meterme con Kyungsoo para que éste tenga, de hecho, una vida… no tan plana.

—Eso suena…

—¿Altruista? Lo sé.

—No era la palabra que buscaba.

—Un sinónimo, entonces. Pero tú —se gira y señala a Jongin—, tú has hecho la pregunta equivocada. O la has fraseado mal.

Frunce el ceño, confundido.

—¿A qué te refieres?

Baekhyun se yergue con corrección, cuadrando los hombros. Como si fuera a impartirle la enseñanza más importante para la vida adulta.

—Tienes que estudiar a la persona con la que interactúas. No sólo hacer algo y esperar que te entienda. Observarla, analizarla, aprender a hablarle y tratarla. A mí me ha tomado años descifrar a Kyungsoo, pero en unos meses tú lo has hecho bastante bien. Por eso te ayudo —remarca, con una sonrisa satisfecha—. El punto es que Kyungsoo puede parecer un humano que ha comido demasiados limones, pero se asemeja más a una máquina. Responde sí y no y a preguntas muy específicas. Y tú estás dando vueltas como batidora.

Jongin se muerde el labio, sin entender por completo. Sehun no entiende en absoluto.

—Serás denso —murmura Baekhyun—. Pregúntale en qué quiere especificarse.

 

*

 

 

Te confesarás mañana?, dice el mensaje que le llegó de Jongdae, en la madrugada del miércoles.

No quiere confesarse. Quiere algo más problemático, más incomprensible. Quiere comprobar que las primeras impresiones engañan, que hay emociones más profundas detrás de su mirada pesada. Que no es otro personaje de una novela juvenil, plano y sin desarrollo.

Quiere que Kyungsoo lo note. Que no está cayendo en un espiral por una persona-máquina.

No contesta.

 

*

 

Apoya un mocha al lado de la cartuchera perfectamente organizada, al alcance de la mano de Kyunsgoo. También trae consigo un pan de arándonos que deja caer encima de los apuntes ajenos.

Kyungsoo se lo queda mirando, nuevamente con ojos bien abiertos. Luego se fija en el chocolate espolvoreado encima de la crema y en el aroma dulzón que desprende en el aire, ya cargado con aromas a pasto fresco y tinta.

—¿Jongin? No es necesario –dice apuntando al café—. Has estado trayendo café y no es…

—Lo sé. Quiero hacerlo.

Kyungsoo parpadea.

—Gracias, entonces —dice y mordisquea el pan. De la misma manera, apenas sorbe el café. Acciones de puro compromiso. Nadie puede decirle que Kyungsoo es un maleducado, al menos. Aunque tampoco le es suficiente para explicar todas las dudas que lo embargan, resumidas en por qué le atrae Kyungsoo, con su forma de ser reservada y casi apática.

No hace las preguntas específicas, había dicho Baekhyun.

—Hyung, ¿en qué te especificarás? Quiero decir, ¿qué rama de la medicina te interesa?

—Como interesar, ninguna en especial —contesta, alzando la vista. Jongin se desinfla al oírlo. No puede decir que no había contemplado esa respuesta, sólo no la deseaba—. Pero haré otorrinolaringología.

Oh. Se lo queda mirando por un rato, impresiona. Y, por primera vez, quizás, Kyungsoo no espera a que le pregunten para explayarse.

—A principios de la secundaria, Jongdae y yo pertenecíamos al coro municipal. Ensayábamos y competíamos todo el tiempo, para quedar entre los seleccionados a viajar al campeonato internacional que era en… ¿octubre? Y por agosto empecé a sentir que me dolía la garganta pero no le di importancia porque faltaba muy poco —explica. La voz le tiembla por un instante, imposible de ignorar. Hay emociones, emociones más allá de la ira que demuestra cuando le juegan bromas; emociones profundas que resurgen ligeramente por las brechas entre palabra y palabra—. Pero a una semana de septiembre fui al médico y me encontraron quistes en las cuerdas vocales. Así que, larga historia corta: no viajé. Mientras que Jongdae siempre que puede habla de Roma —bufa.

—¿Por eso no estudias música como Jongdae-hyung?

—No estudia música porque medicina es una carrera más práctica —niega, de inmediato. Lo contempla por un instante, advirtiendo la preocupación y el interés en su rostro; y suspira—. Sigo cantando, Jongin. Todos los miércoles, en un barcito de Jono.  Con Minseok-hyung. Pero es un hobby. Preferiría  ganarme la vida ayudando a quienes lo toman como algo más.

—Vaya, hyung, eso es… —comienza, pero se interrumpe. Sospesa sus palabras, su respuesta.

—¿Egoísta? Creo que Baek ha dicho algo parecido —repone Kyungsoo mientras regresa su mirada hacia sus apuntes, dando por terminada la charla.

—Dulce —susurra y se muerde el interior de su boca. Conociendo a Kyungsoo como ha aprendido en esos meses, puede adivinar su reacción. Levanta la vista, ojos bien abiertos en incredulidad. Una sonrisa se le forma al ver que no se equivoca—-. Es dulce, a tu manera.

—Eso es nuevo.

A la sonrisa, le añade un sonrojo.

 

*

 

—¿Dulce? ¿Kyungsoo? —cuestiona Jongdae como si fuera lo más incoherente que ha oído en su vida. Baekhyun solo se ríe a carcajadas.

—Definitivamente quieres que te coma, ¿verdad? —comenta Sehun, casi inexpresivo—. Jongin à la lemon. Que exprima un poco de su jugo sobre ti y te coma.

Jongin hace una mueca de disgusto.

—Vete.

 

*

 

El primer jueves de junio, se sienta frente a Kyungsoo en la mesa que ya asumen como suya. Algunos rayos de sol se filtran por entre las hojas del árbol e iluminan el plato que posiciona sobre esquemas del esqueleto humano.

—¿Ninguna bebida rara nueva? —pregunta Kyungsoo y cree entrever con cierta mofa.

Niega con la cabeza, sonriendo. Saca dos tenedores de una bolsa de papel y se los coloca a un lado del plato.

—Sólo esto: tarta de limón, la especialidad de Kamong.

En silencio y al mismo tiempo, cada uno prueba un bocado de la tarta. Jongin no puede evitar cerrar los ojos al saborearla. Crema ácida de limón, suavizada por un merengue italiano dulzón y espolvoreado con ralladura de limón. Refrescante.

—Me gusta —sonríe Kyungsoo—. La próxima, yo te invito.

 

 


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