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¿Día de San Valentín? por Sigma

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Notas del fanfic:

Yu-Gi-Oh! Duel Monsters © Kazuki Takahashi.

Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Espero que hayan tenido un Día de San Valentín muy agradable y que les guste este especial. Lo primero que notarán es que me hace falta práctica para escribir fanfics especiales, jaja. Ya iré mejorando.

¡Nos leemos en las Notas Finales!

Oneshot Especial de San Valentín: Stepshipping

¿Día de San Valentín?

Apenas y podía creer que pronto se cumplirían exactamente seis meses de estar intentando confesar su amor… y también de estar fallando de manera épica en ello. Aunque contaba con el apoyo de varias personas y éstas se la pasaban diciéndole que sólo necesitaba un poco más de valor para dar el último paso, el joven no se atrevía a expresar lo que sentía en voz alta. La situación era bastante complicada, en especial porque la persona de la que estaba enamorado tan perdidamente era su hermanastro.

Sin embargo, estaba empezando a desesperarse por no ser capaz de avanzar. ¿Qué iba a hacer si alguien se adelantaba de repente y se acercaba a su amado para pedirle que fuera su novio? Podía suceder… Mokuba Kaiba, su hermanastro, tenía cierta popularidad en la escuela e incluso había algunos estudiantes que lo consideraban lindo, cosa que no era para nada extraña. Después de todo el más joven de la familia Kaiba era ya un atractivo jovencito de trece años de edad, estudiando su segundo año de secundaria. Tenía cabello lacio y negro, mirada azul con cierta tonalidad grisácea, y una personalidad muy amistosa y simpática. Con el día 14 de febrero a tan sólo unas horas de llegar, cualquiera podía aprovechar la oportunidad de hablar con él. No pudo evitar fruncir el ceño al imaginar a un montón de personas rodeando a su hermanastro.

—Es como si se me acabara el tiempo. Tengo que decirle todo ya… ¡Mañana! Se lo diré mañana sin importar qué… ¡Debo hacerlo! —Se decidió antes de acostarse en su cama.

Despertó a la mañana siguiente, se quejó en voz baja, colocó la almohada encima de su cara con la esperanza de que la alarma dejara de sonar mágicamente, se dio por vencido a los dos minutos –tal vez dos y medio o tres–, estiró su mano hasta alcanzar el botón correcto en su reloj despertador, se quitó la almohada de encima, se quedó con la mirada fija en el techo de su habitación como si éste fuera lo más interesante del mundo y como si no tuviera ninguna responsabilidad… Más o menos así daban inicio todas las mañanas de este chico llamado Noa Kaiba, incluso durante los fines de semana. Esas ganas de perderse en sus sueños durante un rato más eran enormes, pero no podía quedarse en la cama, pues había llegado el día en el cual por fin le demostraría sus sentimientos a su hermanastro menor.

Se levantó de su cama y avanzó con cierta pereza hacia el cuarto de baño. Una vez ahí, soltó un gran bostezo antes de lavarse la cara en un intento por despertar por completo. Noa era de esas personas que se duchaban cada noche para ahorrarse algo de tiempo en las mañanas, aunque también decía hacerlo porque le resultaba más agradable antes de irse a dormir. Se arregló un poco y sonrió levemente a su reflejo, satisfecho con cómo se veía.

—¡Noa! ¡El desayuno está listo! —Escuchó la voz de su hermanastro mayor desde el primer piso.

—¡Ya voy! —Respondió al momento de salir de su habitación y, por supuesto, sin olvidar cerrar la puerta de la misma.

Se encontró con Mokuba en el pasillo y no tardó mucho en notar que su corazón había comenzado a latir con un poco más de velocidad. “Actúa normal”, se dijo a sí mismo y le regaló al pelinegro una sonrisa tan gentil que parecía de algún cuento de hadas en el cual todo era perfecto.

—Buenos días, Mokuba.

—Buenos días —contestó el menor alegremente al escuchar el saludo del contrario.

Noa era sólo un año mayor que Mokuba. Era más serio y más maduro que él, pero no se acercaba a ser igual que Seto Kaiba. Reía y bromeaba con más frecuencia, esa era la gran diferencia. Su cabello lacio y corto tenía un curioso, pero precioso color verde azulado. Y sus ojos eran azules.

Ambos jóvenes bajaron a desayunar, sabían que Seto se podía poner de mal humor si lo hacían esperar demasiado… y sólo un loco querría ver a Seto de mal humor.

Los tres desayunaron tranquilamente, aunque el mayor mostró cierta prisa por retirarse. Aunque ninguno de sus hermanos preguntó algo, sabían que lo más probable era que tuviera una cita. Noa y Mokuba se quedaron a solas, atrapados en un silencio que a cada segundo era más incómodo.

—Oye…

—¿Sí?

—Tú… no tienes planes para hoy, ¿o sí? —Cuestionó.

—No, no tengo. Recibí algunas invitaciones, pero rechacé a todos porque… Bueno, en realidad no tenía ganas de salir con ninguno de los que me lo ofrecieron. Y ya sé que suena algo cruel, pero es que a mí no me gustan de la misma manera y… creo que sería horrible darles esperanzas falsas —volteó a ver al mayor—. En fin, ¿por qué lo preguntas?

—Bueno… —Se rascó la nuca con cierto nerviosismo—. La verdad es que yo tampoco tengo planes. Dime, ¿te gustaría pasar este día conmigo? —Ni siquiera él mismo supo de dónde sacó el valor suficiente para hacer una invitación tan directa, simplemente lo hizo, y esperaba no haber quedado como un idiota—. Podríamos salir y hacer algo divertido, si tú quieres. A menos que yo también esté en la lista de los chicos con los que no tienes ganas de salir —intentó bromear.

—No digas tonterías, eso es diferente —rió un poco—. Claro que me gustaría salir contigo, Noa.

De cierta manera el joven con cabello verdoso se sentía aliviado al saber que Mokuba no había hecho ningún plan para el 14 de febrero, aunque no por eso estaba menos celoso de que otras personas lo hubieran intentado invitar a salir.

¡Un momento!

—¿Diferente?

—Sí… Nosotros no estaríamos saliendo hoy en el mismo plan que los demás, no somos pareja.

—Ah… Claro, claro —empezó a reír, disimulando un poco que en realidad se sentía de lo más nervioso.

Terminaron de alistarse para salir y abandonaron la elegante mansión en la que vivían, empezando a caminar con dirección al centro de la ciudad. Como era el día de San Valentín, era sencillo notar el cambio en el ambiente. La mayoría de las personas que estaban paseando iban tomadas de la mano, algunas incluso usaban camisetas para parejas. El color rojo se había apoderado de prácticamente todo, apenas y se podía encontrar una mesa disponible en los restaurantes, las calles estaban llenas de adornos y no faltaba alguien vendiendo globos en forma de corazón, canastas con caramelos, ramos de flores, bonitos arreglos con osos de peluche gigantes, entre otras cosas.

A pesar de todo, estaban pasando un rato muy agradable los dos juntos.

—¿Sabes? Tal vez llegues a pensar que soy un amargado, pero siempre he pensado que todos le dan demasiada importancia a este día —confesó Mokuba de repente—. Sólo mira a tu alrededor… ¿No te parece que todo esto se trata de vender regalos e ingredientes costosos para hacer chocolates? ¿Realmente las parejas necesitan esas cosas para decirse que se quieren? —Soltó un suspiro—. Estoy seguro de que incluso Seto preparó algo para su novio…

—¿En serio? Yo creo que todo esto está muy bien —respondió Noa con simpleza, haciendo un gran esfuerzo por ocultar que él no tenía ni idea de que Mokuba creía eso acerca del 14 de febrero—. Piénsalo un poco y te podrás dar cuenta de que las parejas sólo se están divirtiendo. No es que necesiten regalos y chocolates para decir lo que sienten, simplemente les gusta celebrar este día… Aunque no cabe duda de que podrían hacer este tipo de cosas en cualquier otro día del año —comentó—. Pero mira a las parejas con un poco más de atención y entenderás a qué me refiero. Están felices porque están juntos, no por los obsequios, ¡ésos no son más que un pequeño extra! —Aseguró.

Mokuba sonrió levemente. —Puede ser que tengas razón… —Susurró—. Lo más importante es el tiempo que pasas con esa persona que es especial para ti, ¿no es así?

—Mokuba… —El mayor se puso firme de un momento a otro.

—¿Sí?

—¿Te gusta alguien?

El pelinegro volteó a verlo. Los colores se le subieron al rostro y empezó a jugar nerviosamente con sus dedos, la respuesta era demasiado obvia como para mentir. Noa lo había atrapado por sorpresa con esa pregunta, mas decidió responder de todos modos.

—Pues… Sí, sí me gusta alguien —carraspeó un poco—. ¿Por qué?

—¡Oh! ¿En serio? —No pudo esconder del todo su desilusión, pero se las arregló para formar una débil sonrisa en sus labios—. Así que ya estás en esa etapa de tu vida. ¡Vaya! ¡Qué rápido creciste!

—¿Qué? ¿Q-qué cosas dices, Noa? —Desvió la mirada.

—Nada, olvídalo.

Suspiró, arrepintiéndose al instante de no haber preguntado el nombre de aquella persona tan afortunada, incluso si existía la posibilidad de que Mokuba no quisiera darle una respuesta.

Su ánimo cayó hasta el suelo y sintió una especie de nudo en la garganta. ¿Acaso ya todo estaba perdido? ¿Valía la pena confesar sus sentimientos? Una parte de él decía que lo mejor era permanecer en silencio, pero otra parte deseaba gritarle con todas sus fuerzas que lo amaba. En ese día se cumplía medio año de intentar confesarse, después de todo.

Medio año… Seis meses cargando con celos, preocupación, incertidumbre…

¡No podía retroceder! Tenía que contarle la verdad a su hermanastro, se había prometido que no iba a dejar pasar ni un solo día más. No tenía tiempo para deprimirse. Además, no era como si antes no hubiera imaginado que el pelinegro lo rechazaría por el simple hecho de que eran familia, así que… ¿Qué estaba esperando?

—¿Pasa algo? —Preguntó Mokuba—. De repente te quedaste callado…

—Mokuba…

Volteó a ver a su hermanastro y colocó sus manos encima de los hombros ajenos. Se había convencido de que estaba bien si él era el que romía su corazón. De hecho, no quería que nadie más que Mokuba tuviera esa oportunidad…

—Quiero decirte que… a mí también me gusta alguien.

—¿Ah, sí? —Su mirada estaba fija en la de Noa.

—Sí. Me gusta mucho… He intentado muchas, muchas veces decirle cómo me siento, pero hasta ahora sólo he fracasado. Y hoy se cumple medio año de eso…

—¡¿Medio año?! —Soltó muy sorprendido—. ¿De quién se trata?

Noa no contestó nada, sólo rodeó el cuerpo de Mokuba con sus brazos y lo pegó contra su pecho. Como el pelinegro no había crecido la gran cosa desde los diez años de edad, aún podía apoyar su cabeza en el hombro de su hermanastro sin el más mínimo de los problemas. Tanto la cercanía como la calidez que venía de ese abrazo tan repentino eran muy agradables. Sin darse cuenta, Mokuba se sonrojó levemente, mas no intentó apartarse.

—Mokuba… No te estoy diciendo esto porque sea el día de San Valentín, sino porque ya no puedo seguir guardándolo por más tiempo. ¿Entiendes?

—¿Qué es lo que quieres decir?

—Tú eres la persona que me gusta —le habló al oído, soltando por fin la verdad que había mantenido oculta durante seis meses.

Mokuba se separó lentamente y se le quedó viendo algo incrédulo al mayor. Incluso creyó que su cerebro le estaba jugando una broma.

—¿Qué has dicho?

—Dije… que tú eres la persona que me gusta —repitió con una tonalidad rojiza en sus mejillas—. ¡Me gustas, Mokuba! ¡En verdad me gustas mucho! Y creo que todos lo sabían ya, excepto tú —suspiró—. Perdón por… haberme tardado tanto tiempo en decírtelo… Puede que te parezca ridículo, pero tenía algo de miedo… Como somos hermanastros, no sabía cuál podría ser tu reacción y…

Mokuba no lo dejó continuar, pues se lanzó a él, pasando sus brazos por detrás del cuello de Noa y parándose unos momentos en sus puntas para poder dejar un beso suave en los labios del mayor. Ese acto sorprendió bastante al más alto, pero al mismo tiempo le agradó y terminó por corresponder al gesto, abrazando una vez más el cuerpo del menor y pegándolo contra el suyo. En ese instante todo era perfecto, casi mágico.

—Noa… —Susurró al separarse en busca de algo de aire.

—¿Sí?

—No puedo creer que te hayas quedado callado durante tanto tiempo.

—Yo tampoco… Es…

—Quiero decir, llevabas seis meses cargando con este sentimiento. Yo, con sólo dos meses, sentía que ya me iba a volver loco —confesó, acompañado de una risa.

—Espera, entonces… La persona que te gusta…

—¡Sí! ¡Eres tú!

Noa se quedó con la boca abierta. No podía creerlo, su adorado Mokuba en verdad le correspondía… Si no hubiese sido tan cobarde, habrían podido estar juntos desde antes, y sin duda habría podido planear un día de San Valentín mucho mejor… Incluso si no llevaba mucho sabiendo que el menor pensaba de ese día como uno muy comercial.

¡Eso ya no importaba! Estaba feliz, emocionado… Su corazón no podía dejar de latir como loco.

—Aún es temprano —comentó—, ¿quieres que intentemos algo al estilo del día de San Valentín?

—¿Me vas a comprar flores y chocolates? —Bromeó.

—Puede ser —rió bajito y sujetó la mano de Mokuba—. Te prometo que no será el único día del año en el que haga algo así. Por hoy sólo vamos a dejarnos llevar por el ambiente, ¿te parece bien?

Le dedicó una sonrisa amplia antes de comenzar a avanzar a su lado, dejando que sus manos permanecieran juntas y con sus dedos entrelazados. —Me parece excelente. ¿Quién sabe? Al final de este día, tal vez ya no piense de la misma manera respecto al 14 de febrero.

Noa sonrió al escuchar aquellas palabras. Ambos compartieron un beso corto más antes de seguir con su camino, muy unidos.

Fin.

Notas finales:

Tenía ganas de escribir algo entre Noa y Mokuba, no lo negaré.

A veces pienso como el Mokuba de este oneshot y digo "Qué día tan comercial". El año tiene 365 días (y 366 cada cuatro años), así que tenemos muuuchas oportunidades de demostrarle a nuestros seres queridos lo importantes que son para nosotros. Está bien que disfruten el 14 de febrero, pero tampoco estaría mal que aprovecharan los demás días. A veces un detallito simple o un par de palabras pueden sorprender mucho a alguien y alegrar su día.

¡En fin! Eso es todo por ahora. Siéntanse libres de dejar cualquier comentario.

¡¡Feliz 14 de febrero!!

Sigma Min.


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