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Un angel en mi vida por Berta

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Notas del capitulo:

Primera aventura, espero criticas para mejorar.

(y ayuda con HTML!)

Si me hubieras dicho lo que sentías, si tan solo me hubieras hablado… no estaría aquí llorándote sola…Tome tu diario para escribir esto, mas bien para recordar como fue que llegamos la una a la vida de la otra y para encontrarme con tantas sorpresas, tantas hermosas y tristes sorpresas.

 

 

Era una mañana de invierno, cuando se detuvo un enorme camión de mudanza frente a mi puerta. Yo apurada como siempre no pude quedarme a ver que ocurría, quien era mi nuevo vecino que ocuparía la casa junto a la mía. Ya lo sabría al volver del trabajo.

Como adoraba esa hora del día, las 7 de la tarde y ya podía volver a mi casa. Me encantaba, muchas veces caminaba bajo la lluvia sin paraguas solo para disfrutar el mojarme como una niña. Cuando sacaba la llave para entrar a mi casa veo que de la ventana de la casa de junto me hacen señales. Con desgano me acerqué a la puerta, cuando deseaba estar en mi casa y bañarme.

 

- Hola, soy tu nueva vecina- me decía una sonriente cara- mi nombre es Cristina.

 

- Buenas tardes- le dije mirando a mi alrededor, no sabia si correspondía eso o  un buenas noches- soy Jeannette, un gusto- la mejor sonrisa que le podía ofrecer luego de todo un día de trabajo.

 

- Sabes se que es un poco inoportuno de mi parte, pero necesito pedir si puedes quedarte con mi hija. Solo unos minutos, es que esta enferma y necesito ir por remedios, y con esta lluvia no la puedo sacar.

 

Ante esa cara y esas razones, no pude mas que aceptar, cual seria mi sorpresa al ver que la hija no era mas que un bebe. Los niños no eran mi especialidad, menos uno que recién conocía.

 

- Ella es mi hija Valeria- me dijo indicando la cuna- esta dormida, no te causara problemas, vuelvo lo mas pronto posible- casi al salir de la puerta me miro y dijo – muchas gracias Jeannette.

 

¿Que pasaba aquí? No entendía nada, además solo quería una estufa para poder secarme algo, esa mala costumbre de caminar bajo la lluvia. Pero aun con todo mi frió me preguntaba por el marido de mi vecina, que no estaba para ayudarle. Era lógico que tuviera que estar ahí, era una mudanza, por otro lado Cristina me pidió a mí, una desconocida que cuidara de su hija, era raro. Pero el frió no me dejaba pensar.

Pasado el tiempo, que me fue interminable, llegaste con una bolsa con medicamentos y un paraguas nuevo.

 

 

- Toma, es para ti- mientras me mirabas entre seria y risueña- te enfermaras si te mojas tanto, además que es una forma de agradecer.

Ante mi sorpresa, no supe que decir, menos que tenia 3 paraguas en casa y que me mojaba por gusto, solo atine a decir

- gracias Cristina, no fue problema, la bebe- de la cual ya había olvidado el nombre- ni si quiera despertó.

 

Luego de eso por fin en pude entrar en mi casa, una ducha y una cena me devolvieron el calor y las dudas sobre mi vecina. Solo que el sueño fue mayor… como siempre me decía –“ya lo averiguaras después”-.

Ese después se transformo en días y semanas, es que mi trabajo no me ayudaba a conocer a mucha gente. Como abogada nueva, debía aceptar todos los trabajos, aun en las partes más lejanas de la ciudad o incluso fuera de esta. Pero nuevamente fue Cristina quien se acerco a mí.

Eran las 9 de la noche y no hacia ni 20 minutos que había llegado a mi casa, solo quería dormir, ni comer quería. Tantas horas discutiendo con toda una familia, para que no vendieran su tierra. Mis compañeros de la facultad y actuales colegas me decían que estaba loca, que no me debería importar que perdieran su tierra, solo que yo no podía… me recordaban a mi familia, no podía dejar que los estafaran así. Por que eso era, una estafa.

El timbre sonó y luego golpes en la puerta, yo aun pensaba en esa familia, cuando sentí los golpes, que raro me parecía, si por algo tenia timbre.

 

 

- ¿Cómo estas Jeannette?- me preguntaba una alegre Cristina- sabes, me e dado cuenta de tu ritmo de trabajo, imagino que no has comido, toma- me dijo extendiendo una fuente cubierta con servilletas- es algo de comer.

 

No se si fue ver mi cara de cansancio, o mi sorpresa pero me dijo:

 

- será mejor que yo la caliente y te la de, seguro que tu sola no la comes.

 

- Pero ¿y el bebe?- dije algo turbada, quería dormir, pero pensándolo bien, si tenia hambre.

 

- La Vale esta dormida, además traigo junto conmigo un comunicador, así si pasa algo sabré de inmediato- estaba por preguntarle por su marido, cuando me detuve. Me parecía descortés de mi parte, aun cuando quería saber.

 

- Que ordenado todo, con lo poco que estas en casa hubiera pensado que esto estaría de cabeza- me dijo mirándome divertida.

 

- ¿vives sola en esta casa?, en realidad supongo que si, nunca e visto a nadie mas que a ti.

 

- La verdad es que si, vivo sola, mis padres no son de esta ciudad.

 

- ¿y no tienes novio?, disculpa la pregunta, pero es que una chica como tu, tan joven… seria extraño que estuviera sola.

 

En mi interior reía, yo no quería preguntar por su marido y ella me estaba haciendo un cuestionario de mi vida.

 

- Tenia hasta hace unos meses novio, solo que nuestros trabajos e intereses eran distintos.

 

- Lo siento, disculpa si te traje malos recuerdo.

 

- No pasa nada, ya es un tema superado- era el momento, por fin haría la pregunta- ¿y tu? Tenemos casi la misma edad, estas casada supongo.

 

- Estaba casada.

 

- ¿Entonces te divorciaste?

 

- No, mi marido murió un par de meses antes de mudarnos aquí.

 

Solo quería que me tragara la tierra, yo y mi deseo de saberlo todo… me recriminaba interiormente  y buscaba la forma de salir del paso cuando Cristina me ayudo.

 

- Tranquila Jeannette, lo extraño mucho, pero también es un tema casi superado. Aun que siempre estará la Vale para recordármelo.

 

Dicho esto, me entrego un plato con comida caliente y casera, hace tanto que no comía algo que no fuera “comida rápida”, fue tal mi alegría que la mire y no pude más que abrazarla y darle las gracias.

 

- No es nada, además que aun no olvido que cuidaste a la Vale aun sin conocerme. Ahora te dejo comer, no puedo dejar a mi niña tanto tiempo sola.

 

“Que solitaria me parece Jeannette, creo que le falta compañía aun que solo piensa en su trabajo”… esas eran tus palabras en tu diario, que frágil me parecías tu te hubiera dicho, que indefensa…

 

Luego de esto me sentí en deuda, más al saber que estaban solas las dos en el mundo. Quería ayudar de alguna forma. Nuestra amistad creció, tardes de ver películas las 3 o solo comer fueron aumentando la confianza. ¿Como no querer a las dos? Si Valeria era un ángel que ya caminaba sola y repetía mi nombre a media lengua –“yana, yana”- me decía y Cristina lo tomo también, para ellas dos era yana.

 

Felicidad en nuestras vidas, hasta que supe lo que lo cambiaria todo. Como abogado me entere que Cristina no había pagado últimamente el alquiler de la casa.

 

- si Jeannette, es una lastima pero deberé pedir que se marchen- me decía el dueño de la casa, un rico hombre de negocios que era dueño de media ciudad- es una lastima, yo conocí a su marido, pero no puedo hacer mas por ella.

 

No lo podía creer, se irían… no, peor que eso, ¡las arrojarían a la calle!.. ¿Que podía hacer?…

 

 


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