Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi One Piece. Regreso al mar de la realidad por albert2822

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aviso Importante: Continuación de los fics "El baile de los abanicos" y "Príncipe y Siervo. Amor idiota y leal". Pero es el final, para aquellos que sigan la historia desde el inicio.

Notas del capitulo:

Bueno, por fin pude volver y empezar esta tercera y última parte de la historia. Decir simplemente que espero que os guste, que muchas gracias por aquellos que han siguido la historia desde el inicio, que bienvenidas sean las nuevas incorporaciones y que tener paciencia porque no se el tiempo que habrá entre un capitulo y otro (intentaré que sea el menor posible)

Ilusión Primera. Saint Michel


La mayor farsa que el ser humano vive es la propia realidad, o más bien, el significado lleno de ilusión y buenas intenciones que le hemos aplicado a este término. Vivimos en un mundo real, con una casa palpable, tangible; una pareja de verdad, unos amigos y familiares reales y, en definitiva, una vida auténtica. Pero, qué es la realidad sino aquello que el ser humano ha estipulado, según sus criterios de certidumbre, como algo verdadero en la historia y la vida de este, diferenciándose así de las miles de falsedades que rodean a esa certeza. Y es que, aunque podemos sentenciar aquello que es real contra aquello que no lo es, en ocasiones es la realidad la que se vuelve una mera falsedad, y es la farsa la que se convierte en la única realidad para las personas. Es en esas ocasiones donde el ser humano se  siente más atrapado, oprimido y débil. Y lo único que podemos saber con certeza, que realidad solo hay una y que nuestros héroes no están viviendo en ella.


Una semana antes de que finalice el año, las gentes de todos los rincones del mundo continuaron festejando el fin de la gran guerra. Cabalgatas, fuegos artificiales, lágrimas en los reencuentros de los soldados y sus familiares, reconstrucción de las ciudades, atención a los heridos, arresto a los enemigos, es decir, el mundo intentaba volver a la normalidad. Londres, Nueva York, Viena, y el resto de ciudades respiraban en paz después de cuatro años de conflicto bélico. Sin embargo, ninguna de aquellas personas alegres era consciente del verdadero mal que amenazaba con destruir esa paz que tantos sacrificios les había costado.  Pero lo que nunca se podrían imaginar es que el destino del planeta estaba en manos de un grupo de individuos que marchaban hacia una muerte segura y que dependiendo de sus acciones, eso se volvería real o no.


26 de Diciembre de 1918, cerca de la costa noroeste de Francia.


El mar estaba en calma. El vaivén de las olas balanceaba el barco y servía como método reconfortante después de una dura travesía marítima de más de un mes.  Las estrellas bañaban el cielo del anochecer como si un espectáculo de luces cubriera toda la atmósfera del planeta. Al timón,  un hombre corpulento que cantaba una canción marinera mientras hacía sorbos a la botella de vino, su más fiel compañera en aquella noche estrellada.  Y allí,  en el interior del navío, iluminados por la luz que entraba de la claraboya se encontraban nuestros amantes. Desnudos sobre la cama,  palpando sus cuerpos con dulces caricias y uniendo sus labios como si la diosa de la pasión estuviera dedicando toda la atención en ellos. Y, entre movimientos suaves e incluso torpes, no podían contener las ganas de aferrarse al cuerpo del otro.


El más joven e inexperto estaba tumbado sobre la cama dejándose llevar por los dulces movimientos de su pareja. Mientras, el otro, de musculatura más trabajada era quien guiaba todo el arsenal de caricias y besos que hacía temblar al más pequeño. Besaba apasionadamente su cuello, impregnaba sus tetillas con saliva y continuaba dibujando con la lengua la silueta de su amante hasta llegar a la zona inferior. De vez en cuando se acercaba a la parte inferior del chico más joven para jugar con ella y provocar deliciosos gemidos en su compañero. Lo acariciaba para estimularlo a la vez que se complacía mirando los gestos tan vergonzosos que su joven pareja hacía. En cuanto tuvo la oportunidad, introdujo el miembro en su boca, provocando al instante que de tal excitación comenzara a salir el líquido preseminal. Sin embargo, al más mayor no le importó, es más, lo lamió con mayor intensidad y satisfacción. Cuando estuvo bien complacido, separó su boca del pene del otro, lo miró y le besó tiernamente para avisar de que la cosa iba a ir a más. Lentamente, con mucha delicadeza y ternura acercó dos de sus dedos a la entrada del más joven. Por unos instantes, este se puso  tenso ante este movimiento tan súbito, cosa que fue notada por el más mayor.


-Relájate. Recuerda, soy yo- dijo el más mayor para calmar los nervios del pequeño a la vez que volvía a acariciar la mejilla de este un tanto sonrojadas por las acciones recientes.


El más pequeño se calmó. El otro, prosiguió su movimiento. Con esos dos dedos bordeó la entrada y la dibujó como si de un relieve se tratará. Pero eso era insuficiente. Abrió un poco más la entrada e introdujo ambos dedos. Sin embargo, un recuerdo doloroso se posó de nuevo en su mente.


-¡Para!- gritó abruptamente el más joven y como si se tratara de un impulso agarró el brazo de su amante, clavando le consigo las uñas y sacando al instante los dedos de su interior.


-Lo siento mucho, Luffy... no quería que lo recordarás... debí esperar... lo siento- contestó alterado y apenado el más mayor de los dos mientras mantenía cierta distancia para rebajar la tensión que había provocado.


Durante unos segundos dejaron de hablar y el silencio cobró importancia en aquella habitación.  Pero, finalmente,  Luffy se recuperó del ataque de pánico que recién le había ocurrido.


-Lo siento, Torao…- dijo con voz suave, triste y sintiendo mucho lo que había pasado- Yo sé que tú no le eres él,  pero...


-Es mi culpa,  Luffy. He sido yo el que no ha tenido en consideración tu estado y por eso te pido perdón- besándole en la frente- Ahora será mejor que nos  vayamos a dormir, ¿me permites recostarme a tu lado?


-Sí- respondió escuetamente Luffy. Sin embargo,  una sonrisa se había perfilado en su rostro después de recibir esta petición.


Esa noche durmieron ambos lo más acurrucados posible.  No obstante,  el único que pudo conciliar el sueño fue el que tenía por sobrenombre Torao.  Por el contrario,  Luffy se había pasado la noche en vela pensando en todo el daño que le estaba haciendo soportar a Torao por no ser capaz de olvidar aquel trauma pasado. Y así,  las noches fueron pasando hasta que llegó,  con los primeros rayos del sol,  el día de la fecha indicada. Con esos primeros atisbos de luz, se escucharon estruendosamente varios golpes y gritos en la puerta del camarote, que sobresaltaron al momento a los dos de dentro.


-¡Parejita, parece que hemos llegado a nuestro destino!- gritó una voz varonil que se encontraba en la cubierta del barco.


No tardaron más de un minuto en vestirse y prepararse para salir corriendo y ver la imagen que se les presentaba delante de ellos. Nada más fuera, y antes de asomarse por la proa de la embarcación, el hombre que la capitaneaba se acercó al más mayor para hacerle cierta broma.


-¿Sabes que las noches son bien silenciosas en alta mar, Law?- le dijo aquel sujeto de pelo azulado mientras le pega con el codo en el brazo.


-Cállate, Franky. Que no estoy para bromas. Total, aún no hemos avanzado nada- contestó resignado Law por el estado en el que se encontraba su relación con Luffy.


-Ten paciencia, todo a su debido tiempo- le respondió Franky.


-Por cierto, al menos algunos podemos causar ruidos y no estamos solos- le contestó Law para devolverle la “broma” a su ya afianzado amigo.


-Eso ha sido un golpe bajo…- respondió Franky agachado sobre la cubierta del barco, deprimido y pegando golpes al suelo (a lo Foxy)- Shyarly, mi amor, dame fuerzas para aguantar esto.


De la proa del barco se escuchó una voz.


-¡Torao, Franky, venir a ver esto! ¡Es precioso!- gritó el pequeño príncipe inglés de oscuros cabellos quien mientras mantenían aquella conversación su novio y su amigo, se había adelantado a observar las vistas del lugar al cual habían sido citados.


En la lejanía, un islote de singulares proporciones se erguía en medio del mar como puerta de bienvenida a nuestros héroes.  Digo singular debido a que aquella isla donde su máxima superficie era un monte, se encontraba amurallada entre torreones y pasajes para los cañones, por lo cual, daba una sensación de fortín de guerra más que lugar de culto o retiro.  Además, si no bastaba con esa semejante protección, las únicas entradas a ella eran un puerto al norte y un camino empedrado, por el cual se levantaba las olas en todo su esplendor y, que comunicaba con el continente. Nada más fijar la vista en ella, se topaban con el inmenso castillo gótico que coronaba la isla y, si hacías la vista completa del lugar, observabas la figura cónica y perfecta que presentaba. Pero sin duda su belleza jamás se podría describir en su totalidad en un papel. Casas bien dispuestas, con ornamentaciones geométricas y tejados a dos aguas de teja negra, portones y amplios ventanales, y demás formaban un pequeño poblado que descansaba desde la parte baja del monte hasta llegar a la zona más alta de ella. Así, las calles de aquella aldea amurallada formaban un espiral que culminaba en el edificio por excelencia de aquel lugar, el Castillo Saint Michel.  Este, de hermoso aspecto tal y como se podía observar nada más toparse con él, albergaba cientos de años de historia del país francés e innumerables misterios con los que se encontrarían los recién llegados. Pero, las particularidades de aquella isla, conocida como Monte Saint Michel, se conocerán a su debido momento, ya  que aquel lugar era el centro de un lejano paraje, apreciado por muchos, como un tesoro.


Franky cogió el timón y llevó al barco hasta la zona portuaria de la isla. Mientras, los otros dos chicos mantenían el asombro cada vez que fijaban la vista en el montículo de tierra que tenían frente a ellos. Sin duda, era un bello ecosistema donde naturaleza y construcciones convivían pacíficamente y en armonía. Al llegar al muelle, Franky ayudado por Law, echó el ancla y desembarcaron. El muelle conducía hasta el interior de la muralla donde había un amplio túnel para adentrarse en el corazón de la isla. Sin embargo, antes de adentrarse, el pequeño Luffy se giró ya que algo le había llamado la atención.


-Eh, mirad- gritó el príncipe inglés señalando hacia el este del puerto donde otra embarcación acababa de llegar- Parece que no somos los únicos invitados.


Franky y Law miraron en la dirección que les había indicado el más pequeño, y efectivamente, un barco, algo más andrajoso que el suyo había llegado. De él, desembarcaron tres hombres, de los cuales apenas se distinguían sus coloridos cabellos, rubio, verdoso y rosado.


-Ese pelo verde…- dijo Franky intrigado por un pensamiento que se le había posado en la mente- No puede ser él…


-Me imaginé que esta misión no era solamente nuestra, pero, me parece que jamás podré llegar a entender la importancia hasta que lo vea con mis propios ojos- dijo Law quien no estaba tan confundido con la presencia de aquellas tres personas.


-Si desea conocer más, deben acompañarme, señorito Law- dijo una voz femenina que apareció de la nada y que pilló por sorpresa a los tres hombres.


Por el túnel del muelle, una doncella de azulados cabellos hacía acto de presencia. Sin duda, era realmente bella, con su piel blanca como la nieve y su gélida mirada que penetraba hasta el corazón más frío. Era como el agua fosilizada en cristal, fría pero imponente.


-¿Quién es usted?- preguntó incrédulo Law a quien no le agradaban todos aquellos enredados, sobre todo,  aquellos que ponen la vida de su amor en peligro.


-Soy la Dama del Lago, y mi misión es guiaros hasta lo más profundo del castillo. Allí os espera mi señor y él, será el encargado de esclarecer todas y cada una de vuestras dudas- dijo la mujer de azulados cabellos mientras comenzaba a caminar en dirección, de nuevo, hacia el interior del túnel- Seguidme.


Aunque intentaron preguntar, la dama ya se había perdido en la oscuridad del túnel, y a esos tres hombres no les quedó más remedio que seguirla, confiando ciegamente en ella. Pero, unos metros más al este…


-Seguidme y os guiaré a la verdad- dijo una dama de azulados cabellos y tez gélida ante unos sorprendidos tres aventureros que acababan de arribar con su barco.


Seis días antes, tras atravesar los mares mediterráneos y adentrarse en el océano Atlántico, tres aventureros rendían un comentario conmovedor gesto hacia aquellos que un día comenzaron a considerar familia.


En pleno amanecer, por la popa de su embarcación,  una carabela de velas raídas,  depositaban hermosos lirios en tonos blancos y morados, en total, cuatro.  Mientras dos de los hombres los tiraban al mar, el tercero tocaba una bella canción para que aquellas cuatro almas descansen en paz. Un rato más tarde...


-Shuraiya,  desconocía tu capacidad con el violín- dijo Zoro al peligrosa mientras miraban el horizonte de aquel inmenso océano.


-Es uno de mis pasatiempos ocultos, jajaja- dijo entre risas el joven de rosados cabellos y sombrero de copa- A ella le encantaba...


- ¿Ella es la persona que te arrebataron?- preguntó el peli verde sin pensar dos veces en el dolor que aquella pregunta podría suponer en su amigo.


-Sí, pero no deseo hablar más de este tema. Si lo hago, la furia se apodera de mí y no respondo de mis emociones- contestó con cara fría aquel que tenía por nombre Shuraiya.


De repente,  mientras la conversación se caldeaba,  un ápice de tranquilidad acaba de salir de la cocina del navío.


-Venga los dos,  dejaros de cháchara y comer- de la cocina, un rubio cocinero, ataviado con su cotidiana ropa más un delantal,  acababa de aparecer con varios platos de comida que depositó en la mesa- No sabemos cómo de dura va a ser la batalla, por lo que debemos alimentarnos bien para coger fuerzas.


De repente,  una maliciosa sonrisa se posó en el rostro de Zoro.  Con el gesto de un dedo indicó al rubio para que se acercara y así  hizo. Zoro le susurró algo al oído de este que solamente escuchó Sanji.


-Prefiero una ración de cocinero- susurró sensualmente el peli verde al rubio. Y como si fuera cosa de un instante,  Sanji pateó a su amante hasta cruzar medio barco. Al levantarse, Zoro dijo.


-Pero, ¿qué he hecho yo ahora? - preguntó confundido el marimo mientras se recomponía del duro golpe.


-Más te vale que gastes todo ese excedente de energía en la futura batalla si no quieres ser derrotado antes de tiempo- amenazó el rubio mientras se marchaba de nuevo a la cocina.  Sin embargo,  lo más curioso es que el rostro de este decía todo lo contrario a sus palabras,  ya que estaba totalmente rojo y con una zona de su cuerpo algo más abultada de lo normal.


-Me parece que la batalla final se está librando en este barco y no en el lugar al que nos dirigimos- dijo Shuraiya mientras contemplaba aquella escena de recién casados.


Al entrar de nuevo a la cocina, Sanji se apoyó sobre la puerta,  se agachó y hundió su cabeza en su pecho. Y como si su propio corazón hablara,  pronunció unas palabras.


-Dios, no puede ser que me ponga así por un mero comentario. Le amo tanto...-declaró Sanji sus profundos sentimientos hacia su pareja, pero un miedo le nubló la mente- Le amo tanto que si le pasara algo, yo- unas lágrimas se posaron en el hermoso rostro del rubio- me moriría.


Los seis días restantes pasaron muy rápido,  y los tres hombres venidos del desierto llegaron a su destino. Como les ocurrió a los otros, la belleza de aquel lugar no pasó desapercibida.  Sin embargo,  no vamos a adentrarnos en una nueva y exuberante descripción del lugar como antes, simplemente pasemos al momento actual. Zoro,  Sanji y Shuraiya acababan de desembarcar en la isla y una joven de azulados cabellos les recibía con un mensaje.


-Bienvenidos a Saint Michel. Soy conocida como la Dama del Lago y tengo una misión con ustedes. Seguidme y os guiaré a la verdad- dijo una dama de azulados cabellos y tez gélida ante unos sorprendidos tres aventureros que acababan de arribar con su barco.


Tras decir esto, la chica de azulados cabellos se giró y caminó hacia el túnel. Los otros tres chicos no tuvieron más remedio que seguirla, pero Sanji se quedó parado un minuto.


-¿Qué es ese ruido?- preguntó el rubio que escuchaba cosas cercanas a él.


-Vamos Sanji, que te quedas atrás- dijo Zoro gritando desde el interior del túnel. Como no tenía tiempo si no quería perder el camino, Sanji olvido aquellos ruidos y prosiguió.


Sin embargo, esos ruidos eran exactamente provenientes de cuatro grupos de personas. Uno que llegaba al galope por el camino empedrado. Un segundo que apareció de la nada. Y el tercero y el cuarto llegando por mar pero a distintos muelles del puerto. Sin duda, las piezas de esta “realidad” comenzaban a reunirse.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado mucho y que si teneis tiempo me escribais un review con vuestra opinión sobre la historia  (o sobre cualquier cosa que queraís, soy todo oidos, jajaja)

TO BE CONTINUED=)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).