El corazón de Dick Grayson rebosaba de felicidad, no solo tenía un hermanito que adoraba –su pequeño y amado Timmy– o que su querido hermano Jason se reintegrara a la familia, también era feliz porque Bruce correspondía los sentimientos que tenía por el los cuales iban más allá de los fraternales. Desde hacía un par de años que compartía más que la casa con el millonario; tenían una relación basada en susurros nocturnos, dulces caricias y besos sinceros.
Por fin tenía amor.
Y eso aunado al más pequeño y reciente integrante de la familia: Damian, el hijo biológico de su amado Bruce.
Claro que supo de ese incidente orquestado por la hija del diablo, Bruce le conto como lo drogo y aprovechándose de eso lo metió en su lecho donde el adorable principito fue engendrado; eso no le sorprendió viniendo de una mujer como ella y aunque la odio por eso el niño no tenía la culpa sobre la estratagema causante de su concepción así que cuando él se presentó en la mansión queriendo conocer a su padre –diez años después– él lo recibió con los brazos y el corazón abiertos. Querría al niño como propio.
Al principio el niño se mostró receloso de todos pero en poco tiempo se adaptó y logro formar una buena relación con todos incluso con Bárbara con quien parecía tener un crush.
Solo que… no se llevaba tan bien con él ni con Bruce. Si había manera de evitar pasar tiempo con ellos a solas lo hacía y no entendía porque, él había tratado bien al niño desde su llegada pero notaba enojo en su mirada cada que lo veía cerca de Bruce.
Habían decidido no hablarle de su relación, no por vergüenza sino porque creyeron que era muy pequeño para entenderlo. Pero un día bajaron la guardia… el los vio besándose.
Él se estaba despidiendo de Bruce en la puerta antes de que se fuera a la empresa, se suponía que el niño aún no se levantaba pero pudo verlo en la ventana, estaba en el jardín. Bruce no se dio cuenta y se fue como si nada, así como el menor salió corriendo antes de que lo viera, Dick sabía que debía explicarle.
Lo encontró en su habitación jugando con el gatito que Alfred le regalara días atrás.
–Dami lo que viste no es lo que…
–Se lo que es así que no intentes mentirme –replico.
–Mira lo que pasa es que…
–No me interesa, vete.
– ¡Tengo que explicarte! – ¿Cómo podía ser tan terco?
– ¡Ya lo sé! ¡Eres el amante de mi padre!
Habían tenido otro desliz que no recordaba o el niño sabia más sobre el tema de lo que creían. –Sí, yo soy la pareja de tu padre desde hace un par de años.
–No Richard –solo a él lo llamaba por su nombre de pila. – Eres su amante porque está casado con mi madre.
Una sensación gélida le recorrió la columna, eso no podía ser cierto, Damian mentía Bruce nunca… –Bruce nunca se casó.
–Claro que sí, se casaron antes de que yo naciera y aunque madre le ha pedido el divorcio el aún no lo ha firmado así que siguen casados y tú eres su amante así como mamá Pamela es la suya.
–No te creo. –No, no era posible.
–Pregúntale a madre, al abuelo, a Clark Kent que fue su testigo. Pregúntale a padre, aunque no creo que te diga la verdad. –Sin más Damian se fue seguramente a buscar a Jason o Tim para distraerse.