Durante la noche, sombras que se mantienen ocultas por el día salen al mundo humano a complacer sus más profundos deseos, anhelos macabros que amenazan la integridad y vida de aquellos desafortunados humanos que se convierten en sus víctimas…
El sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas dando paso a una noche que parecía ser acompañada por una gran tormenta que caería sin remedio alguno sobre el pequeño pueblo Roset, situado en medio de un enorme bosque. De la clínica de aquel lugar salía un joven hombre, alto, de cabello negro y tez morena, con perilla, patillas y dos aretes dorados en cada oreja, daba la impresión de ser alguien extravagante, pero lo que más resaltaba de él eran sus ojos gris metálico brillantes. Se trataba del médico encargado de atender a los habitantes de Roset, a pesar de no vivir en él. Su nombre era Trafalgar D. Law, un reconocido cirujano de la ciudad central Cronet, razón por la cual también se encargaba de los dos pueblos Roset y Consed, y la pequeña villa Chyer, ubicados al sur.
Law regresaba a casa en su auto después de una larga jornada de trabajo, eran aproximadamente 15 minutos de recorrido hasta Cronet. Manejaba sin mayor preocupación por la carretera, a los lejos se distinguía una sombra que el moreno intuyo era alguno de los pueblerinos. Un escalofrió le recorrió la espalda cuando al pasar por un lado de aquel bulto oscuro pudo notar lo que parecía un ser humano pero este tenía un aspecto salvaje, siniestro y aterrador. Por un momento sus ojos grises se cruzaron con la mirada ambarina de aquel ser, una mirada penetrante, llena de furia y ansiedad. El medico acelero, algo inquieto por la misteriosa aura que desprendía aquel hombre.
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Aparco rápidamente en el lugar que le correspondía en el estacionamiento de su edificio, salió del auto y se dirigió al ascensor, se sentía ansioso desde que miro a aquella persona. Estaba a unos metros del elevador cuando escucho pasos acercarse a él, volteo hacia atrás para darse cuenta de que no había nadie. Continuo su camino y presiono el botón del elevador, mientras esperaba volvió a escuchar esos pasos, se dio vuelta asustado para, otra vez, notar que no había nadie. El ascensor se abrió, entro corriendo y apretó el botón que lo llevaría hasta el piso siete, donde estaba ubicado su apartamento. En el trayecto intento tranquilizarse
-Es solo tu imaginación, Law- se decía mentalmente, al tiempo que respiraba algo agitado.
-Te asuste, ¿verdad?- una voz gruesa le susurró al oído. Aterrado volteo para observar que, de nueva cuenta, no había nadie
-¿Quién…?- Era incapaz de articular palabra, en ese momento el elevador se detuvo a punto de llegar a su destino, la luz se apagó.
En medio de la oscuridad solo se dejaba ver una brillante mirada ambarina. Law observaba hipnotizado aquellos tenebrosos ojos, por un instante se encontró pensando que aquella mirada era hermosa, encantadora… Se vio perdido en lo que parecía un sueño peligroso pero atrayente, sintió como aquella presencia delante suyo se acercaba a él, aun así no reacciono, seguía ensimismado en sus pensamientos. Una risa burlona resonó dentro del ascensor
-Eres muy interesante, Trafalgar- Dijo aquel ser al tiempo que acariciaba la mejilla derecha del médico, fue entonces cuando Law reacciono y volvió a sentir el miedo que sintió al principio. Las luces se encendieron y la misteriosa criatura se dejó ver ante el moreno; era alto, fornido, de piel casi tan blanca como la nieve, cabello rojo como el fuego peinado en punta con unas cuantas hebras sobre su frente, y unos ojos color ámbar que lo miraban con recelo. Tras unos instantes aquel ser desapareció.
El elevador siguió su curso y se abrió en el piso que le habían indicado, Law camino hacia su departamento aun teniendo la mente perdida pensando en aquella entidad demoniaca
-¿Qué es él?- Se preguntó considerando que vivía un déjà vu, pues creía haberlo visto años atrás.
-¿Quién es el?- Se replanteo la anterior pregunta que se hizo, ya que realmente no le interesaba saber que era aquella entidad, si no quien era aquel ser.
-No debería meterme en mundos peligrosos- Se auto reprendió sonriendo, aunque en el fondo sabía que jamás seguiría ese consejo, nunca lo ha hecho.
Continuara…