Con un suspiro recuerdo tu esencia, ese pecaminoso olor que emana de tu cuerpo, embriagando mis sentidos haciendo que poco a poco pierda la cordura y muestre ese lado salvaje que pocos llegan a conocer, mi garganta se seca cada vez que mi lengua traza un pedazo de vuestro delicado y suave cuello, mis manos se pierden en tus tentadoras piernas, siento así el intenso calor que emanas contrarrestando la frialdad de mis brazos, sin aun llegar a hacerte mío, juego contigo excitándome con cada gemido que provocas al besarte lujurioso y posesivamente tus gruesos labios.
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Aun no puedo comprender como paso todo esto, o en qué momento me convertí en su pequeña presa que aún no consume completamente, alargando el tiempo de mi condena, aunque lo sospechaba nunca quise creer que aquel hombre de largos cabellos castaños, ojos engañosamente hermosos de color café oscuro, dueño de unos provocantes labios el cual siempre llevan una escalofriante pero a la vez atrayente sonrisa el cual al hacer aquel gesto se le formaba un bonito hoyuelo, pero en fin, fuera el demonio nocturno que los aldeanos de mi pueblo temen y quieren destruir, no me sorprende que nunca sospechasen que él fuera esa bestia, claro está tiene una fachada perfecta una que se puede decir es intocable, siendo el conde con más influencia en Fukushima, el hombre que una vez vino a un pueblo casi fantasma a punto de desaparecer con su poder económico y social pudo reconstruirla y traer gloria a una tierra que se daba perdida, convirtiéndose así en el salvador de muchas personas ingenuas que no sabían sus verdaderos propósitos para hacer tan benevolente acción, ganándose la confianza y respeto de los habitantes podría cometer cualquier delito y jamás lo juzgarían, sabia como permanecer en las sombras y como mover bien sus fichas, aunque había gente que sospechaba de él o le tenían un cierto rencor por su arrogante y burlesca personalidad nunca intentaron desafiarlo, por lo cual ahora sin que nadie pueda ayudarme.
Me encuentro encerrado en su lujosa mansión, decorada por muchas lámparas colgantes hechas de oro y pequeños diamantes, alfombras de seda y cuadros diseñados por los mejores artistas que han existido, aunque él me deja pasear "libremente" por su hogar como una mascota, el lugar solo desprende una agobiante frialdad y soledad, por lo cual prefiero quedarme en mi alcoba durmiendo, intentando convencerme que todo lo que estoy viviendo hasta ahora sea una simple pesadilla que a la hora de despertar todo vuelva a la normalidad, pero sé que todo eso es en vano, que lastima doy por intentar engañarme y tener esperanza en algo que nunca sucederá, porque hace ya un tiempo me di cuenta de una dolorosa verdad que no es solo el hecho que tal vez nadie pueda venir a salvarme o no pueda escapar de esta prisión ya que toda entrada o salida del lugar están bloqueadas, o si en algún momento llegara el caso que por algún milagro lograra escapar no solo yo correría peligro al enfrentar su ira por mi osada huida también mis seres queridos pagarían mi error ,pero eso no es lo que más me preocupa y temo, si no es el hecho de que cuando estoy acostada lamentándome solo un par de manos que recorren mi cuerpo y unos suaves labios que rozan mis oídos pueden parar mi llanto, haciendo que cada vez que voltee y pueda ver aquella persona que me ha hecho sufrir, que me hace sentir más de mil emociones de dolor, miedo, odio por haberme privado de muchas cosas y haberme engañado tan descaradamente, pueda desarmarme tan fácilmente al notar como se desviste tentadoramente enfrente mío en la oscuridad de una noche blanca, robándome el aliento, sonriendo sínicamente el cual con aquel simple gesto hace prometer unas cuantas horas de pleno éxtasis, y con eso una parte muy profunda de mi empieza a crecer un fuerte deseo de estar a su lado y quiere ser saciada por sus prohibidas carisias y a la vez tan placenteras, solo haciendo que poco a poco empieza a cerrar la poca distancia que nos separa para juntarnos en un profundo beso el cual me le entrego en cuerpo y alma, y antes de perderme en la lujuria tengo un último pensamiento, el mismo que siempre tengo en estos momento, las cuales son ¿Por fin terminara todo después de una larga sesión de placer?, ¿esta será la última noche de que él deje de utilizarme?, lo cual si llegara a pasar sentiría una especia de alivio combinado con un deje de tristeza pues a pesar de todo ya no puedo negar que a través del tiempo me he dejado seducir por el hechizo de un príncipe oscuro al que he llegado lamentablemente amar.
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Los humanos son seres tan miserables, tan increíblemente débiles tanto físico como mental, se dejan engañar tan fácilmente son tan vulnerables con respecto al poder y el dinero, tanto así que tienden su mano a un desconocido que solo ha hecho prosperar sus tierras para beneficio de él mismo sin importarle los demás, los humanos para mí son solo un juguete que al momento de aburrirme se convierten en mi festín, siempre creí que todos ellos eran iguales, siempre pagan de la misma moneda son seres egoístas y ambiciosos, pensamiento que duro al momento de conocerlo.
Todo empezó porque necesitaba un lugar en donde podía esconderme, un lugar donde podría ser mi nueva guarida y en donde estaría protegido de cualquier ataque contra mi persona, todo a causa de la caída del gran conde Drácula como nosotros solíamos llamarlo, nuestra especie sin protector alguno fuimos vulnerables y algunos personas empezaron a conocernos y crear organizaciones llamándose así cazadores que buscan eliminarnos, aunque muy pocos sabían de nosotros pensaban que éramos una especie de mitos o leyendas urbanas que creaban para asustar a los niños, por lo cual aún podíamos hacer de las nuestras sin correr riesgos, hasta que cierta condesa imprudente hiso revelar nuestra identidad capturando a jóvenes campesinas vírgenes y algunas damas de la nobleza, llevándolas a su castillo con el pretexto que les iba a enseñar clases de conducta y como ser toda una señorita, la cual al caer en sus trampas las mantenía como esclavas bañándose y bebiendo de su sangre, cosa que al fin y acabo la descubrieron y la encerraron en su casa hasta que se pudriera sin visita alguna sola y sin alimento, conociéndose así como La Condesa Sangrienta Erzsébet Bathory, gracias a ella los cazadores tomaron más fuerzas y fuimos obligados a dejar nuestros hogares para no terminar quemados o como ella.
Por eso cuando encontré este basurero de pueblo pude crear un refugio perfecto donde nadie sospechaba, y estaban totalmente bajo mi control, logrando divertirme y seguir con mi vida antes de que todo este caos pasara, aunque se encontraban cazadores que se hacían llamar los guerreros de la diosa Lucy, no fueron una amenaza para mi pues irónicamente había ayudado a su pueblo a crecer y me debían una, aunque el estúpido de su líder Shiroyama Yuu mejor conocido como Aoi, era un dolor de cabeza lo cual he tenido que tener cuidado para no exponerme, nunca le agrade ni siquiera el momento en que nos conocimos, siempre hacia algo para intentar descubrirme, era tan molesto creyéndose un héroe de la justicia y esas idioteces, queriendo proteger a su gente de nosotros por eso decidí hacer algo al respecto, le enseñaría una lección que nunca olvidaría y que mejor manera de empezar mi plan golpeándolo donde más le duele, lo que más ama, su prometido.
Tenía que admitir que ese muchacho tenía algo muy especial en el momento en que la vi, era hermoso de cabellos y ojos castaños, una mirada tan inocente, tan amable y dulce, con facciones increíblemente delicadas a tal punto que lo hacía ver como si en realidad fuera una mujer, de tez blanquecina como la de una porcelana haciendo verlo más provocador, pero lo que más me llamaba la atención era aquellos peculiares gruesos labios que imploraban ser devorados, al principio el seria toda la causa de las desgracias que iba a tener su querido pelinegro, claro que iba no solo hacerle daño al estúpido de Aoi, también podría gozar de tan majestuosa belleza, sería otro más de mi larga lista de conquistas y luego como todo sería mi aperitivo, pero nunca llegue a imaginar que se iba a convertir en la adicción que no podría parar, en el hombre que hacia despertar mis instintos y que era incapaz de llegar a terminar con su vida por más que lo intentara, cada noche en que lo tomara, en que lo hacía mío, decía que esa era la hora de parar con toda esta absurda obsesión y por fin acabar con él, pero como siempre todas mis intenciones fracasaban, simplemente al verlo debajo de mi con su cara totalmente roja, suspirando y gimiendo por mas, con mi rostro enterrado en su cuello deleitándome con su dulce sabor, algo dentro de mi algo que me costó mucho admitirlo era más fuerte que mis instintos asesinos, paraba mis intenciones de acabarlo y dejaba que siguiera a mi lado, porque en el fondo sabía que él lo necesitaba más de lo que pensaba.
Fue fácil engañarlo, atraerlo a mí, ningún otro puede negarse a mis encantos y más uno que este despechado, así es el imbécil del Shiroyama le era infiel, su compromiso fue arreglado pues el padre de él era un importante miembro en la corte del pueblo, y al casar a su único hijo con el heredero de los cazadores harían una fuerte alianza y consigo traerían grandes riquezas, en este pueblo no le importaban los matrimonios entre los mismos sexos ya que si estos les traían prosperidad económica la moral y todas esas babosadas que la iglesia les mete a uno a la cabeza valía un rábano para el pueblo, pero como siempre en todo matrimonio con convenios para otros hay una trampa, y es que no contaban con el hecho que aunque el espléndido joven cuyo seudónimo significaba belleza, estuviera enamorado de aquel idiota, él lo engañaba con su mejor amiga, una pobre campesina una simple y sucia pueblerina que era solo una de las mucamas de la familia de él, si era bonita pero no le veía nada extraordinario en ella, no se comparaba con el perfecto hombre que ahora me pertenecía, aunque sabía este hecho y que la mejor manera de hacerlo pagar era secuestrar aquella plebeya, hay una sensación que puede destrozar a una persona a un más que la perdida de la persona amada y es el sentimiento de la culpa, de la traición.