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Inocente Amor por Camuscita de Aquario

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Notas del capitulo: Este fic es para mi niña *O* Tati, ya lo leíste pero te lo pongo aquí...gracias por tu lindo apoyo y mil felicidades por tu cumple!! te quiero mucho -x-

Una copa del mejor licor, danzaba en sus dedos. Pequeñas burbujas se desprendían de la ámbar bebida producto del agite que ejercía la fornida mano de aspecto acanelado.


Esa ponchera, lentamente subió hasta unos carnosos pero bien delineados labios. Por inercia el jugo dentro de aquel vaso se fue agotando.


Y apenas se escucho lo que el ente tragaba. Dejando después salir de sus labios un suspiro alongado y evidentemente penumbroso. Al lado del mortal, yacía una mesilla donde fue desalojada la copa de cristal. Nuevamente de sus carnosidades se desprendió un suspiro. Nadie se inmuto ante ello. Y es que muchos discutían de sus conceptos, chismeaban de los artículos sobresalientes en las revistas.


Hablaban de cosas tan irrelevantes para el. Él, de cabellos ondeados hasta más debajo de sus hombros, de un color blondo; cuencas azulinas de tonalidad turquesa; y un cuerpo digno de un Dios. Ese muchacho de cabellos rizados, era una viva imagen de un Dios o un ángel en la tierra; mas sin embargo en esa ocasión y por demás el estado que presentaba; se deducía que en aquella velada no proveía ningún aire de grandeza y menos de un Dios.


 El estado etílico hacía que su vista se nublara. Llevaba tantas toxinas en la sangre que hasta su propio nombre había olvidado. Era bochornoso hablarle o hasta sentarse a su lado, ya que ciertamente cuando alguien se le asomaba, el rubicundo se limitaba a mirar con desprecio o en su defecto, pronunciar las palabras más grotescas del vocabulario.
Pero aquello no le hizo cambiar de parecer…


Ese panorama-aunque ridículo-; hacía que la cadencia de su vitalicia sea desmesuradamente vehemente…
Y es que sus cabellos crespos, le hacían volar hasta lugares inexplicables…


Decidido y a paso dubitativo, se digno a ir donde el rubio. Su presencia emanaba tenuemente galanura, cualquier caería bajo el efecto de la bobería, si le miraba fijamente. Era perfecto. Y él, como el atezado muchacho llevaba consigo un traje de noche.


Sus cabellos lacios y largos hasta tocar finamente su talle, se encontraban amarrados en una coleta; dándole un toque a la finura de su presencia.
Y cuando hubo llegado a algunos pasos del rubio, se sintió vencido por los nervios.


Era como lo había soñado…


Era tan bello, aunque se mostrara en una bochornosa

situación…


-“ho-hola”-titubeo, estrechando su nívea extremidad. El aludido se puso al nivel de las orbes caobas del pelirrojo y arrugo su cejo.


-“¿qué quieres?”-dijo en un tono agravado. El chico de rojas pupilas sonrió.


-“conocerte…eres el tan llamativo Milo Milambaros ¿verdad?”-prorrumpio entusiasmado, como si de un quince añero se tratase. El mencionado por su parte opto por fruncir un poco más sus rubias cejas.


-“si soy yo, algún problema”-prorrumpio alterado. –“quieres sacarme fotos, después de haber perdido toda mi fortuna ¿no?”-espetó aun mas molesto, virando su cara y clavando sus celestes retinas en el vaso de ámbar líquido-“vamos, toma, y ¡vete de aquí!”-chilló, provocando que todas las personas invitadas a esa velada, giraran sus rostro y se vieran interesados en el asunto.


-“no señor”-repuso el níveo chico con la fonación nerviosa-“mi padre, es el gran ejecutivo Hernado Valente”-agrego en voz queda-“nosotros queremos darle un trabajo, en nuestra empresa”-el rubio de castaña piel, incrusto sus azulinas pupilas en las del pelirrojo.


-“niño, estúpido”-murmurro, aun mirando al níveo joven-“¿crees que yo quiero, su estúpido empleo?”-articulo con un tono altanero. El chico de cabellos lacios, opto solo por sonreír ante las miradas atónitas de los curiosos.

-“la verdad, lo necesita”-y detrás de aquella excusa de un trabajo, yacía el sentimiento de la admiración que de apoco se acallaba, por la evidente presentación e interpretación del señor ejecutivo Milo Milambaros.


-“no quiero”-y se lanzo a los brazos del joven albino.-“no pude perder tantas cosas”-cuchicheo, mientras hundía su bronceada cara en el esternón adyacente.


-“venga, le invito un café”-propuso el pelirrojo, depositando a su vez pequeñas pero necesarias palmadas en el dorso atezado.
Último que con sopesar se alejó del níveo hombre. Le miro con cierta inquisición y notando que había espectadores, asintió.


El chico de nívea piel, rodeo la espalda del rubio, ayudando a este para poder caminar en su largo pero encantador paseo.


Y es que tal vez, conocería a alguien valeroso…


Y es que ese muchacho de roja melena, podía ser un buen

amigo o…algo más…


Ambas entidades paralizaron sus sendas, ante la gigante y bellísima puerta del local. En el, lograban ver sus perfiles ya que la portezuela era de cristal.


Milo, que estaba cabizbajo, levemente subió su rostro para verse ahí, demacrado por la suerte, pero con alguien a su lado y no como los déspotas que a pesar de decir que llevaban una amistad sincera, le habían abandonado en el trecho más difícil de un ejecutivo.


Sonrió al vidrió, cual le devolvió esa facción. Y el chico de rojas hebras, levanto sus orbes al raso techo y solo dejo salir de sus prominencias, un suspiro.


o.o.o.o


-“¿cuál es tu nombre?”-cuestiono Milo, ya con los cabales casi obtenidos.

-“¿cuál es tu nombre?”-cuestiono Milo, ya con los cabales casi obtenidos.-“¿cuál es tu nombre?”-cuestiono Milo, ya con los cabales casi obtenidos.


-“Camus…Camus Valente”-dijo el chico de asentó francés-“mi padre, es un gran empresario, percato que usted había perdido su empresa por unos malos tratados económicos y decidió darle una nueva oportunidad”.


-“por lo mismo, me pregunto por que quiere que este en su empresa”-musitó para sí, no obstante el galo había escuchado.


-“verá, nosotros creemos de que usted, a sido vilmente ensuciado por sus ayudantes. Queremos darle el puesto de gerente en finanzas, aunque su puesto debería ser de presidente o vicepresidente en su defecto”- prorrumpió quedamente.


Milo percato que la luna podía realzar la belleza de algún personaje. Y eso había sucedido en el pelirrojo. La luz de la redonda luna, no solo realzaba la belleza innata del galo sino también, lo convertía en un punto a seguir, de muchachas de poca reputación.


Quedo embelezado ante la sublime imagen que la luna y las estrellas le ofrecía. Pero ¡no! De seguro ese muchacho, tendría a lo menos cinco años menos que el.
Su nombradía, si se enroscaba con el galo bajaría mas allá de lo que ya se encontraba.


Pero…si solo lo intentaba, si pensaba un poco mas en el y no en su mísera reputación. ¡No! Estaba tajantemente prohibido relacionarse con los hijos de sus superiores…eso hacía deducir que el rubio, aceptaría-aunque a regañadientes-, el trabajo que Camus le ofrecía.


Este último que ceso su caminar, haciendo por ende que la de Milo también frenara; ante una elegante y vistosa cafetería.  El galo se separo del rubio, para luego ponerse en su frente y decir en un pequeño susurro:-“no provoque problemas”-y dicho esto, Camus le tomo de la mano e ingreso al local, con un acanelado confundido.


Con sus orbes, busco la mesa mas arrinconada del local. El lugar tenía el ambiente relajado. La música que ofrecía era, lenta y suave, exquisita para las cavidades auditivas. Ambos entes se sentaron, uno frente al otro…


-“¿cuántos años, tienes?”-pregunto el rubio.


-“veinte”-prorrumpio haciendo un ademán de desdén. Algo le acaparaba y no era precisamente Milo.


El galo, tenía sus pupilas clavadas en la vela cual se mostraba fogosa en el centro de la mesa. Y es que cada mesilla llevaba como centro una cerilla.


Gradualmente, las luces se apagaron dando paso a las tenues de las velas, cuales como la luna realzaban la lindura del francés.
Pero Camus, no era el único adonis en la mesa. El chico venido de Esparta en Grecia, lucía hermoso más de lo que ya se había mostrado.


El pelirrojo aun no lo admitía, pero detrás de la admiración yacía el sentimiento mas puro y cándido de un ser.
Sus mejillas se mostraron encendidas y sintió una erección. Él, como Milo estaban cayendo en las redes invisibles de un sentimiento casi desconocidos para ellos.


Y un silencio acaeció…


Y la luz mostró su inmensa beldad…


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