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¿Traidor? por Sorgin

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Notas del capitulo: Es un fanfic que se me ocurrió cuando vi a Ken en prisión, en el último capítulo de Gluhen. Espero que os guste. Musus.

La primavera había llegado, muchos de los reclusos estaban en el patio, paseando, pintando, charlando. Pero no, él no. Los tres muchachos cruzaron los pasillos del centro guiados por un celador. Bajaron en el ascensor de personal tres plantas. La luz del sol no llegaba allí. Los gritos de algunos les llegaban ahogados debido a la gruesa capa de protección que aislaba las habitaciones. Las puertas estaban blindadas, apenas dos ranura, una por donde se colaba la luz y permitía el acceso de las bandejas de comida, sin necesidad de abrir la puerta. La otra un cristal de doble capa de grosor desde donde se controlaba a los presos. El celador se paro ante la puerta que buscaban. Pidió a algunos de los guardias que estaban de ronda que la abrieran y se quedaran cerca por si había problemas. La puerta se abrió, los dos jóvenes se adentraron en la habitación. Era muy pequeña. Solo había una cama compuesta por un somier de hierros oxidados y un colchón demasiado usado.

 

- Esta es una celda de castigos.- Les dirigió una mirada preocupada desde la puerta.- Estaba encerrado aquí. -El pelirrojo observo la celda  buscando algún lugar por el que podría haber escapado.

 

-¿Cómo sucedió?.- El celador se rasco la cabeza.

 

-Bueno no estoy muy seguro. Yo estaba en el piso superior. Rioka me llamo para decirme que el preso número 1472, se encontraba mal. Al devolverles la comida estaba llena de vómito y sangre. Pensaron que quizás tenía una úlcera o algo; así que abrieron la puerta y lo sacaron.- Señaló a una de las esquinas del techo.- Yo lo vi por la cámara. Ese tío estaba vomitando sangre. Trataron de calmarlo y parecía que todo iba bien. Entonces uno de mis compañeros cayo al suelo. Luego otro y las luces se apagaron.- El hombre se recostó contra la pared su respiración estaba agitada.- En veinte  años que llevo aquí, jamás había visto algo así. Se lo aseguro. Cuando las luces volvieron el muchacho había desaparecido y mis compañeros estaban- les miro espantado- muertos.

 

-Bien puede retirarse.- El pelirrojo hizo un gesto con la cabeza.- Omi te importa ir a la sala de computación.- El más joven asintió.- ¿Si fueras un psicópata sediento de sangre a dónde irías?.- Un muchacho rubio salió de la celda.

 

-Buena pregunta. Ahora deja que yo te haga otra, ¿cómo coño te escapas de una cárcel de máxima seguridad, es más de una celda de aislamiento, te cargas a un montón de polis a tu paso y nadie te detiene?.

 

-Esa es fácil.- Dedico una sonrisa a su compañero.- Siendo un Weiss.

 

- Aún así, incluso yo o tú, necesitaríamos ayuda del exterior. Y lo que es más importante, ¿Cómo ha podido cambiar tanto?.

 

-¿Has visto este lugar?. Lo que me parece un milagro es que haya aguantado un año.

 

-Y ahora qué, lo buscamos y lo cazamos como un animal.- Golpeó la cama con fuerza.- ¡No es un animal!, es nuestro compañero.

 

-Era nuestro compañero. Ahora es un enemigo para la gente inocente y para si mismo.

 

Salieron de allí y se reunieron con su compañero. Se dirigieron a Kritiker, necesitaban buscar y coordinar la información para encontrar a Siberian. Mientras éste ya se encontraba muy lejos de allí, exactamente enfrente de una floristería llamada “Koneko No Sumu Ie”, donde una chica de cabellos negros y ojos amatistas regaba las flores. Era primera hora y no había nadie cerca. Se acercó a ella silenciosamente y la tomo de la cintura, la muchacha dio un brinco y se giró intentando golpearle con la regadera que llevaba en la mano; pero el muchacho se lo impidió.

 

-No deberías saludar así a los viejos amigos Aya-chan.- Le miro atentamente y sonrió al reconocerlo.

 

-¿Ken? ¡Ken! ¡Qué alegría verte!- Le abrazó.- ¿Porqué no me has llamado?, ni siquiera has venido a verme en todo un año.- El muchacho la sonrió.

 

-Digamos que he tenido ciertos problemas de comunicación. Oye siento venir de improviso, pero necesito un favor.

 

- Lo que quieras.

 

- Supongo que tirarías mis cosas cuando me fui.- La muchacha siguió sonriendo y negó con la cabeza y tiro de él hasta el interior de la tienda, subieron a los pisos superiores y entraron en su antiguo cuarto. La habitación estaba como la había dejado.

 

- Siempre he considerado Koneko mi casa, pero tenía la esperanza de volveros a ver aquí.

 

- No quiero molestarte solo me daré una ducha cogeré mis cosas y me iré.- La muchacha le miró sin comprender.

 

-Puedes quedarte todo el tiempo que quieres, siempre eres bienvenido.- Le dejo a solas.  Varias horas después un coche aparco frente a la puerta de la floristería. En ella había luz, aunque ya debían haber cerrado hacía una hora. La persiana estaba semi cerrada. Ran la miro preocupado. Tomo la katana y la escondió bajo su gabardina, Omi y Youji le imitaron.

 

-Aya-chan jamás se olvidaría de cerrar.- Omi dirigió una significativa mirada.

 

-Quizás este preparando algún encargo.- Youji se encogió de hombros tratando de restarle importancia.

 

-O quizás no este ella.- Se deslizo por debajo de la persiana y entro tratando de no hacer ruido.

 

Apenas tardaron unos segundos en estar los tres dentro. La visión los dejo sin aliento. Una muchacha de cabellos azabaches estaba tumbada boca abajo en el piso. Su sangre lo bañaba. Tenía profundas marcas de garras en la espalda. Ran cayó de rodillas ante la escena. Su respiración se volvió entre cortada. Omi sintió arcadas y corrió escaleras arriba, necesitaba un baño. Youji simplemente miraba la escena atónito.

 

-No puede ser.- Gritaba Ran histérico.- Tiene que ser una pesadilla.- La katana estaba tirada en el suelo. Youji se acerco al cuerpo sin vida de la muchacha; la giró. Su rostro estaba deformado, las garras casi le habían despedazado. Ni un rastro de vida.

 

-Chicos.- Omi a trajo su atención, miró al suelo. Un rastro de sangre que subía escaleras arriba. Lo siguieron.

 

-Es mío.- Sentencio el líder de los Weiss.

 

Los rastros conducían hasta el cuarto de Ken. Abrieron la puerta con cuidado, sigilosamente para atraparle por sorpresa. Sobre la cama descansaba el cuerpo del castaño. Estaba bañado en sangre, era imposible decir cuál era la suya y cuál la de su víctima. Ran le observó fríamente. Desenvaino su katana haciendo que esta brillase ante la luz de la luna que se filtraba por los cristales de la ventana. El ruido del agua proveniente del baño y las respiraciones agitadas de los asesinos era lo único que se oía.

 

-Ran.- Youji palpo el hombro de su compañero.- te lo suplico, no lo hagas… todavía.- Estaba desesperado. El pelirrojo le encaró.

 

-Prefieres a que espere a que este despierto para preguntarle “¿Ken mataste a mi hermana?”.- Imitó la voz del rubio.- “¿o ya estaba así cuando llegaste?”.- Omi escuchó  unos pasos acercándose. Trató de advertir a sus compañeros, sin embargo estos seguían discutiendo apenas con un hilo de voz. Ken profirió un gemido de dolor y se revolvió, mostrando la herida de bala, que probablemente aún alojará, en su costado. Los pasos aceleraron ante el sonido. La puerta se abrió de golpe. Una muchacha de trenzas azabaches les miro sorprendida.

 

-¡Hermano!- El cuenco de agua que traía en las manos cayo al suelo. Aya se lanzó a los brazos del pelirrojo, quién soltó su katana para abrazarla. No podía creer lo que sucedía.- Menos mal que estas aquí, no sabía que hacer.- Lloraba.- Tienes que ayudar a Ken, esta muy mal. Le dispararon.

 

Los ojos de todos se desviaron a la cama dónde reposaba el herido. La herida podía infectarse sino la limpiaban a tiempo. Omi recogió la palangana del suelo y corrió a la cocina para calentar agua. Youji le siguió, necesitarían algo más que agua para curarle. Abrió el mueble bar y saco una botella de aguardiente. Serviría para limpiar la herida y adormilar al herido. Omi coció unos cuchillos y pinzas, necesitaban sacarle la bala. Subieron de nuevo, Ran salía del baño con las manos empapadas en agua.

 

-Omi quédate con Aya.- Ladeó la cabeza y Youj entro en la habitación.- ¿Qué tenemos?.

 

- Pinzas, un par de buenos cuchillos, un perol de agua caliente, agujas, aguardiente y mucha esperanza. ¿Sirve?.- Dio la luz y le pidió a Omi que trajera todas las lámparas que pudiese y velas.- Necesitamos mucha más luz.

 

-E hilo, tendremos que coserla con algo resistente.- Youji corto su cable estrangulador y se lo ofreció al pelirrojo.

 

-No te preocupes es nuevo, no uso el mismo dos veces.- La mayoría de las veces porque se lo cortaban, pensó con agonía. El enfermo despertó al notar el calor del agua cuando le limpiaban la herida.

 

-¿Estoy muerto?.- Aunque tenía la visión borrosa pudo distinguir a sus antiguos compañeros.

 

-Aún no.- Youji le dedico la mejor de sus sonrisas, le ofreció la botella de alcohol.- Anda bebe un trago lo vas a necesitar.- Le aparto el cabello rebelde de la frente.

 

-Abusas de mí porque no estoy en condiciones de oponerme.- Le dedicó una tierna sonrisa. Aya le coloco un mordedor, hecho con el cuero de su gabardina. La operación comenzó. Mientras en la otra habitación Omi y Aya rezaban.

 

-Aya-chan, ¿qué es lo que paso?.- La muchacha le miro un tanto preocupada.

 

-Yo estaba arreglando unas flores, cuando alguien me agarro por la espalda. Me puse muy contenta al saber que era Ken.

 

 

FLASHBACK

 

Aya abrazó a su amigo, estaba a punto de cerrar y solo quedaba una clienta indecisa. Una adolescente de trenzas negras, río al verse reflejada en ella.

 

-¿Quédate a cenar Ken?.- La chiquilla suplicaba emocionada desde detrás del mostrador. Ken se apoyó en el.

 

-No sé. Tendrás que hacerme la pelota un poco más.- Le sacó la lengua.

 

-Tonto.- De repente su expresión se torno sería.- Ahora que me acuerdo tu no estabas…

 

-Manx vino a buscarme hace unos días.- Sonrió el castaño.- Y me dijo “Ken vete a recoger tus cosas que le molestan a Aya-chan”.- La muchacha pellizco su brazo.

 

-Tonto.- La clienta se acerco al mostrador, tenía una mano guardada en el bolsillo de la chaqueta.- ¿Puedo ayudarla?.

 

-Sí.- Sacó la pistola que ocultaba.- ¡Dame el dinero!.- la muchacha tembló solo acertó a asentir. Ken sonrió a la muchacha quién le apuntó.- ¿Y tú de que te ríes payaso?.

 

-De í, ¿acaso no es obvio?.- La atracadora le miro sorprendida.

 

-Tu epitafio.-Disparó, pero falló. Ken la empujo derrumbándola.

 

-Sube arriba y no bajes hasta que te lo mande.- Aya obedeció, a los pocos minutos oyó un disparó; pero no se movió del sitió.

 

FIN DEL FLASBACH

 

- Cuando Ken subió estaba cubierto de sangre. Se derrumbo en el pasillo. Le metí arrastras en la cama y fui a buscar agua al baño.- Aya miro llorosa al pequeño.

 

-O sea que no has vuelto a la floristería.- Suspiro aliviado.- Quédate aquí de acuerdo y no bajes bajo ninguna circunstancia. Necesito que cuides de Ken por mi, yo debo hacer un encargo.-Suspiró y bajo a limpiar el destrozo que había ocasionado el chico de ojos azules.

 

La extracción fue un éxito. Le dejaron descansar un rato bajo el cuidado de Youji; Ran y Aya se fueron a charlar en la habitación de ésta. Tuvo que relatar de nuevo los sucesos que les habían llevado a esa situación. Youji beso dulcemente los labios de su amigo.

 

-Aprovechado.- Ken se relamió.- Solo haces esto cuando me hieren.

 

-¿Cómo saliste de la cárcel?.- Miró por la ventana. Ken le sonrió y se acomodo para verle mejor.

 

-Acabe mi misión.- La sonrisa se ensancho ante la cara de sorpresa de Youji.

 

La sangre era fresca y se limpiaba bien, para suerte de Omi, quien resignado se dedicaba a limpiar. No quería traumatizar a la pobre Aya-chan. Un fugaz pensamiento cruzo su mente. Si Ken era tan salvaje como creían, ¿por qué había protegido a la muchacha?, ¿por qué no había aprovechado para matarlas a las dos?. No lo hizo, en su lugar prefirió protegerla, de la atracadora, y de sí mismo. Alguien llamo a la persiana. Omi reviso la escena y tras comprobar que todo estaba perfectamente limpio la levanto. Su sorpresa fue mayúscula al encontrarse con la sonrisa de una pelirroja. Subieron juntos la escalera y entraron en la habitación del futbolista. Ran le pidió a su hermana que esperase en su habitación.

 

-Manx, ¿qué haces aquí?.- Aya cerró la puerta sorprendido.

 

-Turismo.- Contesto con una sonrisa.- Aya, ¿cómo puedes preguntarle eso a una señorita que viene a verte a las ocho de la tarde.

 

-¿Una nueva misión?, pero no estamos preparados.- Se quedo perplejo al darse cuenta de que Ken estaba con ellos.

 

-No te preocupes, solo he venido a ver que tal estaba tras su liberación.- Se sentó a los pies de la cama.- Persia me envía para poneros al corriente.- Se sentaron a escucharle.- Ahora si que me siento como una madre que cuenta cuentos a sus hijos.

 

-Manx, no te enrolles.- Replicó fríamente el pelirrojo.

 

-Persia le encarcelo para acabar con tres guardias de la prisión. Hacían favores a presos, desde cosas simples traerles comida, música, sexo.

 

-Con niños.- Los ojos de Ken centellearon furiosos.

 

-Tardamos casi un año hasta que averiguamos quien era el titiritero.

 

-El médico.- El castaño escupió sus palabras.- Me mandaron a una celda de aislamiento por cargármelo. A los guardias me los cargue para poder escapar.

 

-A pesar del desastre que has armado abajo, Persia quiere que vuelvas a estar en el equipo. Si vosotros le aceptáis.

 

-Rajaste la cara de una cría.- Suspiró Youji.

 

-Eso no es del todo cierto.- Aclaro Ken.- Ella se lanzo contra mí, yo me aparte y acabó estrellada contra una de las vitrinas.

 

-Es cierto.- Suspiró Omi.- Aún tenía restos de cristales.

 

-Y bien, ¿qué decidís?- Pregunto Manx ansiosa.

 

-Me alegro de saber que un compañero de equipo no mató a mi hermana.- Sonrió Aya.

 

-Hablas por todos.- Se desperezo Omi.- ¿O no?.- Youji continuaba con los brazos cruzados y la cabeza gacha. Se acerco hasta que que pudo hablarle a la cara.

 

-Jamás vuelvas a preocuparme así.- Selló sus labios con los del otro.- O seré yo quien te mate.- Salió de la habitación sonrojado.

 

-Guau- rió Ken.

 

-Sabía que le gustabas.- Bromeo Manx  tras lo cuál se despidió de los muchachos. Ella misma cerró la persiana. Omi dejó descansar a Ken. Aya se marcho al cuarto de Omi ya que su hermana ocupaba ahora su habitación y como se había dormido no era bueno despertarla.- Si ya lo decía yo que entre esos dos hay algo.- La puerta se abrió.

 

-Deberías preocuparte por lo que hay entre tu yo.- Sonrió Youji.

 

-Me duele la herida.- Ronroneó el castaño.

 

-No importa prometo no tocarte esa zona.- Sonrió lujuriosamente.- Y ahora pórtate bien y déjame llevarte al Nirvana.- Youji intento tirar de la manta para desnudar el cuerpo de su amante. Pero como recompensa recibió una patada que le doblo.

 

-No te pases Kurt Cobain. He dicho que me duele, así que nada de sexo hasta que se me pase.- Youji se resigno y le beso. Aún no era el momento, pero pronto lo sería y en ocasión Ken no podría volver a sentarse en una semana se prometió a su orgullo herido.

       

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