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Levántate del escritorio por Msiaki Birthday

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen

Notas del capitulo:

La historia no es Yaoi ni tiene incitaciones al género.

Solo la subo por estos rumbos para darse a saber que hay más historias; creo que no está permitido. 

En fin, espero les guste.

Género: Fantasia

Capítulo uno: Llámala

 

Era el efecto tardío del alcohol, lo hacía sentir entre las nubes y la imaginación volaba de un lado a otro.

Hipeó una vez, en su mecanismo seguía la bebida como droga, apenas dejándole razonar lo suficiente para saber dónde estaba: El escritorio, con millones de papeles regados en el piso.

Entreabrió los ojos, los cerró, la somnolencia le estaba invadiendo y estaba a punto de tumbarse de nuevo en el letargo del que se vio por mucho tiempo. Y del cuál no quería levantarse. Se sintió relajado, curvó los labios en una sonrisa satisfecha y los abrió para hablar con aquel tono cantarín, lleno de gozo.

— Lenalee~ —  En sus labios era presente, quería ver a su hermana, la muchacha por la que había ingresado a la Orden Oscura.

Esperó energético, esperó verla aparecer por la puerta.

Preocupada, regañándolo por de nuevo estar en ese estado.

Una sonrisa boba se le dibujó en el rostro.

— Hermano, ¿De nuevo así? — Se llevó las manos a la cintura, frunció ligeramente el entrecejo y dejó la taza en el escritorio. 

 

Ranted: K

Capítulo dos: Al muerto

 

Respiró hondo, tenía migraña, y esta vez no fue el café que solía tomar; era leche, en un vaso de cristal.

Parpadearía más de tres veces antes de tantear el escritorio con la diestra en busca de sus lentes. La visión si bien no era perfecta, no era la ideal. Le costó ver a lo lejos la silueta desdibujada. Cuál infante se talló los ojos y buscó la puerta, Lenalee no estaba ahí, cosa extraña cuando juró escucharla hace unos instantes.

El sonido de los tacones cerca de ahí le hicieron sobresaltar el pecho, expectante de la siguiente acción, ¿Acaso se había dado cuenta del error que cometió y pronto le cambiaría el contenido?

Otro día normal, otra vez escuchando el zapateo de los tacones aquí y allá. Regaños que venían de la boca femenina y un reproche infantil a su persona; era su luz, su vida. Y era por esas mismas razones que no comprendía, ¿Por qué era la enfermera en jefe la que aparecía?

— Director, debería estar en cama. — No descifró el misterio tras los ojos tristes, ni deparó en los harapos que llevaba. Reconoció el tono preocupado; el canto maternal con el que se le hablaba; sin embargo, no cedió.

— No hay tiempo, tengo que asegurarme de tener todo en orden para cuando Lenalee regrese.

 

Emoción: Venganza

Capítulo tres: Levantarse

 

— No llames a los muertos— Le advirtió la señora, ella que presenció la partida de muchas vidas, y  no pudo salvar a ninguno de ellos; así como sintió el final inevitable al término de la guerra. Acicaló el delantal con una de las manos y con la otra estiró la servilleta que había olvidado, dentro contenía una píldora para dormir, un analgésico y la función extra se dio para limpiar el desastre que era la boca del científico. — Komui. — Le llamó, seguía viviendo en ese mundo de fantasía. — Ella. . . — Titubeó, preparó la bomba que no terminaba por aceptar y cerró los ojos, de nuevo necesitaría ayuda para llevarlo de vuelta a su habitación.

— Está en una misión. — Completó. La cabeza palpitaba como si tuviera vida propia, le exigía un descanso; tregua a tantas emociones experimentadas.

— Levántate del escritorio. — Ella le observó como si le hubiera salido un tercer ojo, como si de repente fuera compatible con la innocense*, y suspiró. No había remedio. — Suelta eso. — Recriminó con la mirada, era el mismo cuento de siempre. Repetía la escena y los diálogos. —. . . No conseguirás que vuelva ni con un sacrificio humano.

Es preso de las palabras, desea entonces que esa guerra nunca hubiera empezado, que no existieran las inocencias, los exorcistas, los demonios*. No necesita escuchar de nuevo las palabras, su mente no trabaja como antes solía hacerlo, le falta la razón de vivir, le falta ella.

Nadie le impedirá de nuevo una salida, nadie le dirá que tiene que hacer, nadie… ya no estaba ahí su preciada hermana, y se está volviendo loco, por la sed de venganza; la guerra terminó y con ello la vida que conocía.

¿Revivirla? No habría intentado eso, quizá con un corazón viejo y el lamento, el Conde Milenario apareciera para devolverle la vida.

El sacrificio debía ser puesto.

 

 Color; Marrón

Capítulo cuatro: Hermano

 

Pasados los segundos, nada aparece, por más lamentos y llanto que ha soltado; el gordinflón que alguna vez fue el dolor de cabeza ahora lo ve como aliado. Su hermana, la quiere de vuelta sin importar lo que suceda.

Y suspira, cierra los ojos en busca del lugar que le parecía cálido; la nostalgia es ya parte de él y el sentimiento de tristeza lo invade en cada membrana. Siempre lo supo: Lenalee Lee había muerto en combate, protegiendo a los cardenales que la utilizaron como arma.

En ese instante siente la garganta áspera, el vacío se hace vicio y comprueba viendo a los alrededores. El edificio está destruido, no existen ni demonios ni exorcistas. Es un momento donde el viento puede correr en libertad por las paredes que ya no existen.

— Hermano, levántate del escritorio. — Está alucinando de nuevo, más no le importa, escuchar esas palabras calmó el alma inquieta, sedienta de una venganza que jamás podría cumplir.

Acata las órdenes, acomoda la bata y deja de sentir el mareo, puede ponerse de pie. Luego estira la mano para coger la contraria. Y siente, siente los dedos de la niña tan reales que no lo cree.

Por seguridad la ve, su rostro resplandece; es la misma niña que recordaba antes de todo ese embrollo, tan tierna, tan inocente.

Él la sigue, su deseo ha sido cumplido: Ha visto a su hermana sana y salva.

.

.

.

La sangre corrió de la cabeza, manchando los papeles, los muebles que se encontraban en el sitio. — Es un demente. — Bramaron las voces, no pueden evitar el asco por la sangre derramada.

— Sin enfermera y sin inventor. — Lamenta uno, mismo que se acerca, patea los cuerpos sin vida y  pierde el interés demasiado pronto.

— No los necesitaremos. — Menciona otro. — Ya no más. — O eso quieren creer, la última batalla ha terminado con las vidas de los elegidos.

Y solo porque su bando ha quedado indefenso creen haber ganado.

 

 

 

Notas finales:

Y, ahí tienen la historia, sinceramente espero que les haya gustado, cualquier queja puede ser expresada mediante un comentario [?] Ya saben, de esos en los que nos hacen saber si les gusta o no, si le falta.


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