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Shiki Masaoka Memorial por Karasu_Seiko VI II I

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Notas del fanfic:

Autor: one_short_fuse

Publicación original: Shiki Masaoka Memorial

Fecha: Julio 31, 2012

-Oneshot-

Opinión personal: Yo soy una férrea partidaria de los fics canon, pero este AU me encantó. Está cortito y bonito, y además es la cantidad de angst justa para una pasiva como yo (?)

Notas del capitulo:

Sí, sí, el DIK fue el 22 y hoy es 26, soy terrible (?)

Bueh, mejor tarde que nunca. Esta es una de esas cositas de las que siempre me ha gustado ser parte y no me quería quedar fuera. Además prácticamente es para lo único que usaré AY de ahora en adelante, so... 

Dispénseme, teniente, no lo vuelvo a hacer :'v

 

Cada día, Kai camina desde la estatua de Takamori Saigo hasta el Santuario Toshogu. Es una caminata tranquila, y él disfruta de mirar a los otros visitantes; de verlos sonreír y pasar el tiempo con sus amigos y seres queridos.

Cada día, Kai camina desde el Santuario Toshogu hasta la fuente que está al final del Paseo de los Artistas. Disfruta de ver la variedad de obras de arte en exposición. Puede apreciar el esfuerzo y habilidad que esas personas ponen en sus creaciones, y eso le da una extraña sensación de nostalgia, de algo que alguna vez tuvo y no puede recordar haber tenido. Aunque no le causa tristeza; en lugar de eso, sonríe y continúa caminando.

Cada día, Kai camina desde la fuente que está al final del Paseo de los Artistas hasta los árboles de cerezo, y tararea para sí mismo mientras se pasea por debajo de la sombra moteada. A veces el viento sopla lo suficientemente fuerte como para hacer que unos cuantos pétalos caigan de las ramas, y él se considera suertudo cuando uno o dos aterrizan en su cabello. Nunca se los quita y le da igual si se ve torpe o no con ellos.

Cada día, Kai camina desde los árboles de cerezo hasta el Estanque Shinobazu para observar las flores de loto. Miles y miles de hermosos retoños y brotes; regularmente imagina cómo sería colocar esos pétalos en un platillo de algún tipo de comida, pero la idea es siempre fugaz, y por eso continúa con su recorrido.

Cada día, justo cuando está listo para caminar desde el Estanque Shinobazu hasta Suribachiyama, Kai se detiene para escuchar a un hombre tocar suavemente su guitarra acústica cerca del Arroyo Shinobugawa. A veces el hombre toca música alegre, y Kai sonríe mientras las notas recorren el aire. Otras veces el hombre toca música que lo hace querer sentarse y sollozar. Casi siempre le regresa el sentimiento de nostalgia, y más fuerte que cuando recorre el Paseo de los Artistas... pero aun así no puede explicar la emoción.

Hoy, por primera vez, Kai se sienta al lado del hombre que toca la guitarra cerca del Arroyo Shinobugawa. Éste le sonríe, y deja su guitarra a un lado. Su sonrisa es alegre, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, o nunca pudiera estar triste.

A Kai le gusta mucho esa sonrisa, le gusta la manera en que el rostro del hombre se ilumina cuando ríe, así que decide visitarlo diariamente como parte de su caminata.

Pronto se olvida de Suribachiyama, así como olvida cuántas veces ha tomado este paseo a través del Parque Ueno, y también olvida cómo llegar a la estatua de Takamori Saigo al inicio de su ritual, o lo que hace después de visitar Suribachiyama. Ha olvidado cuánto tiempo ha estado visitando el parque, al igual que ha olvidado cómo solían ser las cosas. Quién solía ser.

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Cada día, Kai y Uruha se sientan cerca del Arroyo Shinobugawa. A veces Kai sólo escucha, y otras veces él y Uruha charlan por horas que se sienten como momentos fugaces. Cuando Kai escucha a Uruha tocar, piensa en cuán hermosa es la música, sin importar si es alegre o triste, enérgica o lenta. Piensa en cuán hermoso es Uruha, y no simplemente su cara, sino su alma, y pronto el ritual que ha estado siguiendo por la eternidad, el ritual del que no tiene concepto ni realización, cambia de nuevo.

Cada día, después de estar sentados charlando o tocando y escuchando, Kai y Uruha caminan desde la pequeña banca cerca del Arroyo Shinobugawa hasta el monumento de Shiki Masaoka, donde pueden encontrar un lugar aislado lejos de las miradas de los otros visitantes del parque. En el monumento Kai besa a Uruha, suave y desgarradoramente dulce, y entonces ambos parten por caminos separados hasta que Kai está de regreso en la estatua de Takamori Saigo, donde procede a deambular por todo el parque hasta que vuelve a su banca.

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El ritual ha cambiado de nuevo. Kai no sabe que ha cambiado, y tampoco sabe que tiene un ritual. No sabe qué lo ha conducido hasta el Parque Ueno, ni se da cuenta que ha estado ahí desde siempre caminando a lo largo de caminos y veredas, mirando a las personas sin interactuar con nadie además de Uruha. Kai ni siquiera se da cuenta de que hubo un tiempo antes de conocerlo.

De lo que Kai tampoco se da cuenta es que su presencia en el parque se vuelve cada vez más tenue.

Uruha sí lo percibe;  lo nota en sí mismo más de lo que lo nota en Kai. Se pregunta si él lo advierte también, hasta que éste comienza a hacer preguntas.

Uruha ha estado en el Parque Ueno por un periodo mucho más largo que Kai. También ha estado ahí por un lapso idéntico al de Kai. Después de todo, no hay tal cosa como el tiempo en el más allá, y a pesar de que no quiere, Uruha termina por responder las preguntas del otro.  

De alguna forma, Kai puede ver que la presencia de Uruha ha cambiado. Su sombra ya no es tan oscura, y la luz del sol en su piel ya no es tan brillante. Kai lo menciona, le pregunta al respecto, y no puede aceptar las respuestas que Uruha le da cuando las escucha.

Kai no quiere aceptar que abandonará el Parque Ueno, que la belleza del parque se desvanecerá, así como ellos se están desvaneciendo del lugar. No le gusta escuchar que lo que tienen, su existencia, no es real; sino que es el espacio entre la muerte y el nacimiento y, por consiguiente, no existe.

—Pero soy feliz aquí.

Uruha le promete que volverá a ser feliz en la vida, mucho más de lo que pudo haber sido en ésta. Kai encuentra esperanza en sus palabras, y Uruha se siente culpable por no decirle nada acerca de cuánta tristeza padecerá a lo largo de su viaje. La culpa de saber y no ser capaz de hablar es el precio que Uruha tuvo que pagar, pues fueron sus acciones las que los llevaron a ambos al Parque Ueno, a la otra vida.

Uruha se siente culpable al saber que Kai se quedará solo en el más allá por un poco más, por otra eternidad, porque sabe que tendrá que irse antes que él. Se siente culpable porque no puede decirle que tendrá que esperar solo.

Pero Uruha también sabe que estarán juntos de nuevo en la vida. Tampoco puede decírselo, aunque de verdad lo ansía.

El día en que Kai camina hacia su banca en el Arroyo Shinobugawa y la encuentra vacía, siente que su corazón se rompe. El dolor no le dura mucho, sólo eternamente,  y pronto su ritual regresa a ser lo que era antes de que encontrara a Uruha. Se olvida de su compañero, olvida lo que le explicó sobre el lugar en donde se encontraba y a dónde iría; y justo en el momento en que olvida todas estas cosas, es el momento en que su presencia en el Parque Ueno se desvanece para siempre.

Hasta la próxima vez. 

Notas finales:

No supe si poner o no "muerte de un personaje" como advertencia (?)

Feliz DIK 2016 atrasado, gracias por venir a leer~

@KarasuSeiko


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