—Solo faltan unos cuantos papeles y listo. ¿Rojo o lo dejamos blanco? —Mi madre estaba frente a una pared, del que era parte de nuestro nuevo departamento. Yo no me sentía con ánimos de tratar con ella. Pero era mi madre maldita sea. Levante la cabeza de la encimera que trajimos desde casa. Me sorprende que haya caído por la puerta o el pasillo.
—¿Rojo? —Dije dudoso, la verdad no me importaba. Mi madre se giró, haciendo ruido con sus catones bajos— Adolescentes. Pronto crecerás.
Ella caminó y tomó su bolso amarillo. —Tú hermano llegara a las cuatro, tenlo en cuenta. Y no te pongas los audífonos a todo volumen. —Me regaño dulcemente.
—Bien. —Dirigí mi frente de nuevo a la encimera mientras escuche la puerta cerrarse tras mi mamá. Cuando llegamos creí que el mundo se acabaría. Dante tiene cáncer para empezar. Y vi a Parker de nuevo… Sacudí mi cabeza de derecha a izquierda negando la situación. Y me levante frustrado.
—No aguanto mas— Mi trabajo (que de mala gana acepte) me lo consiguió mi madre, empezaba en tres días mas. Trabajaría como ayudante en una editorial, no me dio mucho gusto la verdad. Quería trabajar de los mas bajo primero, en una cafetería o en una tienda cualquiera. Pero no hay opción, no con mi madre.
—Hermano, Tanto tiempo ¿A que se debe esta hermosa llamada? —La voz de Bryan se escuchaba adormilada, las dos de la tarde y recién levantándose.
—Quiero hablar con Mitchell. Pásamelo.
—Que frio eres. Te paso al ricitos se oro en un momento. Déjame ponerme calzones— mis dos amigos son parte de una banda. De cinco integrantes para ser exactos, nunca me imagine a Mitchell en una banda de rock. Como se darán cuenta, viven en el mismo piso. En un par de minutos de después, Bryan despertó a Mitchell, el cual despertó algo molesto— ¿Matteo?. La zorra me dijo que querías hablar conmigo. ¿Qué pasa?
—¿Estas de broma? No me contestas las llamadas hace cuatro días.
—Sabes que la gira es muy pesada. Hoy mismo nos vamos a Canadá.
—No me mientas— Sabia que algo pasaba—. Tu voz suena mas apagada de lo normal.—Tenia un cierto don de identificar a alguien triste. El suspiro, como si estuviera fumando después de nueve meses.
—Me han comunicado que Gaspar murió la semana pasada. — Me quede helado.
—¿Qué? —Lo que oíste. Sufrió un accidente de auto con su familia, ni siquiera me conto de que tenia un niño de diez años el muy desgraciado. —Sus palabras eran solo de rencor hacia el pobre hombre.
—Mitch. Sabes que no sacas nada, déjalo descansar en paz.
—Eso lo se pero tú sabes, Matt yo……. Zorra deja de espiarme! —Ese Bryan cuando aprenderá. Casi me quede sordo por el grito que pego.
—¿Vas a ir a su funeral?
Soltó unas cuantas carcajadas de ironía— ¿Qué se supone hare allá? ¿Llorarle a su ataúd, derle el pésame a su hijo y a su esposa? Me quede callado por un rato, pero Mitchell se me adelantó. —Lo lamento, Matteo— Suspiro pesadamente— Yo no soy yo en estos momentos. ¿Si decido ir de acompañarías?
—Claro, amigos en las buenas y en las malas. Nos despedimos minutos después, el no tenia animo para halar y yo no quería molestarlo. Camine a mi recamara y me di un ducha que no duro mas de cinco minutos. Y empecé con los libros que me dejo de tarea mi madre. Pensaba que iría de inmediato a la universidad, pero ella me dijo que lo pensara primero. Todavía había tiempo.
—Hermano! —A las cuatro en punto, Benyamin llego como prometió mamá. Le abrí la puerta, andaba con Diego tómanos de las manos, se veían tiernos. Los deje los dos en la sala, mientras yo me puse a estudiar de nuevo. Mi cabeza se lleno de la canción Alive de Sia. Esa canción es maravillosa, pensé en todos los cambios que estaba pasando en estos momentos con esa canción. ¿Podre sobrevivir a esto?
……………
—¿Te desperté? — Entrecerré los ojos, me había dormido. Y sentía algo cálido en mi cabeza. Salte sobre saltado ¿no me han violado, verdad? —Oye, tranquilo— Frente a mi estaba Dan que tenia el cabello recién cortado. Lo tenia las corto que yo. El sonrió mientras acariciaba mi cabeza.— ¿Tuviste una pesadilla, bebé?
Yo negué con la cabeza, y volví a su pecho. Que bien se sentía—Me gusta como te ves.
—Gracias. Aunque yo pensaba que me preguntarías la hora primero— Lo abrase mas mientras me ría, me conoce.
—¿Tan tarde es?
—Son las ocho de la tarde.
—¿Y desde hace cuando estas aquí? — Pregunté, dándome cuenta que no traía camisa la a cuadros que llevaba. Dan junto nuestras narices.
—Es un secreto— Nos quedamos un rato mas, hasta que mi madre llamo a la puerta. Ya era hora de cenar. Me levanté de la cama para ponerme algo, no podía salir medio desnudo—Matteo.
—¿Qué pasa?
—Tengo hora al medico, mañana a las dos de la tarde—Me gire viéndolo a los dos. —Mi madre esta ocupada con el jardín infantil y..
—Iré contigo—Dije sin titubear. Sí, sobreviviremos, cueste lo que cueste.