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Naturaleza Indecisa y Pupila Gris por Iazumayaoi12

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Notas del fanfic:

Capítulo único -w- 

 

Un One-shot que cree para un reto literario tipo "Creature Fic" *-* 

Es mi primera vez haciendo algo del tipo "Creature", la fantasía nunca se me ha dado muy bien que digamos -.- 

Notas del capitulo:

Mi primer fic Creature... Estoy nerviosa. Muy nerviosa. 

 

Son casi 11.000 palabras. No saben cuánto me esforcé para que me saliese bien X-X Solo espero que mi fic llegue a alguien :3 Es todo -w-

 

Cambio y fuera xD Pude leer el fanfic -w- 

¿Han escuchado hablar alguna vez de los "Kodamas"? Si su respuesta es "No" (Lo que me espero de varios), puedo perfectamente decirles a lo que me refiero: Los Kodamas son los espíritus de los bosques más espesos, son parte de la mitología nipona. Por lo general tienen apariencia humana y cada individuo es único en apariencia y personalidad. Se dice que pueden presentarse en formas humanas como en formas no humanas, y pueden ser hermosos o tan terribles como deseen, dependiendo de la situación en la cual se encuentren. La mayoría se hace presente con apariencia adorable, pero como ya dije anteriormente, depende de las circunstancias.

 

Los cuerpos de los Kodamas son semitransparentes, de un color verde pálido o blancuzco, y de muy baja estatura (Aunque esto también puede variar, ellos perfectamente pueden cambiar de tamaño).

 

Se supone que estos espíritus residen en un árbol en general, más sin embargo, no necesariamente representan a un árbol en particular, pueden regir y cuidar de todo un bosque sin problemas. Además de que pueden trasladarse de un árbol a otro, y también tienen la habilidad de renacer a través de una semilla (La semilla que ellos dejan al morir).

 

La mayoría de los Kodamas sienten un gran aprecio por su hábitat, por lo que se disgustan con facilidad si su ambiente se ve amenazado y/o si una persona trata de talar sus árboles o dañar a sus animales. Ellos buscarán venganza en cuanto ataquen su territorio, aunque comúnmente son muy pacíficos y serenos, y les gusta compartir su conocimiento y sabiduría con quienes saben cómo comunicarse con ellos. También son sorprendentemente fuertes y poderosos dada su inusual larga vida, y su comunicación con el mundo y fuerzas, más allá del entendimiento de otros animales.

 

Os acabo de contar todo esto debido a que, en gran parte, todo sobre los Kodamas se relaciona conmigo... Verán... Mi padre es un Kodama y mi madre una humana.

 

Para no hacer muy larga su historia solo resumiré los puntos importantes: Mi madre hacía poco había terminado la universidad, graduándose como veterinaria, ya que, su pasión siempre fueron los animales.

 

Al grano, mi madre fue al bosque en busca de animales heridos, porque... Bueno, mi madre no es la persona más lista del mundo, y suele dejarse llevar por las emociones muy fácilmente, hasta el punto de adentrarse en un bosque solo para probarse a sí misma.

 

El punto es que en el bosque encontró a un zorro malherido, cuya herida fue causada por la bala de un cazador, quien no se encontraba muy lejos, había disparado hace nada.

El cazador pareció haberse percatado de la presencia de mi madre y corrió hasta donde se encontraba su trofeo y ella, pero antes de que pudiese arremeter totalmente contra ambos, apareció un hombre que noqueó al cazador de un solo golpe, además de que pareció que este último se aterró al ver a ese tipo, quien había salido de la nada. Este se giró hacía mi madre y le agradeció por el hecho de haber salvado a uno de los suyos.

Ellos después comenzaron a verse seguido y, finalmente, después de dos años de una relación muy extraña, salí yo: Maruo Shizen. Salí de un cruce entre un Kodama y una humana, por lo que no soy 100% humano, heredé varios rasgos de mi padre, no todos, pero sí algunos.

 

Al día de hoy ni si quiera yo entiendo mi cuerpo por completo, además de que tengo la misión de cuidar un bosque, el cual mi padre me ordenó cuidar, porque el último Kodama que estuvo allí desapareció sin dejar ni si quiera su semilla... Siempre me he preguntado si yo también podré renacer de una semilla.

 

En fin, actualmente tengo 16 años y en unos pocos días más cumpliré 17 y entraré a último año de preparatoria. Voy a una escuela común y corriente, sigo siendo humano... En parte.

 

Todo en mi vida siempre ha sido raro... Puedo comunicarme con los animales y, a veces, hasta con las plantas. Otro rasgo que heredé de mi padre fue su increíble fuerza. Fuerza que realmente mi madre no esperó fuera hereditaria.

 

Supongo que eso es todo... Hablar de mí a la nada es la única cosa que me relaja. Ahora solo tomaré mis cosas y volveré a mi casa, donde me espera mi madre, porque mi padre se la pasa cuidando su bosque y me regaña porque yo no cuido el que se me dejó a cargo.

 

Como sea, vivir como un Kodama no es lo mío, prefiero mil veces pensar que soy un humano más en el mundo a pensar que soy un híbrido que de paso no se conoce a sí mismo.

 

Volví a mi casa al rededor de las diez de la noche. Luego de la escuela nunca me voy directamente a mi casa, salgo a dar un paseo porque simplemente no me gusta ir a ayudar a mi madre a su veterinaria. Me usa de traductor para facilitar su ayuda a los animales, a mí simplemente no me gusta hablar con ellos, he tenido muchos problemas con otras personas por hablar con animales en medio de la calle. Además, realmente ni si quiera estoy yendo a la escuela, estoy de vacaciones y el mismo día de mi cumpleaños comienza el nuevo año escolar, pero aún así salgo temprano por la mañana de mi casa y no vuelvo hasta altas horas de la noche.

 

- ¡Shizen! - Mi mamá salió a recibirme con un abrazo. - ¡Ven, rápido! - Siento que me acaban de comprar con un abrazo. - Encontré una cría de gaviota herida, pero quiero saber si el tratamiento que le hice fue el correcto, ¿Podrías preguntarle? - Me temía esto...

 

Ella me llevó hasta el área de su consulta, donde yacía en una pequeña caja rellena de algodón, una diminuta avecilla blanca.

 

- Ah... Hey, gaviota. ¿El tratamiento de mi madre alivió tu dolor?

 

No me respondió, solo asintió moviendo su cabeza de arriba a abajo.

 

- Puedo suponer que su dolor disminuyó.

 

- ¡Que alivió! ¡Cómo ni si quiera piaba me asusté en haber cometido algún error!

 

- ¿Ya puedo ir a mi cuarto?

 

- ¿Por qué eres tan arrecio con los animales? Tu padre cuida mucho de... –

 

- ¡YO NO SOY UN KODAMA! - Le terminé gritando a mi madre... Otra vez. - ¡Me voy a mi cuarto!

 

Salí del área donde estaba la consulta de mi madre, subí las escaleras y entré a mi cuarto. Cerré la puerta de un portazo y de paso la cerré con seguro para que nadie pudiese entrar en lo que quedaba del resto del día.

 

Estas son las discusiones típicas que tengo con mi madre desde pequeño. Sé mejor que nadie sobre mis anormalidades, mis poderes inusuales y del hecho de mi hibridez, sin embargo; he pasado muchas cosas malas por culpa de ser una cruza entre un espíritu y una humana: Tuve problemas en primaria por ponerme a hablar con los animales que tenía mi escuela, los niños me creían un loco, me aislaron y en una ocasión me encerraron durante 3 horas en donde cuidábamos a los conejos.

 

Mi mala fortuna continuó hasta la secundaria, la mala suerte me persiguió a tal punto que dos de mis compañeros de primaria fueron a mi misma secundaria, donde se pusieron a esparcir rumores sobre mí y nuevamente pasé tres años solo.

 

Se podría decir que odio mi parte Kodama desde primaria, porque fue ahí donde comenzaron los problemas, esparciéndose hasta secundaria y hasta primero de preparatoria. Ya en segundo simplemente la gente me ignoraba y yo a ellos, mientras nadie me molestara o me tratara de loco por hablar con animales o plantas me bastaba. Vivir de esta forma en la más pacífica que pude aceptar.

 

Directamente hablando, no odio a mi padre por ser un Kodama o a mi madre por ser humana, me odio a mí mismo por no saber cómo vivir mi propia vida.

 

Es cierto que he estado viviendo como un humano hasta el día de hoy, pero ni mi madre, ni mi padre saben si tendré una larga vida como un Kodama o viviré efímeramente como un humano, tampoco sé si aún hay poderes que se están desarrollando o esto será todo lo que tendré hasta el fin de mis días...

 

Todo esto es tan complicado de pensar, me gustaría vivir normalmente, ser un humano común y corriente sin rarezas... Me gustaría si quiera tener un solo amigo para así contar con alguien en caso de querer soltarlo todo de una vez y decir a los cuatro vientos como me siento por este estilo de vida. Decirlo a la nada se siente un tanto vacío...

 

Al final, me la pasé los últimos días encerrado en mi cuarto, salía de vez en cuando para lavarme e ir al baño, pero no le volví a dirigir la palabra a mi madre y tampoco tenía las agallas de hablar con mi padre, solo esperé a que comenzaran las clases para por fin salir con algún motivo de mi casa y no tener que ver la cara de tristeza de mi mamá por el hecho de haberle gritado.

 

Mi último año, después quién sabe a qué me voy a dedicar, ¿Seguiré siendo humano? o ¿Tendré que volverme un Kodama?

 

¿¡Me sirve de algo pensar tanto en mi futuro en un momento como este!? ¡No, no y no! ¡Solo seguiré caminando a la escuela, veré en la clase en la cual estoy y estaré solo un último año más! ¡Es todo el pensamiento que necesito!

 

En mi camino a la escuela evité hablar con animales y plantas, aunque a estas últimas no las entiendo tan precisamente como a los animales, mi padre puede, pero yo no. Es complicado tomar una ruta sin animales, las calles siempre tienen a personas paseando a sus perros o, gatos andando tranquilamente por los techos y paredes, sin mencionar también las aves que bajan a las calles para recoger migajas.

 

Por suerte mi institución no queda lejos, pero por culpa de los desvíos para no toparme con animales, se me ha hecho un camino más largo que de costumbre. Yo y mi puta manía por querer evitar cosas que tengan que ver con mi parte Kodama.

 

Al menos logré llegar temprano, la ceremonia de ingreso ya está por comenzar y después podré ver en el salón que me tocó este nuevo año, ojalá no me haya tocado con gente desagradable, me gustarían compañeros totalmente nuevos, personas con las cuales no haya estado ni en primero ni en segundo.

 

Me dirigí al gimnasio, iba ajustado de tiempo a la ceremonia, pero no le tomé mucha importancia, prefiero mantenerme lejos de las multitudes... ¿Por qué demonios estoy yendo al gimnasio entonces? ¡No quiero estar cerca de tantas personas! ¡Esperaré a que termine el evento ese y luego iré a ver el salón en el cual estoy!

 

Iba a dar media vuelta a mi paso, pero noté a la distancia a un chico que se veía bastante desorientado... Solo por curiosidad iré a ver si puedo ayudarlo, no soy una mala persona después de todo… Además está solo.

 

- ¡Oye!

 

- ¿Quién es? - Aquel chico se giró al escuchar el sonido de mi voz.

 

- Ah... - El color de sus ojos era totalmente extraño, hasta para mí... Unos ojos color grisáceos. - Eh... - Mierda, me quedé sin palabras por el color de sus ojos.

 

- Disculpa, ¿Podrías llevarme a la ceremonia de ingreso? Llevo ya un rato perdido, además de que alguien se hizo el gracioso y se llevó mi tiento.

 

- ¿Tu tiento?

 

- Sí, un bastón para ciegos.

 

¿Este chico es ciego? Con razón ese color de ojos... No, en ese caso sería aún más anormal.

 

- Puedo ayudarte a buscar tu bastón, pero no llevarte al gimnasio. - No quería ir donde sé de antemano la cantidad de personas que habrá.

 

- ¡Por favor, llévame! ¡No he escuchado voces desde hace tiempo! ¡Significa que ya la ceremonia comenzó!

 

No puedo dejar abandonado a este chico solo porque sí, lo llevaré al gimnasio y me iré, quizás alguien allá le ayude a encontrar un asiento. Sí, eso haré, después no volverá a ser mi problema.

 

Tomé de la mano al chico de forma precipitada... Le acabo de tomar la mano a un chico al cual acabo de conocer hace no más de un minuto. De la misma forma en la que tomé su mano de la nada, la solté abruptamente.

 

- ¡Lo siento! ¡Mi error!

 

- No importa. Estoy acostumbrado a tomar la mano de las personas, por lo general así es más fácil guiarme.

 

- ¡Es raro en dos hombres!

 

- Ya, entonces... - Su mano agarró el costado de mi manga derecha. - ¿Así está bien para ti?

 

- ... ... - ¿¡Cómo se supone responda a esto!? - Sí, no te preocupes. - Soy un idiota.

 

Nos dirigimos juntos al gimnasio. Alrededor del resiento ya mencionado, no se oía nada de nada, más que el discurso del director que venía desde dentro, afuera estaba totalmente silencioso.

 

- Rayos, el discurso del director. - Se quejó el chico a mi lado. - ¿Podrías ayudarme a encontrar unos asientos para no incomodar a nadie?

 

- ... - ¿¡Por qué a mí!? - Claro, claro. - Quiero morir.

 

Entramos sin que nadie se percatase, para nuestra suerte el director de la preparatoria tiene una voz muy grave que llena todo el gimnasio con ayuda del micrófono, además de que a principio de semestre las puertas rechinan menos debido a los arreglos hechos antes del comienzo de la jornada escolar. Nadie notó cuando llegamos, ni notaron cuando nos sentamos en dos asientos, que por fortuna, se encontraban en la última fila y eran dos... No, eso último no era buena suerte. El chico me dijo que me sentase a su lado para que cuando terminara la ceremonia le ayudara a buscar su bastón y viera la clase en la cual está.

 

Fue una tortura enorme para mí escuchar al director, los cuchicheos de los alumnos y alumnas, el sonido de los aplausos, el sonido de la gente levantándose de sus asientos y el sonido de todas las voces mezcladas al término de ese maldito infierno llamado "ceremonia". Realmente me desagradan las multitudes.

 

- Creí que esto nunca acabaría. - Me quejé en voz alta, lo hago siempre, de todos modos nunca hay nadie a mi lado que escuche mis quejas... Excepto....

 

- Tienes razón. Pensé que sería algo más alentador, pero fueron conceptos y halagos totalmente sosos.

 

- ¿Todavía estás aquí?

 

- Sí. Dijiste que me ayudarías a encontrar mi tiento y que me dirías la clase en la cual estoy.

 

- Verdad, lo dije. - Voy a aprender a callarme.

 

Ya superé la tortuosa ceremonia, ¿Qué de malo puede ser ir a mirar nuestras clases? Una horda de alumnos buscándose entre los nombres del gran panel que estaba puesto en la mitad del patio, así era más fácil que los alumnos buscasen su nombre para ir a sus respectivas clases.

 

- Esto será otra tortura. - Volví a quejarme en voz alta. La costumbre... - Dime tu nombre para buscarte en la lista.

 

- ¡Ah! - Pareció percatarse de algo. - Lamento haber sido tan descortés en todo este tiempo. Te he estado arrastrando de un lado a otro sin ni si quiera haberte dicho mi nombre.

 

- No te lo tomes tan mal, no es como si estuviera enojado por ello.

 

- De todas formas, lo lamento. - Y se inclinó un poco para disculparse. - Mi nombre es Nishizawa Tou. Mucho gusto.

 

- Yo soy Maruo Shizen. - Respondí siendo un tanto informal.

 

Después de esa presentación tan incómoda, a mi parecer por lo menos, me adentré entre todo el gentío de chicos y chicas que impedían mi paso para llegar al panel de los nombres. Las voces, el ruido, los cuchicheos y demás cosas, me molestaban, me molestaban a más no poder; pero todo esto lo hacía únicamente por aquel chico, solo por ese chico, que apenas y acabo de conocer... No me entiendo en estas circunstancias, ¿Por qué hago esto por alguien que apenas conozco? ¿Es porque es ciego? ¿Es porque me habló? ¿Es porque es demasiado gentil?

 

No lo sé, no lo sé. Por lo menos llegué al panel.

 

- Veamos... Nishizawa Tou... ¡Aquí! Clase 3-2. - Ahora me debo buscar a mí. - Gratificante sea la puta ironía de mi infortunio eterno. Estamos en la misma clase.

He de ir a darle la buena/mala noticia. A saber cómo se la irá a tomar él, igual dudo algún gesto de alegría, asombro o desagrado.

 

Regresé con Nishizawa, estaba en el mismo sitio donde le pedí que se quedara, pero para mi sorpresa, estaba acariciando un perro que llevaba algo en su hocico.

 

- No me digas que...

 

Chasqueé los dedos con la intención de llamar la atención del perro sin que Nishizawa se percatase. El perro se acercó a mí y se alejó del chico, quien ni si quiera se tomó la molestia en buscarlo, supongo que sintió sus pasos alejándose.

 

- ¿Qué tienes en la boca? - Le pregunté al perro cuando se me acercó y dejó aquel objeto en el suelo.

 

- ¿Eres el hijo del Kodama del bosque del este? - Me responde con una pregunta que ni al caso.

 

- Sí, lo soy, pero eso no es de tu incumbencia. Solo dime qué es eso que traes ahí.

 

- Un hueso. Lo encontré en las piernas de un humano y lo tomé sin que se diera cuenta.

 

- ¡Idiota! - Grité fuerte, hasta Nishizawa escuchó eso. - Esto no es un hueso, es un palo que usan los humanos sin visión.

 

- Ahí está la razón. Este hueso sabe horrible. Puedes llevártelo.

 

El perro se fue sin si quiera decir adiós o disculparse por haberse robado algo que no le pertenecía, típico en los animales que no comprenden este tipo de cosas. Además, es callejero, no tiene modales mínimos como los perros domesticados.

 

Unos chicos me divisaron hablándole al perro... Genial, otro año más siendo molestado, si no hubiese ayudado a Nishizawa me estaría ahorrando muchos problemas en este momento, como el hecho de que me hayan visto hablando nuevamente con los animales, siendo que para mí puede llegar a ser normal: los demás perfectamente pueden pensar cosas peores sobre mí. Ya me han dicho demasiadas cosas en toda mi vida escolar, ¿Qué me va importar lo que me digan ahora? Solo no debo perder el control, soy más fuerte que una persona común, por ello jamás me permití golpear a mis compañeros por muy malos que fueran conmigo.

 

- ¡Maruo! - Nishizawa me llama.

 

Me dirigí a donde Nishizawa, tratando de ignorar el hecho de mi escena con el perro que se está expandiendo rápidamente entre los alumnos.

 

- Ten, recuperé tu tiento.

 

- Muchas gracias, pero... ¿Era necesario llamar "idiota" al chico que me quitó mi tiento? - ¿Chico?

 

- Pudiste, no sé, regañarlo un poco por sus acciones.

 

- ¿De qué chico me estás hablando? - En serio, no sé a quién se refiere.

 

- ¿Con quién hablabas entonces? ¿Con una chica?

 

Después de todo resultó que mis gritos si los escuchó este tipo, al ser ciego, tuvo que suponer que hablaba con una persona y no con un animal... ¿Me alegro por ello?

 

- Ah... ¡Ah! - ¿Por qué estoy nervioso? - Sí, hablé con el chico que te quitó tu bastón. Dijo que lo sentía mucho... - ¿Se la creyó?

 

- Dudo mucho que lo sienta tanto, ¿Para qué quitarme mi bastón entonces?

 

- E... ¡Estamos en la misma clase! ¡Clase 3-2! - Por favor, cambia de tema, ¡Cambia de tema! - ¿Qué coincidencia no? Y eso que nos acabamos de conocer... - Reí nervioso.

 

- Es extraño. - Respondió Nishizawa, eso me puso todavía más nervioso. - He estado aquí desde primero y jamás había oído tu voz. - Tan rápido como me intranquilizan sus palabras son capaces de calmarme. - ¿No hablas mucho?

 

- No tengo amigos con los cuales hablar. Nunca me he llevado bien con la gente.

 

- A mí solo me hablan porque me tienen lástima. Se nota tan solo por el tono empático en sus voces.

 

Este chico extraño que conocí por mera casualidad, este chico cuyos ojos me atraparon por su color, este chico me acaba de atrapar totalmente por alguna razón... Quiero que sea mi amigo. Desde hace mucho que anhelo tener a alguien que me pueda escuchar, a alguien que yo pueda escuchar. Alguien con quien compartir experiencias, alguien con quien compartir mis sueños y alegrías, mis penas y mis tristezas... Me gustaría que esa persona fuese Nishizawa...

 

Quizás este sentimiento sea egoísta y hasta podría sonar horrible, pero quiero aprovecharme de su ceguera para que no sepa sobre mi otro lado. Mientras mantenga en secreto mi parte Kodama y mi habilidad de hablar con los animales, podré tener un amigo normal, con una vida medianamente normal.

 

- ¿Quieres ir a v... al salón? - Estuve a punto de decir "ver".

 

- Sí, quizás me haya tocado con uno de mis otros compañeros.

 

Llevé a Nishizawa al salón, pero esta vez no necesitó sujetarse de mi manga, ya que, ahora poseía nuevamente su bastón; no era necesario entonces, aunque de algún modo yo quería que se aferrara a mi otra vez, era una sensación un tanto confortante sentir su mano cerca de la mía.

 

Cuando llegamos al salón me topé con una desagradable sorpresa: Los chicos que me habían visto hablando con el perro son mis compañeros de aula. ¿Qué mejor? Apenas me vieron, trataron de contener su risa, risa que quería salir al recordar mi escena comunicándome con aquel animal.

 

- ¿Hay asientos disponibles?

 

- ¿Ah? - Cierto, vengo con Nishizawa. - Sí, aún hay varios.

 

- ¿Hay alguno con dos mesas vacías cercanas?

 

- Sí...

 

- Sentémonos ahí.

 

No le negué, solo hice lo que me dijo, y nos instalamos en unas mesas de la segunda y tercera final, en la quinta columna.

 

El maestro llegó apenas nos sentamos. Fue el primer día más movido que haya tenido en mi vida escolar. No recordaba lo que era esa sensación de confort al estar con otra persona, no recuerdo alguna vez haberla sentido fuera de mi hogar, debido a que a los ojos de mis compañeros siempre fui un loco que hablaba con animales.

 

¿Alguna vez tuve un amigo? ¿Alguien con quien hablar? Creo que jamás lo tuve... Por lo menos hasta el día de hoy.

 

Mi primer día como estudiante de tercero de preparatoria, conocí a Nishizawa Tou, un chico ciego a quien no parece importarle su condición. Él suele ser tratado muy bien por los demás chicos de la clase, pero según Nishizawa, sus acciones son por lástima, nadie realmente le tiene un aprecio real. Posiblemente las palabras de Nishizawa sean reales, pero aún así tiene a mucha gente que se preocupa por él, aún cuando solo se trate de un sentimiento empático.

 

Las clases terminaron temprano, debido a que hoy solo iríamos a la ceremonia y a conocer nuestros salones. A la salida me fui nuevamente con Nishizawa, me dijo que vivía no muy lejos de la escuela, así que su madre le permitía irse caminando.

 

- ¿Dónde vives tú, Maruo?

 

- Vivo a unos treinta o treinta y cinco minutos a pie.

 

- ¿Te importaría acompañarme un rato? - Mientras no tuviese que llegar temprano a mi casa y ver el rostro de mi mamá.

 

- Sí, no tengo problemas.

 

Tomamos una ruta que yo sentí conocía de antemano. Las calles y las casas se iban desapareciendo más y más, significaba que la ruta que estábamos tomando era una ruta a un bosque cercano. No era cualquier bosque cercano, era el bosque del norte. El segundo bosque más grande de la región, y el bosque del cual estoy a cargo por orden de mi padre.

 

- ¿Por qué venimos aquí?

 

- Me has caído tan bien que me gustaría que conocieses mi lugar favorito.

 

¿Justamente tu lugar favorito es ESTE BOSQUE? Mis motivos para irritarme por esto son estúpidos, mientras Nishizawa no sepa que soy el hijo de un Kodama estaré bien, mientras ignore a los animales y las plantas estaré bien, mientras me comporte como un humano normal estaré bien.

 

Nos adentramos más y más en el espeso boscaje, sin un rumbo fijo, yo solo seguía a Nishizawa.

 

Luego de estar caminando al rededor de unos diez minutos, llegamos al centro del bosque, donde un gran árbol de aproximadamente unos quinientos años yacía en el eje de esta inmensa arboleda.

 

- Cuando era pequeño solía venir aquí a jugar solo. Me sentaba al lado de ese enorme árbol y fingía ser parte del bosque. Hablaba con el árbol e intenté interactuar con algunas avecillas que de vez en cuando se paseaban por aquí. - Cada vez siento más apego por él. ¿Eh? ¡Creí que había nacido ciego!

 

- ¿No eres ciego de nacimiento? - Nishizawa negó con su cabeza y continuó hablando.

 

- Nací con una enfermedad que progresivamente me quitaría la vista. Quedé totalmente ciego más o menos cuando cumplí diez años.

 

- ¿Te sientes solo? - Esas palabras salieron repentinamente de mi boca.

 

- Cuando eres ciego vives inmerso en la oscuridad. Escuchas voces y sientes cosas, pero no ves a nadie, no puedes hacerlo... Se siente solitario, más solitario que cualquier otra cosa.

 

- Conozco ese sentimiento de soledad.

 

- ¿No te estás compadeciendo de mí, cierto? - Nishizawa odia que se compadezcan de él, entonces yo no lo haré.

 

- Lamento si soy brusco diciéndote esto, pero tu soledad no le llega ni a los talones a la mía.

 

Lo siguiente que pasó fue muy estúpido: Comencé a reírme y Nishizawa también, ambos nos tumbamos de espalda en el suelo, dejando que la hierba nos impregnara de su fragancia natural y mirando hacia el cielo.

 

Respiré profundo. La calma se apoderó de mi cuerpo, la hierba se movía al son de la ligera brisa al igual que mi cabello, las nubes en lo alto parecían fundirse entre unas y otras. Nishizawa también "miraba" el cielo, una gran sonrisa tenía en su rostro mientras sus ojos grisáceos parecían notar la nada.

 

Nishizawa y yo no somos tan diferentes, ambos conocemos la soledad y la comprendemos. Es gratificante tener a Nishizawa como compañero.

 

- Maruo.

 

- ¿Qué sucede?

 

- Tu nombre... "Shizen", ¿Se escribe con el mismo kanji de naturaleza?

 

- Sí, mi madre me puso así porque... - Mi parte Kodama me liga con la naturaleza. - Porque a mi madre le gustaba simplemente como sonaba con su apellido.

 

Mi padre, al ser un espíritu, no poseía nombre ni apellido, pero mi madre le apodó Michio, que significa "Fuerza de tres mil hombres", pienso que exageró con eso; aunque haya sido un bonito gesto de su parte.

 

- ¿Qué hay de tu nombre? "Tou"

 

- Mi madre utilizó uno de los kanji de "Hitomi" para mi nombre. Por el color de mis ojos.

 

- ¿Pupila?

 

-Exacto, "Hitomi" es "pupila", pero también se puede leer únicamente el kanji de "To". Ella me dijo que mi color de ojos tan inusual merecía un nombre bonito, pero como nací varón no pudo llamarme Hitomi, por tanto, solo optó por "Tou".

 

Estuvimos hablando un buen rato de cualquier cosa que se nos ocurriese o viniese a la cabeza: Nuestros nombres, comida, nuestra vida escolar, nuestras notas, mascotas... Era todo tan fantástico que deseaba no terminase nunca, sin embargo, todo lo bueno tiene su final, porque ya era muy tarde para cuando salimos del bosque.

 

- ¿Puedes regresar solo, verdad?

 

- Sí, no te preocupes por mí. ¿Recuerdas? Vivo en la oscuridad.

 

- ¡Nos vemos mañana en la escuela! – Ah… Ya la regué. - ¡N-n-no quise decir eso!

 

- Pff… ¡Jajajaja! - ¿No se enojó? – ¡Te escucho mañana en la escuela, Maruo!

 

Sentí un latido de mi corazón más fuerte de lo usual, ¿Esto siente la gente cuando tiene un amigo? ¡Pues se siente genial!

 

Regresé a mi casa muy tarde por la noche, eran las once cuando estaba abriendo la puerta. Apuesto a que mi madre está furiosa por llegar a esta hora, quizás me regañe y comience a hablarme de mis horarios de llegada. No me van a importar, ella sabe que no me gusta volver temprano para no verla y que no me comenzase a pedir ayuda para hablar con esos animales.

 

- ¡¡SORPRESA, SHIZEN!! – Las luces que estaban apagas cuando llegué, se encendieron apenas puse un pie dentro de la casa, seguidos de dos gritos que casi sentí me dejaron sordo.

 

- ¡Mamá! Y… ¿Papá? – Rara vez papá viene a casa, él le presta más atención a su bosque que a su mujer y a su hijo. - ¿Qué demonios pasa aquí?

 

- ¿Cómo que qué pasa, Shizen? ¡Es tu cumpleaños número 17! ¡Feliz cumpleaños, Shizen!

 

Estuve tan inmerso el día de hoy con Nishizawa que casi olvido por completo mi propio cumpleaños.

 

- ¡Ven, ven! ¡Compré pastelillos de fresa para cada uno! ¡Los cumpleaños se celebran en familia! – Mi madre me arrastró hasta la mesa, porque yo estaba atónito por la sorpresa, de paso mi susurró unas cosas. – No te preocupes. Le dije a tu padre que por el resto del día no podía regañarte por tu bosque.

 

Ella nos conoce muy bien a los dos.

 

Una noche en familia, una de esas noches en las cuales me siento como una persona normal, con una familia normal y una vida normal. La noche en la que olvido por completo que soy un kodama, la noche en la olvido que mi padre es un kodama. Es la noche perfecta para mía. Un día perfecto terminando con una noche perfecta…

 

A la mañana siguiente desperté muy vigorizado, el día de ayer fue tan espléndido que me quitó un gran peso de encima. Espero que este día sea igual que ayer, omitiendo ciertos detalles, aunque lo único que no quiero omitir ahora es a Nishizawa. Quiero verlo, saludarlo y hablar con él otra vez.

 

Iba tan despistado que terminé tomando el camino corto, así que no tarde mucho en encontrarme ya con varios alumnos en su camino a la escuela y, para mi desagrado, volví a toparme con los chicos que me vieron hablando con el perro… ¡Ah! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!? … Relájate, relájate.

 

- ¡Hola, chico perro! – Uno de esos chicos me saludó con una palmada en la espalda. Ni que me conociera de toda la vida para hacerme eso. – Eres el tema de conversación en la preparatoria, ¡El increíble domador de perros! – Y lanzó unas carcajadas al aire.

 

- ¿Te buscamos un perro para que le preguntes sobre cómo estuvo su día? – El otro tampoco se quedaba atrás cuando de bromas se trataba.

 

Solo debo ignorarlos, habrá un punto en el cual se aburran y me dejen en paz. Mientras finja que esos dos no existen a mí alrededor estaré bien y mientras no me descontrole, ellos estarán bien.

 

Cuando ya estaba por llegar a la entrada de mi institución, divisé a Nishizawa parado a un costado de la puerta, posiblemente para no incomodar a los que estaban recién llegando. Me pregunto a quién estará esperando… ¿No es a mí, cierto? ¿Cierto?

 

- Nishi… - Antes de que pudiese si quiera llamarlo, me interrumpieron los otros dos chicos que me venían siguiendo.

 

- ¡Nishizawa! – Gritó uno de los chicos y se le abalanzó encima como si nada.

 

- ¿Mimasaka-kun? – Significa que los conoce. - ¿Eres tú?

 

- ¡Eres realmente bueno reconociendo voces! – Mimasaka tenía su brazo rodeando el cuello de Nishizawa. – Oye, Nishizawa, ayer yo y Takayama vimos a un chico raro hablando con un perro. ¡Si pudieras ver te hubieras reído también de esa escena!

 

¿Ahora seré capaz de acercármele?

 

- Por cierto, ¿Estás esperando a alguien?

 

- Sí. ¿Conocen a Maruo Shizen? Está en nuestra clase.

 

Nadie me conoce o me distingue por mi nombre, siempre me califican como el chico raro o el chico loco que habla con los animales. Prefiero eso a que esos dos idiotas sepan mi nombre.

 

Quise pasar desapercibido, así que pasé ignorando tanto a esos dos tipos como a Nishizawa, con tal de que él no sepa que yo era quién hablé con el perro para pedirle su tiento. No resultó como esperé, apenas pasé por su lado ambos chicos me apuntaron y le dijeron a Nishizawa:

 

- ¡Hey, hey! ¡Nishizawa! ¡Ahí va pasando el tipo que conversaba con el perro ayer!

 

- ¿Quién es? – Claro, él no me puede ver… ¡No me puede ver!

 

Si él no escucha mi voz no lo sabrá. Si evito hablar no lo sabrá. Si no digo nada, podrá continuar siendo mi amigo.

 

Continué mi camino así sin más, él jamás sabrá que yo soy el raro, no se enterará. No me importa que esos dos sean cercanos a Nishizawa, solo no quiero que ellos le digan cómo soy realmente con todos a mi alrededor, no quiero que le digan lo raro que soy… No quiero perder a mi único amigo hasta el momento.

 

Después de haber dejado mis zapatos en su lugar, me dirigí a mi salón, donde al entrar, me di cuenta que yo era el centro de atención. Todos hablaban de mi y mi escena con el perro… ¿Está gente no tiene nada mejor que hacer? ¿O solo pueden cuchichear a las espaldas de otro?

 

Yo debería estar acostumbrado a este panorama, panorama en el cual siempre soy del único de quien se habla. No soy más que una cosa extraña, ya no debería importante, ya no debería hacer tanto drama por esto. Llevo más de diez años soportando este tipo de situaciones, y me dije a mí mismo que continuaría otro año solitario. Así que esto no me afecta.

 

Me fui a sentar a mi asiento, a mi lado aún no llegaba Nishizawa, posiblemente aún este con esos tal Mimasaka y Takayama.

 

Al poco rato llegaron los tres juntos. Mimasaka y Takayama se sientas en la tercera columna, en la fila uno y dos. Entre más lejos de mí mejor.

 

- ¿Maruo? – Nishizawa tocó mi hombro.

 

- ¿Qué pasa?

 

- ¿Cómo que qué pasa? – Deja vú. – Te esperé en la puerta y jamás llegaste. – Parecía que me regañaba mientras se sentaba en su silla. – ¿Hice algo malo? ¿Estás enojado conmigo?

 

- No es eso… - Solo me molesta la presencia de esos chicos cerca de ti. – Es solo que te vi con Takayama y Mimasaka.

 

- ¿Y? Ellos solo me saludaron y luego comenzaron a gritar algo de un chico y un perro. No me interesa el tema. De pequeño yo hablaba con un árbol, creo que eso es mucho más raro que hablar con un perro.

 

¿Nishizawa me comprende? Bueno… Lo de “comprenderme” aún no lo sé, no le he hablado nada sobre mi parte kodama, ni tampoco le he dicho que yo soy de quien todos están comentando.

 

- ¿Quieres que te pida disculpa o algo? – Como no tengo experiencia con esto, le estoy preguntando directamente algo que quizás suene como una tontería.

 

- No me estás entendiendo.

 

- Sí, no te entiendo, porque eres la única persona con quien he hablado aparte de mis padres.

 

No me dirigió la palabra en lo que quedó del resto del día en la escuela, tampoco me habló de camino al bosque, ni camino a su lugar especial. Era un silencio incómodo sin precedentes. Estar con una persona a solas sin decir nada… Me siento un idiota por la pregunta que hice esta mañana… Seguro está enojado conmigo.

 

- Dijiste que soy la única persona con la cual hablas además de tus padres.

 

- ¿Ah? – Me volvió a hablar. – Sí, solo hablo contigo y… - Los animales. – Solo contigo.

 

- ¿Por qué?

 

No creí tener que responder tan pronto a su pregunta sobre mi problema con la gente. Apenas le llevo conociendo un día y medio, no creo estar listo para hablarle sobre esto.

 

- Lo siento, Nishizawa. No puedo contarte de ello.

 

- Ayer me percaté de ello. Evitas hablar de cualquier cosa de carácter personal y, especialmente, evitas hablar de tu padre. El día de ayer, cada vez que la conversación llegaba al punto de hablar de una de esas dos cosas, inmediatamente cambiabas el tema bruscamente.

 

- De verdad que no quiero contarte nada de esto.

 

- ¿Qué tengo que hacer para que me lo cuentes?

 

- ¿Harás cualquier cosa con tal de que te hable más sobre mí?

 

- ¡Haré cualquier cosa! – Cuanta decisión en una sola persona.

 

- Mi petición será muy egoísta, pero si estás dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de conocerme mejor: No quiero que hables con nadie durante una semana, solo hablarás conmigo. 

 

- ¡Lo haré! – Ni si quiera lo pensó, solo respondió. – Supongo que por lo menos los maestros y demás serán excepciones, ¿No?

 

- Sí, los maestros pueden ser excepciones, tu familia también. Solo no puedes hablar con ningún alumno o compañero.

 

- De acuerdo. – Se levantó de su lugar, porque estábamos tumbados otra vez en la hierba. – Iré a mi casa a prepararme mentalmente e idear algo para ignorarlo a todos.

 

- ¡Espera! ¡Espera! - ¿Va en serio? - ¿De verdad lo harás? ¿Tanto quieres saber lo que me pasa?

 

- Sí.

 

Y se fue… Por mi parte, yo me quedé otro rato, aún no soy de llegar temprano a casa, además de que si paso tiempo en este bosque mi padre no tendrá a derecho a quejarse de que no tomo en cuenta mis obligaciones.

 

- Como ha crecido ese chiquillo.

 

… … ¿¡QUIÉN DIJO ESO!?

 

Me exalté y rápidamente salté de la hierba. Miré hacia todos lados pero no vi a nadie cercano que pudiese hablar con tanta claridad.

 

- ¿Por qué tan asustado, humano?

 

- ¿El árbol?

 

- Te ha costado darte cuenta que era yo quien te hablaba.

 

¿Qué esta pasando? Hasta hace poco no podía entender a las plantas. Apenas entendía balbuceos parecidos a los de un bebé, vestigios de palabras nada más, ¿Aún me quedan poderes que desarrollar?

 

Se dice que el cuerpo de uno comienza a madurar entre los quince y diecisiete años. Ayer fue mi cumpleaños, supongo que los poderes que me faltan se están desarrollando poco a poco. ¿Significa que ahora puedo hablar con las plantas? Que fastidio, ahora tendré que cambiar de ruta nuevamente…

 

- Asustado no. Asombrado sería la palabra correcta.

 

- Conozco a tu padre, era amigo del anterior Kodama residente y cuidador de este bosque.

 

- Lo siento, señor árbol, pero por si no se ha dado cuenta, soy tanto humano como kodama.

 

- En mis 500 años de vida jamás había visto algo como tú.

 

- No soy una cosa. Soy un híbrido.

 

- ¿Heredaste otros aspectos de tu padre? Su cambio de forma, de tamaño, etc…

 

- Cualquier tipo de poder que cambie mi fisiología no. Heredé su fuerza, su habilidad para hablar con animales y plantas.

 

- ¿Puedes renacer de una semilla?

 

- No tengo ganas de descubrirlo.

 

- ¿Puedes volverte uno con un árbol?

 

- ¿¡AH!?

 

- ¿Acaso no puedes?

 

- Pa-para nosotros los humanos “volverse uno” tiene una interpretación diferente a la vuestra con los kodamas. – Espero haya entendido a lo que me refiero.

 

- Cambio la pregunta… ¿Puedes fusionarte con un árbol? Para los kodamas, nosotros somos como escondites, somos un cuerpo nuevo, somos algo en lo que pueden residir.

 

Una de las mayores razones por las que me desconozco tanto, es por la falta de responsabilidad que tiene mi padre hacía su familia. Él prefiere cuidar su bosque a pasar el tiempo con su mujer y su hijo, solamente veo a mi padre fuera de su bosque en días de festividades, mi cumpleaños, el de mi madre o su aniversario.

 

Al siempre estar alejado de nosotros, no tuve la oportunidad de preguntarle sobre su vida, sobre sus poderes, sobre mí.

 

Dudo que él me entienda, él es todo un kodama, por lo tanto, tampoco me comprendería al grado de explicarme lo que soy, sin embargo; pudo al menos comentarme sobre cómo utilizar más mis poderes, o sobre cómo mantener más oculto mi lado kodama.

 

- Señor árbol, ¿Qué más sabe sobre los kodamas?

 

- ¿No te conoces?

 

- No del todo, así que, por favor, ¡Comparta su conocimiento conmigo!

 

Aquel árbol comenzó a relatarme una larga historia, la historia de su primer encuentro con el antiguo Kodama de este bosque. El antiguo kodama que residía en este bosque era un espíritu amigable con humanos y animales, hubo una sola ocasión en la cual se enojó. Se molestó debido a la falta de respeto que tuvo un hombre adulto con sus dominios, el hombre trató de matar unos conejos por pura diversión, pero el kodama se mostró de forma aterradora ante aquel hombre y lo asustó a tal punto que nunca volvió al bosque.

 

Una historia fascinante, pero tan larga que consumió todo mi día, ya eran las dos de la madrugada cuando estaba saliendo del bosque. Hoy definitivamente me gano un castigo bien merecido, pero pienso que todo esto valió la pena. Ahora me conozco un poco mejor, también conozco más sobre mis poderes y que quizás no sea tan malo ser lo que soy.

 

De camino a mi casa reflexioné sobre todas las cosas que me dijo el árbol, una en particular fue la muerte del kodama anterior, quien murió sin convertirse en semilla, solo dejó el mundo sin decir nada, dejando completamente desprotegido al bosque.

 

Nadie del bosque sabe de qué murió o por qué murió, solo saben que ya no está y que el nuevo kodama de ese bosque soy yo, aún cuando soy mitad humano, los residentes de ese lugar me ven como el nuevo guardián; confían en mí para protegerlos y cuidarlos. ¿De esto se ha encargado toda su vida mi padre? Es un trabajo donde no hay paga, cuyo esfuerzo debe darse al máximo por los habitantes y las plantas del lugar, es un trabajo donde uno puede jugarse la vida por todo lo que ama.

 

- E-estoy de regreso. – Todas las luces de mi casa estaban apagadas. Mi madre ya estará dormida, mejor yo también me voy a la cama.

 

Desde mañana… Monopolizaré a Nishizawa.

 

En la mañana salí rápido de mi casa para no escuchar los mil sermoneos que quizás me daría mi madre, y ni si quiera pensar en ver a mi padre, quien quizás me llene de halagos por estar tomando la responsabilidad de mi bosque.

 

Mi madre quiere que viva como humano y mi padre quiere que tome responsabilidades como kodama… ¿Qué debería hacer realmente? ¿A quién debo escuchar?

 

Sigo carcomiéndome la cabeza por problemas sin soluciones inmediatas, debería aprender a dejar de pensar tanto en el futuro y centrarme en mi último año de preparatoria… Que también me obliga a pensar ya una universidad en la cual entrar y elegir una carrera o profesión.

 

Ah…

 

Hoy, Nishizawa no me esperaba afuera de la escuela. Él ya estaba sentado en su pupitre cuando llegué al salón. Su cabeza se apoyaba en ambos brazos, los cuales usaba para no estar incómodo por la dureza de la mesa, algo así como almohadas… ¿Está durmiendo de verdad?

 

- Nishizawa, Nishizawa. – Le moví un poco.

 

- Buenos días, Maruo. – No parecía haber dormido, se despertó muy rápido como para estarlo.

 

- Me reconociste enseguida.

 

- Tu voz es fácil de distinguir.

 

- No la has escuchado lo suficiente.

 

- Por lo menos más que otras personas aquí en el salón.

 

- Bueno, eso sí. – Y reí un poco por el comentario. - ¿Estabas dormido?

 

- Estaba fingiendo dormir, es la única manera que se me ocurrió para evitar a los demás. Llegar temprano y fingir que duermo, aunque en una de esas quizás llegue a dormirme.

 

Una semana repitiendo esa rutina, y sí, lo hizo. Estuvo los últimos días ignorando a los demás y solo hablaba conmigo, hubo un punto en el cual sospecharon de que yo estaba extorsionando a Nishizawa, y este último no podía desmentirlo debido a su promesa de no hablar con nadie. Cabe mencionar también que se metieron los maestros en esto, pregúntale a Nishizawa el por qué de su repentino aislamiento y poco grado de sociabilidad, no sé que le habrá respondido Nishizawa al maestro, pero este no volvió a sacar el tema y le dijo a los alumnos que nadie estaba extorsionando a nadie.

 

Para acabar la semana, unos chicos me llevaron a una zona donde no pasaba casi ningún alumno, ellos eran Takayama y Mimasaka, quienes más preocupados estaban por Nishizawa.

 

- ¿Le has hecho algo malo a Nishizawa? – Me preguntó Takayama.

 

- No, para nada. – Respondí frívolamente.

 

- ¿Entonces por qué ignora a toda la clase? ¿Por qué solo habla contigo? ¿No crees que sea demasiado sospechoso?

 

- ¿No crees que son demasiado paranoicos? – Calma, calma. – Que Nishizawa solo hable conmigo no significa nada. Además, ya lo dijo el maestro, nadie está intimando a nadie.

 

- ¡Deja de hacerte el tonto! ¡Algo le tienes que haber hecho para que solo hable contigo!

 

- Nishizawa lo está haciendo por su propia voluntad. – Relájate, relájate… No pierdas el control. - ¿Acaso les molesta tanto que no hable con ustedes? ¿Lo conocen tan bien como creen? – Si sigo así…

 

Unos segundos después de mi último comentario, sentí el puño de Takayama dando contra mi mejilla derecha, caí al suelo debido a que no estaba preparado para recibir el impacto, fue algo tan fugaz que no me lo esperé…

 

Me levanté como si nada de todas formas, un golpe como ese no sirve contra mí, mi cuerpo es más resistente que el de un humano común.

 

- ¡Conocemos mejor a Nishizawa! ¡Tú solo lo llevas conociendo apenas un poco más de una semana! ¡Nosotros le conocemos desde primer año! – Takayama entró en euforia, mientras que Mimasaka hacía lo posible por calmarle.

 

- ¿“Conocerlo”? ¿En serio creen conocer a Nishizawa? - ¿Por qué estoy contestando con tono tan burlón?, este no soy yo… - En primer lugar díganme… ¿Por qué se acercaron a Nishizawa? – Los estoy provocando apropósito. – Dejadme adivinar… Porque Nishizawa tiene un defecto y ustedes se compadecieron con él. – Sonreí únicamente para provocarlos más. – Acerté… ¿No es así?

 

Un segundo y tercer golpe impactaron contra mi cara, ambos nuevamente lanzados por Takayama, quien al escuchar la verdad de sus acciones entró en cólera y se dedicó a descargar su ira contra mí. En parte tengo la culpa, yo los provoqué sin razón aparente… Aunque no sé por qué lo hice.

 

- ¡Takayama, basta! – Vociferó Mimasaka agarrando los brazos de Takayama para que dejase de golpearme.

 

- ¡No defiendas a este mal nacido! ¡Algo le está haciendo a Nishizawa y voy a averiguarlo aún si se lo tengo que sacar a golpes!

 

“Mal nacido”. ¡Ja! Recordé un día de primero en primaria, me le declaré a una chica muy bonita, pero alguien le había comentado sobre mi afición a hablar con animales y mi extraña naturaleza para conectar con ellos. Ella me miró y con un tono asustado dijo: “Los niños normales no hablan con animales… ¡Fenómeno!”

 

Fenómeno, raro, mal nacido, loco, extraño, idiota… ¿Me importa? Soy todas esas cosas… Soy un bastardo que nació de dos especies distintas. Soy un maldito híbrido…

 

- ¡Sí, soy un maldito mal nacido! ¡Porque ni si quiera yo sé que mierda soy! – Me exalté…

 

No era mi intención molestarme, tampoco sé lo que hice, solo sé que apenas grité eso, Takayama y Mimasaka me miraron y sus rostros se tornaron pálidos, como si hubiesen visto algo realmente aterrador, algo horroroso…

 

Vaya, resultó que sí heredé el cambio de forma de mi padre, así que funciona de esta manera, si alguien se mete conmigo, verá una figura horrible… Ahora con mayores razones debo mantener un temple calmado siempre.

 

Aunque ahora lo que más me extraña es por qué estoy así… Estoy desafiante y muy provocador. ¿Tendrá algo que ver mi parte kodama en esto?

 

Lo siento por Nishizawa, pero tengo que ir a hablar con el árbol para saber lo que me está pasando tan repentinamente.

 

Me salté las clases siguiente para ir al bosque y así ver si el árbol tiene una respuesta para mi repentino cambio.

 

Es la primera vez que voy solo al bosque, por lo general, vengo en compañía de Nishizawa, pero ahora él está en clases, y es mejor que se quede ahí; mi estado actual no es muy estable.

 

Adentrándome en el bosque y tomando la misma ruta de siempre, me topé rápidamente con el longevo árbol que yacía en el centro de todo.

 

- ¡Señor árbol!

 

- ¿Qué sucede, humano?

 

- Hoy siento que no soy el mismo… ¡Es como sí estuviese cambiando! Mis reacciones y acciones son muy descontroladas. Asusté a unos compañeros cambiando de forma y… Quizás hasta pude haberlos querido golpear en un momento. ¡Yo no quiero hacer daño! No debo…

 

- ¿Por qué crees eso?

 

- Porque… No soy un humano normal.

 

- No, no lo eres.

 

- ¿Qué debo hacer? Si mi parte kodama sale totalmente a la luz, no podré volver a la escuela… ¡No podré volver a mi vida normal!

 

- ¿Alguna vez te has preguntado cómo quieres vivir?

 

- ¿Cómo quiero vivir?

 

- Exacto… ¿Quieres vivir como un humano? O ¿Quieres vivir como un kodama?

 

Ese planteamiento me lo he hecho un sinnúmero de veces, pero más que preguntarme cómo quería vivir era solamente aborrecer el hecho de tener que elegir entre esas dos cosas. Temo a mi propio futuro, temo no tomar la decisión correcta, temo no saber lo que quiero… Temo no saber cómo vivir.

 

Completamente solo, el sonido de la naturaleza inundó todo mi ser. La brisa era aún más placentera que de costumbre y al tumbarme el suelo, la hierba era aún más acogedora. El cielo, a pesar de aún estar en invierno, se veía despejado y con un tono celeste que embellecía todo.

 

- Yo podría cuidar de todo esto… - Otro de mis típicos monólogos repentinos. – Si me volviera el kodama de este bosque, no tendría que soportar a más gente, podría pasar mis días en paz, viviendo plenamente en un lugar tan bello como este…

 

- ¡Shizen! - ¿Quién me llama? - ¡SHIZEN! – Es la voz de un chico, pero los únicos que me llaman por mi nombre son mi madre y mi padre… Aunque esa voz suena más joven que la de mi padre.

 

- ¿Nishizawa? – Seguí la voz que me llamaba una y otra vez. Estoy seguro de que esa voz es la de Nishizawa. - ¡Nishizawa!

 

- ¿¡Shizen!?

 

Logró encontrarme rápidamente por el sonido de mi voz. Al estar más acostumbrado a escuchar que a ver, el mejor método para que me encontrase era responder a su llamado.

 

- ¿Qué haces aquí, Nishizawa?

 

- ¡Te fuiste de la escuela sin decirle nada ni a mí, ni a los maestros!

 

- ¿Y cómo sabes que me fui?

 

- Takayama-kun y Mimasaka-kun dijeron que te habías ido a algún lugar después de haberte propinado una paliza. ¿Estás bien? ¿Te golpearon muy fuerte?

 

- Pienso que tergiversaron un poco la histo- - No pude terminar de hablar, las manos de Nishizawa rodearon mi rostro buscando algún desperfecto que aquellos chicos hayan dejado en él. - ¿Ni-Nishizawa?

 

- Que alivio. No pareces tener moretones. – La sonrisa de alivio de Nishizawa más sus inusuales ojos grisáceos, hacen una combinación extrañamente agradable a la vista.

 

- Espera… ¿Cómo llegaste hasta aquí sin tu tiento? – No percaté de inmediato, si no recién. Nishizawa no llevaba su bastón.

 

- Lo tenía hasta hace poco, luego lo perdí, no sé donde habrá caído.

 

- ¡I-iré a buscarlo por ti!

 

- ¡No! – Negación inmediata. – Primero es lo primero… Ya pasó una semana. No he hablado con nadie más aparte de ti. Dijiste que me lo contarías todo si hacía eso… - Él cumplió su parte, es mi turno de cumplir la mía.

 

- Bien, vamos a sentarnos debajo de ese árbol que tanto te gusta.

 

Tomé la mano de Nishizawa, esta vez con más confianza, ya que, en este momento él no disponía de su bastón para guiarse; y es más seguro llevarlo de la mano que él agarrado de mi manga. Hay muchas raíces por sobre la tierra con las cuales uno puede tropezarse, así que es mejor tomar su mano… En realidad… Es solo una excusa para cogerle de la mano.

 

Llegamos al árbol y nos sentamos debajo de él, una gran sombra nos cubría, el árbol ya tenía suficientes hojas como para cubrirnos.

 

Ya comencé a ponerme nervioso, no soy capaz de decir nada por miedo a las reacciones que Nishizawa tendrá sobre toda la información que tendrá que procesar. Siento sudar frío, siento mi voz pesada… Creo que voy a morir…

 

- Te escucho. Dime por qué evitas hablar sobre ti mismo.

 

- Yo… - Tome una bocanada de aire y exhale. – No soy una persona común y corriente. – Llegados a este punto, no me voy a acobardar. – Yo nací del cruce entre un Kodama y una mujer humana.

 

La reacción de Nishizawa fue común, se sorprendió, abriendo sus ojos de par en par. Por un lado parecía no creerme, pero por otro, se veía que trataba de tomarse esto en serio. Bueno, es normal no creer en primera instancia sobre estas cosas, después de todo, los kodamas son criaturas mitológicas de nuestro país; pocos han sido los kodamas vistos por humanos, casi nadie ha podido verlos, ellos solo se presentan cuando su bosque los necesita o cuando un humano les agrada.

 

- ¿Puedes probar que eres un kodama?

 

- Me comentaste que venías aquí de pequeño a hablarle a este gran árbol cierto.

 

- Sí, te lo dije, y fue lo único que te comenté.

 

- Señor árbol, ¿Tiene alguna anécdota sobre el joven a mi lado?

 

- ¿Es el mismo jovencito que venía a hablar conmigo?

 

- Sí, es el mismo. – En este punto, obviamente Nishizawa pensará que estoy hablando solo.

 

- Veamos… Tengo muchas, no obstante, hubo una en particular que recuerdo.

 

Mientras el árbol hablaba sobre ello, yo repetía sus palabras para convencer a Nishizawa sobre mi parte Kodama.

 

- En una ocasión, cuando este humano era más pequeño, intentó treparse a mí con la esperanza de que en sus retinas quedase grabada una vista hermosa que nunca fuera olvidada. Lástima que no pudo trepar, apenas logró subir unos dos metros de mí.

 

- ¡Impresionante! ¿¡Todo eso te lo contó este árbol!?

 

- El señor árbol siempre te ha estado escuchando.

 

- ¿El árbol siempre me escuchó? – ¿Por qué se puso rojo? - ¡Ah! ¡No puedo creer que le  haya contado tantas cosas a algo que después de todo sí me ponía atención! - ¿Qué la habrá contado a este árbol? - ¡No le preguntes nada más! ¡Por favor!

 

- Va-vale… No te preocupes, prometo no preguntarle al árbol sobre sus conversaciones contigo.

 

- ¿De verdad?

 

- De verdad.

 

Hubo una pequeña pausa entre nosotros. Supongo que ya no sabíamos que decirnos.

 

- ¿Puedo pedirte un favor, Shizen? – Nuevamente, el primero en romper estos silencios es Nishizawa.

 

- Mientras pueda cumplirlo, cuenta conmigo.

 

- ¿Puedes llevarme a la cima del árbol?

 

- Es una petición un tanto complicada. ¿Realmente crees que pueda llevarte hasta allá arriba?

 

- No, pero de todas maneras quería probar preguntártelo.

 

Siendo sincero, tomar a Nishizawa y llevarlo hasta arriba es una tarea sencilla, mi fuerza es suficiente para cargarlo y puedo perfectamente escalar si el solo se sostiene de mí. Aunque encuentro un desperdicio que ahora, un chico totalmente ciego, quiera subir y “ver” desde la cima el paisaje que de pequeño nunca logró alcanzar mirar.

 

- Te llevaré a la cima del árbol, pero aférrate a mí.

 

- ¿En serio? – Se ve bastante feliz. - ¡Venga, vamos!

 

Nishizawa se aferró a mí con fuerza, sus brazos rodeaban mi cuello y parte de mi pecho, sus manos se cogieron entre sí, entrelazándose para estar mejor sujeto. Es más liviano de lo que pensaba… Nishizawa tiene una complexión delgada, no obstante, siento que es demasiado ligero, aunque con mi increíble energía dudo que pueda sentir a una persona pesada. La mayoría son como cestos con frutas para mí.

 

- Mantente firme y ni se te ocurra soltarme. – En serio, más le vale no soltarse, una caída desde una gran altura es peligroso en todos los sentidos.

 

- ¡Vale!

 

Escalar el árbol fue una tarea simple, aparte, estoy acostumbrado a hacer este tipo de actividades desde pequeño. Podría decirse que unos meses antes de entrar en la escuela, solía ir a los bosques junto con mi madre, ahí, solía subirme a los árboles para tener un mejor panorama de las cosas y divisar a la distancia si había animales heridos o en problemas.

 

Este árbol tiene por lo menos unos ochenta metros, es imposible que llegue a la cima, es mucho trabajo hasta para mí y tampoco quiero estar en la necesidad de mentirle a Nishizawa diciéndole que ya llegamos a la cima, eso estaría mal.

 

Que problema.

 

- Nishizawa. – Le hablé mientras seguía subiendo, esperando cruzarme con una rama lo suficientemente grande como para sentarnos. – Probablemente no te pueda llevar a la cima del árbol.

 

- Desde que conozco este árbol sé lo grande y magnífico que es. Me veía venir en poco tiempo tu declive.

 

Llegados a los quince metros del árbol, pude aferrarme a una rama donde tuvimos la oportunidad de sentarnos, se podía ver un montón de verde, porque aún no estábamos lo suficientemente alto como para llegar a ver más que eso. La mayoría de los árboles están entre los diez y quince metros, si hubiese subido hasta por lo menos unos treinta o treinta y cinco metros, tendríamos la posibilidad de ver más allá de todo este verdor.

 

- Hiciste lo que pudiste, pero aún así muchas gracias, Shizen.

 

- Yo quería llevarte hasta la cima. – Respondí con desgano.

 

- Es meramente imposible subir tan alto, es un árbol muy grande.

 

- Sí, uno muy grande. – Esa voz no era mía, ni de Nishizawa, y tampoco era del señor árbol.

 

Volteé tan bruscamente que resbalé y caí, no obstante, el suelo no detuvo mi caída, fue mi padre quien alcanzó a atraparme y devolverme al lado de Nishizawa, quien ni si quiera se enteró de mi pequeño accidente.

 

- ¿Papá? ¿Qué haces aquí?

 

- Esa es mi línea. Este bosque te lo encomendé con todo el cariño del mundo, y tú, lo rechazaste sin ningún tipo de argumento válido.

 

- ¿Qué esta pasando aquí? - ¡Ah! ¡Cierto! Nishizawa no sabe lo que está sucediendo.

 

- Nishizawa, esto quizás sea un poco difícil de asimilar… - ¿Por qué me puse así de nervioso ahora?

 

- Shizen. – Nishizawa colocó su mano en mi hombro. – Me acabas de demostrar que eres un mitad kodama, ¿Qué es más difícil de asimilar que eso?

 

- Mi padre está aquí ahora mismo.

 

- ¡Hola! – Saludó con total despreocupación mi padre.

 

Él siempre ha sido así, un kodama despreocupado ante los humanos, pero que cuando se trata de su bosque o sus habitantes, se toma muy en serio su papel como guardián. Es un kodama de personalidad un tanto complicada, describirlo no es tarea fácil, pero para simplificar las cosas, mi padre solo se comporta seriamente cuando su trabajo lo necesita.

 

No digo que sea un mal padre por ser así, no obstante, él jamás me enseñó sobre mi parte kodama, la que se encargó de mí y me crió como humano en su totalidad fue mi madre. Los problemas comenzaron cuando comencé a desarrollar mi parte kodama, pero esa es la historia actual.

 

- Tu padre es un kodama, ¿no? – Me preguntó Nishizawa.

 

- Sí, es totalmente kodama.

 

- ¿Qué edad tiene? – Los kodamas son conocidos por ser longevos, así que la curiosidad de Nishizawa hacía sus años no me sorprende.

 

- Tengo 312 años. – Mi padre solo ha interactuado con mi madre, por lo tanto, no tiene mucho tacto con los humanos.

 

- Wua… Impresionante.

 

- ¡Se están saliendo del tema! – Es un fastidio tratar con mi padre, así que me quiero ahorrar problemas con él. Lo último que necesito ahora es que Nishizawa le estimule preguntándole cosas. – Volviendo… ¿Qué haces aquí?

 

- Como no te querías hacer cargo de este bosque vengo a cuidarlo de vez en cuando. – El miró de reojo a Nishizawa. – La pregunta es: Ustedes ¿Qué hacen aquí tan alto?

 

- Esa es mi culpa, señor. – Respondió Nishizawa. – Le pedí a Shizen que me subiera al árbol para ver el paisaje. Lamento haberle causado tantas molestias a su hijo.

 

Duele un poco escuchar a Nishizawa decir “ver” siendo que todos, más que nada él, conoce la condición en la cual está. Viviendo completamente en la oscuridad, guiándose de su tacto, su olfato y su oído. Aborreciendo a todo aquel que lo trate por empatía y no porque realmente importe.

 

- Tú, no puedes ver, ¿Cierto, chico?

 

- Sí. – Noté una sensación de tristeza en esa afirmación.

 

- Bueno, en vista de que no tengo nada que hacer, los llevaré a ambos a la cima.

 

Fue una grata sorpresa. Admito que mi padre tiene mucha más fuerza, tanto por ser un kodama hecho y derecho, como por la cantidad de años que ha vivido, destacando también su habilidad para viajar a través de los árboles; habilidad de la cual carezco, porque si no, llevar a Nishizawa hasta la cima pudo haber sido mucho más fácil.

 

- ¿Nos llevarás a través del árbol?

 

Una de las pocas cosas que mi padre hizo como tal, fue enseñarme la habilidad de viajar a través de los árboles. Lamentablemente, jamás logré hacerlo solo, más bien, no podía, al parecer mi parte humana regía sobre mi poder de kodama en aquel entonces; por lo que viajar a través de los árboles solo era una fantasía que solo podía recrear cuando estuviera junto con mi padre. Y sí, mi padre puede hacer viajar a humanos también por el árbol. Es como si te convirtieras en luz y viajaras a través de un tubo largo. Esa es la sensación que más o menos recuerdo al viajar por lo árboles con mi papá.

 

 

- Toma menos tiempo y es mucho más sencillo. – Mi padre tocó un área del tronco. – Sujétense fuerte de mí, porque pueden quedar atrapados dentro del árbol si se llegan a soltar. – Hizo una mueca de burla y dijo lo siguiente. – Nishizawa-kun, a ti te recomiendo tomar la mano de mi hijo, seguramente él no sería capaz soltarte por nada del mundo.

 

- ¡Papá! – ¡Quería evitar un comentario como ese!

 

- De eso estoy seguro. – Y me tomó la mano sin rechistar.

 

Nishizawa Tou es el primer amigo que he tenido en todos mis años de escuela. En primaria me molestaban, me veían como un raro y un loco. En secundaria me aislaron y me continuaron tratando como un loco. En preparatoria yo decidí aislarme, pero este último año, Nishizawa cambió eso. A este chico solo le bastó una semana para entenderme… Y creo que ni si quiera eso, porque yo sentí una inusual conexión la primera vez que vi a Nishizawa.

 

- Aguanten la respiración y cierren los ojos. – Ya le está poniendo su encanto a estas cosas.

 

- No le hagas caso. – Le susurré a Nishizawa.

 

En un abrir y cerrar de ojos aparecimos en la parte más alta del árbol. No necesariamente la copa del árbol. Aparecimos sentados en una rama que se encontraba unos tres metros más abajo de la cima, sin embargo, solo éramos Nishizawa y yo, nuevamente en una rama donde pudiésemos sentarnos, exceptuando que esta vez podríamos observar con detalle un paisaje más allá de todo el verdor del bosque. Desde ese lugar se apreciaba una gran vista, podía ver la escuela, mi casa, la tienda a la que voy a comprar por las tardes… Era una vista simplemente magnífica, a la cual también podía agregar lo hermoso que se apreciaba el resto del bosque.

 

- Es… Hermoso… - Miré por el rabillo del ojo a Nishizawa, quien había sido el que pronunció esas palabras.

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas que poco a poco comenzaron a desbordarse, cayendo por sus mejillas y, que llegadas al mentón, caían al suelo de gota a gota.

 

- ¿Acaso puedes…? - ¿Verlo?

 

- Por un instante… Sentí que pude verlo… Por un instante… Pude contemplar una hermosa vista. – Veo que aún me falta entender sobre los kodamas.

 

Quizás, solo quizás, Nishizawa haya podido ver lo que yo vi.

 

- Tou. – Dije su nombre.

 

- ¿Qué sucede? – Me dijo sin quitar su vista del paisaje.

 

- ¿Puedo volver a ser egoísta contigo? – Yo aún no soltaba su mano

 

- ¿Qué tan egoísta?

 

- Quiero ser tan egoísta, al punto de querer vivir como Kodama y humano.

 

- ¿Te harás cargo de este bosque? – Me preguntó Tou.

 

- Cuidaré de este bosque y continuaré yendo a la escuela… Solo si continúas a mi lado. – Esta vez no hice énfasis en la palabra “amigo”, porque cabe la posibilidad de que así no vea del todo a Tou, puede que haya algo más.

 

- Si serás egoísta conmigo, yo también lo seré contigo. Estamos a mano. Yo me quedare contigo si tú prometes quedarte conmigo – Una bella sonrisa, combinada con esos ojos grises… Son la combinación perfecta para una persona.

 

Sí… Definitivamente la palabra “amistad” se queda corta.

 

- Lo prometo.

 

- ¡Es una promesa entonces!

 

¿Tou es la razón por la cual he estado sintiéndome raro…? ¿Serán celos? Nah…

 

Fin.

Notas finales:

Y sí, al final eran celos~ 

 

Lástima que el fic es solo un one-shot~ 

 

Pero aún así tiene un bonito final -w- (Lo más bonito que lo pude hacer xD)


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