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Tentación por uta

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Notas del fanfic:

Es una adaptacion. los creditos a la autora

Notas del capitulo:

ay Kaneki 

                                                                Tentación

 

Fue una auténtica descarga de adrenalina. Un gemido de deseo brotó de sus labios, mientras sus curvas se arqueaban contra el cuerpo desnudo del profesor. A el le gustaba provocarlo y justo cuando estaba apunto de explotar se apartaba con una pérfida sonrisa. Sus lenguas jugueteaban para ver quién dominaba a la otra, aunque ambos sabían perfectamente quién era el verdadero ganador de todos sus juegos. El era todo suyo. Lo fue desde el primer momento en que rozó sus labios, con avidez y desenfreno. Un grito de liberación había ido acumulándose en su interior desde el momento en que él lo había tirado encima de la cama. Todo su cuerpo comenzaba a estremecerse, se agitaba y temblaba al sentir cómo sus labios iban descendiendo por él.

 

La alarma del despertador atronó en su oído y lo sacó de golpe de su fantasía. Su cuerpo se había quedado frustrado, como si realmente hubiera experimentado todo lo ocurrido en su sueño. Apoyó su nevada cabellera sobre la almohada e intentó relajar sus tensos músculos. Sintió como Shuu se movía a su lado.

Durante esos cinco años, su novio Tsukiyama siempre fue el protagonista de todos y cada uno de sus sueños. El se solía despertar, se giraba hasta ponerse encima de él y comenzaba a recrear todo lo que había soñado. Era su particular forma de empezar el día. Pero, ya no era lo mismo… ya no era la cabeza lila de su novio lo que descendía por su cuerpo en medio de la noche, sino la de aquel cabello albino de un hombre fuera del ambiente estudiantil de la Universidad de Kamii. No era Tsukiyama el que conseguía que su cuerpo se contorsionara de aquella manera, sino las fantasías que tenía con el hombre que menos le convenía. El profesor de Literatura de su universidad. Así no era como se suponía que tenían que ir las cosas. Kaneki no era precisamente una persona muy atrevida. De hecho, le costó casi seis meses de citas, cenas y rosas, antes de invitar a Shuu a que pasara la noche con el.

Kaneki sabía perfectamente que la mayor parte de las chicos de su generación estaban más abiertas a experimentar en su sexualidad, a cambiar a menudo de pareja e incluso a experimentar sensaciones nuevas. Pero, a Kaneki le faltaba valor… y experiencia.

En sus sueños eróticos, en cambio, se sentía muy a gusto, mucho mas de lo que Ken jamás se sintió. No temía a nada ni a nadie. Era apasionado y sexy. La versión idealizada del típico chico que obtiene todo lo que quiere. Incluso, ya despierto, Kaneki era consciente de que deseaba con locura a ese hombre, al Profesor Kishou Arima.

“Buenos días, cariño” dijo Tsukiyama con su áspera voz, sacándolo de sus tentadores pensamientos y arrastrándolo a la gris realidad, mientras lo miraba con ternura.

Él sabía que sus ojos no le devolvían la misma cantidad de devoción que desprendían los de Tsukiyama cuando lo miraba y esto le provocaba un nudo en el estómago.

“Buenos días” murmuró el de cabellos nevados, forzándose a sí mismo en salir de la cama.

“Perdona, pero llegaré tarde a clase” Una excusa patética. Aún le quedaba casi una hora para salir pero ese era un tiempo valiosísimo para arreglarse y ponerse lo más guapo posible. No es que necesitara arreglarse mucho, era un chico de belleza clásica, atractiva, pero ese tiempo extra que le dedicaba a su arreglo personal, la hacía sentirse más segura para entrar en la clase de Arima.

Se ducho rápido y pocos minutos después estaba frente al espejo del baño. Su sedoso pelo, aún húmedos después de la ducha, apenas se enroscaban alrededor de su ovalado rostro. Sus enormes ojos le devolvían la mirada frente al espejo. Sus espesas pestañas, su nariz era pequeña y ligeramente respingona en la punta. Sus labios poseían un arco definido y sus pómulos eran menos marcados de lo que suelen ser.

Era sencillo a la hora de vestir. No quería parecer excesivamente arreglado para ir a una simple clase en la facultad. Su ajustado jeans negro favorito,  Su suéter gris resaltaba sus ojos, y se ajustaba a su cuerpo de una manera que le daba un aire tremendamente inocente.

Solo con saber que iba a ver a Arima, sentía como cosquillas le alborotaban en el estómago. No importaba que no fuera lo correcto, esa deliciosa sensación previa parecía que lo irradiaba por los poros de su piel. El corazón se le aceleraba, se le entrecortaba la respiración solo con pensar que iba a estar en la misma habitación que él. Tenía la esperanza de que un café para llevar de camino a la facultad le serviría para espabilarse y para despejar la mente de esos deliciosos pensamientos impuros. Sin embargo, lo único que consiguió la cafeína es que Kaneki se alterara y reviviera la última parte de su sueño. Permanecía ahí sentado, analizando la manera en la que ese hombre lo hacía sentir; la forma en que sus manos recorrían su cuerpo y cómo la hacían gemir cómo un indefenso niño pequeño. Kaneki nunca se había sentido así. De pie, Kaneki  intentaba calmarse. Asumía que su vida siempre sería tal y como lo era ahora. El y Tsukiyama, juntos para siempre. Así fue como le enseñaron; Ken tenía la aprobación de su familia y él contaba con la aprobación de su padre.

 

La gente iba entrando en clase hasta que Kaneki, se dio cuenta de que el aula estaba completamente llena, y el único asiento que quedaba libre era uno justo en la primera fila; la saliva se le atragantó del pánico mientras se dirigía a su asiento. Su Jeans se ajustaba aun mas mientras descendia los escalones del aula, hasta llegar a la zona delantera. Sentía como si miles de ojos estuvieran posados sobre el. Se veía a sí mismo como el foco de atención, como si todos los allí presentes supieran cuáles eran sus verdaderos sentimientos por el señor Kishou. Trataba de no mantener contacto visual alguno con su recién adquirida obsesión. Seguía con la mirada clavada en el suelo, fijada en sus  zapatos cuando se apresuró a sentarse en el último asiento libre. Cuando dejó sus libros en la mesa una sombra lo cubrió, obligándolo a alzar la vista. Vio que era Arima. Estaba  mirándolo de forma apatica. Su embriagador perfume se colaba por su nariz – una mezcla de whisky y loción para el afeitado. Sus profundos ojos grises lo examinaban de arriba abajo como si estuvieran juzgando su apariencia.

“Gracias por acompañarnos.” Justo el momento que escuchó esa voz volvió a aquel momento de éxtasis total. Su corazón latía con fuerza, parecía que se le iba a salir del pecho. Sentía que si hacía el menor movimiento, se iba a quedar sin aliento. Kaneki intentó articular algún tipo de palabra pero, lo único que consiguió, fue esbozar una media sonrisa y asentir. Su cara tenía el mismo tono sonrosado que sus mejillas. El chico de su derecha lo miró y sonrió.

“Como iba diciendo…” continuó Arima mientras se alejaba. Kaneki por fin respiró aliviado, no podía creer cómo lo había hecho sentir simplemente con estar ahí, frente a el, y con solo dirigirle unas pocas palabras. Sabía que una simple mirada a Kishou, bastaba para revivir el momento en el que él le arrancaba su jeans y lo inclinaba sobre su mesa.

“Pues bien, y eso es todo por hoy, recuerden que el lunes tienen que entregar un relato libre con la palabra ‘tentación’. Buen fin de semana a todos.” dijo el profesor mientras guardaba sus libros en su maletín.

De pronto, todo el mundo estaba en pie. Kaneki miró a su alrededor y no entendía lo rápido que habían pasado los cuarenta minutos de clase ensimismada en sus pensamientos acerca de las diferentes formas en las que el señor Kishou podría satisfacerlo.

Anotó la palabra ‘tentación’ en un trozo de papel, lo dobló y lo guardó en el bolsillo de su abrigo gris. ‘Tentación’, eso era lo único que había escrito durante toda la clase… automáticamente empezó a plantearse si quizás esa atracción era un tanto obsesiva. Se preguntó a sí mismo si era algo normal. En el fondo estaba algo avergonzado; apretaba firmemente los libros contra su pecho: no podía evitar pensar que había hecho el ridículo delante de Arima. Era la primera vez que se dirigía a el. La primera vez que su mirada iba dirigida a su sonrosada cara y, la primera vez, que el había tenido que hacer un esfuerzo monumental para poder articular palabras. Se sentía impotente. Una víctima de sus propios deseos. Sin embargo, una parte de el le encantaba sentirse así. Arima ahora, sabía que existía. El suponía que era la primera vez que él lo había visto. Esto hizo que caminara más ligero hacia el coche. Kaneki se tomó un momento, para autocastigarse por sus pensamientos impuros con Arima. Permanecía de pie discutiendo con el mismo, intentando cambiar sus sentimientos. Ese sentimiento de culpa jamás lo había tenido. Era como si estuviera siéndole infiel a Shuu, aunque tan solo era en su mente. Una sola pregunta le seguía rondando la cabeza: ¿Era lo correcto? ¿Debía asumir que era natural para un hombre como el, sentirse atraída por un hombre como Arima? Había sido criado “como dios manda”, como su familia solía decir. Arima iba en contra de lo que le habían enseñado. En el fondo sabía que debía mantenerse alejado de él.

Intentó poner sus pensamientos maléficos a un lado; al despertar de sus cavilaciones, dejó caer las llaves al suelo. Al agacharse, se percató de que una de sus ruedas se le había pinchado. Era una de esas mañanas tremendamente calurosas en las que, cuarenta minutos a pie de vuelta a casa, se te pueden hacer eternos. Aunque se encontraba a gusto consigo misma y estaba arreglado como para salir de fiesta, a Kaneki no le apetecía, en absoluto, pasarse cuarenta minutos inmerso en sus propios pensamientos, mientras caminaba de vuelta a casa, para volver junto a un hombre al que se avergonzaba de mirar a la cara.

“¿Algún problema?” Esa voz cortante y profunda lo golpeó, como si de un relámpago se tratase. Kaneki pegó un respingo y dejó caer todas sus cosas al suelo. Lo supo al instante; lo sabía y se sentía como si no pudiese mover un solo músculo de su cuerpo. Kaneki se seguía preguntando a sí mismo por qué le estaba ocurriendo eso. Era como si una fuerza invisible los intentara unir. Todo su cuerpo estaba en tensión. Le costaba respirar. Le costaba mantenerse en pie.

Venía en su ayuda y veía como se acercaba por el rabillo del ojo. El olor a whisky que desprendía su chaqueta y esas manos grandes, que se apresuraron a ayudarlo a recoger sus libros del suelo. El corazón de Kaneki volvió a latir, de la misma forma desenfrenada que lo había hecho en clase. El estaba inmóvil por una mezcla de sentimientos, de nerviosismo y deseo. Era como si el destino hubiera querido unirlos, o al menos eso es lo que el quería creer. Ambos se levantaron y Alexander le entregó los libros que se le habían caído, Kaneki permaneció con la vista en el suelo y, de sus temblorosos labios salió un “Gracias.” Tímido, delicado, inocente y puro. Se sentía como una colegial de nuevo, “¿Te puedo ayudar en algo?” dijo Arima dedicándole una sonrisa que el reconoció al momento. Era como si supiera exactamente lo que el había soñado la noche anterior. Como si supiera que lo que el de verdad quería era rodearlo con sus piernas en aquel preciso lugar y dejar que se lo follara contra el coche. Kaneki por fin levantó la cabeza, lo miró a sus profundos ojos oscuros y se atrevió a devolverle una media sonrisa.

“Se me ha pinchado una rueda.” Inmediatamente toda su atención se centró en el coche; se puso de aquellas grandes manos de Arima apretaban la rueda desinflada. Deseaba sentir esas manos sobre su cuerpo, sentir como lo agarraban suavemente del cuello mientras se lo follaba.

Cuando Arima se volvió a poner en pie, Kaneki inmediatamente bajó la mirada. Su mente constantemente le recordaba que debía calmarse y le traía recuerdos del dulce Shuu, al que había dejado plantado aquella mañana. “Te llevaré en mi coche” . 

Notas finales:

¿Qué les parecio?

no

 

 


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