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Enemigos Naturales por Cliosan9

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Notas del fanfic:

Gracias al gran Fujimaki-san que nos trae estas preciosuras de personajes, pero aun no le perdono lo que pasó con Akashi en el Extra Game *muere*

Aclaraciones del Fic: En este mundo existen y conviven diferentes criaturas, que conviven con los humanos sin llamar la atencion como para ser perseguidos pero lo suficente como para poder cazar a sus victimas. Los clanes más poderosos son los de los vampiros y por supuesto de los hombre lobo, por lo cual tienen una enemistad por el poder. Las gerarquías están divididas por Alfas, quienes gobiernan, betas, los cuales son la mayoría y los omegas quienes tienen la capacidad de reproducción. 

 

Notas del capitulo:

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Buenas, buenas, regresé a mis orígenes al escribir este AkaFuri, la idea princpial no es mía, fue a apartir del sueño de mi Waifu, por lo tanto si está medio extraño ES SU CULPA! ok no xD te quiero.


Es la primera vez que escribo omegaverse así que espero que les agrade. No me meteré en nada explícito en el m-preg. Y sin más les dejo con el primer capítulo, supuestamente iba a ser un one shot pero no salió :v


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Noche de luna llena. El día propicio para poder cazar. Los árboles se mecían de manera suave como si estuviesen bailando un vals. El olor a pasto fresco inundaba sus fosas nasales de manera deliciosa, pues el aire era lo suficientemente fresco como para poder sentir el olor de su presa. Miedo. Era el olor más exquisito, para él, era como ácido con unos toques en dulce, casi un perfume que abría su apetito, muy diferente al olor del celo o el olor sofocante de un alfa.

 

Corrió veloz sobre el follaje. Lo suficientemente rápido como para no dejar a su presa suelta, y lo suficientemente lento como para que ésta lo guíe a su hogar. Una sería suficiente, pero pronto llegaría el invierno, no estaba de más tener carne de sobra. Estaba cerca, estaba demasiado cerca cuando una sombra se ciñó sobre él, una sombra que oscureció todo. Corrió más rápido y allí estaba, un vampiro. Sostenía los brazos de su presa, al parecer el muchacho que había elegido comerse tenía más fuerza de la que aparentaba, pues le estaba dando pelea. Los ojos rojos del vampiro brillaban con ansiedad probablemente relamiéndose por el delicioso aroma de la sangre de ese pequeño chico. Pensó en retroceder, pelear con un vampiro no estaba en sus planes, el olor a alfa empezaba a apuñalar su sensible olfato.

 

-¿Quién está allí? – dijo con voz gruesa el vampiro. Al parecer no había sido tan silencioso como hubiese querido. Se quedó inmóvil, bajó el sonido de su voz y alistó sus patas para correr si era necesario.

 

Aquel muchacho de cabellos celestes, aprovechando la distracción logró golpear al vampiro y salir corriendo. Le pareció el mejor momento para salir de allí y si tenía suerte podría conseguir una nueva presa, lo que no esperó es que aquel chupa sangre cambió de objetivo y se dirigía hasta donde estaba. Quedarse sin moverse sería suicida, así que empezó a correr, tomando la misma dirección que su anterior presa, para poder despistarlo.

 

No fue suficiente.

 

Sabía que para ser un lobo no era el más rápido de la manada, pero nunca pensó que por su falta de velocidad ese día se convertiría en la presa. Las uñas afiladas de su captor se clavaron dolorosamente en sus yugular, haciendo brotar su sangre. La sensación húmeda se fue esparciendo desde su cuello hasta su pecho, le daba escalofríos, sentía asco del contacto.

 

Odiaba que lo toquen.

 

-Suéltame – dijo con la voz ahogada a punto de perder la conciencia por la falta de oxígeno.

 

Pateó, arañó y se removió como un animal a punto de morir. Fue jalado y acercado hasta el rostro del vampiro, no pudo distinguir bien sus facciones, pues sus ojos se humedecían por el dolor. En esa noche de luna llena lo único que fue capaz de ver es el brillo sediento de sangre de unos ojos de diferente color, ámbar y rojo.

 

ENEMIGOS NATURALES

 

By Clio

 

Despertó atado con las manos atadas. Movió los pies con fuerza pero los grilletes sobre la ropa se lo impedían. Sus pies eran delgados, así que de alguna manera intentó zafarse de sus zapatos. Pero alguien ingresó a la habitación en donde estaba.

 

-Yo no recomendaría eso. Son grilletes de plata.

 

-Déjame ir. – dijo gruñendo.

 

-Oh vaya, que lobito tan enérgico. Obviamente no te dejaré ir, hiciste que perdiera a una muy preciada persona.

 

El lobo gruñó, percatándose que el vampiro se había referido a esa presa como una persona.

 

-¿Y entonces qué? ¿Vas a tenerme aquí para siempre?

 

-Para siempre es un muy buen término. Uno que no se aplica a los hombres lobo, me temo. Te tendré el tiempo que yo crea prudente, para usarte de banco de sangre o simplemente para divertirnos contigo, los lobos se regeneran tan rápido como nosotros ¿no? No volverás a ver la luz del sol, mis palabras son absolutas.

 

El vampiro salió cerrando las pesadas puertas de hierro. Estaba en el nido de un grupo de vampiros y sería imposible huir. Volvió a mover las manos con fuerza, las cuerdas se marcaban en su piel dejándola al rojo vivo, pero sólo no quería llorar, quería que el dolor se llevase sus lágrimas. Debía escapar de allí a como diera lugar, tenía a alguien quien esperaba por él.

 

Todos los días le era dejada comida en una bandeja, aunque al principio el asco, la tristeza y la ira habían menguado su hambre, pronto se dio cuenta que se sentía más débil, así que dejó de negarse. En las noches de luna llena, el hambre era peor, la comida humana sabía a carbón y su garganta sólo anhelaba sangre, la deliciosa sensación de un tierno corazón entre sus fauces.

 

Su grito era desgarrador, sus súplicas por libertad eran tan sólo gruñidos sin significado, su llanto se volvieron aullidos y el sonido de sus lágrimas cayendo se perdió en la terrible oscuridad de esa fría habitación.

 

Los días pasaban, no sabía ya cuántos exactamente. Probablemente no eran días, probablemente ya hasta ese tiempo eran meses, la memoria de la persona quien lo esperaba empezaba a hacerse borrosa. Recordaba sus cabellos suaves, su mirada pícara y su última súplica antes de salir a cazar. Los lobos andaban generalmente en manada, guiados por un líder, el Alfa principal, por esa misma razón no enviaban a los Omegas a cazar. Debió haber hecho caso.

 

Como dolía. Su cuerpo estaba caliente, ardiendo en un dolor que no menguaba. Hace años que había dejado de sentir las verdaderas consecuencias de su celo, pero ahora sin los supresores era inútil querer evitarlo

 

-Gahh – soltó un gruñido. No podía respirar adecuadamente, no podía pensar racionalmente. Pronto su auto control se perdería para siempre. Había evitado tanto tocarse a sí mismo, pero si no se aliviaba, sentía que moriría.

 

Tal vez guiado por los quejidos ahogados fuera de época de luna llena, aquel vampiro avanzaba por los largos pasillos entrando al calabozo, con claras intenciones de silenciar de una vez a aquel perro penoso, que el hacerlo sufrir había dejado de ser divertido hace un par de meses. Abrió la puerta con enojo, pero como si hubiese sido recibido con una cachetada, el aroma que inundaba aquella habitación era insoportable, era completamente dulce al punto de sentirse embriagado. Su cuerpo se contorsionó hacia adelante en un claro ademán de querer alcanzarlo, pero cuando se acercó lo suficiente el pequeño castaño se encogió más, si eso era posible.

 

-¡Aléjate! – Gritó con todas sus fuerzas. – ¡No te me acerques!

 

-Tú, debiste decirlo. Eres un omega.

 

Al parecer el vampiro no fue el único guiado allí por los sonidos, si no que al abrir la puerta, aquel aroma dulce lleno de feromonas invadió por completo el nido. Un muchacho de cabellos amarillos apareció quien viendo el desarrollo de todo, jaló rápidamente a Akashi de allí. Otra muchacha de pelo rosado apareció inmediatamente después.

 

-¿Akashi-sama se encuentra usted bien?

 

-Momocchi, lleva al omega que está dentro de la jaula a tu habitación, báñalo y enciérralo.

 

La muchacha asintió preocupada y se dispuso a hacer lo que le habían encomendado.

 

*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*

 

Despertó en una camada mullida. El suave aroma de rosas inundaba la habitación. A lo lejos se escuchaba el trinar de algunas avecillas diurnas y la luz de la ventana empezaba a fastidiar en los ojos.

 

-¡Luz! – Se levantó agitado mirando a su alrededor. El rápido movimiento lo mareó y calló de nuevo entre las sábanas. Le dolía la cabeza.

 

-Ya te despertaste –dijo una voz suave y dulce.

 

-¿Quién? – articuló de manera pausada, la cabeza le taladraba con fuerza y las ideas no se ailaban de la misma manera que le gustaría, ni siquiera su cuerpo contaba con fuerza suficiente como para salir corriendo o aventarse por la ventana, el sonido de los pajarillos estaba cerca así que probablemente se encontraba como mínimo en un segundo piso. ¿Sobreviviría?

 

-Cálmate, no te haré daño. Mi nombre es Momoi Satsuki. Me encargué de cuidar de ti y usé algunas pastillas para aliviar tu celo.

 

En efecto, ya no tenía esa horrible sensación de calor. Pero aún estaba en el nido de los vampiros, no entendía por qué estaba allí en primer lugar.

 

-¿Ahora me llevarás de vuelta al calabozo?

 

-No, no te preocupes. A partir de ahora vivirás aquí conmigo.

 

-¿Qué? No sé qué clase de juego estén jugando, pero preferiría que me matasen ahora mismo.

 

-E-espera, por favor, no nos apresuremos a las cosas. Encima de la cama te dejo ropa limpia, te guiaré al gran salón.

 

-¿Por qué?

 

-No lo sé, sólo sigo órdenes. Ah, no trates de escapar, este lugar está protegido por un encantamiento para no ser descubiertos por los humanos. Así que si tratas de salir sin autorización morirás.

 

*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*

 

Kouki hizo caso, de cualquier manera le habían despojado de las prendas que antes usaba y andar desnudo no era una opción. El pantalón le quedaba algo grande pero era en general de su talla. La camisa le quedó pintada y el chaleco negro también. Quiso abrir la puerta de la habitación pero estaba cerrada lógicamente, se acercó a la ventana y la abrió con gran facilidad, miró hacia abajo para darse cuenta que estaba en un cuarto piso por lo menos, si saltaba de allí claramente se haría daño, aún con su transformación.

 

Encima de la mesa de noche de la habitación había un cuadernillo que no dudó en tomar y escribir una nota de ayuda, rápidamente la dobló volviéndola en una pequeña pelota, y la lanzó con fuerza. Cuando la pelotita pasó el primer metro esta se encendió y se quemó al instante. Al parecer Momoi no estaba mintiendo.

 

-¿Ya estás listo? – dijo una voz detrás de él. Momoi estaba parada en la puerta mirándolo con curiosidad, tal vez la había invocado con sus pensamientos.

 

-¿Listo para qué?

 

-El líder quiere hablar contigo – La muchacha abrió la puerta de par en par y con un ademán bastante respetuoso, lo invitó a pasar, para así poder guiarlo.

 

Kouki decidió obedecer, por ahora la muchacha se había mostrado amable, pero no quería tentar su suerte. Se maldecía a si mismo por ser tan cobarde.

 

Llegaron a un gran salón rodeado con telas de colores, cuadros que denotaban ser de pintores famosos y en el medio una gran mesa. En el extremo derecho, se encontraba aquel vampiro pelirrojo quien le había arruinado la vida.

 

-Es bueno que te unas para el almuerzo. Siéntate – dijo Akashi.

 

-Lo lamento pero no tengo hambre – La silla a la izquierda del vampiro se movió hacia atrás.

 

-No te lo estoy pidiendo cachorro. – Akashi lo miró con aquellos ojos dispares que le ponían la piel de gallina. Aun a regañadientes se sentó en la silla poniendo las manos juntas sobre su regazo.

 

-Si no estoy en el calabozo, no quiere matarme ni tampoco dejarme ir. ¿Qué hago aquí?

 

-Eres muy impaciente. Sírvete una copa de vino – dijo sin tensarse.

 

Akashi sirvió dos copas de vino, el cual expedía un aroma que a Furihata se le antojó delicioso. Tenía sangre. Tragó saliva.

 

-Pronto llegaran los invitados de honor.

 

-¿Invitados? ¿Qué…?

 

Antes que Kouki pudiese articular completamente esas palabras, las puertas principales de ese gran salón se abrieron de par en par dejando entrar a tres muchachos. Uno de ellos bastante alto con el cabello rojo y ojos granate, el otro era el muchacho que rubios cabellos que ayudó a Akashi aquella vez y por último…

 

-¿Hikari? – dijo con la voz quebrada por el llanto. - ¿Eres tú?

 

-¿Mami?

 

Aquel pequeño de cabellos negros corrió a velocidad para encontrarse con los brazos de su madre. Furihata depositó pequeños besos en todo su rostro, tratando de borrar las lágrimas del pequeño quien desesperadamente se aferraba a sus ropas.

 

-¿Estás bien? – Preguntó Kouki, claramente preocupado por el estado de su hijo. Antes que siquiera el menor logre responder, él ya se encontraba revisando sus ropas y cerciorándose con sus manos que estuviera completo.

 

-Si mamá estoy bien. Cuando no volvías Akashi-san me encontró y cuidó de mí – aquella respuesta nunca se la hubiese imaginado, sentía la mirada del pelirrojo en su nunca, pero aun así no volteó, no podía dar las gracias a ese maldito que tan mal le había tratado, muy a pesar de haber salvado a su niño.

 

-Que te dije Hikaru, no me llames por mi nombre.

 

-Lo siento Aka… digo papá. – El castaño sintió unas nauseas crecer en su vientre – Mami ¿Puedo seguir jugando con Tai-can y con Ryo-chan?

 

-Ah, si… Anda ve cariño….

 

Cuando el pequeño niño desapareció de la vista de ambos, el castaño suspiró aliviado, sosteniéndose a la mesa en la que Akashi seguía comiendo su almuerzo como si nada hubiese sucedido.

 

“Aterrador” pensó divertido Akashi, al ver la mirada de odio que el lobo le mandaba. Quería respuestas, pero se las daría sólo si cooperaba. Con un ademán indicó que se siente de nuevo. Muy de mala gana lo hizo, sin dejar de mirar a su interlocutor, estando atento a todos sus actos por si detectaba algo extraño.

 

-Es de muy mala educación no decir gracias.

 

-Es de muy mala educación llevarse un hijo que no le pertenece y mentirle de esa manera.

 

-Oh, pero ¿Quién en verdad ha estado mintiendo? ¿Yo? Diciéndole a ese niño la mejor noticia de su vida, que su padre no los abandonó porque no los amaba, sino que nuestras familias nos separaron por ser de distintos clanes. ¿Qué fue lo que tú le contaste? A sí, NADA. La mente de un niño es frágil, si dejas de incluirlo va a terminar pensando que de una forma u otra él es el problema. ¿Qué es de su padre?

 

-Muerto

 

-Kouki, no me mientas. Un lobo siempre anda en manada, el que te hayas ido de la protección de la tuya, sólo significa que huiste de él.

 

Furihata mordió su labio inferior con fuerza, tanto para hacerla sangrar un poco, estaba molesto, quería aventar cosas, pero recordaba aún la sensación dolorosa sobre su cuello y lo último que quería es que alguien lo toque.

 

-jahn – escuchó un jadeo. Cuando el castaño enfocó sus ojos en los de Akashi, estos habían adquirido brillo propio.

 

-¿Le gusta mi sangre? ¿Es por eso que aún me mantiene vivo?

 

-Es más que eso. Tal vez aún no te has dado cuenta, pues estas ahora con el efecto de los inhibidores y la primera vez que te traje tenías supresores de larga duración que actúan directamente en tu sangre, por eso yo tampoco me había dado cuenta…

 

-¿Qué está tratando de decir?

 

-Eres mi pareja predestinada, Kouki.

Notas finales:

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Y que tal les pareció? Pues con respecto a las reglas de hombres lobo y vampiros, me señiré a las reglas de Supernátural y su guía de mounstruos. Pues obviamente no quiero que Akashi brille en el sol como si fuese un hada, tampoco quiero que se queme hasta quedar cenizas como aparecen en los cuentos populares XD


Vampiros: Pueden andar en el sol pero necesitan cubrirse los ojos, no es comun así que lo evitan, sangre de hombre muerto los desorienta y paraliza, mueren sólo si se les corta la cabeza.


Hombre Lobo: En luna llena se transforman, no son peludos pero si tienen garras largas, para este fin también tienen orejas y cola :v , mueren con una bala de plata en el corazón, pero también no pueden tocar nada de plata o inmediatamente se queman.


Eso sería todo creo. Nos vemos en el siguiente capítulo. Bye bye


::Clio off::


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