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Pescador. por Comunidad SinJu

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Notas del fanfic:

Se siente bien tener siempre ideas nuevas, y mientras las tenga, emplearé las que pueda en esta pareja (8

Esta es una idea que me aquejaba desde hace unos días, hasta que por fin me animé a comenzarla y pues, salió este primer capítulo. No hice prólogo porque no lo vi necesario, esta no será una historia larga. Calculo a primeras 2 capítulos. De hecho, quería hacerla un one-shot pero no. No.

Notas del capitulo:

Los personajes no son mios, en cambio, ¡la historia si, eh!

Espero disfruten la lectura~

Pescador.

Capítulo 1.- ¡Vamos a molestar al pescador! El tritón enamorado.

No es esta la primera vez que Sinbad se siente observado.

Con una mano limpia el sudor de su frente, y mira hacia la costa. Alza la mano y se despide de sus padres allá, juntos y abrazados, mientras él flota lentamente en bote hasta mar abierto, listo para su jornada.

Pescar era una tarea honorable, recoger una red ameritaba fuerza, sostener una caña paciencia, y quizá un poco de buena suerte y buena carnada.

Pero, regresando a lo primero, no era esta la primera vez que se sentía observado mientras hacia su labor. Pero eso sería imposible. Mira más allá del borde del mar, no hay tierra u otros barcos a la vista, ha llegado a pensar que se está volviendo un poco paranoico.

Cierto día, en su ya diaria labor de pesca que no estaba riendo frutos como a él le gustaría, algo curioso sucedió. Recuerda que en su bote no había nada que no fuera su red, su carnada y una hielera bastante grande para los peces. Escuchó un chapoteo detrás suya y al instante se giró, preguntándose lo que había sido. En la hielera, un gigantesco pez espada estaba ondeándose y saltando dentro, buscando salir. No recuerda haberlo capturado. Tanta atención prestó a este hecho que ignoró las ondas en el agua a un lado del bote, y las burbujas, y también al ser que le observaba desde el otro lado.

El siguiente hecho extraño sucedió dos días luego de ese, en donde algo similar sucedió. Pero no con un pez espada, sino con dos salmones de generoso tamaño. Por primera vez, se fijó en ellos. Se extrañó de ver unas extrañas marcas sobre su piel, las escamas que rodeaban la zona estaban en su mayoría casi fuera. Era extraño, tanto que negó a sus padres el cocinarlos. Puede que algo tengan mal.

Cosas similares le siguieron a esos dos primeros, sumándole a que aún se sentía observado, y ligeramente acosado. Aunque llegando a costa, botaba los peces que aparecían misteriosamente. No le contó a nadie, ni siquiera a sus padres, sobre lo que sucedía mientras salía de pesca, ya que ni él mismo piensa que sea del todo real, como si le estuvieran jugando una broma.

Y hablando de jugar, parecía que él era el juguete de un algo, porque ya no solo aparecían peces en su hielera, sino también conchas, algas, toda clase de cosas que se encontrarían solo en el mar y a sus alrededores. Completamente confundido y con mucha curiosidad, Sinbad probó no salir de pesca unos días. Antes de eso, pescó como nunca antes lo había hecho, el bote casi se volcaba por el peso de los pescados. Sus padres ese día estaban orgullosos. Entonces todo parecía normal. De vez en cuando salía de casa e iba a la playa para observar el mar y buscar algo raro, pero no veía nada fuera de lo normal. Comenzó a hablar con los pescadores que conoce, o mejor dicho a preguntar. Quiere saber si solo a él parecen aparecerle peces en el bote apenas le da la espalda a la hielera.

— Si tuviera esa suerte…

— ¡Qué tontería!

— Chico, ¿tus padres saben lo que consumes…?

Claro que nadie le creyó. Es demasiado irreal, y algunos hasta pensaron que era un chico que intentaba llamar la atención de un adulto, o que simplemente tenía problemas y necesitaba a un amigo.

El tiempo pasó. Los días se volvieron meses y los meses años. Ahora Sinbad era un hombre en toda la palabra, que no necesitaba pescar para tener una buena cena en la noche. Con cierto pesar, se mudó. Nunca encontró a una pareja estable, pero jamás la necesitó. En otro estado incluso, aquellos recuerdos de la playa parecían lejanos, hasta que se dio la ocasión de volver a su ciudad de origen y entonces la vió, la enorme playa. Tal y como la recordaba, grande, azul, con la arena tan blanca… Visitaba a sus padres, quienes se alegraron mucho de verlo. Su padre lo llevó a esa vieja habitación suya de adolescente, y entonces vió la vieja caña ahí, la caña y su red. La de recuerdos…

Salió, se sentó en la sombra de una sombrilla abandonada y miró perdidamente el mar, alguien se sentó a su lado.

— Chico…

Sinbad volteó a verlo. El que en aquél entonces era un adulto, era ahora un anciano. ¿Cuánto puede cambiar alguien en 25 años? Bastante, sin duda. El adulto mayor lo miraba fijamente.

— Yo lo vi.

— ¿Disculpe?

— En ese momento pensé que eras un jovenzuelo perdido en las drogas o algo así. Lo que está de moda. —El anciano miró ahora hacia el mar. — Estaba pescando… —Comenzó a relatar. — Estaba pescando cuando sucedió. Algo movió mi bote. No fue la marea, chico, yo lo sé. Fue muy brusco. Me asusté. Lo golpeó una y otra vez, creo que quería tirarme. Y estuvo a punto de hacerlo. —La pausa le dio tiempo a Sinbad para entender a qué se refería. ¿Acaso habla de los sucesos aquellos…? — Y entonces lo vi alejándose, estaba tan cerca de la superficie que lo vi claramente. Era grande, y tenía cola de pescado pero el torso de un humano. Puedo jurar que también vi cabello, o unas algas muy obscuras. —Sinbad se sobresaltó. El anciano volteó a verlo de nuevo, ahora parece ansioso. — ¡Intenté decírselo a mis amigos, pero ni uno solo me creyó, já! Así como ni uno solo de nosotros te creímos a ti.

— Pero… —Habló por fin Sinbad. — Aquellas cosas eran simple bromas, o casualidades malditas. Lo entendí tiempo después, cuando noté que esa clase de cosas no existen. Maduré, aquí. —Sinbad golpeó con el índice derecho su cabeza.

— Muchacho, perdona si fui un poco duro en aquél entonces. —De nuevo, el anciano está mirando al mar. — Pero no solo me ha ocurrido una vez.

— ¿Ah, sí?

Sinbad lo escuchó más por obligación que por realmente querer hacerlo, o sentir curiosidad. De hecho, incluso quería reírse, pero como el buen hombre que es lo evitó. El hombre lo invitó a cenar con su familia, pero Sinbad declinó la oferta, debe pasar el tiempo con la suya. La primer semana pasó de visita, pero Sinbad no podía irse sin hacer lo que hace años no hacía: pescar. Con su vieja caña, red y hielera, salió en aquél mismo bote. Aquél mismo anciano, con el nombre de Takahashi, lo observó irse desde la orilla, pues él tiene su casa justo en la playa.

— ¡Muchacho, ten cuidado!

— ¡Lo tendré! ¡Se lo aseguro!

— No sabemos lo que hay en estas aguas…

— ¡Yo sí lo sé, es la cena! —Le contestó, alejándose ahora corriendo.

Empujo el bote del muelle con ayuda del remo y comenzó a alejarse. Se alejó más y más, hasta que dejó de ver tierra, casi en mar abierto. Se acomodó bien, acomodó la carnada en el anzuelo y lo lanzó lo más lejos posible, solo esperó. Algo picó, con habilidad innata atrajo el anzuelo de nuevo, el pez no daba mucha pelea. Debe ser pequeño. Y lo era, demasiado, por eso mismo Sinbad prefirió devolverlo al mar. Volvió a esperar por uno nuevo.

El bote se movió, no le prestó atención.

Unas manos se posaron sobre el borde del barco, tampoco prestó mucha atención. El ser que se estaba asomando miraba fijamente al humano sobre el pedazo curveado de material tan extraño. Lo comparaba en su corta mente, hasta que concluyó lo claro.

Era el mismo niño.

Volvió a sumergirse entonces y se acercó al anzuelo, la carnada se retuerce ansiosa cuando él se acerca, creando unas ondas que llaman la atención de Sinbad. El ser tomó la carnada y la liberó, tomó el gancho con una mano y comenzó a nadar hacia abajo, buscando. Los peces no se asustaban con él.

Por otro lado, Sinbad siente como el hilo de su anzuelo comienza a moverse, pero no hay fuerza alguna. Claro que comenzó a rodar hacia atrás el reel de la caña.

Ante la fuerza del otro sobre el anzuelo, el ser se apresuró en encontrar un pez considerablemente grande, y le metió el anzuelo dentro de la boca en la primera oportunidad. Entonces el pescado se alejó al instante más, ahora luchando contra la fuerza del otro. Complacido con su trabajo, el ser observo desde abajo como el humano se levantaba de su asiento para emplear un poco más de fuerza, incluso el bote comenzó a moverse. ¿Quizá consiguió una demasiado grande?

En algún momento, el hilo se rompió, ya que la caña era algo vieja. Y por ello, el humano perdió el equilibrio. Aunque Judal intentó tocar el hilo roto para que el otro no cayera, no sucedió, y Sinbad terminó perdiendo el equilibrio en un bote tan pequeño para un adulto maduro como él. Era inevitable, tanto como que el hilo de la caña se rompiera. Judal al instante estaba nadando hacia la superficie, a por Sinbad, aunque este no tenía problemas para sostenerse del borde del bote. Se detuvo justo detrás de él, pero Sinbad consiguió regresar al barco. No necesitó su ayuda, oh.

— ¡Oh, vamos! Qué caña tan vieja… —Suspiró. — Fui descuidado. Quería pescar algo antes de irme, como en los viejos tiempos… —Quizá otro lugar le sirva.

Judal escuchó bastante bien eso. El tritón volvió a bajar con rapidez, buscando.

Mientras tanto, Sinbad dejó la caña a un lado de la hielera y tomó ambos remos, los acomodó uno a uno en los laterales del bote y comenzó a remar un poco más, buscando otro punto de pesca. Usará la red.

Sin que él se diese cuenta, Judal estaba cazando ahora. Para él. Consiguió un enorme pez espada que le dio un poco de pelea, le ha herido el vientre. Pero no le importa, él sanará pronto. Con unas cuantas mordidas consiguió primero herir la aleta del pescado, haciendo que se fuera de lado y hacia abajo, la sangre no tardó tampoco. Debe apresurarse u otro pez vendrá por eso. Aprovechó que el pez estaba herido y que no podía alcanzarlo ya con esa nariz tan larga para sostenerlo desde arriba y comenzó a mover su fuerte cola hacia el bote que se iba alejando. Cuando el bote se detuvo Judal ya estaba más cerca, estaba a punto de hacer lo que mejor hacía desde adolescente –dejarle obsequios al humano que lo cautivó– pero entonces sintió algo sobre él, y como eso era algo pesado y con forma de red. Comenzó a bajar, empujado por el peso de los plomos abajo, soltó el pez. Pero ni el pez herido ni él se salvaron de la red, pues Sinbad apenas había notado algo de movimiento por la cuerda principal había comenzado a recogerla, ansioso.

Tenía a Judal.

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Notas finales:

Y aquí la nueva idea. También es una que me estaba molestando desde hace unos días, así que, ¿por qué no? ¡Espero que les guste mucho! Y si es así, hay quejas o sugerencias, me gustaría mucho lo dejaran en un review, suelo comentarlos en el siguiente capítulo.

Paso a avisar que hay un grupo en FB sobre esta comunidad (Comunidad SinJu / Gaby007), y por igual una página bajo el nombre de Comunidad SinJu. ¡Si te gustó esta historia, puedes incluso dar like a mi página como escritora, Gaby007!


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