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Bajo el árbol de cerezos por Shimysol

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto y compañía no me pertenecen y no lucro de alguna manera escribiendo esto. Está más que claro que nadie me pagaría.


Advertencias: Shonen ai (BL), cursilería, mala narración, OoC, actualización súper lenta (mis más sinceras disculpas), Alternative Universe.

Notas del capitulo:

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A ANKIN (en ff.net) PORQUE SIN SU AYUDA ESTA COSA NO SERÍA LEGIBLE.

Capítulo 1

Una flor de cerezo se despegó de su rama. Caprichosa, se elevó con una ligera brisa que solo la guiaba a ella, formando círculos y figuras en el aire como si se divirtiera. Sobrevoló la suficiente altura como para poder contemplar las casas vecinas desde donde se podía divisar a unos hombres vestidos en llamativas prendas saliendo de una Casa de Geishas, acompañados de aquellas mujeres ataviadas de costosos kimonos igual de extravagantes por la sensualidad que les hacía desprender a sus delicados cuerpos, mostrando la piel blanquecina de los hombros y clavícula. A su alrededor también se notaba el ajetreo de las personas que caminaban presurosas a sus lugares de trabajo, mujeres lavando ropa y niños jugando con espadas de madera.

El paisaje le parecía claramente entretenido, así que con gracia, la flor giró sobre sí misma y abrió los pétalos a los lados, elevándose un poco más; luego, muy a su pesar, descendió, al principio de manera lenta, grácil y delicada, y luego poseída por un repentino enojo y precipitándose a su destino con cierta rapidez. La flor se arrepintió poco antes de depositarse sobre la cabellera negra de una persona.

—Bien. Desde este momento yo me encargaré de todo, Sasuke. —La persona que habló tenía una expresión calmada—. Sé que la idea de venir no te parece grata, pero necesitas un descanso. Y nada de lo que digas hará que padre cambie de opinión. Además, yo estoy de acuerdo con él.

Sasuke, quien se encontraba de brazos cruzados, comenzó a prestar atención en la última frase. Frunció el ceño cuando se sintió en desacuerdo con su hermano. Al llamarse a sí mismo un guerrero, Sasuke jamás consideró siquiera dejar de lado sus responsabilidades, así que verse obligado a tomar un descanso de lo que creía que era su deber resultaba simplemente inconcebible. Su armadura de Samurai, aquella grandiosa katana que le acompañaba siempre lista para ser empuñada a un lado de su cintura y su puesto de Comandante de Guerra le esperaban ahí donde su padre se encontraba, dónde su hermano también regresaría dentro de poco, más no él. El yukata azul oscuro que vestía, el pai pai en su mano y el encargo de supervisar una de las casas de la familia Uchiha no encajaba con Sasuke, y en su testarudez aún se negaba en aceptar aquello como su nueva realidad.

Le miró con cierto enojo, pero su hermano sólo le devolvió una sonrisa cálida. Sasuke se negó a decir algo hiriente cuando recordó que Itachi no tenía la culpa de que ahora no estuviera más al mando de los guerreros a quienes acompañaba en el frente de batalla; tampoco quería demostrar parte de su frustración.

—Sólo vete. Necesito descansar —dijo al fin.

Tras dejar escapar un suspiro de alivio, su hermano le dedicó una mirada comprensiva porque obviamente tenía conocimiento de lo que su cargo militar significaba para él. Recordar nuevamente la razón por la que se veía, en cierto modo, exiliado parcialmente de la milicia, sólo hacía rabiar a Sasuke.

Nunca en su vida se arrepentiría de ello, pero tal vez, ahora que sufría las consecuencias de sus actos —fundamentados, según él—, no había sido muy prudente. Desde un principio aquellos hombres débiles de fuerza y portadores de una boca sucia, jamás debieron siquiera atreverse a levantar el apellido Uchiha y usarlo en sus palabreríos inventados que molestaron a Sasuke e insultaron a sus orígenes. Y claro que ese fue su error. Como el Uchiha que era, no se desmidió al mostrarles lo que podía hacer alguien de su sangre en venganza contra tontos ilusos como esos… Se necesitaron cuatro hombres fuertes  y la presencia de su hermano para detenerle cuando montó en cólera.

Sasuke sabía que Itachi entendía su pesar, porque reaccionar de la manera en que lo hizo solo le trajo problemas, y según su parecer, aquél castigo resultaba mínimo a como creyó que sería; tal vez debería sentirse agradecido de que no le quitaran su cargo militar, pero Sasuke no podía evitar sentir que era arrebatado de sus manos aquello que le había costado conseguir durante toda su vida hasta hacía unos escasos seis meses, cuando cumplió veintidós años y su padre decidió cederle a él su puesto de Comandante en vez de a su primogénito. Por eso también se encontraba molesto consigo mismo.

Itachi sonrió y él cerró los ojos durante un momento, queriendo evitar hacer cualquier reclamo, pues no era un infante pequeño que hacía un berrinche cuando no obtenía lo que quería.

— Bien, me iré. —Si Sasuke previó el movimiento de su hermano cuando le dio un ligero golpecito en la frente con los dedos, como hacia cuando eran niños y no tenían como responsabilidad el cuidado de la vida de muchas personas, no lo evitó; simplemente arrugó el ceño nuevamente y le dirigió una mirada molesta. —Nos veremos dentro de seis meses. —Itachi se dio la vuelta y fue hacia la entrada de la propiedad.

Sasuke se masajeó la sien cuando perdió a su hermano de vista. Y muy a su pesar comenzó a planear lo que haría en ese lugar a partir de ahora. Era obvio que no dejaría de pulir sus habilidades con la katana y el combate cuerpo a cuerpo, aunque no tuviera con quien practicar ya se las arreglaría solo. Deseó mostrarles a esos nobles de boca sucia que él no era alguien que perdonaba fácilmente porque, a su parecer, aún no habían recibido un castigo apropiado. La próxima vez Sasuke se encargaría de ser más cuidadoso y discreto.

Con una sonrisa que no presagiaba buenas intenciones, se dio la vuelta para contemplar la casa en la que viviría durante un tiempo. Se veía muy cuidada, seguramente gracias a los sirvientes que estaban instalados ahí y que se encargaban de su mantenimiento. Sasuke comenzó a caminar con la intención de presentarse ante ellos y descansar. Ignoró por completo que en otro lugar su padre se encontraba buscando una solución a los problemas que causó con sus acciones.

Cuando menos se dio cuenta, Sasuke creyó sentir algo sobre su cabeza. Al levantar las manos para pasarlas por su cabello pudo coger algo entre sus dedos y cuando lo tuvo acomodado en la palma de su mano bajo su intensa mirada oscura, descubrió que sólo se trataba de una flor de cerezo. Al analizarla, Sasuke fue testigo de algo fuera de lo común: los pétalos de la flor se abrieron más a los lados mientras adquirían un ligero color más oscuro, como si hubiera sido pillada cometiendo una travesura, sonrojándose… Tal vez sí necesitaba de un descanso prolongado después de todo.

Negándose a creer lo que sus propios ojos habían visto, soltó la flor, sin delicadeza y lanzándola a su espalda. Volvió a retomar sus pasos y se decidió a dar una vuelta por el extenso territorio de la casa, ya que se le hacía raro ver una flor de cerezo por el lugar donde se encontraba si no vislumbraba sus árboles. La temporada primaveral había comenzado.

Cavilando en sus pensamientos, Sasuke no fue testigo de cómo la flor se marchitaba rápidamente conforme más se acercaba al suelo hasta finalmente tocarlo ya convertida en polvillo que, como si de algo mágico se tratara, hizo aparecer sobre un pequeño reducido círculo un poco de vegetación adornada de flores coloridas y de desconocida procedencia.

Magia, lo llamarían algunos, admirados por tal espectáculo; otros, por el contrario, creerían que sería un mal presagio. Pero claramente nadie fue testigo de ello.

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—¡Aaargggg! ¡Casi me atrapa! —Exclamó, llevándose las manos a su cabello rubio y estirándoselo ligeramente con frustración—. Te dije que no funcionaría, Sakura-chan —se quejó.

—No me importa, Naruto. Cuéntame los detalles—exigió Sakura—. Y no me mientas —advirtió.

Las ramas sobre las que Naruto se encontraba sentado se movieron, dándole a conocer lo que pasaría si acaso se atrevía a ocultarle algo. Faltó poco para que perdiera el equilibrio, así que se abrazó a lo que pudo.

—¡Está bien, está bien! —casi chilló, no queriendo descubrir lo dolorosa que sería una caída desde esa altura. Para su alivio, las ramas dejaron de sacudirse y Naruto se acomodó en ellas como al principio, cruzándose de brazos y poniendo una expresión pensativa. Carraspeó—. He de decirte, Sakura-chan, que el humano parece haber desayunado zumo de limón por la agria expresión que tenía ¿Quién puede verse así de antipático a estas horas de la mañana? —Renegó, pero decidió guardarse sus comentarios cuando sintió una nueva sacudida del árbol—. Es joven y… y… —Incómodo, dudó de decir lo que a su amiga le interesaba en realidad, pero para evitarse una dolorosa caída, terminó por ser sincero— ¡Sí, es guapo!

Las ramas cargadas de flores se removieron demostrando la excitación que Sakura sentía. Los pétalos rosas cayeron como lluvia exquisita a los ojos, cubriendo parte del suelo.

—¿Y su nombre? ¿Lograste escucharlo? —preguntó Sakura, con un notable rastro de emoción en su voz que sólo Naruto podía escuchar. Mientras tanto, él se encontraba abrazado a la corteza del árbol por las sacudidas que tuvieron lugar segundos antes—. Lo siento —se disculpó, un tanto avergonzada, ¡Vaya exteriorización de emociones! Naruto tenía dudas de si iba a sobrevivir al mes si aquello continuaba así.

—Se llama Sasuke y se quedará en este lugar por seis meses —informó— ¿Puedes creerlo, Sakura-chan? ¡Sus ojos son completamente negros! Vaya humanos raros que hay en este mundo, es todo un fenómeno —reconoció con gracia.

Sin embargo, debido a la repentina sacudida de la rama sobre la que se encontraba sentado, Naruto no pudo prever su caída ni agarrarse a nada. Más para su suerte, logró ser lo suficientemente rápido dándole a las flores la orden de concentrarse debajo de él y evitando chocar contra el suelo. Se encontró aliviado de no experimentar ningún golpe gracias a la superficie suave del colchón de pétalos sobre el que cayó.

—¡Sakura-chan! —reprochó cuando se hubo recuperado del susto, un poco enojado ante el abuso de su amiga.

—¿Y bien?

Naruto ahogó el sinfín de quejas que amenazaban con salir de su boca, porque sabía que Sakura sólo le dejaría marcharse cuando le contase sobre la llegada del humano con todo lujo de detalles. Se resignó después de hacer un puchero y, acostado relajadamente sobre el colchón de flores como se encontraba, permitió que el flujo de sus palabras se oyeran con entusiasmo, olvidando su enojo y fascinado por la idea de que alguien más ocupase la casa. Tal vez podría divertirse a costa del humano por los meses que se quedara.

Al final sin que se diera cuenta, hubo algo que le ocultó a Sakura. Le dijo que los ojos oscuros del muchacho se le hacían extraños, y no se retractaba de ello, pero lo que olvidó decir fue que se veían increíblemente bonitos y que había sentido unas ligeras cosquillas cuando se vio analizado por ellos —en la forma de flor en que se encontraba, claro estaba—, y que Naruto había experimentado algo parecido al bochorno en esos instantes… porque inexplicablemente sintió que sus mejillas se calentaron.

Los humanos eran interesantes, sin lugar a dudas ¡Hacía mucho tiempo que la casa no tenía visitas!

Notas finales:

Capítulo editado el 28 de julio del 2017, porque tuve cancer visual al ingresar a Amor Yaoi despúes de tanto tiempo.


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