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Lágrimas de pureza por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi, aquí vuelvo con otra pequeña historia, disfrútenla 

Notas del capitulo:

Holi, bueno aqui aparezco de nuevo con una pequeña locura, es un pedido y lo acabo de terminar, generalmente lo dedico a la persona a quien le ofrecí un shot pero en esta ocasión no recuerdo si era Yumi o Made jejeje lo lamento 

Intentaré ser más cuidadosa con mis apuntes y de anotar a la persona que hizo el pedido, pero por ahora dejo tanta palabrería, permito disfrutar esta pequeña y simple historia 

 

 

 

Una oficina, era algo común y corriente, personas paseando por aquí y allá, papeles, firmas, teléfonos, trajes elegantes, finos uniformes, un lugar de trabajo duro por el bien de una gran compañía; para cierto castaño era un ajetreo que le gustaba mucho, organizar reuniones, gestionar documentos, el papeleo, contabilidad, realizar cada pedido que su superior le ordenara, llevaba trabajando por dos años, los más divertidos de su vida, estresante a veces, pero con un jefe como el que tenía, no se podía quejar

 

-Giotto-san, le he traído un aperitivo – a pesar de todo lo que tenía que hacer, se daba tiempo de cuidar a su superior, un hombre de tez clara, una mirada dulce color miel, aparentaba ser más joven de lo que en realidad era, sus cabellos rubios escondían los pocos cabellos blanquecinos que empezaban a aparecer, con sus cuarenta y cinco años era un hombre hecho y derecho

-muchas gracias, Tsuna-kun – le brindó una sonrisa al joven de cabellos castaños que servía como su secretario, su fiel compañero, competente, ágil y sobretodo amable, esa mirada chocolate siempre desprendía cariño, era agradable tenerlo cerca – pero ya te he dicho que no tienes que molestarte con estas cosas

-es un placer para mí – sonrió dejando la bandeja, un café con aroma intenso, unos panecillos pequeños, era simple pero parecía perfecto para la hora que transcurría – me retiro, si no necesita nada por el momento – con una reverencia se giró para irse

-Tsuna-kun… - vio detenerse al más joven pero no pudo continuar con lo que deseaba decir, suspiró, sonrió – no es nada, puedes irte – podía sentir el delicado ambiente cuando estaban juntos, estaba consciente de la situación pero no lo podía creer todavía, ese jovencito que contrató… solo de recordarlo sonreía sin evitarlo, pues a su edad, esas cosas ya no deberían suceder

 

 

Flashback

 

Estaban trabajando en un análisis contable, Tsuna era eficiente en ese tema, dedicado, capaz, el reloj de pared mostraba casi las diez de la noche, solo estaban ellos en la oficina y al fin, tras tres días enteros de trabajo con horarios extendidos, lograron terminar aquella tediosa tarea, consumían el último sorbo de café, tenían los hombros tensos, se rieron de una pequeña broma y Tsuna estaba dispuesto a abandonar la oficina

 

-buen trabajo, regresa a tu casa con cuidado, nos veremos mañana – Giotto era el jefe, con su sonrisa natural despedía a su empleado, era algo normal

-señor… – dudó unos segundos, sus palabras se atoraron

-solo dime Giotto, inclusive puedes añadir el san al final – sonrió divertido al ver un leve rubor en esas mejillas

-Giotto-san… puedo… es decir, debo decirle algo – sostuvo sus cosas con fuerza, respirando profundo se quedó observando aquellos ojos color miel

-puedes hablar con tranquilidad – le dio confianza al verlo un tanto nervioso

-le seré completamente sincero, Giotto-san – se puso serio, mantuvo su voz serena, a pesar de lo nervioso que se sentía – yo no solo siento aprecio por usted – desvió su mirada, si ya empezó debía terminar todo – usted me gusta mucho, puede decirme que soy demasiado joven pero es lo que siento y me he dado cuenta que este sentimiento sigue creciendo

-Tsuna-kun – no supo cómo responder, pero al notar esa seriedad, sólo permaneció en silencio hasta que su empleado terminara su confesión – la verdad no me esperaba esto – perdió su fachada de serenidad, simplemente estaba impactado

-lamento haberlo sorprendido tan de repente, pero en verdad necesitaba decirlo

-Tsuna-kun me halagas de verdad, pero sabes que yo…

-no tiene que decir nada Giotto-san, yo solo me confesé porque creí que necesitaba ser sincero con usted – observó la duda en su jefe y sonrió – sé muy bien que no tengo ninguna oportunidad con usted

-entonces porque tú, me dijiste todo eso

-yo no necesito una respuesta positiva, estoy consciente de que usted tiene una esposa y dos hijos que podrían tener mi edad, no lo sé con exactitud – se rascó la mejilla con cierto nerviosismo – lo que siento por usted es sincero pero también unilateral

-yo te aprecio Tsuna – hace años que no rechazaba a alguien, había olvidado lo difícil que era

-y yo lo quiero más de lo que usted se imagina, pero estoy satisfecho tal y como la situación está, no tiene que preocuparse por eso, yo soy feliz ayudándolo con todo lo que puedo, soy más feliz aún, cuando lo veo sonreír con su esposa o alguno de sus hijos, puede sonar muy tonto pero es en serio

-no creo que sea tonto, solo que me parece que sufres y no quiero eso

-mi amor por usted es sincero, hasta podría ser algo ingenuo – sonrió divertido por sus propias palabras – pero no es como el amor hacia un padre si eso estaba pensando, es algo diferente

-Tsuna-kun lo lamento pero no puedo corresponder a lo que sientes

-su respuesta me hace amarlo más – no podía evitar reírse bajito ante la mirada calmada de su jefe – un hombre de familia, fiel a su matrimonio, eso es admirable, cualquiera estaría feliz con eso… Como ya dije, solo es algo que debía decir, lo amo y estoy seguro de ello – verificó con la mirada que todas sus cosas estuvieran en sus manos para poder proseguir – pero no exijo nada, seguiré desempeñando mis tareas como siempre, estaré feliz de trabajar a su lado y si usted gusta… puede olvidar mis palabras, tenga una buena noche – con una reverencia y una sonrisa procedió a retirarse, deteniéndose de improvisto en el marco de la puerta – por cierto, señor, mañana es el cumpleaños de su esposa, ya solicité un arreglo floral para las primeras horas de la mañana, solo tiene que llamar al número que le dejé en su escritorio para dejar la dedicatoria, puede hacerlo aún… eso es todo – de nuevo dio una reverencia y salió cerrando la puerta despacio

-Tsuna-kun… cómo un jovencito como tú – susurró para sí mismo, mientras suspiraba viendo las notas de su secretario – en verdad eres eficiente

 

 

End Flashback

 

 

 

Eso fue hace un par de meses, la sonrisa de Tsuna seguía siendo la misma, esa mirada gentil continuaba recibiéndolo en la mañana, Giotto estaba consciente de los sentimientos del más joven pero no podía dejar de preguntarse “¿cómo es posible que se haya enamorado de mí? ¿Qué vio en este cuerpo viejo? ¿Hice algo como para darle esperanzas? ¿Estás sufriendo en silencio, Tsuna?” hubo un par de veces que le preguntó si en verdad no estaba sufriendo, recibía la misma respuesta siempre seguida por una sonrisa llena de cariño “Giotto-san, para mí es suficiente estar cerca de usted” el castaño nunca interfirió con su vida familiar, jamás insinuó que deseaba ser correspondido, incluso  ayudaba a su jefe  en la relación con su familia, arreglaba cenas en casa, estaba pendiente de aniversarios, cumpleaños, fechas significativas… una ayuda irremplazable y Giotto seguía haciendo de cuenta como si no hubiese escuchado nada, a veces pensaba que estaba siendo cruel

 

 

Para Tsuna era simple, no quería nada más que ver la sonrisa de su jefe, lo adoraba, deseaba que fuese feliz, manteniéndose al margen, cumpliendo con sus tareas, cuidándolo desde lejos, incluso soportando las constantes miradas llenas de desprecio que la esposa de su jefe le brindaba, Violet era su nombre, de cabellera azulada, ojos azul cielo, hermosa mujer, todos en la oficina lo decían pero solo el castaño era el objetivo de desprecio, hace tiempo, mucho antes de que se confesara a su jefe, aquella mujer elegante se dio cuenta. A veces Tsuna odiaba olvidar esconder las miradas dulces que tenía hacia su superior, no quería dañar ese ámbito familiar, sin embargo de alguna manera  lo hizo “maldito mocoso idiota” esas fueron las palabras de aquella mujer antes de abofetearlo en frente de su jefe, Tsuna solo entraba a dejar un aperitivo para la pareja, con una sonrisa simple, cumpliendo con su trabajo pero solo recibió una agresión, fue doloroso pero no reclamó nada, sintió la mirada azulada  llena de desprecio “quieres quitarme a mi esposo seduciéndolo, no eres más que una puta” no supo qué hacer cuando la segunda bofetada le llegó, la bandeja ahora reposaba en el suelo, la comida manchando el piso, quería que el mundo se lo tragara pero no fue posible, quería llorar pero se mantuvo en calma, levantó su frente, mostró su rostro, sentía que merecía ese escozor en las mejillas

 

-¡basta, Violet!  ¿Qué haces? – Tsuna levantó su mirada para observar como su jefe se levantaba para defenderlo, se sintió culpable al ver aquella pelea

-¿acaso no entiendes que solo quiere tu dinero? – la rabia en esa voz femenina era notoria, para el castaño fue una puñalada, fue criado con principios, con valores, esas palabras lo herían

-¡basta! estás agrediendo a alguien que no se lo merece

-entonces ya se abrió de piernas… ¡responde! – la ojiazul estaba histérica, ahora se enfrentaba a su marido, ellos peleaban, el rubio permanecía en calma seguramente tratando de resolver ese malentendido

-¡deja de decir esas cosas vulgares!

-¡ya sabía que esa zorra se metió en tu cama! – las lágrimas inundaron el rostro de esa mujer mientras golpeaba el pecho del rubio. Tsuna veía todo en silencio, todavía estaba impactado – te ha seducido y caíste redondito

-no digas esas cosas – Giotto no podía creer lo que escuchaba y peor aún, podía ver el dolor en aquella mirada chocolate, debía parar esto – sacas conclusiones, tonterías de donde no hay nada más que una relación profesional

-¡me mientes, Giotto! – sollozó desesperada, evitando que su marido la tocara, apuntando al más joven, soltando su rabia

-¡lo lamento! – Tsuna al fin levantó su voz – si le dí razones para que pensara así, debo disculparme – dio una leve reverencia dirigida hacia la mujer – nunca he tenido nada con Giotto-san, es mi jefe y lo respeto como tal

-¡mocoso mentiroso!... tú solo quieres destruir a mi familia, seducir a mi esposo, ¡maldigo tu existencia!

-no es nada de eso señora, yo solo cumplo con mi trabajo en esta oficina, nunca pensaría en destruir a nadie – contuvo sus lágrimas, no porque se sintiera humillado sino porque estaba creando un conflicto entre su jefe y esposa… no quería eso

-te abofetearé hasta cansarme – amenazó acercándose al menor y golpeándolo una vez más, el rubio no logró detenerla a tiempo, pero cuando lo hizo abrazó a su esposa por la espalda para calmarla

-Violet, te has guiado por chismes, las acusaciones para Tsuna son falsas – apretó su agarre evitando otra agresión errónea

-me mientes – sollozó mientras se removía, miraba a Tsuna con rabia, como si no valiese nada

-no lo hago, Tsuna solo es un empleado, tú eres mi esposa y te amo como tal, jamás te traicionaría – las lágrimas de la mujer surgían con fuerza, el rubio la abrazaba mientras reiteraba su amor por ella y sus hijos, el castaño sólo observó todo mientras frotaba su mejilla adolorida

-señora – captó la atención de aquella pareja – yo no quiero arruinar a su familia, nunca tuve esas intenciones, yo…

-¡pero te gusta mi esposo!

-no lo niego – confesó mientras apretaba sus dientes aguantando el dolor – pero el señor está completamente enamorado de su familia, admiro esa parte de él – se inclinó levemente, para después ver a la mujer a los ojos y mostrarle que estaba diciendo la verdad –  le juro que jamás intentaría nada, soy inocente de todo lo que me acusa, perdóneme si hice algo que ocasionara sus sospechas – sus palabras brotaban, no podía controlarse, solo quería terminar con esa dolorosa situación

-¿no me mientes?

-le juro que jamás he intentado nada, solo quiero hacer bien mi trabajo para alivianar un poco el peso del señor… lo ayudo para que pueda convivir más con su familia

-Tsuna es eficiente, es buena persona, puedes verlo en su mirada – susurró Giotto soltando a su esposa que se veía más calmada aunque seguía llorando – además yo jamás te traicionaría

-… - Violet, sollozó bajito mientras a paso firme se acercaba al más joven, Tsuna tembló al tenerla de frente, era instintivo – júrame que jamás te relacionarás con mi marido – le dirigió una mirada amenazante

-¡basta, Violet! ¡Deja a Tsuna en paz!

-júrame que no acabarás con mi familia – dijo al ver que Tsuna no respondía, ella insistía, estaba furiosa y esa mirada hacía que Tsuna temblase un poco

-lo juro – habló con seguridad mientras aquella mirada amenazadora cambió de inmediato, un semblante satisfecho se mostró, el castaño sintió escalofríos al verla, tenía miedo de esa mujer “manipuladora” pensó, pero se quedó callado

-confiaré en ti – sonrió de medio lado mientras volvía a su faceta desesperada y triste, hasta empezó a llorar de nuevo, Tsuna no entendió ese comportamiento, solo escuchó la orden de “cancela todo para este día, me iré con mi esposa” todo pasó muy rápido, todo fue confuso y doloroso, cuando escuchó la puerta cerrarse se arrodilló en el suelo, respiró profundo mientras temblaba, se sentía solo, desesperado, humillado, adolorido pero sobretodo… condenado, no supo por qué pero sentía que sería manipulado con facilidad desde ese momento

 

 

Tsuna lloró esa noche, la palabra puta fue más difícil de afrontar de lo que imaginó, pero trató de olvidarlo como con cualquier cosa mala que ocurriera en su mundo, siguió con su diario vivir, excepto por las visitas de Violet-san que le conllevaban a más y más promesas, obligaciones adquiridas, culpas sin sentido, tarde entendió que esa mujer era malvada “cuida de mi esposo, no dejes que nadie se le acerque, sabes que mis hijos lo adoran, llevamos años de casados, trata de no sonreírle tanto, trata de ser gentil pero no sobrepases el límite, ¿crees que sería un buen padre para ti? ” con cada frase Tsuna sentía como una brisa fría le llegaba, no confiaba en aquella mujer pero tampoco debía decirlo así porque sí, sentía algo raro por parte de ella y eso lo descubrió unas semanas después… el motivo, aunque sonara duro, la puta era Violet

 

 

Fue casualidad, el castaño caminaba por la zona comercial en su día libre, hasta que sintió esa misma brisa que le otorgaba Violet-san, giró tratando de ubicar el origen, la vio a lo lejos, tomaba el brazo de un hombre más joven, sonreía con picardía,  el castaño intentó no malinterpretar nada pero al verlos un momento… ¡ellos se besaron! sin importar en donde estaban, como si no les afectara la gente a su alrededor, eran simples amantes en una zona repleta de personas, pero para el castaño era traición,  no podía creer que algo así pasara, Giotto-san no se lo merecía, era una persona maravillosa, fuerte, decidido, a su vez, dulce y amable, no se merecía tal dolor… “¿te ocurre algo Tsuna-kun?” estaba distraído pero no podía sacarse aquella imagen de su cabeza, ocultó todo, no quería ver sufrir a la persona que amaba, quería preservar esa sonrisa “señor debe recordar que cenará con su esposa esta noche, las reservaciones están a su nombre y… puede llevarle un ramo de flores” se guardó sus dudas, tal vez solo era un desliz de una sola noche, nada más, no tenía derecho a  intervenir… pero algo más si podía hacer. De nuevo el mundo lo puso enfrente de una escena parecida, donde Violet sonreía en el auto estacionado lejos de la gente, con el mismo hombre a su lado, se besaban con pasión, Tsuna sintió asco, mucha rabia puesto que fue acusado injustamente por aquella mujer, se mordió el labio, era fin de semana, tiempo para compartir en familia pero ella… ella no se merecía a Giotto a su lado, no se merecía esas miradas dulces, no se merecía nada… detuvo sus pensamientos ya que, él tampoco era merecedor de aquellos gestos

 

 

La enfrentó el siguiente fin de semana, Tsuna la siguió hasta el hotel en la que ella ingresaba con ese hombre, la mujer trató de amenazarlo, de golpearlo de nuevo, pero la detuvo de inmediato  “por favor… no le haga esto a Giotto-san, él la ama demasiado… no lo haga sufrir y retome la estabilidad de su matrimonio” se sentía estúpido por rogar, pero ¿qué más podía hacer? No lo sabía, solo tenía en mente la sonrisa de su jefe cuando hablaba de su familia, quería que esa imagen no cambiara, haría lo que fuera por proteger a… su persona especial, esa vez recibió unas lágrimas falsas, promesas que seguramente no serían cumplidas, el castaño se resignó a tener esperanzas de que las mentiras se volviesen realidades, le rogó a Violet cada vez que se la encontraba, pero siempre terminaba recibiendo un “amo a mi esposo, no lo traicionaré nunca más” ya ni siquiera sabía cuántas veces escuchó lo mismo.

Esa noche se desahogó con sus amigos, recibió las críticas por herirse a sí mismo con esa situación pero no quiso seguir esas recomendaciones “cuéntale todo, aprovecha y gana el corazón de tu jefe, tú lo amas verdaderamente, vuélvete su pañuelo de lágrimas, esa mujer merece ser destapada y abofeteada, hazla sufrir, si tu jefe es tan bueno como dices no le ocultes esta atrocidad” pero… ¿y si esa sonrisa desaparecía? Nunca se perdonaría no ser capaz de preservar la felicidad de su jefe, prefería mil veces sufrir en silencio, rogar a alguien tan vil y sucia como esa mujer, tratar de coser una herida abierta e interna que amenazaba con ser visible “¿de verdad lo amas tanto como para soportar todo eso?... Tsuna mereces ser feliz, reacciona, ocultar todo no es la solución” Haru tenía razón… pero el castaño tenía miedo y el miedo te hace cometer estupideces

 

 

Sus esfuerzos fueron en vano, tal vez fue demasiado evidente, tal vez dijo algo sin darse cuenta, tal vez no se guardó el dolor para sí mismo y tuvo un desliz, dejó salir algo pero… tal vez era lo mejor

-por favor señora, ya deje esto – de nuevo estaba enfrente de esa mujer, en la puerta del dormitorio que en esa ocasión  el par de alimañas usaría para complacer sus placeres carnales, rendirse ante la lujuria y el gusto de una traición – usted está casada, Giotto-san no se lo merece… por favor

-¿Por qué tendría que hacerle caso a un niño como tú? – las palabras crueles dirigidas al más joven, el amante riéndose ante todo, pero Tsuna seguía de pie soportándolo

-no quiero ver sufrir a Giotto-san

-debiste seducirlo y llevártelo, así tal vez me hubieses ahorrado la fastidiosa tarea de encontrarle un defecto a mi querido esposito – habló con burla, logrando que Tsuna se mordiera el labio por el asco que sentía de aquella mujer – vamos, ábrete las piernas, véndete, tómalo, así podré acusarlo de adulterio y separarme de él

-¿acaso no se siente ni un poco culpable? está destruyendo su matrimonio, su familia... usted es despreciable – no podía entenderla, no podía ni siquiera imaginarse de un pequeño motivo de aquella traición, Violet solo se dejaba llevar por la ambición ¿cómo podía ser tan rastrera?

-tú eres un doncel idiota, un imbécil que no sabe aprovechar su belleza, que es incapaz de seducir a un hombre mayor y con dinero. No me culpes por tu maldita estupidez – el castaño quiso gritarle muchas cosas pero

-¿así que esto me ocultabas, Tsuna? – su peor temor o su mayor alivio, no sabía pero solo cerró los ojos esperando que hubiese estado soñando todo lo que ocurrió en los últimos tres meses

-Gi-Giotto… ¿qué haces aquí? – Violet estaba pasmada, observando al hombre que por años fue su esposo, salió de la habitación de en frente, con porte elegante, mirada fría, calmado

-revisaba las cosas que mi empleado ocultaba, las cosas por las que sufría en silencio – su voz era la misma de siempre, pero la tonalidad era más fría, severa, el castaño no tuvo el valor de ver a su superior, se quedó en silencio

-yo solo… ¡ese chico me tendió una trampa! – esa mujer buscó la solución inmediata, manchar con su suciedad al ser más cercano y librarse de la culpa – maldito mocoso, este era tu plan, hacerme ver como una mujerzuela – palabras rabiosas que a Tsuna no le afectaron pues estaba más concentrado en el leve dolor que percibió en las palabras de su jefe, lo que trató de evitar al final… sucedió

-¡ya no sigas, Violet! – detuvo la bofetada dirigida al más joven del lugar, miró con rabia a la mujer que fue su esposa, el amante solo se fue sin decir nada, la mujer gritaba cosas absurdas para defenderse, el castaño se había sorprendido al ver que la mano de aquella mujer estaba a escasos centímetros de su rostro pero que Giotto sostenía con fuerza – este engaño se terminó

-maldita sea – susurró la mujer al ver que su plan fracasó – ¿entonces destrozarás nuestro hogar?

-la que lo destruyó, fuiste tú – la frialdad en su mirada estremeció a la mujer

-nuestros hijos me apoyarán a mí, soy su madre – sonrió con arrogancia, ya no tenía que ocultar nada, ella sola se condenó

-ellos ya son lo suficientemente maduros como afrontar una separación con bases en adulterio – la mujer soltó un leve gritito de frustración pero Giotto ignorándola prosiguió – tengo pruebas y testigos, tus cosas están en la puerta de la casa, no te llevarás nada mío, estás fuera de mi vida, ahora te defenderás sola

-¡no me puedes dejar en la calle después de tantos años soportándote! – mostró sus colmillos, soltó su despreciable ser

-es una pena que pienses así – la miró dolido mientras empujaba al castaño para que salieran de allí – porque yo si te amaba, Violet

-¡maldito!

-mis abogados te visitarán, no vuelvas a mostrarte en frente de mí

 

La ojiazul se quedó maldiciendo al aire, sollozando debido a la humillación y desesperación, su fachada se había caído, Giotto no dijo nada, solo agarró el brazo de Tsuna con un poco de fuerza, arrastrándolo con él hasta meterlo a su auto advirtiendo que no quería protestas, condujo sin destino fijo, un silencio incómodo, pesado, que el castaño no quiso romper pues ahora sus lágrimas brotaban, había fallado. Estaban a las afueras de la ciudad, el de mirada chocolate ya no lloraba pero mantenía su cabeza gacha, preparado para los reclamos, para las palabras exigiéndole explicaciones pero solo escuchó los sollozos de la persona que amaba, Giotto reposaba su frente en el volante dejando salir su dolor, el menor se sentía impotente, sin saber qué hacer, qué decir, con cautela posó su mano en la cabellera rubia, una caricia leve, en silencio lo acompañó, dejó que su jefe descargara sus emociones a través de esas lágrimas, nunca lo había visto tan frágil, todos su esfuerzos fueron en vano, al final no pudo evitar que esa sonrisa se borrara.

 

 

Giotto se había quedado dormido, apoyando su cabeza en el cristal, estaba cansado; cuando sus ojos se abrieron solo vio el vacío de su auto, la caricia en su cabello ya no estaba, sintió desesperación, buscó con su mirada a su acompañante en cada rincón, se detuvo solo cuando la puerta se abrió, el rubio podía ver la oscuridad, a su joven secretario ingresar sosteniendo dos expresos, observó esa sonrisa opacada por el rojizo de las mejillas y nariz del castaño, era increíble que el día nefasto se terminara y ellos ni siquiera dijeran una palabra

 

-¿estás bien? – Giotto fue quien soltó los primeros sonidos, observando de reojo a su acompañante

-eso debería preguntar yo – sostenía el café entre sus manos, hacía frío, cuando su jefe se había calmado se había quedado dormido apoyado en el incómodo volante, lo acomodó con gentileza, el dolor en el rostro del rubio era demasiado para el castaño, se sentía culpable aunque estaba consciente de que no hizo nada malo, solo se quedó allí observándolo en silencio hasta que incluso el sueño también ganó batalla en su cuerpo – ¿cómo se siente Giotto-san?

-traicionado – susurró suspirando y bebiendo el café, su mirada al frente, en la calle solitaria, apenas la luz de las pocas tiendas de la zona – pero supongo que ya me lo esperaba

-lo lamento

-no te disculpes

-yo quise… intenté hacer que su esposa reaccionara pero fallé, lo lamento mucho – jugaba con sus dedos mientras hablaba, ahora estaba calmado pero no sabía muy bien cómo actuar

-no debiste ocultar nada de eso

-usted no me hubiese creído, era feliz en su matrimonio y pudo parecer que estaba aprovechándome de la situación – en sus tantas meditaciones nocturnas había llegado a esa conclusión, esa mujer se aprovechaba de eso para mantener el secreto, después de todo se suponía que era un matrimonio estable, el que hubiese sido arruinado sería Tsuna

-puede ser – para ser sincero jamás hubiese creído que su mujer era una traidora incluso si el mismo Tsuna se lo hubiese dicho, si no lo hubiese vivido directamente seguiría sumergido en la negación

-yo solo quise evitarle este dolor innecesario

-era inevitable – cuantas veces sospechó de algo así pero decidió tapar sus ojos, pero en cuanto vio a su secretario empezar a actuar un poco diferente, a lucir un poco triste, a llegar el Lunes verlo demasiado tenso, ni siquiera supo por qué lo siguió esos días… tal vez por preocupación o simple curiosidad

-yo solo quiero que usted sea feliz

-con una traición de ese tipo, jamás lo sería – la vida era dura y para un hombre de su edad, un golpe de esa magnitud podría derrumbarlo pero por alguna razón se sentía un poco aliviado

-fui muy idiota – sonrió con melancolía, recordaba las palabras de sus amigos, ellos tenían razón al decir que pecaba de buena persona

-fuiste ingenuo y un poco torpe – no pudo evitar reírse bajito contagiando a su acompañante, al menos así el ambiente nefasto cambió

-yo solo quería verlo sonreír – era gracioso que siguiera repitiendo eso una y otra vez, se había vuelto algo así como una ley en su vida

-¿qué te gusta de mí?... no logro imaginarme que ves en este viejo – admiró el techo mientras esperaba una respuesta, tenía esa curiosidad desde hace tiempo y aunque no fuese el mejor momento, solo quería quitarse el dolor en su pecho, tal vez solo quería escuchar algo que lo reconfortara, que le subiera el ánimo

-sinceridad, amabilidad, responsabilidad – aunque lo tomaron por sorpresa no dudó en responder, muchas veces sus amigos le hicieron la misma pregunta, hasta se lo sabía de memoria aunque en ocasiones aumentaba algo más

-¿todo lo terminado en “bilidad”? – rieron juntos por la pequeña broma

-su sonrisa… aunque no sea dirigida a mí, su sonrisa es bella – suspiró mientras veía el cielo oscuro, seguía soltando la verdad – sus palabras suaves, la lealtad… la calma que me transmite y sobre todo el color de sus ojos

-¿solo eso? – estaba sorprendido, ni siquiera su esposa o alguna de sus antiguas parejas le había dicho tanto, su autoestima estaba recuperada de pronto

-cuando se enfada o desespera, usted  chasquea su lengua, muerde la punta de su bolígrafo… cuando está concentrado juega con un mechón de su cabello, eso me gusta también – no podía evitar sonreír y seguramente tenía un leve sonrojo, decirle todo eso a la persona que amaba era realmente vergonzoso

-jamás había escuchado esas cosas – sonrió con sutileza – te fijas en todo

-es porque usted me gusta – susurró avergonzado sintiendo sus mejillas arderle un poco más –creo que soy de esas personas que aprecia cada pequeño detalle

-deberías buscar a alguien más joven

-lo intenté – confesó sin darse cuenta que el mayor lo observó con detenimiento – pero no es fácil, mejor dicho es imposible – Giotto se sintió celoso por aquellas personas que intentaron entrar en el corazón de su secretario, una persona tan pura como para buscar la felicidad ajena en vez de la suya

-Tsuna, yo… - se sentía conmovido y hasta un poco… feliz

-no me aprovecharé de la situación – lo interrumpió, pudo tomar todo eso a su favor pero no era esa clase de persona, el castaño quería avanzar sin sentirse el segundo plato de nadie, a pesar de todo, tenía su orgullo latente – lo apoyaré en todo este proceso y cuando usted haya superado este dolor… intentaré que me mire

-tal vez no lo haga – no podía darle falsas esperanzas, no quería dañarlo – muchos años de matrimonio, una familia, los años de mi vida sobre mis hombros… Tsuna-kun, busca a otra persona

-no quiero hacerlo Giotto-san

 

El más joven era terco de verdad, pero a Giotto lo llenó de emoción, tal vez era como una pequeña medicina para esa herida reciente pero el sentirse apreciado por un jovencito, era agradable, subía su ego, subía su ánimo, aunque también sentía un poco de culpa porque sabía que era incorrecto darle falsas esperanzas, esa noche no dijo nada más, dejó al castaño en su casa,  él se marchó a la suya. Sus hijos le esperaban en la sala, no quiso discutir mucho con ellos, les resumió todo evitando descripciones desagradables, relató desde que descubrió algo sospechoso hasta ese día y como decidió dejar a Violet en la calle, no esperó queja alguna, no quería escuchar nada y se retiró a su cuarto, se lanzó a su cama, admiró el techo, se quedó allí por horas, después se dio un baño, al vestirse solo podía perderse en el vacío del armario, en el fondo ya esperaba eso pero aun así dolía… ahora estaba solo en aquella enorme habitación

 

Divorcio, tribunales, la prensa, la revistas de chismes, una pequeña depresión que Tsuna de aluna forma lograba aliviar, discusiones con sus hijos que terminaban cuando los que llevaban su sangre entendían todo, soledad en su habitación, abogados, bebida y finalmente la paz, sin darse cuenta ya llevaba meses enfrentando esos problemas, superarlo todo era demasiado doloroso, pero al final ya podía volver a la normalidad, empezó a ver a su alrededor, se podía decir que su libertad llegó. Se dio cuenta de todo eso cuando resonó cierta melodía “Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti~… muchas felicidades~… muchos años de vida~” escuchó partes de aquella tonada, mientras observaba la torta en su escritorio con unas cuantas velas, observaba a sus empleados aplaudiendo mientras sonreían, Tsuna junto a los demás, las serpentinas flotar en el aire, Giotto les agradeció ese pequeño detalle, había olvidado su cumpleaños pero se emocionó al verlos allí, ese era su nuevo comienzo “borra el dolor de mi pecho” fue el deseo que pidió antes de apagar esas pequeñas llamas, sonreía al repartir el pastel, veía a Tsuna a lo lejos, sospechaba que fue el castaño quien organizó todo, estaba en lo cierto y se lo agradeció, en verdad la dulzura de ese muchacho era… agradable

 

 

Desde ese día el rubio observó todo, fue como si abriera las cortinas en una nueva mañana, ahora podía respirar libremente, era un año más viejo pero a la vez, un año más sabio, en solitario se reía bajito por sus pensamientos, ahora si tenía ganas de continuar, aunque… ahora también se fijaba en pequeños detalles que antes pasó por alto, como el hecho de que su secretario se llevaba bien con todo el mundo, incluyendo al portero gruñón que trabajaba en la noche, lo vio por casualidad uno de esos días, Tsuna sonreía mientras platicaba y así lograba que ese hombre riera también, era interesante. Las secretarias se sonrojaban al ver la sonrisa de Tsuna en la mañana cuando las saludaba, los compañeros de trabajo lo invitaban a salir en grupo pero Tsuna se excusaba con motivos de terminar algún trabajo pendiente, un hombre que tal vez tenía la misma edad de su secretario solía esperar al castaño ciertos días para platicar mientras se retiraban a sus casas y más importante… ¿desde cuándo se fijaba en tantas cosas referentes a Tsuna? Giotto lo meditó un poco pero no lo supo, tal vez estaba tan sumido en sus problemas que pasó por alto algún detalle o tal vez convirtió al castaño como en una base para lograr dejar atrás recuerdos dolorosos, entonces… ¿por qué ahora espiaba con sutileza cuando Tsuna dejaba la oficina o lo seguía con la mirada tratando de averiguar algo de aquel jovencito de cabellera platinada que caminaba junto a Tsuna?

 

-¿Giotto-san, podría dejarme salir más temprano hoy? – Tsuna hacía la petición tras entregar todos los documentos respectivos a su día laboral

-… - “¿tienes una cita?” quiso decirle pero se detuvo justo a tiempo – por supuesto, puedes irte sin problemas

-muchas gracias, lo veré mañana entonces – esa sonrisa llena de emoción era linda ¡pero en qué estaba pensando! – no se le olvide que mañana tiene una reunión a primera hora y el viaje se realiza en dos días, debe alistar todo Giotto-san

-lo tengo anotado – sonrió el mayor antes de ver al castaño desaparecer, se había dado cuenta que sin esas sonrisas, la oficina se volvía solitaria

 

Giotto salió por allí tras terminar el informe que le faltaba para la reunión del día siguiente, caminó hasta su auto suspiró y sin saber por qué, condujo hasta la zona de restaurantes y bares... ¡claro que era mentira! Escuchó a alguna de las empleadas mencionar algo sobre una fiesta, sin siquiera pensarlo fue allí, pero al estar caminando por la zona se dio cuenta que era ya muy tarde, peor aún, que ni siquiera supo por qué quiso ir a averiguar si Tsuna estaba en esa dichosa fiesta “Giotto-san, es una coincidencia encontrarlo aquí” esa voz lo sacó de sus meditaciones encontrándose de frente con un pequeño grupo, en el cual, aquel peliplata estaba junto a Tsuna, platicaron unos momentos presentándose e intercambiando contactos, el mayor solo dio excusa de estar aburrido y pasear sin rumbo fijo, mientras el grupo ya un poco pasado de copas se refería a un festejo debido al cumpleaños del peliplata llamado Gokudera, fue un momento extraño pues ni bien platicaron un poco cada uno tomó destinos diferentes, el peliplata también se fue con prisa al recibir una llamada, fue extraño… “es raro que me reúna con mis amigos, pero se los prometí” jefe y empleado platicaron un rato mientras viajaban en auto, claro que Giotto no iba a dejar que Tsuna fuera solo a casa y en metro, unas simples palabras eran buenas para el alma “Tsuna-kun, viaja conmigo” el mayor de ellos solo soltó aquellas palabras sin pensarlo mucho, fue apresurado pero… sentía que quería compartir un poco con el castaño “eso es repentino Giotto-san… pero está bien, le ayudaré en lo que necesite”

 

 

Giotto se sintió como un adolescente de nuevo, meditándolo un poco solo eran celos, no le gustaba lo que Tsuna podía sentir por el tal Gokudera, invitó a su secretario a viajar porque quería verlo más, estaba siendo egoísta e irrazonable pero solo por esa vez quería arriesgarse, era hora de aceptarlo, Tsuna le atraía desde hace mucho, incluso antes de su divorcio, verlo lo relajaba, esa sonrisa o una pequeña mirada bastaba para que su humor mejorara de inmediato, muchas veces se le pasó por la mente la loca idea de tener una aventura con el castaño, claro que desechó esas locuras  por la lealtad a su matrimonio pero ahora… ya superó todo, era libre, pero tampoco iba a abusar de los sentimientos del más joven, necesitaba saber si era algo serio lo que le ocurría y el viaje era la mejor escusa “a mi edad y preocupado por estas cosas” susurró para sí mismo, en verdad estaba ansioso y hasta un poco nervioso

 

Aviones, maletas, empresarios, reuniones, acuerdos, sonrisas, cenas de negocios, Giotto se estaba aburriendo de eso y lo peor era que no podía pasar a solas con Tsuna, terminaban cansados, ya era el tercer día, apenas cruzaba más de tres palabras sin referencia a su trabajo, el rubio se frustró, estaba pensando en que el mismo destino no quería que averiguara si estaba en verdad enamorado de ese chiquillo, eso fue hasta que alguien tocó a su puerta, era tarde y no esperó encontrarse con un castaño que mostraba un leve rubor, ocultó su emoción y lo invitó a pasar, tal vez podía platicar un poco, quitarse esas dudas

 

 

-¿tienes alguna duda? – el mayor soltó esa pregunta pues no se le ocurrió nada más coherente que decir cuando tenía a su secretario sentado a su lado en el salón de aquella amplia habitación, le sirvió una vaso de wiski y lo observó mientras bebía un poco de aquella sustancia

-¿pu-puedo ser atrevido solo una vez? – el sonrojo en el menor aumentó de pronto mientras apretaba el vaso entre sus manos

-a que te re… - de pronto tenía el rostro de Tsuna cerca del suyo, podía ver lo rojo que estaba, era lindo

-por favor, solo uno – susurró con la voz temblorosa – Giotto-san yo quiero un be…

-… - acortó la distancia posando sus labios sobre los del más joven, fue un beso casto, pero con el cual pudo apreciar esa suavidad, el aroma dulce, único – eso no se pide – le susurró sin alejarse mucho

-Giotto-san, gracias – se alejó rápidamente sonrojado hasta sus orejas, había sido un gesto muy lindo – usted siempre es amable, lamento abusar – hizo una leve reverencia sin mirar al mayor, se levantó dispuesto a irse, había obtenido lo que quería, solo eso le bastaba y ahora… quería huir

-Tsuna, espera – apenas pudo tomarlo de la muñeca, ese jovencito no entendía nada, era ingenuo a pesar de la edad que tenía, casi nadie era así a los veinticinco años – ¿estás seguro de que solo te conformas con eso?

-es lo máximo que puedo pedir – observó al mayor con detenimiento y un poco de vergüenza – yo no quiero forzarlo a nada, Giotto-san… solo quería un pequeño beso

-¿aún te gusto?

-más que antes – confesó avergonzándose por esas palabras demasiado sinceras – perdón si lo incomodo pero… ya no soportaba la ansiedad

-¿quieres otro? – sonrió al ver la sorpresa en el más joven, se acercó a Tsuna hasta lograr rodear aquella cintura delgada con su brazo – porque yo… lo anhelo – con calma se acercó a aquellos labios, los rozó con los propios, depositó un leve roce, sintiendo como el más joven se tensaba, empezó a besarlo con calma, moviendo su labios, guiándolo, era suave, era ingenuo, era gentil… ¿cómo no lo probó antes?

-Giotto-san… yo lo amo – Tsuna se aferró al pecho del mayor con miedo de que estuviese soñando, pero la mordida en su labio inferior le demostraba que no era así, aquella lengua ingresando en su cavidad era la gloria, suspiró al sentir el roce en su boca, la humedad, el sabor de aquel licor, era acariciado con cuidado, empezó a jugar con aquella lengua, lento, explorando, después dejando que lo guiaran, que lo atacaran, tratando de no quedarse atrás, mezclando sus salivas, suspirando entre el beso, ni siquiera supo cuando se abrazó al cuello del mayor para evitar una separación, llevaba esperando algo así desde hace mucho tiempo, sentía sus mejillas arder y respiraba con dificultad cuando se separó, era su jefe, no estaba soñando, el hombre que lo había besado y que ahora se relamía los labios era Giotto

-eres lindo – ver aquella vergüenza era gracioso, Tsuna solo trató de cubrir su rostro con su manos, escuchaba esa respiración irregular, era bello y estaba a su merced

-no es verdad – susurró evitando mirarlo directamente, sentía ese perfume que despedía el mayor, no podía creer lo bien que se sentía el calor ajeno, no sabía si… podía seguir

-Tsuna, mírame – fue una orden pero aun así el castaño no obedeció – mírame… – con cuidado levantó el rostro de aquel muchacho, lo observó con claridad, una pequeña lágrima se deslizaba por aquella blanca piel, la limpió con su pulgar, una caricia leve – ¿por qué lloras?

-no lo sé – intentó alejarse pero con delicadeza el mayor lo abrazó, se dio el lujo de esconder su rostro en el pecho de aquella persona, suspirar profundo, sentir como si en verdad fueran algo más que solo jefe y empleado

-Tsuna… – no percibió el momento en que dejó de usar honoríficos, tampoco le importaba mucho – debiste haberte enamorado de alguien… más joven – no quiso decir aquello, porque era una verdad dolorosa, ellos tenían veinte años de diferencia, era mucho

-Giotto-san… yo no quería solo un beso – Tsuna se separó un poco, mantuvo su mirada baja, ocultándose bajo su flequillo – pero no quiero seguir las descripciones de su esposa – como olvidar todo aquello que esa mujer soltó con rabia en algunas ocasiones, no quería ser el tipo de persona que se aprovecha de las situaciones, se arriesgó a tocar la puerta de su jefe, de pedir algo, estaba dispuesto a ir más allá pero se arrepintió después de un casto beso, era cobarde

-exesposa – corrigió entendiendo el motivo de esas lágrimas, era gracioso que no se hubiese dado cuenta de toda esa maldad oculta detrás de la mirada azulada que años atrás adoró, pero eso era el pasado nada más – no pienses en esas ofensivas palabras

-pero es lo que estoy haciendo ¿verdad? – se limpió sus lágrimas mientras se alejaba de aquel hombre – lo siento

-no te disculpes – no dejo que se alejara mucho, lo detuvo sujetando la muñeca ajena – solo déjame tomar la responsabilidad de todo

-… - fue obligado a enfrenta la mirada caramelo, se quedó embelesado con la dulzura que era dirigida hacia él, se sentía afortunado – Giotto-san… quiero hacer el amor con usted – de inmediato se cubrió los labios con sus manos, el calor envolvió sus mejillas, fue imprudente, se dejó llevar por el momento, ahora se estaba arrepintiendo de su lengua floja y de la copa de tequila que ingirió antes de encaminarse hacia la habitación ajena, para darse valor – yo… lo dije sin pensar y… – tenía que buscar rápido una disculpa, una razón, ¡lo que fuera! El castaño solo quería que la tierra se lo tragase

-ahora seré yo quien se aproveche de la situación – la mirada chocolate conectó con la suya, le sonrió mientras acariciaba el rostro de aquel jovencito – Tsuna… - lo admitía, estaba feliz de haber escuchado eso, fue como una autorización para lo que se estaba prohibiendo hacer, lo deseaba, deseaba probar esos labios, esa piel, deseaba ver esas lágrimas brotar por causas diferentes – no me detendré – atacó esos labios que separados intentaban decir algo más, aprovechó la ocasión, usó su lengua para explorarlo, cada rincón de aquella cavidad, tomando el control de aquel ósculo, escuchó un leve gemido, mentiría si dijera que su ego quedó intacto, la verdad era que se sentía más que vivo… joven era la palabra, mordió con suavidad aquel carnoso labio, haciendo que Tsuna  se estremeciera… eso es lo que estaba buscando

-yo… estoy nervioso – jadeó al momento en que lo dejaron respirar, se perdió en aquella mirada, estaba feliz pero también estaba entrando en pánico, no pensó llegar tan lejos pero ahora podía sentir el agarre en su cintura, el cuerpo del mayor pegado al suyo, el brillo de esos labios por el reciente beso – es mi primera…

-seré cuidadoso – susurró mientras mordía  el lóbulo del castaño que se aferraba a él con fuerza, estaba maravillado sin duda, esa inocencia era natural, esa gentileza era extraña en esa época, Tsuna era puro y él lo iba a corromper. Dudó en poder ser cuidadoso en totalidad, hace años que no tocaba a un doncel pero ahora no quería detenerse, quería disfrutarlo, solo que…

-confío en usted – deslizó sus manos por la cabellera ajena, se estaba entregando por completo y sin darse cuenta terminó de derretir el corazón de Giotto, allí se acababa las barreras invisibles

 

Reanudó aquel beso, era una sensación agradable cuando sus lenguas jugaban entre sí, Giotto deslizó sus dedos por debajo de aquel suéter, acarició esa suave piel, escuchó un pequeño suspiro, era hermoso, condujo a Tsuna con calma, a pasos calmos lo llevó  a su habitación mientras lo mantenía abrazado, besando cada parte que estaba a su alcance, le quitó prenda por prenda en el camino, acarició cada parte que quedaba expuesta, admiró las expresiones avergonzadas del más joven que con torpeza trataba de ayudarlo a quitarse lo que estorbaba en ambos cuerpos, el sonrojo intenso de aquel castaño era una imagen que Giotto se guardaría para siempre, sentir los dedos de Tsuna deslizándose por su pecho desnudo, como si tratara de averiguar qué tan fina es una tela, enternecido por la caricia que el menor le ofrecía en su rostro, besó la punta de los dedos, los mordió levemente, denotaba su experiencia en ese ámbito la cual contrarrestaba con los nervios de la primera vez del más joven “relájate, Tsuna” susurró mientras lo recostaba sobre las blancas sábanas, lo admiró por unos segundos, esa piel sin marca, los rosados pezones que se movían al compás de la respiración irregular, el sonrojo evidente, la forma en que estrujaba las sábanas y desviaba la mirada, el rubio deslizó su nariz por aquella piel, dejando besos mientras ascendía desde el abdomen, apreciando como el otro se estremecía mientras soltaba pequeños suspiros, besó aquel botoncito que empezaba a endurarse, se dio el gusto de deslizar su lengua y dejar una marca, deslizó sus dedos por el abdomen, acariciando cada pedazo de piel desnuda, deslizando las últimas prendas que impedían apreciar el cuerpo de su amante, hasta podía sentirse orgulloso de otorgarle ese nombre a Tsuna “su amante” de nadie más, escuchar los gemidos del castaño eran la prueba de todo, también era un incentivo para proseguir con la tortura, mordió el botón con delicadeza, separándose para admirar el fruto de su trabajo, fascinante era la palabra que usaría pero solo soltó un “hermoso” seguido de un gemido ronco, pues su erección ahora punzaba, Tsuna se cubría la boca con una de sus manos tratando de no soltar esos sonidos delatores, tenía los párpados fuertemente cerrados, estrujaba la sábana y al darse cuenta que lo observaban, cerró sus piernas evitando mostrar la evidencia de su deseo.

 

Giotto era un hombre vivido, el rubio tenía experiencia, una juventud llena de recuerdos, varias parejas antes del matrimonio, una vida plena, una familia que ahora estaba un poco rota, un joven amante que corrompía en ese momento, Tsuna no tenía nada de eso, apenas tenía a sus padres, sus amigos, sueños, virtudes, era joven, estaba a merced del destino pero también tenía emociones, las mismas que lo llevaron a estar allí, recostado en aquella cama apreciando como el que por años fue su mayor amor, se quitaba todo hasta que la desnudez los hiciera semejantes, estaba avergonzado por aquella escena, pero más grande era la felicidad que surgía desde el fondo de su alma, abrió sus ojos encontrándose con aquella mirada miel, cristalina, llena de deseo, con caricias en sus piernas se dejó llevar, permitió que entre éstas se acomodara el cuerpo ajeno, gimió ante el roce en su intimidad, también se estremeció al reconocer que la erección ajena lo presionaba, tembló ante la caricia en su rostro que como objetivo tenía quitar su brazo protector y dejarlo expuesto, dejarlo sin defensas, dejarlo sin ese salvavidas que evitaba que su voz llena de lujuria se soltara, los dedos del mayor se deslizaron hasta que los entrelazó con los suyos, se perdió en aquellos iris claros “Giotto… yo te amo” declaró emocionado pues aquella ternura en la mirada era para él, lo que siempre quiso, ahora lo tenía, a pesar de que el otro no sintiera lo mismo, si solo fuera algo físico pero… “Tsuna, también te amo” sin creer escuchar aquellas palabras le brindó una sonrisa, un par de lágrimas se le escaparon, era feliz y solo eso importaba.

Giotto quitó aquellas gotitas con su lengua mientras brindaba pequeños besos al más joven, en verdad eso era un sueño, un sueño que quiso negar pero era tan fuerte que no se desvaneció, acarició con sus dedos los labios de Tsuna, a propósito rozó sus miembros haciéndolo gemir, acarició esa lengua con tres dígitos, jugó con ella, cuando sintió que el menor los succionaba, los humedecía sintió una punzada en su intimidad, descendió sus labios hasta el cuello del menor, mordiéndolo con algo de fuerza, dejando una marca de pertenencia pues eso empezaba y no dejaría de existir.

Lo preparó con paciencia, mientras disfrutaba de verlo gemir sin vergüenza, masturbó sus erecciones juntas pues tenerlo sentado en su regazo ayudaba bastante, Tsuna lo arañaba con desesperación pues los tres dígitos en aquella virginal entrada era nuevo para él, Giotto lo besaba, le susurraba cosas, estaba siendo delicado, tenía miedo de romperlo, se sorprendió al escuchar un “no aguanto más… Giotto-san… yo” el mayor fue empujado hasta que su espalda reposó en el colchón, Tsuna jadeaba mientras quitaba aquellos dedos de su interior y de su erección, tomando el control de la situación, era llevado por la necesidad de unirse con aquel hombre, el propio castaño se autopenetró respirando profundo mientras el dolor lo invadía, derramando un par de lágrimas, sintiendo como su cuerpo aceptaba al intruso, le dolía tener toda esa dureza hasta lo más profundo de su ser pero soltó un suspiro al final, se arqueó levemente, apoyó sus manos en el pecho ajeno, se sentía completo, se sentía inmensamente feliz. Giotto soltó un profundo gemido, la prisión en su intimidad, la calidez de ese jovencito que ahora respiraba con dificultad, podía verlo por completo, era atrevido, le gustaba descubrirlo, para aliviarlo un poco deslizó sus dedos por la erección del más joven que como respuesta se retorcía un poco, soltando un sonoro gemido, dejó que sus dedos le dieran placer al castaño mientras disfrutaba de la imagen, se levantó un poco para besarlo, con delicadeza, haciendo que se relajara, lo atendió con dulzura hasta que sintió cómo el más joven buscaba mayor contacto, moviéndose levemente, el rubio apretó las caderas del más joven ayudándolo en el movimiento, Tsuna gemía mientras a su ritmo y necesidad lograba hacer que ese miembro saliera o entrara a su interior, despacio, sin apuro, dejando que su mente quedase en blanco. Giotto se contenía, alargaría el momento, ver al castaño derramando unas leves lagrimas mientras estiraba su cuello suspirando al momento que el ingresaba hasta el fondo, apretó esas caderas, lo empaló de forma brusca escuchando el leve grito de aquellos labios separados, eso lo llevó a la locura, recostó al más joven, abriendo sus piernas empezó a penetrarlo con mayor rapidez, perdido en su deseo de escucharlo gritar “Tsuna… di mi nombre” pidió mientras se encargaba de adentrarse en él con fuerza, lo escuchó llamarlo entre gemidos, perdió su lógica, solo le importaba llegar profundo hasta ver como aquel castaño se retorcía de placer, de sentir ese apretón, torturando aquel lugar preciso, logrando que el placer fuera de ambos, ya no había dolor, no había problemas, al demonio la diferencia de edad, de condición social, de vida, solo eran ellos dos, fundiéndose en uno solo, besándose con desesperación, marcando la piel contraria, pronunciando el nombre del amante, compartiendo el deseo físico, respirando con dificultad, escuchando sus pieles chocar, mezclando sus aromas, calentando ese ambiente, llegando al orgasmo y sintiendo como alcanzaban el cielo, soltando se esencia, llenándose de ella, abrazarse mientras temblaban, recuperar el aliento o robárselo a través de un beso… mirarse en silencio, sonreír mientras juntaban sus frentes, recostarse uno junto el otro, entrelazar sus dedos, dormirse sin importar la desnudes o el contacto directo de sus pieles… nada más que ellos en ese momento, como si fuera la primera vez para ambos

 

Un despertar agradable si se podía sentir el calor ajeno rodeándolo, piel con piel, sin inconvenientes, con una sonrisa, cómplices de una noche, de un inicio, de un romance, de un nuevo camino, Giotto estaba feliz de ver aquella sonrisa al despertar, era como si de nuevo pudiera vivir sin restricciones, definitivamente fue un viaje provechoso, un sueño que no duraría demasiado.

 

 

 

Regresaban a esa rutina, a su trabajo, en la oficina nada cambió, debían mantenerse como si nada hubiese pasado pues la relación laboral era estricta, al salir era apenas un poco diferente, a pesar de que traspasaron esa delgada línea entre lo emocional y físico, ellos no debían tener más que una relación laboral, así fue, era su secreto, incluso pudo ser considerado su pecado. Fue un inicio duro pues el trabajo los separó, el cansancio de aquella época problemática al final de año, la incursión de los hijos de Giotto para que empezaran a acostumbrarse al ámbito empresarial que heredarían, el veneno de cierta mujer de mirada azulina implantada en uno de los hijos afectó al castaño, quien de nuevo en silencio aguantó ese rencor, podía defenderse solo, era capaz de enfrentar el odio en la mirada de ese hombre que sería su superior en un futuro cercano, el objetivo de Tsuna seguía siendo el mismo, cuidar la sonrisa de su ahora amante en las sombras, pocas eran las veces que lograba verse con Giotto en privacidad, consolidad su amor, hablar de ellos mismos, pero valían la pena, no estaba dispuesto a dejarlo así “aléjate de mi padre, acabaste con un matrimonio de años, te haré la vida imposible” Tsuna ignoró las amenazas del menor de los hijos de Giotto, por el contrario enfrentó al par de hermanos, el castaño  se empeñó en demostrarles lo que valía, su trabajo perfecto, su desempeño excepcional, su sonrisa amable y por sobre todas las cosas su ayuda incondicional, ellos no tenían francos por donde atacarlo, los haría rendirse, aunque tardara años

 

 

Cierto día el hijo menor que envenenado por su madre atacaba a Tsuna en las escaleras de emergencia, con palabras vulgares, insultos, acusaciones sin fundamentos, fue detenido, el propio padre se encargó de detener esa absurda situación, con voz firme, mirada furiosa, órdenes directas, calló a ese hijo insolente, defendió al castaño que para esa época ya había ganado el respeto del mayor descendiente de Giotto, Tsuna estaba consciente de que eso fue suficiente, tener el respeto de uno de aquellos hijos que vivían bajo los engaños de una madre avariciosa bastaba, con la frente en alto, pues a ningún momento hizo algo malo, encaró al faltante “si soy amante de su padre o no, es mi problema, nunca falté a mis principios… hay un detalle que su madre no mencionó pero que me veo en la obligación de comunicarle… yo intenté salvar ese matrimonio y fue Violet-san quien se negó a recibir ayuda” el muchacho gritó, peleó, hizo un escándalo pero las palabras de Tsuna lo callaron “disculpe si soy irrespetuoso pero al parecer está igual de podrido que su madre, no tengo por qué aguantar sus actos infantiles, presentaré mi renuncia y se liberará de mi presencia en esta oficina… pero fuera de aquí soy libre de hacer lo que me plazca” cumplió su palabra y al siguiente día tras recoger sus cosas, despedirse de todos, servirle el bocadillo de media mañana a su jefe rubio, sonriendo al mayor de los hijos e ignorando al menor, se fue, con la frente en alto con una enorme sonrisa pues era libre. Giotto no dijo nada, aceptó esa perdida, buscó un reemplazo, siguió con su vida, aunque extrañara esa sonrisa y esa mirada chocolate llena de dulzura en su oficina, era mejor así

 

Libertad traducida en felicidad, sin nadie que les prohíba nada, pasada la tormenta, forjándose sus nuevos caminos, podían disfrutar de su relación a la vista de todos, ignorando los rechazos por parte de muchos, viviendo una vida de pareja, las visitas de Giotto al departamento de Tsuna eran constantes, las salidas o viajes juntos eran pocas pero lo hacían, a pesar de las rabietas del hijo menor, no lograron separar al par de amantes

 

-con cada día que pasa, me acerco más a la vejez – era el único problema que el rubio no podía superar – me volveré una carga y no creo que sea justo para ti

-¿alguna vez he protestado por cosas así? – se reía bajito al ver el ceño fruncido de su pareja – soy feliz contigo, la edad no es un problema

-pero has considerado el paso del tiempo – Giotto se mantenía sentado en frente del más joven, discutiendo ese problema que lo atormentaba

-te ves muy joven, te preocupas por cosas innecesarias – trató de evitar ese tema como lo hizo en otras ocasiones pero al ver la mirada de Giotto supo que eso tenía que seguir

-no puedo evitar envejecer

-el que envejece es tu cuerpo no tu alma

-piensa un poco, Tsuna

-te amo tal y cual eres, eres mayor que yo y es normal que envejezcas, pero yo también lo haré con el tiempo – mantuvo una sonrisa sincera, por más que intentaba dar a entender que no tenía inconveniente alguno con su diferencia de edad, Giotto continuaba con esas dudas

-no quiero impedir que sigas disfrutando de tu juventud, aún tienes que aprender mucho y siento que te encadeno a… - sintió el beso por parte del castaño, uno simple pero dulce

-si envejeces te cuidaré – lo interrumpió de la manera más eficiente que conocía, un beso sorpresivo, le encantaba sorprender a su pareja – si pierdes fuerzas yo me volveré más fuerte para compensar, si te da terror volverte una carga, cuida tu salud para que sigas manteniéndote vigoroso… si tu cabello se vuelve blanco te amaré igual, si tienes arrugas, poco me importará, me enamoré de tu esencia, de tu alma, no de tu apariencia

-dijiste que amabas mis ojos

-y siguen manteniendo ese brillo especial, así seguirán a pesar de que los años pasen

-no puedo creer lo terco que eres a veces – lo amaba, de eso no había dudas

-la única razón para que me separe de ti – suspiró mientras acariciaba el rostro de Giotto – es que ya no me amaras y eso sería un dolor insoportable

-no pasará

-y si pasa, lucharé para que vuelva a renacer ese sentimiento – lo besó de nuevo, pensar en cosas como su separación eran dolorosas y las quería evitar

-estás loco

-y tú serás padre

-aun no entiendo cómo te pudiste enamorar de mí y… - se quedó callado un rato mientras el castaño se aguantaba soltar una carcajada – ¿qué acabas de decir?

-que serás padre otra vez, así que deja esos pensamientos de que envejecerás rápido y todas esas cosas – soltó una risita baja, divertido por la expresión de su pareja

-¿seré padre?

-tienes que cuidar a tu hijo o hija, así que mejor vas recuperando el vigor de cuando eras joven – dejó al mayor en la sala, tal vez fue demasiado directo, le daría un momento para procesar la información

-¿desde cuándo? – persiguió al castaño, aún estaba en shock y creyó que estaba imaginándose cosas

-dos meses, quise asegurarme bien – sonrió mientras empezaba a ubicar las cosas que necesitaría para empezar a cocinar algo – sé que ya tienes dos hijos y que uno de ellos me sigue odiando pero… ahora tengo a una pequeña vida creciendo dentro de mí, estoy feliz por eso

-no sé cómo lo tomarán ms hijos y…

-desde ya te advierto que si tienes algún problema con esto, vayas cambiando de opinión porque…

-estoy feliz – abrazó al más joven por la espalda, besó la mejilla con cariño, suspiró mientras deslizaba su mano hasta el vientre que pronto crecería – que no te quede duda alguna

-entonces eso basta – posó sus manos encima de las del rubio – ahora crearás a una nueva familia

-quiero que tenga tus ojos – estaba emocionado, en verdad feliz, enamorado, de todo un poco

-tú no decides eso – era gracioso sentir que Giotto podía ser bastante empalagoso a veces, sentía los besos en su mejilla y era agradable

-tenemos muchas cosas que decidir a partir de hoy

-prefiero que decidas primero que es lo que cenaremos, porque tengo hambre – soltó una carcajada acompañado del mayor

-¿carne o vegetales? – suspiró, de verdad no pensó que de nuevo tuviese la oportunidad de forjar una familia, un hijo, un futuro

-vegetales iugh – hizo una mueca de desagrado mientras procedía a reírse, dándose vuelta acarició el rostro de su pareja – que sea pastel – lo besó con cariño, era feliz, eran felices, y ahora alguien más compartiría ese amor que se profesaban… en verdad valió la pena esperar esos años, sin rendirse y con esfuerzo ahora podían dejar atrás esas lágrimas de pureza

 

 

 

Notas finales:

Yey~ es la primera vez que escribo un Giotto x Tsuna y espero no haber cambiado sus personalidades de forma exagerada, si lo hice me disculpo

Espero que lo hayan disfrutado

Cualquier duda, crítica, recomendación pueden dejarlo en un review que gustosa lo responderé

Por ahora me despido y si alguien a leído mis otras historias que están en proceso, me excuso y pido paciencia, tengo que mentalizarme bien en cada personaje jejejje pero ya empezaré con ellos

 

Besos enormes!!!

Bye-bye~


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