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Pobre Pierrot por ninnae

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Notas del fanfic:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

 

Una historia de capítulos cortos, espero les guste.

Capítulo 1: Contemplación


Una máscara, una simple careta tras la oscuridad del silencio. ¿Cómo podemos esconder por tanto tiempo nuestra propia esencia incluso de nuestro corazón?


Solo basta una mirada llena de emociones para quebrar nuestra estudiada fachada. Saga poco podía soportar la mirada tan límpida y llena de cariño que Mu solía transmitirle, aquel brillo que deslumbraba a todos y hacia que anhelara salir de la oscuridad en la que se había imbuido su alma.


¿Pero podía tener algo más que solo su arrepentimiento y culpa?


La respuesta era no, no se merecía nada de lo que el futuro pudiera ofrecerle, sin embargo su corazón anhelaba tanto poder sentir algo de aquel amor, su mente le jugaba malas pasadas imaginando al lemuriano a su lado con una dulce sonrisa, capaz de desvanecer el velo de sombras que se tejía a su alrededor.


Su corazón presentaba la honda soledad, él no quería volver a la vida, pero los designios de su Diosa habían sido otros, y ahora se hallaba sentado en las gradas del Coliseo viendo al resto de la orden dorada entrenar bajo el fatigoso y caluroso Sol de verano que no daba descanso a ninguno de los míticos guerreros, pero su mirada no era atrapada por nada más que los brillantes y claros cabellos lavandas de aquel niño a quien alguna vez llegó a admirar con todo su corazón, y que ahora era capaz de provocar aquella calidez en su alma.


—¿Sabes?, quedándote ahí quieto todo el mundo se dará cuenta de cuáles son tus intenciones.


La voz burlona de su gemelo no se hizo esperar. Kanon se sentó al lado de Saga mientras este seguía con la mirada puesta en el campo de batalla.


—No puedo hacer nada más Kanon, no tengo derecho a acercarme.


—Nadie te recrimina por lo que sucedió, todos cumplimos con nuestro papel al fin y al cabo.


—Eso no es una excusa.


Kanon suspiró, entendía el dolor que arrastraba su gemelo, el dejar atrás todos sus errores, la maldad que los atañía, no es sencillo, pero poco a poco abriéndose a los demás y abrazar la nueva vida que se les otorgaba podrían sacar algo de lo que alguna vez pudieron anhelar desde su niñez.


—Me preocupas, quiero que seas feliz.


—No está en mi destino —dijo Saga antes de retirarse al ver al resto de sus compañero esparcirse luego de que la práctica hubo terminado—. Son muchos mis pecados.


~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~


Mu vio una sombra apartarse de la gran estructura de piedra que es el Coliseo, aquella energía tan indescriptible y conocida, Saga de Géminis. Un ser de mirada melancólica y presencia silenciosa. Un alma que arrastraba un dolor insoportable, un dolor que le gustaría curar, y hacer florecer la amable y dulce esencia del Arconte de Géminis, aquella que fue capaz de enamorarlo desde su más tierna infancia.


—Saga —susurró cuando la caricia de una tibia brisa rozó sus cabellos, quería abrir aquel cerrado corazón y apartar la careta del rostro monocorde y helado del griego, quería devolver aquella sincera sonrisa de antaño.


—¡Mu! —el grito de sus amigos lo sacó de su contemplación. Aioria movía su mano para llamar su atención y Milo bufaba frustrado falto de paciencia.


—¡Apúrate carnero, queremos comer! —pronunció estruendosamente Milo.


Mu dio una última mirada hacia el sitio donde había estado el griego, su corazón exigía acción, y su mente lo atiborraba de imágenes con Saga y él juntos, si solo hiciera el intento…


—¡Mu! —un nuevo grito por parte de Milo, dejó su inconformidad de lado, y con todo el abrasador Sol pegándole de lleno sobre su rostro y el cansancio que portaba corrió hacia sus compañeros para evitar otro grito.


Pronto se encargaría de una vez por todas de Saga de Géminis.


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