Komorebi
Hace mucho tiempo tuve un sueño, era un sueño hermoso para mi inocente ser, para un corazón puro y con todo el calor de amor que el corazón de un niño puede dar.
A muy temprana edad deje atrás los sueños con unicornios y países maravillosos donde yo era el héroe de la pequeña princesa indefensa ante el enorme dragón. No, yo cambie todos esos sueños por uno solo, uno más real, más de un adulto aunque en esos momentos mi mente no lo entendiera en esa dimensión.
Me enamore, me enamore no como un niño ama a sus padres con una devoción infinita, no, me enamore como lo hace un adulto, como mi padre lo hizo de mi madre.
Y aunque en esos momentos lo considere puro, triste y cruel fue darme cuenta que en realidad no lo era y mi mundo de inocencia se vino abajo, porque amaba y ese amor no podía ser.
Me enamore del único ser que era mi mitad pero que no podía ser mía, me enamore de mi gemelo.
Crecí, crecimos, siempre unidos, siempre en todo a pesar que no teníamos las mismas condiciones siempre le apoye.
Siempre estuve con él y oculte mi amor entre abrazos fraternos entre un cariño que no era el que yo necesitaba ni el que quería, oculte mi dolor tras la sonrisa y mi declaración en una caricia a su mejilla.
Participe de cada uno de sus triunfo y lo vi salir con su primera novia, el día más doloroso pensé en ese momento nunca me imaginé que le seguirían muchos más.
Aprendí a verle con diferentes parejas y oculte mi mirada desolada bajo un regaño o un consejo para él.
“¿Cuándo te conoceré pareja?”
Era una de las preguntas que siempre me hacía cuando llegaba hacia mí con una sonrisa nueva, con un rostro brillante ante su más nuevo renaciente amor por alguna chica o chico y mi respuesta siempre era la misma, una caricia a su rostro y un “es secreto” tras ella.
Luego el dolor se fue volviendo soportable ante su constante asecho a mi corazón y creo una morada en el.
Y así seguimos creciendo, nos convertimos en adultos, una nueva pareja y era algo que en realidad no me sorprendía pero a pesar de todo siempre sonreí para él, él que era mi único amor.
Luego esa pareja duro meses y los meses fueron años y esos años se convirtieron en noticias, felicidades en aquellos dos rostros que fueron tristeza profunda para mí.
Se casaban! Mi querido hermano y aquel peliplata de ojos azul metálico se casaban!
El grito en mi cabeza y el dolor de mi corazón fragmentado en mi pecho fue mucho, pero sonreí para él, aun así sonreí para él y los felicite.
Aquel hombre me vio y me abrazo, él lo sabía, nunca me dijo nada por ello, nunca me vio mal pero los dos sabíamos que no podíamos hacer nada.
Le sonreí felicitándolo también, le pedí que siempre cuidara de mi hermano, que lo amara tanto como yo quise amarle.
Los preparativos de la boda me parecieron tan monótonos y deprimentes, levantarme y fingir que me importaban fue aún más difícil.
Aun a pesar de todo no podía odiar a aquel de ojos azules, no podía odiar a aquel que a pesar de todo me comprendía, aquel que a pesar de que se estaba llevando al amor de mi vida, le quería.
Siempre supe que en algún momento pasaría, pero nunca fue lo mismo pensarlo que afrontarlo, pero ese hombre que era mi rival también fue mi apoyo.
El día de la boda llego, la ceremonia fue tan larga y cruel para mi corazón, el banquete me supo horrible y el ambiente alegre me hizo mal.
Salí a los jardines del lugar en donde estábamos, me aleje hasta que ya no escuche la música ni las risas ni las voces ni nada…
Me tire al pasto, ahí donde los árboles me acogían y llore.
Llore todo lo que mi corazón había soportado todos esos años, llore porque a pesar de ello era feliz por mi hermano, llore porque odiaba y amaba ser hermanos, llore porque quería a mi rival, llore hasta por lo que no encontré razón.
-No deberías estar aquí
Me exalte ante aquella voz y gire mi rostro sin poder distinguirle bien por el llanto que no podía contener
-que?
Sentí como se acercaba y se sentaba cerca de mí, trate de verle pero contra la luz del sol no podía.
-Zev me pidió que viniera por ti
Suspire al sentir su mano en mi mejilla y limpiar las lágrimas y pude verle, pude ver aquel rostro que me cubría de aquellos leves rayos de sol que se colaban por los árboles.
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-Vamos a visitar a tu hermano si o no?
Suspire abriendo mis ojos al recordar todas aquellas vivencias de mi pasado, pasado que ahora no me causaba ningún dolor
-Zero!
-Ya voy!
Reí mientras me levantaba de mi asiento en aquella sala y tomaba la mano de aquel hombre de ojos bicolor… Rido Kuran, aquel que conocí en un día alegre y triste, el hombre que aprendí amar y que supo esperar por mí.
-crees que si le digo a Zev la buena nueva explotara?
Rei a su comentario mientras caminábamos hacia el auto
-creo que será Ichiru el que explote y Zev el que se emocione por nosotros.
Ambos rieron al imaginarlos… La vida continuaba, y aunque a veces era dolorosa, siempre había una oportunidad.
Siempre el rayo de luz llegaba si se sabía esperar.