Una maldición, una forzada vida que empezaba desde aquel cuerpo infantil, crecer pacientemente, esperando a volver a la normalidad, eso lo frustraba. El mejor hitman del mundo estaba fastidiado por tener que someterse por segunda vez a un desarrollo corporal, peor aún era el hecho de ver a esa fastidiosa vaca estúpida desarrollarse por delante de él. Lambo tenía 5 años y el apenas parecía un bebé de dos años máximo, cuando la maldición se rompió… cada día que pasaba, cada mes, cada año, cada ciclo, tres años tal vez no fueran nada para los demás, pero para Reborn era un gran trecho que le costaba superar. En la actualidad un adolescente de 18 años, bien formado, con ese atractivo natural, comparado con uno de quince que empezaba la etapa final de su desarrollo era… molesto
Los sentimientos encontrados eran lo peor para cierto azabache de patillas, tal vez debido a las hormonas adolescentes, tal vez a los actos llenos de gentileza por parte del ojiverde, tal vez a la madurez de la que fue testigo, tal vez por los celos al ver que era popular entre las muchachas, tal vez porque poco a poco vio cómo se convertía en un gran hombre, muchos “tal vez” y pocas verdades… pero no quería admitirlo, estaba consciente de cada acción por parte de Lambo y eso lo enfurecía cada día, darse cuenta de cuan interesado estaba en las expresiones finas del “mayor”… Reborn quería golpearlo, echarle la culpa de todas esas sensaciones que lo sacudían de vez en cuando, quería gritarle que se muriera para que así los latidos de su corazón cesaran de fastidiar… pero al final cayó, bastaron una simples palabras que lo emocionaron y abrieron la puerta que por años mantuvo con cadenas, se resignó a ceder, entonces porqué se sentía ¿feliz?
Muchas dudas en su cabeza…
-… - ¿Cómo terminé así? Yo, el mejor hitman del mundo, ahora… ¡demonios! Me duele el trasero y peor aún, veo a mi lado a ese adolescente al que debería dispararle pero no puedo – idiota
-vas a quejarte de nuevo, Reborn – esa sonrisa dulce, ¿cómo demonios dejé que ese mocoso fuera el que…?
-solo cállate – oculté mi rostro en la almohada, estaba boca abajo y podía sentir la sabana resbalar sobre mi piel – ni te atrevas – le amenacé
-solo trato de ser gentil, después de todo no quiero que me culpes por no poder caminar – esa voz un poco dura, la edad que tenía superaba a la mía, al menos físicamente porque el mocoso era muchos años menor que yo ¡maldita maldición, maldito Checker Face!
-deberías irte – sentía la caricia en mi cadera, Lambo solo estaba aliviando un poco mi dolor, era gentil y eso a veces me molestaba mucho
-si quieres paramos todo este asunto – el ojiverde se detuvo esperando alguna respuesta de mi parte, pero el silencio le dio una idea del significado las palabras que yo no emitía – entonces ya no lo haré… adiós Reborn – un beso en mi nuca, pero me negaba a decir algo
-espera – fue apenas un susurro el que solté antes de sostener el brazo de Lambo para evitar que se fuera…
-yo te amo – susurró Lambo, abrazándose a mi espalda, ahora yo parecía ser menor que él… era raro, pero no me importaba mucho – no quiero irme de tu lado – cómo odiaba que se pusiera sentimental, apenas era un mocoso
-quédate – esas pocas palabras fueron suficientes para Lambo, un amor silente que provocó una sonrisa sincera en el ojiverde, casi podía ver su expresión y yo… no podía decirle nada más… tal vez por orgullo
Y los demás…
Era raro, para todos y cada uno era extremadamente extraño, nadie se imaginaba que ese par terminaría juntos, se odiaban desde pequeños, al menos eso parecía, entonces por qué ahora se los podía ver dormir juntos. Fue solo un simple error por parte del actual décimo Vongola, quien sin esperar nada, ingresó a la habitación de Reborn, la cuestión era darle al hitman la nueva misión que a sus quince años ya estaba apto a llevar a cabo, era raro que siendo las diez de la mañana ese azabache con cuerpo de adolescente no se levantase y lo que Tsuna vio al cruzar la puerta lo dejó sin palabras. Recostados en aquella amplia cama, dos siluetas, ambas con las hebras negras, diferenciada por los rizos del uno y las patillas del otro, el mayor de ellos, al menos físicamente, abrazaba al otro por la espalda, acurrucados, con las expresiones calmadas, la respiración acompasada… durmiendo juntos y más, ya que la carencia de prendas al menos en la porción que se dejaba ver y que las mantas no cubrían, le dio al castaño una idea de lo sucedido. Cuando observó al Reborn removerse incómodo, el décimo entró en pánico, sabía perfectamente el mal humor que últimamente azotaba a su antiguo tutor, con cuidado sin hacer ruido simplemente salió de ahí, como si nada hubiese pasado
Toda la familia se dio cuenta después de un tiempo, era como si en cadena cada uno hubiese descubierto el secreto de ese par, empezó como sospechas, se transformó en rumor y digievolucionó a una realidad, para sorpresa de todos fue el propio Reborn quien admitió todo “la vaca estúpida es mía” hasta ahí normal, era una reacción típica del hitman “que tierno” fue la segunda frase por parte de Lambo que dejó a todos con una incógnita en la mente, ese tono no fue en ironía, sino como si hubiese sido ¿sincero?... ¿era en serio? Desde cuando el mejor asesino del maldito mundo era ¿tierno?... Definitivamente el mundo estaba de cabeza pero nadie dijo nada, allá ellos con sus amores adolescentes, aunque obviamente uno de ellos no lo era en realidad
Y al final se resume en…
-no te enfades, Reborn – se podría definir como la primera discusión en pareja, en realidad no, era la primera discusión en la mañana, en la mansión ya se acostumbraron a ver a la singular pareja en peleas diarias y por cosas minúsculas, así eran ellos pero al final parecían reconciliarse ya que solían salir ambos de la misma habitación, Tsuna no podía reclamar algo, eran apenas unos niños pero ya que uno de esos “niños” era Reborn, era un caso perdido llevarles la contraria
-cállate, maldita vaca estúpida – acababan de llegar y ya atraían la atención en ellos, algunas de las sirvientas sonreía mientras escapaban porque la cosa se pondría fea, tal vez
-¿qué tiene de malo que sea gentil con ellas?... no seas celoso – eso fue como un detonante ya que un disparo retumbó en el salón, gracias al cielo que después de un entrenamiento bastante exigente, Lambo ya podía enfrentarse a esas situaciones
-dime… ¿quién está celoso? – la furia de Reborn era notable mientras mantenía su brazo firme, con el dedo en el gatillo, esa aura negra, la mirada afilada oculta detrás de la fedora
-pues... tú – apenas pudo esquivar ese último disparo mientras encendía su llama, solo por si acaso
-ni que fuera un maldito adolescente…
-físicamente lo eres – el adolescente de patillas gruñó bajito pero no replicó ¿cómo iba a dar la contra a eso?
-ni se te ocurra venir a mi cuarto, si lo haces… te ganarás una bala en medio de la frente – gruñó para enseguida darle la espalda e irse, ignorando cualquier cosa que la vaca estúpida le dijera
-está bien… al menos así no te quejarás de dolor en tu cadera, me controlaré por esta noche y no te haré nada – fue solo un comentario al aire, le restó importancia mientras en calma se dirigía a la cocina. Cuando el ruido de los zapatos de Reborn cesó, el silencio estaba comiendo el ambiente… Lambo esperó su condena y escuchó varias detonaciones de las cuales apenas logró escapar ocultándose detrás de una pared cercana. Lambo maldijo entre dientes, se le había soltado la lengua y sabía que Reborn no se lo perdonaría así porque sí
-maldito mocoso – fue lo que dijo mientras a paso acelerado se acercaba a Lambo ¡Esa información nunca debió saberla nadie!
-¿eso… era en serio? – cierta voz se escuchó desde arriba de las escaleras. Tsuna se mantenía en una especie de shock al no creer esa revelación. Detrás de él varias caras impactadas se mostraban, para ser exactos la mayoría de la familia estaba allí, atraídas por el alboroto seguramente. Reborn estaba furioso, se mantenía callado con la mirada puesta en donde se suponía que Lambo se escondía
-por qué no sales, Lambo… sabes que ocultarse es peor – la voz sádica del hitman estremeció a los presentes quitándoles del shock, silencio…. Nadie respondió
-tranquilo – apenas logró tomar desprevenido al hitman, abrazándolo por la espalda y sosteniendo las muñecas para que el arma no se escapara de su vista, rodear esa pared en extremo silencio no fue fácil, someter al más bajo tampoco, a pesar de que Lambo lo superaba en altura, edad, fuerza, ¡el hitman era Reborn! – no es tan grave
-voy a matarte – forcejeó maldiciendo que la vaca estúpida estuviese en mejores condiciones, maldijo la rabia que lo dominó y lo dejó con la guardia baja, maldijo la bocota de Lambo y sobre todo maldijo el día en que dejó que el ojiverde tomara el papel dominante
-Lambo, solo lo enfureces – se quejó Tsuna pero sin acercarse, podía ver el aura oscura de su antiguo tutor
-para que ocultarlo ya – logró torcer el brazo de Reborn, mantenerlo en la espalda del adolescente, con mucho esfuerzo claro estaba y consciente que después de que dijera la verdad sufriría un intento de asesinato por parte de su actual pareja – soy el dominante – sonrió al grupo mientras trataba de mantener prisionero al hitman, pero al sed de sangre por parte de Reborn estaba aterrándolo
-¡QUÉÉÉ! – fue el grito general, dando paso a que Reborn riera tenebrosamente liberándose del agarre de Lambo y después apuntara al grupo arriba de las escaleras
-¿algún problema dame Tsuna? – varias detonaciones se dieron y un Lambo al ver la oportunidad de escaparse, lo hizo, a sabiendas que el hitman desataría su furia primero con los testigos y después lo buscaría a él… bueno tenía tiempo de pensar en cómo disculparse y arreglar las cosas
-parece que estaré en abstinencia – sonrió antes de salir de la mansión escuchando los disparos en la casa, suspiró pesadamente – aunque me gusta ese lado salvaje – susurró divertido mientras buscaba un auto o lo que fuera para escapar de esa furia
Era raro, pero real…