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Trocitos de Familia por Ari_123_love

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Notas del fanfic:

¿Nueva historia? Sí >:D Saben que mi concentración en las historias es corta, me distraje mucho y no pude continuar el capítulo de Ojos Bonitos. Además, tuve -de nuevo- problemas con mi laptop e.e Soy especialista en destruir todo lo que toco, así que terminé escribiendo esta historia desde mi celular. 

Todo salió a partir de que quería alguna historia donde Taemin tuviese un bebé que no fuera de Minho, y la violación o engaños no eran una opción :B

Notas del capitulo:

El destino llevó a Minho a conocer a cierto viudo °u° Espero les guste ^-^ 

-¡Maldición!- Minho miró su reloj de mesa, se le había hecho terriblemente tarde, y todo porque se había ido la luz y había desconfigurado su despertador.


Se terminó de bañar y corrió a vestirse. No tenía tiempo ni de desayunar. Tomó lo primero que vio, una manzana y una pieza de pan que por suerte había comprado hacía poco. Después, en la oficina se preocuparía por ver si desayunaba algo, o no.


¡Maldición! Este día estaba saliendo todo mal. Usualmente no se preocupaba por caminar al trabajo, cuando se le hacía tarde manejaba. Pero justo hoy, el día en que más se le había hecho tarde, y el día que debía llegar temprano para atender a los inversionistas, no contaba con su auto. Maldijo por lo bajo, su auto se lo había prestado a un amigo, que le necesitaba para hacer un viaje largo. ¿Por qué le estaba pasando esto? No necesitaba problemas, no ahora que las cosas iban tan bien. Tomó el camino que siempre tomaba para llegar, pero sabía que simplemente no podría llegar a tiempo.


El viento soplaba fuerte, pero eso es normal a mediados de febrero. Sin embargo, ahora era fuerte, incluso parecía querer direccionarle hacia otro lado. Cansado de caminar contra el viento, decidió detenerse. Así pudo notar que de hecho, el viento soplaba hacían un camino que fácilmente podía ser un atajo. Hacía mucho tiempo que no caminaba por ahí, ¿cómo lo había olvidado? Cerca del mar, podía escuchar a las gaviotas desesperadas por que los pescadores volvieran ya de altamar con la pesca del día. El salitre en el aire le traía también buenos recuerdos. Si estuvo preocupado por llegar tarde, ya se le había olvidado. Aminoró su paso, como si estuviera paseando por la costa, en vez de ir corriendo al trabajo.


Prácticamente se detuvo, al ver como el sol terminaba de salir por el horizonte del mar, era tan relajador...¡Una caja se azotó a su lado!


-¿Pero qué...- Se espantó, observando la caja. Otra cayó rápidamente. Subió la mirada, a su costado había un barco varado, de los que se usan como bodega mientras que los pescadores están en altamar. Ahí había un chico, moviendo cosas, tirando cajas. Le vio con una entre las manos, más grande que su propio cuerpo, cargándola hasta el punto de tambalearse. Sin embargo, lo que más le asombró fue que al soltarla, el chico tenía una enorme barriga de al menos cinco meses de embarazo.


-¡Hey!- Le llamó, subiendo hasta donde aquel chico estaba. Prácticamente le previno de coger otra caja, porque a juzgar por el ruido que hacían al caer, estaban pesadas. –No debes de cargar eso.- Tomó la caja y la colocó amablemente en donde el muchacho las había estado aventando.


-Pfft...- Resopló, quitándose el cabello de la cara. –Gracias, pero no necesito su ayuda.- Se giró, para tomar otra caja. Al parecer el chico las estaba reubicando.


-¡Hey! Que no debes de cargar cosas. ¿Cuánto tienes? ¿Cinco meses? ¿Seis?- Le quitó la nueva caja, retándole a que contestara.


-Señor, eso no es de su incumbencia.- Se cruzó de brazos. –Por favor, déjeme hacer mi trabajo, o me lo descontarán si ven que alguien me ha ayudado.- Dejó de lado su actitud grosera y rogó amablemente por que le dejara seguir trabajando.


-Ush.- Minho rodó los ojos. -¿No sabes que es peligroso cargar cosas pesadas en tu situación?- No estaba pensando lo que decía, no se daba cuenta que estaba regañando a un completo desconocido, era tan solo que la idea de que alguien en tal estado de gravidez cargara cosas pesadas le volvía loco. Primero estaba la salud. -¿Qué dice tu marido de que estés trabajando en esto?


-Soy viudo.- Le contestó tajante. –Por favor, continúe con su camino, y déjeme trabajar.


Minho frunció los labios, no quiso ser así de descuidado como para preguntar por un tema sensible. Colocó la caja junto a las demás, aún con la absurda idea de convencerle de que dejara de cargar las cajas pesadas.


-Discúlpame, no fue mi intención.- Pidió disculpas. –No deberías estar trabajando con cosas pesadas.


Entonces el chico hizo un sonido con la lengua y se resolvió por ignorarle. Siguió moviendo cosas, aunque ahora eran menos pesadas. Minho de inmediato supo que el muchacho sólo esperaba a que él se fuera para así poder seguir con su trabajo. Jadeó, ¿qué más podía hacer? Ese chico no pensaba hacerle caso. Luego, como por arte de magia, recordó a los inversionistas ¡Tenía que apresurarse!


-¡Maldición!- Se bajó del lugar. -Tengo que correr. ¡Tú!- Le llamó. -No deberías cargar cosas pesadas.- Le advirtió una vez más antes de poder salir corriendo hacia su trabajo.


Se fue sin notar la cara de extrañez que había dejado en el pobre muchacho trabajador de alguna pesquería más de la ciudad.


 


~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~·~


 


Por suerte aquel día había salido bien, de esas veces que te hace olvidar lo demás. Minho siguió su día sin acordarse de aquel muchacho en cinta que estaba haciendo trabajo inadecuado para lo avanzado de su embarazo.


Ahora, tras una semana, había recordado a aquel chico. ¿Qué sería de él? Le daba curiosidad, lo suficiente como para arriesgarse a volver a tomar ese atajo, con tal de saber si seguía trabajando ahí, o si había escarmentado. Terminó su desayuno, preguntándose si tan siquiera ese descuidado joven habría de haber comido algo. Frunció los labios, también debía pedir disculpas...


Se resolvió a preparar algo, y después se dispuso a ir hacia el trabajo por ese camino que le permitía ver el mar. Definitivamente, en la mañana, mientras el sol salía, el color del agua se pintaba de diferentes matices. Podía ver a poca gente transitar por la acera, y alguno que otro automóvil que igual que él se dirigía a trabajar. Miró a lo lejos, ahí estaba ese barco varado. ¿Seguiría el chico ahí? Decidido, se acercó, encontrando de nuevo al chico cargando cajas de un lado a otro, aunque ahora se notaba que era pesca fresca y no sólo herramientas como la otra vez.


-¡Hey!- Le llamó desde abajo.


-¿Ah? Ah...Es usted...- Rodó los ojos. Se apoyó en una cadena atada a un mástil para así poder bajar de donde estaba.


-¿Ese es modo de saludar a alguien?- Le regaño.


-Discúlpame.- Torció los labios. -¿Qué se le ofrece?


-Veo que sigues haciendo cosas que no deberías.- Señaló las cajas. -¿Aún no terminas?


-Nop.- Sacudió su cabeza. –Aquí se trabaja por tandas. Esa pesca es la primera, aun falta que otros barcos vuelvan con lo que ellos consiguieron.- Se cruzó de brazos. –Y si sigue interrumpiéndome, tardaré más.


-Lo siento.- Hizo media reverencia. -¿Ya desayunaste?


-...Am...- Le miraba desconfiado, listo para salir huyendo en cualquier momento.


-Me imaginé.- Sonrió a medias. –Toma.- Le ofreció la caja con el desayuno que había preparado. –Por favor no desconfíes, en cierto modo es para pedir disculpas, por haber sido grosero la otra vez.


El chico se acercó un paso, tomando la caja. La abrió rápidamente, para después encontrarse con un desayuno casero. Sonrió, dejando escapar una corta risa, como si recordara algo brevemente con ese detalle.


-Usted es un hombre muy extraño.- Se quejó. –Me llamo Lee Tae Min.- Se terminó por presentar. –Disculpas aceptadas.


-Choi Min Ho.- Rio. –Pero sigo creyendo que no deberías trabajar en esto.


Taemin volvió a rodar los ojos, dejando el desayuno sobre una de las cajas que antes se había movido. Parecía despreocupado. Buscó sostenerse de la cadena que antes le ayudó a bajar, ahora tratando de subir. Minho no se pudo evitar precipitarse, empujándole suavemente por la cadera, para que subiera.


-Gracias...- Se limpió las manos en su ropa. -Señor Choi, no se alarme, estoy bien.


-Una persona en cinta no debería hacer tal manipuleo de objetos pesados. ¿Cuánto tienes?- Minho se cruzó de brazos.


-Am...- No le quedó otro remedio más que responder a la pregunta que ya antes aquel hombre había hecho. -Tengo cinco meses.


-¡Qué haces aquí!- Sus ojos se abrieron por completo. -Deberías de empezar a reducir tus actividades al mínimo.


-Exagera, mi bebé está bien.- Acarició su vientre.


-Y ¿qué es?- Preguntó, acercándose al chico que ahora le quedaba muy arriba como para poder verle sin tener que alzar la vista.


-No lo sé.- Se encogió de hombros. -No queríamos...no lo sabré, hasta que nazca.


Minho asintió, entendiendo que eso había sido una decisión de pareja. Podía ver que el chico hizo una mueca, rápidamente escondiendo la tristeza que debía sentir. El chico volvió a su trabajo, de nuevo desinteresado en Minho.


-Oye...- No se podía quedar callado. -Ten cuidado.


-¡Lo haré!- Comentó, aún concentrado en su trabajo.


 


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A partir de entonces Minho tomó el mismo camino, para asegurarse que aquel chico no se estuviera esforzando demás. Realmente le asustaba el hecho de que trabajara en algo que no era adecuado para su situación. Aunque, Taemin simplemente no le hacía caso, nunca.


Como todos los días, le había preparado algo de desayunar, puesto que sabía que el chico podía saltarse esa comida por llegar a tiempo al trabajo. Un mes le había bastado para conocer la rutina del atolondrado de Taemin.


-Oye.- Le llamó, como cada mañana en la que tenía que caminar al trabajo.


-Hey, Minho.- Taemin como siempre, subido en lugares altos, se acerco. -Ayúdame.- Colocó sus manos en los hombros del mayor.


Minho le tomó suavemente por la cintura y le ayudó a bajar cargándole. Taemin sonrió, alegre de que Minho siempre le ayudara a bajar del barco.


-Me alegro de verte.- Taemin sacudió la arena de su ropa.


-Vaya, creo que es la primera vez.- Minho se quejó. -¿A qué debo el placer?- Cuestionó mientras le ofrecía el desayuno de todos los días.


-Precisamente a esto.- Dejó de lado el desayuno, de cualquier momento nunca lo comía antes de las once. -Ya no tiene por qué preocuparte por si desayuno o no. Tampoco por si cargo objetos pesados.- Sonrió.


-¿A qué te refieres?- Alzó una ceja y se cruzó de brazos.


-Hoy será mi último día de trabajo aquí.- Respondió, y ante el rostro de asombro del mayor no evitó reír y tratar de explicar. -Fui a ver a mi doctora, me ha dicho que no puedo seguir cargando objetos.


-¡Ves! ¡Lo ves! Tengo un mes repitiéndote lo mismo.- Se quejó.


-Sí, lo sé.- Hoy, Taemin, estaba particularmente risueño. -Es por eso que busqué otro empleo. No tendrás que seguir preocupándote, procure que fuera algo adecuado a mi embarazo.


-¿Para ti qué es adecuado?- Le interrogó, no confiaba en su sentido común.


-Debido a que siempre molestas por que no desayuno, pedí empleo en un restaurante por la mañana.


-¿Cómo sabré que eso es cierto?- Le miró mal. Estaba molesto, el chico no le había hecho caso hasta último momento.


-Ah, tu mirada es muy seria.- Hizo un puchero. -¿Me prestas un bolígrafo?- Rogó. -Miré, está es la dirección del local, si no me crees.- Se la escribió en la mano. -Empiezo el lunes.


Minho hizo una mueca, leyendo la dirección. Ese chico era tan descuidado, más le valía verificar si era cierto lo que le decía, o simplemente una excusa para quitárselo de encima y que le dejara de regañar.


-Está bien.- Asintió. -Mientras dejes de hacer cosas peligrosas para tu bebé, supongo que puedo estar tranquilo.


-Ahora no tendrás que perder tiempo en mí...


-¿Qué te hace pensar eso, Taemin ah?- Le sacudió el cabello.


-Siempre me está regañando, ¿a quién le gusta eso?


-Te sorprendería saber que en mi trabajo, siempre estoy regañado personas.


-Aun así, es molesto ¿no? - Se quitó la mano de Minho de la cabeza. -Se te ha de hacer tarde.


-Tienes razón...Me tengo que ir.


-Adiós, Minho.- Se giró, de nuevo buscando una manera de subirse al barco.


Minho rio, empujándole por la cadera para que no perdiera el equilibrio y lograra subir. Lo sabía, sería extraño pasar por ahí y ya no verle haciendo cosas indebidas, mucho menos hablarle. Tendría que acostumbrarse, a menos...


 


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El lunes en la mañana Minho se levantó aún más temprano. Revisó la foto de su mano con la dirección que había tomado antes de que se le borrara y se puso a pensar. Había una gran posibilidad que el chico le hubiera dado la dirección mal, y que le hubiese mentido; por otro lado, Taemin pudo haber dicho la verdad, y le invitó a que lo corrobora. ¿Debía ir o no?


Realmente no se dio cuenta de cuál fue su decisión hasta que se encontró buscando números y fachadas de casa. ¡Ahí estaba! Sí era un restaurante, pequeño, obviamente algo que sólo los que vivían por ahí cerca conocerían, eso le hizo preguntarse si Taemin vivía por ahí cerca. Entró, viendo a algunos hombres comiendo por separado, y un par de amigas tomando café. Buscó, esperando que Taemin fuera cualquier cosa, menos mesero. Con la enorme barriga que se cargaba, le sería imposible moverse rápidamente.


Le encontró detrás de la caja registradora, sonriendo ampliamente con la más perfecta expresión de te lo dijo.


-Buenos días, Minho.- Saludó, mientras terminaba de sorber un bote de banana milk.


-Taemin ah...- Hizo una reverencia con la cabeza, siendo educado. -Así que ahora aquí trabajarás...


-No me creíste, ¿no es así?- Parecía burlarse. -Trabajaré aquí hasta que mi bebé nazca.- Declaró.


-Me alegro. Admito que por un momento dudé que me hubieras...


-¿Para qué? Hubieras hallado la forma de encontrarme y regañarme por mentirte.- Se encogió de hombros. -Me visitaste un mes entero para que dejara mi antiguo empleo, debía darte la satisfacción de que funcionó.


-Me haces ver como alguien arrogante, señor Lee. Se equivoca, me preocupa la gente que no sabe cuidar de su salud.- Se defendió, haciéndole reír.


Por suerte, y la disposición del lugar, a lado de la registradora se encontraba la barra. Minho se sentó ahí, para poder platicar con el chico que siempre encontraba forma de darle pelea en algo.


-Dime entonces si vives por aquí cerca, este lugar no parece ser conocido por más que lugareños.


-Nop...- Se mordió la cara interna de su mejilla. -A mi esposo le gustaba venir aquí, por eso conozco el lugar y ellos me conocen.- Jadeó. –Fueron tan amables de darme este puesto. La cocina no es mi fuerte, ser mesero sería un desastre. Aquí puedo estar sentado y atender a los clientes de la barra. De cualquier modo todos me van a ver cuando vengan a pagar la cuenta.- Dijo consentido.


-Adoras ser el centro de atención.- Minho rodó los ojos.


-No...Pero me gusta interactuar con la gente.- Exhaló. -Ahora que te has asegurado de que trabajo aquí, ¿podrás sentirte tranquilo de que mi bebé estará bien?- Parecía preguntar con burla, pero era enserio.


-Te debo de desagradar mucho como para no querer verme de nuevo.- Torció los labios.


-No es así...- Explicó. –Te has portado muy bien conmigo, pero no estoy acostumbrado a que vean por mí de ese modo.- Hizo una mueca. -Me alegra saber que eres mi amigo.


-Me agrada que pienses así, Taemin ah.- Sonrió.


 


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Así pasó el tiempo, Minho se acostumbró a visitarle varias veces por semana, Taemin siempre sonriendo atendía a quienes podía, y eso le incluía. Ambos se acostumbraron a que las cosas fueran así, tranquilas, de vez en cuando Minho regañando a Taemin, y casi nunca viceversa.


Hoy en particular el día era algo frío y húmedo. No había habido muchos clientes, así que ahora era uno de esos momentos donde Minho era el único a quien ser atendido. Aunque a él le bastaba con un café. Taemin comía, desinteresado, probablemente era el único que no consideraba a Minho como cliente, así que seguía con sus actividades pendientes, como comer.


-Mmm...- Tragó su bocado. -¿Puedo hacerte una pregunta?- Dejó de lado su plato y se apoyó sobre los codos.


-Adelante, Tae.- Minho revisaba algo en su celular, también ajeno a lo que el otro hacía.


-¿Por qué hoy no traes traje, como todos los días?- Giró un poco la cabeza, últimamente no encontraba ni una posición cómoda para nada.


-Ah...- Subió la mirada, encontrándose con el contorsionismo del chico en cinta. -...Porque hoy no trabajo.


Taemin abrió los ojos por completo, ¡tenía un día libre! ¿Por qué no seguía en cama, durmiendo? Ese hombre raro le sacaba de quicio con cada cosa...O tal vez era el embarazo que le hacía estar irritable siempre.


-¿Qué haces aquí?- Le cuestionó algo rudo. -Deberías estar en casa, comiendo un desayuno casero y no algo de restaurante.- Regaño realmente enojado.


-Está bien, me iré a casa, sólo no golpees algo.- Bromeó. -Vaya, ahora me gritas por todo.


-Oh...Lo siento...Todo me molesta últimamente, y siempre estoy cansado.- Gimoteó. -Lo peor es que aún falta para que este bebé nazca y ya me estoy volviendo loco...- Oh no, parecía que iba a ponerse a llorar en cualquier momento.


-Hey, hey, hey.- Minho le detuvo. -¿Sabes? Desde que te conozco jamás me has contado de si le has comprado algo al bebé. ¿Tienes lo suficiente?


-Yo...yo...no lo sé...- Ahora sí iba a llorar. Minho quiso golpearse por apresurar el llanto del chico.


-Está bien, está bien, está bien...- Le sostuvo por los hombros. -Ya que no tengo nada que hacer hoy, vayamos a comprarle cosas a tu bebé, ¿sí?


-Qué vas a saber de bebés.- Genial, ahora estaba nuevamente enojado.


-Sí, tienes razón, no sé nada, pero al menos podemos preguntar, te vas a divertir...


-¿Estás seguro?- Chilló.


-Claro que sí, adoras hablar de tu bebé, ¿no? Seguro que también adorarás comprarle cosas.


-E-está bien...Vayamos a comprarle cosas al bebé.- Hizo un puchero, volviendo a prestar atención a su desayuno abandonado.


Así, después de que el turno de Taemin terminara, ambos se dirigieron al centro comercial más cercano. Para suerte de Taemin, Minho había ido al restaurante en su auto, así que no tuvo que preocuparse por caminar demasiado. La primera parte de la misión fue bastante reveladora, Taemin no tenía ni idea de qué cosas comprar, a pesar de ya cargar con un embarazo de siete meses. No obstante, preguntar siempre servía, todo el mundo le respondía con una lluvia de consejos que le terminaban agobiando, y que Minho terminaba resumiendo en ideas claras y concisas.


Después de comprar lo que parecía ser suficiente para la vida entera del bebé, ambos coincidieron en que tenían hambre. Minho compró un helado, mientras que Taemin se moría por algo salado, que terminó siendo una caja de patatas fritas.


-Gracias Minho...- Taemin hizo una mueca, jugueteando con una patata.


-No fue nada, pero...Taemin ah, ¿por qué no había hecho estas compras antes?- No era reclamo, aunque si se encontraba un poco mezclado con la curiosidad, a él le había tocado cargar casi todo lo comprado.


-Admito que estaba aterrado de no saber qué comprar...- Soltó una risilla desahuciada. –No tengo idea de muchas cosas...El que sabía todo era Changmin y yo...Yo sólo quería que fuéramos una familia feliz...- Su voz se cortó.


-Tae...¿te molesta si pregunto acerca de él...?- Minho preguntó sincero, Taemin casi nunca hablaba de su difunto esposo.


-¿Ah?...- Sonrió suavemente. –Está bien...Él era todo un sueño. Recuerdo que antes de que fuéramos novios siempre me besaba en el cabello, por temor a que yo no le correspondiera.- Suspiró. –Era tan sobreprotector, pero no a tal grado de hacerte molestar, sino del divertido y amable...- Jugó con su comida; además caminaba sin alzar la vista del suelo. -Me prometió la luna y las estrellas, y por un momento yo sentí que de hecho las tenía...


Se puso melancólico, obviamente no aún no le era fácil hablar sobre él, o lo sucedido.


-Tae, ¿en qué trabajas? Digo, no quiero sonar grosero, pero ¿terminaste la escuela?- Le cambió el tema.


-No soy tan joven como parezco, señor Choi.- Se rio, relajándose. -Probablemente no haya muchos años de diferencia entre tú y yo.- Exhaló. -Sí, terminé mis estudios.


-¿Entonces qué haces de recepcionista en un restaurante? O, de ayudante de pescadores.


-Ah~.- Suspiró. -Tengo mucho tiempo sin ejercer. Si quisiera hacerlo ahora, tendría que ir a un curso de capacitación, pero cuesta un poco...Y con el bebé en camino, sé que debo esforzarme más en volver a trabajar.


-Aún no respondes, ¿en qué trabajas?- Minho le robó una patata, haciéndolo rabiar un poco.


-Soy enfermero.- Sonrió... -Apenas si logre tener un puesto después de graduarme, para cuando Changmin me pidió matrimonio. Me casé con él y nos mudamos a esta ciudad, desde entonces que no trabajo.


-Enfermero, pescador, recepcionista.- Minho repitió. -Por eso dijiste que te gustaba interactuar con la gente.


-Así es.- Achicó los ojos tras una sonrisa. -Sé que soy un desastre, pero confío en que encuentren esa característica adorable.


-No eres un desastre, Taemin ah; pero sí eres terriblemente descuidado.- Le sermoneó. -Tienes siete meses y apenas estas comprando lo más básico.


-No me regañes.- Se quejó. -Los primeros tres meses me la pasé deprimido...- Se calló, había hablado de más.


-¿Tae...?- Minho se acercó, interrogándole con la mirada.


-...Changmin murió antes de saber que sí iba a ser padre... Habíamos planeado al bebé, pero no estábamos seguros.- Se ensombreció. -Ni siquiera fue su culpa...Iba caminando en la acera, y entonces ese auto a toda velocidad...Lo manejaba alguien ebrio...- Jadeó, limpiándose el rostro por si alguna lágrima le había traicionado.


-Oh, Tae, está bien...- Le apretó por los hombros, reconfortándole.


-Luego entendí que no podía quedarme a llorar todo el día. Mi bebé está en camino, necesita de mí, tengo que darle lo mejor.


Minho le miró, después de todo Taemin no era tan descuidado como parecía, sólo que seguía teniendo problemas emocionales. Y no podía hacer más que comprenderle, el chico iba a tener un bebé él solo, su pareja no volvería de ningún modo, en este momento su prioridad era trabajar.


-Oh...- Taemin se quedó quieto. –Está pateando...- Esbozó una pequeña sonrisa. -¡Mira Minho!- No dudó en tomarle de la mano e indicarle el lugar donde el bebé pateaba.


-¡Dios! Tae, ¿tienes un alíen ahí dentro?- Se espantó ante tal movimiento.


-Eso es un bebé, tonto.- Se burló. –Se da cuenta cuando estoy triste, o molesto, y no me deja estarlo por mucho tiempo...- Murmuró.


-Es realmente inteligente.- Minho entonces rio. –Será un buen hijo...o hija...Tae, ¿cómo es que no sientes ni un poco de curiosidad?- Volvió a cuestionar, le encontraba totalmente extraño e interesante.


-No lo sé...A este punto, realmente no me importa que sea, seré feliz cuando ya pueda tenerle en mis brazos.


-Ya pronto lo tendrás, Tae...


-Sí...Oh, ya es tarde, será mejor que regrese a casa.- Tiró su basura en su lugar y se decidió a cargar algunas de las bolsas que Minho llevaba acarreando desde hacía rato.


-Te llevo.- Se ofreció, no iba a dejar a alguien en su estado regresar solo a su casa, menos con tantas bolsas.


-No. Ya te robé suficiente de tu día libre. No quiero ser una molestia.- Taemin se encontraba firme en su decisión, y parecía no querer cambiar de idea.


-...Está bien. Pero, te acompañaré al taxi. Necesito asegurarme de que todas las cosas lleguen a su destino.- Le condicionó, acompañándole hasta que él mismo detuvo un taxi y ayudó a su amigo a subir, y poder acomodar todas las cosas que habían comprado.


 


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Taemin terminó su turno, se encontraba hastiado así que se alegraba de saber que podría volver a casa y dormir un poco. Pero, apenas eran las dos de la tarde. Terminó de guardar las cosas en su casillero y salió. Era un bonito día, pero odiaba el sol, le estaba mareando.


-¡Hey! Taemin ah...- Escuchó aquella voz de siempre llamarle.


-¡Minho!- Quiso acercarse, pero no era rápido, simplemente dejó que él se acercara primero. –Pensé que no ibas a venir, ¿qué haces aquí tan tarde?


-Hoy se me hizo tarde, así que fui directamente a trabajar. Pensé en venir después de salir, veo que por poco no te encuentro...- Se consternó. -¿Qué tienes?


Taemin sonrió a medias, podía notar que Minho realmente se interesaba. Pero era normal, le creía un descuidado, lo decía todo el tiempo, y seguramente creía que por eso también iba a ser un descuidado con su bebé. Resopló, no sabía si le molestaba o no, sólo quería volver a casa y dormir.


-No lo sé...- Jadeó. –No he dormido mucho últimamente y tampoco puedo hacer muchas cosas.- Gimoteó. –Estoy cansado, eso es todo.- Se aclaró a sí mismo.


-Eso te pasa por no comer bien, nunca comes bien.- Le regañó.


-¡Por supuesto que como bien! Como de todo.- Taemin cruzó sus brazos quejándose nuevamente.


-Eso no significa comer bien.- Minho sonrió con aire de saberlo todo.


-Sólo necesito dormir, Minho. Me sentiré mejor en cuanto este bebé me deje dormir por veinte minutos.- Comentó con gracia.


-No ha de ser eso, tu bebé se porta bien; ha de ser porque no comes. Quiere que comas bien.- Minho siguió la broma.


-Conozco a mi bebé, sé que esto no se trata de eso.- Se opuso, ¿qué clase de absurda plática tenían?


-Uh...Entonces, ¿me permites? - Se acuclilló, para quedar a la altura de vientre del chico. -Hola bebé, soy Minho, ¿me conoces?- Preguntó. -En este momento lo que importa es que debes portarte bien y probarle a Taemin que está mal y que yo tengo razón.


-¡Hey!- Le gritó, tratando de dar un paso atrás mientras se sostenía del vientre. -No le diga eso a mi bebé, me quiere, no te va a hacer caso.


-Si eso es lo que tú crees, Taemin ah.- Rio, poniéndose de pie. -Vas a casa, ¿no?- Esperó a que el menor asintiera. -Yo te llevo.


-No, está bien.- Taemin se negó rápidamente. -No has comido, quédate. Yo aún puedo llegar a mi casa solo, estaré bien.


-¿Seguro?


-Sí.


-Más te vale que llegues con bien.- Le revolvió el cabello.


Esa vez Taemin si llegó a casa a salvo, y pudo descansar lo necesario. Sin embargo, no eran estos algo diferente a los síntomas de que su embarazo estaba por terminar. Faltaban pocos días para que los ocho meses se convirtieran en nueve, y que todo ahora fuera cuesta abajo.


 


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-¿Diga?- Minho respondió su celular. Era una noche calurosa de junio, se asustó al escuchar su timbre, pero al procesar el tono de su celular contestó.


-¿Usted es el señor Choi Min Ho?- Se escuchó una voz femenina en el auricular. -Habla la enfermera Hwang, del hospital Mi-Jae.


-Sí, soy yo. ¿Qué es lo que ocurre?- Se pasó la mano por la cara.


-Bueno, señor Choi, usted es el contacto de emergencia de Lee Tae Min.


-¿Taemin está bien?- Se levantó de golpe. -¿Qué ha pasado?


-El señor Lee se encuentra teniendo a su bebé en este momento.- Explicó.


-¿Ya? ¿Tan pronto?- Empezó a buscar ropa en su armario. -¿Está bien?


-Sí, señor, no se preocupe. El señor Lee llegó por su propio pie y pidió que llamáramos a su contacto.


-¿Me podría decir dónde queda el hospital?- Trataba de ponerse sus zapatos, evitando no caerse.


Tan pronto como pudo, llegó al hospital, pidió información y caminó hasta dejar un surco en el suelo, esperando a que Taemin saliera. No podía ser que pronto tendría a su bebé, no podía imaginárselo. Taemin se había encontrado tan desesperado hacía poco por ya poder cargarle, y en este momento estaba teniendo a su bebé.


En cuanto le avisaron que ya podía ver a Taemin, corrió a la habitación que le indicaron era la del chico. Abrió la puerta con cuidado, preguntándose si Taemin dormiría. Para su suerte, el chico se encontraba despierto.


-Hey...- Saludó. -¿Qué tal?


-Minho...- Sus ojos se abrieron por completo. -No fue mi intención...Me pidieron un contacto...Entré en pánico y yo...yo lo siento.


Minho rio, Taemin pensaba que él estaba enojado por haberle puesto como su contacto de emergencia. Por supuesto que no lo estaba, se encontraba aliviado que Taemin estuviera a salvo.


-Tranquilo, no estoy molesto.- Le calmó. -Eres tan distraído, que si no me avisas que tuviste al bebé, me hubiese vuelto loco.


-Grosero...- Masculló.


-Puedo ver que si te encuentras bien.- No evitó reír suavemente. –Dime, ¿dónde está...em...- dudó en cómo llamarle.


-Fue varón.- Sonrió. Ya tenía a su bebé, se notaba la felicidad que sentía de poder tener a su bebé. –Lo traerá la enfermera en un momento.


-Así que un varón...- Tomó asiento. –Tienes que ponerle nombre. Todo lo que sé de él es que lo has llamado bebé desde siempre. Y puedo afirmar que no te detuviste ni un momento a pensar en algún nombre.


-No lo hice...- Se veía tan tranquilo, probablemente porque estaba cansado. –Pero ya sé cómo debe llamarse.


-¿Así? ¿Cómo le llamaras?- Minho se movió al filo del sofá, curioso de saber el nombre.


Justo en ese momento, la enfermera llegó con el bebé. Era apenas un bultito en medio de la colcha en donde estaba envuelto. Sonrió a los presentes en la sala, mientras dejaba al pequeñito en los brazos de Taemin.


-¿Primera visita del día?- Preguntó, dándole una breve mirada a Minho.


-Así es, Minho no confía en mí para cuidar a mi bebé.- Se burló.


-Hey, Taemin ah.- Ladró.


-Volveré después por el bebé.- La enfermera se despidió con una reverencia, dejándoles de nuevo solos.


-Mira...- Susurró. –...le presento a mi pequeño Min Sang.


-Inteligente y benevolente...- Minho tradujo el significado del nombre, mientras se acercaba al bebé. –Lo estás obligando a ser un ejemplo.


-Él va a ser el mejor.- Murmuró una risilla. –Yo me encargaré de eso.


Minho rio también, el niño estaba tan pequeño y dormía plácidamente, ajeno a lo que platicaban sobre él.


-¿Cómo este pequeñito puede ser el alíen que habitaba en tu enorme barriga?- Bromeó.


-Oye, ¿me estás llamando gordo?- Taemin le miró mal.


-Sí.- Se burló, riendo cuando también escuchó reír a Taemin.


-Te golpearía, pero estoy cansado...- Jadeó.


-Duerme mientras estés en el hospital, Tae. Creo que de ahora en adelante, Minsanggie no te dejará descansar mucho.


 


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Taemin señaló su casa, Minho había insistido en llevarle, después de que le dieron de alta, y no podía encontrarse más que agradecido. Minho siempre le trataba bien, y era asombroso como se habían vuelto amigos en tan poco tiempo. Había veces en que todo era sencillo y fácil, y esa sensación le agradaba en demasía.


-Llegamos.- Minho detuvo el auto y rápidamente le ayudó a bajar. -Vaya, ¿esa es tu casa?- Ya viéndola de cerca, no era cualquiera casa.


-Sip, pasa.- Taemin le ofreció, cargaba a su bebé con el brazo izquierdo y trataba de abrir la puerta con la mano derecha.


-Wow.- Se quedó sin palabras era aún mejor por dentro.


-¿Por qué te asombra tanto?- Taemin rio, sentándose en un sillón.


-No lo sé, tú el ex ayudante de pescadores y recepcionista en un restaurante familiar. No suenas del estilo de tener una casa en la colina con cinco habitaciones y tres baños.


Taemin evitó reír de nuevo, no quería despertar a Minsang que llevaba durmiendo un largo rato ya.


-Tengo dinero, no mucho, y casi todo lo guardo para la universidad de Minsang. Fue una decisión de Changmin y mía.- Explicó. -La casa fue un regalo de él...Pero siempre se me ha hecho grande.


-Nunca se es grande de más. Mi departamento se ve pequeño comparado con esto.- Seguía observando todo lo que podía de cada rincón. -Wow, nunca pensé...


-Siempre has pensado de mí lo que se te pega en gana, Minho.- No era reclamo, pero la forma en que lo decía sonaba tan a la ligera, que podía llegar a tomarse como si estuviese molesto.


-De nuevo estás haciendo que parezca un arrogante, Tae.- Minho se quejó. -Simplemente contigo las cosas no son lo que parecen.


Taemin ahogó una risa, sentándose en un sofá. Estaba cansado, pero no podía quedarse dormido, tenía la sensación de quedarse viendo a su pequeño hijo todo el tiempo. Era tan bonito y cabía entre sus brazos perfectamente. No le pensaba soltar, era lo único que tenía, y que tanto quería.


-...Se parece tanto a él...- Murmuró.


Minho observó a Taemin, se había puesto melancólico rápidamente. El chico la iba a pasar mal en lo que terminaba de superar el luto que cargaba consigo. Sintió que debía distraerle, antes de que la atmósfera entre él y el bebé se pusiera rara.


-Apuesto a que tu cocina es genial.- Comentó. -Y que nunca la usas.


-Yo si uso mi cocina.- Se quejó.


-¿Tienes hambre? No has comido nada desde hace rato.


-¿Te estás ofreciendo? O ¿sólo quiere probar que eres mejor que yo en la cocina?- Taemin alzó una ceja.


-Un poco de ambas.- Sonrió, molestándole. -Iré a tú cocina, y más te vale que encuentre comida, porque si no también probaría que no comes bien.


-Adelante, señor arrogante.- Arrugó su nariz. -Ya te he dicho que sí como bien. Tú decides no creerme.


Minho volvió a reír, adentrándose en la casa. Sólo se podía escuchar cómo seguía repitiendo expresiones de asombro entre más conocía la disposición de esa casa.


-¿Debemos de darle un tour por la casa, o le causará un infarto? ¿Eh, Minsanggie?- Preguntó alegremente. -Hacía mucho que alguien no viene a esta casa como visita.


Tras varios minutos Minho volvió, encontrando a Taemin charlando con su bebé. Era una escena tierna, Taemin y su recién nacido hijo, le daban la sensación de querer protegerles, sobretodo de los descuidos incidentales de Taemin.


-Ya está, verás lo que es una comida completa.- Le hizo rabiar.


-Arrogante y engreído, eres mala influencia.- Masculló, poniéndose de pie y dirigiéndose a la cocina. Para su mala suerte, ver lo que Minho había cocinado sólo le obligó a exhalar molesto, de hecho se veía muy bien. –Engreído...- Repitió.


-Deja de hacer corajes.- Definitivamente, le gustaba hacerlo enojar. –Tienes que comer, acabas de tener un bebé.


-No voy a creer en tus palabras, eres malo.- Se sentó de mala gana, aún con el bebé en brazos.


-Tae, dame a Minsang, no podrás comer.- Se ofreció a cargarlo.


-No...-Lo pegó más a su pecho.


-Seguirá siendo tu bebé, no importa si lo cargo.- Minho trató de tranquilizarle. –Es sólo mientras comes.


-Pero...- Hizo un gran puchero. –Es mi bebé...


-Siempre lo será, ahora confía en mí.- Extendió sus brazos. Taemin le miró mal por unos segundos, pero tras un rato, dejó que Minho cargara al bebé. Después de todo, él era su amigo, estaría bien. 

Notas finales:

Tengo pensado actualizar pronto, pero no sé cuando >///< He vuelto de un viaje hace poco, y estoy tan cansada que me sorprendería despertar antes del viernes. Aún así, trataré de actualizar la segunda y tercera parte sin tanta espera entre ellas. 

Así que, ¿les gustó? ¿Qué opinan? Ya saben que me encantarías saberlo. ¡Besos! 


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