En el mundo de Kuroko...
Cierto pelirrojo arreglaba sus cosas para salir en dirección al colegio, estaba de muy buen humor, incluso tenía una pequeña sonrisa que adornaba su rostro, desde que el peli celeste le salvara en aquel partido de la Winter Cup, todo había cambiado de manera radical en su vida, ya no tenía miedo de ser derrotado en algo, claro que eso no significa que por ello vaya a permitir que suceda, muy por el contrario, no volverá a permitir una sola derrota en su vida, porque la única persona a la que permite algo así, es ese chico de ojos color cielo, el que le salvó del terrible abismo que el oji rubí llamaba vida, que equivocado estaba, eso que tenía no puede ser llamado vida, pero no más, tiene muchos planes en mente, el primero de ellos recuperar la relación con Kuroko, no, no quiere recuperarla, antes solo eran el sexto miembro fantasma de un equipo de baloncesto y su capitán, y el mayor ya no quiere eso, quiere algo más allá ¿una amistad? Eso tampoco le convence, él quiere más, quiere entregar todo lo que hay en su corazón, solo a él, esa pequeña sombra repleta de luz, pero algo le preocupa, después de la derrota en ese partido, su padre no ha cruzado una sola palabra con él, bueno, tampoco es que el hombre sea muy conversador, la única parte de su personalidad que muestra a su hijo, es la del hombre autoritario que no da tregua ante la derrota, es precisamente esto lo que tan preocupado le tiene, después de saber que su hijo fue derrotado, no hubo un regaño, ni un castigo, nada, extraño considerando que el hombre tiene la idea de que los Akashi deben sobresalir en todo, el chico suspira, extraña mucho a su madre, pero no hay nada que pueda hacer ante su actual situación, niega con la cabeza, eso no es verdad, Kuroko no se rindió cuando el necesito ayuda, así que el tampoco se rendirá, no tirará la valiosa vida que han salvado, baja para desayunar, y luego se dirige a la puerta, pero antes de salir, su mayordomo le dirige la palabra.
-Akashi-sama.
-¿Qué sucede?
-Su padre quiere hablar con usted, así que por favor regrese temprano.
-Está bien.
El menor dijo lo último de manera bastante sería, pero desde que escucho que su padre quería hablar, se tensó, tal vez el miedo que tenía se encontraba más cerca de lo que hubiera imaginado, fue al colegio y tomo sus clases como de costumbre, aunque no logró poner atención realmente, estaba muy estresado, ese día ni siquiera pudo ir al club de baloncesto, paso un momento al lugar para avisar que no podía quedarse a la práctica, al menos no el día de hoy, todos entendieron, y le dijeron que no se preocupara, al llegar a casa, estaba tan tenso que sentía su corazón latir con fuerza, aunque la expresión en su rostro no lo denotara, si había una persona en el mundo que le daba miedo, ese era su padre.
-Bienvenido a casa Akashi-sama.
-Gracias.
-Su padre lo espera en la biblioteca.
-En seguida voy.
Justo las palabras que menos quería escuchar, suspiró y camino en la dirección donde se encuentra su progenitor, tocó la puerta.
-Adelante.- decía su padre.
-¿Se le ofrece algo?
-Toma asiento Seijuro.- y ahí estaba ese hombre con voz profunda y autoritaria.
El pelirrojo se sentó en una elegante silla que había cerca, sin apartar por un momento su mirada del mayor, cada vez estaba más nervioso, el pesado silencio en el ambiente solo le decía una cosa, el tema que su padre quería hablar con él, era delicado.
-Supe que perdiste la final del torneo.
Vaya, justo el tema que no quería tocar.
-Sí, pero...
-No quiero que digas una sola palabra, ya es bastante malo que un Akashi haya sido humillado de esta manera.
-¿Humillado?
-Y todavía preguntas, no tienes vergüenza, no existe nada peor que la derrota, eres una vergüenza para la familia, a veces me cuesta admitir que eres mi hijo.
El menor sintió un dolor intenso en su corazón, sentía que las lágrimas podrían salir de sus ojos en cualquier momento, pero tampoco quiso darle a su padre la satisfacción, respiro profundamente, en un intento de tranquilizarse, lo que logró con éxito.
-Padre, supongamos que tiene razón.
-No, no supongas, la tengo.
El menor sintió un leve temblor en su cuerpo, pero si quería conseguir la libertad que tanto deseaba, el momento era ahora.
-Digamos que le doy la razón, no hay nada que pueda hacer para cambiar el pasado.
-En eso te equivocas.
-No entiendo lo que quiere decirme.
-Sencillo, me han dicho que tú relación con cierto joven de nombre Tetsuya Kuroko te ha cambiado de esta manera, parece que tú amistad con él te ha echado a perder.
-¡Tetsuya no tiene nada que ver!!!!
-¿A no? ¿Entonces por qué te pones a la defensiva?
El pelirrojo no se había dado cuenta de sus acciones, estaba a un paso de ponerse histérico, pero una vez más logró tranquilarse.
-¿Y qué piensa hacer padre? ¿Me va a prohibir verlo?
-¿Qué sentido tiene? Seguro buscaras la manera de encontrarte con él, como si no te conociera.
-¿Entonces qué...?
-A final de mes, te irás a estudiar a Inglaterra, no permitiré que le veas una sola vez.
-¡Pero...!!!
-Eso es todo.
Su padre no le dio la oportunidad de decir una sola palabra y se retiró rápidamente pues tenía asuntos pendientes en el trabajo, el pelirrojo se quedó parado, por primera vez estaba en blanco, tiene la misma sensación que tuviera aquella vez en que Murasakibara le retara, aquella vez que dejo de verlo como su capitán, pero ahora no hay nada que pueda hacer, su padre ha dicho la última palabra, aquel hombre que controla por completo su vida, lo ha hecho una vez más, siente que todo el suelo bajo sus pies, desaparece para volverse un enorme abismo, y él cae sin poder evitarlo, ya no podrá ver a su querido Kuroko.
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En el mundo de magi...
-Vaya, se nota que estas de mal humor Hakuryuu, bueno, tú siempre estás de mal humor.
-¿Y qué quieres que haga? Estoy harto de todo, quiero dar cuanto antes el golpe que destruya por completo a la organización.
-¿Y por qué no lo haces? Sabes que yo te prestaré mi fuerza, después de todo eres mi candidato a rey- decía el oráculo de Kou con una perversa sonrisa.
Pero el oji celeste le miró con fastidio para al fin suspirar.
-Aún me cuesta creer que te acepte como mi aliado.
-No te quedaba de otra, solo no puedes contra Al Thamen.
-¿Y crees que no lo sé? ¡Estoy harto!!! ¡Odio a esa mujer!!!! Si tan solo no existiera ¡Nada de esto habría pasado!!!! Aún tengo pesadillas de ese día, no puedo olvidar que vi a mis hermanos morir en ese incendio, no podría olvidarlo, aún tengo las marcas de esa tragedia en mi piel ¡Odio todo!!!!!
-Lo sé- sonreía el oji rubí- por eso me interesas, estas tan lleno de odio como yo, desde que el enano me mostrará como asesinaron a mi familia he querido destruir a la organización, estoy harto de que controlen mi vida, estoy harto de todos los estúpidos castigos que aún siento en mi cuerpo, por eso no entiendo que estas esperando Hakuryuu.
-No podemos actuar despreocupadamente, acabamos de regresar del calabozo de Belial, estamos heridos y agotados, sería estúpido atacar a esa mujer ahora, y no pienso arriesgarme sin tener una oportunidad, no si quiero vengar a mis hermanos.
El azabache le miró con fastidio, si por él fuera, ya se habría cargado medio imperio, pero sabe que no puede solo contra Gyokuen, si pudiera hacerlo, hace mucho que hubiera recuperado su libertad.
-Haz lo que quieras.
-Lo que quiera no, lo que debo, y recuerda practicar la magia de transferencia.
-¿Para qué rayos quieres que la aprenda? Es muy complicada.
-Te lo dije, planeo comenzar una guerra que partirá al imperio en dos, esa mujer no es nuestro único enemigo, lo es también la organización, y sabes que después de eso, aún tengo que matar a Koen, por traidor.
El mayor le sonrió una vez más.
-Estas lleno de odio, si fuera por ti, matarías a todo ser vivo en el imperio, por eso, tú eres mi único candidato.
-¿Ah sí? ¿Y qué ocurre con Sinbad?
-El rey idiota no tiene tanto odio como tú, aunque algo en él no me agrada.
-A mí tampoco.
-¿Entonces porque pediste su ayuda para la guerra que planeas?
-Es un seguro.
-¿Seguro? ¿Contra qué?
-Contra Koen, estoy seguro que habrá personas en el imperio que lo apoyen para ser el nuevo emperador de Kou una vez haya muerto la bruja de Al Thamen ¡pero ese puesto me corresponde a mí!!!! ¡Mi padre fue quien fundó el imperio!!!! Y no voy a permitir que ese maldito me robe algo que me pertenece.
-Hablas del imperio como si fuera una cosa.
-¿Tienes algún problema?
-Sabes que no, siempre y cuando me dejes participar en la guerra.
-Sabes mejor que nadie que necesito de tú poder de magi, no existe nadie en quien deposite mi entera confianza, solo tú, por eso ¡ve a practicar el hechizo que te dije maldición!!!!
-La próxima vez que me hables así te mató- dijo con una media sonrisa.
-No lo harías- dijo el menor sonriendo con malicia.
-¿Por qué estás tan seguro?
-Por esto- dijo al tiempo en que robaba un beso del mayor dejándolo completamente sorprendido- porque no existe mejor candidato para un magi caído en la depravación que yo, incluso si piensas traicionarme, sabes que yo mismo te buscaría y te mataría.
-Eres un enfermo.
-Por eso me elegiste ¿o no?
El magi sonrió, para salir de la habitación, pero mientras aún estaba en el umbral de la puerta volteó a mirar al menor.
-Destruyamos pronto a la organización.
-Descansa, necesitamos todas nuestras fuerzas si queremos matar a Gyokuen.
-¿Estas completamente seguro de que quieres matarla?
-¿Por qué lo iba a dudar?- sonríe con maldad- no me importa para nada que esa mujer sea mi madre, después de todo ella no dudo ni un segundo en asesinar a sus hijos y esposo.
-Esta familia está podrida.
-Lo sé, por eso voy a destruirla...