Salimos del colegio, estamos corriendo los cuatro por la amplia calle de la avenida principal. Es miércoles y no toca tarde de videojuegos, es el único día de la semana que nos olvidamos de las tareas, los trabajos y labores en casa para dedicarnos a perder el tiempo entre la consola, bromas, eructos y pláticas sobre las chicas que nos gustan. Cuando íbamos bajando por la calle que llega a mi casa el tarado de Mau pisa un gran bache y se cae, el idiota iba viendo su móvil y no puso atención al frente.
-¡Eres un zopenco!- grité soltando las carcajadas
-A eso se le llama ser un retrasado, si ya sabes que don bache está a la vuelta de la casa de Fer- mi amigo Hugo menciona.
-Te ayudo…- Enzo, el otro amigo, se agacha y le tiende la mano al ciego de Mau.
-Sí, claro- con su ayuda logra ponerse de pie.
-Ya, dejen de perder el tiempo y vamos que esta vez si voy a ganar la copa del mundo- digo y acto seguido creemos para entrar a mi casa, lo bueno de hoy es que mamá trabaja hasta tarde.
Entramos y todos tiramos las mochilas junto al sillón grande de la sala, sonrío porque gano el lugar del extremo derecho, junto a mí se sienta Mau y a su lado, al extremo izquierdo, Enzo. Al lento de Fer le toca el piso, le toca estar a mi lado, por eso es que corremos como locos, porque el último le toca sentarse en el frío piso de azulejo de mi sala. Prendo el televisor y enciendo la consola, el jugo de FIFA aparece en la pantalla.
-¡Hoy te patearé el trasero Mau! Espero que estés preparado- sin embargo el tonto no me mira porque está ocupado contestando un mensaje de texto. Acerco mi mano para quitárselo y lo esconde de forma rápida- Ni creas que no me he dado cuenta que estás mensajeándote desde la mañana, de seguro estás de conquista ¿verdad?- noto un sonrojo de su parte y agacha la cabeza. Enzo y Hugo se ríen, es seguro que anda en algo.
Juagamos durante media hora, y mientras lo hacemos la alerta de mensajes de whatsapp de Mau suena constantemente. Aún así, él me sigue dando una paliza en el jugo, ese cretino es demasiado bueno en el juego, lo es en el fútbol real y lo es el virtual, semejante babozote.
-Oye Fer ¿puedo pasar a tu baño?- me pide Enzo.
-Ya sabes que sí, al fondo, conoces el camino, y lárgate rápido que tus gases huelen horrible- le hago con un ademán la seña que se fuera pronto. Su salida la aprovecha Hugo para sentarse en el cómodo sillón.
-¡Al fin! El que va a la villa, pierde su silla- niego con la cabeza y sigo jugando, el teléfono de Mau vuelve a sonar.
-Dile a esa que te deje de joder por un rato- sonrío y él también. Pasaron diez minutos y él se levanta para ir por una botella de refresco que hay en la nevera. De esa forma tanto Hugo como yo aprovechamos el tiempo y jugamos.
-Oye, ya se tardó Mau con la bebida ¿no?- menciona mi amigo al cual le doy una goliza, al menos él no es tan bueno como el otro. Lo miro con el rabillo del ojo y asiento- Voy a apurarlo- está dejando el control cuando lo detengo.
-No, yo voy, sirve que traigo la botana también- me levanto y lo dejo analizando algunas posibles jugadas para que me gane. Como voy descalzo el sonido de mis pisadas son muy leves. Llego a la cocina y el escenario que me encuentro es algo… algo…
-¡Mau!- exclamo abriendo los ojos, él y Enzo se están besando en los labios. Los dos me miran asustados y se separan de inmediato.
-Fer, por favor, por favor, esto yo te lo puedo…- llega sin avisar Hugo, y nos mira expectantes.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras?- nos mira a todos sin comprender lo que ocurre. Los ojos de ese par que hasta hace unos momentos se abrazaba y besaba me miran suplicantes, mi ceño está fruncido, mi quijada cerrada fuertemente y mis brazos cruzados. Todos sabemos en el colegio que si una persona es la más comunicativa del mundo es Hugo, es mi amigo, pero lo conozco, una palabra y él soltaría el chisme por todos lados-¿Pasa algo?- vuelve a cuestionar.
-Pues lo que pasa es que estos cretinos…- mi voz es seria, no puedo creer lo que acabo de ver, bajan la cabeza con semblante de tristeza- estos cretinos se iban a comer la botana ellos solos- suelto y sonrío honestamente.
-¡Oigan infelices!- gruñe Hugo, veo como los otros dos levantan las caras primero confundidos y luego risueños.
-Lo siento, pero no te iba a dejar que te tragaras todo como siempre- dice Mau mientras sonríe.
-Pero no lo voy a permitir, esta es mi casa y hoy seré yo quien se coma todo- tomo la bolsa de papitas que está sobre el horno de microondas y camino rumbo a la sala.
-Vente Hugo, dejemos a estos dos traidores sin comida- lo empujo conmigo y me lo llevo.
-Sí, ahora ustedes dos se quedan aquí sin comida, por ratas- llegamos a nuestro lugar y nos sentamos a comer y jugar. Ellos tardan unos cinco minutos en volver y se sientan en el suelo juntos, los miro de reojo y observo como ambos ven la pantalla atentamente, uno muy junto del otro.
Pasamos unas horas más jugando, el teléfono de Mau dejó de sonar desde que regresaron con nosotros. Ahora tengo una idea de con quién tanto hablaba. Sonrío porque a ese par lo conozco desde hace un par de años y nunca me imaginé que algo como lo que descubrí estuviera pasando. Llegó la noche y mis amigos tenían que irse, el primero fue Hugo. Luego de burlarse por haberlos dejado sin papitas se marchó corriendo.
-Fer… gracias…- me dice Enzo con timidez.
-En verdad gracias…- acota Mau.
-¿Por qué?- les pregunto.
-Por haber callado- contesta el primero.
-No hay de qué agradecer, yo solo fui a mi cocina, vi a un par de personas que se quieren y contarlo no es mi asunto, al fin y al cabo estamos entre amigos- sonrío y les pongo una mano en cada hombro.
-Es cierto, estamos entre amigos… aún no estamos listos- menciona el novio de Enzo.
-Yo los apoyo… aunque tú seas un tarado- le respondo.
-Ten, te lo iba a dar desde hace rato- saca un papel de su bolsillo y me lo da.
-¿Esto qué es?- veo una serie de números.
-¿Te acuerdas de mi fiesta de cumpleaños y de la castaña que te gustó?- asiento, la recuerdo, una chica hermosa, la más bonita que he visto.
-Es mi prima, le he hablado de ti, te quiere conocer pero ella no te va hablar, ya has estado mucho tiempo soltero, a ver si te pones listo- sonríe y se encoge de hombros.
-Mau…- susurro- ¡Eres el mejor!- lo abrazo.
-Ya suéltame, idiota- reímos cuando me dice eso.
-Ya nos vamos, que tengas una buena noche, amigo- se despide Enzo.
-Hasta mañana en la escuela- el otro hace lo mismo y caminando uno al lado del otro, muy juntos se van. Los veo, no encuentro nada extraño, no soy un experto ni un juez, solo veo un par de seres humanos que se quieren y merecen respeto, no son mis amigos por sus preferencias, son mis amigos porque son increíbles; sonrío, cuando estén listos los apoyaré, y cuando no lo estén también. Lo que hoy descubrí es que el amor es amor en cualquier presentación. Ahora, creo que haré una llamada, entro a mi casa y cierro la puerta.