Cuando conoció a Jhon no reparó en él, ¿por qué habría de haberlo hecho?
Es decir, Camilo sólo era un joven adulto que estaba más concentrado en reparar su corazón roto que en interesarse por alguien más en ese momento. Primer semestre universitario en la carrera de psicología, primer día de una nueva etapa de su vida. (Que ya había empezado en otra carrera un semestre antes pero ¡Shh!, nadie necesita saber eso) y tratando de dejar atrás a la primera mujer que había amado.
Porque la había amado, ¿no?
En fin. ¿Por qué reparar en Jhon? Jhon sólo era un rostro más que se apretujó en la puerta para entrar al curso de Matemáticas (el cual terminaría cancelando y Camilo perdiendo), junto a otros 59 rostros más, todos borrosos en ese lunes por la mañana. No tenía nada interesante o atrayente. Unos centímetros más alto que él, delgado y de cabello negro al ras. Con un estilo peculiarmente oscuro de vestir y que conseguiría gafas meses después.
Uno más.
Pasaron tres años. Tres años de palabras y palabras, teoría por aquí y teoría por allá. ¡Teoría debajo de la mesa! Incluso una relación más y otro corazón roto luego (Había comenzado a pensar que todas sus relaciones terminarían siendo de esa forma). Camilo tuvo que tropezarse y tropezarse (él sólo decía que eso era lo divertido de vivir, vaya a saber sí creía o no en su discurso) para entonces caer de rodillas y al levantar la mirada, bueno… Ahí estaba Jhon.
Jhon, que seguía siendo delgado, más alto y de cabello negro al ras. Con gafas de marco redondo al estilo más vintage posible y que manejaba por todo el campus universitario una bicicleta color crema. Que tenía una sonrisa como un enigma y hablaba inusualmente particular en clase, tuteando profesores y generando polémica. Un Jhon al que apenas y había reparado como compañero y que de pronto, sin saber cómo o por qué, se ubicó en su mapa de la manera más insólita posible.
Después de ese momento qué no supo cuál ni dónde fue, Camilo no dejó de pensar en él. Ni en el hueso de su clavícula que siempre quedaba expuesto debido a su manía de vestir camisas sin mangas y con un escote muy ancho, donde se apreciaba (en todo el CENTRO, en medio de las tetillas) un tatuaje que daba la ilusión de piel desgarrada y dos profundos ojos negros asomándose por la herida. Un concepto tan oscuro y enigmático como su ropa y su presencia.
Y sin embargo, Camilo no dejaba de pensar en que un brillo inusual que aparecía en el ambiente tras la ráfaga de imágenes de Jhon en su cabeza. No que fuera algo que diría en voz alta, claro está. Camilo es heterosexual, o más bien, sexual (sí desea algo, lo tiene y ya está. Sea mujer u hombre, ¿para qué encasillarse?). Ha tenido sus experiencias. Ha tenido sus deseos.
Justo ahora, desea a Jhon.
Lo desea como a nada.
Pero antes de que lo tenga, devolvámonos un poco.
Poco antes de que reparara en él.
Donde realmente comenzó todo.
¿Y sabes cómo empezó todo?
Con Camilo, nuestro chico sexual, enrollándose con su amigo más cercano de la universidad. Claro, estaba borracho y su amigo estaba despechado. Terminaron una noche tras las gradas de la zona deportiva, frotándose uno contra el otro con tanta fuerza que sus pieles quemaban debido a la fricción, con tanta desesperación que Camilo no dejó de pensar que podía hacerse daño. Pero no importó, porque había alcohol nublándole la mente y cuando Daniel (su querido amigo) metió su lengua hasta su garganta, Camilo se dejó llevar, se dejó arrastras hasta detrás de las graderías y lo disfruto.
Diablos, como lo disfruto.
Pero espera, iremos un poco más lento.
Un corazón roto por allá en el 2014 es el inicio de esto.