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Sexo casual por Haruka Eastwood

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji anime/manga son propiedad de Yana Toboso-sama y las tonterías aquí escritas son mías.

 

Dedicado a Blankita P. =3 lamento el retraso y espero que te guste.

 

Notas del capitulo:

Hola!! ¿Alguien me extraño? Sé que algunos dirán que no debo estar publicando porque tengo fics sin actualizar, pero sinceramente no me pude resistir xD Este es un proyecto corto, aunque todo depende de ustedes y su paciencia para soportar mis retrasos en actualizaciones D:

Si la idea les gusta es probable que tenga unos 8 capítulos, de lo contrario solo serán 3

Ciel: A mí no me gusto, yo opino que solo sea un two-shot.

Sebastián: Bochan, no sea malo con Haruka-san.

Sebby, por eso te amo ♥ sin más preámbulos yo los dejo leer

Titulo: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imagino que protagonizarían el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años.

Género: Romántico. AU.

Advertencias: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: Pocos (?

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sexo casual

Ciel Phantomhive Pov

Capítulo 1: Noche en el elevador

—Mierda —farfulle, sintiendo como la cabeza me daba vueltas.

Estaba mareado y me costaba trabajo ubicarme, aun así era consciente de que mis labios eran cazados en un beso hambriento y desesperante, que acababa con el poco aíre de mis pulmones. Me deje hacer sintiendo sus calientes y grandes manos recorrer mi cuerpo con desespero, embriagándome de su encantador aroma a colonia, humo de cigarrillo y whisky.

—Eres exquisito —gruño entre jadeos, contemplándome como una bestia al acecho.

En este caso yo era la presa, una estúpida presa a la que no le importaba mostrar el cuello para que el animal que tengo enfrente —el mismo que presiona su duro sexo contra mi vientre— me devore. Deseo ser consumido por él en toda la expresión de la palabra, me siento dominado por un deseo primitivo y poco racional que, me orilla a desear sexualmente a este hombre, lo cual es una locura si analizo bien los hechos.

No tengo idea de cómo se llama, cuántos años tiene o si es casado, la verdad no me importa. La primera vez que lo vi fue hace aproximadamente una hora en la reunión de la empresa, la cual se hace cada año el veinte de Diciembre, para que los empleados convivan con motivo de Navidad, ya que los siguientes días nadie se presenta a la oficina. Había bebido más de lo que puedo recordar, así que cuando comencé a bailar al son de la música, mi cuerpo simplemente se estremeció con su cercanía, y mi vista se deleito con sus eróticos y sensuales movimientos.

Cruzamos un par de palabras —las cuales no recuerdo— y repentinamente nos estábamos besando. Debo admitir que es el varón más guapo que he llegado a ver, con su metro noventa, piel blanca y cabello azabache. Aunque lo que más me llamo la atención de él fueron esos ojos escarlata que, me observaban con un fulgor vehemente que erizaba cada parte de mi cuerpo, enviando una sensación de cosquilleo al vientre, atrayéndome hacía él como polilla hacia la luz.

Mi cuerpo gritaba incesantemente: ¡Deja que te folle una y otra vez! Y como todo buen doncel que soy, no estaría mal un poco de sexo sin compromiso con un sexy desconocido, después de todo, ya no tengo compromiso y considero que mis veintiún años de vida, son suficientes para saber que puedo y que no puedo hacer, así que actualmente nos encontramos en el elevador directo al estacionamiento, de ahí a su departamento a tener un poco de sexo casual.

Joder. ¡Joder! ¡¡Joder!! Estúpido perro. Sus manos han aprisionado mis muñecas sujetándolas sobre mi cabeza y su rodilla ha separado mis piernas mientras él se frota con descaro, haciéndome gemir como si fuera un cualquiera, aunque con mis acciones debe de estarlo pensando, ¿pero a quien rayos le importa? Mi cordura, lógica y raciocinio hace varias horas que se largaron. Vibro y me estremezco entre sus brazos, soltando un par de jadeos que caza ágilmente entre sus expertos labios que saborean los míos minuciosamente.

—Mmm E-Espera ¡Ah~! A-Aquí… No… —gimo roncamente cuando sus besos llenan mi cuello, derritiéndome sin mucho esfuerzo, sintiendo su duro miembro, aprisionado entre sus pantalones. Tengo deseos de tocarlo, lamerlo y saborearlo.

—Sí, aquí sí.

Mis muñecas las aprisiona con su mano derecha, mientras que la izquierda viaja a los botones del elevador presionando uno, y a los pocos segundos el elevador se sacude, erizando cada parte de mi piel por la impresión. Él maldito ha hecho que nos detengamos entre el piso quinto y sexto. Afortunadamente en el edificio hay tres elevadores, así que nadie extrañara uno, por lo que mando todo pensamiento coherente a la mierda esperando que se quede allá un par de horas. Y comienzo a forcejear para que me suelte y poder tocarlo como se debe.

—D-Déjame hacerlo —ronroneo con toda la sensualidad que me es posible (maldito alcohol).

Siento que solo balbuceo cosas inentendibles. También soy consciente de mi repentino ataque de rebeldía, el mismo que me hace actuar como una ramera necesitada de sexo, aunque este hombre no es precisamente alguien que cualquiera pueda ligar. Sus perfectos labios se curvean en una sonrisa ladina, mientras los míos dibujan una expresión arrogante. En cuanto me suelta me arrodillo y froto su prominente erección, besando la tela y bajando el zipper con los dientes, sus ojos se clavan en los míos, está impaciente.

Me encanta jugar y al igual que en el ajedrez, ha llegado el momento de hacer mi movimiento. Libero su falo: enorme, majestuoso e hinchado; las venas se remarcan a la perfección y de la punta gotea un poco de liquido pre-seminal. Trago saliva con dificultad y mi estomago es una guerrilla de mariposas cabreadas que luchan por salir, aun así mis ojos no se apartan de los suyos en el momento de lamer la punta en círculos, escuchando su gemido ahogado.

—Eres una putita golosa —brama.

Mi seño se contrae, con malicia engullo su falo y muerdo la base, deslizando mis dientes por todo el tronco, apoyándome en sus muslos. Tiene un sabor dulzón que me es bastante agradable, por lo que comienzo a mamársela con gusto, siendo sujetado del cabello, obligándome a acelerar. Su polla se adentra en mi boca con descaro, en un acto que considero un ultraje y que me provoca arcadas porque el maldito sigue moviendo sus caderas, follándome con frenesí.

Solo me queda ladear la cabeza un poco y concentrarme en mi tarea. Sujeto la bese de su polla con una mano y con la otra masajeo sus testículos, saboreando la punta y haciendo presión en el pequeño orificio. Está a punto de correrse, su cuerpo se tensa, y sus largos dedos tiran de mi cabello con saña. Aumento el ritmo, sus gemidos se vuelven más roncos, más excitantes y de repente siento una explosión en mi boca, dejándome saborear su esencia la cual termino por beberme al no saber que más hacer con ella.

Y en un acto morboso, saco su miembro de mi boca y comienzo a limpiarlo de los rastros de semen. Mi lengua se desliza hábilmente por toda su longitud, dándome el placer de lamer sus testículos escuchando su voz descomponerse ante el placer. Sonrió ampliamente y finalmente me levanto dándole la espalda.

—Soy una putita que quiere tu polla en mi culo —me inclino un poco mirándole de soslayo.

Sus preciosos rubíes se abren por milésimas de segundos en una expresión que clasifico como incredulidad, la cual no dura, ya que se abalanza sobre mí, presionando su miembro contra mi trasero sujetándome de la cadera con rudeza. Muerde mi cuello con fuerza y su diestra se desliza por mi vientre, desabrochándome el pantalón, bajándolo hasta mis muslos, dándole vía libre a mi trasero.

—Tienes un precioso culo —exclama al separarse, viendo mi retaguardia mientras suelta un molesto silbido como si estuviera evaluándome, añadiendo—: por lo que me encantara enterrarme en ti.

—Idiota.

No dice más, simplemente se frota contra mí, deslizando su enorme falo entre mis nalgas antes de separarse un poco, apresando el lóbulo de mi oreja entre sus dientes. Cierro los ojos gimiendo con gozo. Las piernas me tiemblan y solo puedo sujetarme a la pared del elevador, ignorando por completo que puedo ver cada gesto de aquel maldito moreno, gracias a que está lleno de espejos, por lo que no le prestó atención al momento en que saca un condón de su pantalón, colocándoselo en tiempo record.

—¿Listo, zafirito?

—Ciel —bramo con molestia—. Mi nombre es Ciel~

Su sonrisa socarrona se amplia y sus dedos toman mi barbilla obligándome a verme en el reflejo del elevador. Estoy sonrojado y repentinamente siento que estoy en un maldito infierno. Jadeo, no sé si de éxtasis o vergüenza por mirar mi reflejo mientras me penetran, aunque cualquiera que sea el motivo, aumenta mi libido al mil.

Él apoya su barbilla en mi hombro, aprieta los labios y yo gimo fuertemente al sentir como se adentra en mí de una sola estocada: potente y salvaje que llega hasta lo más profundo de mí. Estoy perlado en sudor, con la respiración irregular y el corazón latiéndome a mil por hora.

—Sebastián —ronronea lamiéndome el cuello—. Es un placer… Ciel —lentamente se desliza fuera de mi cuerpo, sin salir por completo.

—¿No crees qué… Es un poco tarde para presentaciones~? —Arqueo una ceja mirándolo divertido, aunque no dura mucho, ya que me vuelve a penetrar con fuerza, tocando un punto dulce en mi interior—. ¡Mierda… Sebastián!

 —No lo es —afirma, mientras comienza a masturbarme—. Y es que me encanta que gimas mi nombre… Es excitante, ¿No lo crees así, pequeño Ciel~?

—Bastardo —chillo ofendido.

El muy maldito sabe cómo hacerme cabrear, al mismo tiempo que logra excitarme como nunca antes. Tengo la frente contra la pared del elevador, viéndolo por el reflejo, su cuerpo musculoso me aprisiona, comenzando un vaivén salvaje, entrando y saliendo a un ritmo malditamente delicioso que me obliga a aferrarme a la nada, gimiendo su nombre. Realmente no creo aguantar mucho, sobre todo porque me masturba al ritmo de sus penetraciones, jadeando sobre mi oído, comenzando a susurrar guarradas.

—Estas muy apretado~ ah…

—Ya n-no aguanto —balbuceo.

Tengo la mejilla contra la pared y los cabellos pegados a la frente. Aun así miro a Sebastián y sus múltiples muecas de placer. ¡Dios! Es malditamente sexy el muy bastardo.

—Yo tampoco~ —farfulla.

Estoy en mi límite. La visión se me nubla y me abandono al placer de este hombre, imponente y peligroso. Al final término por correrme en su mano, aun así él sigue embistiéndome con fuerza un par de veces antes de terminar en mi interior. Siento desmayarme, y no sé cómo encuentro la fuerza necesaria para seguir de pie y acomodarme la ropa a velocidad luz, viendo que él hacia exactamente lo mismo, presionando el botón del elevador.

—Idiota —digo aun jadeante—. Podías haberme dicho que presionarías el botón.

—Podría, pero es más divertido verte acomodarte la ropa con una expresión de susto.

Ya no digo nada, en ese instante las puertas del elevador se abren en el estacionamiento, y veo a un par de personas con cara de molestia. Al parecer, habían estado esperando el elevador desde hace mucho, por lo que carraspeo incomodo, pensando en que lo mejor sería sonreír como un pervertido y pasar de lado, aunque un poco de mi sentido común vuelve a mí.  

—Estúpido elevador —farfullo—. Veinte minutos antes de que las puertas se abrieran.

—Vaya, vaya, aun no sé cómo esta clase de cosas siguen pasando —Sebastián finge lamentarse.

Ambos hombres levantan los hombres, restándole importancia, mientras yo me dirijo a mi auto entre hipidos, haciendo milagros para no caer, seguido de cerca por Sebastián.

—Y… ¿Cuál es el plan? —pregunto sugerente, jugando las llaves en mi mano.

—Mi casa está a unos veinte minutos —ronronea, rodeando mi cintura con su brazo, comenzando a llenarme de pequeños besos.

—La mía a solo diez~

•••

Me remuevo incomodo en la cama, siento que la cabeza me martillea. Y la bebida comienza a hacer mella en mi pobre organismo, de hecho desde ayer, la verdad es que no recuerdo mucho. Estaba en la mesa tomando unas cuantas copas cuando recibí un mensaje de Claude diciendo que había terminado conmigo. Me enoje, le llame y fue tan bastardo que ni siquiera quiso contestarme, y como no le daría el placer de verme triste por su culpa —a pesar de que no estaba cerca—, termine por beber todo lo que encontré a mi paso… después…

Después no recuerdo que paso. Joder, el estomago se me revuelve y de un salto me levanto de la cama corriendo hacía el baño, mientras me hago la promesa de no volver a tomar nunca en mi vida, y es que acabo de devolver todo en el retrete, logrando que el sabor amargo me dé aun más arcadas. Al final no tengo idea de cuánto tiempo demore, pero comienzo a cuestionarme sobre como mierda es que llegue a mi casa.

La cabeza y el cuerpo me duelen horrores, así que cuando me paro frente al lavabo es que me doy cuenta que estoy completamente desnudo, no solo eso, tengo marcas de beso en todo… ¡Todo! Mi cuerpo, unas cuantas mordidas y arañazos ponen el toque final, ay no. Con el cepillo de dientes en la boca, salgo del cuarto quedándome de piedra al ver que hay un enorme bulto bajo las sabanas de “mi” cama, el cual se empieza a remover, dejándome ver una espesa mata de cabello azabache.

—¡Joder! —Chillo sin poder creérmelo, justo en el momento en que un celular comienza a sonar.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Si les gusto se agradecen rw, de lo contrario ya no escribo (? Y pues antes de irme, les diré que esta historia nació hoy xD yo estaba tomando mi decima u onceaba copa… la verdad no recuerdo y repentinamente me llego un mensaje que decía así: «Amor, no me atrevo a decírtelo de frente, pero esto ya no puede seguir así, te ame, sin embargo lo nuestro termino, di todo de mi pero como siempre, parece ser que para ti nunca fue suficiente» xD la verdad hace años que no tengo novio así que me reí como loca y después me puse a escribir =D

Aunque pobre chica/chico al que se lo mandaron… en fin. ¡Haru los ama!

Mil gracias por leer~ ♥

Haruka Eastwood


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