Primera razón.
Tomándose de las manos
Era difícil, sí.
La mayoría del tiempo, la confianza entre ambos era gratamente abundante. Se decían las cosas a la cara, peleaban por cualquier estupidez, reían juntos, lloraban, nadaban, todo era fácil.
Pero el día anterior, hacía una semana, uno de los que pensó su mejor amigo se había parado frente a él, bajo un árbol de Sakura -siempre tenían ahí los encuentros "importantes"- y, con las mejillas sonrojadas le había hablado en tono brusco y a balbuceos. Haru tuvo que pensárselo varias veces hasta poder rescatar la frase de aquellos finos labios a los que nunca antes había visto por demasiado tiempo como en ese instante.
"Me gustas"
Y una sonrisa se expandió por su rostro. Porque sí, Rin Matsuoka se le había declarado, cosa que era impresionante, ya que todos sabían la dificultad que este había desarrollado para ser honesto con sus sentimientos.
"Tú también me gustas"
Había dicho. Y ahí estaban ahora, en su quinta cita con solo una semana y un día de relación. Caminaban tranquilamente a lo largo de la costa, donde Haru había planeado nadar pero no quería que Rin lo hiciese, porque nadar en primavera aseguraba un resfriado. Y si él se resfriaba, el pelirrojo lo cuidaría. Pero si ambos terminaban enfermos, ¿con qué excusa lo mantendría en su casa? Lo más seguro sería que su hermana y su madre o quizá Nitori -su compañero de cuarto- se hiciesen cargo de él.
Así que entonces caminaban en tranquilidad. Haru quería algo más íntimo. Rin había dado el primer paso pero no había llegado a más y no entendía por qué. Si del pelirrojo se tratase, él lo haría y ya. Pero Haru no encontraba el valor.
Y Rin estaba rozando su mano contra la de Haru mientras andaban.
Respiró profundamente y observó el perfil de su novio, quien charlaba acerca de una película que quizá verían después. Soltó el aire y atrapó la mano de Rin entre la suya. El pelirrojo adquirió un leve sonrojo en las mejillas y tartamudeó su última frase mientras aceptaba los dedos del pelinegro entre los suyos.
─Sí, quizá debamos verla mañana, ¿estarás ocupado? ─cuestionó Haru. Rin sonrió.
─No, podemos ir y verla. Y quizá después pueda ir a tu casa y tener una guerra de cocina. Sé cocinar muy bien la caballa. Seguro querrás más.
─Si es caballa, siempre quiero más ─Rin rió.
─Claro, lo sé. Ve decidiendo con cuál platillo deseas perder.
─Cualquiera de mis platos acabará con el tuyo de inmediato. Seguro la asarás y va a quemarse ─explicó. Rin le apretó la mano, gruñendo.
─Nadie asa caballa como yo.
Haru le regaló una hermosa sonrisa que le hizo desviar la mirada al mar. Nagisa saltó varias veces en su lugar, pasándole los binoculares a Rei.
─ ¡Son de lo más tierno! ─gritó desde su lugar tras un arbusto en la colina, donde se habían escondido -porque él quiso- para espiar la cita de sus amigos─ Enserio fue una buena idea ponerle a Haru-chan ese micrófono, ¡con lo despistado que es!
─Espiar a la gente no es hermoso ─contestó Rei mientras acomodaba los binoculares y observaba la escena a distancia. Makoto asintió, quitando el aparato de sus manos para ver él también.
─Pero sí son bonitos juntos ─corroboró con Nagisa.
Observó la sonrisa sincera de Rin mientras escuchaba su risa por la bocinita que Nagisa cargaba, pasando a ver la mirada de admiración que Haru mantenía y terminando en la unión de sus manos. Se aferraban el uno al otro, era un lindo gesto. Y ambos mantenían un pequeño sonrojo en el rostro.
Porque, claro. Era la primera vez que se tomaban de las manos de esa manera.