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THE CALLED por Karenlauren

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- Mírame.

 

- …

 

- ¿Y bien? – una voz impaciente.

 

- …

 

- ¿Pero va a afectar eso? – No entendía la otra voz.

 

-…

 

- Ya veo. - ¿Decepción?

 

-…

 

- Entonces me pasaré luego. – Esto empezaba a ser molesto. Esperé lo que me pareció una eternidad y abrí los ojos, o por lo menos lo intenté. ¿Por qué todo estaba oscuro?

 

Alcé las manos y tanteé a mi alrededor, sentí un pequeño dolor en mi brazo y un golpe.

 

- ¡Gaara! - ¿mi nombre?

 

-…

 

- ¿Estás bien? – Asentí con la cabeza mientras me quitaba la venda de los ojos. Estaba en la enfermería, seguramente me había desmayado.

 

 Me empecé a vestir bajo la atenta mirada de la enfermera. La vieja Tsunade como la llamaba Naruto, un chico algo molesto pero amable, ambos compartíamos un gran secreto.

 

Me puse en pie y enseguida caí de nuevo sobre el colchón.

 

- Si no te puedes levantar deberías descansar. – Dijo Tsunade encendiendo un cigarrillo. Que sano.

 

Simplemente la ignoré y traté de levantarme de nuevo, me tambaleé pero lo conseguí. Con una mirada demasiado seria para alguien de mi edad me encaminé hasta el aula de nuevo con la enfermera pisándome los talones.

 

- ¡Gaara! – Me paré para ver que quería. Me puso en la mano una justificación. – Dale esto al profesor de gimnasia, no quiero que hagas esfuerzos, es la tercera vez que vienes a la enfermería esta semana y…

 

Dejó de hablar al ver que no la escuchaba, simplemente estaba mirando el papel entre mis manos.

 

Ella volvió a la enfermería y yo al aula, vacía.

 

Olfateé el aire, no había nadie en clase… empecé a ponerme la ropa de gimnasia, cuando terminé de ajustarme esos estúpidos pantaloncitos que apenas dejaban nada a la imaginación salí a la pista y me reuní con los demás.

 

El profesor Lee me saludó con energía, pero no me preguntó dónde había estado. Tan solo me dijo que hiciera veinte vueltas a la pista para calentar.

 

A la décimo quinta me volví a desplomar sobre el suelo.

 

Desperté de nuevo en la enfermería. Tsunade me estaba examinando los ojos con una linternita… acababa de llegar ahí, sino Shino, uno de mis compañeros, ya se hubiera ido.

 

Le saludé con la cabeza mientras Tsunade se quejaba en voz alta de lo irresponsable que era. Ella nunca me dijo cuando debía usar ese papel así que no me lo tomé a mal. Era su culpa por no dar más detalles.

 

Enseguida entró Kiba a la habitación armando más jaleo, suspiré y me quedé embobado… ¿dónde se habría hecho esos tatuajes? Quizá en el mismo sitio que yo… no se no se, supongo que podría preguntarle.

 

- ¿Hola? – Me sobresalté al encontrármelo justo enfrente de mis ojos, nuestros labios casi se rozaron. Suerte que me aparté. Él empezó a reír. – Eres muy gracioso… y lindo.

 

Creo que si en esos momentos ya había enrojecido, ahora iba a necesitar a los bomberos. Aparté la mirada avergonzado.

 

Él me cogió de la barbilla y me obligó a mirarle.

 

- No me hagas eso… ¿si? – Le miré confuso.

 

- E-el… ¿qué…? – Tusnade se dio la vuelta como si hubiera caído un rayo y Shino alzó sus cejas con sorpresa.

 

Kiba sonrió de lado. Casi se me cae la ropa interior con ese gesto.

 

- ¡Has hablado! – La vieja le apartó de mi lado y me cogió las dos mejillas estrujándolas con su fuerza inhumana. - ¡Has hablado! Dios mio… ¡Has hablado!

 

Le quité las manos con esfuerzo y traté de huir pero ella me agarró en su abrazo de pitón mientras Kiba se reía, pero Tsunade también le cogió y nos aplastó contra sus pechos. Antes que me pudiera dar cuenta… nuestros labios se habían tocado.

 

Oh, joder…

 

Kiba y yo nos estábamos besando.

 

Mierda.

 

 

Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.

 


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