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CLOSE YOUR EYES por LILITH_HIWATARI

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Notas del fanfic:

Descendientes no me pertenece ni ninguno de sus personajes. 

No se en que estaba pensando.

No me odien por favor.

 

 CLOSE YOUR EYES


 


“If this was our last dance,


I'd wait in the rain,


Just to see your face.


If this was our last chance,


I'd ask you to stay,


For one last dance.


 


Close your eyes, oh.


Close your eyes, oh.


I am here,


I am here.”


 


Jay no era un idiota si había pasado tanto tiempo esperado era por algo, sabía muy bien como planear sus golpes era después de todo el mejor ladrón de toda la isla, planear como apoderarse de aquellos artículos tomo de toda su astucia, la cual ahora ponía en práctica nuevamente, atacar su antigua hogar en estos momentos será estúpido, ellos  estarían esperando, listos para luchar  y evitar a toda costa ser exterminados.


 


Por eso esperaría, pacientemente hasta que estuvieran tan desesperados, hasta que se sintieran a salvo o aquellos otros habitantes sintieran la necesidad de tomar el control de la isla nuevamente, Jay sabía que era cuestión de tiempo antes de que una guerra interna en aquella isla empezara.


 


********************


 


Su presa fue capturada en un instante, abrió el cráneo tomando el cerebro, aquel jugoso manjar que su pequeño tanto agradecería.


 


Él podía controlar el hambre, estaba ahí, molesta como siempre pero era totalmente controlada por el, seguir pensando de forma racional y actuar como una persona normal, pero su amado niño, su Carlos, él era una historia diferente, si el pequeño pasaba demasiado tiempo sin probar bocado de algo fresco su mente se perdía, se volvía incontrolable, salvaje, rabioso, actuando como aquellos otros caminantes atacando todo a su paso, buscando desesperadamente algo con que alimentarse.


 


Ahora mientras abrías lentamente aquella puerta donde le habías encerrado tras atacarte por no dejarle salir te preguntabas si podrías controlarle para siempre, la razón por la que el control de Carlos fuera tan débil, que la maldición no le afectara como a ti.


 


Un joven cuerpo se abalanzo contra ti, el olor de sangre fresca, de alimento le llamo, como todo un depredador se lanzó sobre ti, buscado la fuente de alimento, la pequeña bolsa donde mantenías el festín fue casi arrancado de tus dedos para ser devorado en instantes, no duro mucho, el hambre de tu joven amante era inmensa y en cuestión de minutos la bolsa aun con restos de sangre y sesos fue olvidado. Aquellos jóvenes labios atacaron los tuyos  obligándote a caer al suelo, el golpe en tu cabeza fue ignorado cuando  un cuerpo se posiciono contra tu regazo, cuando unas frías manos se aferraron a tu pecho acariciándole, buscando contacto contigo, incitándote a reaccionar a sus caricias.


 


Todas tus penas fueron olvidadas, aquellas preocupaciones de minutos antes fueron sustituidas por lujuria, lujuria liquida que bebías de sus labios, aquella pasión con sabor a cobre, a sangre, a muerte. Tus manos se aferraron a sus caderas atrayéndolas a las tuyas, bebiendo con deleite los gemidos que escapaban de su garganta, tus labios fueron desfilando por su cuello, besando, chupando, mordiendo suavemente la piel expuesta, aquella que hasta hace unos días cubría un vendaje, una sucia venda que fue sustituida por una gasa ya que cubría su deliciosa piel.


 


La herida del otro lado de su cuello, aquel lugar donde le reclamaste por primera vez, la mordida con la que le volviste tuyo te recordó tu dilema, tus heridas nunca sanaron, pero la sangre dejo de brotar, la carne fresca en esta se seco completamente y si aun las cubrías con vendas era para evitar tener la visión de piezas faltantes en tu piel, esas heridas te recordaban lo jodido que se había convertido el mundo.


 


Pero para Carlos significaba otra cosa, significaba que era parte de ti, que ahora estarían justos para siempre, eternamente aun ahora después de la muerte, su pequeño cuerpo seguía frotándose contra el tuyo, sus labios volvieron a besar los tuyos, a saborear tu boca, a  intentar embriagarte con aquel deseo de tenerte, sus manos vagaban bajo tu sudadera buscando desesperadamente el contacto con tu piel, con tu alma, se separa de tus labios lo suficiente para exponer su cuello en un acto de sumisión, de entrega por completo para ti, noto tu falta de cooperación y eso le preocupo, el quera hacerte feliz, hacerte saber que amaba estar junto a ti, ahí en ese momento en formar parte de ese mundo del que ahora pertenecían.


 


Su herida, aquella marca tuya, aquella huella de tu egoísmo al reclamarle con tuyo, las tuyas “sanaban” pero la de Carlos no, su herida sangraba si ejercías presión, y aun que no podía sentir ningún dolor por ella, el aroma de podredumbre que despedía te hacia preocupar, él no reacciono igual que tu, su cuerpo estaba muriendo, se descomponía como los de los demás caminantes y tu corazón se rompían ante eso.


 


-          ¿Jay? – te llamo aquella melodiosa voz, sin darte cuenta le habías abrazado con fuerza, enterrando tu nariz en su cuello, aspirando aquel aroma a muerte, arrepintiéndote de haberle hecho aquello - ¿ que está mal? – volvió a llamarte - ¿te he hecho daño antes? -  oh tu pequeño creía que estabas molesto o al menos  seguía pensando en aquella lucha que tuvieron momentos antes de encerrarlo en ese lugar.


-          Todo está bien – sonreíste tomando su mejilla entre tus manos  para besarlo con fuerza – estas aquí después de todo – murmuraste antes de volver a besarlo, de colocarle en el suelo y cubrir su cuerpo con el tuyo, de llenar de besos y carisias en una disculpa silencio, de abrazarle con fuerza y remordimientos ante tus actos – todo está bien – volviste a susurrar convenciéndote a ti más que a nadie.


 


Tal vez tus besos se hicieron más salvajes, tus caricias mas rudas, y tu  intento de consuelo paso a segundo plano, tal vez la lujuria te hubiera controlado por completo y hubieras tomado el frio cuerpo de tu amor en ese momento,  tal vez tendrías entonces algo más de que arrepentirte si no fuera por ellos.


 


Un ruido de caminantes en carrera, el llamado de la caza de carne fresca te hizo detenerte de cometer otra locura, la voz de un humano te hizo salir corriendo del lugar, alguien vivo, alguien con pulso, una presa.


 


La mirada del pequeño que te observaba desde el suelo con desconcierto te  convenció, tu le traerías algo fresco, encontrarías algo para que ese pequeño comiera y volviera a ser normal tanto tiempo como fuera posible, tu mantendrías bajo control a Carlos, no ibas a permitirle llegar a ser   una de esas cosas.


Así fue le abandonaste, corriste en busca del ansiado alimento, de aquello que lo mantuviera cuerdo, una expiación por el gran pecado que cometido. 


 


Fue ahí cuando Jay los vio, humanos, carne fresca y aun que el hambre le dijo que atacara al instante, el espero, la oportunidad perfecta, el momento adecuado. Aquellas personas eran de la isla, la forma en que se movían abriéndose paso golpeando caminantes sin dudar, alguno de ellos hasta se bufaban y reían al destruirlos, definitivamente ese estilo único de violencia desenfrenada, de deseo y anhelo por causar dolor en los demás era simplemente inconfundible.


 


Debían estar desesperados en la isla como para venir a buscar alimentos en Auradon aun infestados de caminantes, el nuevo reino de Mal se caía a pedazos.


 


Tu sonrisa se hizo inmensa  imaginando la guerra interna que abría en tu antiguo hogar, si no es que Mal ya había esparcido la maldición, tal vez era hora de reunirte con tu familia, pero antes saciarías tu hambre y obviamente llevaras algo para tu hermoso niño que te aguardaba en la seguridad de aquel cuarto.


 


Un fuerte disparo interrumpió tu cena, mientras devorabas con deleite al último hombre de aquel grupo que con tus propias manos acabaste, dejaste entonces aquellos cuerpos a merced de todos esos otros que llamados por la sangre fresca y gritos ahora se acercaban y alimentan de ellos.


 


El sonido se intensifico y de inmediato le reconociste, esa era la escopeta de Gastón, aquella que solía usar en la isla para amenazar a todo aquel que intentara atacarle. Recordabas escucharlo por las noches, cuando aquel cazador salía por presas humanas, aquellas noches cuando niño aterrado de miedo te aferrabas en el rincón donde dormías, cuando descubriste que los disparos era para aquellas personas que seguían en las noches en las calles frías de la isla.


 


Lo que te hizo moverte fue el miedo al descubrir de donde provenían esos disparos, estaba muy cerca del museo, muy cerca de Carlos.


 


Saliste corriendo lo más rápido que podías llamando la atención de varis otros cadáveres en el camino que paseaban sin rumbo fijo, los cuales empezaron a seguirte por instinto tal vez, la idea de carne fresca o el aroma  sangre que ahora bañaba tu piel, sin importar la razón aquellos te siguieron hasta el museo lo cual fue perfecto  todavía no era muy tarde.


 


-           ¿pero que tenemos aquí? – una voz muy familiar para ti se burlaba.


-          Siempre supe que terminarías muerto De Vil – continuo una segunda voz.


-          Descuida le pondremos fin a tu miseria – volvió a reírse la primera voz que levantaba aquella arma para atacar a ese pequeño que gruñía desde una esquina de la habitación, pues la cordura en su cabeza ahora totalmente clara le detenía a atacar como un animal salvaje.


 


********************


 


Carlos aún estaba consiente cuando escucho aquellos ruidos fuera del museo, luego que Jay le dejara y ordenara quedarse en silencio, entonces la  puerta se abrió de golpe y frente a él estaban aquellos chicos que solían torturarle en la isla.


 


Los gemelos Gastón charlando sobre lo divertido y fácil que era matar caminantes, sobre lo emocionante de salir de la isla para poder disparar a cosas reales, uno de ellos llevaba la arma de su padre, aquella horrible arma que solía asustarle de pequeño casi tanto como el llamado de su madre, el otro con una enorme hacha sobre su hombro ambos burlándose del ahora encogido niño en una esquina.


 


El mayor de ellos decidió apuntarle para disparar en la cabeza,  el miedo se hizo cargo de él, iba a morir, dejaría de existir y lo peor de todo es que Jay no estaría ahí con él, la persona por la que lo había sacrificado todo no estaría a su lado, el no volvería a verle nunca más.


 


Cerro los ojos resignado a su destino esperando un impacto que jamás llego pues  de inmediato Jay se había lanzado  contra aquel atacante mordiendo su cuello, Carlos levanto la vista al escuchar el sonido estrangulado de una voz,  las maldiciones que salían de la boca de su otro atacante solo para observar  como este levantaba su hacha para atacar  a su salvador, entonces su sentido común desapareció, la ira dentro del chiquillo ardió con intensidad, el deseo de protección, de salvaguardar lo que tanto anhelaba, así que ataco.


 


Derribo al joven que fácilmente le había  superado en fuerza mucho antes, arremetió contra dominándole contra el suelo  mientras mostraba sus dientes jadeantes de hambre y muerte, empujo con fuerza su mano aquella que sostenía el arma para obligarle a soltarla viendo la confusión mezclada con miedo del chico que tanto tiempo te torturo, el joven que fue  su verdugo mucho antes de Jay.


 


Fue divertido verle palear contra ese pequeño, oírle aullar de dolor cuando sus dientes  se encajaron en su piel maltrecha, escucharle maldecirle mientras aquel trozo de carne aun bailaba alrededor de su boca, mientras la sangre volvía a decorar su pálida piel de color carmín, fue realmente excitante ver como su vida se extinguía ante aquella mordida.


 


Y el frenesí fue diferente ahora, antes la ansia de comida nublaba sus otros deseos, antes su cerebro no estaba lo suficientemente cuerdo para prestar atención a nada más que el delicioso festín que se encontraba dispuesto a ser devorado, no, antes toda su atención era para alimentarse pero ahora con su mente totalmente limpia, con total control de su cuerpo Carlos no puedo evitar deleitarse por aquella majestuosa visión, Jay aún se cernía sobre el gemelo mayor destrozando su cuello como un animal salvaje, arrancando tozos de carne que escupía al instante, tal parecía que se dedicaba a mutilar el cuerpo de aquel que se atrevió a atentar contra la vida del  niño.


 


Y tal vez era así Jay sentía una furia dentro de él, sus manos se encajaron en la costillas de aquel cuerpo sin vida encajándose hasta hacerle sangrar, gruñendo palabras que Carlos decidió ignorar embelesado por aquella escena, pronto la carne debajo de Jay cedió para ser desgarrada con sus uñas  y nueva sangre broto aun tibia, el chasquido de huesos al quebrarse hicieron eco en la habitación cuando aquel joven rompió las costillas de su presa  levantándoles, salpicando sangre por todas partes, un gemido bajo le llamo su atención, Carlos miro con sorpresa como aquel gemelo exhalaba su último aliento mientras Jay le destrozaba sin remordimiento alguno.


 


Entonces Jay se levantó tambaleante, sus manos cubiertas de sangre fresca aun goteaban, su pecho subía y bajaba agitado como si realmente necesitara aquel oxigeno dentro de sus pulmones y su mirada totalmente salvaje debió helarle la sangre, mas sin embargo no fue así, Carlos trago duro ante aquello, su lengua salió lo suficiente para volver a probar a sangre que en sus labios aun persistían de su propia víctima y como si de un interruptor se tratase  Jay se abalanzo contra el chico que aún  se encontraba a horcadas de aquel cuerpo mirándole con deseo puro.


 


Dientes chocando entre sí en un beso totalmente salvaje carente de cualquier emoción, saliva entre mezclada con sangre de sus agresores, gruñidos provenientes de aquel joven que de inmediato le empujo contra una pared con salvajismo.


 


-          Mío – gruño Jay mordisqueando su labios, tomándole de las caderas para levantarle y así poder colocarse entre el – mío  - volvió a gruñir mientras enterraba sus dientes en el lado bueno de su cuello, causándole gemir de placer y dolor – Mío – susurro nuevamente arrancando la tersa piel, ahora fría, carente de aquel perfume que le enloquecía tanto, desgarro entonces una nueva mordedura  que sangro  causando un grito ahogado del chiquillo que aferrándose a sus cabellos le incitaba a tomar más, a devorarle por completo.


 


El gruñido de aquellos otros caminantes le hicieron entrar en razón, apartándose entonces de aquel que ofrecía sumisamente su cuello que estaba totalmente destrozado, el sabor de la carne de su pequeño le hizo horrorizarse de los sucedido, él había perdido el control, Jay se perdió en la necesidad de reclamar lo que tanto anhelaba, de hacer suyo el  cuerpo de aquel pequeño, en aquel momento le devora sin dudarlo, y Carlos oh su amado Carlos , le miraba sumisamente ofreciéndose a la muerte, entregándose por completo en un insano deseo de sentirse amado por Jay que le dejaría consumirle hasta los huesos, hasta que no quedara nada si con eso le hacía feliz.


 


Horrorizado se apartó de aquel niño que en un intento de continuar se aferró a sus ropas, con gran brusquedad le aparto empujándole nuevamente con fuerza, azotándole hasta el otro lado de la habitación, retrocediendo a la puerta, los caminantes que ahora se cernían sobre los cadáveres alimentándose interrumpieron su camino, furioso ante esto pateo con fuerza a uno de ellos, estrellando su cabeza contra su bota hasta destrozarle, ningún otro camínate se inmuto ante esto, mas al dar una última mirada al niño que ahora abandonaba le sorprendió lo que vio, no había miedo, ni terror en aquellos bellos ojos, no, Carlos de Vil le miraba con un enorme deseo, con lujuria ante aquel acto tan violento de su parte.


 


Aquello estaba mal, no solo Carlos se veía afectado por la maldición, al parecer el también perdía su cordura al estar tanto tiempo con el niño, en pensar en que alguien podría arrebatárselo, él estaba volviéndose una criatura violenta y sin sentido, lo peor era que a su niño parecía encantarle, le gustaba que el fuera así, que le usara como alimento, Jay estaba perdido, necesitaba estabilidad, necesitaba cordura, el necesitaba a su familia, tal vez con todos reunidos  volvería a tener control de si, había funcionado cuando estaba vivo, después de todo si un fuera por Mal seria seguramente un bastardo homicida como Gastón, no, el necesitaba a su familia cerca, un propósito por protegerles o terminara perdido en su deseo de poseer a Carlos.


 


Salió entonces hasta dar con los muelles encontrándole ahí una vieja barcaza que seguramente había servido para que aquellos moradores de la isla les visitaran, no pudo evitar sonreír, pronto se reunirían, pronto todo estaría bien, no sabía lo equivocado que estaba.


                                                                                                                                                                                           


***********************


 


Las frías calles se encontraban desiertas, no había nadie que notara su llegada, el manto de la noche fue su perfecta cubierta, en un instante el silencio inundaba aquella isla, al siguiente los gritos desgarradores llenaron el vacío en la oscuridad.


 


El instinto naciente desde su interior, el hambre primitiva nublando su cordura les instigo a seguirle, a aquel por el que sentían una extraña atracción, el único caminante que  actuaba de manera diferente a ellos, que hablaba, que tenía pleno control de sí mismo, aquel que les atacaba si se acercaban lo suficiente para molestarle y aun así le siguieron, se embarcaron dentro de aquel navío sin saber su destino, se dejaron guiar como simples peones  mientras aquel se fundía en la piel de otro caminante casi tan raro como él.


 


La recompensa fue grande en el horizonte más allá de las aguas carne fresca les dio la bienvenida, sin perder tiempo  recorrieron las calles, infestándoles de su  presencia, entraron a casa y edificios, buscaron entre escondrijos la ansiada comida, destrozaron a su paso sin preocuparse por alguna otra cosa, sin detenerse a pensar que fueron usados simplemente como una distracción para aquel que en sigilo cruzo las calles de la isla de la mano de su propiedad, del otro camínate que al igual que ellos le seguía fiel como un cordero sin voluntad.


 


Jay le llevo entre las calles observante de la destrucción que aquellas criaturas causaban, viendo como muchas de estas eran destruidas por aquellas personas al defenderse sin importarle, pues con un objetivo en mente el marcharía hasta donde su familia se encontrara.


 


El castillo de las ofertas era su objetivo, está seguro que ahí es donde Mal y los demás se encontraran, y ya que al parecer no había signos de la maldición en esta era probable que la mantuvieran contenida, sabía muy bien que Ben jamás se atrevería a matarle, no a ella un cuando fuera un peligro potencial, Evie seguramente  buscaba desesperada una cura entre los libros de su madre y la propia Maléfica, pero Jay sabía que todo era inútil pelear contra aquella maldición tan poderosa no servía de nada solo había un camino y era el que el había tomado, adaptarse.


 


Adaptarse o morir, nunca aquella palabras tuvieron tanto significado como ahora, si él no hubiera luchado lo suficiente para tomar el control de su cuerpo, si el no estuviera emparejado con Jafar no podría estar tomado de la mano de Carlos, porque si él sabía que fue gracias a este lazo de sangre que la maldición tomo un camino diferente a él, que gracias a que aquel ex genio lleno de ira y venganza que él todavía estaba lo suficientemente lucido para abrazar y besar el bello rostro de su amado aun ahora en la muerte, él estaba agradecido por primera vez en mucho tiempo por ser el hijo de alguien tan ruin, él no sabía que pronto lo iba a lamentar.


 


Sus pasos fueron detenidos de inmediato, pues aquel al que tenía entre sus dedos dejo de andar tras de él.


 


-          ¿Carlos? – el susurro de su nombre no causo ningún efecto en el pues su mirada se mantenía fija en una sola cosa.


 


Un Panther De Ville, el auto de su madre, aquel Bebé que era mucho más importante para esa mujer que su propio hijo se encontraba detenido en medio de aquella calle, abandonado tal vez demasiado lejos de Hell Hall, Jay observo el rostro deformado de su niño, aquel que paso de la sorpresa al miedo para terminar en el horror, su amado niño aun le temía, estaba aterrorizado por aquella mujer a tal nivel que incluso el automóvil de ella le causaba aquel temor.


 


Mas su sonrisa se hizo más ancha pues una nueva idea llenaba su cabeza, Mal y los demás podían esperar un poco estaba seguro que sobrevivieran a aquellos caminantes sin cerebro ya iría el a buscarles para reunir a su familia pero por ahora tenía algo más que cuidar, debía  hacerse cargo de aquella situación, de quitar el miedo en los ojos de Carlos.


 


Camino entonces en dirección contraria, buscando desesperadamente entre los cristales de aquel vehículo mientras su mano era casi estrangulada por su acompañante que lleno de miedo se ocultaba a sus espaldas el ruido de golpes contra cuerpos y gritos llenos de maldiciones llamaron su atención.


 


Aquella era definitivamente Cruella debió salir de su vehículo al ser ataca y por el sonido de aquello seguramente estaba rodeada en aquel callejón, tuvo que suprimir una risa ante lo perfecto de la situación mientras se dirigía al lugar proveniente de aquellos alaridos más nuevamente el chico a su lado se resistió con miedo.


 


Carlos se detuvo no queriendo hacerle frente, su corazón si aún latiese hubiese ido a mil por hora ante la simple idea de presenciar nuevamente a su madre, puede que se levantara contra ella antes de buscar a Jay, pero ahora que estaba así, que había muerto a manos del ser que más le amaba sabía que ella lo usaría en su contra, su madre su burlaría por su debilitar, por ser tan inútil para terminar como una de ésas cosas, por no ser lo suficientemente fuerte para sobrevivir.


 


-          Estará bien Carlos – aquellas dos frías manos tomaron su rostro con dulzura, unos secos y agrietados labios se presionaron contra los suyos en un beso dulce lleno de amor, lleno de confianza y tranquilidad.


 


Jay le tranquilizaba, una promesa de seguridad legitima y aun que él no quisiera enfrentarle confiaba tanto en Jay que se dejó llevar, el había dado después de todo su vida para él.


 


Cruella había corrido en el momento en el que el sujeto al que atropello se levantó para intentar lanzarse contra el cristal de su amado bebé, había escuchado de aquellas cosas la razón por la que todos esos idiotas de Auradon fueron forzados a esconderse en la isla, y aun que tal vez mucho estaban asustado por aquello que parecía ser una invasión, ella no se dejaría atrapar tan fácilmente, todo entonces el bate de metal,  aquel que mantenía en su asiento para defenderse y golpear a esas cosas que amenazaban con romper las ventanas de su amada posesión, salió entonces en busca de un refugio cualquier lugar donde estaría a salvo de aquellos dientes malolientes, lamentablemente para ella no conocía la isla tan bien como creí pues sin tener tiempo suficiente quedo atrapada en un callejón sucio sin salida, maldiciendo nuevamente a todos aquellos  a los que recordaba se giró para hacerle frente a esas bestias sin cerebro dispuesta a luchar hasta la muerte.


 


Fue ahí cuando lo vio una cabellera blanca en el fondo de aquella multitud.


 


Tal vez burlarse de su hijo no fue una buena idea, más en aquel momento Cruella no pensaba con la suficiente lucidez, no después de cómo tras un gruñido claramente no humano aquellos caminantes dejaron de atacarle retrocediendo para salir del callejón en busca de otra presa.


 


-          El hijo de Jafar – murmuro aquella mujer cuando al fin se encontraron a solas en aquel apestoso callejón, cuando frente a ella se levantaba aquella figura tan familiar para ella – ya era hora que fuera de alguna utilidad Carlos – grito ella con fastidio hacia aquella figura que no se apartaba de la espalda del mayor – mi hermoso bebé está lleno de mierda por tu jodida culpa, maldito perro inútil… – soltó nuevamente causando un estremecimiento en el menor más antes de que pudiera proseguir con cualquier otra cosa, otro insulto para aquel niño unos fuertes brazos le empujaron  con fuerza contra el frio suelo.


 


El jadeante aliento de Jay, aquellos dientes listos para devorarle gruñeron en su rostro para silenciar su parloteo en aquel instante, mas ningún daño llego pues ese joven se limitó a detenerle ahí , a mantener todo su pesado cuerpo sobre ella para someterle, para mantenerla atrapada.


 


-          Carlos – gruño el joven   - Carlos – volvió a llamar girando su cabeza para mirar aquel niño que aun asombrado miraba todo lo sucedido – Carlos – susurro esta vez con dulzura y amor mirando levemente a aquella mujer bajo de él, manteniéndole firme, un regalo para su amante.


 


Los ojos de aquella mujer se abrieron con furia al notar la intención, nuevas maldiciones escaparon de su garganta contra el de cabellos claros, amenazas vacías, de castigos bien conocidos por el por aquella osadía, por intentar tocarle, y por un segundo Carlos realmente pensó en obedecer, en quitar a Jay de su madre y ponerla a salvo, en ser el buen hijo que su madre siempre quiso, no en ser el buen sirviente que ella moldeo.


 


La ira nuevamente se hizo presente en el, los recuerdos dolorosos de su pasado con aquella que llamaba madre vinieron a él y Cruella vio por primera vez en su pequeño algo que ella había intentado apagar todos esos años, la voluntad, la voluntad de vivir sin ella, el valor para decir ya basta ante sus constantes abusos, la determinación de dejarla atrás.


 


Ninguno de ellos recuerda muy bien como paso, escenarios borrosos para Carlos, el olor a sangre y podredumbre para Jay, el dolor agonizante para Cruella, lo que si recuerdan fue lo que paso después, por que cuando aquel niño se decidió al fin y sus dientes se desgarraron la oscura y correosa piel de aquella mujer solo era el principio de su venganza.


 


Cuando Cruella regreso después de aquellos agonizantes minutos, llena de hambre y sin ningún control aquel metálico tubo se estrelló contra su rostro destrozándole en un instante, Carlos golpeo su cabeza repetidamente su rostro estaría lleno de lágrimas de ira si aún pudiera llorar en ese momento, más la sangre y sesos de aquella su madre le cubrieron por completo ante cada golpe, ante cada levantamiento de su arma que era dejada caer nuevamente con furia.


 


El suave agarre de sus caderas en su espalda le hizo detenerse soltando de inmediato aquella arma  mientras respiraba aquel aire que no necesitaba con dificultar, dejando caer su cabeza contra el hombro de aquel que besaba su cuello para hacerle olvidar aquel gran dolor que aún se arremolinaba en su interior.


 


Había matado a su madre, había destrozado a la mujer que debió amarle y en lugar de eso le despreciaba, se encargó de tomar su vida no solo una vez si no dos veces, quitándole la oportunidad de regresar como uno de ellos, tratando de vengarse por todo el dolor sufrido en su corta vida.


 


Y lloro, lloro con gemidos ahogados, lloro sin lágrimas que no podían caer de sus ojos debido a que aun cuando Cruella fue el tormento en su vida, la causante de sus pesadillas todas las noches el la amaba, amaba a la mujer que nunca fue una madre para él, amaba a aquella que siempre le mostró desprecio haciendo ansiar cualquier muestra de afecto por más pequeño que hubiera, le amaba porque para el ella había sido por muchos años la única familia que creyó tener.


 


Cuando sus labios fueron tomados en un tierno y lento beso, cuando su rostro fue acariciado con tanta dulzura y sus brazos se cerraron sobre aquel firme torso fue al fin cuando se dio cuenta de que ya nada importaba, Cruella solo sería un recuerdo lejano de ahora en adelante pues el tenia alguien más a quien aferrarse, le tenía a él, a Jay, el chico por el cual había muerto y regresado,  y pronto tendrían a su nueva familia, un último beso en sus labios y Jay le tomo nuevamente entrelazando sus dedos para ir en busca de ellas, para traer de vuelta aquella felicidad al reunirse todos juntos, cuanto ansiaba aquel pequeño ver a sus queridas hermanas.


 


 


***********************


 


Evie se paseaba con nerviosismo por aquella pequeña sala, su madre sentada desde donde había dejado caer aquellas trágicas noticias, Ben, aquel rey sin reino ahora pare totalmente cansado, devastado por la situación, Mal miraba por aquel gran ventanal su rostro en blanco libre de cual quiera emoción no demostraba lo preocupado que estaba, sus demás amigas Lonnie, Jane y Audrey habían tenido que salir de esta al notar como la tensión subía, luego de aquel arrebato de ira por parte de la princesa quien sumida en el dolor se encargó de culpar a Mal, la reina Bella tuvo que sacarle del lugar ante la mirada de odio de esta que parecía dispuesta a maldecir a su agresora.


 


Y aquella tensión solo se hacía más grande, pues una nueva preocupación  era dada por la reina malvada, semanas desde su llegada habían pasado y sin la última provisión semanal del reino el alimento en la isla se había terminado, en una tierra muerta, infértil y sin posibilidades para sobrevivir ellos iban a perecer.


 


Varios hombres de esta la mayoría habitantes de la isla intentaron tomar el lugar por sus manos, hacerse del mando y sacar a aquella gente que tanto odiaban, pero nuevamente Mal tomo las cosas en sus manos aplacando sus quejas, pero otros más salieron de ella, partieron de la isla a aquella tierra infestada de muertos vivientes en busca de alimentos, nadie pudo detenerlos.


 


Mal ahora se enfrentaba a una difícil decisión, ir en busca del alimento para su gente o quedarse y verles morir, ella era inmune pero no podría hacerlo sola y la simple idea de arriesgar a alguien más le parecía impensable.


 


Aparto su vista de aquella ventana mirando nuevamente al interior, donde Evie aún seguía paseándose, donde Ben parecía envejecer a cada minuto, donde aquella reina  le miraba con preocupación, esto era su culpa, era la magia de su madre y aun que había buscado mil maneras de revertirla algo en esta maldición se lo impedía, una magia extraña, una que jamás había sentido y al mismo tiempo le parecía reconocer si no hacía algo pronto todos morirían y Maléfica había consumado su venganza.


 


El alboroto en lo que deberían ser las tranquilas calles le saco de sus pensamiento, desde hace unos días, el luto parecía ser guardado por todo aquel en la isla, el silencio mortal acompañante del dolor y la pena mantenía todo en calma, pero esta noche, nuevos murmullos de pisas al correr, nuevos gritos de auxilio se escucharon, nuevos gemidos de dolor.


 


Todos aquellos en la habitación corrieron a buscar la razón de aquello mirando con horror como por las calles aparecía algo que no debería estar ahí, un sin número de caminantes se balanceaban atrapando víctimas, entrando a casas, devorando a todo aquel a su paso, el grito de Jane desde la parte baja de la tienda les hizo correr de inmediato.


La reina Bella entro entonces con aquellas chicas para cerrar la puerta, Lonnie buscaba desesperadamente una forma de atrancar la puerta, Ben fue el primero en reaccionar que de inmediato empujo la nevera para poder mantener aquélla puerta fielmente cerrada, aquellos al fin respiraron de alivio mientras en el exterior los gritos no cesaban.


 


Jane se acurrucaba entre los brazos de la reina Madre, Audrey gritaba incoherencias asustada, Lonnie buscaba por todos lados asegurándose de que todo estuviera bloqueado, que se mantuvieran a salvo, Ben parecía querer entrar en cualquier momento en un colapso nervioso, la reina malvada desesperada observaba desde la ventana en dirección a su palacio, preocupada más por sus cosas que su propia vida, pero Mal parecía totalmente ida, el suave apretón de su hombro le hizo volver a la realidad, la mira de determinación de su hermana Evie le dio el impulso que necesitaban, ellos iban a salir de esto, no sabían cómo esas cosas llegaron a la isla ni como destruir la maldición pero algo era seguro ellos iban a sobrevivir.


 


***********************


 


 


Jay al fin llego a  su destino, varios caminantes intentaban entrar por una puerta totalmente bloqueada, lo cual arruinaba su plan, el necesitaba entrar y una distracción, a su lado el pequeño niño le miraba interrogante mientras un pequeño plan se trazaba en su mente, llamo entonces a los demás caminantes buscando otra entrada, él era el mejor amigo de Mal y el mejor ladrón de la isla, siempre había una puerta trasera, siempre,  y el las conocía todas, abrió entonces una pequeña escotilla en la parte trasera de la tienta, una por donde se llegaba directamente a la habitación de Mal, solo dos personas la conocían y la otra se encontraba justo del otro lado.


 


Dejo que aquellos caminantes pasaran primero, que les dieran una distracción por si había más personas ahí cuando el grito de lo que reconoció como Audrey se elevó en el aire supo que estaba en lo correcto, entro entonces ayudando a su hermoso niño,  caminaron saliendo de aquella habitación, observando algo realmente macabro, cuerpos de aquellos caminantes  sin vida  parecían adornar el suelo, en la puerta de otra habitación empujando contra esta varios intentaban entrar, en otra esquina Evie golpeaba con fuerza en la cabeza  a una criatura hambrienta de su carne.


 


Carlos de inmediato se abalanzo contra ella, el hambre parecía hacerse nuevamente presente  o tal vez el instinto de atacar fue lo que le obligo a pararse frente a la chica que ante su aparición dudo en atacarle, una fracción de segundo, el tiempo necesario para que aquel chico se lanzara contra ella, por suerte para ella reacciono lo suficientemente rápido para esquivarle, logrando que aquel niño chocara contra la pared, levanto entonces su arma manchada de sesos podridos y con lágrimas en los ojos se dispuso a atacar al niño.


 


-          Lo siento Carlos – murmuro en silencio, mas nuevamente no pudo hacer nada, se quedó ahí mirando con dolor aquella criatura en la que se había convertido su niño, fue entonces que unos brazos la rodearon , que sintió el hedor de la muerte en su cuello que supo que todo había terminado.


-          No – jadeo su atacante reconociéndole de inmediato – no – volvió a hablar cuando aquel niño se levantaba dispuesto a morderle – no puedo arriesgarme Carlos – Evie podía sentir como aquel agarre se mantenía firme pero sin lastimarle, mientras aquel niño hacia un mueca de decepción – no si quiero que regrese como nosotros – y entonces un grito escapo de su garganta, Jay quería hacerla como el, regresarla como una de esas cosas y en aquel momento aquella princesita prefería la muerte a ser una de esa cosas – ya me odiaras por arruinar tu vestido más tarde Evie – gruño esta vez para ella mientras esta forcejeaba fue entonces que aquellos dientes de hundieron en su hombro hasta hacerlo sangrar, que sentía como era víctima de aquella maldición.


 


Y la sangre corrió por su cuello manchando de carmín todo a su paso, y grito hasta quedarse afónica, mirando con horro como su amado hermanito sonreía gustoso acercándose al fin para llegar a Jay que a su espalda aun lamia con suavidad la herida en su hombro, el sonar de dientes chocando le hicieron girar encontrar como aquellos dos parecían compartir la tibieza en sus labios de su sangre aun con ella ahí.


 


Un gruñido salió de la boca del mayor quien de inmediato empujo a aquel niño que había intentado tomar un bocado de aquélla chica, aquellos brazos bajaron entonces a su cintura para llevarle con suavidad hasta donde aquellos caminantes tambaleantes golpeaban la puerta, quienes se detuvieron de inmediato alejándose ate la presencia de aquel ser más extraño que ellos.


 


Uno de ellos intento tomar algo de aquella chica que aun olía a carne fresca más de inmediato el chico más joven le empujo con fuerza evitando que la tocara, muchos obtuvieron el mensaje, no era suya para tomar, no cuando ya estaba marcada.


 


No tardo mucho para que el abriera aquella puerta, la cual  no tenía nada que la detuviera, empujo entonces a la chica en su interior para cerrar con fuerza  nuevamente aquella, manteniéndola a salgo antes de su transformación, aquellos caminantes se alejaron de está buscando a su alrededor nuevas víctimas, varios de ellos acorralaron a la reina malvada que se defendía como una experta.


 


El golpe de un bate golpeando la carne muerta tras de él le hizo girarse, frente a él, el cuerpo de Carlos se desplomaba en el suelo su atacante aquel rey que con dolor era forzado a lastimar a sus amigos nuevamente, la ira nuevamente se hizo presente en él, lanzándose de inmediato contra aquel joven sujetándole en el piso con fuerza, gruñendo en su rostro con ferocidad.


 


Él iba a matarlo, lo sentía por Mal pero Jay no iba a dejar que Ben regresara al menos no después de una dolorosa muerte, pues sabía muy bien que su niño no estaba muerto más el atrevimiento de dañare tenía que pagarlo caro.


 


-          Jay no… por favor el no – susurro Mal mirándole desde el otro lado de la habitación mirándole con verdadero dolor, suplicante a sus pies.


 


Aquello le tomo con sorpresa pues su hermana se encontraba totalmente sana, la confusión paso por su mente solo unos segundos pues recordó entonces la última vez que una maldición de su madre le golpeó y entonces lo supo, Mal era inmune, ella nunca podría convertirse en uno de ellos, no podría pertenecer a su familia y si tomaba a Ben entonces le habría quitado todo.


 


El no sería mejor que su padre al lanzar esa maldición, el lastimaría a su querida hermana, a aquella que juro proteger, la dañaría tan mal al separarle de él.


 


Los suaves jadeos de su niño le hicieron cambiar su mirada pues aquel se levantaba nuevamente, su quijada totalmente desencajada necesito ser puesta nuevamente por sus propias manos en su lugar, el crujir de aquéllos huesos al acomodarla le dieron la visión más horrenda que nunca había visto, pues con dos nuevos clic  Carlos alineo su cabeza y su mandíbula, la carne desprendiéndose de su rostro  carente de calor, su nariz destrozada causaban una mueca en aquel niño cuyo control parecía debilitarse por un segundo para nuevamente parpadear y mirarle en control.


 


¿Que había hecho?


 


Jay reamente era un mounstro, estaba tan sumido en su egoísmo que no observo lo que había causado, había logrado terminar lo de Jafar, extender la maldición, aferrándose a esta para que no fuera removida por Mal, quien seguramente había intentado romperla.


 


-          Lo siento – suspiro el, soltando el cuerpo de Ben para levantarse suavemente llamando a su hermana – lo siento Mal – volvió a repetir mientras esta se acercaba con suavidad ante el horro de Ben que n confiaba aun en Jay, que buscando desesperadamente su arma con sus manos para atacarle y mantener a su novia a salvo.


 


Mal se acercó con mucho cuidado para tomar aquella mano ofrecida por el chico, lanzando una mirada tranquilizadora a su novio que le gritaba alejarse, en cuanto sus dedos se tocaron ella pudo sentirlo, la magia, aquella que mantenía bloqueada la maldición, aquella tan familiar y extraña a la vez, la magia de Jafar, porque ella pudo sentirla emanando suavemente de Jay durante su residencia de Auradon, ella siempre estuvo ahí, latente, esperando el mínimo empujón para explotar en el chico quien aferrándose a esta adaptó la maldición para sobrevivir.


 


Y su sonrisa ilumino su rostro porque ahora gracias a este descubrimiento, gracias a Jay, a su magia enlazada con la suya podría disipar aquella maldición, podría curar a todos y regresar a la normalidad a todo Auradon, ellos podrían detener este horrible fin.


 


Jay pareció entender lo que ella quería decir, pues de inmediato asintió con su cabeza dándole total control de aquella magia que broto de ellos y ambos, con sus manos entre lazadas lanzaron el contra hechizo que eliminaría la maldición, pero esta era demasiado fuerte, una que no podía desaparecer por completo no del todo de aquel cuerpo que se aferraba a ella hasta fundirse.


 


Una última mirada a su niño fue enviada por Jay justo antes de sentir como la magia abandonaba su cuerpo, un último instante de ver a aquel ser que le miraba con asombro pues en un segundo  el color de sus ojos regresaron a él, su sonrisa solo duro un instante pues en cuanto el rosado color de sus mejillas regreso con un aliento de vida para Carlos, la sangre broto de todas aquellas heridas abiertas entonces todo se derrumbó.


 


Carlos se desplomo en un ruido sordo contra el suelo de madera ante el asombro de todos.


 


 


***********************


 


Evie tenía hambre, un hambre terrible, lo último que recordaba era ser empujada a aquella habitación por Jay luego de ser mordida, entonces  los rostros llenos de horror de aquellas en la habitación observaron cómo se desplomo en el suelo para que la oscuridad la abrazara.


 


Hambre, un hambre inmensa y el dulce aroma de carne fresca estaba frente a ella, aunque parecía completamente perdida en el hambre no lo estaba, ella perfectamente sabia quienes eras aquellas personas, como Lonnie le apuntaba con algo metálico rogándole que se apartara defendiendo a  aquella mujer que  abrazaba  con fuerza a dos chicas que con miedo se alejaban de ti.


 


Dolor, aquel dolor intenso que solo aplacaría la comida, con aquella que estaba justo frente a ella, aquella que le llamaba cual canto de sirena, un par de paso vacilantes fueron dados por ellas, los gritos intensos de aquella que le amenazaba se hacían más fuerte, los sollozos de aquellas otras aumentaban, y cuando al fin iba a dejarse consumir por aquel instinto, nuevamente se desplomo en el suelo.


 


Cuando despertó nuevamente fue consiente de dos cosas, el dolor seguía ahí, en su hombro para ser más exacto y la sangre que brotaba cada vez más tuene y segundo podía sentir su corazón latir con fuerza, aquella hambre ya no le abrumaba pero sobre todo ella estaba viva.


 


Aquellas mujeres le miraban confundas, Lonnie sostenía su arma frente a ella sin estar completamente convencida por su repentino cambio, más cuando esta chica se levantó para salir de la habitación sin molestarse en hacerles caso supieron que algo pasaba.


 


En la sala, el lugar donde una batalla se libraba un joven se aferraba al cuerpo de un pequeño niño, Evie se acercó lentamente solo para ser recibida por el horror, pues su pequeño hermanito parecía tan vivo como alguien al borde da la muerte podía estar.


 


Carlos De Vil tenia demasiadas heridas, cuando la maldición dejo sus sistema y su corazón volvió a latir con vida, la sangre dentro de el termino por brotar de estas dejándole al borde de la muerte, aquellas que aun cubiertas por suaves vendajes se tiñeron carmín, su cuerpo colapso entonces mientras la vida nuevamente dada a él se escapada sin poder detenerla.


 


-          Carlos... Carlos estarás bien – susurraba aquel joven, cuya maldición se negaba a dejarle.


-          Ja…Jay… - murmuro el niño con dificultar pues aquella sangre fresca brotaba de sus labios.


-          No hables… - intento detenerle acariciando su mejilla con suavidad - te pondrás bien lo prometo – acuno su cuerpo con dulzura negándose a perderle de vista - vas a recuperarte y entonces haremos lo que tú quieras.


-          Tu…. Tú eres…lo... que quiero – escupió las palabras con dificultad.


-           Me tienes – Jay agradecía no poder soltar lágrimas de lo contrario estaría lleno de estas en este momento - siempre me has tenido…


-          Una cita – siguió murmurando el niño forzándose por mantenerse despierto - quiero una cita – Evie intento acercarse mas fue detenida por Mal quien simplemente se lo negó, ellos merecían esto, este momento solo les pertenecía.


-          Claro una cita… te llevare al cine… a los video juegos – prometía firmemente esperando mantener con vida a su amado, dándole algo por que luchar -maldición Carlos mañana iremos al lago encantado y tendremos la mejor cita de todas pero por favor no cierres tus ojos – pero el niño no pudo hacerlo, pues sus ojos se fueron cerrado lentamente aun en contra de su voluntad - Carlos mírame, Carlos – llamo sacudiendo suavemente el cuerpo de el pequeño.


-          Lo siento, tengo sueño – susurro suavemente respirando cada vez más lento dejándose envolver por los brazos de la muerte – te amo – y aquello parecía haber sido dicho solo en su imaginación, pues las palabras fueron tan débiles que nadie más que Jay las escucho y aquel latido de corazón al fin se detuvo.


-          No... no…  - la desesperación en su voz era grande - despierta Carlos – Evie cerro sus ojos derramando lagrimas ante aquella visión, Ben abrazo a Mal que se negaba a ver a su hermano morir -  ¡¡¡CARLOS!!! – grito nuevamente lleno de dolor – Carlos – susurro suavemente descansando su frente con la de él sintiendo como el calor escapaba de su amado.


 


Y grito de nuevo  desgarradoramente, rompiendo el alma de todos los presentes, Evie se dejó abrazar por Lonnie aquella que sostenía firmemente aquel vendaje contra su herida mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos por ver a su hermanito morir.


 


Jay sacudió el cuerpo ahora si inerte de su amado, llamándole hasta desgarrar su garganta  odiándose profundamente por ser tan estúpido, por tomar decisiones tan malas, por haberle arrebatado la vida nuevamente a lo más preciado para él.


 


-          Jay es suficiente – susurro Mal quien se había acercado para tomar el hombro de su hermano y apretarle suavemente, quien intentaba ayudar a recomponer los pedazos de aquel chico que miraban morir nuevamente y esta vez para siempre al amor de su vida.


 


Pero Jay no les escucho, empujo aquella mano amiga aferrándose al pequeño cuerpo en sus brazos, llorando sin lágrimas  la pérdida del ser amado, odiando como nunca aquel destino tan cruel que no podía compartir con su niño, perdiéndose en el dolor y la agonía de perder a Carlos de Vil.


 


Semanas más tarde los habitantes nuevamente regresaron a  aquel basto reino, aquellos seres víctimas de la maldición lo suficientemente fuertes sobrevivieron a la cura, otros simplemente al igual que su amado cayeron inertes muertos al instante.


 


Un gran monumento se levantó para conmemorar la tragedia, el nombre grabado en las placas doradas reunieron los nombres de las miles de víctimas que cobraron aquella fatídica maldición, todos los cuerpos fueron incinerados para evitar un posible brote, todos menos uno.


 


Pues en un mausoleo dentro del cementerio real los restos de un pequeño chico descansaban entre hermosas paredes de mármol, custodiado por ángeles de mirada bondadosa, cubierto de flores frescas que eran colocadas cada día sin falta por sus dos hermanas.


 


En lo profundo del castillo, en la mazmorra más oscura de todas, tras una enorme puerta de acero  el sonido de un cuerpo chocante contra esta hacía eco entre los fríos pasillos, pues ahí perdido entre el dolor se encontraba aquel joven sin razón alguna, pues ninguna de sus hermanas tuvo la fuerza suficiente para darle paz, nadie quería ver morir a otro integrante de su pequeña y rota familia.


 


***********************


 


-          ¡Vamos Cam! – grito el pequeño niño de cabellos violetas


-          Damien vamos a meternos en problemas – murmuro el pequeño chiquillo siguiendo los pasos de su primo,  entre los oscuros y fríos pasillos de roca del castillo real.


 


Con suaves y delicados pasos  aquel pequeño niño se esforzaba por mirar entre aquellas tinieblas, sus enormes ojos marrones difícilmente observaban con claridad, su rostro, aquella hermosa piel salpicada de lunares como un cielo estrellado se contraía en una mueca de desagrado por aquel horrible hedor que emanaba de una de las mazmorras, sus hermosos risos tan negros como la noche quedarían impregnados de esto por siempre, su madre le reprendería y seguramente castigaría por tal atrocidad, mas aquel niño seguía fielmente a su primo, al pequeño príncipe heredero que deseaba conocer cada rincón de aquel castillo.


 


-          Relájate – susurro el niño – solo veremos qué es lo que abre esto – saco una pequeña llave entre sus manos – madre la cuida más aun que la varita mágica – caminando empujaba cada una de las celdas que se abrían en un chirrido molesto al no estar bloqueadas – eh comprobado cada cerradura solo falta aquí abajo, aja – chillo triunfante mientras encontraba aquella única celda que se mantenía cerrada, aquella de la que despedía aquel horrible olor.


-          ¿Y si hay algo malo?   - susurro con miedo nuevamente aquel pequeño aferrándose a los ropajes finos que su primo usaba – dejémoslo.


-          Madre no dejaría algo peligroso en Auradon – murmuro rodando los ojos  mientras introducía la llave en la cerradura, un suave clic indico su victoria, la sonrisa de aquel niño se volvió brillante, sus manos empujaban la puerta con cuidado dando unos delicados pasos al interior sin poder divisar nada – vamos Cam no hay nada…


 


Fuertes y fríos dedos se cerraron contra el hombro de aquel niño ante la mirada aterrada del pequeño que aun seguía aferrado a la entrada, dientes filosos se cerraron contra su cuello mordiéndole al instante, un grito ensordecedor hizo eco entre aquellas paredes propagándose como una mecha encendida, los fríos y muertos ojos de aquel ser extraño se posaron de inmediato en aquel pequeño niño llenándose de sorpresa por su descubrimiento.


 


El cuerpo de aquella víctima fue entonces dejado en el olvido cayendo entre gemidos y lloriqueos al piso de piedra, aquella misma mano que momentos antes capturaba a su familia ahora se extendía llamándole en silencio, sus ojos firmemente en el parecían invocar un hechizo hipnotizante en el niño que dando un par de pasos se acerco levantando su mano con miedo para atraparle, el gruñido procedente de aquella boca llena de sangre aun tibia en un intento de hablar le hizo salir de aquel trance, mas el miedo le tenía paralizado, no tenia escapatoria, el no podía dejar a Damien ahí, no podía abandonar a su familia, pero tampoco podía luchar el solo era un niño.


 


-          Carlos – gruño la criatura  al fin y ahí supo que todo estaba perdido. 

Notas finales:

Y bien este si ya es el final, pero realmente el final de esta historia por favor no pidan mas que ya no hay motivo alguno para siga escribiendo sobre él, habrá un epilogo para terminar de aclarar ciertas dudas pero aun así sientas libres de escribir la que tengan y la responderé.


 


Si de alguna forma Jay puede controlar a los zombies no tan bien como quiere pero lo hace.


 


¡¡¡Omg!!! ¿que es eso? parece como si Carlos reencarnara ¡¡yey!!


 


Tengo la total creencia que a pesar de todo Carlos ama a su madre, solo hay que ver como él se ilumina cuando su madre le dice no quiere dejar ir a Carlos lejos de ella, el realmente cree que es porque ella lo ama y cuando le rompe su ilusión están lindo y adorablemente trágico, sip el ama a su madre aun que ella sea una maldita perra sin corazón.


 


La canción es Camera Can't Lie - Last Dance en lo personal amo esta canción y simplemente es tan hermosamente trágica que quería ponerla para cerrar este fic lleno de dolor, aquí el link. https://www.youtube.com/watch?v=pabaUrHQifc


 


Por otro lado aprovecho para mitotearles, porque soy una indecisa de primera y tengo tres jodidas ideas para mi siguiente fic, bueno ya empecé a escribir la historia pero no se cual publicar así que se las diré y ustedes votan por ella ok, tomare en cuenta todos los votos de los otros lugares donde público, recuerden todas son Jaylos aun que parezca lo contrario así que aquí van:


 



  1. Da la casualidad de que Carlos si tuvo un mejor amigo, mucho antes de Jay y las chicas, solo era un niño cuando le conoció, pero entonces su miedo a los perros le alejo y todo se complicó, así fue como Carlos  se hizo enemigo del descendiente del gran lobo feroz. Ahora que Ben lo trae de la isla  él quiere reconstruir esa amistad, pero Lowell lo ha dejado de ver como  parte de su manada.

  2. Cameron despierta en ese mundo lleno de magia, eso está mal, porque en primera el no es Carlos de vil, simplemente es una actor, en segunda  eso no puede ser real ya que es un sueño y tercera obviamente no tiene un enamoramiento con su mejor amigo Booboo el cual parece totalmente  convencido de estar en una relación con Carlos, el no es Gay santo cielo.

  3. Jay  jamás ah odiado tanto  ser el hijo de un villano como ahora, aquellas chicas deslumbradas por príncipes majestuosos y a veces presumidos nunca van a dejar de verlo como algo más que el hijo de un villano, el está bien para ser un polvo rápido en algún rincón, una simple aventura pero no para ser algo serio, nadie puede culpar a  Carlos cuando desea con todas sus fuerzas cambiar esto, después de todo es el amor de su vida, el no sabe que cambiar el pasado puede ser peligroso para el futuro. 


 


Así que cual les gusta más, vamos todas tendrán dolor, angustia, sangre, galletas… ok tal vez no galletas pero sería bueno saber cual les gustaría leer primero, o tal vez publicare un capitulo diferente cada semana pero entonces tendrían que esperar 3 semanas para un nuevo cap de un fic jojojo.


 


Y bien un comentario?


 


Una galleta?


 


Una mentada de madre?... ok eso no ¬¬


 


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