Vamos, Sakura
Las paredes blancas del hospital encerraban el sonido que había dentro de la habitación, Rin no sabía qué hacer. Había tomado el control que se unía a la camilla por medio de un cable y se entretenía presionando botones al azar, subiendo y bajando el respaldo, al igual que las barandillas. El sonido inquietante del reloj taladraba sus oídos, porque estaba desesperado.
Se sentía bien, en el ámbito de la salud. Todo era…
La puerta se abrió en ese instante, dejando al hombre con bata blanca entrar en la habitación. Su rostro serio perturbó a Rin, quien dejó de lado el control con rapidez, enderezándose como pudo.
─ ¿Le pasó algo? ─cuestionó. El médico negó suavemente.
─De hecho, está perfectamente saludable. Su esposo vendrá en un momento ─el alivio era notable en el rostro del pelirrojo, quien volvió a recargarse en la camilla, dejando que el doctor procediera con el chequeo rutinario. No pasó mucho tiempo cuando por fin terminó. Rin esperó pacientemente a la llegada de su pareja, quien entró a la habitación diez minutos después, aunque a Rin le había parecido una eternidad.
─Eh… Es… ─Las pupilas carmín del pelirrojo brillaron con el aviso de un llanto inminente, una sonrisa invadió su rostro─ ¿Sakura?
─A menos de que hayas tenido otro bebé… ─bromeó Haru, acercándose con el pequeño recién nacido, envuelto en una mantita azul, en sus brazos. Rin recibió al bebé, quien balbuceó cosas inentendibles mientras movía las manitas.
─Es tan… Hermoso ─murmuró, acariciándole la nariz con cuidado─ Hey, Sakura… Soy mamá, pero debes decirme papá de hoy en adelante ─explicó.
─Entonces solo debes decirle que eres su padre, acaba de nacer y ya quieres darle problemas ─musitó el pelinegro mientras se acomodaba a un lado de Rin y le rodeaba los hombros.
─Oh, vamos, estás siendo agresivo porque quieres llorar, solo hazlo y ya ─se quejó el menor, aunque sonriendo. Haru negó suavemente y besó sus labios.
─Mejor esperaré a que llores tú, al final de cuentas eres… ─iba a continuar, pero Rin jadeó con sorpresa. Haru volteó a ver a su bebé.
─ ¡Me está sonriendo! ¡Me ha sonreído!
─Que va, me sonríe a mi ─corrigió, sonriendo él también mientras acariciaba la frente del bebé. Rin negó.
─Que a mí, maldita sea. Es obvio que si alguien obtuviera la primera sonrisa de Sakura sería yo, soy su primer padre.
─Ya, ya ─Haru le dio la razón con un gesto, los ojos de Rin desbordaban lágrimas de emoción.
Pero por supuesto, aunque le dejase pensar a Rin que el bebé le sonreía a él, era claro que la primera sonrisa de Sakura se la había llevado el mismísimo Haruka.
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Una luz cegadora inundó la pequeña sala de la familia Nanase. Rin gritó con emoción, cargando a su hijo en brazos mientras éste aplaudía, imitando a Haru.
─ ¡Feliz primer cumpleaños! ─decía Rin, siendo respondido por sus más cercanos amigos con un grito alegre. Sakura reía mientras una canción sencilla era entonada por los presentes. Haru también reiría, por lo desafinados que sonaban, si no fuese él quien más fuera de nota estaba.
Los ojos grandes y azules del niño se desviaron con admiración hacia el pastel que se encontraba frente a él. Mientras todos seguían cantando, bajó la manita y la hundió en el postre, llevándosela luego a la boca.
─ ¡Oye, oye! ¿Qué haces, campeón? ─musitó Rin soltando una risa y deteniendo la mano de su hijo antes de que se embarrara el betún en la cara.
─ ¡Es tan lindo! ─exclamó Gou, dando brinquitos en su lugar. Haru ayudó a Rin a limpiar las manos de Sakura mientras otro flash los invadía.
─Yamazaki-kun, deja de tomar fotos, aturdirás a Sakura ─se quejó Makoto en voz baja. El aludido se encogió de hombros y volvió a pegar el ojo a la mirilla de la cámara.
─Rin ha dicho que le tome fotos. Además, solo se cumple años una vez.
Makoto calló, aceptando la respuesta. Aunque en realidad… ¿No se cumplía solo determinada edad una vez en la vida? Bien, bien. No impediría que le sacara fotos a la cara embarrada de Haru cuando el pequeño pelirrojo decidió que su rostro era mejor que el papel que el mayor usaba para limpiarle.
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─ ¡Papá, quita ese pez de ahí! La señora pez payaso le odia, vas a arruinar mi partida si lo dejas ahí ─Sakura quitó el mando de la consola a Haruka, apretando los botones con rapidez y alejando al pez rechoncho de la casa de la señora pez payaso─. Dijiste que sabías jugar.
─Sé jugar, es solo que lo actualizaron mucho. Prefiero la versión de antes ─excusó, recargándose en la base de la cama de su hijo. Sakura bufó algo parecido a una risa mientras tomaba el vaso con leche que se encontraba a su lado.
─Es como cuando papi dice que le gustan las cosas dulces cuando son saladas.
─ ¿Y cómo es eso? ─una sonrisa burlona apareció en el rostro del menor.
─Ridículo ─rió. Haru sonrió, provocando que la felicidad se ahuyentara del cuerpo de su hijo─. No, no… Lo siento, no quería…
─ ¡Rin, Sakura no ha entendido bien! ─Llamó Haru, el niño dejó caer la cabeza en la cama, escuchando los pasos de su otro padre acercarse.
─ ¿Cuál es la parte que no ha entendido bien? ─cuestionó en tono seco. El pelinegro se encogió de hombros, desviando la vista hacia el menor.
─Quizá la parte en la que dices que no debe ser grosero con su padre.
─Ah, me la sé de memoria ─el pelirrojo se acercó, cargó a su hijo y lo sentó en el colchón─. Nanase Sakura, por milésima vez, tienes solo ocho años y no puedes ser grosero con tus padres. Ni ahora, ni nunca, ¿cuántas veces tengo que echarte el sermón?
─Pues…
─Además… Mira al pobre Haru, ya está viejo, ¿quieres que se ponga todo arrugadito más rápido porque tú no puedes controlar tu vocabulario? ─Sakura soltó una risita mientras Haru fruncía el ceño.
─Solo soy cinco meses mayor que tú… ─murmuró. Él no se pondría arrugadito solo porque Sakura contestaba cuando no debía hacerlo.
─No le veo el chiste, Sakura ─el aludido borró la sonrisa de inmediato, clavando los ojos en Rin.
─Pero no dije ninguna grosería esta vez. Solo dije que la excusa de papá era ridícula...
─Bueno, a Haru no le gusta que se metan con sus excusas. No sabe mentir, pero debemos dejar que crea que sí, ¿vale? Hazlo por mí, no quiero que piensen que Haru es… Bueno, un viejito con una reluciente y joven hermosa pareja.
─Rin, que no envejeceré por esto… Sakura, ¿todos los sus sermones son así? ─el niño negó.
─Antes te ha llamado pasita ─Rin sonrió ampliamente y evitó la mirada de Haruka.
─ ¿Por qué no le cuentas a Haru que ya tuviste tu primera prueba de natación ésta mañana, cuando estaba trabajando? ¡Cuéntale lo bien que te fue!
─ ¿Pasita?
─Dijo que los años iban a caer sobre ti ─afirmó Sakura con inocencia. Rin se levantó y salió del cuarto, disculpándose.
─Me iré a la cocina antes de que la carne se queme… Sakura, más respeto, ¿vale?
El niño observó a sus padres abandonar la habitación en medio de una discusión sobre pasas mientras regresaba al piso y le daba otro trago al vaso con leche. Sonrió, poniendo a correr el juego. Al fin y al cabo, no sería la primera ni la última vez en que sus padres se salvaban a sí mismos con una excusa increíble.