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Deseo por aiakafuri

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Notas del fanfic:

Este one shot es para celebrar el AkaFuri Day 12/4 :3

En un principio tenía pensado en hacerlo un fic de varios capítulos, pero tengo tantos fics pendientes que nunca lo terminaría de actualizar xD Por eso motivo, decidí hacerlo en un one shot.

Dedico este fic a Ausencia Breton, una amiga de la familia quien falleció hace tres años a causa de cáncer. Ella ya era de la tercera edad y siempre que la veía me terminaba relatando diferentes historias y esta era una de ellas. Desconozco sí ella la invento o la leyó, tome 5 puntos importantes de lo que me relataba y el resultado es este fic… Así que si se les hace familiar la trama les agradecería que me dijeran el nombre de la obra :)  Realmente me gustaría saberlo.

Espero sea de su agrado.

Disfruntenlo 

Notas del capitulo:

Este one shot es para celebrar el AkaFuri Day 12/4 :3

En un principio tenía pensado en hacerlo un fic de varios capítulos, pero tengo tantos fics pendientes que nunca lo terminaría de actualizar xD Por eso motivo, decidí hacerlo en un one shot.

Dedico este fic a Ausencia Breton, una amiga de la familia quien falleció hace tres años a causa de cáncer. Ella ya era de la tercera edad y siempre que la veía me terminaba relatando diferentes historias y esta era una de ellas. Desconozco sí ella la invento o la leyó, tome 5 puntos importantes de lo que me relataba y el resultado es este fic… Así que si se les hace familiar la trama les agradecería que me dijeran el nombre de la obra :)  Realmente me gustaría saberlo.

Espero sea de su agrado.

Disfruntenlo 

Al sur de la ciudad de Tokio se podía observar una caminata 4x4, está iba a gran velocidad. El conductor no se preocupaba de que alguien se le atraviese en el camino, el lugar, al ser un pueblo casi no había tráfico; reviso el GPS y después de unos metros más se desvío a la derecha y siguió el camino. Una media hora más de conducir y encontró el lugar que buscaba: Invernadero Furihata.

Entro en el sendero y se estacionó cerca de la casa. Era una casa de dos niveles, bastante rústica y de fachada blanca; bajo de la camioneta y se dirigió a la casa, golpeó la puerta varias veces y nada; alzó la voz y nada. A lo mejor no había nadie, después de todo eran las 5 de la tarde y los invernaderos cerraban a las 3 los sábados.

Todo lo que hizo para desocuparse de sus labores para que al final no hubiera nadie. Decidido a regresar a su camioneta, giro sobre sus pies y cuando se dispuso a caminar una voz llamó su atención.

I don't care

Gon on altear us apart

I don't care if you do

Cause in a sky

Cause in a sky full of stars

I think I saw you

Era una hermosa voz. Escuchó un poco más para saber de dónde provenía.

Cause you're a sky

Cause you're a sky full of stars

I want to die in your arms, arms

Cause you get lighter the more it gets darks

Siguió la voz hasta uno de los invernaderos. Entro discretamente y puedo ver a una mujer castaña; traía su cabello suelto y le llegaba a la cadera; su tez era morena clara.

I'm going to give you my heart

And I don't care

Go on and tear me apart

I don't care if you do

Cause in a sky

Cause in a sky full of stars

I think I see you

I think I see you

La mujer yacía en medio del invernadero entre las rosas rojas; estas parecían danzar conforme al ritmo de su voz.

—Wauu... Wauu..— ladridos y gruñidos detuvieron a la mujer y giro hacia donde ladraba su perro.

La mirada roja y chocolate se encontraron. Una sensación desconocida invadió sus cuerpos.

 

—Tranquilo Lion— ordenó —Buenas tardes ¿En qué puedo ayudarlo?— observó al guapo pelirrojo, sus ojos también eran rojos y su tez blanca. Nunca había visto a un hombre así. Nunca había sentido ese hormigueo en su estómago.

Ahora que se había girado pudo percatarse del pecho plano y una silueta curvilínea, no era una mujer, era un doncel. Y, no cualquier doncel, era uno hermoso. Esos ojos color chocolate lo miraban detenidamente.

—Buenas tardes. Desearía comparar una rosas— dijo acercándose al joven castaño.

—Mi hermano no demora en llegar. Él es quien hace las ventas— dijo nervioso. Se sentía desnudo ante esa mirada penetrante que sentía que lo veía a través de la ropa.

—Lo esperaré. Por cierto, soy Akashi Seijūrō — dijo extendiéndole la mano al doncel.

Miro la mano y luego al pelirrojo. —Furihata Kōki— se presentó nervioso tomando la mano que le ofrecía.

Ninguno de los dos se había percatado de que no habían soltado sus manos y se miraban fijamente.

—Kōki— una voz gruesa se escuchó desde la entrada. Ambos voltearon y Lion corrió hacia la persona —Quitarme esta bestia—.

—Lion deja a Kōta— dijo caminando hacía su hermano y al llegar cargo al pequeño chihuahua blanco.

—Estúpido perro— murmuró el pelinegro.

—Lion no es estúpido— defendió a su perro e hizo un mohín. El pelirrojo rió por la faceta infantil.

—¿Qué hace aquí?— gruñó Kōta al pelirrojo había tocado a su hermano.

—Akashi-san quiere hablar contigo. Iré con mamá, si necesitas ayuda háblame— se marchó hacia la casa.

—¿En qué puedo ayudarlo?— cuestionó el pelinegro.

—Hacer negocios— respondió serió.

—Bien. Vayamos a la casa, estaremos más cómodos y no quiero que la lluvia nos deje encerrados aquí— dijo Kōta.

—¿Lluvia?— preguntó caminando hacia la salida.

—Sí. No demora en llover— respondió.

Seijūrō observó hacía cielo y todo lo que veía era el atardecer, no había indicios de lluvia.

—————————

Entró corriendo a la casa y subió directo a su habitación. Sentía su corazón latir fuertemente y miro su mano, aun sentía calidad del calor corporal del pelirrojo —¿Qué me pasa?

—¡Kōki! Baja y ayúdame— escuchó a su madre.

Dejó a Lion en el rincón donde estaba su pequeña cama y descendió las escaleras. Justo cuando iba por el pasillo de la entrada, la puerta se abrió asustándole —$$%$#— gritó y se cubrió la boca al ver al pelirrojo.

—Kōki ese vocabulario. Ve y trae algo para Akashi-san— dijo Kōta riendo por la cara de terror de su hermano.

—S—Si— corrió a la cocina avergonzado.

—————————

—Disculpe a mi hermano, es muy asustadizo. Supongo que no esperaba que entráramos— explico riendo mientras se dirigía a la sala.

—Así que asustadizo— pensó sonriendo.

Llegaron a la sala y comenzaron a platicar. En medio de ello Kōki les llevó agua fresca de naranja. .

—Kōki— escuchó el castaño cuando había regresado a la cocina.

—¿Sí?— preguntó asomándose por el umbral.

—Prepara 20 rosales del invernadero tres— ordenó Kōta.

—Pero aún no están listos. Le faltan dos semanas— repuso rápido.

—El señor las va a trasplantar hoy mismo— dijo Kōta mirando a su hermano menor fieramente.

—Pero aún les falta— aún no terminaba con ellas.

—Kōki— gruñó.

Bajo la cabeza para ocultar que estaba al borde del llanto —Está bien—.

—tsk— chasqueo —Lo siento, Akashi-san. Mi hermano es muy apegado a las plantas.

—No se preocupé— dijo mirando a la dirección en donde iba el castaño.

———————————

Al salir la lluvia se soltó y terminó empapado.

—————————————

Kōta escuchó truenos y salió corriendo.

—Kōta ve por Kōki— escuchó Seijūrō desde la cocina y siguió al pelinegro.

—Ya voy— gritó llegando a la puerta. La abrió y vio al castaño hecho un ovillo en medio de la lluvia —Kōki—. Cargó a su hermano y lo llevó de regreso a la casa.

Seijūrō vio que el castaño cubría sus oídos y tenía cerrados sus ojos.

—Ya puse el agua— dijo una mujer castaña muy parecida a Kōki.

—Gracias mamá— dijo entrando a la casa y subió las escaleras.

—Hoy no podrá salir de aquí. Será mejor que se quede, el riachuelo suele subir de nivel con la lluvia. Por cierto, soy Furihata Yuuki— dijo al pelirrojo que miraba hacia la escalera.

—Akashi Seijūrō— se presentó —Será mejor que me quede—.

—La cena será servida nada más Kōta y Kōki bajen— informó.

—¿Le tiene miedo a las truenos?— preguntó aún que más bien afirmó.

—Sí— respondió caminando hacia la sala —Hace años, así como está el clima, el gemelo de Kōki resbalo al río y mi marido salto por Kōji. Lamentable lo rescató cuando ya había muerto y, al notarlo, mi marido se resbaló y se perdió en el río. Jamás encontraron su cuerpo. Desde entonces Kōki tiene miedo—.

—Lo lamento— fue lo único que pudo decir.

10 minutos después Kōta y Kōki bajaron e iniciaron la cena. –Exquisito— exclamo el pelirrojo al probar el postre, eran fresas con crema.

Los tres Furihata sonrieron –Son del cultivo de mi Kōki— comento yuuki.

—¿Las cultivó?— pregunto al castaño.

—Sí— respondió el castaño algo sonrojado.

—Kōki tiene mano para la cosecha. Todo lo que cultiva es delicioso— agrego Kōta para después lamer la cuchara.

—Ya le dije que debería estar en algún invernadero de gran prestigio pero se negó a abandonarnos. Nada más laboro dos años en Tokio y regreso aquí— comento Yuuki.

—Mamá, por favor. No de nuevo— suplico.

—Deberías ejercer tus estudios y ser como tú difunto padre— dijo yuuki.

Seijūrō sintió tenso el ambiente y no supo que hacer. La mirada de dolor en los hermanos no pasó desapercibida.

—Estoy aquí porque quiero, y aquí ejerzo libremente mis estudios— Kōki se levantó y se marchó.

—Disculpe— dijo yuuki y también se levantó.

—Disculpe, es un tema delicado para Kōki— comento Kōta.

—Entiendo. Su madre me explico— dijo viendo las fresas.

—¿Qué le dijo?— pregunto.

—... Sobre el gemelo de Kōki-san y su padre— respondió inseguro.

—No crea todo lo que mi madre diga— y dio por terminado ese tema.

Seijūrō se sentía incómodo, recordó algo y pregunto —¿Qué estudio su hermano?—.

—Es ingeniero agronómico. Estuvo trabajando en el jardín botánico dos años y luego regreso a casa. Trabaja varios cultivos, pero el que ama es el invernadero 6. Mañana se lo mostrare— dijo sonriendo.

—oh el jardín botánico. Me pregunto que lo hizo regresar— murmuro pero Kōta lo escucho.

—La vida de un doncel no es fácil y menos si está solo en Tokio. Dormirá en mi habitación— comento, pero no entro más profundo en el tema.

Seijūrō asintió. Algo había pasado para que regresara su pueblo y él, lo iba a averiguar. No sabía porque quería saber, pero había algo que si sabía: quería a Furihata Kōki debajo de él y gimiendo su nombre.

———————————————————————

Corrió a su habitación, cerró la puerta y se dejó caer en su cama. Odiaba cuando su madre lo comparaba con él ¡Nunca sería como él!

Su celular sonó y era su hermana. Furihata Kōko era la menor de los hermanos, actualmente estaba trabajando en una inmobiliaria en el centro de Tokio –Hola... Bien... Sí, es que está lloviendo y ya sabes que no me gusta este clima... No sé... Tal vez, pero déjame pensarlo... No, no tengo novio... Pues Kōta esta con la vecina todavía... En este momento se encuentra ocupado con Akashi-san, es un comprador.... Pues Akashi Seijūrō-san....No grites y explícate... aja ¿empresario?... aja... ¿Con cualquiera?... vaya y se ve tan...respetable... No idiota... C—claro que noo... ¡Qué no!... Está bien... Adiós, saludos a mi cuñado—.

Akashi Seijūrō era dueño de una gran empresa ¿Entonces qué hacia un gran empresario en su invernadero si podía mandar a comprar a algún subordinado?

—————————— Al siguiente día ——————————

Se levantó al sonar la alarma (5:00 am), se vistió y corrió al baño a lavarse el rostro. Al bajar se encontró con Kōta. Ambos salieron rumbo a los invernaderos y algunos de los trabajadores ya comenzaban a llegar. Repartieron las actividades y ellos entraron al invernadero tres para preparar el pedido del pelirrojo. Luego de un par de horas, el pedido ya estaba listo. Nada más faltaba subirlo a la camioneta.

—Kōta aún les falta— reprocho a su hermano mayor.

—Sabes perfectamente que no es así. Solo no quieres dejarlas ir— respondió – ya hemos hablado de esto.

—Pero...

—Buenos días— dijo Seijūrō interrumpiéndolos.

—Buenos días— saludaron ambos girándose. —¿Durmió bien?— agrego Kōta

—Por supuesto— Seijūrō se deleitó las pupilas con el atractivo castaño frente a él.

—Kōki porque no le muestras tú invernadero a Akashi-san en lo que yo subo las cosas—.

—Sí. Por aquí, Akashi-san— dijo y guió al pelirrojo, quien no apartaba la mirada del redondo y firme trasero –Espero sea de su agrado— y abrió el invernadero.

Observo el hermoso invernadero. Todo tipo de rosas y plantas había sembradas y bien cuidadas. Comenzaron el recorrido.

—¿Esta cuál es?— pregunto al ver una rosa pequeña de color rosa con amarilla.

—Se llama baby romantica— respondió sonriendo.

—Es muy hermosa— dijo refiriéndose a la sonrisa del castaño.

—¿Verdad?— dijo acariciándola –Son una de mis favoritas. Pero lo que me tiene muy feliz son las fresas— comento guiándolo hacia las fresas.

Observó con detenimiento las grandes y jugosas fresas. Eran perfectas.

—Sí gusta puede probarlas. No uso químicos con ellas así que están limpias— dijo cortando unas y entregándoselas.

Seijūrō eligió una y la probo –Deliciosa.

—Sí— dijo Kōki para luego probar una.

—¿Cómo le hace para el sabor? Es concentrado y la textura es excelente— pregunto.

—Secreto— respondió con una sonrisa.

Quedo prendado por esa hermosa sonrisa. Había visto sonreír donceles y mujeres, pero nunca lo dejaron maravillado. Desvió la mirada y pregunto algo que lo tenía en dudas —¿Por qué dice que las rosas aún no están listas?—.

—oh eso... es que siento que aún no están listas. Ya sabe, luego al trasplantarlas no quieren agarrar los minerales del lugar al que es sembrada— explico.

—Ya veo... ¿Le gustaría ir usted mismo a sembrarlas?— pregunto –Así podrá asegurarse de que estén bien trasplantadas—.

—.... Kōta no me dejaría— murmuró bajando la mirada.

—No tiene por qué saberlo— aseguro. Había escuchado la noche anterior al castaño de ir a Tokio a ver a alguien.

—Bueno... Podría ir con usted a sembrarlas y luego ir con mi hermana— dijo en un tono pensativo.

—Perfecto— sonrió complacido.

—Vale, pero no diga nada. Iré horas después. También tengo que hablar con mi hermana— acepto de verdad quería que esas rosas se plantaran bien.

Seijūrō se aseguró de explicarle el trayecto que tomaría hasta su finca e intercambiaron números para que Kōki avisara cuando se aproximara.

—Ya está listo— llego Kōta a buscarlos.

—Vamos— dijo Kōki.

—¿Qué le pareció?— pregunto Kōta.

—Es hermoso— respondió mientras veía al castaño.

—....—Kōta no dijo nada.

—Fue un placer hacer negocios— dijo Seijūrō despidiéndose.

Los Furihata se despidieron y vieron marcharse al peli rojo –Esta venta cubrirá los gastos de este mes — comento viendo la casa.

—Veremos la forma de salir adelante— dijo Kōki viendo el invernadero.

—Nos ha costado mucho, no lo perderemos— comento mientras le revolvía el cabello a su hermano.

————————————————————

Llevaba dos horas conduciendo, es pequeño auto que había comprado hace más de 8 años y seguía funcionando a pesar de ser viejo. Observó un momento por el retrovisor y sonrió. Las fresas seguían intactas y sin marchitarse al igual que la baby romántica.

Apenas se había marchado el pelirrojo, fue a su habitación a llamar a su hermana, le había costado convencerla para que lo cubriera, pero al final accedió. Durante el desayuno le dijo a su madre y hermano estuvieron de acuerdo, pues rara vez abandonaba los invernaderos y nada mejor que distraerte con tú revoltosa hermana menor. Se sentía culpable por mentirles, pero tal vez el sembrarlas Akashi podría comprarles más rosas e incluso recomendarlos y eso les traería beneficios.

20 minutos después (7:40 am) ya había salido tumbo a Tokio. Siguió conduciendo hasta que vio el letrero que el pelirrojo le había indicado, doblo a la derecha y condujo en la terracería. Escucho su teléfono y era un número desconocido — ¿Hola?... Akashi-san... Sí estoy en xxxx... entendió... Nos vemos—. Siguió las nuevas indicaciones hasta que llego a un pequeño pueblo, pasó de largo y llegó hasta un lugar bardeado —¿Dónde me metí?— fue lo que pensó al leer el letrero: Finca Shiori.

El portón se abrió y mostro a un hombre alto y moreno – ¿Furihara-san?— el castaño asintió –Pasé. Lo están esperando.

Atravesó el portón y hectáreas de áreas verdes lo rodearon. Condujo hasta la hermosa casa y quedo asombrado, nunca había visto lugar tan bello. En la entrada vio al pelirrojo apoyado de un pilar observándolo llegar y al verlo estacionarse, se aproximó a él –Veo que llego bien, Furihata-san—.

–Da muy buenas indicaciones, Akashi-san— dijo saliendo del auto.

—Usted siguiéndolas. Eso me gusta— dijo en un tono seductor.

Kōki se estremeció –Sí usted dice. Oh cierto, esto es para usted— dijo abriendo la puerta del asiento trasero, saco la baby romántica y tres plantas de fresas.

—Gracias— dijo tomándolas pero sin apartar la vista del castaño.

Se ruborizo por la mirada, así que para distraerse fue a la cajuela para sacar su la maleta donde traía su equipo de trabajo.

—Yo lo llevo— dijo una voz de tras de él.

—kyaaaaa— grito asustado y se ocultó detrás del pelirrojo.

—Tetsuya cuantas veces tengo que decirte que no aparezcas de la nada— dijo Seijūrō regañando al peli celeste.

—Lo siento— se disculpó, pero Kōki creyó ver una sonrisa discreta.

—Sigue a Tetsuya, él te guiara a la habitación— ordeno mientras se llevaba las plantas al jardín.

—Por aquí— dijo Tetsuya tomando la maleta.

—Yo te ayudo Kuroko— dijo un pelirrojo alto.

—Gracias, Taiga— dijo sonriendo –Él es Kagami Taiga y yo, Kuroko Tetsuya. Somos amigos de Akashi—kun, venimos a pasar el fin de semana—.

—Mucho gusto, Kuroko-san. Me llamo Furihata Kōki, vengo a trasplantar flores— dijo sonriendo.

—¿Furihata? De donde lo he escuchado— comento el peli celeste mientras guiaba al castaño.

—No sé, es bastante común— dijo restando—le importancia o eso aparento.

—Bueno esta será su habitación. En una hora será servido el desayuno— dijo Tetsuya enseñándole la habitación.

—Gracias, pero ya desayune. Iré directo a las plantas, no puede estar mucho tiempo sin sembrarlas— explico.

—Está bien. Le diré a Akashi—kun para que tenga las herramientas listas— el peli celeste se dio la vuelta y marcho junto al pelirrojo.

Se cambió el pantalón por un short corto y luego se colocó el ove—rol. Bajo las escaleras y se encontró con el pelirrojo. Akashi lo guió al jardín y quedo anonadado. Era un extenso jardín varias plantas.

—¿Quieres ayuda... Kōki ?— cuestiono el pelirrojo.

—No. Puedo solo— dijo mientras marcaba los lugares que el pelirrojo le había indicado para plantarlas, pero su corazón latió rápidamente al escuchar su nombre de los labios del pelirrojo.

—Iré hacer unas llamadas. Si necesitas algo toca la campana y alguien vendrá— dijo entregándole la diminuta campana.

—Gracias— dijo tomándola, la coloco cerca de las herramientas y comenzó a trabajar.

—————————————


—Es muy bello— comento uno de los invitados.

—Vaya, si estuviera soltero le daría— susurró viendo como el castaño se agachaba.

—¿Ustedes que creen? ¿Enano-chan está interesado en él?— cuestiono un pelinegro.

—Por qué mejor no se largan a la alberca ¿No era a donde iban a ir? Será mejor que te apartes Daiki— cuestiono el pelirrojo.

—Está bien— gruño el moreno. Tomaron sus cosas y fueron a la alberca.

Seijūrō se dirigió al estudio y se detuvo frente a la ventana; mientras hablaba por teléfono no perdió vista del castaño en ningún momento.

—————————

Se sentía observado. Miraba ocasionalmente en diferentes direcciones pero nada, no encontraba nada. 

—Al fin— dijo dejándose caer en el césped. Descanso unos minutos, luego se levantó y tomo la manguera del agua para rociarlas. Comenzó a cantarles como siempre lo hacía, hasta que estuvieron húmedas. Lavo su rostro, brazos y le quito la tierra a sus sandalias; cerró el paso del agua, agrupo las herramientas y se despojó del ove rol para entrar a la casa. Se deslazó antes de entrar, en su mano llevaba la campana y el ove rol, emprendió su camino y cuando iba a doblar para subir las escaleras sus pies patinaron y sintió caerse, solo cerro los ojos y esperó el impacto contra el piso pero nunca llego, fue contra otra cosa –Estas bien— abrió los ojos y se encontró con la mirada roja.

—Sí, lo siento— dijo sonrojado. Estaban en una comprometedora posición, intento levantarse pero sus pies húmedos volvieron a traicionarlos y esta vez sus labios quedaron a centímetros de los labios de Akashi. Ambos se quedaron mirando. De pronto Kōki sintió que lo tomaron de la cintura y lo levantaron. Un gran hombre peli morado lo había cargado y coloco que en el piso, quedando de pie –Gracias— susurro apenado.

—De nada. Aka—chin los chicos quieren verte— dijo comiendo una paleta.

Kōki seguía mirando al peli morado ¿Se podía ser tan alto? Seijūrō frunció el ceño al ver la mirada del castaño –Ahora voy Atsushi— el peli morado se estremeció y huyo.

—Siento lo de ahora— se disculpó Kōki – ¿Está bien?—.

—Sí. No deberías andar descalzo— dijo levándose.

—No quería mojar — dijo avergonzado.

—No hay problema. Vamos, me a cerciorare de que no caigas nuevamente— le tomo la mano y subieron las escaleras. Ambos tenían las oreja rojas.

—Gracias— dijo desviando la mirada.

—No fue nada. Es hora del almuerzo, baja en media hora. La ropa déjala en el cesto más tarde pasaran por ella— informo y salió de la habitación.

Kōki se cubrió el rostro. Estuvo a punto de besar al pelirrojo. No le podía pasar con él.

—————————————————

A la hora del almuerzo todos se reunieron. Conoció más gente de la que vio a en la mañana.

—Murasakibara se lució— dijo Kise Ryōta.

—¿Donde esta?— cuestionó Midorima.

—Tatsuya le llamó y regreso a Tokio— dijo Seijūrō.

—Ya veo. De seguro se le antojo algo a mi hermano— dijo Taiga.

—Es posible. Sino es que entró en labor— dijo Tetsuya.

—Nos hubiese dicho— dijo un pelinegro.

Kōki se sentía fuera de lugar. No conocía a nadie. Pronto de escabulló, algo que fue fácil ya que no le ponían atención; se dirigió al jardín y acarició el arbusto de fresas.

—¿No tienes hambre?— cuestionaron detrás de él.

—Me ha asustado, Akashi-san— respondió tocándose el pecho —No quería entrometerme.

—No lo estabas haciendo— dijo sentándose en el césped junto al castaño.

—Si usted dice— dijo avergonzado.

—¿Qué edad tienes Kōki?— preguntó.

—27— respondió.

—¿Enserio? No lo parece— creía que era menor.

—Escucho eso a menudo ¿Usted?— preguntó curioso.

—32, pero no me trates de usted. Me haces sentir anciano, dime Seijūrō— dijo sonriendo.

Sospechaba la edad. Vamos y como no, sí era todo un Adonis. Tenía el cuerpo marcado y cuando caminaba sus músculos se marcaban en la ropa y ni se diga de esos grandes glúteos...oh no... —No podría— dijo sonrojado.

—Inténtalo— ordenó.

—Se—Seiijuuroo-san— dijo avergonzado.

—Fue fácil— y, sí que le gustó que lo llamara por su nombre, su pene se había erguido al escuchar su nombre proviniendo de esos delgados labios.

—Algo— susurró avergonzado —Será mejor que me marché. Así llegare a tiempo a Tokio—.

—¿No que le faltaban varios días?— cuestionó.

—Confió en que estarán bien— respondió.

—Ahora soy yo quien no confía... ¿oh será que me usaste pasa salir de tú casa?— cuestionó.

—Oh no, claro que no— respondió inmediatamente —No piense eso. En verdad confío en que estén bien.

—Bueno, pues quédate hasta que vea que estén bien— demandó.

—Es—está bien— aceptó bajo presión.

—Bien— se levantó y sacudió el pantalón —Vamos, te mostraré algo— extendió su mano. El castaño tomó la mano que le ofrecían, se levantó y siguió al pelirrojo.

Caminaron por 10 minutos, al llegar al complejo abrió la puerta y dejó ver al castaño.

—Caballos— dijo alegre. Era un pequeño establo con apenas 4 caballos.

—¿Te gustan?— preguntó.

—Son hermosos— dijo viendo a una yegua y su potro.

—Pues hoy vamos a montar— dijo tomando una de las sillas de montar.

—No sé. Nunca he montado— respondió.

—Joder— pensaba mientras por su mente Kōki lo montaba y se auto—penetraba —No te preocupes, yo te enseñare— dijo mientras colocaba la silla a su caballo favorito. Lo ensillo y lo hizo caminar hacia la salida. Tomó la mano de Kōki e hizo que lo tocara —No te hará nada. No tengas miedo.

Kōki, con más seguridad, acarició al caballo. Era tan blanco, siempre los veía en la televisión pero jamás imaginó llegar a tocar uno y ahora estaba tocando al caballo más hermoso —¿Cómo se llama?— preguntó.

—Ringo— respondió con una sonrisa, el castaño parecía niño pequeño. Después de varios minutos y que Kōki mimara a Ringo —Es hora.

—¿Eh?— de pronto sintió que era levantado.

—Sujétate— ordenó sentándolo de lado —Montale, te estoy sujetando—.

Pasó su pierna izquierda y se montó correctamente. Esperaba a que el pelirrojo jalará el caballo por lo que nunca se espero fue que se montará detrás de él —¿A—akashi-san?— estaba avergonzado podía sentir el cuerpo firme detrás de él y algo por sus glúteos.

—No pasa nada, tranquilo— le susurró al oído —¿Traes algo para sujetarte el cabello?

—N—no— jaló paso su cabello hacia enfrenté y rápido se hizo una trenza —Listo.

—Sujétate de la montura— dijo pasando sus manos alrededor de la cintura para tomar las riendas y ordenó al caballo moverse.

Sentía su corazón latir rápidamente y el calor corporal que el mayor le brindaba en su espalda. Su rostro debería estar tan rojo como un jitomate o como el cabello de Kagami.

Sonrió al percatarse del rojo remolacha que se había tornado en las orejas y cuello del castaño. Eso demostraba que no le era indiferente... Le mostraba la flora y fauna del amplio terreno, incluso el riachuelo que tenía que atravesar para subir a un peñasco. Cuando llegaron su destinó, bajaron del caballo y caminaron unos metros, pues el caballo no podía subir más.

—Es hermoso— exclamó. La casa y todo el pueblo se podía observar.

—Es mi lugar favorito— comentó.

—¿Enserio?— preguntó feliz.

Se quedó mirando la hermosa sonrisa, se perdió en esos ojos chocolates y se aproximó.
Kōki sintió unos labios acoplarse con los suyos y en vez de alejarse respondió al beso mientras cerraba los ojos. Seijūrō delineó sus labios con la lengua y le dio acceso a su cavidad bocal, exploró cada rincón de esa deliciosa cavidad.

—Aghh... Mnghgg— de pronto sintió como su labio era mordido, unas manos recorrían su cadera y bajaban a su espalda baja. Se asustó y se separó —Lo siento. Será mejor que regresamos— dijo desviando la mirada y comenzó a caminar hacia el caballo.

Seijūrō observo que el castaño se alejaba, soltó un suspiro y lo siguió. Nada más le había tocado la cadera y se separó.

Su mente era un revoltijo mientras regresaban a la caballeriza. No debió permitir que lo besara. No debió responder. El pelirrojo quería llevarlo a la cama y no sabía qué hacer. Admitía que deseaba al pelirrojo, pero no solo de compañero de cama de un día sino de algo más y eso no era lo que el pelirrojo tenía en mente.

Bajaron del caballo y luego se dirigieron a la casa —¿Tetsuya?—.

—Sei-chan— gritó un pelinegro y se abrazó al pelirrojo.

—Reo al fin llegas— dijo el pelirrojo.

A Kōki se le estrujó el corazón, sin que se percataran se dirigió al jardín y se sentó junto a las fresas. Sentía un nudo en la garganta.

————————————————————

—are... Debes ser Kō-chan. Soy Reo Mibuchi la "madre" de Sei-chan— dijo el pelinegro.

—Otra vez— dijo exasperado Seijūrō detrás del pelinegro —Él es Reo Mibuchi. A pesar de lo que aparenta tiene 50 años y es mí.... Vale, madre— dijo al ver la mirada del pelinegro — Me ha cuidado desde niño.

—¡50 años!— gritó asombrado. Pues veía a un doncel de unos 30 años.

—Jeje sí. Incluso tengo dos hijos y estoy a la espera de mi primer nieto.

—Wohhh increíble.

—Cierto Sei-chan, los chicos se regresaron a Tokio. Se les presento algo urgente— explicó.

—Se me hacía raro no escucharlos— comentó.

—Bueno. Iré a preparar la cena, estará lista en una hora. Vayan a bañarse.... Claro separados— les guiño. Kōki se sonrojó y bajo la mirada —Vayan.

Kōki huyó rápidamente y se encerró en cuarto.

———————————

A la hora bajo a cenar y se sentaron los tres en la mesa de la cocina.

—¿A qué te dedicas Kō-chan?— preguntó Reo cuando ya habían terminado de cenar.

—Ayudó en los invernaderos de mi familia— dijo sonriendo.

—Con razón se me hacía familiar tú apellido. ¿Cómo van las cosas en la finca? ¿Ya mejoraron la situación de la herencia?— cuestionó.

—¿Eh? ¿A qué se refiere?— preguntó dislocado por la pregunta.

—Pues a lo de Kemi— Kōki se tensó y Seijūrō lo percibió.

—Oh no. No hay ningún Kemi ni herencia en la familia. Todos somos Kō a excepción de mi madre, ella se llama Yuuki— dijo con una risa nerviosa.

—¿Furihata Kō? ¿Ese viejo?— pregunto Seijūrō. Y, sí que conocía a ese viejo, lo bueno es que...

—¡No lo conozco! Permiso— se levantó y huyó.

—¿Se puso nervioso?— dijo Reo.

—Tengo que hacer una llamada—se levantó y se dirigió al estudio.

———————————————————

asta que el pelirrojo lo acorraló —Kazu me dijo que son primos—.

Hizo un mohín —¿Por qué tuvo que preguntar?—.

—¿Porque tú no me dijiste?— cuestionó.

—Está bien. Necesito sentarme— comentó.

—Vamos al estudio— dijo guiándolo —¿Quieres algo?— preguntó cuándo se servía un whisky.

—Algo liviano— se sentó en sillón individual. Le entregó una copa de vino y probó unos sorbos. —Kazu, Kemi y Keila son nuestros primos. Su padre era hermano del nuestro— comenzó.

—¿Furihata Kō? No sabía que tenía hijos— comentó.

Una sonrisa triste se marcó en su boca —Él es nuestro padre. Cuando mamá estaba con él no sabía que era casado. De alguna forma logró que mamá también fuese su esposa y por esos somos hijos legítimos. A veces iba y venía, demoraba en regresar de su "trabajo" como agronómico. Rara vez nos llevaba con él, pero un día mamá tuvo que salir a ver a nuestra abuela y se había llevado Kōji y Kōko, así que nos llevó a Tokio. Ese día nos dejó en unos vídeos juegos en un centro comercial, Kōta aburrido, me jalo y nos salimos de los juegos; rondamos hasta que lo vimos besando a una mujer parecida a mamá. Kōta me tomo de la mano y nos ocultamos. Los vimos reír y besarse con ella, a la hora los vinos despedirse y se reunió con 3 hombres— se limpió las lágrimas. Seijūrō observaba al triste castaño.

—Esos hombres... Uno de ellos era un abogado. Le informó que su padre había hecho testamento antes de fallecer y dejó de herederos a su hermano y sus hijos, mientras que aél unas cuantas propiedades. Le ordenó a los otros dos deshacerse de su hermano Kaede. Cuando vimos que se despidieron regresamos a los videos juegos e hicimos como si nada y regresamos a casa. Kōta y yo creímos estar solos con papá y le recriminamos todo sin saber que mi mamá y Kōji estaban en la cocina. Mi madre se soltó a golpearlo y al aceptar que tenía otra esposa Kōji salió corriendo. Salimos detrás de él, la lluvia y los truenos eran horribles. Lo escuchamos gritando por ayuda, papá corrió se aventó al río y logró sacarlo... Pero había tragado mucha agua y no logró sobrevivir— se hizo ovillo en el sillón — Papá se marchó a los 15 días y no volvimos a verlo. Luego nos enteramos de que su hermano y su cuñada habían fallecido en un accidente. A los meses su esposa murió víctima de un asalto. Unos meses después, como mis primos eran pequeños, los dio en adopción y se quedó con toda la fortuna de ellos. Lo odio. Mamá después de la muerte de Kōji se volvió inestable y a todos les dice que papá murió ahogado por salvar a Kōji... Esa mentira se le mantuvimos a Kōko, era una pequeña incapaz de recordar—.

—Lo siento— dijo levantándose de su lugar y abrazó al castaño —Perdóname por hacerte recordar.

—Siento vergüenza de darles las caras a mis primos. Mi padre les quitó a sus padres y los separó, les quitó todo— dijo llorando.

—No fue tú culpa ni de tú familia— dijo frotando a su espalda. El castaño lloró hasta que se quedó dormido en sus brazos. Lo cargo y lo llevó a su habitación, lo metió entre las sábanas y lo observó dormir —Siento haber hecho recordar— le besó la mejilla y se marchó a su habitación.

————————————

Abrió sus ojos percatándose que era de día, su cabeza dolía y se metió a bañar. Desayuno con Reo ya que el pelirrojo había salido al pueblo, después se dirigió al jardín, regó las rosas y les canto.

—Cantas hermoso Kō-chan ¿Por qué siempre la misma canción?— dijo Reo desde la puerta.

—Esa les gusta— respondió sonriendo.

—nee Kō-chan ¿Qué sientes por Sei-chan?— observó como el castaño se sonrojó.

—¿De qué habla?— murmuró.

—He visto como lo miras— respondió.

—Creo que me gusta... Pero es imposible— respondió.

—¿Por qué? No creo que a él no le gustes— comentó.

—Ambos somos diferentes. Él busca otras cosas diferentes a las que yo busco. Además... Es mayor y ha de tener a alguien. En cambio yo no soy nada a su lado.

—¿Sabes lo de su fama?— preguntó.

—Un casanova bisexual que con solo chasquear los dedos tiene a mujeres y donceles haciendo fila en su cama. Lo sé... por ello me quiero ir de aquí— respondió con un nudo en la garganta.

—Ya llegué— se escuchó a través de la ventana.

—Usted y yo no tuvimos esta platica Mibuchi-san— se giró y fue a regar las rosas del fondo —No me quería enamorar— susurró. Estaba consciente del amor que comenzaba a florecer en su corazón.

————————————————

Se despertó y ya era de noche. Recordaba haber subido a bañarse y acostarse en la cama mientras llamaba a su hermano y su madre, tuvo que enlazar la llamada con su hermana para que no sospechen.

Se levantó y fue en búsqueda de Reo, pues tenía hambre. Amaba a ese doncel, había probado tantas cosas deliciosas; por más que lo buscó no lo encontró, parecía que no había nadie y eso lo aterró. Tenía miedo a caer en los brazos del pelirrojo y su tabla de salvación era Reo Mibuchi.

Escuchó un violín y buscó la fuente, era el estudio del pelirrojo. Se asomó por la puerta pero esta lo delató y el pelirrojo volteó dejando de tocar —Lo siento.

—Veo que despertaste— dijo bajando el violín.

—Sí... Eso fue hermoso ¿Donde aprendió?— pregunto curioso mientras se acercaba al pelirrojo.

—Mi madre me enseñó— respondió y se sentó en la silla principal del estudio.

—Su madre ha de tocar increíble— dijo sonriendo.

—Lo hacía... Ya falleció— dijo con nostalgia.

—Lo siento. No debí— trató de decir.

—No lo sabías— comentó.

—De hecho no sé mucho— murmuró.

—No hay mucho que saber. Mi madre falleció cuando era niño y mi padre cuando era adolescente, apenas tenía 21 años— respondió —Me gusta mi trabajo, jugar básquet en mis tiempos libres, leer, tocar el violín y los caballos, por eso tengo esta finca—.

—Ya veo— dijo avergonzado.

—Ven, te mostré una foto— dijo levantándose para buscar una foto del librero que estaba a sus detrás de él.

Kōki rodeo el escritorio y tomó la fotografía —Es hermosa— Una mujer pelirroja de bellos ojos rojos y tez blanca abrazaba aún menor idéntica a ella.

—¿Verdad?— preguntó acercándose al castaño.

—Sí. Además Seijūrō-san se ve tan lindo— comentó sonriendo.

—¿Y ahora como soy?— le susurró al oído mientras le acariciaba la mano.

Se tensó y miró al pelirrojo. Su corazón latía rápidamente y sintió como se sonrojaba —G—guapo— respondió y bajo la mirada.

Sonrió, le levantó el mentón y capturó los finos labios. Estrujó entre sus brazos al castaño que se aferraba su camisa.

El teléfono sonó y Seijūrō se separó pero sin dejar que el castaño escapara, así que se colocó entre sus piernas mientras lo sentaba en su escritorio —Hola... Reo... Entiendo... Sí ya sé despertó, está pensando en que cenar— le delineó los labios con su pulgar. Kōki se estremeció bajo el toque —.... Ahora te lo pasó— le entregó el teléfono al castaño.

—Mibuchi-san...wowww felicidades. Ahora entiendo porque no lo encontré... Sí... No se preocupe... Está bien... Si— perdió el hilo a conversación, Akashi Seijūrō estaba besándole el cuello —Aghh sii... C—claro... Adiós— aventó el teléfono y rodeo el cuello del pelirrojo con sus manos y enrosco sus dedos en el cabello rojizo.

—Tú piel se marca fácilmente— gruñó después de hacerle un chupón en el cuello —Sabes desde cuando he deseado hacerte esto.

—¿Desde cuándo?— jadeó.

—Desde que te vi en ese invernadero— susurró en sus labios —Te veías hermoso en medio de tantas rosas. Desde ese día he deseado hacerte mío.

—Hazlo— enroscó sus piernas en la cadera del pelirrojo, lo atrajo hacia él y devoró sus labios.

Seijūrō sujeto de los glúteos al castaño y lo cargo. Entre besos y caricias llegaron a su habitación, dejó al castaño en la cama y subió sobre él. Siguió disfrutando de los besos y comenzaron a rodar con la gran cama; entre tanto ajetreo las prendas se iban perdiendo.

—aghhh... Mgghh— gimió y se cubrió la boca cuando sintió una lengua juguetear con su pecho.

—No lo hagas. Déjame escucharte— gruñó mordiéndole el pezón.

—Aghhhhh.... No..— se aferró al cabello rojo. ¿Cómo era posible que se estuviera derritiendo bajo el toque del pelirrojo?

Con su boca se dedicó a jugar con los rojos e hinchados pezones, mientras le quitaba el bóxer ajustado.

Se sonrojó cuando sintió que le quito el bóxer. Estaba completamente desnudo, una mano rodeo su miembro y comenzó el vaivén —mngggg.

—Eres muy sensible Kōki— le susurró a los labios.

—Cállate— gimió pero de inmediato unos labios lo callaron —mmfgg aghhh Seiii.

Al escuchar su nombre se excitó aún más. Hizo que Kōki le chupara los dedos e introdujo uno en el interior del castaño.

—mgggg duele— jadeo al sentir la intromisión en su recto.

—Respira— volvió a reanudar su labor. Entraba y salía mientras masajeaba el miembro.

Pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ojos. Le dolía. —aghhhh.

—Me estás apretando mucho, relájate— indicó mientras lo intentaba dilatar.

—Agh... Eso... Intento nghhh— se aferró a las sábanas y trató de relajarse.

—Buen chico— dijo cuando al fin pudo moverse con facilidad.

Tres de sus dedos simulaban embestidas y Kōki ya había comenzado a mover sus caderas. Estaba disfrutando de esa mirada lujuriosa y seductora, sus gemidos mesclados con su nombre lo estaba torturando. Ya lo quería hacer suyo pero todo indicaba que Kōki tenía tiempo sin tener relaciones, era mejor prepararlo para no lastimarlo.

—Aghh ya... Entraa— pidió. Sabía que no iba a resistir más, lo quería dentro de él, moviéndose.

—¿Seguro?— preguntó mientras se detenía.

—Aghh siii.. Seijūrō mgghhh— jadeo inconforme mientras miraba esos ojos rojos.

—Está bien— retiró sus dedos y se levantó. Rebuscó entre sus cajones hasta que encontró la caja de preservativos. Se deshizo del pantalón y bóxer.

Jadeo cuando lo vio desnudo. Su cuerpo era perfecto, sus músculos estaban bien definidos y su miembro estaba bien dotado. Lamió sus labios.

—¿Te gusta lo ves?— preguntó satisfecho por la lujuriosa mirada castaña. Se acomodó entre las piernas del castaño y masajeo su miembro. Le encantaba ver el efecto que tenía Kōki al verlo masturbarse.

Su rostro se sonrojó más de lo que ya lo estaba —Si— respondió cohibido.

—Me alegra. Porqué lo vas a disfrutar— rompió paquete del preservativo y lo colocó. Devoró una vez más los labios hinchados del castaño para luego frotarse en su entrada —¿Listo?— no espero respuesta, comenzó a penetrarlo.

—Aghhh duele— arqueó su espalda y se aferró aún más a las sábanas.

Se detuvo —Tranquilo— le froto  el miembro, aguardó hasta que se sintió como se relajaba y lo penetró de una envestida.

—AGHHH— gritó por el dolor. Lágrimas surcaron sus mejillas.

—¿Te duele mucho?— preguntó mientras se acercaban a besarle. 

—Es muy grande— respondió avergonzado. Se cubrió el rostro.

—No te cubras. Quiero verte— dijo besándolo haciendo que quitara sus manos.

Pasaron varios minutos hasta que comenzó a mover sus caderas y Seijūrō comenzó a moverse lentamente. Los gemidos cada vez se hacían más altos.

—Aghhh Seiii... Masss— pidió mientras se aferraba de la espalda blanca, dejándola marcada por sus uñas.

—Lo que órdenes— gruñó y aumentó el ritmo. Kōki había apresado sus caderas con las piernas y hacia que la penetración fuese más profunda. Los gemidos lujuriosos y la mirada habían consumidos aquel joven de aura angelical e inocencia, no parecía el mismo que se avergonzaba por unos besos y eso le encantaba. No sabía que tenía Kōki Furihata que lo hacía sentir diferente —Kōki— gruñó.

—Aghh... Mghh.. — ante las fuertes penetraciones enterró sus uñas en la espalda blanca. Sabía que tarde o temprano caería en los brazos del pelirrojo y no se arrepentía —Seijūrō aghh.

—Joder. Vuelve a decirlo— ordenó aumentando las penetraciones.

—Seijūrō... Aghh... Seijūrō— repetía una y otra vez el nombre de amante. Jamás se imaginó que sentiría tanto dolor y placer. Amaba a Seijūrō —Ya...no más—.

—Ok— arremetió contra el castaño.

—Me... Corro— exploto manchando su abdomen y el de Seijūrō. El pelirrojo dio unas embestidas más y se corrió —Kōki— gruñó en los labios del castaño, quien respondió al beso.

—Sei— susurró —mgghg— gimió incomodo por los movimientos bruscos.

—Espera— salió del castaño. Se dispuso a quitar el preservativo y se quedó helado —Kōki.... ¿Nunca habías tenido relaciones?— cuestionó. El preservativo tenía sangré.

Negó —No... ¿Te molesta?— preguntó asustado.

—No lo hace— respondió y hecho el preservativo a la basura, se acostó junto al castaño y lo abrazo. No le molestaba, al contrario, se sentía complacido. Saber que le quito la virginidad le hacía sentir increíble. Nunca lo había hecho, pero... ¿Qué iban hacer ahora?

Se giró y vio el gestó incomprensible del pelirrojo —No pienses más— dijo inseguro. Tal vez el pelirrojo se había arrepentido al saber que era virgen. Oculto su rostro en el pecho del pelirrojo.

—Kōki... Tienes 27 ¿Por qué aun no habías tenido relaciones? ¿Nunca tuviste novio?— cuestionó.

—Sí tuve... Pero no me sentía listo, y como no me acosté con él me dejo. Con el siguiente pasó lo mismo. No tenía deseos de tener relaciones... Hasta ahora— respondió.

—Sí me hubiese dicho yo...

Se giró y le dio la espalda —No tiene que sentirse responsable de algo. No quiero eso. Me acosté con usted porqué lo sentí y así lo quise Seijūrō-san— cerro sus ojos y una lágrima traicionera surco su mejilla. No le podía decir que su corazón le pertenecía. No quería dañarse más, sí le hubiese dicho nunca lo hubiese tocado y eso le dolía.

—Kōki...—dijo pero el castaño no respondió. Lo cubrió con las sábanas y lo abrazó. —¿Ahora qué haré?— pensó escuchando la respiración del castaño.

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Al siguiente día Kōki despertó en los brazos del pelirrojo, estaba dormido y le robó un beso, se levantó a bañar pero sus piernas cedieron.

—¿Qué pasa?— dijo Seijūrō sentándose.

—Me caí— respondió levantándose con cuidado y fue al baño.
Seijūrō recorrió el cuerpo desnudo que se dirigía al baño, logró ver las mordidas y chupones que había hecho.

Bajaron a desayunar y Kōki se encargó de prepararlo. Luego siguió su rutina pero había algo que lo molestaba. Seijūrō estaba siendo muy amable, más de lo que ya lo era. Tal vez estaba siendo así por lo de anoche... Tal vez se siente culpable —Voy a caminar.

Seijūrō observó que Kōki estaba actuando raro. Lo vio alejarse en dirección del río y, a metros de distancia, lo siguió. Le preocupaba que le pasara algo.... ¿Le preocupaba?

Atravesó el riachuelo y subió al risco. Al llegar, se sentó en una piedra y observó el lugar. Luego de estar una hora viendo, se levantó y regreso hacia el río. Camino cantando entre los árboles cuando escucho un pequeño graznido desde unos arbustos junto a un árbol. Lo revisó y vio que era una cría de pájaro amarillo. Lo recogió y miró al árbol —Así que te caíste.

Trepó al árbol, se acomodó entre las ramas y regreso al pájaro a su nido. Se agarró de otra rama pero se quebró y resbaló de la rama. Presa del pánico miró los arbustos —Muévanse— los arbustos se movieron, se estiraron para sostenerlo y evitaron que se chocara contra el suelo —Estuvo cerca. Regresen a su lugar— ordenó cuando se paró pero se mareo...se estaba desmayando, fue mucho lo que hizo. Estiró sus manos para sostenerse del árbol y lo vio. Él lo había visto, él había descubierto su secreto.


————————————————————

—Bip... Bip ... Bip....—

Abrió los ojos. El aroma y más paredes blancas le hicieron saber dónde estaba. Un hospital —¿Cómo llegué aquí?

—Yo te traje.

Giró y lo vio apoyado desde la ventana. Lo miraba fijamente —No debió traerme.

—¿Qué querías que hiciera? No despertabas. Te traje inmediatamente y luego le avisé a tú hermana. La muy loca me dijo que sólo tenías que dormir. Llevas tres días inconsciente— dijo enojado.

—Solo tenía que dormir— respondió mirando sus manos.

—¿Cuándo planeabas decirme? Cuando te conocí vi las rosas moverse creí que era el aire pero no fue así... Fuiste tú quien hacía que se movieran— dijo acercándose.

—No es algo que se diga— dijo con el ceño fruncido.

—¿Cuándo me lo ibas a contar? ¿Nunca? No puedo creer que no confiarás en mí— reprochó.

—Lo siento. Debí haber confiado en Seijūrō-san— dijo apenado por la mirada de dolor en el pelirrojo.

—No debiste confiar en él— dijo una tercera voz.

—¡Kōta!— le dio terror —¿Le avisó?

—No me dijo nada. Tenías días sin llamar y no Kōko me daba escusas. Así qué les hice una visita y me enteré— dijo enfado.

—Lo siento, Kōta— se disculpó —Creí que ayudaría en algo.

—No, lo que hiciste fue caer donde él quería— dijo mirando al pelirrojo.

—¿A qué te refieres?— dijo Kōki mirando entre su hermano y Seijūrō, quien se veía serio.

—Dígale porqué fue a nuestro invernadero— Seijūrō se paró derecho y se puso a la defensiva —¿No le va a decir? Lo haré yo. Kōki... el hombre en el que crees qué debías confiar fue para conocer y comprar el invernadero.

—Es mentira— miró al pelirrojo pero no lo negó. Tenía que ser mentira...

—¿Cómo lo averiguo?—

Esas palabras destruyeron el corazón de Kōki. Era verdad. Había sido un tonto y cayó en su trampa. Fue directo a sus manos y como un tonto enamorado se entregó a él.

—Tengo mis contactos. Ha estado comparando discretamente los invernaderos de rosales— dijo Kōta.

—Así que es verdad— susurró Kōki al borde del llanto.

—Kōki yo— trató de decir le pelirrojo al ver esa mirada llena de dolor.

—Kōta podías dejarme a solas con Akashi— pidió. Kōta se negó —Por favor—. Kōta accedió y salió.

—¿Cuándo planeaba decírmelo? ¿Cuándo iba a presentar su oferta? — dijo serió. Ocultó lo destrozado que tenía el corazón. —Imbécil— se decía una y otra vez en su mente.

—En unas semanas— respondió.

Sonrió de forma triste —¿Así que llevarme a la cama formaba parte del plan? ¿Qué quería que hiciera? ¿Qué me pasara a su lado para que me satisficiera en la cama?

—Claro que no. Los negocios son negocios y lo nuestro...—.

—Para mí es lo mismo. Me utilizo. No lo culpo del todo. También fue mi culpa por ser un tonto manipulable— dijo quitándose la sabana y sentándose en la cama.

—No es así. Yo nunca...

—Se su fama. Me lo advirtieron y aun así caí— se levantó y se tambaleó —No se acerque— ordenó al ver al pelirrojo que se aproximaba —Iré por mis cosas y me marcharé. Agradeceré si no está allí... Necesito cambiarme— se mantuvo firme y serió. Si lo tocaba iba a sucumbir.

Apretó los puños y se marchó. Para él los negocios eso eran, negocios. Nunca involucraba el placer. Al salir de la habitación, se detuvo al escuchar el llanto desgarrador.

——Mantengase alejado de nuestro invernadero— dijo Kōta y entró sólo para encontrar a su hermano semi desnudo y su pecho lleno de chupetones negros —Kōki... Tú—.

—No digas nada. Soy un tonto— Kōta a lo abrazó y siguió llorando en sus brazos.

—————————————
—Joder— golpeó el escritorio. Se levantó y salió al jardín —Reo deja de cantar esa canción.

—Pero Kō-chan dijo que les gusta esa. En su carta lo decía— respondió.

—Estúpida carta— murmuró.

Tal y como Kōki lo pidió no regresó ese día a su casa. Desde el pueblo vio pasar Kōta Furihata conduciendo una camioneta del invernadero. Media hora después regresó la camioneta y tras ella el auto de Kōki. Logró apreciar el rostro lloroso del castaño ¿Qué había hecho?

Cuando regresó a la finca todo rastro de Kōki había sido eliminado. No había nada, ni una prenda o algo que dijera que estuvo en esa casa a excepción del jardín y una carta dirigida a Reo...eso era todo, para él no había nada.

—¿Ya me vas a decir que pasó?— cuestionó Reo. 
Seijūrō llevaba días distraído, ni al trabajo había ido. Y lo único que sabía es que Kōki había estado hospitalizado por una caída de un árbol y luego de marchó, dejando atrás una carta y dirigida a él.

—...Descubrió mis intenciones de comprar el invernadero— dijo viendo las fresas.

—Oh pobre Kō-chan. De seguro tendrá el corazón roto— dijo para sí mismo olvidándose del pelirrojo.

—¿Qué dijiste?— dijo acercándose al pelinegro.

—Na—nada— respondió.

—Reo...

—Está enamorado de ti. Por eso te evitaba a toda costa. Lo bueno fue que nunca de acostó contigo, sino estaría destrozado.

—¿Enamorado?— murmuró.

—Seijūrō... ¿Se acostaron?— preguntó pero esa mirada desviada lo confirmó —Oh pobre Kō-chan. Ojalá supere esto pronto y se enamoré de un buen nombre. Quiero que sea feliz—metió cizaña, había visto la mirada del pelirrojo hacia el castaño.

La idea lo en furioso. Kōki era suyo. Lo amaba y no dejaría que alguien más lo tuviera.... Espera.. ¿Lo amaba? Sí, eso era...Lo amaba. Ese dulce e inocente doncel había logrado enamorarlo. Ahora entendía por qué le gustaba verlo reír y sonreír. Quería poner el mundo a sus pies para que dejara de llorar y no derramara sus lágrimas —Voy hacer unas llamadas— Reo sonrió y siguió cantado.

——————————————————

—Hermano anda vístete— dijo una pelinegra de ojos color chocolate —No puedes seguir así.

—Lo sé— respondió sentándose.

Después de haber abandonado el hospital fueron por su ropa y auto. Se había encariñado con Mibuchi así que le dejó una carta agradeciéndole el cuidado y las recomendaciones para las rosas y las fresas. Vio una última vez la casa, subió a su auto y abandonaron la finca Shiori.

Llegaron a la desviación hacia Tokio, Kōta tomó la de su casa y Kōki la de Tokio. Le había costado trabajo convencer a su hermano de dejarlo ir con Kōko, pero lo convenció diciéndole que no quería que su madre lo viera así y aceptó.

Condujo hasta el departamento de su hermana; aparcó el auto en el estacionamiento privado del edificio y abordo el elevador. Su hermana vivía con su novio desde hace tres años. Aunque se opusieron Kōko lo hizo, vivía bien y tenía un buen trabajo. Su novio era jefe de finanzas en la inmobiliaria.

Tocó la puerta del departamento de su hermana y ella le abrió —Kōki.

—Kōko— se abrazó a ella y no dejó de llorar.

—¿Quieres hablar?— preguntó.

Negó. No quería hablar. No quería pensar ni sentir. Quería olvidar esa semana. Quería olvidar que se enamoró. Quería olvidar que se entregó a él, a Akashi Seijūrō.

Esos tres días la paso encerrado en la habitación de invitados, comiendo litros de helados que su cuñado y su hermana le daban, llorando y viendo películas cursis. Claro que dijo todo a su hermana, pero eso el segundo día.

—Bueno pues sí lo sabes, vístete. Toma— le entregó una bolsa de papel.

—Gracias— tomó la bolsa y se dirigió al baño.

————————

—Kōki-san se ve muy bien— dijo un castaño de ojos verdes. Onodera Misaki.

—Hey te mato si le coqueteas a mi hermano— dijo Kōko.

—Claro que no, amor— dijo besándola.

—¿Y bien? ¿A dónde vamos?— preguntó.

—Ya verás— dijo Kōko. Tomó la mano de su novio y salieron del departamento. Abordaron el auto de Misaki.

Kōki se tensó cuando reconoció el lugar. Un nudo en su estómago se formó, el cual desapareció cuando siguieron de largo.

Kōko observó por el retrovisor a su hermano mayor. No podía creer que sea hombre fuese tan tonto, Kōki es una joya. Lo bueno...

—¿Qué hacemos aquí? Regresen— exigió alterado. El letrero decía cultivos Furihata.

—Kazu quiere hablar contigo... Aún que yo sé que te dirá— dijo sonriendo.

—¿Cómo es que sabes quiénes son?— preguntó.

—Me buscó y me contó todo. No puedo creer que Kōta ni tú me dijeran la verdad sobre ese hombre— dijo dolida.

—No queríamos hacerte daño— dijo bajando la mirada.

—Lo sé. No sabes lo decepcionada que me sentí cuando supe la verdad. No puedo creer que le hiciera eso a mamá. Ahora entiendo muchas cosas— dijo enfadada.

—Lo siento— se volvió a disculpar.

—Ahora es lo de menos. Kazu y nuestras primas han querido hablar con ustedes pero Kōta se niega.

—¿Cómo quieres que lo veamos a la cara después de los que le hizo él?— cuestionó.

—No importa. Lo que tiene que decir es de suma importancia. Además tienes que conocerlos, en especial a Kazu— dijo feliz.

—ahhh está bien— miró por la ventana, había cultivos diferentes, al final había una hermosa casa y atrás un granero grande.

Kōko y Misaki bajaron y fueron recibidos por dos niños. Kōki tenía miedo a bajar, estaba sujetado fuertemente del asiento, vio que su hermana entró a la casa, luego salió y fue por él —Bájate o te arrastró— dijo Kōko halándolo de la mano.

—Está bien, pero si me odian tú tendrás la culpa— se quitó el cinturón y siguió a Kōko.

—Tan lindo— dijeron los niños al verlo.

—Hola niños ¿Cómo se llaman?— preguntó colocándose a cuclillas.

—Akane y Akihito Furihata. Somos mellizos— dijo el niño.

—Soy Kōki Furihata— les dijo con una sonrisa.

—¿Igual que nosotros? ¿Por qué?— preguntaron.

—Por qué es su tío— dijo una tercera voz. Kōki miró y lo vio —¿Kōta?—.

Sonrió —No, Kazu. Kōko me dijo que nos parecemos— dijo dándole la mano a Kōki.

—Parecen gemelos a excepción del tono de voz y los ojos— dijo Kōki, ya que los ojos de Kazu eran verdes.

—Y eso que somos menores. Pasa, la familia está aquí— dijo haciéndolo a un lado.

Kōki entró y fue recibido por sus primas, la esposa de Kazu, el esposo de Kemi y su hijo. Estuvieron platicando hasta que Kazu sacó un tema.

—Escuche de Akashi que estabas en la finca Shiori— comento el pelinegro.

Kōki sintió su estómago revuelto con la mención del pelirrojo. Apretó sus puños, no tenía que llorar —Es un lugar muy hermoso— se limitó a decir.

—Sí es muy hermoso. Las veces que he ido a visitar a Mibuchi-san me he quedado sorprendida— dijo Kemi. Kōko le tomó la mano y entrelazó para que se distrajera. Kōki la miró y le sonrió.

—————————————————

—En lo que mi esposa y mis hermanas se encargan del almuerzo nosotros hablaremos. Vamos al despacho— dijo Kazu guiándolos.

Kōki siguió a Kōko y Kazu, entraron en el despacho y su mirada se desvío a una foto. Un hombre pelinegro y una mujer rubia de unos 30 años estaban acompañados por dos niños pelinegros.

—Son los abuelos y nuestros padres— dijo Kazu viendo la mirada del castaño.

—Ella es hermosa.

—Sí. Bueno siéntate— ordenó, rebuscó entre sus cosas y al fin lo encontró —Como sabes el tío Kō estaba casado— Kōki asintió —De ese matrimonio no nació ningún heredero. Por eso papá heredó todo... ¿Ya sabes lo demás?

—Sí— respondió.

—Como sabes tú padre falleció hace 2 años— Kōki asintió — En esa fecha mis hermanas y yo ya habíamos tomado posesión de nuestra herencia y creo que por eso le dio el infarto.

—Lo imagino. Apuesto que nunca espero que ustedes recordaran y reclamaran su herencia— dijo con una sonrisa discreta.

—Es lo posible. Revisando las cuentas y cajas de seguridad descubrimos unos documentos. Eso fue hace un año y apenas logramos que pasen a sus dueños.... En ella había una carta del abuelo donde decía que sabía la existencia de ustedes.

—¿Pero cómo?— preguntó.

—No lo sé. Sólo dice que sabía de la existencia de usted y que se sentía culpable por no convivir con usted— se encogió de hombros —Por eso, a cada uno de ustedes le abrió un fondo de inversiones bastante remunerado. No se han tocado en 20 años, así que imagina la cantidad de dinero que tiene.

—¿Qué?— preguntó asombrado.

—Kōki... Somos ricos— dijo Kōko sonriendo.

—¿En verdad?— cuestionó.

—Sí. Su padre lo sabía y trató de pasarlo a su nombre, pero no pudo. Apenas logramos rescatar las inversiones y en un mes les será entregada.

—¿Podremos salvar el invernadero?— cuestionó.

—Eso y comprarte unos más— respondió Kazu. Cuando Kōko le comento que estaban por perder su invernadero apresuro a los abogados.

—Kōki salvaremos el invernadero— dijo abrazándolo.

—Wohh sigo sin creerlo— murmuró sorprendió. Kōta iba estar feliz.

—Para que lo pienses ve a recorrer la finca. Cerca del rió hay un hermoso árbol bastante viejo— dijo sonriendo.

—Está bien. Vamos Kōko— dijo levantándose.

—No traigo sandalias— dijo enseñando sus zapatillas — Ve solo, no te vas a perder ni te van a secuestrar— dijo riendo.

—Está bien— Siguió el camino que Kazu le indicó mientras iba cantando. Llegó a la orilla del río y se apoyó de un gran árbol.

El ruido del río y los grandes árboles lo calmaban. Volvió a cantar su canción pero ya no pudo continuar, el lugar era hermoso y de cierta manera le recordaba a la finca Shiori; lágrimas surcaron sus mejillas —Akashi— susurró y cubrió el rostro.

Estaba destrozado. Su corazón partido en mil pedazos. Sabía que sufriría por ese amor que sentía por el pelirrojo y su confirmación sucedió después de haber tenido relaciones, Akashi se arrepentía; y luego la verdad, había sido utilizado.

—¿Por qué un hermoso doncel llora?

El ruido del río y los grandes árboles lo calmaban. Volvió a cantar su canción pero ya no pudo continuar, el lugar era hermoso y de cierta manera le recordaba a la finca Shiori; lágrimas surcaron sus mejillas —Akashi— susurró y cubrió el rostro.

Estaba destrozado. Su corazón partido en mil pedazos. Sabía que sufriría por ese amor que sentía por el pelirrojo y su confirmación sucedió después de haber tenido relaciones, Akashi se arrepentía; y luego la verdad, había sido utilizado.

—¿Por qué un hermoso doncel llora?

Aquella voz la reconoció. Descubrió su rostro y lo miró —....— se levantó y camino de regreso mientras limpiaba sus lágrimas.

—¿Me vas a ignorar?— cuestionó tomándolo del brazo.

—Suélteme. No tenemos nada de qué hablar— dijo intentando zafarse del agarré.

—No sin que me escuches.

—¿Y qué me dirá esta vez? Qué...

—Te amo— confeso viendo directamente a esos ojos chocolates que se abrieron como platos por sus palabras. Kōki se veía pálido y demacrado.

Su corazón latió rápidamente —Miente. Sólo quiere comprar nuestro invernadero.

—No. Te juro que ya no lo quiero. Quiero otra cosa.

—¿Qué quiere?

—Tú corazón. Te amo, Kōki. Ese día no sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Siempre he mantenido divididos los negocios del...

—¿Placer sexual?— fue lo único que se le ocurrió decir.

—Del amor. A mi edad nunca me había enamorado y cuando te conocí no me entendía ni a mí mismo. Lo único que quiero es verte sonreír, escucharte cantar, saber que soy yo quien te ocasiona ese sonrojo— acarició la mejilla.

—Me utilizo— murmuró desviando la mirada. Su rostro debería estar rojo remolacha.

—No, nunca lo hice. Tenía planeado presentarle una oferta a tú familia es cierto, pero no tenía nada que ver con nosotros. Siempre he tratado los negocios aparte. Sabía de los riesgos cuando te enterarás y pensaba decírtelo pero me distraje pensando en ti y lo olvidé.

—¿Creé que le creeré?— cuestionó incómodo. Su corazón le decía que Seijūrō le decía la verdad.

—Créeme, te amo. No quiero perderte. Te amo Kōki— nunca aparto la mirada —Eres el doncel más hermoso que he conocido. El doncel que ha logrado que me enamore. El doncel por quien estaría dispuesto a dejarlo todo por verlo feliz a mi lado. 

Sus labios temblaron y se lanzó a los brazos del pelirrojo —Lo amo, Akashi-san.

Levantó el rostro del castaño y lo besó. Kōki respondió el beso, al separarse ambos los hicieron jadeando por la falta de aire. —Te amo...Te ves hermoso—. Vestía un pantalón ajustado, que realzaban sus glúteos y piernas; una playera súper ajustada de tres cuartos y en tono gris; y su cabello lo traía suelto.

Se sonrojó y aprovechó para mirar al pelirrojo. Un pantalón de mezclilla negro y una camisa blanca, esta se pegaba a su cuerpo. Amaba a ese hombre — Kōki— presto atención.

—Te amo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo ¿Quieres ser mi esposo?— dijo rebuscando en su bolso.

—¿Qué? Es muy apresurado— dijo rápido.

—Lo sé. Pero nos podemos casar en uno o dos años, cuando tú quieras— dijo mostrándole el anillo.

Kōki miro el anillo y luego al pelirrojo. Amaba a Akashi Seijūrō. Tal vez era muy apresurado, pero tenía razón. No tenían que casarse inmediatamente —Acepto.

Seijūrō sonrió y le colocó el anillo en el dedo anular —Te prometo hacerte feliz. Te amo— dijo besándole la mano.

—Te amo, Seijūrō-san— besó al pelirrojo y está vez enroscó sus piernas en las caderas del pelirrojo. Seijūrō lo sostuvo de los glúteos y respondió al beso, y luego su espalda chocó contra el árbol.

—Te necesito— gruñó besándole el cuello.

—Yo también— jadeo. Sintió como unas manos se colaban por debajo de su playera y llevaba a sus tetillas —aghhh... Sei.

—Gime mi nombre— pidió mordiéndole el labio inferior.

—Aghhh... Seijūrō— gimió —rápido.

—Joder, luego no me culpes— dejo en el suelo al castaño, le bajo el pantalón y la ropa interior hasta las redondillas. A tientas busco el botón de su pantalón, bajo el cierre y el bóxer dejando expuesto su endurecido miembro. Junto ambos penes y comenzó a masturbar mientras devoraba los labios de su prometido.

—ghh.. nghhh.. sei— gimió sosteniéndose de los hombros del pelirrojo, quien le hizo lamer los largos dedos blancos hasta que quedaron humedecidos. Después de liberarlos, a los pocos segundos, sintió como se abrían paso en su entrada dilatándose—la —aggggh duele—.

—Tienes que relajarte— lo beso mientras lo dilataba y acariciaba su pene. Pronto tres dedos simulaban envestidas —Gira— ordeno extrayendo sus dedos.

Kōki gruño por inconformidad, giro y se sostuvo del tronco del árbol. Sintió como el gran miembro se frotaba entre sus glúteos —aghh ra—rápido—.

—Sostenerte— ordeno mientras separaba los glúteos del castaño dejando expuesta su húmeda entrada, Sin más preámbulos, se posiciono y, de una sola envestida, penetro a Kōki.

—AGGHHHH... mgghhh.. Dios— gimió fuertemente. Se retorció y Seijūro no lo dejo acostumbrarse sin aviso alguno comenzó a envestirlo con rudeza. Cada nuevo rose o caricia a su cuerpo lo excitaba, ese Seijūrō era diferente al que lo tomo la primera vez y le gustaba.

—Joder. Me estas succionando— gruño mordiéndole el hombre.

—aggh noo nghh digass eso aghhh— gimió incoherente ante las envestidas.

—agh.. pero es verdad...— jadeo sintiéndose succionando y cada vez más erecto.

—aghhh.. mnghhh Seiii— gimió aferrándose a la corteza.

Se percató de lo rojo que se estaban tornando las manos del castaño. Salió de su interior y lo giro —Enrosca tus piernas y sostenerte— ordeno y Kōki obedeció. Atentas, con una de sus manos, busco colocar su erecto pene en la entrada cuando lo hizo comenzó a envestir desde abajo y golpear la próstata del castaño haciendo que se corriera, manchando en el proceso, la camisa del pelirrojo —Encontré el lugar— le susurro mordiéndole el labio.

—Seijūrō más— gimió enterrando sus uñas en la espalda blanca.

Siguió penetrando hasta que Kōki volvió a quedar erecto. —Sujetarse del árbol— ordeno cuando lo bajo, el doncel obedeció y se sostuvo — Kōki baja más tu espalda… — al ver que Kōki no entendía lo coloco en cuatro, con sus pies le amplio las piernas y lo penetro.

—aggh sii más Sei— gruño. Seijūrō salía lentamente y volvía a penetrarlo llegando hasta la próstata.

—Seijūrō/ Kōki — gimieron cuando llegaron al orgasmo, Kōki se corrió ensuciando el árbol y Seijūrō había abandonado el interior de su prometido, y se corrió ensuciándolo en los glúteos.

Buscaron devorar sus labios —Te amo, Kōki— le dijo para después besarle la mejilla.

—También te amo Seijūrō— respondió sonriendo.

—¿Estas bien?— pregunto ayudándolo a pararse.

—Duelen mis caderas— dijo sosteniéndose del pelirrojo.

—Lo siento, pero tú lo pediste— dijo riendo.

—Cállate y ayuda me— dijo avergonzado.

—Bueno tenemos dos problemas: tú estás sucio y mi camisa también, no podré ver a Kazu-san y Kōko-san así— dijo viendo su camisa. Su pantalón seguía arriba y no se había manchado. 

—Espera... ¿Ellos saben que estas aquí?— cuestiono.

—Por supuesto ¿Por qué crees que te mandaron aquí... y solo?— guiño un ojo —Ya sé que vamos hacer.

Kōki observó cómo Seijūro se desnudaba y quitaba el reloj. Luego el pelirrojo lo ayudo a quitarse los pantalones y la camisa para luego cargarlo —Oh no. Eso sí que no— dijo aterrado.

—No te preocupes. Te cuidare— dijo caminando hacía la orilla del riachuelo y se metió al agua. Kōki grito y pataleo —Mantenerte de pié— ordeno. Kōki así lo hizo y el agua le llevaba a la cadera —¿Ves? no está profundo.

—Si— dijo seguro, no le gustaba el agua. Observo como el pelirrojo quito los restos de su semen con la mano y luego enjuagar la camisa de esa misma área.

— Listo— dijo sonriendo. Se aproximó a la orilla y estiro su camisa para que se secara con el sol —Ahora a lavarnos... Aunque prefiero ensuciarte mucho más— Kōki se sonrojo y se dejó abrazar.

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Regresaron tomados de las manos y entraron en la casa. Kōko corrió y abrazó a su hermano —Felicidades.

—¿Lo sabías?— cuestiono.

—Por supuesto— se giró hacia el pelirrojo —No vuelva hacer llorar a mi hermano o se las verá conmigo.

—Así será, Kōko-san. Un gusto conocerla— dijo saludándola.

Estuvieron platicando hasta altas horas de la noche hasta que Kōko recordó algo importante —Bueno abra un problema.

—¿Cuál problema?— pregunto Seijūrō.

—Kōta— respondió.

—Oh no ¡Kōta va a matarme!— dijo Kōki revolviéndose el cabello. Seijūrō supo que la iba a tener difícil con su cuñado.

Fin

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!
Espero que fuese de su agrado.

Insisto, sí han leído algún libro con la trama algo familiar, de favor decirme,
les estaré muy agradecida.

 

Besos

 Ai Akafuri


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