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In The Darkness. por Thinkthoughts

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Notas del fanfic:

 ¿Cómo se supone que explique esto? Bueno, lo intentaré.

Éste fic ya había sido publicado antes pero no sé por qué la página no lo enseña. Si alguien se ha fijado, pero aparece como si estuviera publicado ¡pero no enseña nada! Lo sé es algo revoltoso, pero apenas ahora me fije y aunque intenté arreglarlo… no pude y aunque me da un dolor enorme eliminar toda la historia para corregir ese error de la página, me veo obligada a hacerlo, perderé todos sus reviews y eso me duele en el alma… lo siento mucho por interrumpir la historia de golpe… en wattpad si está bien así que si alguien quiere leer allá para no revolverse más con esto, pues les dejo el link: https://www.wattpad.com/story/59143672-in-the-darkness-vhope también publiqué el nuevo capítulo ahí.

… Agh, todo esto me está dando dolor en los ovarios… pero bueno, en fin, AY hizo berrinche y me engañó. De nuevo, lo siento mucho y espero lo entiendan, estoy muy apenada T.T 

Bien, éste es oficialmente el primer capítulo de la novela... Thinkthoughts innovando la novela... ahh... tendré más cuidado. Espero desde el fondo de mi corazón que me sigan de nuevo… aquí o en wattpad.

Gracias a quienes aceptan leer de nuevo. Subiré los capítulos rápidamente. 

Notas del capitulo:

Esté fic salió de muchas cosas que pasan y que muchas personas ignoran por... Vivir en sus burbujas. obviamente yo le metí más drama. 

La historia no es romántica, tendrá sus momentos pero el plan no es que el romanticismo la inunde. Lo siento, ya intentaré algo más así después. Si lo que buscan es una novela rosa, creo que están buscando en el lugar equivocado. 

En un comienzo puede que no entiendan porque está en esta página, pero créanme, si lo subí es por algo. 

Por favor denle una oportunidad y si pueden y quieren, coméntenme sobre lo que gusten, ya que sigo siendo una inexperta aquí, en serio, se los agradecería mucho. 

También quiero dedicárselo a Galaxy Diamond que definitivamente me apoyado tanto, algo que nunca, nadie había hecho. Así que es tuyo, de mi para ti, con todo mi amor y mi estómago, que es más grande que mi corazón

Te admiro como escritora y también como amiga. 

Te quiero muchísimo. 

A todas y todos, gracias por leer. 

P.d. Esto es una probadita de lo que yo hago, si veo que les gusta seguiré publicando fics aquí, si no, me tomaré mi tiempo. 

McFly – That Girl.

"Salía con los chicos y ante mis ojos estaba esta chica y ella estaba muy bien 
Me dejó alucinado"

 

 

Miraba como mi navaja oxidada cortaba, tallaba y moldeaba con facilidad el jabón beige que tenía en mano.

Se había convertido en algo fácil de hacer después de años practicando en mi eterno aburrimiento.

Mi padre se encontraba en el único, sucio y viejo sofá que había en nuestra casa, maldiciendo entre sueños mil y una de cosas.

Solo parloteando estupideces incomprensibles e imposibles de descifrar.

El pequeño bulto que tenía sostenido entre mis manos comenzaba a tomar forma. Había comenzado sin saber qué era, pero mientras más rascaba más forma de conejo tenía.

A pesar de estar lleno de mugre por mis manos, quedaría bien, estaba seguro de eso.

— ¡Yah, mocoso mal oliente!  —me gritó mi padre.

«Mal oliente tú trasero» pensé de mal humor.

— ¿Qué quieres?  —pregunté sin levantar mi mirada de la figura en mi mano.

«Las patas ya están, pronto dejaras de ser un bulto feo y sucio» y sonreí a mi figura en manos.

—Ve por mi botella de vino con la señora Choi —me ordenó. Fruncí el ceño.

Odiaba a la señora Choi, siempre me decía que hacer, que decir, lo pobre que era mi vida y lo estúpido que había sido al decidir ser el esperma más rápido para entrar en mi madre y si no me inclinaba noventa grados, me golpeaba con su mano gorda y pesada, siempre despreciándonos y burlándose de nuestra miseria.

Una completa bruja.

No entendía como mi padre dejaba pasar todo eso, solo por una botella de vino.

«El vino vale más que mi dignidad» me dijo en algún momento, llorando y lleno de vómito, mientras yo intentaba llevarlo al balde de agua helada que había conseguido robarle a la vecina. No era suficiente para bañarlo bien, pero podía intentar limpiarlo.

Verlo de esa forma me daba… lástima.

Yo estaba sucio, seguramente olía a rayos, no recordaba la última vez que había tomado un baño o comido algo que no fuera robado de la basura de alguna casa vecina pero mi mente no estaba perdida, ni me arrastraba como lo hacía él.

Mi dignidad aún no estaba tan pisoteada. Y aun así, había robado un poco de agua y la iba a desperdiciar en él.

Una parte de mi me reprimió por hacerlo, después de todo yo la había conseguido pero mi poca parte humana me susurró un: «Sigue siendo tu padre»

«Lo sé. Lo sé hijo de puta, pero quien más la paga soy yo y ni siquiera me gusta el vino» pensé en ese momento.

—Ya estás lo suficiente borracho y endeudado ¿quieres más? —le recriminé.

Mala idea.

Levantó su cabeza con pesadez y me miró con su ira apenas contenida.

—Ve por mi botella ¡Ahora! —gritó de repente, lanzando la botella vacía de vidrio directo a mi cabeza.

Él nunca desperdiciaría una gota de vino en mí, “no era merecedor de ese privilegio” decía. Por eso sabía que la botella estaba vacía.

De no haber sido lo suficientemente rápido, ya estaría muerto o ciego, y no estaba seguro de que era peor.

«Este cabrón»

Su gruñido retumbó en mi cabeza y con miedo, obligue a mi orina a contenerse dentro de mi vejiga. Debía tener una botella más por ahí, lista para ser lanzada.

No tentaría a mi suerte.

«Joder»

Guardé lo más rápido que pude el bulto con patas de jabón, y metí mi navaja ya cerrada en el único bolsillo no agujerado del pantalón sucio que traía puesto hacía casi un mes.

Era el único que me seguía quedando.

Bien. Ya entendí la lección:

NUNCA POVOQUES A UN BORRACHO Y MENOS AUN, SI ES TU PADRE.

Resulta que esos hasta confianza te tienen.

Salí pisando el frío cemento de la calle, los zapatos que alguna vez había usado ya no eran ni un poco servibles, me había obligado a tirarlos.

Caminé con mi barbilla en alto, altanero, tal vez, sí. Ignorando a las personas bien arregladas de la calle que me miraban con asco y con pena, no, no era pena, era lástima.

— ¿Se te perdió algo? —Le pregunté molesto a una niña morocha que no dejaba de verme mientras torcía los labios en una mueca—. Si tomas una foto te durará más —refunfuñé.

—Quédate ahí —habló con su voz de pito, chillona y arrogante. Genial.

Se movió rápido dentro de su casa y salió unos segundos después.

Para mi sorpresa, saco un celular con una funda mal hecha de Sulley y sin previo aviso sacó una foto mía con flash y todo.

Ni siquiera sabía porque me había quedado como idiota a esperar.

«Precisamente por eso cabrón, por idiota» suspiré. Comenzaba a odiarme a mí mismo.

Aparte de cabrón, idiota… aun podía superarme, seguramente.

—Listo, tienes razón —me sonrió, dejándome ver el espacio vacío donde faltaba un diente—. Ahora puedo burlarme de ti todo lo que quiera.

—Sí, mastúrbate con mi foto si quieres —le sonreí sarcástico.

— ¿Qué es masturbarse?

Recordé entonces que solo era una pequeña malcriada e inocente.

Me acerqué a ella.

—Algo que seguramente harás de grande —miré por sobre su cabeza— Pregúntale a tu padre —dije por último, cuando vi como su padre se acercaba apresurado hacia nosotros.

Me gritó cosas como que, que era lo que le hacía a su “princesa”, que porquerías le decía, que no la tocara con herpes y cosas por él estilo.

— ¿Ah eso? —Viré los ojos—. Me vacunaron contra el herpes, ni aunque respire el mismo aire que su hija se me pegará pero agradezco su preocupación.

Vi como una vena de su frente resaltaba cual gusano. Estaba realmente enojado pero no me tocaría, en la calle, frente a todos y con su estatus social, golpear a un niño medio huérfano y medio mendigo, podría costarle la vida.

Incluso si es ese lugar todos me despreciaban.

Le sonreí lo más dulcemente que pude.

— ¿Ve? Estoy sano —di una vuelta sobre mí mismo— y si me disculpa, debo irme.

Apretó sus puños hasta poner sus nudillos blancos y entonces me giré con gusto.

Que fuera pobre no me quitaba mi valor como persona y que él tuviera una buena economía no le daba más valor. Así como lo veía, sólo era más basura que yo.

Únicamente había dado unos cuantos pasos cuando escuché a la niña fea preguntar que era “masturbarse”.

Reí con gusto. Lo había metido en lío. Pobre. Y seguí caminando como si no importara en lo más mínimo.

La choza de la señora Choi era un completo asco. No me sorprendía siendo que la misma dueña lo era.

[…]

 

La pintura de afuera era de un tono entre rojo y café, o podía que fuera rojo y estuviera  lleno de manchas con sustancias de dudosa procedencia. Siendo ese barrio, todo podía pasar.

El llamado “hoyo negro” de Daegu.

Por dentro, siempre estaba todo desordenado, había hombres borrachos en casi cada esquina. Olía a patas, sudor y cola ese lugar.

De pronto mi estómago vació, se revolvió.

La señora Choi me estaba viendo. La saludé como siempre que la veía, a fuerzas.

Me incline hasta formar un ángulo de noventa grados. La señora Choi sonrió, o al menos eso creo, pero estoy seguro que lo hizo con satisfacción. Ella sentía que yo merecía humillarme ante ella por ser hijo de un cabrón alcohólico.

—Vaya niño, pudiste venir más presentable —me regañó, pasando su mirada de arriba abajo sobre mí con desprecio.

Me guardé mi bufido. «Para esta pocilga, esta ropa se ve realmente elegante»

—Lo siento señora —me volví a inclinar—. No volverá a pasar —la señora se rió.

—Si claro, cuando tus genes cambien, seguro que sí —hizo una pausa mientras metía un chocolate dentro de su boca. Sus dientes amarillo podrido— Aunque puede que tu madre fuera una puta y no seas precisamente de ese bueno para nada con el que te condenó a vivir.

Apreté mis puños. Yo podía ser un cabrón, un idiota, un mendigo, un pobre, una basura y mi padre me ganaba con el doble de lo que yo era, pero mi madre no había sido una puta, ni siquiera se le acercaba.

Sólo había tenido la mala suerte de enamorarse de un hombre que terminó siendo su más grande pesadilla. Un completo cabrón.

No me di cuenta en que momento mi mano se había deslizado dentro de mi bolsillo y apretaba la navaja con tanta fuerza.

«Contrólate Taehyung» la miré caminar hacía un borracho que estaba tirado sobre el suelo, casi inconsciente.

La adrenalina comenzaba un rápido recorrido dentro de mi cuerpo. La podía sentir recorrer casi cada rincón.

«Así que esto es lo que se siente… mmm»

Imaginaba como sería encajar mi navaja en el cuello de esa señora horrible en todos los sentidos. Debe ser tan divertido como tallar jabón.

«Contrólate Taehyung, ya es suficiente con ser un jodido ladrón y ahora también quieres ser un asesino»

«Nadie la extrañará» me contesté yo mismo.

«Iras a la cárcel, piensa en tu madre, ¿Qué bien harías al hacer eso?»

«Eliminar un mal intento de persona»

« ¿Así que ahora eres Batman y buscas justicia? ¡Ja!»

«Te estás volviendo loco»

La vieja Choi gritó mi nombre. Ni siquiera supe en que momento estaba frente a ella.

—Niño estúpido, ¿acaso quieres matarme de un susto? —gruñó.

«Si, eso quiero, sería más fácil»

Estaba perdido en lo que había imaginado antes pero su fea voz me regresó a la realidad, una muy jodida, por cierto.

La vi tomar la botella de una mesa con sus grandes y gordas manos, sus uñas pintadas de un verde fosforescente.

— Tu padre me debe miles de pesos, pero es un hombre muy guapo igual que tú. Así que lo quiero ver en dos días, a las ocho, dile que venga preparado o de otra forma, me pagará con su vida y puede que un dulce sirviente —dijo más para ella misma, mientras pasaba su lengua de lagarto sobre sus labios pintados de un rojo sangre horrible.

Sentí su mirada recorrer mi cuerpo entero.

«Qué asco»

Así que mi padre pagaba con carne. Su carne para ser preciso.

Me sentí mareado y me entraron ganas de vomitar, no fueron ni dos segundos cuando tomé la botella con mis manos, arrebatándosela a la vieja Choi y salí corriendo en busca de un pasillo escondido en ese barrio o algún cesto de basura. Cualquier lugar en donde pudiera vomitar estaba bien.

[…]

 

Vomité bilis pues mi estómago estaba vació y con la manga sucia de la playera que tenía limpié el borde de mis labios.

La botella estaba a mis pies, justo a un lado. Mientras yo me sostenía del borde de aquel cesto intentando digerir todo.

Suspiré.

Mi padre era el puto. Mi madre una víctima, yo un niño con mucha mala suerte y la señora Choi, solo se divertía con la miseria mayor a la suya. En ese caso, nosotros.

La dignidad de mi padre realmente no valía ni la mierda de un perro y ni siquiera sabía cómo sentirme por eso.

Mis expectativas con él nunca habían sido muy altas.

No era que no lo hubiera imaginado, pero escucharla decirlo y después escucharla decir que se quedaría conmigo… Sólo podía ver lo mal que estaba. Mi padre me lo volvía a confirmar, es todo un hijo de puta. Sin ofender a mi abuela desconocida. Pero me apenaba por ella, había dado a luz a una persona horrible. Un hombre que cambia a su hijo por vino.

Viniendo de él. Que sorpresa.

Me hice a un lado y me senté sobre el asfalto.

Me había convertido en una clase de seguro, si él no pagaba, yo me jodía.

Más bien, me jodían. Literalmente hablando.

No sólo perturbador, ilegal. Solo tengo 12 años. Dios.

Debería estar estudiando, pero ni siquiera teníamos dinero para pagar la comisión en una escuela pública y tampoco, mucho menos aún, la compasión de las personas para que me ayudaran.

Las historias de la televisión eran falsas. Yo lo sabía muy bien.

Me levante del asfalto de la calle. Mientras con mi mano derecha “escondía” la botella entre mi playera y mi piel. El vidrio frio erizaba mi piel. No era una dulce sensación. Abracé la botella con mis brazos y comencé a caminar de regresó a casa.

[…]

 

Estaba tan solo a unas cuadras de mi casa cuando vi un camión, posiblemente de mudanzas. No tenía idea que alguien se mudaría a ese lugar aunque tenía sentido.

La casa vacía era bastante grande y se veía bien cuidada, solo le hacía falta una limpiada.

La mía a diferencia, parecía despedazarse un poco más cuando el aire soplaba.

Mi mirada entonces se centró en una niña rubia, tenía el pelo lindamente amarrado en unas coletas a los costados de su cabeza y este caía suavemente, en cascada, una cascada rubia. Sus ojos era azules, muy profundos y sus labios sólo eran una fina línea rosada.

Traía puesto un vestido con holanes de color blanco y con unos arreglos rojos es la parte superior, que combinaban perfectamente con sus zapatos rojos.

Bonita.

Me sonrió, no le faltaba ningún diente, aunque estos eran muy pequeños, posiblemente era más pequeña que yo. Le calculé diez años. A pesar de eso, mi corazón latió cuando pareció indecisa entre acercarse a mí o entrar a su nueva casa.

Sus piecitos se movieron torpemente hacía la puerta de su casa y me saludó con la mano mientras el hombre a su lado, quien supuse era su padre, me miraba sin ningún gesto antes de cerrar la puerta, su mirada se oscureció un poco pero su sonrisa se mantuvo hasta el final.

Mmm, que extraño.

Era la primera vez que una niña así, no me miraba como si fuera la más horrorosa cucaracha del mundo.

Seguí caminando, sin embargo está vez no tenía algo feo en mi mente, era más bien algo hermoso y dulce, esa niña rubia se había colado a mis pensamientos sin ningún filtro.

[…]

 

Cuando llegué a mi casa, el hombre que vivía conmigo y se hacía llamar “mi padre” seguía tirado sobre el sofá, de nuevo lleno de mierda y media, pero esta vez, no lo bañaría.

«Me toca a mí, lo siento viejo»

Dejé la botella llena aun lado suyo.

Aguanté mi respiración y lo tapé con la cobija que ya había ensuciado. No usaría la única limpia en él.

Salí por la parte trasera de la casa y me subí a la azotea junto con una cubeta sostenida por mi boca lo suficientemente grande para llenarla de agua, para tomar y limpiarme lo mejor posible.

La vecina acababa de lavar, así que toda la ropa limpia estaba colgada, secándose, tendida en una clase de cuerdas.

Ella tiene un hijo de mi estatura aunque no sé si de mi edad, por lo que la ropa de él me quedaba medio flotando por mi falta de peso, pero al menos no se caía.

Los pantalones lograban detenerse en los huesos sobresalientes de mi cadera y las playeras en mis muy huesudos hombros.

Mientras pensaba en que tomar, acomodé la única cosa servible y útil en la casa, una escalera de metal algo oxidada recargada en la pared de mi lado.

La barda no era alta así que, una vez sentado sobre el borde, con los pies colgando me tragué el miedo de romperme un tobillo y salté ágilmente hacia adelante.

Mi peso sobre mis tobillos.

No era que yo pesara más de 40 kilos, solo era huesos con piel, así que cuando mis pies tocaron el piso, no sonó ruidosamente.

Aun me preguntaba cuanto más aguantaría mi cuerpo en esas condiciones pero en ese momento debía hacer lo mejor por sobrevivir y más aún, vivir dignamente.

No dejaría que el parto doloroso que mi madre había sufrido se fuera por el escusado. No después de que yo fuera el culpable.

Tome la cubeta y abrí la llave lo menos posible para que no hiciera mucho ruido. La vecina nunca estaba a esa hora en casa, salía para recoger a sus hijos a la escuela pero debía ser precavido, ya me tenían la idea. No podía arriesgarme.

Poco a poco la cubeta se llenó y antes de hacer otra cosa, subí el lavadero de piedra que se encontraba pegado a la pared, perfecto para mí y me trepé con cuidado para subir. Quedé de espaldas a la casa de la vecina.

Me senté sobre la barda con cuidado de no tirar agua de la cubeta y me fui arrastrando de pompas hasta llegar justo donde estaba mi escalera. Me empujé un poco hacía adelante para quedar más cerca y caí sobre el escalón más cercano a mí. Se tiró un poco de agua, pero no una cantidad preocupante, solo unas cuantas gotas.

Menos mal.

Seguí bajando con cuidado cada escalón, hasta que sentí el piso con mi pie descalzo, no tenía zapatos y se habían hecho unos cuantos rasguños, pero debía conseguir el agua, sagrada para mí. Mis pies eran lo de menos en ese momento.

Sonreí y bajé a dejar el agua en un lugar seguro, en mi cuarto, el único lugar con puerta además del baño.

Después regresé a la azotea, volví a subir las escaleras y salté con más valentía al otro lado. Sonreí y miré la ropa.

Al final tomé una playera blanca de manga larga, sencilla pero lo suficientemente caliente, el invierno se acercaba, y un pantalón negro de lana. También tomé dos calzoncillos, teniendo tantos, dos no les harían en falta.

No había quedado el vacío en medio de toda la ropa pues había tomado ropa de las orillas, donde no se notará tanto. De pronto, escuché el motor de un auto.

«Mierda. La vecina está de regreso»

Tomé la ropa con rapidez, no tenía tiempo para revisar si había dejado algún rastro mío.

Me subí al lavadero y en cuanto alcancé la barda, me lancé hacía adelante, mi tobillo se torció al no caer bien, pero no le tome importancia. Me atraparían con las manos en la masa si no me apresuraba.

Tomé la escalera y la alejé de la pared para luego recoger la ropa, nueva para mí, que había dejado caer al suelo. Y finalmente bajé de la azotea.

Misión “tomar prestada ropa y no regresarla”: cumplida.

Tomé la cubeta de mi cuarto y me metí junto con ella al baño. No sin antes vaciar un poco de agua en un vaso, el vaso más completo que tenía. No tenía idea de que les había pasado a todas mis cosas, no había sido pobre toda mi vida.

Hacía un tiempo que no sentía el agua sobre mi piel. Fresca, dulce, limpia.

Tomé un jabón que no había tallado y lo mojé con un poco de agua para después restregarlo sobre mi piel reseca. La mugre caía como si me arrancaran una capa de piel.

«Oh, así que este es mi verdadero color de piel. Soy más amarillo de lo que creí»

El olor a rosas del jabón era delicioso, ya ni siquiera recordaba como olían las rosas, mucho menos el jabón. Pero sabía que me encantaba.

Cuando terminé, ya que no tenía toallas me sacudí como perrito, esperando que la mayor parte del agua quedará fuera de mi cuerpo y pelo.

Y salí desnudo de mi baño a mi cuarto.

Mi padre ni se inmutó. Seguía inconsciente y lo prefería así, incluso si estaba bañado en mierda, si se mantenía serio y dormido, hasta podía sentir cierta empatía por él.

Tomé la ropa y me la puse como iba, respectivamente.

Me quedaba un poco más grande de lo que había calculado pero no podía quejarme, era ropa de buena calidad. Tapaba perfectamente mi cuerpo flacucho y sin chiste. Sabía bien que la forma en que mis costillas resaltaban, no era normal.

Posiblemente la ropa más lujosa que había usado en toda mi vida, esperaba que me durara un buen tiempo o tendría que robar más y no era mi cosa favorita de hacer.

De pronto sentía envidia de mis vecinos, no sabían ni lo que tenían.

Pero se me pasó cuando pensé en lo huecos que estaban, me sorprendía como aun cuando habían estudiado o lo estaban haciendo, realmente no usaban su cerebro.

Tan insoportables que se comportaban.

«Huevos»

Exactamente eso.

Sonreí al verme frente al espejo roto de la cómoda bastante descuidada.

Mi piel se veía brillante y limpia, ya no seca, ni rasposa, ni sucia.

Me sorprendí a mí mismo cuando pasé mis dedos de la mano derecha sobre mi torso. Tan tersa y suave.

Mi cara tenía unas ojeras horribles y moradas debajo de los ojos, mis mejillas se veían algo ahuecadas y mis pómulos resaltaban. En realidad me veía bastante demacrado, pero al menos ya no sucio.

Incluso podría pasar como un niño normal, uno mal nutrido pero un niño al fin.

Mi cabello negro ya no se veía grasoso ni sucio, ya no parecía que me había echado lodo en la cabeza.

Sabía que eso no duraría mucho, pero al menos los disfrutaría como debería mientras durara.

Mi padre se quejó mientras dormía y luego se levantó, se sentó en el sofá y tomó la nueva botella que le traje.

Aun en ese momento, su forma de tomar alcohol era sorprendente.

Tomar alcohol era como dejar que alguien lijara tu garganta, la calentaba y luego te hacía toser.

Mi padre lo tomaba como si fuera agua dulce. Como si le refrescara la garganta.

Yo odiaba el vino.

No tenía ganas de enfrentarlo de nuevo, así que tomé mi navaja y me encerré en mi cuarto.

El jabón-conejo cada vez tenía más forma, se veía lindo.

Me preguntaba si podía vender mis jabones tallados, no había intentado tallar nada más por el simple hecho de que no tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

El jabón es fácil de cortar y la navaja que mi madre me había regalado, aún tenía buen filo a pesar de su aspecto oxidado.

Sin estudiar, sin tecnología, sin nada de nada, tallar jabones se había convertido en mi pasatiempo favorito. Y mi padre estaba bien con eso, mientras menos le molestara, mejor.

Mientras tarareaba una canción al azar, escuche un portazo. Salí de mi habitación y como pensé, ya se había largado.

La casa estaba solo para mí y olía horrible.

Quería terminar el conejo antes de ir en busca de comida, así que egresé a mi habitación y me senté sobre la vieja cama, está rechinó cuando dejé caer mi peso sobre ella.

El conejo quedó listo antes de lo que planeaba, se veía inocente, claro y puro como aquella niña rubia que vi de camino a mi casa.

El pequeño recuerdo de su dulce y completa sonrisa me hizo sonreír.

Pensar en ella me daba una sensación de calidez y tranquilidad, justo como me la daba mi madre.

¿Hace cuánto que no sentía eso?

«Hace años» me respondió mi subconsciente.

Y sonreí con gusto. 

Notas finales:

De nuevo, muchas gracias por seguirme otra vez. Espero me ayuden con los reviews... Todos eran tan bonitos T.T ay... Lo siento por esto. 

https://www.wattpad.com/story/59143672-in-the-darkness-vhope AQUÍ ESTÁ HASTA DONDE IBAMOS ANTES. 


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