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Promesas rotas por MikaShier

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Éste fanfic está basado en Owari no seraph. Los personajes no son de mi autoría.

 

Advertencia: Éste fanfic contiene Yaoi/homosexualidad.

 

Aquí, Guren, Shinya y Mahiru tienen más diferencia de años que los jóvenes (Yuu, Mika, etc).

 

Título: Promesas Rotas

 

Autor: MikaShier

 

Personajes/parejas principales:   Mikaela Shindo, Hyakuya; Yuuichiro Amane, Hyakuya. MikaYuu/YuuMika

 

Pareja secundaria: Guren Ichinose/Shinya Hiragi

Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí MikaShier, perteneciente al Fandom de Free! con la OTP HaruRin. Expandiendo horizontes (._.)/

 

ESTO TIENE AU.

Capítulo 1.

 

Una risa burlona resonó en la estancia, rebotando en cada pared, causando eco debido a la acústica de la habitación. El joven pelinegro gruñó y siguió buscando, abriendo las puertas de cada cajonera que había en el lugar, encontrándolas vacías.

 

─Nee, Yuu-chan ─el tono burlón inundó sus oídos. Volteó rápidamente, encontrándose solo de nuevo. Sus ojos verdes escrutaron cada rincón. Imposible que ese niño fuese tan rápido.

 

─Mika… ─llamó escuetamente. Una risita volvió a escucharse, proveniente de una de las cajoneras que ya había revisado. Con una sonrisa victoriosa, abrió las puertitas y chistó. Vacío─ Mika… ─canturreó─ Tengo dulces…

 

─Yuu-chan ─él otro chico estaba cantando también. El pelinegro volteó a todas partes─. Yuu-chan, qué lento eres… Oye… Abuelo…

 

Lo vio. Un mechón rubio. Sin apartarle la mirada de encima, caminó al otro lado de la habitación, escuchando la risita de Mika, quien se asomó brevemente tras el escritorio. Sus grandes ojos azules observaban a todos lados, buscando su próximo escondite. Yuu comprendió el truco del joven rubio cuando éste tomó una pequeña lata y musitó su nombre, que se escuchó del otro lado de la habitación, cerca del ojiverde. Mika se levantó de un salto y corrió hacia el siguiente escritorio.

 

─ ¡Te atrapé! ─gritó Yuuichiro, sujetando la capucha del contrario. Ambos cayeron al piso.

 

─Ganaste ─se quejó Mika en tono de reproche. Se levantó y sacudió su ropa. Yuu asintió, orgulloso.

 

─Obviamente lo hice ─presumió para después golpear la cabeza de Mika con el puño─. Y no soy un abuelo, tú naciste primero que yo, ¿sabes? ─Mika le mostró la lengua y saltó sobre un escritorio para después asomarse por la ventana del sótano.

 

─ ¿Crees que se hayan ido ya? ─cuestionó. Yuu se encogió de hombros.

 

─ ¿Quieres alcanzarlos? ─Los ojos azules del rubio se posaron sobre los del pelinegro. Asintió.

 

─Tal vez…

 

─Mika, ¿por qué sigues buscando una familia si ya me tienes a mí? Nosotros dos estamos bien sin todos los demás. Somos la única familia real y buena ─el rubio suspiró.

 

─Yuu-chan, no quiero quedarme aquí por siempre. Y si ellos nos adoptaran a los dos…

 

─ ¡Una mierda con eso! ─gritó dejándose caer sentado en el piso y cruzando los brazos. Los ojitos de Mika se abrieron ampliamente.

 

─ ¡Está prohibido decir malas palabras!

 

─ ¡No me importa! Prometí protegerte y no puedo hacerlo a menos de que estemos juntos ─masculló con indignación─. No nos van a separar.

 

─Yuu-chan… ─Mika sonrió y bajó de la mesa para pegarse al cuerpo de Yuu con un abrazo─ Tienes razón, nadie separará a los Hyakuya.

 

─ ¿Prometido? ─cuestionó. El rubio asintió con energía.

 

─Prometido. Siempre estaremos juntos.

 

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

Al menos así debió haber sido.

 

Los años pasaron para ambos, haciendo a Yuu darse cuenta de lo distinto que era Mika a comparación suya. Lo distinto que siempre había sido. Dos años después del día en que prometieron estar juntos para siempre, una familia adoptó a Mika. Él no se negó e incluso parecía feliz cuando echó sus pocas pertenencias en una maleta de dinosaurios y se marchó.

 

Ni siquiera se había despedido.

 

Yuu, enojado con la vida, se rindió. Dejó de esconderse en el sótano cada vez que una familia llegaba, ese cuarto subterráneo le traía buenos y dolorosos recuerdos. Acudió a cada cita que le fue pedida y, cuando cumplió nueve años -un año después de la partida de Mika- finalmente alguien lo adoptó.

 

Las encargadas del orfanato Hyakuya no se sorprendieron, pues la familia que lo había adoptado -el chico, precisamente-era tan arisco como el propio Yuu. El ceño fruncido del hombre había chocado con la mirada enfurecida del pelinegro. Se habían observado por un largo rato y luego él había musitado un “Qué insolente mocoso”. Entonces Yuu había bajado la mirada, cambiándola por una triste. El hombre había sonreído y había dicho “Me agradas, le agradarás también a Mahiru” y los papeles habían comenzado a firmarse para que, semanas después, Yuu se marchara con una joven pareja llamada Ichinose.

 

El nombre de Mika era un recuerdo amargo que Yuu decidió guardarse en el fondo de su mente y oculto en su corazón. El niño jamás lo buscó ni fue a visitarlo al orfanato, como había prometido, y la posibilidad de volverse a ver se había extinto cuando Yuu abandonó también la instalación.

 

Mika ya no estaba. Y ya no debía importar.

 

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

─Maldita sea, dame un minuto ─masculló alguien con irritación. Una suave y burlona risa quemó sus oídos.

 

─Anda, Yuu, se te hará tarde.

 

─ ¡Ya escuché, Mahiru! Dios, dame un jodido minuto.

 

─Voy a darte una jodida patada si no mueves el trasero y subes al auto ─Mahiru volvió a reír. El pelinegro bufó en voz alta, terminando de ponerse los zapatos.

 

─Guren, déjalo. Es su primer día en la preparatoria ─Yuu le enseñó la lengua al hombre, que se limitó a chistar y acomodarse en el auto.

 

─Gracias, Mahiru. Nos vemos más tarde ─la chica le dio un beso en el cachete y lo empujó.

 

─ ¡Creciste tan rápido! ─murmuró. Yuu rotó los ojos mientras se subía al auto de Guren.

 

─Sigue siendo un mocoso inmaduro, Mahiru ─murmuró el ojimorado. Yuu lo ignoró y se abrochó el cinturón.

 

─Tú también lo eres, Guren… Vuelve temprano del trabajo… ¡E invita a Shinya a cenar! Hace tanto que no lo vemos…

 

─ ¿Por qué no lo llamas tú? ─La chica se acomodó el cabello.

 

─Tengo asuntos que atender. Además lo han transferido al mismo edificio que a ti. Así que tráelo a cenar. Que les vaya bien ─dicho eso, cerró la puerta de la casa con suavidad. Guren chistó y pisó el acelerador.

 

Era el primer día de Yuu en SharkBite HighSchool, y entraría al segundo año. Mahiru, Guren y él se habían mudado a Tokio hacía varias semanas, cuando Yuu terminó el primer año en la preparatoria de Kioto, donde había vivido los últimos ocho años tras la adopción de la pareja recién casada -aunque realmente llevaban dos años casados-.

 

Le agradaba la relación que Mahiru y Guren mantenían, pues era divertida y cariñosa. Sin embargo, eran también un desastre. Tomaban decisiones precipitadas algunas veces y eso había hecho a Yuu cambiar de escuela cinco veces… El mismo año. Pues la joven pareja iba de departamento en departamento hasta que el menor decidió quedarse en uno, rompiendo una de las paredes y obligándolos así a quedarse a saldar la deuda por el daño resto de los años que estuvo en la secundaria.

 

Entonces Guren había puesto un alto al deseo de Mahiru por ir comprando departamentos cada vez más lindos y costosos, llevándosela una semana a Tokio y convenciéndola de comprar una casa ahí. La pelimorada había estado encantada y, cuando Yuu se graduó, se marcharon.

 

─Te va a gustar Tokio ─musitó Guren, deteniéndose en un alto.

 

─Dijiste eso cuando llegamos, y ya les he dicho que me gusta la ciudad ─Yuu subió los pies a la encimera del auto, Guren los bajó con un golpe.

 

─Me refiero a cuando la conozcas por completo.

 

─ ¿Y por qué se fueron, si tanto te gusta Tokio? ─Guren se encogió de hombros y arrancó.

 

─Cuando Mahiru y yo nos casamos, ella quería un lugar tranquilo para educar al hijo que adoptaríamos, dado a que ella no puede tener bebés. Kioto no es la ciudad más tranquila del mundo, ya lo sé. Pero el paisaje le encantó.

 

─Si querían bebés, ¿por qué me adoptaron a mí? ─Guren quiso darle un golpe, pero se limitó a chistar.

 

─Eras feo y me diste lástima. Nadie más te adoptaría, así que…

 

─Idiota.

 

─Me caías bien. No soy bueno con los bebés llorones y a Mahiru le encantaste… Cambiando el tema, me asombra que alguien tan tonto haya conseguido entrar a SharkBite. Es la escuela privada más prestigiosa de todo Tokio, yo estudié ahí, junto a Mahiru ─Yuu rotó los ojos. Tanto Guren como la pelimorada eran presumidos en cuanto a su inteligencia. El ojimorado estacionó el auto y despeinó el cabello del pelinegro─. Llegamos. Que te vaya bien.

 

─Jódete ─masculló Yuu, pero la sonrisa en sus labios apagaba cualquier llama que aquél insulto pudiese encender. Bajó del auto y observó la institución.

 

SharkBite High School era conocida por su alta exigencia educativa y gran tamaño institucional. El campus era enorme y contenía demasiadas áreas verdes, procurando un ambiente tranquilo. Los estudiantes eran comunes, reían a carcajadas y se paseaban por ahí, hablando de lo que seguramente se habían perdido en las vacaciones. Nadie que viese al alumnado en ese momento diría que se trataban de los mejores estudiantes de toda la ciudad. Todo parecía tan normal…

 

─Hola ─una voz femenina acarició sus oídos. O al menos el aliento emitido por la propietaria lo hizo. Yuu se tapó la oreja rápidamente y saltó hacia adelante.

 

─ ¿Qué demonios? ─cuando volteó, observó a una chica baja, que lo miraba con burla─ ¿Quién mierda eres y por qué me susurras en el oído?

 

─Oh, que desconsiderado ─se quejó, peinando los dos mechones de cabello morados que enmarcaban su rostro. Acto seguido, tomó su falda y dio un par de vueltas─. Hiragi Shinoa, la dueña de toda la clase 2-B.

 

─No le hagas caso, es solo una niñita mimada y presumida ─una rubia colocó los brazos en jarras, mirando desaprobatoriamente los giros de Shinoa.

 

─ ¡Mitsuba! Cuánto tiempo ─murmuró la chica, abrazándose a la contraria, que era más alta. Yuu se dio la vuelta, con indiferencia, y entró a la institución.

 

─ ¡Suéltame, Shinoa estúpida! Oye, tú, nuevo ─Mitusba logró empujar a Shinoa, quien actuó como si no estuviera demente y alcanzó a Yuu.

 

─ ¿Qué quieren?

 

─Soy la sub representante del grupo B. Debes ser Ichinose Yuuichiro, ¿no? ─ ¿Alguien le había dado limón a esa niña cuando era bebé? Su voz era muy agria, o al menos eso pensaba Yuu.

 

─ ¿Cómo sabes mi nombre?

 

─Por mí ─Shinoa ladeó la cabeza, llamando la atención del pelinegro─. Soy tu tía, ¿sabes?

 

─Disculpa, no tengo tiempo para bromas de niñas idiotas. Debo ir por mi horario y mi taquilla ─Shinoa lo tomó por el saco, jalándolo.

 

─Soy la hermana de Mahiru, ¿no te ha contado sobre mí?

 

Yuu la evaluó detenidamente. Sí, se parecía demasiado a su madre adoptiva. Y, si hacía memoria, podía rescatar el nombre de Shinoa de las muchas conversaciones que ignoraba de Mahiru cuando estaban en Kioto. Y, si hurgaba aún más en su mente, recordaba haberla visto una vez, en el cumpleaños número veinticinco de Mahiru. Si no lo recordaba mal, su madre adoptiva era trece años mayor que Shinoa. Y Shinoa una año menor que él.

 

─No, no te mencionó nunca ─la risa suave de la más baja le crispó los nervios.

 

─Seremos buenos amigos.

 

Yuu enserio lo dudaba. Pero aún así, dejó que las chicas le mostraran la escuela y le ayudaran a dar con el departamento de dirección y posteriormente su taquilla. No sabía cómo describir la personalidad de Shinoa, era burlona, insinuante… Pero aún así parecía responsable. Y Mistuba era muy irritante, parecía querer ser la mejor en todo, o al menos mejor que Shinoa. Lo demostraba en la forma que tenía de criticar algunos aspectos de la pelimorada. Aspectos que a Yuu no le interesaban.

 

Estaban caminando por el pasillo vacío, con un permiso especial para mostrarle el campus a Yuu, cuando escucharon una voz temblorosa.

 

─Perdón… en verdad no quería… Lo siento… ─Las chicas no parecían alteradas al respecto. Yuu supuso que los problemas seguían a todas las personas, sin importar su grado de inteligencia. Así mismo a las escuelas.

 

─ ¿Lo sientes? ¿Con eso lo arreglarás? ¡Has roto su móvil! ¡Ten más cuidado por donde caminas! ─Yuu elevó ambas cejas. Esa voz era de una chica, claramente. Así que en teoría, un chico estaba siendo intimidado por una chica. Era algo extraño.

 

─Krul-sama… Perdón… Yo… Perdónenme… Iba tarde a clases y no los vi… De verdad…

 

─He escuchado excusas menos patéticas.

 

─Déjalo en paz ─eso era lo que él sisearía, pero alguien se le había adelantado. Mitsuba sonrió levemente, codeando a Shinoa. Yuu las observó, extrañado, y de detuvo en la esquina, para escuchar lo proveniente del pasillo adyacente.

 

─Es el príncipe de Sharkbait ─explicó Shinoa.

 

─Sí, su calificación es la mejor. Él es muy amable y muy buen chico. No conozco a nadie que le odie, ¿sabes? ─susurró Mitsuba─ Es bastante bien parecido.

 

─Krul, ni siquiera era tu celular, era el mío ─la voz le heló la sangre a Yuu. Se tapó la boca con una mano.

 

─Con más razón, Mika. Ha sido muy grosero de su parte.

 

─Vete, Yoichi. Y tú, Krul, deja de buscarle pelea al pobre. No te ha hecho nada.

 

─ ¡Gracias, Mika-san! ─el chico salió corriendo, directo a la primera clase. Mika comenzó a caminar, quedando a la vista de Yuu.

 

─ ¡Personas como él me sacan de quicio! ─exclamó Krul, su ojos carmín cayeron en Yuu, así mismo hicieron los del pelinegro. Esa chica era más bajita que Shinoa, pero parecía imponente─ Los entrometidos también me sacan de quicio ─Mika alzó ambas cejas y giró el rostro. El corazón de Yuu latió con fuerza. Quiso decir algo, pero parecía no haber sido reconocido.

 

─Déjalo estar y vámonos.

 

Las palabras se atoraron en la garganta de Yuu. Ese sin duda era Mikaela Hyakuya. Su familia. Era ese niño que había compartido con él los primeros seis años de su vida. Ese quien prometió proteger, ese quien prometió que nada los separaría. El mismo que prometió visitarlo y no lo hizo. Era Mika, su Mika.

 

Y lo había observado como si de un desconocido se tratase.


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