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Sweet Dreams por niky-cham

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Notas del fanfic:

Hola. 

Nuevamente pasando por aqui. Esta vez con un One-shot, original. 

Promesa cumplida, de mi pagina en facebook, donde a inicio de mes comence con este proyecto llamado "El one-shot del mes", y aqui tenemos el de Abril.

Espero que le encante. Es un escrito muy profundo, y tiene una union muy fuerte conmigo, su autora.

De antemano gracias por leer.

Notas del capitulo:

Solo un detallito antes de leer. Por favor revisen las notas finales <3

Ahora si, por favor procedan.

Sweet Dreams

Capitulo único: Dulces sueños.

La brisa rebotaba contra sus mejillas, mecía sus cabellos, alborotando esa corta cascada rubia, rozándola con sus orejas, a veces interviniendo en su mirada.

Ya conocía el camino, como la palma de su mano. Subió las escaleras, tan solo cinco escalones, para observar el lugar de encuentro. Sonrió al verle sentado allí, al borde de la pileta, recibiendo a ratos el roció furtivo que arrastraba el viento.

Alzo su mano, y comenzó a correr sin notarlo, cuando pudo darse cuenta, ya estaba frente a él, y sus labios se unían en un cálido y casto beso, de bienvenida.

-Te he extrañado. –Admitió el mayor. Aferrándole contra su pecho.

-Yo también a ti –Soltó, pasando sus brazos por la cintura del contrario, aferrándose también a su cuerpo. Gozando de ese aroma a café y cigarrillos.

Las miradas se cruzaron cómplices. El mayor, sonrió y cogió su mano, él simplemente se dejó arrastrar, subieron tan alto como les fue posible, y desde el balcón de aquella superficie, observaron toda la ciudad bajo sus pies. El colorido horizonte, se tornó cada vez más oscuro, hasta hundirlos en la brumosa noche.

-¿Estuvo bien tu día? –Sabía que al menor le gustaba aquello. Que mostrara interés por ese tipo de detalles. Frotaba los hombros de su amado con cariño, evitando que cogiera el frio de la noche.

-Estuvo bien –Confeso sonriente –Sinceramente no recordaba lo que había hecho ese día. Su mente le tentó a decir alguna mentira. Pero estaba confundido.

El silencio les domino por una fracción de segundo que llego a parecer eterna. Ellos disfrutaban de ese mutismo cómodo y cómplice, pero en ese momento, la tensión podía sentirse en el aire, colarse por sus pulmones, hasta hacerlo sentir condenadamente nervioso.

-¿Ackley? –Pregunto apresurado. Loco por romper el silencio de una vez por todas.

-¡Si! Te decía que fue un… buen día –Respondió tan rápido como pudo. Con el dedo índice rascaba su mejilla, y había desviado sus ojos esmeraldas, de la mirada ambarina que le buscaba con curiosidad.

-Ya veo –Susurro poco convencido.

-Cambia esa cara. Todo está bien ¿Si? No tienes que preocuparte –Con dulzura tomo el rostro del mayor, unió sus labios y así se quedó. Los cinco segundos más mágicos de su vida. Centímetro a centímetro, alejaron sus rostros, las narices se rozaron traviesas, y ellos abrieron sus ojos, captando, el uno la mirada del otro.

-Ackley –Susurro el ojidorado con amor. Mientras el muchachito pestañeaba repetidas veces, y la visión de su hombre amado, se desvanecía frente a sus propios ojos.

-¡Ackley! Tu teléfono lleva sonando media hora. Levántate de una buena vez. –Su madre tenía el cabello revuelto, y le observaba molesta. Él era hijo único. O bueno, lo fue hasta hace un mes. Su madre ahora estaba preocupada del nuevo integrante de la familia. Y es por eso que la labor de levantarlo todos los dias, para asistir al colegio, esta vez era responsabilidad de su teléfono móvil. Sin embargo había despertado a todos en la casa, menos a él.

-¡Ya voy! –Exclamo el muchachito, desenvolviéndose de las cálidas sabanas. A tientas encontró el molesto aparato, revuelto entre el montón de porquería que nunca quitaba de su cajón. Seguro había llegado hasta allí de tanto vibrar.

Observo la hora, notando que estaba atrasado, pero por lo general tenía unos minutos extra, así que, si se esforzaba, y olvidaba el desayuno, seguro podría llegar a tiempo.

Esa era el comienzo de su vida, aburrido sin duda alguna. “Escuchar” la alarma, levantarse, vestirse, comer, algo y luego lavar sus dientes, cogía el bolso y se iba a la escuela, y por si les queda alguna duda, si, el resto del día era igual de aburrido e insípido.

Un joven medio bajito, y medio escuálido, de precioso cabello blondo, que llegaba poco más debajo de la línea de su barbilla, liso, pero revuelto, su flequillo peinado a la izquierda, acompañaba a esas preciosas esmeraldas que tenía por ojos, nariz pequeña, pómulos levantados, labios lisos, de precioso color damasco, dulces, como fruto prohibido, pero poco atractivo a las mujeres, por su, nada estimulante, apariencia andrógina. Todos le habían tachado de “gay”, y la verdad es que tenían razón.

Ackley era un muchacho soñador, de esos fantasiosos, con pocos amigos. Inmaduro a su manera, pero sabio a la hora de tomar decisiones. Inteligente y esforzado.

Por las mañanas viajaba en bus, veinte minutos desde su casa, hasta la escuela, pretendía viajar temprano, para no encontrarse con la aglomeración de gente, e irse tranquilo y sentado, leyendo el primer libro de su biblioteca virtual, aquella que ocupaba seis octavos, de memoria, en el pobre aparato. Esa mañana, por supuesto, fue diferente, se había levantado tarde, por lo que le toco estirarse para agarrar los fierros de la máquina, y viajar, lo más decentemente de pie.

Llego a su escuela justo para oír el timbre de entrada, frotaba su hombro dolorido, por el largo viaje colgando. Suspiraba frecuentemente, ante la mirada de su mejor amiga. Ya le había contado sobre su horroroso viaje en bus aquella mañana, y ella se compadeció dando un pequeño masaje de hombros.

-¡Esto! –Exclamo Ackley, dando un pequeño salto sobre la silla. Cosa que termino por alejar las dulces manos de Violeta.

-¡No me asustes, tonto! –Exclamo ella, sujetándose el pecho. Exagerando un poco la situación.

-Lo siento –Musito bajando la, verdísima, mirada –Pero el masaje de hombros –Dijo suelto. Por supuesto, Violeta, no entendía nada –Tuve un sueño muy extraño ayer –Revolvió sus cabellos. Algunas imágenes se colaban en su cabeza, fragmentados recuerdos, de su enloquecido sueño.

-¿Te daban un masaje de hombros? –Consulto su amiga un tanto risueña.

-¡Si! Y era mi novio –Afirmo Ackley sorprendido.-

-¡No jodas! ¿Ahora tienes novio imaginario? –Su mejor amiga, conocía de su homosexualidad, y también de lo mucho que le costaba conseguir pareja, sin embargo. Ackley, a sus jóvenes dieciséis años, soñaba en compartir su adolescencia con un ser amado, así como todos sus compañeros. Sin embargo ese “soñaba”, nunca había sido tan exacto, como en ese momento.

-¡No bromeo Violeta! –Exclamo cruzando sus brazos –No puedo controlar mis sueños. Él estaba allí y ya. Era mi novio. Eso es todo lo que se. –

-Ya, ya. Te estas volviendo loco ¿Sabes? Te urge un novio, deberías… –

-Disculpen el retraso, estaba imprimiendo un material para la clase de hoy –El profesor de historia, ingreso al salón. Cortando cualquier clase de charla para sus “preciados” alumnos.

El tema no se volvió a tocar. Tanto el, como Violeta, lo ignoraron. Solo fue un loco sueño y ya. Sin embargo, la mirada color ámbar, no le había abandonado en toda la mañana. No le recordaba por completo, solo esos ojos dorados, una sonrisa de blancos dientes enfilados, nariz recta, y brazos fuertes. Su voz era difusa, pero aun podía recordar, su nombre, emanando de esos labios cálidos, con tono varonil y amoroso.

Los dias pasaron, transformándose en semanas. El extraño sueño no se volvió a repetir, perdiéndose entre sus empolvadas memorias, poco a poco, dejo de darle importancia. Hasta olvidarse por completo.

“La experiencia del amor, es algo que yo aún no puedo vivir. Observo a mis compañeros de clase, por lo menos la mitad de ellos ya ha tenido un par de novios, o novias, y la otra mitad está en vías de eso, yo sin embargo, me quedo apartado, temeroso al rechazo, pues sé que los muchachos buscan chicas, y las chicas buscan jóvenes guapos, varoniles y atrevidos. Yo no entro en ninguna de esas categorías. Y a veces creo, que el amor nunca tocara mi puerta”.

“-Feliz cumpleaños a ti” –Su pastel era yogurt de frambuesa, tenía las velas brillantes, coloridas, y encendidas, anunciaban gozosas el inicio de sus diecisiete años. Todos terminaron de cantar la típica tonada, y Ackley junto tanto aire como pudo en sus pulmones. Recito mentalmente los tres importantes deseos, y luego apago cada una de las velas, de un solo soplido. Los aplausos no se hicieron esperar.

Estaba toda su familia, o bueno, al menos toda la familia importante para él. Su madre, el esposo de ella, y su nuevo hermano, los abuelos, y obviamente Violeta, y Melisa, sus únicas amigas de la escuela. Por supuesto su familia era mucho más grande que eso, pero para él, bastaba con tenerlos a ellos, en su día especial.

-¡Los regalos! –Violeta era fanática de esa parte. Siempre se sentaba junto al cumpleañero, ella entregaba los obsequios, y luego recibía el envoltorio, lo estiraba hasta dejarlos como nuevos.

Ackley amaba a su amiga. Por eso se encogió de hombros dejándose arrastrar, sentado sobre el sofá, recibió entre sus manos cada uno de los obsequios.

-¡No lo puedo creer! ¿Es enserio? –La cajita blanca tembló entre sus manos. Se negó a creer que era una broma, pero su madre había dicho tajante, que no había dinero para eso, sin embargo allí lo tenía. Y su madre sonreía divertida por su perplejidad.

-¡Un i-phone! –Exclamo Violeta. –Allí no te faltara espacio para tus libros –Codeo sonriente. Ackley asunto feliz. Y se levantó del asiento para abrazar a su madre, y de paso agradecer al esposo de ella.

El siguiente regalo fue el de sus abuelos, un pijama de invierno, dos tallas más grandes que él, pues a Ackley le encantaba nadar en sus pijamas. Luego vino el de violeta, ella que tan bien le conocía, había apuntado a lo seguro, y le regalo el segundo volumen de “Fallen”, uno de los pocos libros que tenía en físico.

-¡Wow! Voy a terminarlo hoy mismo –Anuncio abrazando el libro contra su pecho.

Melisa había sido un poco más sutil, le regalo una caja con bombones de licor de cereza, sus favoritos, y una bufanda larguísima, de celeste cielo.

-Son todos fantásticos. Me encantan. –Abrazo sus obsequios, sintiendo el olor a nuevo

Comieron pastel, y bebieron chocolate caliente, su favorito. La fiesta termino a eso de las diez de la noche. Sin duda, esos no serían los dulces diecisiete para nadie, excepto para Ackley. Él estaba contentísimo con su fiesta de cumpleaños, aunque la noche le traería una nueva sorpresa.

El traje que llevaba era de un blanco inmaculado, solo adornado por el rosado pálido de su pañuelo, en la solapa del bolsillo. Su príncipe azul le esperaba al centro de la pista. Estaban solos, pero de todos modos el mundo sobraría, de estar junto a ellos.

-Te ves hermoso –Susurro con esa voz aterciopelada, capaz de provocar escalofríos.

-Y tú muy guapo. Menciono apegándose al cuerpo contrario. El varón vestía de un azul muy oscuro, casi como la noche, y una camisa blanca, cual nieve. Llevaba los cabellos peinados atrás, y no podría quedarle mejor, pues sus penetrantes ojos dorados, lucían esplendorosos, sin molestos cabellos irrumpiendo su camino.

La música que sonaba a sus espaldas era nueva para sus oídos, sin embargo se le hacía conocida de toda la vida. Sus cuerpos pegados, pero respetuosamente unidos, comenzaron a moverse, siguiendo el ritmo mágico de aquella tonada. Un, dos, tres, un, dos tres. Sucesivamente. El beso, no fue capaz de detener sus movimientos, y recorrieron la pista entre el ritmo de la música y la unión de sus labios.

-Te amo –Le susurro en el oído.

-Y yo a ti –Repitió Ackley, encantado.

Los ojos dorados, se posaron sobre las esmeraldas del más pequeño. Era una sensación indescriptible. Ackley se encontraba gozoso de aquel encuentro de miradas, y sin embargo, sabía que esos ojos Ambarinos, escondían tristeza y dolor. Cómplice de aquel sentimiento, deposito una caricia tierna en la mejilla del mayor, y este solo se dejó hacer por los dedos fríos de su amante.

-Hay algo que quiero que veas –Susurro el mayor. Ackley solo se dejó llevar.

El balcón era alto, y bajo sus pies, la colina, y el pueblo, iluminado por faroles y el fuego de las casas. Era bello. No era la primera vez que veía una especie de ciudad iluminada por la noche. Sin embargo sintió las piernas débiles, la emoción que sometía a su cuerpo, hacia su corazón palpitar, y no supo cuándo, pero también había soltado un par de lágrimas.

-“Todo tuyo” –Susurro Ackley. El mayor reacciono sorprendido, y luego sonrió. Repitiendo la promesa que había hecho a su verdadero y único amor.

-Todo tuyo. Pondré el mundo bajo a tus pies, si es eso lo que te hace feliz. –

-Solo estar contigo es suficiente –Respondió automáticamente.

-Entonces, yo también soy tuyo –Su cuerpo fue envuelto por los brazos del mayor, y sintió como si hubiese esperado por ese contacto toda una vida.

-Feliz… –

“Cumpleaños”.

Salto en la cama, con el corazón agitado. El reloj apenas rozaba las cuatro de la mañana. Y esa voz continuaba nítida en sus oídos. Un eco lejano, aun repetía “Feliz cumpleaños”. Observo en su cuarto aterrado. Solo, seguía completamente solo.

Volvió a olvidar, los meses limpiaron sus memorias, de todo rastro. Y apenas yacía en su corazón la alegría de haber pasado unos segundos con él, en sus sueños. Así era siempre. Así durante exactamente un año. Sueños que iban y venían, dejando apenas unas migajas en sus recuerdos.

El amplio ventanal apenas dejaba colarse una pequeña brisa fría, mientras que el visillo, permitía a la luna, iluminar con su luz plateada a los cuerpos sobre el colchón.

-No tengas miedo –Susurro en su oído con calidez.

-Contigo jamás –Respondió Ackley, entregándose por completo. Y él le poseyó.

El placer le embargo apenas sintió su cuerpo completo. Como si su amado llenara ese espacio que faltaba. Como si realmente hubiesen sido hechos el uno para el otro. Ackley deseo más, inmediatamente, quiso ser ultrajado, completamente poseído por su acompañante. Y sin embargo, él, calmo sus ansias.

-Lento, Ackley –Susurro el mayor. Imponiendo su propio ritmo. Ackley desea más. Pero se dejó hacer. Dominado por el roce de su amante.

Nunca fueron rápidas, ni voraces, nunca burdas, nunca agresivas. Con amor, como siempre lo había deseado. Así fue su primera vez. Aunque a la mañana, todo se transformó en un horrible “sueño húmedo”.

-¡Ya son dieciocho! ¡Eres mayor de edad! ¿Qué harás primero? ¿Cigarros, alcohol, una película mala del cine? –Alentó Violeta. Ackley solo se limitaba a negar con la cabeza.

-Nada de eso. No seas loca. –Regaño a su amiga. Quitándole de las manos su cedula de identidad. Aquella que le nombraba ese día, oficialmente, como un mayor de edad. Aunque Ackley, no creía necesitar ninguno de los beneficios de esa adultez.

-¡Aburrido! –Exclamo Violeta. Él se encogió de hombros.

La canción de siempre, sus tres deseos, chocolate caliente y torta de yogurt. Otro año más, exactamente igual al anterior. Aunque esta vez no hubo i-pone. La fiesta culmino a las diez de la noche.

-¿Te vas a dormir hijo? –Cuestiono su madre sorprendía. Era sábado. Ackley solía leer hasta tarde, o buscar alguna buena película en la televisión, los dias sábado.

-Sí, ya voy a la cama –Respondió sonriente –Presiento que hoy tendré dulces sueños.

Dejo migajas, si, una tras otra, hasta construir un pan. Ackley sabía, ansiaba encontrarse con él. Ese era su día especial, y quería pasarlo con su persona especial, aun si esta existiera solo en sus sueños.

La brisa rebotaba contra sus mejillas, mecía sus cabellos, alborotando esa corta cascada rubia, rozándola con sus orejas, a veces interviniendo en su mirada.

Ya conocía el camino, como la palma de su mano. Subió las escaleras, tan solo cinco escalones, para observar el lugar de encuentro. Sonrió al verle sentado allí, al borde de la pileta, recibiendo a ratos el roció furtivo que arrastraba el viento.

Alzo su mano, y comenzó a correr sin notarlo, cuando pudo darse cuenta, ya estaba frente a él, y sus labios se unían en un cálido y casto beso, de bienvenida.

-Te he extrañado. –Admitió el mayor. Aferrándole contra su pecho.

-Yo también a ti–Soltó, pasando sus brazos por la cintura del contrario, aferrándose también a su cuerpo. Gozando de ese aroma a café y cigarrillos.

El silencio se interpuso una vez más. Esa escena ya era conocida. Ackley sonrió, él regreso su mirada triste, y una sonrisa falsa.

-¿Qué sucede, Vicente? –El pelinegro se mostró sorprendido. Si, esa era la primera vez en que Ackley le llamaba por su nombre.

-No he preparado nada especial para tu cumpleaños –Admitió el mayor entristecido.

-Estás conmigo. Eso es suficiente –Respondió el menor.

-Hoy sí, pero ya no más –Quiso no créelo. De verdad deseo no haberlo escuchado. Su corazón dio un vuelvo, y volvió a buscar los ojos dorados, esperando que fuese una broma.

-¿De que estas hablando? –

-Ya no vamos a encontrarnos. Nunca más –Aseguro el mayor, alejándose un poco de su cuerpo. Pero Ackley insistió, pegando su cuerpo al contrario, uniendo sus labios, soltando lágrimas. Vicente volvió a alejarlo.

-¿Ya no me amas? –Consulto dolido el rubio.

-Jamás he dejado de amarte. –Afirmo el pelinegro.

-¿Entonces porque? ¿Por qué me dejas? –

-Porque yo estoy muerto. –

Al abrir los ojos, sintió el vacío. Su amor no existía… Al menos, no en esta vida.

Notas finales:

Esto ha sido todo. Espero que les haya encantado.

En primer lugar debo dar lar gracias a todos los que participaron en la votacion, otorgandole a este fic, ser el primero de este proyecto.

En segundo, les contare un poco de mi historia antes de despedirme.

Soy Nikol, una joven de veinte años, con la peor de las suertes en el amor. Pero vivi mi magica historia a los diecisiete. Un joven a puesto me visitaba en sueños, reiterados sueños que duraron poco mas de un año. Todo culmino el dia en que el me dijo que estaba muerto.

Es por eso, que si, cuando digo que el fic esta basado en hechos reales. Esta basado en mis hechos reales. 

¡Espero comentarios! Cuenteneme en la cajita de aqui abajo, lo que opinan del fic <3

Gracias por leer~


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