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I need my man. por Hikari Namikase

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen.

Notas del capitulo:

Holaaa~

Espero que disfruten la lectura tanto como yo disfrute haciendo este cap.

Para mayor entendimiento de la histori les recomiendo leer "I Love You, Daiki", seria mas facil entender el desarrollo de la historia y tal vez sea un poco necesario.

Lamento las faltas de ortografía y las estupideces del fic :3

Sin mas que decir, espero que les guste c:

Un bostezo y un pequeño golpe se deja escuchar en el silencio mañanero del departamento de Kagami.

Su cara muestra completo fastidio y pereza. Son las 8 de la mañana y él ya está despierto, a pesar de que es domingo y lo más importante, las vacaciones ya han comenzado.

Sus últimas vacaciones como estudiante.

Suspiró pesadamente al saber que ya no podría dormir de nuevo. Estúpido reloj biológico.

Voltea a su derecha y observa con envidia y hasta cierto enojo a su moreno novio que duerme tan tranquilo e imperturbable a su lado. ¿Cómo demonios duerme tanto?

Resopla su largo cabello que cae en sus ojos y observa de nuevo a Aomine. Sonríe y con suma delicadeza pasa el dorso de su mano por ese rostro que tanto ama.

Mira divertido y enternecido como él frunce el ceño y balbucea alguna estupidez dormido. Deja un beso en su frente y se levanta de la cama sin hacer mucho escándalo.

Se queja en cuanto está de pie y en serio que desea volver a dormir. La cabeza le duele horrores y la cadera igual.

Ayer Kise tuvo la brillante y genial idea de que todos se fueran a beber a una discoteca para celebrar que ya estaban de vacaciones de verano y que nadie tenía pendientes en la universidad. Como ya eran mayores, no había problema con asistir a algún lugar de ese estilo, así que sin querer alegar demasiado con ese torbellino rubio que tenían por amigo, todos sus amigos, lo que quiere decir, generación de los Milagros, más Takao, Mayuzumi, Himuro y uno que otro nuevo amigo de la universidad aceptaron ir a festejar.

Lo cual obviamente había sido un error fatal para él. No acostumbraba beber. Seguía siendo un atleta, el basquet era algo importante para él y no descuidaba su físico por nada del mundo. Por ese motivo ahora pagaba factura con una muy horrible resaca que por supuesto lo había levantado de un pésimo humor.

Y claro, como si eso no fuera suficiente, el dolor en su cadera le recordaba la salvaje noche que había tenido con esa pantera que tenía por novio. Aomine jamás, nunca en la vida se cansaba de tener sexo.

Lo cual era para él y su cadera, bastante molesto. No es como si siempre él fuera el que recibe, (casi siempre era así), ni tampoco es que le molestara, (amaba el lado dominante de Daiki), ese lado salvaje y pasional que solo él tenía derecho de ver y sentir, lo llevaban a la locura y claro, a nunca decir no cuando su novio se ponía en plan cachondo-cazador con él.

Por qué a pesar de que ya tenían bastante tiempo juntos, el sexo para ellos siempre era algo diferente. Claro está que había algunas cosas repetitivas en el acto, pero eso no significaba que ellos no buscarán la manera de hacerlo especial. Y eso siempre llevaba a un Aomine bastante romántico y sensual que gozaba de ver hasta dónde llegaba el tigre con sus juegos previos, convirtiéndolo casi siempre en el pasivo.

Lo quisiera admitir o no, el sexo en su relación era algo vital.

Bufo molesto y algo abochornado por el rumbo que estaban tomando sus pensamientos. Entro al baño, cuidando de no hacer escándalo con ninguna actividad que realizará. Si despertaba a Aomine, seguramente este se levantaría con un humor de perros y no estaba en condiciones de aguantarlo. Así que cuidando de no crear mucho ruido, abrió la llave para darse un relajante baño. Al menos de algo le serviría levantarse temprano.

Después de haber estado cerca de una hora en la tina, relajándose, cantando y hasta jugando con un patito de hule, decidió que era tiempo de salir de ahí y preparar algo para su ruidoso estomago, que exigía desayuno inmediatamente.

Seco su cuerpo y lo más que pudo su cabello, no iba a prender la secadora arriesgando su paz si el oso que tenía por novio se levantaba.

Se observó en el espejo después de cepillar sus dientes y se revolvió el cabello. Definitivamente necesitaba cortarlo.

Camino de regreso a su alcoba en busca de algo cómodo que usar y se cambio. Se colocó la cadena junto con el anillo que su hermano le había regalado y salió del cuarto, checando una última vez a su bello durmiente, el cual obviamente seguía dormido, totalmente desparramado en la cama y completamente desnudo. Mordió su labio y sonrío de lado para después salir y cerrar la puerta tras de sí y suspirar.

Su novio estaba más bueno cada día y nadie podía negarlo.

Camino a paso lento a la cocina y abrió el refrigerador, golpeando la puerta levemente con sus dedos mientras tarareaba una canción.

¿Qué sería bueno desayunar? ¿Hot cakes? A Aomine le encantaban, a él igual y tenía antojo de algo dulce. Tenía fruta, podría intentar hacer algo bueno con ello. Tal vez haría waffles también. Todo muy americano y algo dulce, consentirse así de vez en cuando no estaba mal.

Y además, había hecho que a Daiki también le gustara desayunar de esa manera de vez en cuando, así que sería algo bueno.

Se detuvo en medio de la preparación de la harina para su desayuno al darse cuenta de algo.

Todos sus pensamientos giraban al rededor del moreno desde el momento en que se levantaba.
Chasqueo la lengua fastidiado y avergonzado.

Trató de dejar su mente en blanco, relajarse escuchando la música que provenía a nivel bajo desde la televisión, pero era imposible.

Simplemente con mirar lo cambiado que estaba su departamento bastaba para que sus pensamientos se desviarán nuevamente al hombre que se encontraba durmiendo en su cama.

Antes su hogar tenía una decoración simple y vaga. Como si nadie realmente viviera ahí. Ahora, tenía más muebles, se miraba más hogareño. Hasta se podía sentir el calor de hogar.

Y ni hablar de los colores. Reinaba el azul y el rojo. Río con vergüenza y siguió haciendo el desayuno.

Definitivamente eran unos idiotas enamorados. ¿Pero cómo no serlo después de 6 largos años de relación?

Ya habían pasado 6 años desde aquel incidente en que él sin ningún motivo, razón o lógica se convirtió en un crío de 2 años.

6 años desde que se había confesado, de que su vida había cambiado para dar un gigantesco paso, que era nada más ni nada menos que convertirse en la pareja de ese idiota moreno amante del basquet y las hamburguesas teriyaki.

Había tantas cosas que podía decir de él que le gustaban, y otras que obviamente le disgustaban, por qué una cosa era amarlo y otra muy diferente era aguantar todas sus estupideces.

Pareciera que el moreno se proponía cada día el hacerlo cabrear por algo diferente. Aunque igualmente él no era ningún santo. Debía admitir que hacer enojar a Aomine se había vuelto una divertida costumbre.

Era como un niño pequeño, uno berrinchudo e histérico. Por qué cuidado con poner celoso o hacerlo enojar de adrede. La pantera sacaba las garras y ataca a todos sin piedad.

No es que él fuera masoquista y le gustara siempre llevarse como el perro y el gato. Pero es que el sexo de reconciliación era lo mejor del mundo con ese chico.

Si de por sí, era una bestia insaciable con que el pelirrojo le moviera solo un poco la cadera, cuando se daba cuenta de que solamente lo estaba jodiendo para hacerlo enojar, él se lo regresaba con una sesión salvaje e interminable de sexo. Lo cual, para que engañar, era increíble para los dos.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ese mismo moreno con el que fantaseaba lo estaba observando desde el marco de la puerta con una sonrisa ladina. Tener una vista matutina de Taiga era algo hermoso.

El pelirrojo se metía tanto en sus pensamientos que nunca se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Él simplemente seguía con sus cosas sin importar nada.

Aomine se lamió el labio y pasó su dedo pulgar por la comisura de este para después sonreír y observar de arriba abajo a su adoración y perdición pelirroja.

No importaba cuantas veces lo viera, cada vez que lo hacía se volvía a enamorar de él. Era difícil a veces creer hasta para él, la manera en que había caído por ese chico.

Podía decir con toda la seguridad y el corazón, que Kagami Taiga se había vuelto su completo universo.

Ese chico era todo lo que había estado buscando, desde el basquet, hasta algo tan complicado y a la vez tan sencillo como el amor.

Era su complemento. Su cómplice, su mejor amigo, su fiel amante y el completo dueño de su corazón y alma.

Todo lo que Taiga hacia, para él era bueno y perfecto. Incluso sus berrinches, sus peleas estupidas, sus constantes reclamos por la decoración de su departamento, que ahora era de ambos.

Las cosas habían cambiado bastante en su vida. Pasó de ser el desinteresado chico por todo, a un activo y completamente consentidor novio. Tenía 6 años junto a ese torbellino que se hacía llamar su novio, y 5 de ellos llevaba viviendo con él, bajo ese techo que había visto nacer su amor ante aquellos sucesos tan extraños, pero a la vez tan adorables.

Jamás olvidaría todo lo que tuvo que pasar para poder tener a ese chico al fin entre sus brazos y hacerlo completamente suyo.

Se acercó con sumo cuidado y tratando de no asustar a su chico, lo abrazo con cuidado por la espalda. Sintió como la piel bronceada de Taiga se erizaba y sonrío ante ello.

Kagami detuvo todos sus movimientos y se quedó esperando algún movimiento de su Moreno, haciéndolo sonreír en el proceso.

Este se acercó con cuidado y muchísima delicadeza rozó la piel desnuda de la espalda del pelirrojo con sus labios para después besar su cuello, provocando más estremecimiento en su cuerpo.

-Buenos días precioso.-Susurro con esa voz ronca mañanera que siempre tenía al despertar.

-Te he dicho alguna vez, ¿cuánto me gusta tu voz por las mañanas?-Giro su rostro y observó como su novio sonreía y negaba con la cabeza para darle un beso en los labios.

-Unas cuantas veces si, pero no te preocupes, no me canso de oírlo.-El pelirrojo río levemente y se dejó hacer disfrutando del apretado abrazo que Aomine le daba y el sonoro beso en su mejilla.

-Al parecer has amanecido de un humor excelente, debe ser un milagro. ¡Oh!-El pelirrojo pego un brinco pequeño y alzó su dedo índice.-Seguramente lloverá, eso debe ser.

La risa dulce de Kagami inundó el lugar en cuanto Aomine comenzó a pasar sus dedos por su piel, haciéndole un ataque mañanero.

-¡Basta! ¡El desayuno se va a quemar idiota!

-Entonces no me molestes tan temprano, por qué definitivamente estoy de buen humor cariño.-Dejó sus manos en las caderas del más bajo y gruño algo fuerte para después dar otro beso en su mejilla, haciéndolo reír de nuevo y que negara con la cabeza.-Huele bien, ¿hot cakes?

-Si, ¿no quieres?-Preguntó algo apenado y con un puchero, tal vez no tenía ganas.

-A mí me encanta todo lo que tú hagas. Hot cakes está bien para mí. Un desayuno americano no me va a matar.-Apretó de nuevo ese cuerpo entre sus brazos y beso con más deseo esa piel expuesta tan deliciosa a su alcance.-Definitivamente me gusta todo lo que haces Taiga...

El mencionado se sonrojó hasta las orejas y lo empujó levemente, pero lo único que logró fue que su pareja se pegara más a él y gruñera más fuerte y mordiera su cuello suavemente haciendo que su piel se erizara.

-Daiki son las 9 de la mañana, no empieces.

-Me gustas a todas horas, eres mi comida favorita.-Susurro bajo sin dejar de besar su piel, metiendo sus dedos de forma traviesa entre la camiseta que portaba.-Tu me provocas...

-Yo no estoy provocándote. ¡Ah!-Gimió sin poder evitarlo al sentir como uno de sus pezones era pellizcado de manera sutil.

-Estabas moviendo el trasero cuando entre precioso, si eso no es provocar, no sé que lo sea.-Sonrío contra su piel y jaló de la cadera contraria hacia él. Tan temprano y ya tenía una erección.

-Aún me duele la cadera y tengo hambre.-Se quejó el tigre tratando de no entusiasmarse y terminar cayendo en las redes de su demonio seductor personal.

-También tengo hambre.

Un suspiro salió de los labios de Kagami al creer que estaba a salvo de las garras de esa bestia, pero el asombro y la calentura lo asaltaron de golpe al sentir como el moreno lo jalaba de la cadera y lo volteaba para dejarlo apoyado en la barra de la cocina y ataca sus labios sin piedad alguna.

Sus manos se apoyaron en el fuerte pecho moreno, tratando de alejarlo sin mucho entusiasmo, mientras correspondía a ese demandante y caliente beso mañanero.

Mientras que las manos inquietas de Aomine se movían desde las mejillas sonrojadas de Taiga, hasta su trasero el cual fue apretado con bastante deseo.

-¡No!-Se alejó jadeando y empujando el pecho de su novio para observar como este sonreía de lado y se lamia los labios con sensualidad.-¡Basta! Por lo menos una mañana déjame estar tranquilo. Es domingo Daiki, y es muy temprano, no fastidies.

-Ya está bien, una mañana tranquila en el hogar Aomine, entiendo.-Su sonrisa se ensanchó tanto que sus mejillas dolieron por el acto. Pero es que ver ese rostro sonrojado que tanto amaba y esos ojos rojos como el fuego brillando de emoción y amor por él, no le daban más que una infinita felicidad.

-¿Y por qué tengo que cambiar yo mi nombre? ¡Cámbialo tú!-Un empujón fue recibido y una risa escandalosa y contagiosa fue su contestación.

-Por qué mi apellido queda mucho mejor con tu nombre, mi amado prometido.-El moreno sonrío y tomo con cuidado la mano izquierda de su chico para elevarla hasta su rostro y dejar un tierno beso en ella, para después acariciar sus dedos y observar el bonito anillo que estaba en su dedo anular.

-Solo calla y vete a sentar, voy a servir ya. Idiota.

-Ya entendí, mañana normal. Relájate cariño.-Otro beso fue estampado en su mejilla para después sonreír como idiota y terminar de servir el desayuno y observar a su futuro esposo sonreír de esa manera única que tenía para él, mientras devoraba su comida y le regalaba dulces caricias y palabras. Dandole como siempre lo que quería y mimándolo de más.

¿No eran lindas las mañanas en el departamento Aomine-Kagami?

~~~


-Daiki...-Tallo sus ojos, mientras se estiraba y ronroneaba levemente, tratando de despertar de esa siesta tan reparadora.

-¿Que sucede?-Su cuerpo fue apretado levemente y eso lo hizo consiente de que se encontraba durmiendo encima de su novio. Le parecía algo increíble que ese cuerpo Moreno fuera tan cómodo para dormir a pesar de ser solamente masa muscular.

-¿Que hora es?-Estiro sus brazos y los llevó hasta el cuello contrario y se acomodó más sobre aquel cuerpo, dejando besos sobre el mientras lo hacía.

-Las 5 de la tarde, ¿por?-Su cabellera rojiza comenzó a ser acariciada levemente y con sumo cariño por él, mientras bajaba el volumen de la televisión y acariciaba su cadera también.

-Kuroko dijo que nos quería a todos en la cancha de siempre a las 6. No quiero ir... Tengo mucha flojera Aomine.-Bostezo y acomodo su rostro entre el cuello de su novio.

-Es raro de ti estar tan flojo, ¿te sientes bien?-Giro su rostro y observó a su chico entre divertido y enternecido. Kagami podía ser un bebé cuando se lo proponía.

-Estoy bien, simplemente quiero pasar todo el día contigo así... ¿Tiene algo de malo?-Levanto lo justo su cuello y beso esos labios morenos que tanto le gustaban.

El Moreno suspiro y correspondía al beso con un poco más de fuerza, apretando la cadera contraria y gruñendo en el proceso.

-No me provoques, estás demasiado somnoliento y me estás tentando. Corta el rollo y mejor levanta, ya sabes cómo se pone Tetsu, no necesito reclamos innecesarios.

-Daiki~

Movió con sutileza su rodilla, rozando la entrepierna de su novio y soplando levemente en su cuello comenzó a presionar ese botón en el moreno.

-¿Por qué eres tan cruel?

-Vamos, tú sabes que quieres quedarte así conmigo... No me hagas levantarme... Por favor.-Se estiró nuevamente y capturó entre sus dientes el labio inferior de su novio, mordiendo sumamente despacio y deslizando su lengua por el término de conseguir su objetivo.

-Más te vale que no te quejes de dolores de cadera mañana cariño, por qué voy a acabar contigo desde este momento.

Kagami río divertido y se dejó hacer por su novio que lo jaló y acomodo a su gusto bajo su cuerpo en aquella gran cama.

-Te gusta jugar conmigo, ¿no es así?

Él no respondió, solo abrió lentamente las piernas y se encogió de hombros mientras se acomodaba más bajo ese fornido cuerpo caliente que tanto le gustaba.

-Tú vas a acabar con mi cordura.

Estaba a punto de atacar esos labios rosas que tanto amaba, cuando el sonido característico de una llamada entrante de parte de Tetsu lo detuvo. Gruño y maldijo por lo bajo, claro que su pequeño amigo se sabía todas y cada una de sus escapatorias.

Molesto y frustrado tomo el celular bajo la atenta mirada de un muy enfurruñado Kagami.

-Hola Tetsu, tan oportuno como siempre.

-Buenas tardes Aomine-kun, lamento interrumpir tu paraíso interminable con Kagami-kun, pero solo quería asegurarme de que van a venir a la cancha. Todos confirmaron su asistencia ya. Incluso Murasakibara-kun.

La voz característica de advertencia de su amigo lo hizo suspirar y sentarse en la cama alejándose de esa delicia pelirroja que yacía bajo su cuerpo.

-Si Tetsu si vamos a ir, y si interrumpiste mi paraíso. Gracias.

-De nada, nos vemos en media hora. Hasta entonces.

Y sin más colgó, dejando a un muy frustrado Aomine y un muy cabreado Kagami.

-Te dije que no quería ir.

-Lo siento, ya sabes cómo es él. Y la verdad tengo miedo de las consecuencias que esto pueda traer. No me hagas recordar lo que pasó la última vez.

A ambos felinos les recorrió un escalofrío nada agradable por el cuerpo.

-¡Bien iré! Voy a cambiarme...

Dejó que su chico se levantara y se cambiara tranquilamente, no por qué no tuviera ganas de seguir tocándolo o besándolo, todo lo contrario.

Pero si le ponía un dedo encima, sabía que no sé detendría, y no tenía ganas de tener que lidiar con la furia de su ex sombra después.

Así que haciendo acopio de todo su auto control también se levanto y se vistió para después dejar todo en orden y salir al encuentro con sus amigos.

Algo le decía que ese pequeño demonio de Tetsu se traía algo entre manos.

Todos estaba reunidos en aquella cancha que era testigo de tantas cosas de su pasado, unas buenas, unas no tan buenas y unas cuantas malas.

Estaba divirtiéndose como siempre, haciendo el tonto, jugando basquet, poniéndose al corriente con sus vidas, ya que no todos asistían a la misma universidad, riendo de cualquier tontería y jugando bromas.

Todo estaba tranquilo hasta que Kagami se dio cuenta de las miradas mal disimuladas que su novio le dirigía a las chicas que pasaban por los alrededores. Su entre cejo se frunció al instante. ¿No podía disimular al menos?

Una de las cosas que más claras tenía el tigre, es que Aomine era un idiota que amaba las boobies grandes. Está bien, lo había aceptado con todo y su estupida obsesión por ellos. Sabía que era un pervertido y que eso era algo que no podía cambiar.

Lo que le cabreaba era que fuera tan poco disimulado y grosero con su persona. Que no era de piedra, no estaba pintado por amor de Dios. Él era su pareja, estaba en el mismo lugar y aún así el muy imbecil se ponía casi a babear por las pechugonas que pasaban por el lugar.

Chasqueo la lengua y giro el rostro, estupido Daiki.

Después de un rato de seguir molestándose y de recibir la sorpresiva noticia de que Akashi, como siempre el tipo rico, había arreglado una casa en la playa por dos semanas para todos para pasar parte de sus vacaciones juntos, logró levantarle el ánimo en el que se estaba sumergiendo por culpa de su atolondrado novio.

Estaba planeando con Akashi y Kuroko algunas cosas que serían necesarias para su estadía, tanto de comida como otros puntos importantes que no aguanto más y exploto al ver y oír como él y Kise hablaban de una chica bastante bonita que había pasado por el lugar.

Ambos, Kuroko y Akashi suspiraron ante la estupidez de su ex compañero. Se le iba a armar una buena.

Kagami camino lentamente hasta quedar recargado en una pared y apoyar sus brazos en esta y colocar su mentón encima de su mano izquierda.

Cuando Aomine sintió esa mirada llena de rabia sobre su persona se giró con algo de miedo, para encontrarse con esos iris rojos como él mismo fuego del infierno, flameando en ira.

-¿Te diviertes observando a las chicas?-La sonrisa falsa y molesta de Taiga terminaron de sentenciar al moreno.

-Vamos no es para tanto...

Error fatal, ya debería saber a estas alturas que no era bueno contradecir al tigre cuando estaba tan enfadado.

-Eres más idiota de lo que creí.

Sin esperar respuesta se giró sobre sus talones y después de decirle unas cuantas palabras a Akashi, dirigió sus pasos a la salida y sin mirar atrás se fue.

-Aomine-kun estás en serios problemas.

-Eso le pasa por pervertido e idiota.

-¡Cierren la boca!

Sin molestarse en despedirse de nadie, tomó sus cosas y salió disparado tras su torbellino rojo. Ya sabía que le iba a ir mal, y que seguramente terminaría durmiendo en el sofá, pero no le gustaba estar así con él. Al menos aclarar las cosas, aunque lo mandaran a dormir al frío sofá.

Cuando llegó al departamento Kagami iba saliendo de la ducha sin camisa y con el cabello húmedo.

-Si estás buscando pechos grandes, aquí no hay.-Toco sus pectorales marcados y se giró hacia la habitación.

-Taiga no te enojes, sabes que...

-¿Que te gustan las tetas grandes? ¡Créeme! Me queda muy claro cada vez que te quedas como idiota viendo un par de montañas.-Los ojos rojos de Kagami brillaron en ira y dolor.

-¿Te quieres calmar? No me interesa nada de eso, me gustas tú.-Aomine trató de acercarse pero la mano levantada de su chico lo detuvo. Levanto una ceja extrañado. ¿Tan enojado estaba?

-Si tanto te gusto, al menos trata de disimular en mi presencia tu adoración por los pechos. Sabes que me molesta.-Desvío la vista y se mordió el labio, haciendo que el moreno suspirara. Ya sabía por dónde iba la cosa y no le gustaba.-Sabes que... Es algo que jamás voy a poder ofrecerte.

Ahí estaba. Esa maldita inseguridad que había nacido en su hermoso pelirrojo por su estupida obsesión pervertida. Kagami lo había aceptado con todo. Pero eso acarreo algunas frustraciones en su persona. Y una de ellas era aquel tema. Que s e había vuelto una especie de tabú entre ellos.

-Mi amor, ya sabes que eso no me importa.-Sonrío y se mordió el labio.-Con ese culo que te cargas, me tienes a tus pies.

-¿Alguna vez te tomas algo en serio? Muérete Aomine.-Lanzó la toalla a su rostro y se encerró en su habitación, obviamente dejando al Moreno fuera de esta totalmente extrañado. Aquello siempre era el remedio para ese mal entendido. ¿Por qué ahora no funcionaba?

-¡Kagami no seas infantil y ábreme la puta puerta!-Paciencia definitivamente no se encontraba en sus cualidades.

-¡No! ¡Hoy duermes en el sofá! ¡Por puto!-Gruñó y pego su frente a la puerta frustrado.-¡O mejor lárgate con una pechugona! ¡Seguramente no te dirá que no!

-¡¿Quieres parar?! ¡Lo siento!-Oh si, el gran macho alfa, respetado por su gran hombría, Aomine Daiki, se había vuelto un completo idiota enamorado que se disculpaba por cualquier mínima estupidez.

-¡No! ¡Largo!-Por alguna razón Kagami no quería verlo. Se sentía herido. Quería estar solo.

-¡¿Sabes que?! ¡A veces eres más complicado que una mujer! ¡No voy a estarte rogando como idiota toda la noche! ¡Jodete!-Golpeó la pared con su palma y se dio media vuelta totalmente enojado y se tiro en el sillón. Kagami estaba exagerando.

Probablemente sí supiera que su adoración estaba bastante afectado por aquello, ya que no era la primera vez en esos días que pillaba a su novio viendo la delantera de diferentes señoritas, probablemente hubiera rogado un poco más.

Y más, si hubiera sabido lo que aquella estupida pelea y esa frase de que era peor que una mujer desatarían por unas semanas, complicando completamente la vida de su pareja y la suya. Definitivamente hubiera rogado por el perdón de su universo.

Pero bueno, él hubiera no existe. Y a veces los deseos más profundos de las personas se vuelven realidad. Para bien o para mal.

Y eso lo comprobaría Aomine, esa misma mañana al escuchar aquel grito tan extraño y bastante femenino. Que provenía de más ni menos que el cuarto que compartía con su prometido.

Su cuerpo se sentía adolorido de todas partes. Y es que pasar una noche en aquel sillón no era la mejor de las opciones. Él era bastante grande para dormir en un lugar así. Además, se había acostumbrado a dormir junto a ese cuerpo cálido que tanto amaba.

Se levanto con torpeza del lugar y toco la puerta de la habitación, extrañado al escuchar tanto alboroto y maldiciones.

-¿Taiga estás bien? ¿Por qué haces tanto escándalo?

Todos los sonidos provenientes del cuarto pararon al instante en que él habló. Alertándolo por completo.

-¿Taiga? Abre la puerta.-Toco con más fuerza y escucho un suspiro del otro lado. De esos como cuando se te corta la respiración y luego vuelves a respirar de manera desesperada.-Me estás asustando, abre la puerta.

No escucho nada más y eso comenzaba a crear estragos en su mente y pensar en mil y un razones por las cuales su torbellino no abría la puerta.

-Vete.

-¿Ah? Déjate de bromas y ábreme.

-Largo Aomine, no quiero verte.

-¿Qué está pasando? ¿Por qué tú voz suena tan diferente ? ¡Abre la maldita puerta!-Se estaba comenzando a desesperar. No sabía que pasaba y ¿por qué la voz de su chico sonaba así? Algo malo y raro sucedía. Eso no presagiaba nada agradable.

-¡Lárgate!-Escucho como la respiración de Taiga se aceleraba y empezó a desesperarse.

-¡Cómo no me abras en tres segundos derribo la puerta!-Se alejó unos pasos y miro con el ceño fruncido la puerta.

-¡¡No!!

-1...

-Aomine por favor.

-2...

-¡Basta!

-3.

Tomo un poco de impulso y con una fuerte patada abrió la puerta del cuarto, entrando lentamente y quedándose en medio de la habitación totalmente tieso, cuál estatua, como un ancla enganchando al suelo. ¿Qué demonios significaba eso?

-Por favor dime que es una broma de muy mal gusto y que ahora mismo té vas a cambiar.-Trago saliva con dificultad y observó de arriba abajo el esbelto cuerpo que yacía encima de la cama.

-No sé que está pasando... Yo... ¡Daiki tengo miedo!-Gruesas lágrimas comenzaron a descender por ese rostro, ahora tan delicado y tierno.

Enfrente de él, estaba su prometido, ¿o prometida?

Su torbellino rojo, ahora era una linda señorita, con curvas bastante pronunciadas y una cara tierna y a la vez tan sensual. Con un cabello largo y una ropa que definitivamente le quedaba enorme y que no dejaba nada a la imaginación. Trago con dificultad y se acercó lentamente.

-¿Taiga?

-¡¿Daiki que está pasando?!-Aquel fino y delicado cuerpo se abalanzó hacia el, llorando y temblando de miedo.

-¿Por qué siempre te pasan cosas tan extrañas?

-¡No quiero estar así! ¡Daiki por favor ayúdame!

Se alejó y observó esos ojos que tanto amaba. Estaba llenos de lágrimas y solo transmitían pánico.

-Yo...

-¡¡PERRO INFIEL!! ¡¡NO PUEDO CREER QUE LE HAGAS ESTO A KAGAMIN!!-Momoi entró como una fiera y se abalanzó encima del moreno.

-¡Eres un idiota Aominecchi! ¡Yo te respetaba!

-Saquen a esta zorra de aquí.

-No puedo creerlo, en su propia cama.

-Pobre Kagami. Tener de pareja a alguien tan bajo como él.

-Despídete de tu descendencia Aomine. Te metiste con el hermano menor equivocado.

-Minechin vas a morir.

 

¿Qué?

Todo estaba pasando en cámara lenta para Kagami. ¿Qué demonios iba a hacer ahora?

Tenía que ser una broma, un sueño.

¡Aquello no podía ser real!

Notas finales:

Espero que sea de su agrado.
Por cierto, este capítulo me quedo en extremo largo. Creo que me emocione de más con los pensamientos de ambos chicos, pero bueno, solo aclaró que los siguientes capítulos no serán tan largos como este. Tal vez algunos sí o tal vez no. Solo aviso por futuros reclamos 😅

Esta historia va en parte dedica al grupo AoKaga 5x10 (Aomine x Kagami) de Facebook :3 espero que les guste señoritas.


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