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Una última mentira por Pandora09

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Notas del fanfic:

Aclaración: Este es el primer (y probablemente el último) FF sobre Vixx que escribo y nació en uno de mis estados de consciencia alterada cuando me di cuenta de que no había leído ninguna historia que le hiciera verdadera justicia al video de Beautiful Liar (no es que este se la haga, pero a mí me satisface).

Si hay alguno por ahí, me encantaría saberlo :)

  La arena se escurría entre sus dedos mientras de fondo escuchaba la armoniosa melodía del mar al atardecer, el aire húmedo y salino del puerto le resultaba refrescante. La playa era su lugar favorito, tan silencioso, remoto y solitario, incluso si estaba llena de gente se sentía aislado, sentía que tenía una conexión especial, que era solo él y el mundo, sin barreras ni distancia. Era simplemente él.

- ¿Cariño? –una voz dulce y femenina se abrió paso por sobre las olas y las corrientes marinas para sacarlo de sus ensoñaciones y devolverlo al mundo real. Ella llevaba un elegante vestido celeste pálido que hacía ver su piel más reluciente de lo que ya era, el viento le agitaba el cabello y se sostenía el sombrero con una mano para que este no se volara mientras que estiraba la otra para que él la tomara y la siguiera.

Sonrió apenas y se puso de pie, suspirando para sí mismo y obligándose a tomar su mano sin que ella notara su ansiedad. No quería llegar hasta el hotel, no quería celebrar esa fiesta, no quería tener a todas esas personas mirándolo como a un animal en una exhibición, no quería fingir sonrisas y alegría que no sentía. Pero la siguió, entró con ella y saludó a cada uno de los invitados, alegrándose por ver que su prometida era capaz de recibir a cada persona sin necesitar alguna de sus intervenciones.

Los padres de EunJi fueron los últimos en llegar, ambos absolutamente felices de ver a su pequeña hija a un paso del matrimonio. Leo les sonrió diplomáticamente y los escuchó hablar durante unos minutos, mientras la encargada de la cena los invitaba a tomar sus asientos.

Los minutos pasaron lentamente mientras TaekWoon escuchaba a las amigas y los padres de EunJi haciendo los brindis correspondientes, todos decían palabras hermosas y les dedicaban sus mejores deseos, pero Leo no podía apartar la mirada de la única silla vacía en todo el comedor. No había esperado que él viniera, pero seguía sintiéndose traicionado. Ellos habían prometido permanecer siempre juntos, en las buenas y en las malas, pero Leo sentía que el mundo iba de mal a peor y, aunque tenía a una mujer hermosa tomando su mano, a su mejor amigo sonriéndole y a un montón de gente celebrando su futura unión, seguía sintiendo que todo estaba empeorando.

La algarabía se apagó cuando una cabellera platinada hizo acto de presencia y pudo ver perfectamente como el ceño de su suegro se fruncía con rabia, al igual que la mayoría de los semblantes que conformaban a la familia Jung.

- Así que decidió venir –comentó EunJi por lo bajo y sonrió apenas. Había sido su idea invitarlo, recordando que ellos habían sido amigos en su infancia y, aunque toda la familia despreciara a WonSik, él estaba ahí.

Paseó lentamente por entre las mesas, sintiendo el peso de todas las miradas sobre él, el recién llegado y su compañero. Cha HakYeon seguía teniendo la misma sonrisa divertida y Leo no pudo evitar fijarse en la mano que estrecha con fuerza la diestra de Ravi, el nombre artístico de Kim WonSik, y habría deseado no haberlo invitado.

- Estás más delgado –susurró WonSik luego de que Leo los saludara.

- Ha pasado mucho tiempo –una eternidad podría haber dicho, porque así se sintió para él, pero tener ahí a Ravi y ver su sonrisa le resultaba tan natural que no parecía que el tiempo hubiese pasado entre ellos, siempre serían los mejores amigos.

Quiso sacudirle el cabello y asegurarse de que era tan suave como se veía, tocar el tatuaje de su cuello y ver si era real, quería sentir el calor de la piel contraria y asegurarse de que estaba ahí.

- Te extrañé –Leo frunció el ceño ante esas palabras y desvió la mirada hacia HakYeon, quien observaba maravillado el lugar.

- Deberían pasar a sentarse –empujó al mayor hacia adentro e ignoró las miradas despectivas que la familia de su novia le lanzaba-, HongBin estaba a punto de dar su discurso –quiso sonar emocionado, pero la voz escapó plana de su garganta, delatándolo.

Ignorando todo, WonSik se acercó a EunJi y le besó castamente la mejilla, regalándole una sonrisa cínica que solo Leo podía leer y comprender.

- Eligieron un lugar precioso.

Leo devolvió su atención a HakYeon, quien habló luego de saludar incómodamente a EunJi, y asintió, aclarando que todos los preparativos estaban en manos de la familia de su prometida y que a él no le importaba mucho el lugar donde se llevaría a cabo la boda.

El resto de la tarde pasó más rápidamente, con la tensión siendo palpable en el aire, todo gracias a las miradas que los padres de EunJi le seguían mandado a Ravi. Leo no quería que su amigo se sintiera incómodo, lo que era absolutamente imposible porque Kim WonSik era inmune al desprecio de su propia familia, así que no tenía de que preocuparse, pero lo hacía y eso le impidió disfrutar del resto de la velada.

Leo odiaba las aglomeraciones, los ruidos de las personas, las voces inentendibles y las risas sin sentido, odiaba sentirse observado y juzgado por todas esas personas que no lo conocían y nunca lo harían. Él habría preferido una ceremonia más sencilla y privada, tan solo él, sus amigos, EunJi y su familia, ni siquiera habría invitado a WonSik, pero EunJi siempre había soñado con una boda de cuento de hadas, con luces, un inmenso vestido blanco, pétalos de rosas y todo el mundo contemplando su felicidad.

Se sentía sobrestimulado y lo único que podía calmar sus nervios crispados era una silenciosa caminata por la orilla de playa.

En el mar oscuro se reflejaban las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo con el caer de la noche y Leo se preguntaba si morir ahogado era una sensación similar a como se sentía en ese momento, como si una mano invisible estuviera estrujando su garganta hasta quitarle la vida.

- Sigues buscando refugio en los mismos sitios desesperanzados.

No le sorprendió encontrarse al platinado sentado en la arena con una sonrisa perenne en el rostro, de alguna forma sabía que se lo encontraría ahí y esa era la fuerza que tiraba y arrastraba sus pies hasta llevarlo a su lado y obligarlo a sentarse junto a él.

Leo quiso decir que no, que ya estaba lo suficientemente desesperanzado como para molestarse en buscar consuelo en algún lugar, pero prefirió guardar silencio y acompasar su respiración con la del menor cuando simplemente se encogió de hombros y enterró los pies y las manos en la arena. Ahí, en medio de la oscuridad, la arena y la briza salada del mar, sonrió casi imperceptiblemente.

- También te extrañé, WonSik.

El menor soltó una risa baja, sin molestarse en mirarlo, y le rodeó los hombros con un brazo. Leo no debía sentirse cómodo junto a él, pero no pudo evitar acurrucarse contra su cuerpo y suspirar, mientras a su mente acudían todos los recuerdos del pasado que compartieron, cuando solo eran ellos dos contra el mundo. Cuando todo lo que Leo conocía desapareció y solo Ravi permaneció a su lado.

- ¿Qué fue lo que nos pasó?

- La vida, hyung.

El mayor escondió el rostro en el arco del cuello del menor y dejó que una solitaria lágrima recorriera su mejilla y cayera hasta colisionar con la piel tatuada expuesta, odiaba que aunque hubieran pasado una eternidad alejados Ravi pudiera seguir leyendo sus silencios y escuchando sus preguntas mudas.

- ¿Por qué viniste?

Ravi soltó una risa sarcástica y le acarició el cuello, provocándole estremecimientos que casi lo hacen ronronear.

- ¿Crees que me habría perdido la boda de mi hermanastra? –la mano que reposaba en su cuello se deslizó hasta tomarle la mandíbula inferior y obligarlo a levantar el rostro, haciendo que sus narices se tocaran y Leo solo deseara desaparecer la distancia y besarlo-. ¿No querías que viniera?

Sin separarse, el mayor negó con la cabeza. Leo no quería a Ravi como invitado a su boda, no quería tenerlo cerca cuando uniera su vida a EunJi, la que curó su corazón cuando WonSik lo destrozó, la que estuvo a su lado cuando todo el mundo que ambos construyeron colapsó y desapareció como polvo en el viento. No quería tener a Ravi cerca porque las dudas afloraban y se volvían casi tangibles, arañando su piel y desesperando la poca paz que había conseguido en los últimos años. No quería tenerlo cerca y contemplar el desequilibro que producía en su vida antes de irse y deja el mundo devastado a su paso. ¿Por qué debía ser así de cruel con él?

- ¿Crees que seré feliz? –preguntó por lo bajo, buscando desesperado el consuelo que su alma necesitaba, la fortaleza para dar el siguiente paso y vivir lejos de él, de su recuerdo, del anhelo, de la desesperanza, Leo necesitaba desprenderse de Ravi y comenzar a vivir por sí solo.

- Siempre he querido que seas feliz –sin embargo sus palabras se contradecían con sus acciones, porque en el momento en que el mayor tomó aire para suspirar aliviado, un juego de labios cortó su respiración y todo su mundo se detuvo.

 

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  Observó su reflejo frente al espejo y se cubrió el rostro con una mano. Cuando la quitó, el reflejo seguía intacto. Repitió aquella acción un par de veces hasta darse por vencido, hasta comprender que no importaba cuánto se escondiera, cuánto intentara cambiar, siempre sería el mismo, siempre tendría miedo, siempre esperaría algo que nunca llegaría.

Repentinamente, la puerta de la habitación se abrió y se cerró de golpe antes de que un sollozo rompiera el silencio en que Leo se había sumido en la penumbra. EunJi corrió a sus brazos y enterró el rostro en su pecho, calmándose poco a poco. Esperó a que las lágrimas cesaran para preguntar la razón de su llanto, pero ella solo negó con la cabeza y se esforzó por autoconsolarse. Así era su relación, Leo siempre se sintió como la mitad débil, la que necesitaba ser reconfortada, porque él mismo era incapaz de consolar a su prometida y ella lo sabía. Ellos no eran una pareja normal, no habían fuegos artificiales cuando se besaban ni llamas infernales cuando hacían el amor, pero sus almas estaban unidas la una con la otra hasta volverlos incapaces de estar separados y Leo sabía que aquello era el producto de años y años de cubrirse las espaldas y lamerse las heridas, dos personas rotas que encontraron el refugio que el mundo les quitó en los brazos del otro. Nada de eso sería alguna vez suficiente para calmar sus demonios, pero ambos eran libres de ser miserables cuando estaban juntos. Leo se refugiaba en EunJi mientras que ella escapaba de la realidad en sus brazos. Leo era un niño pequeño y asustado que tomaba la mano de una mujer para no sentirse perdido, mientras que ella se aferraba a él para consumirse en su fantasía y no perderse en la tristeza.

- ¿Qué pasó? –preguntó cuando EunJi volvió a respirar con normalidad y ambos yacían sobre las mantas grises de la cama, abrazados sin dejar espacio entre sus cuerpos.

- Papá quiso echar a WonSik –EunJi se estremeció y soltó un suspiro cansado-. Tal vez no fue buena idea invitarlo.

- Es mi mejor amigo.

- Llevan años sin verse, sin hablar, ¿por qué es tan necesario?

Leo se encogió de hombros y afianzó el agarre sobre el cuerpo femenino.

- No importa el tiempo que pase ni la distancia que nos separe, él siempre será mi mejor amigo.

Y Leo lo necesitaba a su lado en ese paso. Había comprendido que lo necesitaba para darle las fuerzas necesarias para dar el ‘Sí’, lo necesitaba para convencerse de que ese amor que lo estaba destruyendo no era más que la fantasía de un sentimiento aterrado de ser olvidado. Lo necesitaba para demostrarse y demostrarle que era capaz de avanzar con su vida, así como Ravi hizo hace tanto tiempo.

- Solo serán unos días y luego WonSik desaparecerá –como siempre lo hace.

 

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  Pero eran días eternos y noches infinitas. Estrellas sobre el cielo y las olas del mar cantando melancólicas tonadas, era la vida pasando y Leo se sentía tan lejano, tan perdido como se había sentido desde que Ravi se marchó, desde que ambos se dejaron ir.

Observaba desde el balcón oscuro el jardín del hotel, los arbustos podados con formas graciosas e indescifrables, pero por sobre todo observaba al trío que reía bajo la luz pálida de una farola.

Ravi, HongBin y HakYeon reían estruendosamente cada vez que alguno decía algo gracioso, pero la risa del platinado era lo único que llegaba a los oídos de Leo. Era una risa que lo transportaba al pasado, a esos años difíciles en que Leo se quedó solo, cuando la amistad de Ravi fue lo que le ayudó a sobrevivir a la pérdida de sus padres y hermanas. Cuando todo lo que tenía eran esas conversaciones secretas con el menor, antes de perderlo, antes de perderse.

Quiso unirse a ellos e incluso se alejó de la ventana en camino hacia la puerta, pero se detuvo cuando comprendió que su presencia solo arruinaría su reencuentro.

Durante los últimos cinco años había desarrollado una especie de camaradería con HongBin, se podía decir que eran amigos y para él estaba bien que ese lazo fuera un poco más superficial que el lazo que compartía con WonSik porque se habría sentido traicionando su amistad si fuera de otra manera. Pero HongBin también era amigo de WonSik y más aún de HakYeon, con este último prácticamente se crió y ninguno de los dos conocía la verdadera historia que lo unía a Ravi. Todo el mundo sabía que ellos habían sido los mejores amigos de infancia, que habían crecido juntos aun siendo WonSik más pequeño que él. Todos los habían visto juntos, volverse inseparables luego de que Leo quedara huérfano. Todos creyeron que su amistad duraría para siempre y de esa misma forma, ciega e ingenua, todos pensaban que su separación era la simple consecuencia de la separación de WonSik de su propia familia. Nadie conocía la otra mitad, la que no era tan pura y casta, la que iba más de caricias prohibidas que de risas infantiles, la que tenía que ver con sus cuerpos unidos en la oscuridad de la noche bajos mantos de estrellas y sobre granos silenciosos de arena. Nadie sabía de las promesas de amarse eternamente que WonSik rompió cuando Leo lo encontró en la ducha con HakYeon. Nadie sabía que Leo tenía el corazón destrozado por culpa de WonSik y que se aferraba con uñas y dientes a EunJi para no dejarse llevar por la locura. Porque Leo era tan silencioso y estaba tan retraído en sí mismo que la única persona capaz de comprender que estaba en pedazos y podía repararlo era quien le provocó el romperse.

 

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  - ¿Qué tal la siguiente canción? ¿Cuándo regresarás? –HongBin se escuchaba emocionado, realmente era el más feliz por volver a estar los cuatro juntos. Al igual que el resto del mundo, HongBin no tenía la más remota idea de lo que había pasado entre Leo y Ravi y que esto se rompió con la aparición de HakYeon, ni siquiera él mismo N lo sabía, así que ahí estaban, los cuatro sentados en la terraza de un restorán, observando el mar como viejos amigos.

- Estoy preparando un dueto –contestó Ravi dándole un sorbo a su vaso de whiskey, Leo arrugó la nariz cuando lo vio tragarse casi la mitad del contenido como si fuera agua-. Es un chico muy talentoso, se llama Hyuk.

- ¿Cómo se va a llamar la canción? –preguntó HakYeon sorprendido, al parecer no conocía del todo los planes de su pareja.

Leo observó al menor con curiosidad, recordando que Ravi siempre dijo no querer hacer dúos con alguien que no fuera él, otra de las tantas promesas que rompería con el pasar del tiempo. Ellos incluso habían compuesto una canción, había sido una broma entre los dos que con el tiempo se volvió real y fue entonces cuando la voz de Leo se apagó.

Siempre seremos cobardes embusteros.

- Memories.

Al menos no era la canción que ellos habían compuesto, un consuelo superficial para su alma.

Y así siguieron durante una hora, comentando el éxito que WonSik estaba teniendo como rapero en la misma compañía en que HakYeon trabajaba como actor y modelo. Hablaron sobre sus trabajos, sobre sus planes a futuro, se contaron anécdotas y, cuando las historias acabaron y no quedaron más novedades que contar o recuerdos de los que reír, todo se volvió confuso e incómodo para Leo. HongBin recordó que tenía cosas que hacer sin explicar con detalles qué eran esas cosas y HakYeon se ofreció a acompañarlo, dejando a Leo completamente solo con Ravi.

- Me pidieron probar cosas nuevas con el siguiente álbum y la compañía quiere preparar a Hyuk para su debut –susurró WonSik levantando la mano para llamar al mesero que los había atendido-. Realmente no me interesa cantar con otra persona.

Leo simplemente se encogió de hombros y fijó la mirada en el horizonte, no quería escuchar las explicaciones que Ravi tenía para darle, no quería sentir que su enojo era injustificado, lo necesitaba.

- ¿Quieres ir a caminar?

Como respuesta, solo se atrevió a mirarlo en silencio. Cuando eran más jóvenes y ambos estaban llenos de vida, disfrutaban pasar las tardes recorriendo la ciudad o la playa encontrando la belleza que el mundo se esforzaba tanto por mantener oculta. Tanta belleza que Leo se sentía indigno de contemplar.

Antes de poder negar con la cabeza, WonSik ya lo tenía agarrado de la mano y sus dedos entrecruzados como una presa mortal. Lo arrastró por el puerto hasta llegar a uno de los extremos de la playa, donde se quitó las zapatillas y, luego de haberlas amarrado con los cordones, se las colgó al hombro, urgiéndolo a hacer lo mismo. Más lentamente y evidentemente con menos entusiasmo, Leo lo imitó.

Esa tarde EunJi la pasaría con sus amigas preparando los últimos detalles de la boda, aún faltaba una semana pero con las cenas, los ensayos y todas esas cosas, la familia de la muchacha había llegado casi un mes antes, arrastrándolo a él con ellos. Y de cualquier forma, últimamente apenas veía a su novia y sabía que no le molestaría saber que pasó la tarde con sus amigos.

Cuando hubo terminado de arremangarse un poco los pantalones, Ravi volvió a tomar su mano y entrecruzar los dedos para arrastrarlo por la playa, asegurándose de que no se perdiera en el camino. Leo tenía la sensación de que no importaba a dónde fuera, que mientras estuviera con el menor todo estaría bien.

Pero todo estaba jodidamente mal. Y cuando el sol cayó en el horizonte y su fuego se apagó en el cielo, Ravi lo acorraló contra la arena y Leo supo para él nunca hubo escape.

 

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  Los gritos retumbaban por todo el lugar, los cristales quebrándose y el resto de objetos colisionando con el piso y las paredes, sin contar con los gritos y los sollozos que se abrían paso por entre las risas sarcásticas que Ravi soltaba cada cierto tiempo mientras todo lo que Leo podía hacer era abrazar sus piernas y refugiarse en sí mismo, con la pueril esperanza de lograr componerse. De sentirse humano una vez más.

EunJi no dejaba de llorar al otro lado de la puerta mientras su padre maldecía a Ravi y toda su inexistente descendencia. Llevaban casi una hora discutiendo y todo lo que TaekWoon quería hacer era correr hasta WonSik y encerrarlo en la jaula de sus brazos, darle el refugio que el mundo le había arrebatado y decirle que todo estaría bien, que no importaba el tipo de persona que era porque él lo amaría siempre, sin prejuicios ni arrepentimientos, aunque fuera en contra de su voluntad.

Recordó su adolescencia, cuando WonSik comenzó a demostrar su interés por la música, la primera vez que se reveló ante el señor Kim. La primera vez que él mismo lo golpeó. Recordó haber pasado la noche entera contemplando el rostro lloroso del menor, las mejillas hinchadas y el labio inferior roto. Recordó haber curado sus heridas con besos, haber aliviado el ardor de los moretones con caricias y haber purificados sus oídos con palabras de amor susurradas en la oscuridad de su habitación. Esa fue la primera vez que le dijo un ‘Te amo’ a WonSik, más no la última y se preguntaba si existiría algo como una última vez para ellos, porque todas las despedidas dolorosas eran olvidadas cuando la melancolía atacaba al menor y volvía al pasado, jalándolo a su lado por temor a no encontrarse a sí mismo.

De golpe los gritos en el exterior acabaron y se trasladaron al interior cuando EunJi entró a la habitación destrozando todo lo que encontraba a su alrededor sin dejar de insultar a su padrastro y hermanastro.

- ¡No debí invitarlo! Solo vino a arruinar todo, eso es lo único que Kim WonSik es capaz de hacer.

Leo esperó pacientemente a que la tormenta menguara y las lágrimas se secaran en el rostro de la mujer para acercarse a ella y abrazarla, aunque su mente seguía con Ravi, tal como su corazón, como siempre.

Vagamente recordó su infancia.

Su familia y la familia Kim siempre fueron cercanas, el papá de Ravi incluso había planeado casarlo con una de las hermanas de Leo, aunque todas eran mayores que él, la edad era lo de menos. Pero con la muerte de ellas y sus padres, todos sus sueños de esfumaron, dejando a un triste Leo bajo la custodia de unos tíos que no tenían el más mínimo interés en él.

Antes de eso, Leo había sido alegre como cualquier niño de diez años, pero la reclusión a la que él mismo se sometió apagó toda la vida de sus ojos. Nadie comprendía que solo pareciera vivo cuando estaba con WonSik, ni siquiera el señor Kim, que los vio crecer. Leo no entendía eso, que ambos se hubieran criado juntos, que hubieran atravesado la trágica muerte de la familia Jung, el divorcio tormentoso de los Kim y seguir tan unidos como siempre, pero todo tuvo una explicación cuando, a los quince años de Ravi, el señor Kim lo encontró besando a Leo en un rincón de su casa.

WonSik era la oveja negra de su familia desde el día de su nacimiento, el hijo no deseado que no había querido marcharse con su madre porque odiaba apasionadamente a su nueva pareja y, aunque su padre le era indiferente, prefería su abandono en lugar del de su progenitora. WonSik nunca mostró interés en seguir los pasos de su padre, que en esa época era un comerciante cualquiera con sueños de volverse un empresario importante. WonSik nunca compartió los ideales de su padre, desde su infundado nacionalismo hasta su falta de empatía por la raza humana y su carencia de preocupación por el medio ambiente. WonSik era libre y su padre siempre había querido enjaularlo.

Leo siempre recordaría esa época como el punto de quiebre en su vida, cuando ya no hubo vuelta atrás para él.

El señor Kim fue lo más cercano a una figura paterna luego de la muerte de su padre, también era el que lo tenía en un pedestal mientras despreciaba a su propio hijo. Leo era el tipo de hijo que él deseaba, no WonSik. Y WonSik no se molestaba en hacerlo olvidar, cada cosa que hacía tenía como fin molestar y desequilibrar a su padre. Y lo lograba con creces, tanto que hubo muchas ocasiones en las que a Leo se le prohibió verlo, pero fue en su cumpleaños número dieciocho que todo acabó por derrumbarse.

El señor Kim se volvió el empresario que siempre quiso ser, se casó con una buena mujer y adoptó cariñosamente a sus dos hijos (porque él tenía demasiado amor para dar al mundo, excepto, por supuesto, para su propio hijo). EunJi sufrió un flechazo a primera vista y eso fue suficiente para que el señor Kim decidiera casarla con Leo, quien ya había crecido y veía en él a una especie de figura de autoridad a quien le estaba demasiado agradecido como para llevarle la contraria.

Pero nadie habría nunca imaginado que el pequeño Leo, ese niño perfecto que el señor Kim tanto deseaba como hijo propio, era obscenamente acosado por WonSik, el bastardo malagradecido que su primera esposa se molestó en dar a luz.

Fue una tarde lúgubre y hacía un frío glaciar, en especial para ellos que habían decidido rentar una cabaña e ir en familia a la playa para celebrar su mayoría de edad.

Leo observaba el atardecer por la ventana cuando sintió un par de brazos recorrerle la cintura. A pesar de ser menor que él, WonSik siempre se comportó como el mayor, siempre lo protegió y lo mimó, y eso era algo que nunca podría dejar de agradecerle, porque en sus brazos era en el único lugar en el que no sentía que moriría y, aunque así fuera, no podía pedir una muerte más sublime.

Ambos pensaron que estaban solos y se dejaron llevar, fue un impulso, un par de segundos de lujuria que le arrebataron el futuro con el que Leo tanto soñaba. Y fue su culpa, porque él provocó a WonSik para que este lo besara violentamente contra la pared, porque él no lo detuvo cuando sabía que debía hacerlo, porque él no abrió los ojos para ver que alguien atravesaba la puerta y se petrificaba ante la imagen.

El señor Kim no tuvo piedad con su hijo esa noche, culpándolo de estar corrompiendo a Leo, desheredándolo de una vida que WonSik nunca deseó, repudiándolo por ser incapaz de comportarse como un hombre, como su hijo.

Leo nunca sintió tanto miedo como aquella noche, ni siquiera cuando sus padres y hermanas murieron dejándolo solo, ni siquiera cuando se cayó de la casa del árbol de Ken y se quebró el brazo derecho en tres partes. Nunca sintió verdadero pavor hasta que contempló la idea de ser alejado de Ravi.

Dos días fueron los que el señor Kim le dio a WonSik para sacar sus cosas e irse de su casa para nunca volver. Dos días de los cuales Leo solo necesitó un par de segundos para comprender qué era lo que quería de su vida y a quién quería en ella.

- Me iré contigo –le había dicho luego de meterse a hurtadillas a la habitación de WonSik, que estaba repleta de cajas con todas las pertenencias del menor empaquetadas. Ravi llevaba casi dos años trabajando de mesero en una cafetería, mientras que concursaba de forma ilegal en batallas de rap en algunos clubs underground, por lo que la mayoría de sus cosas las había costeado él mismo y el señor Kim no podía obligarlo a macharse sin llevarse lo que tanto esfuerzo le costó conseguir, incluso en su ira ciega era capaz de reconocer el trabajo de su hijo.

No recibió respuesta y buscó en la penumbra un cuerpo que no encontró. Revisó minuciosamente toda la habitación pensando que el menor le estaba haciendo algún tipo de broma de mal gusto de esas que tanto disfrutaba. Leo hubiese deseado que fuera una broma, porque cuando siguió los sonidos ahogados que provenían del baño y se encontró a WonSik desnudo bajo el agua de la regadera aferrándose con fuerza a los azulejos de la pared y besando apasionadamente el cuello del otro tipo mientras ambos gemían casi desesperadamente, sintió que algo más vital que su corazón se quebraba.

Fue HakYeon quien se percató de su presencia cuando Ravi soltó un gemido más ronco y profundo que los demás, del tipo que Leo conocía perfectamente bien y nunca imaginó que alguna persona aparte de él podría provocar en el menor.

WonSik no dijo nada, incluso cuando Leo se alejó y azotó la puerta de la habitación, ni siquiera cuando corrió por la playa, porque cuando se dejó caer sobre la arena y miró el rastro de huellas que las olas estaban borrando por donde él había pasado, se dio cuenta de que WonSik no corrió por él. Porque no había necesitado explicaciones, era evidente el lugar en el que ambos querían estar y solo entones TaekWoon comprendió que no era el mismo lugar para los dos.

Y esa fue la última vez que vio a WonSik. Unos siete años hasta que EunJi decidió enviarle el parte negro de matrimonio y Ravi apareció en la cena de compromiso. Y Leo aún soñaba con él, aún recordaba sus brazos, sus besos, su voz y sus incontables ‘te amo’. Tan temerosos cuando eran menores, tan inocentes, tan soñadores. Y ahora eran adultos, pero seguían tan rotos, tan confundidos. Porque Leo estaba perdido dentro de sí mismo, mientras que WonSik estaba perdido para el resto del mundo.

 

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  WonSik soltó una risa burlesca cuando EunJi se dio cuenta de que había olvidado el papel en que había escrito sus votos y todos lo miraron con fuego en los ojos, todos excepto Leo.

Era el ensayo de la boda y Leo no sabía qué hacer, pues el también había perdido los suyos y no recordaba qué había escrito en ellos. Por eso odiaba a WonSik, porque elevaba su mente hasta el punto en que el resto del mundo perdía sentido.

EunJi gruñó para sí misma y encaró a su hermano antes de tirarle el ramo de flores plásticas y salir dando violentas zancadas de la sala donde estaban ensayando. La actual señora Kim imitó a su hija luego de gruñirle un par de cosas al señor Kim por ser incapaz de controlar a su vástago. Y es que nadie podía entender qué demonios hacía Kim WonSik en ese lugar, si nadie lo quería ahí. Si nadie lo necesitaba.

Leo se dejó caer a su lado, acurrucándose contra su costado y posando la cabeza en su hombro cuando el resto de los presentes se hubo ido y WonSik le devolvió el silencioso abrazo.

- Al parecer a tu padre le importa más consolar a su hija que separar a su hijo pervertido de su niño de oro.

- Al parecer a ti te importa más revolcarte conmigo que consolar a tu futura esposa.

Leo entrecerró los ojos y adivinó lo que venía luego de esas palabras y miradas lascivas, pero no fue capaz de detenerlo, no quiso detenerlo.

- Yo no me estoy revolcando contigo.

- ¿No?

Ravi no necesitó más provocación que su negación para abalanzarse sobre él y apoderarse violentamente de sus labios, quitándole el oxígeno con cada movimiento de su boca.

Para Leo nada importaba más que sentir su corazón latir junto al de WonSik y sus pieles entrando en combustión espontánea cada vez que se tocaban. En mundo entero de Jung TaekWoon se resumía completamente a Kim WonSik. Al menos eso era lo que pensaba, hasta que un grito femenino apagó toda la lujuria que los toques fervientes del menor despertaron en su cuerpo.

Desde el lugar en que EunJi los miraba era más que evidente que WonSik estaba entre sus piernas con el claro objetivo de desnudarlo. Y que Leo se estaba dejando hacer.

Hasta ese día, Leo había pensado que todo lo que lo unía a EunJi era su amistad y el agradecimiento por haber permanecido a su lado cuando WonSik se marchó llevándose una parte de su alma con él. Nunca pensó que ella realmente se había enamorado, pero cuando vio en sus ojos reflejado el dolor que él mismo sintió cuando encontró a Ravi en la ducha con HakYeon, comprendió que siempre subestimó los sentimientos de la mujer.

EunJi, con el rostro desencajado por la impresión y el dolor, se devolvió por donde había entrado y Leo quiso salir a buscarla, hacer todo lo que WonSik no hizo con él aquella noche, pero él seguía entre sus piernas impidiéndole moverse.

- No la sigas –ordenó el menor de forma prepotente antes de morderle el lóbulo de la oreja y paseando las manos por su abdomen hasta bajar a su cadera y hacerlo gemir. Leo estuvo a punto de dejarse llevar por las caricias, pero no pudo evitar los recuerdos, el dolor, el abandono al que WonSik lo sometió y la agonía de amarlo a la distancia. Si EunJi sentía tan solo un mísero porcentaje por él de lo que él sentía por el menor, estaría destrozada.

Reuniendo todas sus fuerzas logró empujar a Ravi lejos de él para acomodarse la ropa rápidamente y dirigirse a la puerta, pero el menor fue más rápido y cubrió la salida con su propio cuerpo.

- ¿Qué haces?

- No te cases con EunJi.

- ¿Qué? –Leo forcejeó un poco, pero todo lo que consiguió fue que WonSik lo estampara contra la puerta y atacara su cuello con besos húmedos y sonoros.

- Te amo, TaekWoon, siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Leo soltó un gruñido bestial y golpeó el menor ante esas palabras. ¿Cómo se atrevía a decirlas en un momento así?

- Déjame ir con ella, WonSik.

- No la amas como a mí, nunca serás feliz con ella, ¿por qué insistes tanto en esta mierda del matrimonio? –sorprendiéndolo, Ravi soltó sus manos y abrió la puerta luego de empujarlo a un lado-. Yo se lo diré, le diré que todo esto es una farsa, que eres incapaz de amarla porque es conmigo con quien quieres estar eternamente, es a mí a quien le perteneces.

- ¿Qué? –Leo corrió detrás de él y fue solo en la entrada desierta del hotel frente al mar donde alcanzó a detenerlo luego de incontables forcejeos que le quitaron todas las fuerzas-. ¿Qué haces?

- Alguien debe decírselo –gruñó por lo bajo con una sonrisa trastornada que le revolvió el estómago antes de estampar un beso tórrido en su boca-, alguien debe decirle de una vez que eres mío, TaekWoon.

- ¿Qué mierda es lo que quieres, Kim WonSik?

¿Por qué no se quedaba donde había estado todos esos años, en la distancia y el pasado, rodeado de todo el dolor que siempre le provocaba? ¿Por qué Ravi debía seguir atormentándolo? Porque siempre, cada vez que TaekWoon sentía que comenzaba a andar por sí solo, él aparecía en su reflejo, como un espectro lúgubre que debía morir, que debía desaparecer y borrarse como todas las lágrimas que Leo debía derramar cada vez que deseaba volver a marcharse. Pero no se iba, no importaba cuánto tiempo pasara, WonSik siempre estaría ahí, al otro lado del espejo, mirándolo con esos ojos sanguinarios, anhelando verlo sufrir y rogar. Y Leo siempre caía, siempre se dejaba llevar y provocaba tormentas donde él conocía la verdad pero era incapaz de aceptarla porque le aterraba verse al espejo y no encontrar rastros de su amor, de su corazón ingenuo que volvía a entregarse una y otra vez siempre que veía la sonrisa del menor. Algún día, Leo lo sabía, se daría cuenta de que ya había dejado de existir porque Kim WonSik lo estaba destruyendo y acabaría consiguiéndolo.

- ¿Seré feliz contigo alguna vez, WonSik? –susurró Leo desde su lugar, incapaz de pelear más porque no tenía sentido enfrascarse en una batalla ya ganada, porque él siempre acabaría sometiéndose a los deseos del menor-. Si no es EunJi, ¿estás dispuesto a hacerme feliz? ¿Era eso lo que querías cuando te tiraste a N en tu baño la misma noche en que sabías que yo te buscaría para escapar contigo? ¿Fue por hacerme feliz que no corriste detrás de mí esa noche? ¿Fue ese el objetivo de tu abandono? ¡Acaso crees que fui feliz todos estos años! –Leo había comenzado a gritar, no sabía cuando ni porqué, pero estaba gritando y agradecía el estar lo suficientemente lejos del hotel como para que nadie lo escuchara-. ¿Crees que todo este teatro es por mi felicidad?

- Me equivoqué, ¿está bien? –esperaba que al menos demostrara algo de culpa o arrepentimiento, pero no había nada y lo odiaba, porque seguía esperando de WonSik cosas que este nunca le daría, amor que nunca le demostraría. Y siempre creyó que lo entendía, porque todo el amor que Ravi conoció en su vida fue el que el mismo Leo le entregó, así que entendía que no supiera demostrar sus emociones porque él tampoco sabía. Entendía que no supiera expresarse más que a través de sus canciones porque él tampoco podía poner sus sentimientos en palabras. Comprendía que Ravi se equivocara porque ninguno de los dos sabía amar y solo eran capaces de cometer error tras error. Y comprendía que se amaban, pero que el amor era algo demasiado frágil para sobrevivir en sus manos bruscas y torpes, así que no tenía esperanza, porque no importaba cuánto se amaran y se esforzaran siempre se terminarían dañándose. Y, aunque parecía que los buenos momentos superaban a los malos, a veces el peso de los segundos se multiplicaba y Leo no sabía qué hacer con ellos, con la vida, porque su esperanza radicaba en WonSik y, sin él, ya no tenía nada-. Creí que irme sería lo mejor para ti, no quería arrebatarte a la única familia que tenías.

- Si me hubieras pedido que me arrancara el corazón del cuerpo y te lo entregara, lo habría hecho porque tú eras toda la familia que necesitaba –susurró con lágrimas cristalizando su mirada. Las estrellas se volvieron borrosas ante sus ojos y el rostro de Ravi se difuminó en el agua cuando encaró al mar-. Ahora es demasiado tarde.

Y corrió detrás de EunJi.

 

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  El gran día había llegado y las cosas con EunJi habían mejorado, ambos sabían que vivían en una mentira, pero una mentira que, a sus ojos, era necesaria. EunJi merecía ser feliz y él estaba dispuesto a convertir su felicidad en una realidad.

- Todos estos años fue WonSik, ¿verdad? –no había comprendido esas palabras cuando se la encontró llorando a orillas de la playa, con su vestido de lino negro agitándose por la briza nocturna-. La tristeza con que siempre has vivido no tiene nada que ver con la muerte de tu familia, siempre fue WonSik la fuente y el objetivo de todas tus emociones. Fue él el que te rompió el corazón y esperas que yo lo repare, ¿cómo puedo hacerlo si aún lo sigues amando?

No había tenido respuesta a sus palabras así que todo lo que pudo hacer fue abrazarla y permitirle llorar en su pecho.

- ¿Lo sigues amando? -¿debió haberle dicho que siempre lo haría? Tal vez comenzar su matrimonio con una verdad de ese tipo no resultaba la mejor idea, o así lo creyó, por lo que simplemente besó a EunJi y le prometió que todo estaría bien, quería creer que lo estaría.

Por lo que ahí estaba, dos días después, vistiendo su traje completamente negro, sus zapatos brillantes y con un peinado elegante, esperando frente al altar la entrada triunfal de la novia.

Paseó la mirada por todos los invitados, le resultaba impactante que todos ellos estuvieran más emocionados que él mismo, todos excepto el cuerpo solitario que se recargaba contra la pared del fondo. Junto a la entrada, WonSik lo miraba con el semblante estoico y Leo le devolvía la misma mirada.

Por unos segundos desvió su atención y miró a HakYeon y HongBin, quienes entrelazaban tímidamente sus manos sobre la rodilla derecha del más joven, y devolvió la mirada hacia WonSik.

En esos últimos dos días había hecho las paces consigo mismo, se convenció de que era momento de dejar ir a Ravi, de ser feliz lejos de él. Comprendió que su historia había sido hermosa, pero que hace mucho tiempo había llegado a su final, cuando él no estaba preparado por lo que le tomó años aceptarlo. Ravi siempre sería la mejor parte de su vida, una que recordaría eternamente, anhelaría y guardaría con cariño en lo más recóndito de su alma.

Al parecer WonSik había llegado a la misma conclusión, porque cuando su hermanastra entró y pasó por su lado para ser entregada por su padrastro, el menor sonrió y sacudió la mano en su dirección, despidiéndose definitivamente.

Leo lo vio darle la espalda y salir por la misma puerta sin que nadie aparte de él fuera consciente de su presencia, porque Ravi podía ser muy ruidoso y molesto si quería, pero también podía ser sigiloso y estar ahí aunque nadie, ni él mismo, se diera cuenta. Así había vivido toda su vida, oculto en las penumbras del corazón de TaekWoon.

Escuchó las palabras que el señor Kim susurró cuando juntó sus manos con las de EunJi pero no las procesó, todo lo que tenía en la cabeza era el rostro lloroso de su futura esposa y, durante los siguientes quince minutos todo lo que pudo hacer fue contemplar las lágrimas correr por su rostro.

- ¿Me invitas  tu boda o a un funeral? –Ken se lo preguntó cuando le entregó el parte negro y ahora, después de meses de planeación y preparación mental, Leo seguía haciéndose la misma pregunta.

¿Qué nos estamos haciendo?

Ambos estaban ahí, uniendo sus vidas en una causa perdida, porque aunque Leo no se quedara con Ravi no podía condenarse a vivir su vida con alguien a quien no amaba solo por no hacerle daño. Él quería a EunJi, pero no la amaba y habría podido vivir así si no hubiese visto el dolor que eso le causaba a ella.

No sabía en qué parte de la ceremonia iban y no le importaba, todo lo que quería era acabar con el dolor de EunJi y, si podía, con el propio.

Tomó a la mujer por las mejillas y la obligó a mirarlo uniendo sus frentes, pero ella negó con la cabeza y se alejó llorando con más ganas, llamando la atención de todos los presentes.

- No puedo –susurró con la voz en un hilo y Leo solo fue capaz de abrazarla. No podía decirle que todo estaría bien porque no confiaba en que fuera así, ambos eran el lugar seguro del otro y no sabía si podrían sobrevivir lejos, pero sabía que debía intentarlo si quería ser, aunque fuera un poco, feliz-. Ve con él, por favor ve con él y sé feliz.

- Soy feliz contigo –dijo como último intento de aferrarse a ella, seguía temiendo caer desde el precipicio, pero en ese momento, contemplando la ínfima posibilidad de saltar y volar, no le parecía tan aterrador.

- Pero no me amas y yo quiero alguien que me ame, que me miré solo a mí, no que sueñe y anhele fantasmas, déjame libre, TaekWoon.

Leo sonrió ante sus palabras, pero fue una sonrisa quebrada y aterrorizada, EunJi lo estaba obligando a encarar la vida sin armaduras, él solo, desnudo frente a la tempestad. Y por primera vez sentía que ya no tenía miedo, así que le besó la frente y sonrió cuando ambos corrieron a la salida dejando a todos los invitados atónitos y sin explicaciones para seguir caminos diferentes.

Corrió hasta la playa y se quitó los zapatos y los calcetines antes de tocar la arena.

El sol ya había caído en el horizonte y el cielo comenzaba a plagarse de estrellas que titilaban en su dirección mientras una briza fría se colaba por entre sus ropas. Se quitó el abrigo negro y la corbata, sentía que no podía correr con esas prendas puestas y en cualquier momento moriría ahorcado con el cuello de la camisa, por lo que también desabrochó los primeros botones antes de volver a andar.

Corrió hasta que la sal del aire hizo que le ardieran los pulmones, hasta que la noche cayó definitivamente y todo lo que podía ver era el reflejo pálido de las estrellas sobre el mar. Hasta que solo pudo ver una solitaria figura contrastando con la oscuridad del océano a la orilla de la playa.

WonSik parecía indeciso de si entrar o no al agua, estaba descalzo y sin camisa, solo con los pantalones negros que llevaba puesto más temprano y Leo podía ver perfectamente las marcas de los tatuajes sobre su piel, dibujos que él tenía grabados en la memoria y podría describir aun si pasaba años sin verlos.

- ¿Una última mentira? –preguntó el menor sin que Leo tuviera que anunciar su presencia.

¿Qué tal una primera verdad?

- ¿Por qué siempre parece que te estás yendo?

WonSik lo encaró y Leo fue consciente por primera vez de lo demacrado que estaba, con las mejillas hundidas y los ojos plagados de un dolor indescriptible, rojos e hinchados por las lágrimas. Se preguntó cuánto tiempo había pasado corriendo para que se viera de esa manera, como si el mundo se hubiese acabado para él, pero entonces Ravi sonrió y las estrellas comenzaron a resplandecer en la oscuridad eterna del cielo, el viento se acabó y el frío se volvió calor. Porque estaba sonriendo y eso era suficiente para que Leo sintiera que todo estaba bien.

El menor dio dos pasos y en su dirección y Leo lo imitó, dejando unos cuantos centímetros entre sus cuerpos, centímetros que el mismo WonSik desapareció cuando se lanzó a sus brazos y lloró como un niño pequeño volviendo a casa luego de haberse perdido.

Tal vez ese encuentro no era una declaración de amor eterno, tal vez solo era el comienzo de una despedida que dejaría a Leo llorando por los rincones como otras tantas veces ocurrió. Tal vez ellos no tenían esperanza, tal vez ya era demasiado tarde para intentarlo, pero aunque todo el dolor se multiplicara, en algún momento acabaría, volvería a respirar y a vivir, aprendería a andar con sus propios pies y sería entonces cuando WonSik aparecería, con su sonrisa prepotente y su cuerpo deseoso. Ambos eran unos cobardes cuya única fortaleza radicaba en su unión y Leo simplemente se dejaría llevar porque ese destino tormentoso era lo único que necesitaba en su vida. Un pequeño tormento que lo hacía sentir vivo y miserable en magnitudes iguales.

- Porque siempre he esperado que vengas por mí.

Y tal vez hasta era el momento de que Jung TaekWoon protegiera el corazón de Kim WonSik.

Notas finales:

Pd: Yo shippeo el HyukBin, just saying.


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