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Ohana por Topo

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Notas del capitulo:

Bueno, este fue un fallido intento de drabble que se puso demasiado largo, y ps, asi salio.





Dicen que ser padre es una bendición. Pero yo no lo veo así.

Ser padre es difícil, es un sacrificio, y nadie puede asegurarnos que sus resultados valgan la pena. Porque somos humanos creando un pequeño ser, moldeándolo. Y como humanos, cometemos errores; errores que pagamos con lágrimas, sudor y sangre.

Jongin es el medio hermano mayor de mi único amigo, Minseok.

Y recién a los 17, era padre. Padre soltero. Vivía solo, porque en Corea es escandaloso ser padre soltero, y ello trae vergüenza a las familias; es normal que las familias aíslen a la oveja negra, proveyéndole dinero y todo lo que necesite, siempre que no sea identificado como hijo de tal familia y por tanto lleve deshonor a su apellido.

Jongin tiene 22 años ahora. Él es diferente a los demás. Sus ojos cansados y oscuros son impenetrables, su cariño infinito mientras mira a su hijo Taeoh es complejo, la sonrisa que se forma en su boca es incomprensible, la delicadeza de su trato es conmovedor.

Sus padres lo enviaron a otra provincia y le envían dinero, siempre que él no aparezca en casa de sus padres en Seul cargando un niño de 5 años y ninguna esposa. Porque sí, como guinda del pastel de vergüenza para sus padres Jongin oscila entre ser gay y ser asexual.

Cuando Minseok fue a visitar a su hermano, llevándome por primera vez, lo conocí. Conocí al muchacho de 17 años que luchaba por aprender a cuidar de un bebé. A pesar de tener 14, yo tenía más experiencia con bebes que él, después de todo, yo cuidaba del bebé de mi vecina después que su novio la abandonara cuando ella se negó a abortarlo.

Yo lo ayudé a cómo prepararle la formula correctamente, a cambiar pañales sin que Taeoh se enrabietara, a sacarle los gases sin temer palmear muy fuerte su espalda, a confiar en mí y dejar a Taeoh bajo mi cuidado mientras el trabajaba. Y desde ese momento no me separé ni de Jongin ni de Taeoh. Por eso soy el único apoyo de Jongin.

Mis padres casi sufrieron un infarto, pero me apoyaron. Compraron una casita en una pequeña ciudad de Busan y se ocuparon de mis gastos. Sin embargo, yo no podía ir a Seul a visitarlos con Jongin y Taeoh porque hay apariencias que una buena familia debe guardar.

Minseok no tuvo tanta suerte, fue enviado a China para evitar que fuese influenciado por su medio hermano, y yo me quedé con Jongin.

Recuerdo haberlo visto cuando estaba en secundaria. Jongin iba dos cursos más adelante. Era taciturno y solitario, y nunca se quedaba después de la escuela.

Decían que embarazo a una chica menor y los padres de ella la hicieron marcharse a Europa, dejándole el bebé a él porque él no quiso que ella abortara.

Pero nadie sabe la verdadera versión más que Jongin, Minseok y yo.





-Jongin.

Lo llamé. Estaba de espaldas a él, y lo sentí acomodarse en la cama, pegando su pecho de mi espalda.

-¿Hm?

-¿Por qué no le dices a todos la verdad? -le pregunté al fin, acomodándome y girándome hacia él.

En la penumbra, Jongin se quedó quieto, y suspiró. Sentí su mano cálida arrastrarse por mi mejilla y descender hasta mi barbilla.

-¿Cuál de todas? -preguntó.

Había más de una mentira con nosotros. Y todas eran para protegernos a mí y a Taeoh de las habladurías. Según la versión oficial cuchicheada, Jongin era padre soltero, yo era su hermano menor y Taeoh el hijo de Jongin. Sin embargo, la cosa no se detenía ahí. Se decía que Jongin era un adicto a las drogas rehabilitado, que era un maniático controlador y yo estaba bajo su dominio, que golpeaba a su esposa hasta que esta lo abandonó y otras cosas horribles.

-La verdad sobre todos nosotros. -le susurré, y él se paralizó, tenso, deteniendo su caricia en mi barbilla.

-Porque no es necesario. -dijo al fin- Ellos no la necesitan. Basta con que nosotros lo sepamos.

-¿Pero no sabes todo lo que dicen de ti? -murmuré, frustrado.

No era justo.

-Kyungsoo. -suspiró cansino y me regalo una leve sonrisa- Tu y Taeoh son lo único que tengo y lo único que quiero. Prefiero que hablen de mí y digan mentiras terribles, a que te repudien por amarme y especulen los porqués del pasado de Taeoh y les hagan daño. -murmuró- Has dejado muchas cosas por mí y no estabas obligado a hacerlo.

-Es tan injusto...

Jongin era paciente y abnegado. Lo abracé y lo apreté contra mi cuerpo, intentando transmitirle mi cariño.





Kim Taeoh no era hijo biológico de Jongin.

Jongin solo era un taciturno y malhumorado estudiante de 17 años que descubrió a Taeoh dentro de una mochila cuando dejaba el vaso desechable de un agotado té de burbujas en un contenedor de basura. Evidentemente, quien lo dejo allí no tuvo corazón o ganas de lanzarlo dentro del vertedero y solo lo dejó junto al contenedor, dejando un espacio para que el bebé respirara.

Jongin lo descubrió y no pudo dejarlo allí a que llegara alguna alimaña hambrienta que se hiciera cargo de la criatura.

Los padres de Jongin casi enloquecieron y ante la amenaza del primer hijo de la señora Kim y muchos líos más, aceptaron iniciar un papeleo discreto, de modo que Jongin figuraba como el padre del bebe y la madre constara como desaparecida y sin datos.

Lo demás fue enviar a su hijo lejos para evitar comentarios alrededor de la familia.





Taeoh tenía 6 años y era un niño vivaz increíblemente parecido a Jongin. Sin embargo, su piel era muy parecida a la mía. A Jongin le gustaba bromear sobre eso cuando estábamos a solas y besaba mi estómago. Reía mientras yo entraba en combustión instantánea y lo apartaba de un manotazo.

Por primera vez, Taeoh, Jongin y yo nos dejaríamos ver como una familia.

En la escuela de Taeoh celebraban el día de la familia. Las madres debían estar sentadas en el escenario, en una silla. Los padres de los niños, a su vez, estarían en los escalones del escenario con los niños de la mano para llevarlos ante las madres.

Taeoh llegó de la escuela explicando aquella, en su opinión, fantástica actividad en familia. Jongin y yo sonreímos, pero apenas Taeoh fue enviado a jugar con sus juguetes, entre en pánico. Taeoh no tenía una madre, por mas que me comportara como una muchas veces. Jongin me aseguró que lo arreglaríamos, y todo era por nuestro pequeño.

Y así fue como estábamos al día siguiente. Madres engalanadas con sus mejores blusas, faldas y vestidos, y yo con camisa y pantalones como debía, contrastando siendo un hombre joven entre un revuelo de mujeres en maternidad mayores que yo, recibiendo miradas de censura, extrañeza y una que otra burlona.

-¡Soo! -ahí estaba Taeoh, tomado de la mano de Jongin en los escalones del escenario, ambos engalanados con sus mejores ropas.

El acto dio inicio. Solo tuve ojos para un feliz Taeoh de manos de un tranquilo Jongin, ambos caminando correctamente en la fila y avanzando en perfecto orden hasta que Jongin se detuvo frente a mi. Taeoh me dio su deslumbrante sonrisa y su padre lo soltó.

Taeoh se colocó de rodillas frente a mí y Jongin se colocó tras mi silla, su mano tomando la mía y ambos mirando a Taeoh.

Sentí las lágrimas y el orgullo agruparse en mis ojos, empañándome la vista de un Taeoh mirándonos con adoración y tomando entre sus manitas nuestras manos libres.

Era impresionante verlo allí, de rodillas, cuando no mucho antes era nuestro pequeño de uno, dos, tres, cuatro y cinco años, el que lloraba por las noches, el que eructaba con suavidad, el que nos miraba con sus dulces ojitos, el que nos llamaba balbuceando animado mientras abrazaba su peluche de Stitch, ese muñeco azul con el que se obsesionó después de ver la película de Lilo & Stitch con Jongin.

Uno por uno, los niños describían su familia.

-Mi nombre es Jo Taekwon -decía un niño-, y mi familia es mi papa, mi mama y mi hermana mayor. Los quiero mucho porque... -de pronto dejé de escuchar al niño.

Entre en pánico nuevamente. Taeoh no podía describir a su familia así. No quería que los demás niños molestaran a Taeoh, no quería que le mirasen mal por tener dos padres y ninguna madre. Miré a Jongin, y el me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

Estaremos bien” articuló con los labios, y le creí.

Jongin siempre fue un pilar cuando creía que no podía ser un buen padre para Taeoh, cuando creía que debía rendirme.

-Mi nombre es Kim Taeoh, y esta es mi ohana -Taeoh se había levantado y sonreía al publico que le prestaba atención. El silencio era sepulcral-. Papi Kyungsoo me explicó que ohana significa familia y la familia nunca te abandona ni te olvida, y familia también son los adoptados. Papá Jongin me contó que yo encontré mi familia. Mi familia es muy chiquita, y está algo rota, pero es buena, y yo quiero a mi familia. -termino, girando la cabeza para vernos.

Las lágrimas se apelotonaron en mis ojos.

Era verdad. Eramos una familia.

Que más daba si Taeoh fue encontrado en un vertedero, que más daba si tenía dos padres adoptivos, que más daba si nos señalaban porque éramos dos hombres muy jóvenes con un niño algo crecido, que más daba lo que cuchicheaban.

Al final de la actividad nos despedimos de la maestra. Y por primera vez Jongin se atrevió a pasar un brazo por mi cintura mientras Taeoh correteaba por delante de nosotros. No importaba.

Seguíamos siendo ohana.

 

 


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