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Lobo por Topo

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Notas del capitulo:

Meh, aca un short-fic que me anime a subir

 

I



[Busan, octubre, 2015]



Abrió la boca intentando conseguir aire, los ojos apretados con fuerza.

Sobre el, el alfa embestía fuerte, salvaje, brutal, sin dudar. Luhan se negó a emitir un sonido demasiado audible, acallándose con su mano y mordiéndose particularmente duro cada vez que intentaba emitir un sonido muy obvio.

Soportaba a duras penas el dolor brutal y el placer enloquecedor que sentía, sintiendo la respiración caliente del otro en su cuello. Jadeo cuando lo sintió entonces. El nudo de Sehun empezaba a crecer, hasta que con cada embestida se hundió profundamente en su interior.

Luhan gritó cuando el nudo empezó a expandirse, chocando contra su próstata y casi desgarrando sus paredes. El nudo se fue abriendo lento, pero sin detenerse, preparándose para dejar la simiente del otro lobo en su interior.

Intento mantenerse firme pero las fuerzas lo estaban abandonando, y su dolorido cuerpo no parecía poder soportar aquello. Su interior estaba bastante resentido, y la fricción del eje de Sehun en su interior estaba resultando doloroso como el infierno.

-Solo aguanta un poco más. -el susurro preocupado en su oreja lo hizo abrir los ojos, y el dominante hundió en rostro en su cuello, su respiración acelerada chocando contra su piel y enviando escalofríos por todo su cuerpo.

Luhan no pudo más y se corrió con un grito de agonía, acelerando la corrida del otro. El nudo se abrió por fin, dejando salir la caliente simiente del macho dominante, a la par de la sensación de los afilados dientes perforar la piel de su cuello, arrancándole un grito ahogado. Su interior sufrió un poderoso espasmo que lo hizo convulsionar y Luhan gimoteó exhausto.

Sus piernas perdieron su firme agarre alrededor de las caderas del otro y empezaron a deslizarse, siendo sujetadas después por el alfa, quien las mantuvo en su lugar. Luhan intentó moverse, pero el bajo gruñido del dominante fue suficiente advertencia. El nudo en su interior aun no reducía su tamaño, y dedujo que estarían así por un buen rato.

Su cuerpo fue movido con cuidado, sobretodo teniendo en cuenta la conexión entre sus cuerpos, y Luhan estuvo sobre el pecho del lobo, su cabeza acomodada en la unión entre el cuello y el hombro del cuerpo que se encontraba tendido en la fragante hierba bajo ellos.

Antes de darse cuenta, se adormeció, y solo cuando abrió los ojos, cayó en la cuenta.

Bueno, sí. Mierda.

*

Oh, no, no, no, no.

Aceleró el paso, medio tropezando con las raíces sobresalientes. No se atrevió a cambiar de forma por temor a escucharlo en su cabeza, y continuó corriendo entre el espeso follaje que a veces se enganchaba en su sudadera.

Sus manos estaban heladas. El frío del otoño casi hería su piel, y sus pulmones quemaban ante el gélido aire que se colaba con demasiada rapidez. Su cara se sentía adormecida e insensible despues de acostumbrarse a las frías y húmedas corrientes de aire chocando contra ella, y su aliento salía en forma de vapor que se desintegraba pasados pocos segundos.

Tenía miedo, estaba aterrado. Era normal, cualquier otro estuviese igual. Había roto un par de reglas elementales de su manada y quizás un par mas realmente importantes de los lobos de las montañas de Busan.

Y había metido la pata a lo grande. Y eso que no era considerado adulto hasta que cumpliera el año de su primera conversión. Conversión que ocurrió seis meses atrás. Apenas tenía 17. Aquellas cosas caóticas solo podían pasar cuando un adulto y un cachorro se pasan todas las reglas existentes por el forro a modo de papel higiénico.

Arg.

Y Sehun iba a cazarle, de eso estaba seguro. Y Luhan no tenía la fuerza suficiente para luchar contra un lobo de la montaña, no cualquier lobo de ciudad podía dar la talla. Pero al menos intentaba seguir y alejarse lo mas que podía. Si llegaba a tiempo, podía estar a salvo cuando entrara a los terrenos de su manada. Él tendría que olvidarlo como pieza de caza y pareja.

No tenía otra opción. No la tenía. Todo aquello fue un caos desde el primer momento en que sintió sus dientes enterrados profundamente en su hombro y su eje hincharse aun más en su interior mientras se corría, haciendo imposible la posibilidad de moverse o rebelarse.

Cielos, ni siquiera era aun un lobo adulto, su primer cambio completo apareció apenas seis meses atrás. Era demasiado joven todavía para aparearse.

Su condición como cambiaformas lo hacía ser mas resistente, veloz y curarse relativamente rápido. Sin embargo, no podía compararse con los puros de las montañas. Eran unos cambiaformas alfas, dominantes, que no se habían mezclado con los humanos como lo hicieron los demás clanes. Eran superiores en todo a los demás. Cualquier lobo alfa mestizo era un cachorro comparado con ellos. Eran algo así como la realeza. Pero por lo común tenían un genio de mierda y eran unos cabezotas, lo que hacía que fuesen solitarios y no fueran tan sociables como los de la ciudad.

Sus zapatillas se enredaban con las plantas rastreras, y el esfuerzo de concentrarse en no caer y no perder velocidad era cada vez mayor. La distancia recorrida era mucha, lo suponía por el temblor de sus piernas y la dificultad progresiva para mantenerlas moviéndose a igual o mayor velocidad.

Se dejó caer cuando sus piernas se negaron a obedecer, cayendo entonces sobre manos y rodillas, jadeando con fuerza intentando conseguir mas oxígeno para su cansado cuerpo. Sus brazos temblaron y se rindió, dejándose caer de bruces sobre la tierra.

Abrió la boca para tomar aire y espero hasta que su respiración fue regulándose gradualmente, hasta que se volvió acompasada. Su cuerpo estaba agotado, sus reservas de energía por los suelos y los músculos temblorosos. Cerró los ojos, atento a cualquier sonido u olor que lo pusiera sobre alerta. Y apenas los cerró, el miedo lo apuñaló, haciéndolo levantarse de un salto y volver a echar a correr, poniendo la mayor distancia entre ellos.

Solo rezaba para llegar a tiempo a su auto y salir de aquel infierno. No sabía con exactitud que seria de el si él lo cazaba. Porque sí, los lobos salen de caza si el compañero al que marcaron se escapa. Y si los de su clan civilizado se ponían como locos, entonces no sabía que pensar de los puros de la montaña. Por eso y mas, huía como un conejo.

Porque era muy probable que fuera a destrozarle.

Un olor característico llegó a su nariz y gimió de horror. El pánico y el instinto de supervivencia lo invadieron a modo que lo único que buscaba con desesperación era alejarse. Corrió en dirección donde el olor se debilitaba, aguzando el oído al máximo y jadeando con cansancio.

Acabo cayendo por un derrisco no tan profundo, rodando cuesta abajo como un muñeco de trapo, sin poder frenar su caída. Cuando por fin dejo de rodar, quedó bocarriba, sin aliento. Todo su cuerpo protestaba por las magulladuras y contusiones. No podía conseguir suficiente aire y un dolor punzante en su cabeza le avisó que estaba sangrando, aparte del dolor que subía silencioso desde su rodilla al más leve movimiento. Y mientras luchaba contra el dolor y se levantaba de forma precaria, el cazador se dejó ver al fin.

Sus ojos se redondearon y su boca se abrió cuando un impresionante lobo blanco como la nieve se asomó al borde del derrisco, clavando sus ojos ambarinos en él.

Ay, no.

Tropezando con torpeza, empezó a correr otra vez. Distinguió su rastro y suspiro aliviado. El lugar donde dejó su auto estaba cerca. Aceleró la marcha, su rodilla recriminándole en silencio, pero no hizo caso alguno.

Su corazón bombeó rápidamente en su pecho y el alivio explotó entre sus costillas cuando el BMW estacionado a un lado de la carretera apareció en su campo de visión.

Se metió al asiento del piloto a toda velocidad, cerrando la puerta de un tirón, con prisas. Sus manos se movían con rapidez, desbloqueando el freno de mano y haciendo ronronear el motor apenas la llave giró en el contacto.

Unos metros adelante del auto, una silenciosa figura lupina de pelaje blanco emergió de entre el follaje, brillantes ojos ambarinos enfocando el auto detenido en la carretera que ronroneaba con suavidad. La luz de los faros iluminaron al lobo, haciendo que sus ojos refulgieran aun más. Los ojos de Luhan se abrieron en demasía, y su pie pateó con rudeza el pedal del acelerador. Las llantas emitieron un sonido ronco al derrapar contra la tierra antes de arrancar con potencia, empistándose en el pavimento y avanzando con rapidez.

Por el espejo retrovisor, Luhan vio el lobo blanco seguirlo con la mirada, avanzando con calma hasta el medio de la carretera, y al final aullar en su dirección.

El corazón de Luhan cayó. Su lobo rascaba frenéticamente la superficie de su pecho, aullando lastimeramente ante el llamado de su alfa. Luhan se obligó a refrenarse y hundió el pie en el pedal del gas, enfocando la vista en el frente y silenciando al lobo que seguía aullando en su pecho.

El potente aullido del lobo blanco que dejo atrás fue silenciado por la distancia.

Estaba a salvo. De su pareja de vida. De su compañero.

Las lágrimas acudieron a sus ojos. No tenía otra opción. Un lobo que aun no fuese adulto no podía acoplarse con otro.

Si los demás alfas de la montaña se enteraban de que uno de ellos toco a un cachorro, y peor aún, se acopló a un cachorro, iban a matarlo. Iban a matar a Sehun.

Y la manada del propio Luhan, Cristo. Iban a despellejarlo vivo si olían en él un lobo que no era de la manada. Peor aun, un lobo alfa puro. ¿Que podía ser mas espantoso que alguno oliera el dominante olor del alfa puro por encima del olor de un lobo que todavía no era un adulto?

Su vínculo con la manada se rompió al momento en que se acopló. No podía regresar ni podía quedarse con Sehun. Ahora caía en la cuenta.

Apretó los dientes.



[Goyang, noviembre, 2015]



En una bonita casa en las afueras de un poblado, un lobo muy joven se encontraba mirando ausente a la nada, siendo observado por una loba de avanzada edad. La abuela lo miraba con preocupación, con dolor, con lástima. Acarició los oscuros mechones de su nieto y se tragó un suspiro.

-Sabes que tú y él pueden venir aquí si algún día te animas a buscarle. Se que el te estará esperando. Es un alfa. Te esperará el tiempo que sea. -la mujer de edad avanzada suspiró, el olor de la tristeza de su nieto impregnando el aire- No te atrevas a dudar nunca del apoyo de tus padres y el mío.

El muchacho asintió, la mirada vidriosa.

Un mes antes, después de regresar con sus padres a Seul, estos lo enviaron con su abuela, ocultando todo de los demás miembros de la manada, preocupados por su hijo. Minah, la madre de Luhan, derramó abundantes lágrimas al momento de dejarlo ir, y Baekho, su padre, lo abrazó serio, asegurándole que ellos seguirían queriendo a Luhan sin importar nada, aun en la distancia. Luhan lloró a mares abrazado a sus padres al momento de partir.

El estado de Luhan cambió de manera drástica desde su regreso. El aun cachorro cargaba un peso invisible que le agobiaba, demasiado pesado para poder soportarlo. El insomnio hizo mella en el, y la abuela Xia se vio obligada a sedarlo para que pudiese dormir y descansar, sin embargo detuvo sus buenas intenciones cuando su nieto se sumió en una serie de pesadillas de las que no podía despertar y lo mantenían dando alaridos hasta que el efecto de la droga sedante pasaba.

Otra cosa pesaba sobre Luhan: su lobo frenó el crecimiento acelerado que ocurrir después de la primera conversión completa. Las conversiones se hacían cada vez más difíciles y su lobo parecía reacio a salir fuera de la piel. Como lobo, el tamaño de Luhan era pequeño, comparado con el tamaño regular de los lobos de menor estatura de la manada. Sus ojos se apagaron gradualmente, y su pelaje negro estaba opaco, sin vida.

La abuela Xia temía por su nieto. Era demasiado joven para cargar con todo aquello. Solo le quedaba esperar. Esperar y confiar en que se recuperara.



Noviembre, Diciembre, Enero; crudo invierno.

Febrero, Marzo, Abril; floreciente primavera.

Hora de despertar.



[Goyang, abril, 2016]



Abrió los ojos.

En su pecho, su lobo rascaba con fiereza la superficie. Luhan se levantó de un salto de la cama, aspirando profundamente el aire puro que entraba por la pequeña ventana de su cuarto. Al detenerse en el espejo, sonrió, haciendo un cambio parcial en su dentadura y observando detenidamente sus caninos. Sus colmillos de lobo adulto habían surgido ya. Ya no era un cachorro.

Apenas una hora después, su abuela lo miraba con una sonrisa orgullosa desde la puerta de la casita.

«“¿Luhan?” la abuela Xia veía con asombro a su nieto moverse con vivacidad de un lado a otro, buscando una mochila, las llaves del auto y atando sus cordones. Por toda respuesta Luhan le sonrió radiante.

Ya soy un lobo adulto, abuela. Y dejé algo importante en Busan.” fue lo único que dijo, saliendo por la puerta.»

-A por él, mi niño. -murmuró gozosa y henchida de orgullo, viendo a Luhan arrancar el BMW regalado por Baekho, con un gesto de determinación.

Ése era su nieto.

Las llantas del auto devoraban millas y millas de asfalto, casi volando por encima de la carretera que conducía a Busan. Su lobo sabría donde detenerse. Nunca olvidaría el lugar donde lo vio por ultima vez, aullando en su dirección mientras él se alejaba.

El corazón de Luhan bombeaba fuerte entre sus costillas. Sus labios se movieron, dibujando su nombre, sus cuerdas vocales vibraron con suavidad hilando sonidos y mezclándolo en uno que hacia mucho tiempo no se atrevía a formar, y su lengua articuló un sonido casi imperceptible. Cerró los ojos un momentos, recordándolo.

Alto, aproximadamente unos 1.85 de estatura, piel nívea, pelo revuelto color castaño, cejas casi dibujadas, ojos perezosos, mirada fiera, nariz casi recta, pómulos perfectos, una leve cicatriz en la mejilla izquierda, labios finos pero no en exceso, lengua experta, mandíbula delineada, cuello poderoso, pecho cómodo, tetillas color nuez, brazos trabajados, manos bruscas y gentiles, abdominales cincelados, cintura perfecta, miembro viril bien dotado, trasero bien proporcionado, piernas fuertes y torneadas, movimientos ligeros y letales: Sehun.

 


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