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El alfa don nadie por Dakuraita

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Notas del fanfic:

Hola panecillos dulces, aquí Dakuraita. 

¡Me he dado cuenta de que Kouki siempre es la damisela en todas las historias! Me aburre y creo que es hora de hacerle justicia a este chico. 

¡Invirtamos los roles! 

¡Espero que les guste esta historia! 

Notas del capitulo:

XD ¡AQUÍ EL PRIMER CAPITULO EXPERIMENTAL! Es la primera vez que manejo al personaje así que, deseenme suerte. 

 

 

En el mundo hay alfas, betas y omegas. Los omegas son los que más escasean y los betas los más abundantes. En este particular mundo, los omegas son como joyas, son apreciados, admirados y son prácticamente usados como un adorno para presumir, algo así como una mascota muy mimada y con muchos privilegios, cuya importancia radica en su fertilidad. Los betas son personas comunes, algunos más importantes que otros. Y los alfas son las celebridades, son la sexta maravilla del mundo y lo que sigue.

Esta es la historia de un alfa don nadie y el omega más codiciado del condado.

Hace dieciocho años exactamente, en la familia Furihata, familia distinguida por concebir a los mejores omegas… nació un alfa. ¡Vaya escandalo! Ah, claro, se preguntarán, ¿No es bueno que nazca un alfa? ¿Qué los alfas no son los que tienen más poder, oportunidades, etc? Pues no. Porque el pequeño alfa, Furihata Kouki, demostró desde pequeño que nunca llegaría a ser nadie importante. Sí, suena cruel pero era la verdad. Kouki no destacó nunca en nada, desde preescolar, todo en él decía “serás alguien común y corriente”. No especialmente rápido, inteligente o hábil. Era un promedio en toda la normal, ni mucho ni poco, medio siempre. Además, su temperamento no era para nada el de un alfa. Lejos de ser seguro, era temeroso, nervioso, ansioso y algo cobarde. ¿Pararse frente a un público? ¡Ni muerto! ¿Hacer una exposición? ¡Fracaso rotundo! ¿Hablar con desconocidos? ¡A duras penas!

La familia Furihata se preguntaba cómo demonios había pasado aquello. Habían concebido a un alfa con personalidad de mosca muerta. ¡Si al menos fuese omega! Los omegas no necesitan ser inteligentes, hábiles, o tener carácter, con que sean fértiles, ya son una joya, tienen la vida asegurada, el boleto de “te irá bien”, totalmente asegurado. Después de todo, mientras entren en celo adecuadamente, todo lo demás es insignificante. En cambio, Kouki como alfa era un fracaso y nunca sería un partido prometedor para un omega, ¿Quién querría los descendientes de un sujeto sin chiste alguno?

Bueno, la naturaleza habló por sí sola.

Bien, ¿Dónde empieza nuestro relato realmente? ¡En un colegio! En el último año escolar antes de que los alumnos deban irse a la universidad.

Era el primer día. Kouki se había levantado con una cara que decía por todas partes lo demacrado que se sentía. No había dormido mucho. Los pensamientos sobre qué debería hacer con su vida luego de la escuela, le abrumaron. Ciertamente el último año escolar apenas iba a empezar, no obstante, sus padres se concentraban en recordarle una y otra vez que debería ir buscando opciones, planes A, B Y C, si era necesario un plan Z, porque alguien como él no podía dejar las cosas a la suerte o al azar. Y esto provocó que el joven alfa no pudiese dormir, porque entre más vueltas le daba, estaba más y más preocupado. ¿Qué debería hacer de su vida? No tenía ninguna pasión, por no decir que jamás le habían dejado descubrir una, como siempre fallaba en el primer intento, le impedían continuar intentando. Eran duros con él, ¡O era un éxito en el primer intento, o nada! Y como Kouki no era alguien de éxito en los primeros intentos, nunca pudo sentir gran pasión por algo, porque la pasión nace con el tiempo.

De habilidades… ni se diga, no era tan malo como para ser un bueno para nada, pero tampoco era sobresaliente como para encaminarse en alguna dirección especifica.

Estaba contra la espada en la pared.

El despertador sonó por segunda vez. Había programado una segunda alarma por si se quedaba dormido. La apagó y se frotó la cara varias veces. “¿Por qué tuve que nacer alfa en una familia de omegas?”, se preguntó con algo de repudio. A estas alturas de la vida, sentía el mismo hastío que sus padres sintieron desde los primeros años de preescolar. Sin embargo, no había más que hacer, así que se levantó y fue a lavarse la cara, vestirse y preparar sus cosas. Esperaba tener suerte, si no encontraba algo con lo que sacar provecho a su existencia, estaría en problemas.

Bajó las escaleras.

—Kouki, buenos días —saludó su madre—. ¿Has dormido bien?

—Sí, mamá —mintió con una sonrisa—. En cuanto desayune te ayudo con los almuerzos.

—Solo tienes que colocarlos en los envases, me adelanté con la comida desde ayer.

Kouki se sirvió un tazón de cereal con leche, aunque quería comer huevo con tocino, su mamá nunca le permitió aprender a cocinar, porque juraba que seguro iba a fallar. La madre de Kouki era una madre amorosa y bien intencionada, pero era bastante dura y su forma de demostrar preocupación o amor era algo difícil de procesar. Se preocupaba mucho por sus hijos, por eso agradecía que las hermanas de Kouki resultasen ser omegas, tendrían el futuro más que asegurado. Furihata a veces sentía que su mamá no le quería o le veía como indeseable, pero con el paso de los años entendió porque ella era de ese modo, estaba preocupada, y su forma de demostrarlo simplemente era la que ella consideraba correcta. Así son los padres, buscan lo mejor aunque no se dan cuenta de cuánto daño te pueden hacer.

Cuando Kouki terminó de desayunar, lavó sus platos y puso los almuerzos en cada caja. Vamos, realmente no era un completo inútil sin remedio, simplemente era alguien que necesitaba esforzarse o que nunca destacaba pero daba un buen esfuerzo, ¿Qué eso no es suficiente para sobrevivir en esta vida?

—¡Adiós hermanito! —se despidieron sus hermanas a coro.

—Adiós, iré por ustedes a la salida, ¿de acuerdo?

—¡Sí! ¡Ten un lindo día! —respondieron ellas.

Kouki recogía a sus hermanas de la escuela, todos los días llegaba cinco minutos antes de la salida, no podía dejarlas solas ni un segundo, aunque eran niñas pequeñas, eran omegas y dejarlas solas sería demasiado riesgoso. De las pocas cosas buenas que alguna vez le atribuyó la madre de Kouki a su hijo, fue la siguiente: “Aunque no destaques mucho, sigues siendo un alfa genéticamente, así que tu aroma evitará que se metan con ustedes. De ahora en adelante irás por tus hermanas a la escuela y no te apartarás de ellas hasta que estén en casa, ¿de acuerdo, cariño?”

Eso había sido un extraño halago, al cual respondió que sí. No le molestaba saber que podía proteger a sus hermanitas, las quería mucho.

Así pues, salió de casa y se encaminó a la estación. Ahí tomaría el metro para llegar a la escuela.

Mientras caminaba, Kouki observaba a las personas, era un raro hábito suyo. Con verlas, sabía quién era omega, beta o bien alfa. Sin embargo, no les observaba para saber eso, más bien le gustaba divagar, imaginarse que clase de vidas tendrían. Por ejemplo, se preguntaba porque algunos omegas iban por ahí con guardaespaldas. Cuando son más pequeños se entiende, no pueden tomar supresores ya que podrían afectarles y por eso necesitan cuidarlos, cuando eres pequeño tu naturaleza se muestra sin problemas. Pero, cuando eres mayor, puedes tomar supresores y hacerte pasar por un beta más, y aun así, Kouki veía omegas de su edad o quizá más grandes siendo vigilados por aguarda espaldas.

Aunque en general no entendía porque había tanta exageración. ¡Él era un alfa y no era un violador! Aunque… quizá también había un problema con él. Según explicaron, los alfas deberían reaccionar de manera intensa ante el celo de un omega, pero a Kouki no le pasaba gran cosa, había sentido el celo de algunos compañeros en su salón, pero jamás sintió deseos o impulsos de hacerlo suyo o embarazarlo. Cuando Kouki contó esto a su madre, esta le llevó a un doctor. Lo recordaba.

“Oh, Señora Furihata, ¿Cómo se encuentra? ¡Kouki!, bueno verte, ¿Cómo va todo? Has crecido un poco”, dijo el doctor, sonriendo.

“Doctor, mi hijo me ha contado que no reacciona ante el celo de un omega”

“Bien, bien. No se preocupe señora. Deme unos minutos a solas con su hijo”

Kouki tomó asiento. El doctor sacó una libreta para hacer anotaciones.

“Dime hijo, ¿Puedes sentir el aroma del celo?”

“Sí, es dulce”

“Bien, bien. ¿Y cómo te sientes cuando lo percibes?”

“Pues… no siento nada especial, no me siento excitado ni nada. Lo siento como un aroma diferente pero nada más”

El doctor hizo unas anotaciones, asintiendo. Era un buen hombre, médico de cabecera de la familia desde hace muchos años.

“Sé que no te gusta tratar estos temas Kouki, siempre has sido algo fácil de cohibir. Pero necesito saber, ¿tienes problemas para conseguir una erección? ¿Te masturbas?”

Kouki sintió la cara ardiendo de vergüenza. Negó primero.

“No, no tengo problemas para eso… y sí, a veces”

“En ese caso, tenemos un problema menos. No tienes impotencia lo cual es alentador. Sin embargo, es extremadamente curioso que no sientas impulsos sexuales al sentir el celo de los omegas. Quizá, y digo quizá, tenga que ver con el hecho de que vengas de una familia de omegas. Dime hijo, ¿has sentido alguna anormalidad? ¿Has entrado en celo alguna vez?”

“¿Dice cómo omega? No, nunca. Supongo que he tenido mis momentos de necesidad… pero normales, como los de un beta”

El doctor asintió, haciendo anotaciones.

“De momento no tienes nada grave, aun eres joven y todavía no te has enfrentado al “momento de la verdad”, tendremos que ver como reaccionas estando ya con un omega”

“Dudo encontrar un omega al que le interese estar conmigo”

“Bueno, ¿Quién sabe? La naturaleza habla por sí sola, hijo”

O sea, que ni siquiera podía ser un buen alfa que se encendiese por un omega. A veces Kouki pensaba que quizá era un beta. Pero el hecho de que sintiese el celo de los omegas y lo oliera, o que pudiese distinguir omegas, betas y alfas, era clara señal de que era un alfa. Los betas no sienten ni ven nada de lo que los omegas o alfas pueden.

Ah, eso le hizo recordar cuando el doctor confirmó que era un alfa. Fue hace muchos años. Todo empezó con el primer examen que le declaró no-omega.

Su mamá lucía preocupada. Su padre tenía el semblante pálido. El doctor estaba de lo más calmado, sonriendo como siempre. Era el hombre más amable del mundo. Siempre le daba una paleta a Kouki cuando se portaba bien en las pruebas médicas. La familia Furihata no era extremadamente adinerada, ni podía permitirse doctores de primer nivel y de gran equipo, pero tenían a su confiable médico que siempre era atento y además, era realmente hábil.

“¿Está seguro de que Kouki no es un omega, doctor?”, preguntó el padre.

“Sí, me temo que estoy seguro”, el doctor sintió pena por la pareja, realmente lucían destrozados, “Sin embargo, esta es la primera etapa de desarrollo, puede que su organismo presente cambios en la adolescencia, habrá que esperar”

Eso había dicho el doctor para darles ánimos, sin embargo, el hombre sabía que Kouki no iba a ser un omega, los análisis habían indicado “alfa”; pero como en la vida nada es seguro, también decidió esperar, realmente era extraño que un alfa naciera de muchas generaciones de puros omega.

Pasaron los años, Furihata cumplió 15.

“Ya no cabe duda, señora Furihata, su hijo es por completo un alfa, en todo sentido”

“Es lo que nos hemos temido desde que nació. Una madre sencillamente lo sabe, me entiende, ¿verdad?”

El doctor asintió.

“Pero quería tener esperanza, ¿no es así? No se preocupe. Realmente su caso es uno poco común, pero no hay mucho que hacer al respecto. Su hijo es un alfa, me parece que es algo bueno, considerando como va todo estos días”

“Eso me gustaría creer”, musitó la madre para sí.

Kouki escuchaba, se sentía tan mal. ¿Por qué siempre tenía que ser un escándalo el hecho de que fuese un alfa?

Quizá tenía que ver con su infancia, o la forma en que le habían tratado siempre. Pero su forma de ver el mundo, aun siendo un alfa, era distinta. ¿Qué más daba si alguien era una cosa u otra? Al final todos eran personas que deseaban un buen futuro y una vida feliz. Los omegas no eran solo máquinas de parir, los alfas no eran solo fábricas de esperma y los betas eran más capaces de lo que otros podrían decir.

Kouki por fin llegó a la estación. Subió y las puertas se cerraron.

Mientras Kouki estaba pensando en cómo sería su primer día, se pronto algo extraño pasó. Un aroma llegó a sus sentidos. No era un aroma común, no era como otros que alguna vez hubiese sentido. Tampoco era un aroma de celo. Era un aroma natural, la esencia de alguien. Era tan potente, tan dulce… irresistible. Todo el cuerpo de Kouki reaccionó al instante.

«¿Qué es esto…? ¿Qué me está pasando…? Hace tanto calor. Pero huele tan bien…»

Tuvo que recargarse contra la puerta. Su cuerpo estaba reaccionado como si hubiese olido el celo de un omega.

Años sin ninguna reacción y ahora, ¿solo por sentir la escénica de alguien estaba casi excitado? ¡Ridiculo!

Pero era cierto.

Cuando las puertas de la estación se abrieron, salió disparado a comprarse algo para beber. Pero no fue suficiente, tuvo que irse al baño a mojarse la cara. Genial, llegaría con la cabeza empapada en su primer día. Aunque, sinceramente, le daba igual.

¿Qué había sido eso?, se preguntó mil veces.

Quien diría que al llegar al colegio, lo averiguaría.

 -CONTINUARÁ- 

Notas finales:

Ay Kouki, el chihuahua es común pero es una buena persona. 

¡Después de años de nada por fin algo! 

Preparense para los problemas y mas vale que teman(?) Ok no.

¡Nos leemos! 

 


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