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Espada y peinado por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Jonny Bravo y Samurái Jack no me pertenecen, sino a sus autores Van Partible y Genndy Tartakovsky y emitida por Cartoon Networt. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Samurái Jack y Johnny Bravo.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene Slash, lemon, entre otras cosas.

 

 

 

Resumen:Jack, quien había observado desde su lugar, las acciones del rubio; se apresuró a ir en su ayuda, por suerte, no requirió hacer uso de la fuerza, fue suficiente hablar con ellas, aunque, por alguna extraña razón, la mayoría le dio su número telefónico, quizás se debía al hecho de estar casi desnudo.

 

 

Beta: Lily Black Watson

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Espada y peinado

 

 

 

 

Capítulo 1.- Así te conocí

 

 

 

Fue a la lavandería con la única intención de conquistar nenas, pero ese parecía ser su día de mala suerte; no había en el local una sola mamacita, de hecho —salvo por un hombre, unas máquinas adelante—, estaba desierto. Hizo una de sus rutinas para exhibir sus músculos (por si alguna mujer entraba), se quitó la camisa y la metió a la lavadora junto al resto de ropa sucia.

Sin nada qué hacer, Johnny se dedicó a observar al otro único ser viviente en el establecimiento. El extraño se dio cuenta inmediatamente y lo observó también, aunque un poco incómodo.

 

—Hola —saludó el hombre. Asiático, joven, pero no tanto, la única prenda que llevaba era una extraña ropa interior y sandalias de madera.

—Hola —respondió Johnny. El rubio perdió el interés en la conversación, un grupo de sensuales chicas que salían del club de boxeo junto a la lavandería pasaron por su rango de visión. Salió de prisa para intentar conquistarlas, pero lo único que consiguió fue ser golpeado sin contemplaciones.

 

Jack, quien había observado desde su lugar, las acciones del rubio; se apresuró a ir en su ayuda, por suerte, no requirió hacer uso de la fuerza, fue suficiente hablar con ellas, aunque, por alguna extraña razón, la mayoría le dio su número telefónico, quizás se debía al hecho de estar casi desnudo.

 

—¿Se encuentra bien? —dijo Jack en tono preocupado, Johnny se levantó con cierta dificultad.

—¡Oh, cielos!, ¿anotaron la matricula?

—Tal vez debería ir al médico —el rubio negó con la cabeza; ya se encontraba más repuesto. Johnny sacó su peine y espejo para arreglar su enorme copete.

—Hola guapo —dijo Johnny besando su reflejo, aquello, causó que una sonrisa en Jack; jamás se había encontrado con alguien como ese rubio. Le agradaba.

 

 

 

 

Jack se había mudado a la ciudad meses atrás; tenía un pequeño dojo que, si bien, contaba con algunos estudiantes, no eran los suficientes para pagar las cuentas, por suerte, un amigo le había ayudado a conseguir un trabajo como maestro suplente. No se quejaba, tenía buenos compañeros y sus alumnos parecían disfrutar sus enseñanzas.

Pronto serían las pruebas de atletismo, por lo que las prácticas se habían extendido más de lo usual.

 

—Buen trabajo —dijo Jack sonriéndole a los exhaustos niños. Se despidió de ellos permitiendo que sus alumnos se retiraran a las duchas, mientras él, guardaba sus cosas.

 

Concentrado en su labor «pero igualmente alerta», se percató de una presencia a sus espaldas, volteo, encontrándose de frente con aquel hombre que conoció en la lavandería unos días atrás.

 

—Oh, ¡cielos!, eres el tipo de la lavandería —dijo Johnny señalando a Jack, quien asintió con la cabeza.

—No esperaba volver a verlo —comentó el moreno con una sincera sonrisa

—Vengo a…

—¡Johnny! —exclamó una niña pelirroja abrazando las piernas del rubio; Jack, los observaba atentamente, en silencio. Era difícil creer que un hombre tan joven como él pudiese tener una hija de esa edad, aunque, siendo tan apuesto…

—Johnny, no sabía que conocías al profesor Jack —ambos se sobresaltaron, tan concentrados como estaban pensando en las razones por las que el otro pudiese encontrarse en un lugar así.

—¿Eres maestro? —preguntó Johnny señalando a Jack quien asintió con la cabeza.

—Maestro suplente en realidad —dijo un tanto incómodo —. Lo felicito, Johnny-san, tiene una hija muy hábil en los deportes.

Susy se sonrojó, negando enérgicamente con la cabeza, mientras Bravo decía cosas incomprensibles a causa de la rapidez con la que hablaba.

 

—Somos vecinos —habló la niña.

—Cierto —apoyó Johnny —. Mi mamá me obligó a ser su niñero, como castigo por haber roto su figura de porcelana favorita.

Jack sonrió por el comentario; extrañamente, sintió aliviado.

Un agradable silencio se apoderó de ambos adultos, cuyo significado no pasó desapercibido por la menor.

—Profesor. Johnny prometió invitarme un helado luego de la escuela, ¿le gustaría acompañarnos?

—¿Yo? — cuestionó Johnny ganándose un pisotón de parte de la niña.

—Upss, disculpa Johnny —dijo fingiendo sentirse apenada. —Entonces, ¿qué dice?, ¿acepta?

Jack lo pensó, en verdad le gustaría ir con ellos; había algo en Bravo que le llamaba poderosamente la atención, no había sentido algo así desde Aku y no estaba seguro de si debía tomar ese camino.

 

—Lo siento, pero no creo que sea correcto —dijo haciendo una leve inclinación a modo de disculpa; sabía que en occidente no era necesaria tantas cortesías, pero él era un japonés, inculcado dentro de las costumbres de su nación y no podía evitarlo.

—Por favor, profesor —insistió Susy. —A Johnny le hace falta un amigo.

Jack observó a Bravo, quien parecía distraído observando su reflejo en el espejo y alabándose a sí mismo como para poner atención a la plática.

—Tal vez en otra ocasión.

 

 

 

 

Resultó que esa ocasión, fue el sábado de esa misma semana. Jack había ya terminado de impartir sus clases en el dojo; decidió ir al centro comercial a comprar algunas cosas que le hacían falta.

Recorría los pasillos del centro comercial, observando algunos aparadores; no gustaba ir de compras a lugares concurridos, pero era el lugar más cercano.

Ya casi era la hora de la cena y no tenía deseos de cocinar, tal vez, por esa ocasión, comería una hamburguesa o algún otro platillo de comida rápida. Cargando sus bolsas, se dirigió a paso lento a la zona de comida; le llamó la atención un grupo considerable de mujeres reunidas, al principio creyó que era por alguna barata, pero cuando se acercó más, se dio cuenta que golpeaban un bulto negro y amarillo, pero no cualquiera, era Johnny, el vecino de una de sus estudiantes.

 

—Disculpen señoritas —habló lo más educado que pudo, pero no se percató que su voz, resultaba demasiado sensual y masculina para ser ignorada por las féminas.

—¿Sí? —de un momento a otro, aquel mar de estrógeno había pasado de furiosas leonas sedientas de sangre, a delicadas damiselas.

—Disculpen la intromisión, pero, ¿podrían dejar a mi amigo?, por favor —pidió haciendo una profunda reverencia, arrancando más de un suspiro.

—Claro guapo, pero solo si aceptas tomarte un café conmigo —dijo una mujer pelirroja.

—Y conmigo —de un momento a otro, Jack se vio rodeado por el grupo de féminas que no paraban de pedirle citas, darle sus números o pedirle el suyo. Valiéndose de todos sus modales, logró deshacerse de las damas que se alejaron, aunque no decepcionadas, pues una de ellas había reconocido a Jack como el sensei de un dojo al que su hermano menor asistía.

 

Al siguiente día, el dojo de Jack, se vería repleto de mujeres ansiosas por “aprender” artes marciales. El asiático se acercó a Johnny, quien aparentemente se había desmayado minutos atrás, pero ya se recuperaba.

 

—¿Se encuentra bien, Johnny-san? —el rubio levantó la mirada; Jack estaba arrodillado en el suelo, a su altura, había posado una mano en su hombro y lucía preocupado. Cohibido por alguna razón que desconocía, Bravo se levantó de golpe, tratando de fingir que nada malo le sucedía, sin embargo, el movimiento provocó que sus gafas se separaran de su rostro, terminando en el suelo, rotas por la mitad; aparentemente, las mujeres las habían estropeado.

Desde su posición, Jack fue testigo de algo maravilloso. Unos hermosos ojos miel le conservaban con un brillo de sorpresa y confusión, pero la visión duró poco tiempo; las manos de su dueño.

—¡No me mires! —exclamó Johnny. —No puedo dejar que me vean sin ser todo un galán.

—Creo que Johnny-san se ve muy guapo sin las gafas —Jack se arrepintió inmediatamente por lo que había dicho en el momento que vio el sonrojo del rubio, pero ya era tarde para arreglarlo. —¡Lo siento! Creo que he dicho algo inapropiado. Aún no me habituó bien al idioma —era una enorme mentira, considerando sus años de escuela en el internado de Inglaterra; suspiró aliviado al notar la expresión de Bravo, tal vez si se pudo salvar.

 

 

 

¿Cómo habían terminado comiendo juntos?, era algo que Jack no entendía, pero lo agradecía; Johnny era una persona muy enérgica, positiva, que no se daba por vencido sin importar cuántas veces las mujeres lo rechazaban (siempre con violencia).

Luego del vergonzoso encuentro, le había acompañado a comprar un nuevo par de gafas, en dónde Johnny intentó conquistar a la vendedora que lo hubiera golpeado de no ser por la rápida reacción de Jack.

 

—Entonces… —dijo Johnny sacándole de sus pensamientos. El rubio hacía ruido al comer, pero realmente eso no le molestaba al asiático; de acuerdo a su cultura, era signo de estar disfrutando sus alimentos. —¿Te llamas Jack? —el aludido negó con la cabeza.

—Un viejo amigo de la infancia me llama así y creí conveniente usarlo estando en este país.

—¿Y cómo te llamas realmente? —no era usual que Johnny pusiera atención a otra cosa que no fuese él mismo, pero “Jack” tenía algo que le atrapaba y le hacía querer conocer más de su persona.

 

El asiático sonrió, se levantó para hacer la reverencia apropiada para presentarse.

 

—Es un placer conocerle, Johnny-san. Mi nombre es Joshihiro Ryuji; puede llamarme simplemente Ryuji, no es necesario que use mi apellido.

Johnny trato de pronunciar el nombre de su nuevo amigo, pero le resultaba un poco complicado.

—Creo que seguiré llamándote Jack —el aludido asintió con la cabeza, no le molestaba.

—Bueno, ¿qué te parece si vamos a conquistar unas pollitas? —Jack parpadeo confundido. —Con tu aspecto exótico y mi físico, las nenas caerán rendidas a nuestros pies.

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Fic dedicado a Tamara, que me pidió escribir sobre esta pareja.


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