Fóllame.
Chúpamela.
Golpéame.
Dime que me amas…
4. - Tell me you love me
Cuando Ji Yong logró despertar sólo fue para girar a lo largo de la amplia cama, hasta terminar del otro lado. Le tomó un par de minutos más sentarse en la orilla, intentando reaccionar del todo.
El mínimo movimiento le hacía doler el cuerpo, y sentía la sien palpitarle con insistencia, el alcohol y el llanto del día anterior le estaba cobrando factura. Decidió que lo mejor sería darse una ducha, ya estaba completamente desnudo, así que tenía una tarea menos. Se tambaleó hasta el baño, dispuesto a demorarse.
Desafortunadamente no pudo tardar más de lo necesario, pues su dolor de cabeza pedía a gritos un analgésico. Salió completamente desnudo, costumbre que había adquirido desde que comenzó a vivir solo. Fue directo a su armario, tan sólo para tomar algo cómodo. Estuvo a punto de salir de la habitación e ir directo a su pequeño botiquín de emergencia, sin embargo la prenda debajo de sus pies descalzos le detuvo.
Era la camisa de Seung Hyun.
La prenda yacía arrugada y olvidada en el suelo, provocando a Ji Yong a levantarla, la tomó entre sus manos y no pudo evitar olfatear el característico olor de emanaba de manera descarada.
«Alcohol, tabaco y colonia costosa…» Era tan Seung Hyun.
Patético. Fue así como se sintió mientras se deshacía de su propia camiseta y la sustituía por la prenda ajena, sólo queriendo sentirse un poco más cercano, un poco más querido, un poco menos desdichado. Permaneció breves instantes en silencio, sintiendo la suavidad de la fina tela acariciar su piel.
Estar con Seung Hyun ahora parecía alguna clase de pésima maldición, sin poder ser amado completamente ni poder dejar de amar como lo hacía. El mayor era como un fuerte imán para él, arrancándole toda su energía y fuerzas para luchar y negarse.
Estaba perdido.
Caminó a la cocina a buscar entre sus estantes las pastillas indicadas, y mientras llenaba con agua un vaso pudo percibir el fuerte olor a café. Por un momento se quedó estático, sin saber qué hacer. Tan sólo pudo dejar lo que sostenía sobre la barra de la cocina y guardar silencio.
Él no había preparado café esa mañana, ni siquiera el día anterior, por lo que no había razón alguna para el característico olor. Mecánicamente se giró hacía la cafetera, tan sólo para alimentar su paranoia repentina, su casa tenía la mejor seguridad que existía por el momento, sin embargo los ladrones eran talentosos.
Trago grueso, intentando moverse y conseguir algo con que defenderse, pero se detuvo a pensar.
¿Qué clase de ladrón prepara una taza de café antes de robar? Sus pensamientos eran sólo una maraña de cosas incomprensibles, hasta que escuchó el sonido del agua bajar por el retrete.
« ¿Un fan?» Era una posibilidad, de cualquier forma no sería la primera vez que alguna chica logra colarse dentro de su hogar para robar sus cosas personales.
Tras esa repentina deducción, su cuerpo consiguió relajarse y sus pulmones comenzaron a recibir aire de nuevo. Ahora se preguntaba que debía hacer. Una jovencita no era peligrosa, por lo que no armaría un alboroto, sólo le pediría amablemente que se marchara y todo quedaría ahí.
El persistente dolor de cabeza le molestó de nuevo, por lo que no demoró en tragar la pastilla y beber del vaso lentamente, intentando relajar su garganta para que el medicamento pasara sin ningún problema.
Pudo escuchar los pasos ajenos hacía su dirección, por lo que se puso en una posición recta e intentó ordenar un poco su cabello, sería una lástima que le vieran en ese estado tan poco cuidado. Cruzó sus brazos sobre su pecho, tan sólo para darse un aire más autoritario y para intentar cubrir la camisa que vestía, sabía perfectamente lo observadoras que podían ser las mujeres y no quería más rumores.
—Espero que estés avergonzada por todo esto. —Dijo tajante, intentando sonar severo, cuando escuchó los pasos justo del otro lado del corredor.
La persona se detuvo por unos momentos, tan sólo para después soltar una fuerte carcajada y aparecer por el umbral de la puerta, llevándose el corazón y seguridad del mismísimo Ji Yong.
Era Seung Hyun.
— ¿Hy-hyung? —Su pasajera voz autoritaria se fue como llegó, dándole paso a las torpes palabras que aparecían cuando estaba frente aquel hombre.
Seung Hyun enarcó una ceja, hasta acercarse al ahora tímido Ji Yong.
— ¿Qué se supone que haces?
—Yo…creí que eras un intruso, sólo…—Seung negó divertido, señalando su arrugada camisa en el cuerpo ajeno.
Ji Yong dio un pequeño respingo mientras sus mejillas se tornaban rojizas, y buscaba un buena respuesta a todo aquello.
— ¿Qué haces en mi casa? —Contraatacó.
—Yo pregunté primero.
Ji Yong sólo levantó los hombros de manera desganada, mientras tomaba un poco más de agua. Estaba a nada de un verdadero colapso nervioso.
Y ahí estaban de nuevo, fluyendo juntos de manera normal, casi cercanos, disfrutando de un simple charla. El más grande deseo de Ji Yong.
—Eso no importa, después de todo fuiste tú quien la dejó en el suelo de manera despreocupada.
Kwon avanzó a lo largo de la cocina para salir de la estancia e ir hasta la sala, mientras se intentaba calmar y buscar un buen tema de conversación, pero al sentir a Seung Hyun justo detrás de él era casi imposible.
Cuando ambos estuvieron sobre el sofá el ambiente se cargó levemente de tensión, la situación era casi nueva para ambos. Era temprano por la mañana y estaban en la casa de Kwon de esa manera tan sencilla, casi cotidiana. La sensación dada era extraña.
—No quise usar mi camisa ésta mañana, huele a alcohol.
Ji Yong al escuchar aquello fue capaz de observar que Seung Hyun vestía una de sus prendas de colección limitada que tanto reservaba en su armario, que a pesar de que la diferencia en su estatura no fuera tan marcada podía notarse con facilidad que la camisa no era precisamente del mayor, pues la fina tela se ajustaba demasiado en su pecho y brazos de manera recelosa.
El menor no pudo evitar sonreír mientras desviaba su mirada del cuerpo ajeno.
— ¿Cómo entraste a mi casa? —Soltó de manera relajada, sintiéndose estúpido de sólo preguntar. Seung Hyun tenía la clave para entrar desde años atrás.
—No entré…más bien, nunca salí.
Aunque fueron palabras simples, Ji Yong no fue capaz de entenderlas. Le miró confundido sin comprenderlo bien.
— ¿De qué hablas? —Quiso saber, sobre esforzando su cerebro.
El rostro fino de Seung Hyun se endureció, repentinamente la atmosfera fluida de instantes atrás se había esfumado, dándole paso la tensión de la que siempre eran participes.
—Dormí aquí…No fui a casa…—Palabras lentas y concisas, para evitar cualquier clase de malentendido.
— ¿Qué?
« ¿Qué clase de broma es ésta?»
—Pase la noche aquí.
La mirada de Seung Hyun vagó por toda la estancia, y Ji Yong sintió enloquecer. Habían pasado años desde que su hyung no había sido capaz de sostener la mirada, lucía tímido y de cierta forma perdido.
—Lo siento. —Murmuró desorientado, sin saber exactamente porque estaba disculpándose.
Seung Hyun volvió a mirarle, y comenzó a reír, todo estaba comenzando a ponerse extraño.
—Estoy diciendo que dormí a tu lado ¿Y tú sólo te disculpas? —Dijo divertido. —No era la clase de respuesta que esperaba…siempre estabas llorando por eso ¿no?
Kwon retrocedió un poco. Estaba comenzando a sentirse aturdido, Seung Hyun estaba comportándose de manera encantadora que todo parecía una mentira.
—Iré…iré a…allá…
Tras no poder murmurar algo coherente, simplemente se levantó y avanzó por la casa hasta terminar en su habitación, cuando entró ahí pudo finalmente moverse adecuadamente y corrió hacía el gran ventanal, necesitaba aire, necesitaba entender que ocurría. Entró una fuerte cantidad de aire a la habitación, llenando los ahogados pulmones de Ji Yong, agitando su desordenado cabello.
Ji Yong siempre soñó con un día abrir los ojos y poder mirar a Seung Hyun a su lado, y ahora que había pasado, se sentía perdido, angustiado. Tenía miedo por no saber cómo reaccionar, tenía miedo de no poder apreciar el gesto, pero no era su culpa. Seung Hyun siempre se comportó de manera tan fría e insensible que el cambio estaba asustándolo, podía no significar nada bueno, o quizá no significaba nada.
La noche anterior habían bebido tanto que se agarraron a golpes en el asfalto, probablemente Seung sólo estuvo demasiado ebrio que no pudo levantarse esa mañana y ahora estaba excusándose con algo que quería escuchar, seguramente para olvidar la pelea.
—Por supuesto. —Murmuró más relajado.
Esa era la única explicación coherente para él.
—Sabes…—La fuerte voz de Seung Hyun sobresaltó a Ji Yong, quien se giró rápidamente en dirección al mayor, éste caminaba con parsimonia, sosteniendo una taza con café, de manera relajada. —Siempre escuché pedirme que me quedara, que durmiera a tu lado y todas esas cosas estúpidas…—Kwon bajó la mirada, manteniéndose así hasta ver los finos zapatos de Seung frente a los suyos. —Siempre me pregunté porque lo deseabas tanto, porque hacer dramas al respecto, me cuestioné sobre cuál sería tu reacción. —Soltó una leve risa. —Supuse que te pondrías a llorar mostrando una boba sonrisa, después de todo siempre has sido un llorón.
Kwon levantó la mirada con desafío, estaba sintiéndose insultado ahora, pero no pudo decir nada, cuando miró aquellos cristalinos ojos oscuros, que reflejaban una dulce mirada preocupada.
— ¿A qué quieres llegar?
—Estoy diciendo que me equivoqué, Ji Yong…Todo éste tiempo tuve ideas erróneas. Siempre pensando “Él me quiere más, él me necesita más”…y sin darme cuenta fui yo el que comenzó a querer más. Sabía que si comenzaba a quedarme aquí yo…yo no querría salir nunca…—Sus ojos mostraron lo asustado que estaba. —Todo eso guardado en lo más profundo de mí…pero ayer…el escucharte decir que termináramos…lo hizo explotar. Entré en pánico.
Los latidos de Ji Yong eran fuertes, Seung Hyun podía escucharlos, mientras esperaba una respuesta, sin embargo Ji parecía aún confundido.
«Después de todo sólo hay una manera de explicarlo»
—No entiendo…Seung…—Murmuró un desorientado Kwon, cuando fue tomado de las manos poco después de que Seung dejara su taza sobre una repisa.
—Estoy diciendo que te amo, Ji Yong.
La piel de Ji Yong se erizó ante tales palabras, sus pupilas se dilataron y sintió una fuerte sensación de angustia e impotencia arremolinándose en su estómago. Estaba pasando, su deseo más memorable y especial estaba ocurriendo justo ahí.
Ji Yong se soltó del agarre y se abalanzó sobre el otro con fuerza, aferrándose al fuerte cuerpo que tenía enfrente, sin querer soltarlo, temiendo que se esfumara como en muchos sueños atrás.
—Tú….no te irás nunca más. —Murmuró intentando aguantar el llanto.
Seung Hyun volvió a reír, sujetando en sus manos la delgada figura de Ji Yong.
— ¿Estás secuestrándome o algo así?
Ji Yong levantó su rostro, mirando seriamente al otro.
—Has dicho que me amas, no puedes retractarte ahora. —Murmuró, volviendo al fuerte abrazo.
—No lo haré. —Susurró, acariciando los suaves cabellos del menor.
…
A veces tenemos que ser despojados de lo que creemos tener seguro, un escarmiento que nos haga despertar y comenzar a valorar lo que tenemos, para de esa manera ser libres de abrir nuestro corazón y amar con fuerza y devoción a quien se lo ha ganado.
De largos y constantes altibajos estaba compuesta la relación de Seung Hyun y Ji Yong, sin embargo, al final del día, sólo debían ser capaces de dormir en la misma cama y poder decir cuánto se amaban, para poder continuar con una dulce vida.