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Hasta el final por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Familia cibernética!! Bueno pues paso a dejar el capítulo siguiente, se supone que era parte del primero pero lo corté debido a la longitud final que obtendría, pero bueno, aquí está.

Muchas gracias por los rr, me motivan mucho!! También muchas gracias por darle una oportunidad al fic. Debo advertir, sin embargo, y de nuevo, que la trama es un poco lenta pero es que no me agradan los "enamoramientos" inmediatos o el "amor incondicional a primera vista", ni las chispas estilo cuentos de hadas, lo que sí hay es atractivo, interés y gusto físico. Entonces, por favor, ténganme un poco de paciencia porque soy de tramas lentas pero seguras en cuanto sentimientos.  :3

Aviso Parroquial: No es porque no quiera, solo que a veces no me da tiempo responder rr pero tengan por seguro que los leo y me motivan mucho.

Aviso Parroquial 2: Trato (en verdad) de apegarme lo más posible a las personalidades de los personajes originales, empero me resulta difícil captarlas así que una disculpa enorme si se encuentran fuera de su carácter.

Aviso Parroquial 3 (principalmente para quien sigue mis ff de Death Note): ya está la continuación de Te encontre II (en fanfic.es), ya es el penúltimo capítulo.

Bueno, ya no hay más avisos. Espero que les guste:

Se sacó el pesado abrigo y lo colgó en el perchero de la entrada, debajo Sasori había colocado un par de camisetas viejas para evitar que el piso se encharcara. Hidan simplemente dejó caer la chamarra de piel ganándose una expresión de pocos amigos por parte del dueño del departamento. Por último, Kisame se peleó con el impermeable y lo dejó al lado del abrigo de Itachi.

--Y bueno ya que estamos aquí—habló Hidan dejándose caer sobre el sofá y sacudiendo las pesadas botas--¿Qué tienes de beber en este cuchitril de mierda, eh, Sasori?

--¿Tienes que abrir la boca solamente para preguntar idioteces?—preguntó el interpelado, quieto en su sitio.

Kisame amplió la sonrisa mientras se dirigía hacia la cocineta, algo debía haber ahí: Sasori también comía ¿no?

--¿Vas a quedarte parado, Itachi?—el pelirrojo se acomodó sobre la mesa, dejando a sus piernas pender.

--Tiene razón, Itachi, ¿por qué carajo no te sientas?

El mencionado se volvió hacia el pelirrojo.

--¿Quién era el sujeto de hace rato?

Hidan dejó de jugar con el dije de su collar y prestó atención.

Sasori esbozó una ligera media sonrisa ante la pregunta.

--¿Te interesa, Itachi?

--Es simple curiosidad—le restó importancia.

--Venga, Sasori, sigo creyendo que Deidara es una mujer ¿o acaso sí tiene cojones?

--Eso tendrías que averiguarlo por ti mismo, Hidan. Y respondo a tu pregunta de la misma forma, Itachi.

--¡¿Qué?! Espera…espera—Hidan se recostó a sus anchas en el respaldo del

sofá-- Seguro lo quieres para ti solo, artistucho!

--Que puede saber de arte alguien como tú—replicó.

Itachi permaneció en silencio mirando la discusión, Hidan, como siempre, salía de sus cabales con facilidad y soltaba un mundo de maldiciones mientras que Sasori gruñía ofendido y replicaba con soberbia para hacer menos al otro. Estaba claro que no era el único intrigado con el amigo de Sasori y aunque daba por cerrado el tema por ahora, la verdad esperó un resultado distinto cuando le hiciera la pregunta. Quizás se debía a que gracias a la petición de Itachi para quedarse en su casa esa noche fue que Hidan y Kisame invadieron la privacidad de Sasori.

--¿Qué pasa contigo?—intervino la voz de Kisame— ¡No hay comida!

--Vaya, Sasori ¿Ahora te ha dado por ser un puto anoréxico?

--Siempre estoy en el taller, nunca como aquí.

El móvil llamó su atención, Itachi lo sacó del bolsillo de su pantalón para mirar el remitente; tuvo que enfocar su vista y acercar la pantalla para que el nombre dejase de ser difuso. Frunció el ceño y prefirió responder la llamada, encaminándose por el pasillo para ir directo a la habitación de Sasori.

--No lo logré—escuchó apenas respondió la llamada. Itachi analizó el tono hosco antes de responder.

--Te veré mañana entonces—iba a colgar, sabiendo que si su hermano no había convencido a su padre de quedarse en casa, seguro no tenía sentido seguir en esa idiota lucha.

--Puedo quedarme en la casa Uzumaki—se apresuró.

--Te quedarás conmigo…Sasuke—repuso con calma.

--Kushina ya lo arregló con Nagato—insistió en un tono que dejaba entrever una especie de orden.

Itachi no pasó por alto que Sasuke se negaba incluso a pronunciar la palabra “hermano”, así fuera para referirse a Nagato y Kushina.

 

**

Probablemente esa habría sido una mejor idea desde el momento en que olvidó sus llaves, sin embargo, Deidara mantuvo la esperanza de que algún vecino tuviera que cruzar la puerta en algún momento. Al parecer a nadie le interesaba salir con el aguacero que todavía caía.

Había pasado a comer algo antes de decidir acudir al único lugar que sabía sería más o menos bienvenido en una situación de esa magnitud de patetismo (dado que no iba a escalar el resbaloso muro de piedra hasta la ventana); así, Deidara, chorreando y tiritando ligeramente, esperó a que Sasori acudiera al llamado y abriera la puerta de su departamento.

Cuando sus ojos se encontraron con los de su amigo, se aseguró de enviarle un mensaje sin palabras, el cual Sasori comprendió al instante y se limitó a arquear una ceja con sorna antes de dejarle el paso libre al interior cálido del apartamento.

Deidara parpadeó un par de ocasiones cuando notó que Sasori tenía visitas en el salón: Hidan, el insoportable sujeto con el cual se estrelló, estaba desparramado a sus anchas sobre el sofá principal y había otro sentado en el suelo (bastante extraño) de cabello puntiagudo azuloso y pequeños ojos burlones. Este último le recibió con una amplia sonrisa. Kisame “cara de squalo” Hoshigaki.

--Vaya, Sasori, como dijimos que sería una reunión improvisada no esperaba que trajeras “diversión”.

Deidara puso mala cara cuando comprendió la connotación lasciva de las palabras.

--No es una reunión, Kisame—recordó Sasori con frialdad—Me opuse a esto desde el principio.

--Como sea, siempre he querido saber, Deidara ¿tienes cojones o coño?—se inclinó al frente apoyando los codos sobre las rodillas.

Deidara rechinó los dientes y se pasó la mano por la cara para quitarse el cabello de encima y revelar que era hombre, por la expresión pícara de Hidan no logró su cometido.

--¿Y bien?—ensanchó la sonrisa burlona.

--Deidara es…--comenzó Sasori.

--¡No soy una jodida chica, imbécil, hump!—gruñó. ¿En serio Sasori iba a seguirles el juego?

--¡Cierto!—intervino Hidan --¡Tú eres el bastardo idiota que se estrelló contra mí! Ahora que te veo bien… ¿seguro no eres una chica?—amplió la sonrisa.

Deidara cerró un puño dispuesto a molerlo a golpes, Sasori lo sujetó por una manga y lo remolcó de camino por el salón, Hidan apartó las piernas para evitar ser mojado. Kisame sonrió al mirar la estela húmeda que dejaba el rubio a su paso.

--No me dijiste que estarías ocupado—exclamó Deidara camino al dormitorio de Sasori; no podía evitar sentirse excluido.

--No planee esto, además fuiste tú quien salió corriendo—le recordó al tiempo que sacaba una toalla del armario y se la arrojaba a Deidara.

Lo mejor de ser amigo de alguien tan grosero como Sasori era que no se metía en asuntos que no eran suyos, aunque seguramente iba a regañarlo luego por no ir preparado con una llave de repuesto cuando le contara lo ocurrido.

El rubio cruzó la puerta del cuarto de Sasori preguntándose porque no guardaba sus toallas en el clóset de adentro, luego, cuando vio la cantidad de marionetas y herramientas acomodadas en lo ancho y largo de la habitación cayó en cuenta que a Sasori le gustaba usar el cuarto como taller.

Resopló, se soltó el cabello y comenzó a sacarse el suéter y la playera, al caer al suelo escuchó el crujir del agua en la tela, supuso que Sasori iba a regañarlo por dejar todo mojado así que la levantó y se encaminó hasta la ducha. Se pasmó en su lugar al descubrir que el cuarto de baño estaba ocupado: el tipo de la Dirección estaba dentro, recargado contra el muro de azulejos hablando por teléfono.

Deidara creyó que había buscado privacidad para atender la llamada aunque era una exageración haber acudido a la habitación de Sasori y además hasta la ducha.

--No tiene que gustarte la idea—hablaba el chico, no parecía haberse dado cuenta de su presencia—Tampoco…--fue interrumpido por su interlocutor—Nuestro padre lo ordenó así, Sasuke.

Deidara dudó un momento en qué hacer, no quería oír la conversación (que claramente era una discusión) pero no podía volver al cuarto a seguir mojando todo a su paso. Debía improvisar. En eso estaba cuando el chico giró los ojos en su dirección, dedicándole la misma mirada de brutal frialdad.

El rubio frunció los labios y permaneció en su lugar.

--Lo siento, Sasuke, lo discutiremos la próxima vez—colgó su celular y siguió mirando al intruso.

Los profundos orbes rojos analizaron la posición malhumorada del muchacho rubio con el que había cruzado camino tres veces en ese solo día, empapado y tiritando. Su largo cabello rubio estaba suelto por completo, le caía por los hombros hasta la altura de su cintura; de nuevo le cubría la mitad de la cara dejándole ver solamente el renuente ojo azul cielo. Le dedicaba, además, una mueca de desagrado y estaba semi desnudo.

Tenía cara bonita…y un curioso tatuaje en el pecho a la altura del corazón. No encontró la forma del dibujo puesto que la pantalla de cabello no se lo permitía.

--¿Qué tanto miras, hump?—habló. Itachi dedujo que no le gustaban los silencios prolongados.

--Eres tú quien presenciaba una conversación ajena—respondió con calma, sin perder el gesto estoico—Debería preguntar lo mismo.

--Necesito secarme, hump ¿no es evidente?—enarcó la única ceja visible y soltó su cargamento. Itachi tuvo visión completa de su delgado torso.

Se acercó hasta el rubio con calma, quien pese a haber decidido previamente no hacerlo, retrocedió ligeramente, intimidado por el par de hipnóticos ojos escarlata, que aunque brillaban debido a su curioso color, seguían estando opacados por estoicismo.

Itachi se detuvo a escasos centímetros del rubio, descubriendo que éste había esbozado una amplia sonrisa burlona.

--¿Qué? ¿No vas a dejarme pasar?—retó, cruzándose de brazos.

--Eres tú quien está evitando que salga—dijo con simpleza. El gesto de Deidara se desinfló cuando notó que el chico estaba en lo cierto, farfulló por lo bajo y, acomodándose el cabello tras la oreja, se apartó para que Itachi pudiese pasar. Cuando lo hizo Itachi notó la cicatriz que tenía el rubio en la palma de la mano, la atravesaba de forma horizontal.

--Tu nombre es Deidara ¿no es así?

--Si ¿y eso qué, hump?

--No luces como una mujer—soltó de pronto, encaminándose hacia la salida.

Deidara abrió los ojos con sorpresa pero no fue capaz de responder nada a aquello.

 

Itachi salió de la habitación echando una última ojeada al interior, mirando fugazmente la silueta de Deidara todavía quieto en la puerta de la ducha. Empapado y con el cabello embarrado por su cuerpo. Itachi se preguntó el origen de la cicatriz y por supuesto, de cómo se vería aquél tatuaje sin el cabello regado por el pecho del rubio.

 

Una vez seco, Deidara se aseguró de extender por completo su ropa para que se secara y salió. Había tomado prestada una camisa de Sasori y unos pantalones de pijama, y dado que todavía no se escurría su cabello por completo decidió dejarlo suelto.

Deidara conocía a Sasori como para saber que tenerlo dentro de su habitación/taller debía tenerlo de los nervios así que se dirigió hacia la salida no sin antes echar un último vistazo a las obras de arte que colgaban de un perchero al lado de la cama.

--Pues sí es un artista, hump—asintió con la cabeza y volvió por el pasillo. Ya no temblaba aunque tenía frío todavía, esperaba que el salón estuviera ligeramente más cálido con esos chicos ocupándolo.

Para su grata sorpresa tanto Hidan como Kisame se habían ido ya, lo cual le evitaba muchas más burlas que podían terminar en una buena pelea.

 Aunque la televisión estaba encendida, Sasori no parecía estarle prestando atención.

Vaya reunión de amigos.

Los conoció gracias a Sasori, todos iban en el mismo grado aunque no estaba seguro de si o qué estudiaban (Hidan, por ejemplo, no tenía más que demonología y aire en la cabeza), y eso convertía a Deidara en el más joven.

Aun así, nunca había visto a Itachi, quien, por cierto, tampoco se le veía interesado en la programación nocturna. En su regazo parpadeaba el móvil; Deidara estiró el cuerpo para echar un vistazo: alguien llamaba insistentemente aunque a Itachi no se le veían intenciones para atender.

Ninguno encendió las luces del apartamento, así que lo único que más o menos iluminaba era el televisor.

Deidara se meció en su lugar un par de minutos antes de sentarse sobre el suelo frente a la televisión, fijó sus ojos en la pantalla esperando entretenerse con lo que sea que estuvieran transmitiendo. Las voces de los conductores era casi ahogada por el sonido de la lluvia afuera que había arreciado (por increíble que pareciera). Permanecieron en silencio solamente mirando al frente. Deidara estaba incómodo y eso era ser complaciente con el significado de la palabra: no quería estar al lado de Itachi. Punto.

El tipo le ponía de los nervios por el solo hecho de estar sentado en el sofá a su lado izquierdo, con esa expresión de amarga arrogancia, los penetrantes ojos granate fijos al frente y el celular vibrando sin pausa sobre su muslo. Quien sea que le llamara estaba demasiado desesperado por recibir la contestación que Itachi no daría.

Además, el silencio no era precisamente un punto a favor de Deidara por lo que realmente estaba costándole bastante trabajo no iniciar una conversación con Sasori. ¿Por qué rayos estaba Itachi allí? ¿Tendría algo que ver con el pelirrojo? No había sabido de otra pareja de Sasori desde que éste terminó con Kankuro.

Deidara hizo un mohín, sacó inconscientemente una pequeña porción de arcilla y se dedicó a malearla.

 

Itachi le miró por el rabillo del ojo, no podía ver más que la pantalla de cabello rubio que ocultaba por completo el perfil de Deidara; pero sí fue bastante capaz (aún para él) de reparar en que jugaba con algo. A juzgar por la situación Itachi dio por sentado que trataba de desahogar nerviosismo.

--¿Por qué no tienes una llave de repuesto?—Sasori rompió el silencio, dejando de lado su móvil. Ahí estaba el regaño.

--Ni siquiera hablo así que no estoy molestando, hump—se defendió. Sasori torció los ojos con irritación.

--A veces te comportas como un chiquillo—se incorporó andando hacia su habitación.

--¡Ey!—Deidara se giró apoyando las manos en el suelo--¡¿A dónde vas?!

--Terminaré una marioneta y luego me iré a la cama. Ustedes decidan como dormirán—dijo, sin detenerse.

--¡¿Cómo…dormiremos?!

--No compartiré la cama contigo, Deidara—se oyó hablar a Sasori en tono cínico, antes de desaparecer por la puerta de su cuarto.

Itachi aparentemente ajeno al escándalo armado por el rubio (y al hecho de que acababa de enterarse que también se quedaría en casa de Sasori), se fijó en el borrón blancuzco que reposaba sobre el muslo izquierdo de Deidara. Entornó la mirada buscando un mejor enfoque, se frustró cuando solamente atinó a darle una forma distinta a una esfera.

El chasco lo desesperó casi de inmediato, así que en un intento por remediar ese sentimiento de furia, Itachi bajó los pies del sofá y se inclinó hasta Deidara, asió la mano para tomar la figura con la que el rubio había estado jugando…y el chico se giró, probablemente al sentirlo tan cerca.

Los ojos azules de Deidara se abrieron por completo al percibir a Itachi demasiado cerca, con una rodilla clavada en el piso, invadiendo su espacio personal y rozando su pierna. Se encogió instintivamente cuando el otro sujetó su pequeña escultura de arcilla, rozando los dedos sobre la tela de pijama.

Itachi alzó la figura frente a su mirada para analizarla. Tenía forma de araña.

--¿Qué es?—preguntó sin pensar. Aunque Deidara iba a reclamar la osadía de acercarse a él de esa forma, su sorpresa fue sustituida por la furia.

--¿A qué te refieres?

Itachi alzó la mirada de nuevo, intrigado por el tono violento de voz.

--Esto—extendió la palma enfrente. Deidara apretó la mandíbula.

--¿”Esto”?—gruñó. Itachi seguía con la misma expresión inalterable.

--Parece una araña.

—“Esto” es ¡arte!, hump—se la arrebató de la mano y asintió con la cabeza, furioso.

Itachi lo observó detenidamente unos instantes.

--Bastaba con darme la razón—se puso de pie con indiferencia, apagando el televisor.

--¡¿Darte la razón?!—Se incorporó también, plantándose frente al otro--¡Ni siquiera sabes lo que es el arte!

Itachi no respondió, es más, lo ignoró mientras se sacaba la playera: era hora de descansar (o tratar de hacerlo).

--¡¿Estás escuchado?!—Alzó la escultura a la altura de los ojos inexpresivos negros—Mira esto—cerró los dedos destruyendo la figura de arcilla, solo entonces el otro dejó lo que hacía para prestar atención--¡¿Lo entendiste?!

Itachi estaba seguro que no, pero se abstuvo de decir algo, puesto que no estaba enterado de que era lo que no entendía.

--¡Esto es arte, hump!—extendió ambos brazos con efusividad, ahí estaba de nuevo la cicatriz en la palma--¡Lo efímero! La belleza de lo que es por un momento para luego desaparecer… ¡El arte es como una explosión! Hump.

Itachi estaba a punto de decir que lo que tenía en las manos era una araña aplastada, sin embargo, eso último llamó su atención.

--La estrujaste—dijo simplemente.

--Porque aún no puedo hacerlas explotar—dijo como si fuese obvio.

Realmente se veía ofendido por el comentario aunque Itachi no iba a disculparse por haber dado su opinión, simplemente dio por sentado que la conversación había terminado.

Deidara se cruzó de hombros, enfurruñado, luego su celular exigió atención, lo tomó y miró el instantáneo.

“Deidara deja de gritar tonterías”. Era de Sasori.

A punto de responder el tacto suave de la mano de Itachi lo paralizó en su sitio: estaba tomándole por la muñeca; volvió vivazmente las pupilas azules hacia el otro, notando que estaba semi desnudo en medio de la oscuridad del salón.

Itachi apartó la arcilla de su mano y observó detenidamente la cicatriz que atravesaba la palma desde la mitad de la unión entre el dedo pulgar y el índice hasta el otro extremo. Una prefecta línea recta con los bordes propios de una herida profunda al sanar.

Los penetrantes ojos de Itachi le recordaron de pronto la mirada cruel de Pain; con un escalofrío Deidara rehuyó el tacto y se zafó del agarre. De pronto ya no tenía tantas ganas de seguir discutiendo sobre arte, de todas formas ese idiota no iba a comprenderlo.

Cerró ambos puños y se volvió hacia el otro sofá para recostarse sobre él, decidido a ignorar a Itachi el resto de la noche.

Por su parte, el moreno se acomodó sobre el sofá más largo, tirando del cobertor que Sasori le había entregado hacía un par de horas: Deidara se había metido debajo de otro en el sillón paralelo al suyo.

De pronto el escandaloso chico rubio se había convertido en silencio sepulcral. Itachi se soltó el cabello antes de recostarse sobre el cojín: estaba consciente de que no dormiría esa noche y que Sasuke tendría que claudicar en algún momento y dejaría de llamarle para buscar evitar lo inevitable. De todas formas tenía un avión que tomar en la madrugada, Itachi realmente esperaba que su hermano durmiera aunque fuera un par de horas. Iba a enfermarse si no lo hacía.

Cerró los ojos y esperó en silencio que los pensamientos se arremolinaran en su cabeza sin permitirle tregua ni descanso alguno. Ignoró por completo la acompasada respiración a un escaso metro de distancia. Puede que hubiera sido extraño para Deidara, empero Itachi no pudo resistir de la mejor manera la curiosidad que le embargó mientras analizaba los ademanes del rubio, así logró identificar que Deidara tenía cicatrices en ambas palmas de la mano: lo vio cuando se acomodó el cabello en la ducha y luego cuando aplastó la araña.

Algo en su interior se removió además de una insana curiosidad por saber a qué se debían tan desagradables marcas; pero decidió que no era su asunto y prefirió fingir que descansaba ahora que el dolor de cabeza había comenzado su tortura nocturna.

A su vez, Deidara seguía sentado con los pies subidos al sillón, miró fugazmente que Itachi hubiese cerrado los ojos para echar una ojeada a sus manos: las cicatrices captarían otra vez su inconsciente y tendría pesadillas…otra vez. Si bien no tenía sentido haber comparado la mirada de Itachi y Pain, su mente lo hizo instantáneamente en cuanto tuvo oportunidad, quizás era porque nadie se le había acercado tanto y con mero desdén arrogante solo para burlarse de su arte, incluso Pain admitía sus habilidades.

“Eso fue”, se dijo al caer en cuenta, “no me había acercado tanto a nadie por nada desde Pain”. Tobi no contaba, era distinto el desplante animoso/acosador que la mirada hipnótica de un muchacho con el porte y rostro de Itachi.

Antes de buscar el descanso, con un suspiro, Deidara se dedicó a jugar con la masa informe de arcilla, la cual fue recuperando su anterior forma arácnida. 

Notas finales:

Gracias por leer!!!

Y pues más nada, familia cibernética. Tomatazos, critias y sugerencias siempre bienvenidas.

Bshossss

tronadhozzzzzzzzz

y

senualezzzzzzzzzzzzzzz


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