AMORES ROBADOS

Shinya estaba sentado en su celda cuando abrieron su puerta y una sombra entró por el vano. Miró hacia la figura pero solo podía ver su contorno gracias a la luz de otro lado, la figura que tan bien conocía lo miró y le dijo—No te ves bien—

Estaba mirando al suelo con su desolación intacta cuando se abrió la puerta de su celda. Pensando que no importaba en realidad quien era o que quería no miró en dirección a esta.

¿Qué? ¿Estas pensando en cuando Guren Ichinose volverá a visitarte?—preguntó la voz que tanto conocía.

Las manos de Kureto arrancaron los pantalones de Shinya mientras este se debatía bajo suyo. Ambos sabían que no era rival para la fuerza del general pero el peliblanco lo intentaba todo lo que podía. No quería dejar que el otro borrara todo rastro de su anterior amante de su cuerpo. No podía dejar que borrara de él a Guren ya que era improbable que volvieran a verse.

Shinya estaba atrapado y no solo por estar encarcelado, se sentía peor que antes porque le había sido arrebatada la única luz que le quedaba y que iluminaba su vida en esa oscura celda. Si bien no era una luz real, sino imaginaria porque Guren en varias ocasiones aceptó que amaba a Mahiru, eran los recuerdos que le quedaban lo que lo habían hecho despertar cada mañana con una razón para sonreír.

Despertó sin mucha idea de donde estaba. Luego de mirar un rato las paredes blancas vino a su mente el recuerdo de ser trasladado por unos soldados. Llegado ese momento le importaba muy poco si querían ejecutarlo y cerrando los ojos se durmió mientras lo cargaban con sus hombros bajo las axilas.

Kureto respiró fuerte y miró el edificio del que había salido después de darse vuelta. Sus puños estaban crispados.

Shinya sintió los labios posesivos ardientes como los de él mismo sorprendiéndose de la reacción de su propio cuerpo al tacto del otro que ahora bajaba su boca por su largo cuello mientras lo obligaba a deslizarse hacia abajo, hacia el lecho.

Guren no dejaba de pensar en la pálida figura que le recordaba a Shinya y en la huella que había dejado esa apariencia en su ánimo. Frecuentemente se hallaba a sí mismo pensativo con su mente dirigida al peliblanco cuando debería estar ultimando los detalles para la embestida final. Por suerte no había tenido que verse con el mayor de los Hiiragi pues según estaba previsto salió a la mañana siguiente a su encuentro con Shinya para un asunto que como siempre no le reveló.

¿Y bien que quieres?—preguntó Hiiragi.

Guren no podía usar en esos momentos la habitual sonrisa despreocupada. Por mucho que lo quisiese la imagen de la sombra de sí mismo que era Shinya en su imaginación se lo impedía. Su sangre hervía con una ira irresoluta que pugnaba por sobresalir. 

Guren se debatía. Los recuerdos de como había llegado a su dormitorio eran algo borrosos y se sentían lejanos. Las escenas de la última vez que viera a Shinya eran todo lo que ocupaba su mente. Sus ojos azules suplicando que se fueran y ese último y estúpido acto.

Los dos estaban maniatados y de rodillas. Sus espadas a un lado donde no podían alcanzarlas. Ferid los miraba con las manos en jarras.

Vaya que dieron problemas por suerte esto se terminó—dijo Ferid Bathory.

Todos llegaron unas horas después a la base de operaciones de los vampiros. La ciudad bajo tierra de la que una vez Yuuichiro Hyakuya había escapado para encontrarse a Guren. Los alrededores a la entrada le proporcionaron recuerdos de aquel día pero ahora todo era diferente.

Ferid apenas pudo oír lo que Crowley decía ya que Shinya mencionó con molestia.

¡Sabes! ¡Me estoy cansando de que siempre me llamen traidor!—dijo levantando las manos e irguiéndose ante Kureto—Como mencioné antes mi situación es distinta a la de Guren—luego caminó hacia un mueble cercano y sentándose encima miró de nuevo aquellos ojos rojos del Hiiragi para decirle—Para empezar… yo nunca estuve de su lado—

¡Eso no es posible! ¡Los vampiros no crecen y tú si lo hiciste!—dijo Kureto y Guren se dio cuenta de eso mismo al otro mencionarlo.

¡Eso solo es así para los vampiros creados como nosotros!—dijo Ferid sonriente.

¿Quién eres?—la pregunta resonó en la habitación mientras ojos rojos y azules se encontraban.

Su cuerpo realmente respondía al contacto del pelinegro. Sus roces eran fuertes y sus manos hasta parecían rudas pero su cuerpo bullía por cada contacto. Sus labios volvieron a tener contacto con los de Kureto mientras este jalaba rápido sus pantalones albos.

Shinya se dirigía pensativo a sus habitaciones. La idea de que Kureto estaba tramando algo era lo más factible. Fue al doblar por un pasillo que se dio de frente con la persona que menos quería ver en esos momentos.

Nuestro rey no se ve muy feliz—canturreó Ferid apoyado en el muro.

Así que has venido a por otro castigo—dijo el pelinegro ni bien separó sus labios del otro. A Shinya le dolieron sus palabras pero como no podía alegar su verdadero motivo porque su mente se hallaba confusa y turbada no le respondió y el ceño del otro se frunció mostrándole su implacable mirada. De inmediato el general dio vuelta a su ex hermano y con rudeza tomó sus caderas mientras lo empujaba a un lado para que el cuerpo del ojos azules quedara entre la cama y el mismo. 

¿En que piensas?—preguntó el pelirrojo al peliplateado que miraba con una sonrisa por la ventana.

En que esto será algo divertido—dijo Ferid a su amigo.

¿Acaso quieres probar mi sangre?

Yuuichiro y Mikaela vieron con asombro la procesión ante el emperador de los vampiros, Shinya vestía el ropaje de un vampiro y aun Yuu no asimilaba la cruel verdad.

Creo que no es momento para quejarme pero sabía que esto acabaría así—dijo Crowley a Bathory.

¿Eso quiere decir que vas a ayudarme?—preguntó el peliplateado con sonrisa esperanzada.

El otro solo lo miró dando a entender que ni de broma.

Una vez todos los vampiros estuvieron del lado de Shinya o rendidos, solo quedaban Ferid y Crowley para convencer, acompañados de Yuu y Mika pero los que se miraban escrutadoramente eran Bathory y Pendragón.

¿Qué diablos te sucede?—preguntó Kureto luego de atraparlo.

¡No es…!—trató de decir que no era nada pero el otro le interrumpió.

Kureto intentaba asimilar lo que sus oídos habían escuchado. Lentamente sus ojos carmesí se volvieron hacia la persona que se sostenía de él mismo con una pregunta en ellos. Una pregunta que podía ser adivinada por cualquiera.

Este es el primer extra de dos que pienso hacer

Disfruten este cap de Crowley y Ferid

XD