Desde hace un año, Mei y Sawamura eran novios, los dos estaban en el equipo profesional de los Yokohama DeNA BayStars, donde habían logrado obtener muchos méritos en la temporada, y pensar que los dos se habían conocido por una fiesta en la que celebraban una victoria.
Hasta entonces, jamás se habían hablado, siempre se habían mantenido a distancia, y sus ojos no podían demostrar más que odio mutuo, pero los juegos de tus compañeros, a veces traer consigo consecuencias inesperadas.
Mientras jugaban baraja, ambos perdieron y recibieron un castigo por parte de sus compañeros que deseaban ver qué pasaría si los dos terminaran juntos, y los obligaron a besarse a pesar de que cada uno ponía caras distintas de repudio al contrario.
-¡Bésense ya, no nos hagan perder nuestro tiempo!-
Obligados hasta estar cerca, los dos tuvieron que besarse, nadie se imaginó que de ese beso, nacería el amor entre ellos, cuando Mei se puso celoso del cátcher por estar muy apegado a Eijun y sobre todo, cuando le dijo que nunca mirara a otro, porque él le pertenecía, robándole otro beso al menor, que accedió después de casi un mes a salir con el rubio.
-Eijun… ¿tienes todo listo?-
-¡Cállate! ¡Ya te dije que sí!-
-No lo olvides, hoy a las 5 frente al reloj del parque central-
-¡No lo olvido! ¡Tonto!-
-pues la vez pasada llegaste 30 minutos tarde-
-¡Ach! ¡Contigo no se puede!-
-¡Pero así me amas!-
Ese día tendrían una cita especial, porque celebrarían juntos por primera vez el cumpleaños de Eijun, así que el rubio planeó todo para una velada romántica y pidió permiso para no ir a entrenar al día siguiente, cosa que le costó mucho trabajo conseguir siendo que los dos eran los pitcher estrella del equipo.
Cuando se vieron en el reloj, el rubio caminó sin mirar atrás, haciendo que Eijun lo siguiera sin saber de qué se trataba, porque por supuesto, era tan distraído que no sabía en qué mes o día vivía.
-Llegaste tarde, dijiste que no lo harías-
-No es mi culpa que las duchas estuvieran llenas-
-No importa, vamos-
-No te enojes, ya vamos-
La parada del lugar al que fueron era…
-¿Un hotel?-
-Pasaremos la noche aquí-
-¡¿Qué?! ¡¿Estás loco o soñando?!-
-¡No!-
-Pero mañana tenemos entrenamiento-
-Hablé con el entrenador y pedí permiso-
-Aun así, no deberíamos-
-Eijun, lo olvidaste por completo ¿verdad?-
-¿El qué?-
-Hoy cumples años ¡¿Acaso eres un tonto?!-
Mei golpeó la cabeza de Eijun con su mano y se rio sínicamente del castaño que hizo pucheros al no recordar que era su cumpleaños.
-Vamos adentro-
Los dos entraron, para encontrase con algo muy típico del mayor, un camino hecho con corazones de fotos de los dos, y al final del camino, un corazón enorme de un beso que se dieron, realmente típico del rubio.
-¿Te gustó?-
-De alguna forma, suena a ti-
-¿Qué quieres decir con eso?-
-Nada-
Ante el castaño, el rubio era más infantil, así que no se molestaba en pelear con él o refutarle algo, porque al final tenía que decirle que había perdido y darle la razón a Narumiya.
-Vamos a la cama-
Sin esperar más cargó a Eijun y lo llevó a la cama, donde había un pastel de feliz cumpleaños dibujado con pelotas de béisbol diminutas hechas de chocolate, y al tenerlo enfrente, Eijun abrió los ojos y se tapó la boca con las manos para después mirar al rubio y darle un beso dulce en su mejilla, y decirle con una mirada inocente
-¡Gracias!-
Los ojos del menor despertaron los instintos del mayor que de inmediato lo arrojó a la cama, para después darle un beso y comenzar a desnudarlo.
-¡Espera!-
-No quiero, tú me provocas-
-¡Yo no te provoco!-
-Lo haces cuando pones esa cara a la que no puedo resistirme-
-Pero…-
-No sé cómo pude no mirarte desde la primera vez que nos encontramos-
Cada palabra que se intentaban decir, se la dijeron con enormes besos en los que Eijun siempre se dejó llevar por el mayor, que le robaba cada suspiro, cada tanto de aire que trataba de respirar, el aroma de la habitación era dulce y llenó de sentimientos del rubio.
Pasaron la noche juntos, tomaron un poco de vino para disfrutar el ambiente, sin la necesidad de llegar a la ebriedad, comieron chocolates mientras hacían otras cosas y se regalaron mutuas sonrisas mientras disfrutaban del ambiente.
Las velas en el baño después de cenar, con aroma a fresas, despertaron más el apetito sexual de los dos, que se dieron un baño en un jacuzzi y se dejaron llevar al primer paso de nuevo, volviendo a repetir la escena de amor en el baño.
-Eijun…-
-¿si?-
-Feliz cumpleaños-
-Te amo Mei-
Esos ojos color del cielo despejado, mostraron un enorme brillo y sus mejillas rosadas sirvieron para que al final el menor le regalara una hermosa sonrisa y un beso antes de que volvieran a recostarse en la cama para continuar nuevamente lo que ya habían hecho antes.
-¿Otra vez?-
-¿Para ti es suficiente con una vez?-
-Pues… no-
-Entonces hagámoslo hasta que estemos satisfechos-
Las sonrisas pervertidas de Mei, eran las que más ternura le daba al menor, y las caras infantiles de Eijun, eran las que más le gustaban al mayor.
-No puedo creer que de esto se trataba-
-No podía decirle a nadie que hoy era tu cumpleaños, habrían querido tenerte para ellos todo el día y yo no querían que interfirieran con mis planes, después de todo, esta es nuestra preciada cita-
-Eres insoportable-
-¡¿Y ahora por qué?!-
El menor no le contestó, le regaló otro beso más, para seguir con lo que estaban haciendo, en ese momento, las palabras sobraban, así que no quería que nada se interpusiera en sus sentimientos ese importante día, al igual que Mei, los dos se encontraba felices, llenos de sonrisas entre ellos y haciéndose travesuras sin parar para ver al contrario sonrojarse, porque desde que Eijun y Mei comenzaron a salir, cada cita, fue su primer cita, llena de amor e ilusiones para generar entre ellos un lazo llamado felicidad.