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Un fuego que queme al sol por dark kirito

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Notas del fanfic:

Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama.

Escrito en el  móvil, errores son sin querer jujuju.

Muchas gracias a todos los que leen¡¡¡¡¡¡¡ Fic dedicado especialmente a  Yayoi, MecyLyss, Makechuta y aiculpp.

 

Notas del capitulo:

Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama.

Escrito en el  móvil, errores son sin querer jujuju.

Muchas gracias a todos los que leen¡¡¡¡¡¡¡ Fic dedicado especialmente a  Yayoi, MecyLyss, Makechuta y aiculpp.

 

Rubios cabellos se extienden sobre la almohada, su dueño, un joven constantemente comparado con el sol no posee en este momento su aura cálida y brillante, se niega con la pocas fuerzas que le quedan a salir de la cama.

Esta herido en lo más profundo de su ser.

Siempre fue un niño muy alegre y querido, vivía en armonía con sus padres.

Pero el destino es cruel y parece gozar torturandole.

Conoció el dolor a la corta edad de cinco años, cuando su progenitor sufrió un desafortunado accidente aéreo, fue tan brutal que incluso salió en las noticias, por si no fuera suficiente toda la pena que embargaba a la familia Saluja, los reporteros no dejaron de acosarlos, pues Rashid era el presidente de la poderosa compañía Balbad.

Cada que eran entrevistados les hacían preguntas verdaderamente estúpidas.

-¿Qué siente en estos momentos? ¿Esta triste? ¿Le preocupa lo que suceda con la compañía? ¿Qué será de los empleados? ¿Cree que se trató de un complot?

Si bien es cierto que el trabajo de estos es informar, más pareciera que consiguen raiting y audiencia con el morbo.

¿Qué siente en estos momentos? ¿Acaso no es obvio que están afligidos por la pérdida?  ¿Esta triste? ¿En verdad era necesaria la pregunta?  ¿Le preocupa lo que suceda con la compañía? Es el legado de su esposo y padre ¿o no?  ¿Qué será de los empleados? ¿Cómo esperan que lo sepa en momentos en los que ni siquiera sabe su propio nombre?  ¿Cree que se trató de un complot? ¿Tiene forma de saberlo?

Y lo peor de todo no era que preguntaran esas cosas a Anise, sino que lo habían dicho frente al pequeño Alibaba, gente necia que no parece comprender que por muy joven que sea un niño entiende cuanto le dicen, el supo interpretar a la perfección cada una de esas venenosas palabras, pero prefirió guardar silencio, después de todo solo era un niño, para nadie era importante lo que tuviera que decir, se tragó su dolor y amargura en el más profundo y solitario silencio.

Por meses creyó que no se repondría de semejante golpe, pero para su sorpresa se encontró sonriendo como si nada hubiera pasado un año después, y no es que ya no extrañara a su padre, ese sentimiento jamás le abandonaría, pero su madre era tan brillante, tan decidida, tan fuerte, que aún con todo el sufrimiento que guardaba en su pecho sacó a flote la compañía e incluso la hizo crecer, el pequeño la admiraba, le recordaba mucho al sol, algún día quería ser tan confiable como ella, que a pesar de todos los problemas siempre tenía tiempo para sonreír. Si estaba enojada o deprimida el menor en realidad no lo supo, porque todo el tiempo le mostró la más hermosa sonrisa que haya visto jamás, actitud que con el tiempo el también adoptó.

Cuando su corazón sanó, pudo hacer su vida con normalidad, el recuerdo de su padre ya no era más un agonizante dolor, se había convertido en una linda añoranza por el pasado que le inspiraba a dar lo mejor de si.

Cuando entró a la primaria conoció a su primer amigo y más que eso, alguien a quien incluso podría considerar su hermano, Kassim, quien tenía una pequeña hermana, que con la convivencia también se convirtió en eso para el rubio.

Estaba feliz, muy feliz, al fin sentía que tenía una familia, todos los días los pasaban entre juegos y carcajadas.

En ocasiones se encontraba solo en casa, pues su madre estaba ocupada con la empresa, pero nunca se deprimió, porque Mariam y Kassim siempre estaban a su lado, se habían vuelto inseparables.

  Pero sin duda los momentos que más disfrutaba, era cuando los cuatro estaban en su hogar, solían hacer muchas tonterías, era natural para los tres niños, aunque le parecía increíble que su madre se prestara a esos juegos, eso se debía a que quería verlo feliz...

  ¿La suerte de alguien puede transferirse a un ser amado?

  Era lo que se preguntaba seriamente un rubio cierto día, todo pasó tan rápido que su mente no alcanzaba a entender el asunto en su totalidad, solo sabía que sus hermanos lloraban buscando consuelo en sus brazos y el no sabía que decir.

Al perecer las fuertes lluvias de los últimos días habían causado un crecimiento en el caudal del río, la presa estaba a su máxima capacidad, y esta terminó por ceder, inundando varias casas, la de sus amigos fue una de ellas, los pequeños se salvaron pues habían ido de visita con ya era costumbre, pero sus padres no tuvieron tanta suerte, se habían quedado huérfanos.

Viendo su actual situación Anise hizo lo único que podía... adoptó a los pequeños y les llevó a vivir a su casa, eran una familia de verdad.

Sin embargo no todo resultó ser tan fácil como esperaban, pues los niños siempre estaban tristes por la pérdida de sus familiares.

En esta ocasión fue el rubio quien poco a poco alivio sus corazones, conocía a la perfección el dolor de perder a un ser querido, es probable que debido a eso supiera exactamente que hacer.

Si bien no podía ayudarlos con palabras porque jamás encontró las que le parecieran adecuadas, si podía hacerlo con sus acciones, además esa bella sonrisa era la mejor medicina que cualquiera pudiera recibir, los pequeños se levantaron gracias a el y decidieron continuar con su vida, Mariam desarrollo un amor aún más profundo por el oji miel mientras que Kassim se prometió a si mismo protegerlo de todo cuanto pudiera herirle, sin importar los métodos.

Fue debido a esto que ocurrió una gran tragedia.

Cuando había cumplido los quince años y estando a punto de terminar la secundaria, el oji miel había ido a casa de un compañero para realizar un trabajo en equipo, se le había hecho tarde e intentó tomar un taxi, pero pasaban los minutos y no pasó ni uno solo vacío, por lo que resignado tomó el transporte público, estando a un par de cuadras de su casa un sujeto intentó asaltarle, este iba armado con una navaja por lo que decidió entregar sus pertenencias, para su mala suerte el sujeto no estaba en sus cabales, le atacó, Kassim que iba a la tienda por leche le vió e intentó ayudarlo inmediatamente, entre los dos le enfrentaron, pues el sujeto no daba siquiera oportunidad de escapar, tal vez debido a la adrenalina los ataques eran tan rápidos que era muy complicado observarlos con claridad, incluso había dado alcance al menor en un par de ocasiones, por suerte sus heridas no eran de gravedad.

Pero parece que su sangre despertó algún deseo insano en su atacante, pues intentaba cortarlo con más ahínco, en su desesperación el castaño se lanzó forcejeando con el aludido un par de minutos hasta que todo movimiento cesó, el rubio corrió para acercarse a ellos mientras las lágrimas empañaban sus ojos.

-K-Kassim...

-Estoy bien.

  El chico suspiro aliviado, para posteriormente ponerse pálido al contemplar la expresión desencajada de su amigo, desvío su mirada al agresor... estaba muerto, se había apuñalado a si mismo por error.

No les quedó de otra que llamar a la policía, explicando la situación, los llevaron a la comisaría, pero les dejaron ir considerando que había sido en defensa propia, sin embargo ese día el castaño cambio, sus manos estarían manchadas de sangre por siempre... y la culpa la tenía Alibaba.

  Cuando estaban en casa ni siquiera se dirigían la palabra, la situación era incómoda, la pequeña siempre estaba deprimida, pues ni a ella su hermano prestaba atención, lo único que le quedaba era llorar en brazos del rubio, mientras ambos buscaban la solución.

No importa cuántas veces Anise le mando al psicólogo, este jamás se presento a las sesiones, no tenía deseos de ser ayudado, para el había un único culpable.

  Pasó poco tiempo y ya andaba en malos pasos, el remordimiento de arrebatar una vida le había calado bastante hondo, por eso todos los días intentaba meterse en problemas tan graves que le privaran de tener que despertar al día siguiente.

No importa lo mucho que lo intentó, al final su instinto de supervivencia pudo más en el y eludió con éxito todo ataque en su contra, pero como era natural, no salía ileso, en una de esas ocasiones resultó en verdad herido, se dirigia de regreso a casa, no entendía por qué pero quería volver a ver la cálida sonrisa de esa persona tan importante para el, caminar le era complicado, ya no hablemos de respirar, que con una costilla rota le era prácticamente imposible.

Le parecía increíble que a plena luz del día, las personas no le prestaran ayuda, incluso huían, sonrió con amargura, nadie se preocuparía por él salvo su familia, había sido tan estúpido con ellos, solo esperaba que le pudieran perdonar.

Su corazón latía con emoción en su pecho, solo un poco más y podría ver las únicas personas que en verdad le eran importantes, solo un poco más y podría sonreír a su lado, solo un poco más y sería feliz.

Estaba tan concentrado en sus deseos que muy tarde notó que un auto venía en su dirección, con su cuerpo en tan deplorable estado, era seguro que no podría esquivarlo, cerró sus ojos con resignación cuando notó que unas pequeñas manitas a su espalda le lanzaban con fuerza lejos del peligro, por el impulso cayó al suelo algo aturdido.

-¡Por dios Mariam!!-gritó una voz familiar.

Como pudo se giró solo para ver la última sonrisa de su hermana que fue lanzada por el vehículo, corrió hasta ella de manera torpe trastabillando en repetidas ocasiones, junto a la pequeña estaba Anise que fue la persona que había gritado, habían ido a comprar un pastel para intentar animar a Kassim, pero cuando el auto iba a arrollarlo, la niña le soltó la mano y corrió a salvarle, este se quedó en shock unos segundos para luego tomarla entre sus brazos.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaa!- la desesperación le invadía- ¡Por favor Mariam no te mueras! ¡Te necesito! ¡Aún no te he dicho que lo siento! ¡Por favor!

Pero no hubo respuesta, la pequeña había cerrado sus ojitos para siempre.

El funeral se llevó a cabo estando la familia presente, el chico de cabello rojizo estaba devastado.

-Kassim- articulaba con voz queda su hermano.

-¿Qué pasa?- dijo casi en un susurro.

-Yo...

El mayor volteó para mirarlo, pero no lo soportó, el solo contemplar esa cara le recordaba los momentos vividos con su hermana, esos que sin importar cuanto lo desee  jamás regresarán.

-Lo siento Alibaba...no creo tener ánimos de hablar contigo.

-Entiendo...esperaré el tiempo que sea necesario.

Decía dando la media vuelta a punto de retirarse.

-El punto es...

El rubio le miró nervioso.

-...que no quiero volver a verte.

  El menor sintió un repentino mareo, de un día a otro lo había perdido todo, pues aún cuando Kassim tuviera esa actitud siempre había considerado factible salvarle, pero ahora...

-Espero que puedas ser feliz algún día, se que no te interesa pero en verdad te quiero, siempre serás mi hermano.

Pero ni siquiera le miró, continuó sumido en el dolor mientras el se retiraba de manera torpe del lugar.

Camino hasta quedarse completamente solo, el sol estaba en el punto más alto, le miró un momento, el astro con el que suelen compararle...¡¿De que sirve si no puede proteger a su familia?!! Los sentimientos contenidos oprimen su pecho impidiendole respirar, se quita la corbata y abre su saco pero aún tiene esa horrible sensación, se tira al suelo de rodillas no le importa llenarse de tierra y lodo, incluso podría partirlo un rayo en estos momentos y a el le daría igual.

-¡Aaaaaaaaaaaaaa!!!!

Gritó con desesperación mientras las lágrimas caían por miles de sus hermosas orbes doradas, su madre que había visto todo se acercó a el sonriendo, le tomo entre sus brazos intentando dar alivio a su corazón.

El rubio no supo más, cuando despertó estaba en su cama, su madre le dijo que Kassim había decidido marcharse y que era muy probable que nunca lo volvieran a ver, ella intentó darle dinero, pero educadamente rechazó su ayuda, para el Anise era como una segunda madre, y hubiera deseado permanecer a su lado, pero no soportaba estar en presencia de Alibaba, estaba casi seguro de que le culpaba por todo, y no quería terminar lastimándolo de un modo que sabría que tarde o temprano le haría arrepentirse.

El oji miel permaneció dolido un tiempo, pero intentó animarse pues no era el único que sufría, aunque su madre siempre mostrara esa aura tan cálida, era seguro que estaba en las mismas condiciones, esta vez quería ser un apoyo y no una carga, al tercer día se levantó de su cama más alegre que nunca y continuó con su vida.

Fue difícil, en dos años Kassim no les contactó, era verdad que no quería saber nada de el, ahora tenía diecisiete y estaba por terminar la preparatoria, se sentía más solo que nunca aunque intentaba no demostrarlo, incluso había sido incapaz de hacer amigos, y vaya que sus compañeros en verdad lo intentaban, sobre todo  un joven de nombre Aladdin, pero ni su hermosa sonrisa ayudaba a que iniciarán una amistad, es más, estaba seguro de tenerle miedo, hoy podría ser muy amigable pero si algo llegará a suceder estaba seguro de que le iba a abandonar al igual que Kassim.

Todos los días se la pasaba encerrado en casa estudiando, solo salía de su cuarto para convivir con su madre, a la que cada día veía más agotada, tal vez a causa del trabajo.

-¿Te sientes bien madre?

-Claro- sonrió- mejor dime como te ha ido en la escuela.

-¡Genial!!!! ¡Las clases son maravillosas! ¡Mis compañeros muy amables! ¡Y mis amigos muy divertidos!

-Espero conocerlos pronto.

-¡Sería genial!!

-Quiero decirte algo- puso una expresión de seriedad, jamás la había visto así, por lo que se puso nervioso- si algo llega a pasarme.

-¿De que hablas madre?

  -Sabes que te amo ¿cierto?

Asintío nervioso con la cabeza pues le era imposible hablar.

-Algún día voy a morir.

-¡No digas eso por favor!- gritó al borde de la histeria.

-Pero es la verdad, por eso no quiero que estés desprotegido, hay una cuenta a tú nombre  con el cincuenta por ciento del dinero de la compañía, podrás usarlo en cualquier momento.

-¡Madre!!!

-Y hay algo más, por los negocios no te preocupes, alguien de mi entera confianza cuidará de ellos, y cuando estés en edad adecuada para hacerte cargo te apoyará y sabrá guiarte, te pido que confies en el.

El menor no dijo más, pero tenía el presentimiento de que su madre se estaba despidiendo.

Y tenía razón, fue un año muy complicado pues poco después de esa conversación se dio cuenta de que su madre estaba enferma, tenía tres años que lo había estado, pero no había mencionado nada porque siempre tuvo la esperanza de aliviarse, aún cuando su enfermedad era rara, en realidad nunca se supo del todo como pasó, pero los síntomas principales eran sangrado de nariz y desmayos, los últimos seis meses los había pasado más dormida que despierta, hasta que el inminente día llegó.

El chico realizó los preparativos del funeral, y volvió a casa, se metió en su cama deprimido como nunca antes, había perdido a su padre, a Mariam y a Kassim, pero había podido continuar gracias a ella, ahora no estaba la única persona que le animaba, ya no tenía ganas de seguir viviendo, tal vez lo mejor era quedarse en cama hasta llegar a ese dulce sueño llamado muerte...

 

Notas finales:

Hasta la próxima los amo con locura¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Y mucha pasión (? Jajajja


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