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ARREPENTIMIENTO por karenka sutcliff

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Notas del fanfic:

BUENO, BUENO, DESPUÉS DE 2 MESES SIN ACTUALIZAR, FINALMENTE ME COMPRARON MI COMPUTADORA NUEVA Y VENGO A CONTAMINAR SUS MENTES CON MUCHO GRELLIAM. ESPERO LES GUSTE.

LA CONTINUACIÓN DE "LA SOLEDAD DE LAS FLORES CARMESÍ" AÚN TARDARÁ UN POQUITO, MIENTRAS TANTO, LES DEJO ESTA BREVE HISTORIA. YA SABEN, ESTABA VIENDO EL RE-RUN DE KUROSHITSUJI DEL ARCO DE JACK EL DESTRIPADOR Y DESPUÉS ME PUSE AESCUCHAR "REGRET, RED, AKAI ONE PIECE" Y ALGUNAS OTRAS DE THE GazettE, Y UNA COSA LLEVÓ A LA OTRA Y ESTE FUE EL RESULTADO.

VIENEN MUCHOS CAMBIOS EN EL GRUPO DE DOUJINSHIS GRELLIAM, Y SERÁN BUENOS.


 

 


Se conocen de toda la "vida", o quizá lo apropiado sería decir "muerte". Desde que se convirtieron en shinigamis, no han pasado ni un sólo día separados. Su comienzo fue hostil y complejo, aunque en 100 años hubo un gran progreso, lástima que ese gran amor se derrumbó por un capricho carmesí. Dos años bastaron.

Siempre imaginó que tenía un vínculo especial con "ella", o al menos eso le hizo creer. Pudo sentir como este hilo rojo enmarañado se aflojaba, se le escapaba de las manos, para entrelazarse con uno de seda fina.

El rojo de aquel entonces se torno negro. Se aferró a sus mentiras, repitiéndolas cual si de un mantra se tratara, para engañarse cada mañana y sobrevivir un día más.

No existía un motivo, una razón, simplemente se marchó, honestamente, no le faltaba nada. Simplemente se dejó seducir por aquel hechizo de luna roja.

–Se están registrando muertes no programadas en tu zona Sutcliff– William dice con molestia, lo menos que necesita en este momento son horas extra que lo alejen de su pelirroja.

–No tengo ni la menor idea de a que se deba cariño, pero lo investigaré, le daré solución. Lo prometo– ella dice con una gran sonrisa y le besa la sien. Él se traga las mentiras y ella se vuelve ligeramente más distante

Esa noche, "ella" no regresó a casa, hasta la mañana siguiente, con el pretexto de las horas extra y los demonios roba almas. Su nueva rutina, primero uno, dos días, pero su ausencia se prolongó. Después de una semana, el supervisor entró silenciosamente en pánico. William se abraza a la almohada e inhala profundamente aquella fragancia, el aroma de la muerte combinado con perfume, la mezcla perfecta. Ella entra a la alcoba como si nada hubiese pasado, él está tentado a preguntar, sus labios se abren para pronunciar una queja, pero ella le interrumpe –Abrázame, estoy cansada– dice con aflicción. William obedece y calla, es lo más prudente.

Sus ojos delatan tristeza y un "nos vemos" es la promesa que se convierte en mentira.

No hay rastro alguno de su paradero, pero él no se da por vencido, no puede estar muerta, es el segador más poderoso de sus tiempos. Un indicio, a su oficina llega la solicitud de autorización para unas gafas de repuesto a nombre del segador Grell Sutcliff.

–Eran unas gafas comunes y corrientes, para nada el estilo del oficial Sutcliff, pero, son las que solicitó– dice Laurence sin importancia y vuelve al trabajo, el gerente arruga la hoja entre sus manos y da media vuelta para regresar a su oficina.

–¿ A qué estás jugando?– masculla con rabia.

La lluvia que cae a cantaros golpea su ventana, él aun recuerda las promesas que se hicieron, busca una pista, a caso, ¿fue culpa suya?, ¿él la ahuyentó?.

Su corazón está de luto, pero antes que todo, él es un segador y debe cumplir con su trabajo. Desde su partida, nadie le ha prestado mucha atención al área del carmín.

Esa noche William observa con repugnancia la vil escena, Un lluvioso martes, en medio de su dolor de cabeza y náuseas, su hilo rojo se tensa al límite, al punto de quiebre, debe impedirlo, esa fina seda roja que osó envolver el corazón de la parca roja será cortada de tajo.

...

Sus palabras se convierten en gritos, quiere seguir amándole pero las rosas ya están podridas, no hay más lágrimas. Ambos han sido traicionados por los seres que más amaron en este mundo, Grell lo dio todo por ella y no recibió nada a cambio.

–Will– sollozaron sus labios ensangrentados, pero sólo recibió una mirada llena de rencor, William salió de su oficina azotando la puerta tras de si.

Grell se arrepintió de haber abandonado al único hombre que le amó de verdad.

No hay más amor en su muerto corazón, simplemente un trato laboral, dos cordiales extraños.

Nuevamente en soledad, su cerebro le juega una broma de mal gusto. Su cabello era similar al de ella, incluso su labial carmesí, las formas de su cuerpo. Y entonces, gritó su nombre.

–Honestamente, ¡deja de perder el tiempo!– espetó William con enojo, al ver el cadáver en el piso, no era ella, pero el parecido le molestaba.

–Madam Red– murmuraron al mismo tiempo.

Grell se arrepintió de haber matado a la única mujer que alguna vez amó.


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