Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Marcas del ayer. por YamiSofia

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Yugioh no me pertenece a mi, todos sus derechos van para su respectivo autor y distribuidores.

Yo solo uso sus personajes para divertir a sus fans.

Cuando las personas no pueden dormir, piensan. Y no en esa clase de cosas que hicieron durante el día, sino en las cosas que ignoran mientras están despiertos.

Las cosas que escapan al ojo son tan abundantes y traviesas, se pasean en frente de ti todo el tiempo, y se burlan de las distracciones como si no estuvieran a su altura, tal vez es por eso que cuando las vemos no podemos dormir.

Estoy distrayéndote, ¿ya vez? me he burlado de ti.

¡Ja! Lo hice de nuevo.

Cuan fácil y divertido es, podría pasar el tiempo en sus fracciones interminables haciéndolo. Pero eso sería aburrido, lo que verdaderamente llama mi atención son las historias, pero no cualquier historia. Tiene que ser especial, he visto muchas a lo largo de mi existencia que  cuando se repiten simplemente las dejo seguir su curso natural.

La historia que te voy a contar empezó hace muchísimo tiempo, no importa cual, no puedo darle tanta importancia al tiempo o comenzara a portarse arrogante conmigo. ¿En que estábamos?

¡Oh ya lo recordé! Todo esto comienza en el antiguo Egipto, debes haber escuchado hablar de él, ya sabes… las grandes pirámides, el desierto y cleopatra. Quien lo nombra usualmente piensa en ello, pero nadie nunca ha mirado por sus almas, las personas que allí han vivido.

No pretendía acostumbrarme a él, pero había ido por mis propios asuntos a su reino y ahora me quedaría un rato más solo por el final.  ¡Me lo debía! Había escapado de mí en numerosas ocasiones, cuantas veces lo tuve a punto de caer en mis brazos y él se escurría de ellos.

¡Atem era un dolor en el trasero!

Cuando vino a mí por primera vez sabía que no podía liberarlo de sus recuerdos ni de sus propios deseos, pero estaba dispuesto a intentarlo. Hacia lo que podía, con el pasar de un periodo considerable de tiempo se volvió alguien muy reservado y solitario, esto último cuando podía, cuando Mahad no estaba persiguiéndolo o aquella amiga suya no lo fastidiaba él se ponía a pensar, desconocía los motivos pero podía verlo siempre pensando.

Demasiado listo para su propio bien, de ser más ignorante sería más feliz.

Pero no es eso lo que yo quiero contarles, el simple hecho de que el faraón no fuera feliz no era de mi importancia, las razones tras ello sí. Atem vino a mí una segunda vez después de una batalla, pude verlo avanzar con la mano extendida haciendo un gesto con la mano, sonriendo. Seguiría describiéndoles pero lo cierto es que no lo miraba a él, sino a la persona detrás de él, aquel chico del otro lado de la puerta intentaba contener las lágrimas que se asomaban por su grandes ojos, verlo sostener la mirada estático, un grupo de gente estaba más atrás pero no hablaban, recuerdo que al final aquel chico grito.  

«¡Es tu turno!» Si aquel chico supiera que casi hace que el corazón de Atem volviera a latir seguramente no habría sonreído, no podían verlo pero yo lo sentía, aquella alma que está cruzando la gran puerta se aproximaba. Atem susurro un inaudible «Aibou» pero ninguno estaba lo suficientemente cerca para oírlo.

Excepto yo.

Nadie vio la última lágrima que aquel chico derramo, fue lo último que vi, su rostro inundado por la tristeza cuando las puertas se cerraron.

Ahora Atem se encontraba con la cabeza gacha, mirando al suelo.

No volví a ver a ese chico hasta en aquella ocasión.

 

 

 

Era el hospital de ciudad Domino, y Joey, creo que así se llamaba estaba dormido sobre la cama de cierta jovencita, hacia exactamente tres días que no se despegaba de allí ni siquiera para cambiarse de ropa. Por lo poco que pude escuchar la susodicha debía ser su hermana, esperaba que viniera a mi pronto, para poder darle la despedida.

Joey no se despertó hasta que la puerta se abrió con efusividad, y ahí se encontraba el, el chico que había despedido a Atem, no sé porque no había notado el parecido hasta ahora, quizás era la distancia aunque juraría que era mucho más bajito que en mi memoria.

—¡Joey! —Grito el chico que acababa de entrar— Me acabo de enterar, ¿Cómo esta Serenity?—pregunto con un tono de preocupación en la voz.

—Yugi— con que así se llama—, ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en la inauguración de Kaiba. —Comento el rubio.

—Así era, pero cuando Tea me conto que habían atacado a tu hermana ¡tenía que venir!—ahora con agitación, quizás corrió todo el camino hasta llegar.

—En verdad, no debías. ¡Ese evento era importante para ti!—exclamo Joey.

Yugi sonrió, recordaba esa sonrisa, me hacía pensar en el día que recibí a Atem.

—Para eso son los amigos Joey, no pienso dejarte solo. —Yugi sonrió, pero algo en él había cambiado. Joey no insistió más, como si algo le impidiera contradecir al joven.

Joey sonrió confiado.

—Gracias viejo, pero que conste que si Kaiba comienza a derribar la ciudad como Gozila será tu culpa.

Ahora Yugi se sonrojo.

Recordaba la expresión en su cara cuando le dieron la trágica notica. Me había tomado la molestia de verlo, después de cumplir con mi trabajo. Serenity se fue un día después de que yo viera a Yugi.

—Moriras. —Le dije. Pero ella no se veía asustada, en cambio me agradeció mi consideración.

Entonces nos fuimos.

 

 

 

Ahora lo veo con las claridad, así había sido. Cuando lo vio su mirada cambio, la tragedia había azotado su vida y si mi trabajo no me hubiera llevado allí hasta habría sonreído.

Me pregunto si era en él, en quien pensaba todo el tiempo, tal vez los sentimientos son las verdaderas cosas que se escapan, se burlan de nosotros y vienen y hacen lo que quieren para después irse sin más.

Lo recuerdo perfectamente, Atem estaba viendo a aquel niño llorando, estaba cubierto de sangre y tierra, era horrible. Sin embargo el no dudo un momento en ir corriendo hacia su auxilio, lo tomo entre sus brazos sin importarle la suciedad de sus ropas y por primera vez lo vi sonreír para sí. No suelo intervenir en los asuntos de los otros así que procure mantener mi distancia, pero Atem no parecía notarlo, cuando el niño dejo de llorar él se encontró acariciándole el rostro como alguien a quien le gustase el gesto.

El niño sonrió y él le devolvió el gesto, casi no importaba que sus padres murieran hace apenas minutos. 

—Eres muy valiente pequeño —lo escuche decir—. Dime ¿Cómo te llamas?

El niño lo miro fijamente, casi como si eso él ya lo supiera.

—S-soy Heba, su majestad…—dijo al final. Atem estaba decepcionado.

El niño se sintió apenado ante el gesto, pero al final agacho la cabeza.

Heba era un niño demasiado bajo y con pocas habilidades útiles, cuando llego a Atem no sabía leer ni escribir pero fue adquiriendo conocimientos a partir de su primer encuentro. Una vez estuve a punto de acariciarle las mejillas. Cuando Atem llego, me miro con furia y tuve que irme. Nunca había estado tan cerca de Heba como en ese entonces.

 

 

Me gustan las sonrisas, creo que son el reflejo de las historias. Es como la nota especial del narrador. Así que disculpen si siempre las destaco, deben estar cansados que leer el mismo gesto una y otra vez.

 

Heba había crecido para volverse un hombre bueno y honrado, era torpe y sin duda tendría una vida corta. Aun en esos tiempos podía haberle dicho, advertido que sin duda nos volveríamos a ver.

No fue hasta que nos vimos que me conto su historia, su vida junto a Atem no fue precisamente normal. Pero como me gustan las cosas que escapan al ojo les contare solo lo más importante. Heba me confió en nuestra ida, que algunas veces el faraón lucia triste y decepcionado, que lo insto a jugar diferentes juegos y que por alguna razón siempre lo veía antes de irse a dormir. «Nada más que eso.» Había dicho.

Me pregunto si el amor transciende más que el tiempo, supera a la muerte y luego te decepciona. No hay forma que lo viera en aquel niño, porque no era el, solo un cuerpo más.

Entonces lo lleve conmigo.

 

 

«Puedo sentirte Yugi.» Cada vez que piensas en mí, cuando me llamas en la noche, pero son las veces en las que juegas que verdaderamente me importan. Lo sé, lo deseas tanto como yo ¿no es así? Pero debes esperar. Dame solo uno, un buen motivo para romper las reglas y lo hare, te juro que te arrastrare conmigo, te llevare con él.

 

Deje de verlos, simplemente como eso. Otras historias vinieron y yo tenía muchas cosas que hacer en ese entonces. Y observe la vida después de la muerte, la muerte en vida no es como la pintan.

Y ocurrió, lo que había esperado ocurrió, Yugi me llamo, me pedía a gritos, sollozaba su nombre en su habitación y yo no me pude resistir.

 

 

Yugi y Atem reunidos en un pequeño espacio que desafiaba toda regla, y yo observándolos desde mi lugar porque soy un espectador exigente y me gustan las historias como estas.

Yo fui a buscarlos, a cada uno en su correspondiente tiempo y espacio.

—Aibou…

—Atem…—le susurro.

Y los traje hasta aquí simplemente por mero capricho, porque nada más quería un final.

—Te ves tan grande, estoy tan orgulloso de ti. —le dijo Atem. Sonriente, como no lo había hecho hasta esa vez.

—Yo…te extrañe mucho. —le grito Yugi, sollozando se arrojó a sus brazos.

No podía ver el rostro de Atem pero si sus brazos rodeando al menor de los dos, susurrándole cosas que yo quería escuchar.

—Yugi, mi Aibou…yo también te he extrañado. Ninguna aventura nos preparó para esto.

—Intente seguir adelante, pero cada vez es más difícil, nunca nadie me dijo que ganar el juego traería más obstáculos que...—y no siguió, no pudo porque Atem no dejo que continuará.

—Siempre estoy contigo Yugi, siempre estamos juntos aunque no podamos vernos siempre estoy allí.

—Haces que desee morir…

—A veces, yo también lo deseo.

Y yo…

—Pero ahora debes volver…—dijo Atem— no podemos quedarnos así por siempre los tres. No quiero que vuelvas a acudir a él, nunca más.

—¿Pero…y si me siento solo?

—Piensa en mí, porque yo siempre estaré pensando en ti.

 

En aquel mutuo acuerdo de miradas, Atem tomo el rostro de Yugi y termino por depositar un beso en sus labios, mientras el lloraba las lágrimas bajaban por sus mejillas. Fue el primer beso y me aseguraría que no fuera el último.

Porque como todo mortal, Yugi debía volver y vivir sus días hasta que volviéramos a vernos. Y entonces me aseguraría de llevarlo conmigo, y tener mi tan ansiado final.

Porque cuando Atem me incluyo como el tercero sonreí y ahora extiendo las manos hacia el más pequeño de los tres en la escena.

—Es hora de vovler. —dijo un melancólico Atem.

Y Yugi vino a mí, estaba tan emocionado que dije la única que quería decirle desde hace mucho tiempo.

—Déjeme decirlo señor Yugi Motou, soy su mayor fan…—le dije.

Yugi abrió sus ojos exaltados, tal vez no esperaba aquella declaración. Después de todo, cosas como esas ocurren cuando la muerte te ama.

Notas finales:

Gracias por leer, tiene algunos errores así que disculpen por eso.

Hasta la muerte es fan del Puzzleshipping. xd


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).